El lector y estudiante de
la Biblia, para poder comprenderla mejor, debería saber diferenciar lo que es
“la Palabra de Dios” de lo que son “las palabras de Dios”. La Biblia, como un
todo, conforma la “Palabra de Dios”, o sea, es aquello que Dios reveló que se
escribiera para nuestro aprendizaje, pero no todo lo que se dice son “palabras
de Dios”. La Biblia contiene diálogos, oraciones, canciones y citas en las que
no siempre es Dios Quien habla. En muchos casos se registran palabras de
personas que hablaron, y no siempre lo que esas personas hablaron era conforme
a la voluntad de Dios. Esto es importante a tener en cuenta para no atribuir a
Dios pensamientos y palabras que son de seres humanos y viceversa.
Por ejemplo, al leer las
primeras líneas de las Escrituras vemos lo siguiente:
Génesis 1:1-2 (RV-1960)
(1) En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
(2) Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas
estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de
las aguas.
Si bien estas son palabras
que Dios reveló para que se escribiesen, el texto tiene un relator que no es Dios, o sea, quien está “hablando” en el texto no
es Dios sino un relator no identificado (sabemos que esto lo escribió Moisés,
pero él no se presenta en el texto). Ahora bien, el relator de la narración cita, en el siguiente versículo, palabras
de Dios:
Génesis 1:3
Y dijo Dios:
Sea la luz; y fue la luz.
Aquí sí tenemos palabras
“dichas” por Dios, éstas son “palabras de Dios” que han sido registradas dentro
de la “Palabra de Dios”.
Génesis 3:1-3
(RV-1960)
(1) Pero la serpiente era astuta, más que todos los
animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer:
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
(2) Y la
mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer;
(3) pero
del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,
ni le tocaréis, para que no muráis.
Es estos versículos se
introduce un diálogo entre dos personajes: la Serpiente y la mujer (Eva). La
Serpiente aquí es presentada como un ser que viene a tentar a Eva y quebrar el
orden divino. La serpiente preguntó: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto?” ¿Era eso lo que Dios había dicho? ¡No! La serpiente
está hablando, y al hacerlo, está mintiendo,
está haciendo una falsa declaración de lo que Dios dijo. Ahora bien, ¿qué
respondió la mujer?, ella dijo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”. Alguien distraído podría
pensar que Eva está respondiendo con la verdad de Dios, sin embargo, Eva falló
al citar a Dios. Leamos qué fue lo que Dios mandó:
Génesis 2:16-17 (RV-1960)
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo
árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Dios aquí dijo que ellos no
debían comer del árbol de la ciencia
del bien y del mal, y dijo que “el día que de él comieres ciertamente morirás”. Dios no prohibió “tocar” al árbol, como dijo
Eva a la Serpiente. Además, Dios fue enfático al decir que morirían:
“ciertamente morirás”, dijo Él, mientras que Eva quitó ese énfasis al citarlo,
dijo: “para que no muráis”.
Lo que quiero que vean aquí
es que si bien esto es parte de lo que Dios reveló para que fuese escrito y,
por consiguiente, puede considerarse como “Palabra de Dios”, lo registrado no
son palabras de Dios, sino palabras de otros (en este caso, de la Serpiente y
de Eva) y no contienen la verdad que procede de Dios. La Serpiente habló
mentira por cuenta propia, intentando hacer que Eva desobedezca a Dios, por
otro lado, Eva falló al retener la verdad declarada por Dios y alteró la
declaración original de Dios, lo cual puso en evidencia su debilidad en el
entendimiento y retención del mandamiento de Dios y dio pie a la Serpiente para
seguir con sus mentiras y hacerla desobedecer a Dios.
La diferencia entre la
declaración de Dios y la de Eva puede parecer pequeña para muchos lectores,
pero fue el punto de partida de un acto de desobediencia que llevó a la ruina
espiritual a toda la humanidad. Por eso, como estudiantes de las Escrituras y
como creyentes que quieren hacer la voluntad de Dios, nosotros debemos estar
atentos a los detalles de las Escrituras, porque en ocasiones, de esto depende
el curso de nuestras vidas y la de otros a nuestro alrededor. De hecho, nada ha
causado tanto daño a la humanidad como los sutiles errores que se han
introducido en la fe cristiana y que han dado lugar a tantas divisiones
doctrinales y toda la gama de religiones y denominaciones que existen hoy en
día.
En nuestra búsqueda del
entendimiento de las Escrituras, saber qué palabras pronunció Dios y qué
palabras no es fundamental y será un ejercicio muy útil comparar las palabras
de Dios con las palabras de hombres citadas en las Escrituras. También es un
muy buen ejercicio comparar todo lo que oímos, aún de parte de “hombres de
Dios”, y compararlo con lo dicho en las Escrituras. Noten lo que sucedió en los
días de Jeremías:
Jeremías 6:9, 13-14 (RV-1960)
(9) Así dijo Jehová de los ejércitos…
(13) …desde el más chico de ellos hasta el más grande,
cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son
engañadores.
(14) Y curan la herida de mi pueblo con liviandad,
diciendo: Paz, paz; y no hay paz.
Dios habló a Jeremías y
profetizó que sucederían calamidades a Israel a causa de su incredulidad y
desobediencia. En los versículos 13 y 14 vemos que aún los profetas y
sacerdotes eran engañadores, proclamaban “paz” con Dios para el pueblo, pero en
verdad no había paz, porque ellos estaban adorando a ídolos y haciendo maldad.
Aquí había profetas y sacerdotes corrompidos y llenos de maldad, que hacían
falsas profecías, declarando cosas que Dios no había dicho. Esto ha sucedido en
todos los tiempos y épocas, por todos lados existen falsos profetas y falsos
ministros de Dios (2 Co. 11:14-15), por lo cual el hijo de Dios debe estar
atento y comprender no sólo “la Palabra de Dios”, sino también “las palabras de
Dios”.
Hechos 17:10-11 (RV-1960)
(10) Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a
Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga
de los judíos.
(11) Y éstos eran más nobles que los que estaban en
Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada
día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
Aquí se dice que los
creyentes de Berea eran “más nobles que los de Tesalónica” porque escudriñaban
(estudiaban, investigaban) “cada día
las Escrituras para ver si estas cosas
eran así”. Ellos no sólo asintieron con la cabeza a la enseñanza de Pablo y
Silas, tampoco aceptaron ciegamente todo lo que ellos les decían, como
creyentes serios, responsables y comprometidos, los de Berea investigaban las
Escrituras diariamente para ver si lo que Pablo y Silas estaban enseñando era
correcto. ¡Esta es la actitud que Dios desea que tengamos para con Su Palabra!
Miren lo que le sucedió a
Jesús:
Lucas 4:1-2, 9-12 (RV-1960)
(1) Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán,
y fue llevado por el Espíritu al desierto
(2) por cuarenta días, y era tentado por el diablo…
(9) Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo
del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo;
(10) porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden;
(11) y, En las
manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.
(12) Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No
tentarás al Señor tu Dios.
En este caso, el Diablo (el enemigo
espiritual de Dios) tentó a Jesús ¡utilizando las Escrituras! El Diablo utilizó
escrituras reveladas por Dios con la intención de hacer que Jesús desobedeciera
a Dios. Jesús sabía que el Diablo estaba tendiéndole una trampa al citar esos
versículos. En primer lugar, el versículo citado decía que los ángeles de Dios
lo sostendrían “para que no tropieces con tu pie en piedra”, pero aquí no se
trataba de tropezar con una piedra, sino de tirarse al vacío desde un monte.
Jesús sabía que Dios lo protegería si se presentaba una adversidad en su vida,
pero también sabía que él no debía tentar
a Dios, no debía poner a prueba a Dios tirándose desde las alturas, por eso
respondió: “no tentarás al Señor, tu Dios”, si él hubiese puesto a prueba a
Dios, hubiese desobedecido al mandamiento de no tentar a Dios.
Con esto podemos ver que aún las mismas
Escrituras inspiradas por Dios pueden ser usadas para hacer algo contrario a la
voluntad de Dios, sin son utilizadas erróneamente. Cuando las palabras de Dios
son citadas fuera de contexto, o con un mensaje tergiversado, dejan de ser “la
Palabra de Dios” para convertirse en palabras de hombres o, peor aún, palabras
diabólicas.
Entonces, resumiendo:
Al leer las Escrituras es
muy importante identificar quién está hablando y saber diferenciar las palabras
de Dios y las palabras de los hombres u otros seres, y es igualmente importante
prestar atención cuando las palabras de Dios son citadas, para comprender si
son utilizadas correctamente o no.
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