¡No dejemos de orar!

En Honor a Su verdad
La idea de este estudio es resaltar, nuevamente, la importancia de la oración y dar aliento y exhortación a hacerlo con constancia y continuidad, mostrando, a través de las Escrituras, algunas de las cosas por las que Dios desea que oremos y cuán importante es orar perseverantemente.

Muchos de nosotros nos hemos preguntado ¿cómo deberíamos orar? Esto no es algo nuevo, los discípulos preguntaron esto mismo a Jesús y Jesús les dio una idea de cómo debían proceder:

Lucas 11:2-4
(1) Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
(2) Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
(3) El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
(4) Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación,  mas líbranos del mal.

Padre nuestro que estás en los cielos:

Santificado sea tu nombre: “santo” significa primeramente “apartado” y “sin mancha”, está en contraste directo con aquello que está sucio o manchado:

Apocalipsis 22:11
El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo,  practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

Entonces, en Lucas 11:2 se le está pidiendo a Dios que su nombre sea puesto aparte y no sea manchado. Esto tiene relación con las siguientes palabras de la oración de Jesús:

Lucas 11:2
Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  Venga tu reino…

Venga tu reino: Jesús estaba hablando a Israelitas, quienes esperaban el reino que Dios había prometido a Abraham y a los profetas del Antiguo Testamento. Sin embargo, por la desobediencia del pueblo de Israel, esta promesa quedó pospuesta para el futuro, y fue extendida la salvación al resto de las naciones.

Hechos 28:25-28
(25) Y como no estuviesen de acuerdo entre sí,  al retirarse,  les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres,  diciendo:
(26) Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis;
(27) Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón,
 Y se conviertan, Y yo los sane.
(28) Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios;  y ellos oirán.

Romanos 11:25-28
(25) Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
(26) y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.
(27) Y este será mi pacto con ellos,
 Cuando yo quite sus pecados.
(28) Así que en cuanto al evangelio,  son enemigos por causa de vosotros;  pero en cuanto a la elección,  son amados por causa de los padres.

A través del libro de Romanos podemos ver que ya estaba en los planes de Dios el endurecimiento de Israel, para poder traer salvación al resto de los pueblos del mundo. Sin embargo, como vemos aquí, este endurecimiento es “en parte” hasta que entre la plenitud de los gentiles.

“Plenitud” es la palabra griega “pleroma”, que significa “aquello que llena algo” podemos ver un ejemplo claro en Mateo:

Mateo 9:16
Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo;  porque tal remiendo tira del vestido,  y se hace peor la rotura.

La segunda palabra que se traduce “remiendo” es pleroma, porque el remiendo es aquello que llena el agujero que hay en el vestido roto.

Romanos 11:25-28
Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

Lo que, aparentemente, este pasaje nos está comunicando hay un “agujero”, un espacio a llenar con cierta cantidad de gentiles,  para que luego se completen las promesas hechas a Israel y sea establecido en reino de Dios en la Tierra.

Por lo tanto, “venga tu reino” sigue siendo una oración válida para nosotros en estos días. El establecimiento del reino de Dios en la Tierra (gobernado por Jesucristo) será luego de los eventos narrados en el Apocalipsis, que serán precedidos por nuestra reunión con Cristo (1 Tes. 4:16-18). Pero para que esto suceda, es necesario que antes “entre la plenitud de los gentiles”, por lo tanto, debemos orar y trabajar para que más personas sean salvas y vengan al conocimiento de la verdad, como también muestra 1 Timoteo:

1 Timoteo 2:1-4
(1) Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
(2) por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
(3) Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
(4) el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

El deseo de Dios es que todos los hombres sean salvos, pero no todos lo son. El deseo de Dios es que todos los hombres conozcan Su verdad, pero hoy en día hay mucha confusión, aún entre los cristianos, en cuanto a cuál es la verdad de Dios.

Dios es Dios todopoderoso, pero ha decidido limitar su poder y acción a nuestra voluntad y decisión. Por eso es necesario que actuemos conforme a Su voluntad, pero sobre todo que OREMOS para que él pueda actuar en las personas. En cuanto a los incrédulos, para que lleguen a conocer a Dios y desear en el corazón poner a Cristo como Señor, y en cuanto a los creyentes, para que conozcan más acabadamente la voluntad de Dios. Además, Dios nos exhorta a orar por los gobernantes, para que nuestra sociedad sea lo mejor que sea posible, para que sea conducente a hacer la voluntad de Dios.

Lucas 11:2-4
(2) Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.  Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra: esto tiene relación con todo lo anterior. Para que venga el reino de Dios a la Tierra, es necesario que el nombre de Dios sea santificado y que se haga Su voluntad en la Tierra y en el cielo.
De este versículo se desprende claramente que Dios no “fuerza” su voluntad en la Tierra, sino que es necesaria nuestra participación, y es necesaria nuestra oración para que Dios intervenga en muchas de las situaciones que ocurren en la Tierra.

Este versículo nos comunica verdades importantísimas: por un lado, no todo lo que sucede en la Tierra es la voluntad de Dios, sino este renglón no tendría ningún sentido. Por otro lado, como he mencionado, es NECESARIA nuestra oración para que Dios actúe, haciendo Su voluntad en la Tierra. Esto pone a la oración en un nivel de importancia superlativo. No es nuestro extremo sacrificio en servir a Dios lo que posibilita que Dios actúe en el mundo, es la oración la que posibilita la acción de Dios en este mundo. El servicio es importante, pero todo verdadero servicio a Dios debe comenzar con la oración.

Lucas 11:3
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy: “de cada día” son la palabra griega epiousios. Bullinger, en la explica que esta palabra fue acuñada por el Señor, no tiene usos en la literatura griega clásica. Se usa sólo dos veces en la Biblia: aquí y en el relato paralelo de Mateo 6:11. Esta palabra está compuesta de epi: desde arriba y ousios: venir, por lo tanto, epiousios significa “venir o descender sobre” (E. W. Bullinger, Companion Bible, pág. 1320).

Jesucristo dijo, en Lucas 4:4: “…No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.” Y en Juan 6:31-35 Jesús declara ser él el pan de vida dado por Dios. Así como el pan físico alimenta a la persona para darle vida y fortaleza física, conocer la Palabra de Dios, actuando conforme a ésta, y conocer a Jesucristo, y lo que él hizo por nosotros es lo que nos alimenta mentalmente, para poder tener vitalidad y fortaleza para vivir vidas plenas, en armonía al deseo y voluntad de Dios.

Por otro lado, “hoy”, en el texto griego está precedido por la preposición kata, de modo que se traduciría mejor “conforme al día”, dando la idea de “el pan que es necesario para el día.” Traduciendo palabra por palabra este versículo leería así: “El pan nuestro que desciende danos conforme al día”, esto, adaptado a nuestro entendimiento se leería así: “Danos el alimento que desciende de ti adecuado para cada día.” Cada día tiene distintas necesidades y desafíos, por lo que cada día puede variar aquellos que sea necesario que Dios nos provea.

Lucas 11:4
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación,  mas líbranos del mal.

Y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben: Es necesario comprender que en el tiempo en que Jesucristo habló estas palabras no estaba disponible la salvación incondicional que hoy tenemos, y para obtener el perdón de Dios era necesario antes perdonar a otros las ofensas (Mateo 11:15 y Marcos 11:25). Sin embargo, Pablo reveló que debido al sacrificio de Jesucristo, los que creen él como Señor no recibirán condenación y jamás podrán ser separados del amor de Dios (Romanos 1:1, 33-39).

Noten que dice “perdónanos nuestros pecados, pero luego dice “nosotros perdonamos a todos los que nos deben”. En realidad, el pecado es una falta a la ley de Dios, es desobedecer la ley de Dios, y esto genera una “deuda” con Dios, que debe ser pagada con la muerte (Romanos 6:23). La palabra “perdonar” es aphiemi, que denota primordialmente “dejar ir, enviar lejos, separar”, lo que Dios hace, a través de Su perdón, es “dejar ir” esa deuda generada, no se “cobra” lo que debiera por el pecado cometido. En el caso de los judíos a quienes Jesús les estaba hablando, ellos necesitaban perdonar las ofensas o deudas de otros para ser perdonados, lo que hizo Dios a través de Jesucristo es pagar con la vida de Jesús la deuda que generó toda la humanidad a través de sus pecados.

Sin embargo, veamos lo que dice Juan:

1 Juan 1:6-10
(6) Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
(7) pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
(8) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
(9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
(10) Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.


Si bien no es posible que perdamos la salvación y el espíritu que Dios nos ha concedido, es posible, a través del pecado “manchar” nuestra comunión con Dios y ésta no será tan íntima y placentera como Dios desea que sea. Por eso, es necesario arrepentirnos y confesar nuestros pecados. Debido a nuestra naturaleza humana constantemente estaremos cayendo y pecando, sin embargo, debemos cobrar ánimo en el hecho de que Dios ha provisto la solución definitiva al pecado y la muerte a través de Jesucristo, que es nuestra futura transformación, en el cual nuestro cuerpo pasará a ser como el glorioso cuerpo de Cristo, que ya no tendrá la naturaleza pecaminosa que nos incita a desobedecer. Mientras tanto, cada vez que pecamos debemos pedir perdón a Dios y Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos. Por otro lado, si bien es cierto que nuestra salvación no depende de que perdonemos a otros por sus ofensas, todavía sigue siendo la voluntad de Dios que nos perdonemos unos a otros y que tengamos paz para con todos, en la medida de lo posible. Además, el perdón es esencial para la salud de nuestras mentes y para poder relacionarnos con otras personas conforme al deseo de Dios.

Lucas 11:4
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.

No nos metas en tentación: esto se entiende a la luz de lo que veníamos diciendo de que nuestra oración es necesaria para que Dios pueda poner en acción Su poder en nuestras vidas.

Santiago 1:12-14
(12) Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,  recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
(13) Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
(14) sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.

Este versículo nos muestra que Dios no es quien tienta o prueba, sino que somos tentados al ser seducidos por nuestra propia concupiscencia (deseos intensos). Noten que no dice “cada uno es tentado por el Diablo y sus demonios,” no, la tentación proviene de nuestros deseos. El Diablo intenta ambientar el mundo para que sea conducente a la satisfacción de nuestros deseos carnales, pero nuestras tentaciones provienen de nuestras propias mentes.

1 Corintios 10:13
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir,  sino que dará también juntamente con la tentación la salida,  para que podáis soportar.

Aquí el apóstol Pablo nos dice que Dios no nos dejará ser tentados más de lo que podemos resistir, sino que junto con la tentación da la salida. Esto significa que ante toda situación tenemos la alternativa de obedecer o no. Jamás estaremos ante una situación en la que la única posibilidad sea pecar, Dios siempre da una salida. Entonces, orar a Dios para que “no nos meta en tentación” es orar “preventivamente”, para que Dios trabaje en nuestras vidas de modo que podamos evitar pecar. A causa de la naturaleza carnal que todos tenemos, cada uno de nosotros tiene un área en la que es especialmente propenso a caer, siempre hay algún área en la que somos más débiles, y creo que es especialmente en esas áreas en las que debiéramos concentrar nuestra oración “preventiva” contra situaciones que ataquen específicamente a esos deseos carnales.

Lucas 11:4
…mas líbranos del mal.

“Librar” es en griego rhoumai, que significa “rescatar, liberar o salvar”. Y la palabra “mal” es en griego poneros, que significa “malo, dañino, lastimoso”, denota una forma activa del mal, o sea, el mal en acción. Aquí la oración se dirige hacia la resolución de aquellos problemas o males por los que actualmente estamos pasando, esto puede incluir enfermedades, presiones mentales, persecuciones, etc.

En resumen, Jesús instruyó a: orar para que Dios sea santificado, a que venga Su reino y se haga Su voluntad, a pedirle el alimento para nuestras vidas, a pedirle perdón, a pedirle que nos evite las tentaciones y a pedirle que nos libre de situaciones difíciles por las que pasamos. Todas estas cosas son PEDIDOS, no hay ningún agradecimiento en esta oración de ejemplo que dio Jesús. Esto no significa que no debamos agradecer, pero nos señala que el objetivo central de la oración debe ser PEDIR a Dios, para que él pueda actuar no sólo en nuestras vidas sino en las vidas de las personas de todo el mundo, haciendo Su voluntad en la Tierra.

Lucas 11:9-10
(9) Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad,  y se os abrirá.
(10) Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama,  se le abrirá.

Aquí nuevamente vemos la instrucción de Jesús centrada en PEDIR, buscar y llamar. Muchas personas, bien intencionadas, dicen “yo a Dios le oro sólo para agradecerlo, pero no le pido nada.” Esto no es la voluntad de Dios. La voluntad de Dios en cuanto a la oración es que PIDAMOS, Él quiere actuar en nuestras vidas, pero no lo hace contra nuestra voluntad. No querer pedirle nada a Dios puede parecer una actitud noble, pero es una actitud soberbia y equivocada, que no permite a Dios hacer en nuestras vidas todo lo que Él desea hacer.

Lucas 18:1-8
(1) También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre,  y no desmayar,
(2) diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
(3) Había también en aquella ciudad una viuda,  la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
(4) Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios,  ni tengo respeto a hombre,
(5) sin embargo,  porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo,  me agote la paciencia.
(6) Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
(7) ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?

Por su puesto, este pasaje no está queriendo indicar que Dios sea injusto y malhumorado, sino que, como el versículo 1 explica, esta es una parábola, que se centra en la necesidad de ORAR SIEMPRE y no desmayar, seguir insistiendo hasta obtener respuesta. Lo mismo nos comunica el apóstol Pablo en Tesalonicenses:

1 Tesalonicenses 5:17
Orad sin cesar.

Claro y conciso, pero Pablo no sólo instruía a orar sin cesar, él oraba sin cesar:

Colosenses 1:9-12
(9) Por lo cual también nosotros,  desde el día que lo oímos,  no cesamos de orar por vosotros,  y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
(10) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra,  y creciendo en el conocimiento de Dios;
(11) fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;
(12) con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

En este caso, Pablo dice que no dejaban de orar por los creyentes en Colosas. ¿Y por qué cosas oraba? Pablo PEDÍA que ellos sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Proverbios 2:6 y 7 nos dice que es Dios quien da la sabiduría, el conocimiento y la inteligencia. Esto que oraba Pablo es similar a orar por “el pan que desciende cada día.” Noten que el conocimiento de su voluntad es el que les permitiría andar “como es digno del Señor,” agradándole en todo y llevando fruto en toda buena obra, este conocimiento de su voluntad, es el “pan espiritual” necesario para estar, como dice el versículo 11, “fortalecidos con todo poder conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad…”

Noten que el conocimiento de la voluntad de Dios, con la sabiduría e inteligencia espiritual para aplicarlo es un requisito previo para andar conforme a Su voluntad y llevar fruto, a su vez, la oración es prerrequisito para tener ese conocimiento, ya que si Dios no da la sabiduría, no se puede entender Su voluntad. Entonces, antes de poder hacer cualquier cosa para Dios es fundamental la oración. Pablo sabía que era Dios quien daba este conocimiento, así que oraba constantemente para que Dios “alimentara” los corazones de los creyentes colosenses.

Filipenses 1:9-11
(9) Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento,
(10) para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,
(11) llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Pablo sabía que los filipenses estaban andando en el amor de Dios y pedía para que este amor que ellos tenían abunde más y más en ciencia, que es un griego epignosis y en conocimiento, en griego aisthesis.
El griego epignosis es un “conocimiento exacto” o “conocimiento verdadero”, implica un conocimiento más completo de la verdad. Este conocimiento implica no solo un entendimiento teórico sino práctico, denota una búsqueda y un esfuerzo por conocer, es un conocimiento por experiencia. En otras palabras, la oración de Pablo era para que el amor que tenían por Dios los impulsara a buscar conocer más acabadamente la Voluntad de Dios, y así dar su mejor esfuerzo para lograr un entendimiento práctico y experimental de la verdad de Dios.
Por otro lado, la palabra “conocimiento” es en griego aisthesis, que se traduciría mejor como percepción. Lo que Pablo quería, y ponía en oración es que ese amor que ellos tenían estuviera acompañado de un mejor conocimiento de la Verdad y de mayor percepción.
Todo esto “para que aprobéis lo mejor”. “Lo mejor” son en griego diapherö, que significa “lo diferente”, y apunta a aquellas cosas que son diferentes por ser más excelentes, son aquellas cosas que provienen de Dios.
La palabra “irreprensibles” es, en su uso más exacto, “sin tropiezo”.
Uniendo todos los puntos, lo que Pablo estaba diciendo es: “Esto pido en oración, que el amor de Dios que están manifestando esté lleno de un conocimiento práctico más exacto y más completo de la vedad y de la voluntad de Dios y de toda percepción espiritual, para que puedan diferenciar qué cosas provienen de Dios y qué cosas no”, de este modo podrían ser sinceros y no tendrán tropiezos hasta el día de la reunión con Cristo, estando llenos de fruto de justicia, que son producidos por medio de Jesucristo, para que Dios sea glorificado y alabado.

Esta es la misma idea que vimos en Colosenses: el conocimiento precede al andar y la oración precede al conocimiento. Conocimiento, entendimiento, inteligencia, sabiduría y percepción espiritual, el “pan” que desciende de Dios, debe ser el centro de nuestra oración.

Efesios 3:14-19
(14) Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
(15) de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
(16) para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
(17) para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
(18) seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud,  la profundidad y la altura,
(19) y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Aquí Pablo ora para que estos creyentes sean “fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” y esto para que sean capaces de comprender con todos los santos las incomparables dimensiones del amor de Cristo que excede a todo conocimiento, y este conocimiento es el que los llenaría de toda la plenitud de Dios. No es el extremo sacrificio “en servicio a Dios” el que nos llenará de toda la plenitud de Dios, sino simplemente el “conocer” Su amor y el amor de Cristo. Noten los pasos: Pablo ora para que Dios los fortalezca a través del espíritu santo, luego, esta acción de Dios en sus corazones, acompañada de la fe y amor de los creyentes, los hace capaces de ir comprendiendo más acabadamente el magnífico e incomparable amor de Cristo, y este conocimiento es el que los llenará de toda la plenitud de Dios. Nuevamente, la acción de Dios para darnos conocimiento y sabiduría es el centro de la oración.

Pablo, siendo la clase de hombre que era, y teniendo la clase de relación con Dios que tenía, daba gran importancia, no sólo a su propia oración por otros, sino a la de otros a favor de él, repetidas veces pidió que oren por él y los que con él estaban, para que pudieran cumplir adecuadamente con su servicio a Dios:
1 Tesalonicenses 5:25
Hermanos,  orad por nosotros.

2 Tesalonicenses 3:1
Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada,  así como lo fue entre vosotros,

Colosenses 4:2-4
(2) Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;
(3) orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso,
(4) para que lo manifieste como debo hablar.

Efesios 6:17-20
(17) Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu,  que es la palabra de Dios;
(18) orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
(19) y por mí,  a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
(20) por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

Este pasaje está en el contexto de la “armadura de Dios”, siendo la oración la séptima “pieza” de esta armadura. La instrucción es a orar en todo tiempo, con toda oración y con “súplica en el espíritu” o sea, en lenguas (1 Corintios 14:14), siendo perseverantes en orar por todos los santos. Pablo pedía específicamente que oren por él, para que con denuedo hable el misterio del evangelio como debía hablarlo. Esto era parte específica de su ministerio, pero, por extensión, podemos orar por otros cristianos que conocemos, para que cumplan adecuadamente la función que Dios les encomendó. Si es la predicación, haciéndolo con denuedo, si es la enseñanza, haciéndolo con sabiduría, si es el pastorado, haciéndolo con solicitud, si es la de proveer dinero, que lo haga libremente, si es la de servir en la cocina o limpieza haciéndolo con amor y alegría, si es el de cantar o tocar un instrumento, haciéndolo con excelencia, etc.

Otra vez Pablo pedía oración por sus necesidades particulares:

Romanos 15:30-32
(30) Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios,
(31) para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta;
(32) para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros.

Noten qué importante fue la oración de la iglesia por Pedro:

Hechos 12:4-11
(4) Y habiéndole tomado preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen;  y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua.
(5) Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.
(6) Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.
(7) Y he aquí que se presentó un ángel del Señor,  y una luz resplandeció en la cárcel;  y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
(8) Le dijo el ángel: Cíñete,  y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto,  y sígueme.
(9) Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión.
(10) Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad,  la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.
(11) Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel,  y me ha librado de la mano de Herodes,  y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.

Es curioso el contraste que nos muestra el versículo 5. Pedro estaba destinado a ser ejecutado, 16 soldados lo custodiaban y, por si fuera poco, estaba sujeto con cadenas durmiendo entre dos guardias. Ante todo esto, el versículo 5 nos dice: “pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.” La historia está llena de mártires, hombres y mujeres que han sido asesinados por testificar la Palabra de Dios, quizá Pedro hubiese sido uno más de éstos si la iglesia no hubiera orado por él. No sabemos qué hubiera pasado si los creyentes no hubiesen estado orando, pero la mención de esta constante oración, en medio de este relato, nos indica que fue fundamental para lo que luego aconteció. Este pasaje además nos muestra, de un modo muy gráfico, que no hay adversidad que no se pueda superar a través de la oración. Lo que parecía un imposible desde la óptica humana (escapar de una tan custodiada cárcel) se convirtió en algo tan simple que Pedro ni siquiera tuvo que “pensar” en lo que estaba haciendo ¡creía que todo era un sueño! ¿Creen que Dios no puede hacer cosas similares por nosotros si perseveramos unánimes en oración unos por otros?

Nadie es tan “santo” que no necesite orar, ni nadie es tan “santo” que no necesite que otros oren por él, por el contrario, debido a que la oración es nuestra forma de comunicarnos con Dios, nuestro Padre celestial y con Jesús, nuestro Señor, es un requisito fundamental para tener vidas “santas” y benditas. Jesús mismo nos mostró la importancia de la oración en su propio andar:

Marcos 1:35
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.

Muchos todavía dormían, y él ya estaba levantado orando a Dios.

Lucas 6:12
En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

En este caso, pasó toda la noche orando. Aunque la Biblia no especifica qué fue lo que oró, se puede decir casi con total seguridad que su oración tuvo relación con la decisión que debió tomar al siguiente día:

Lucas 6:13
Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles:

Aún siendo la clase de hombre que era, y teniendo la sabiduría que tenía, se tomó toda la noche para orar, recibiendo así la sabiduría necesaria para elegir a sus doce apóstoles.

Hay varios pasajes, en los evangelios, que muestran cómo Jesús se tomaba tiempo para orar y la importancia que él le daba a la oración. Y, como hemos visto, hay varios pasajes que nos describen lo importante que es orar constantemente. Además, la Biblia no sólo nos alienta a sen constantes y perseverantes en la oración, sino a orar por TODO aquello que nos preocupa, no debemos guardarnos nada:

Filipenses 4:6-7
(6) Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
(7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Estar “afanosos” es estar con afán, estar preocupados, es cuando hay cosas que ocupan nuestras mentes y no nos dejan concentrarnos en otras cosas, por lo que no podemos tener paz y tranquilidad. Este estado no sólo perjudica la salud, como puede corroborar cualquier médico, sino que nos perturba en todas las actividades de nuestra vida. Cuando nuestra mente tiene “asuntos pendientes” es difícil rendir al máximo en lo que estamos haciendo. Por esto, Dios nos alienta a hacerle conocer todo lo que nos preocupa, orándole y rogándole, y agradeciéndole, y tenemos la promesa de Dios de que Su paz guardará nuestros corazones y pensamientos, ¡qué mayor paz que saber que Dios mismo se encargará de resolver aquello que está fuera de nuestras posibilidades!

Otro aspecto a tener en cuenta es que nuestro andar influye en la respuesta de Dios a nuestras oraciones.

Hechos 10:1-4
(1) Había en Cesárea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana,
(2) piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
(3) Este vio claramente en una visión,  como a la hora novena del día,  que un ángel de Dios entraba donde él estaba,  y le decía: Cornelio.
(4) El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

Noten que aquí se destaca que Cornelio era piadoso y temeroso (respetuoso) de Dios, y también toda su casa (su familia), y hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre. Luego, el ángel de Dios destacó estas dos cosas, diciendo: “Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.” 
“Limosnas” es la palabra griega eleemosune, que significa primordialmente “actos de misericordia” u “obras de misericordia”, la limosna es una obra de misericordia, aunque no necesariamente son limosnas las que daba Cornelio, hay muchas otras formas de ayudar o extender misericordia a otros.  Cornelio era un soldado romano, sin embargo, no adoraba dioses romanos, sino que respetaba a Dios, y era misericordioso para con los judíos, pueblo de Dios, esto llegó al corazón de Dios y Dios dio respuesta a su oración.
Por último veamos algunos versículos de Santiago:

Santiago 5:13
¿Está alguno entre vosotros afligido?  Haga oración.  ¿Está alguno alegre?  Cante alabanzas.
Esto no puede ser más claro: si alguno está afligido haga oración, si está alegre que cante alabanzas.

Santiago 5:14-16
(14) ¿Está alguno enfermo entre vosotros?  Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él,  ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
(15) Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados,  le serán perdonados.
(16) Confesaos vuestras ofensas unos a otros,  y orad unos por otros,  para que seáis sanados.  La oración eficaz del justo puede mucho.

En el versículo 14, la palabra “ungiéndole” es la palabra griega aleipho, que significa sencillamente “ungir”. Hay otra palabra que se traduce “ungir”, que es crio, que hace referencia a la unción como consagración. Aleipho no tiene relación con este tipo de unción, sencillamente hace referencia a la aplicación de algún tipo de aceite, perfume o ungüento. Esta unción en aceite era un proceso común llevado a cabo a los enfermos, para hacerlos sentir mejor, de hecho, aceite y vino eran usados para sanar heridas (Lucas 10:34). “Ungir con aceite” tiene el sentido de brindarle cariño y atención al que está enfermo, para hacerlo sentir bien. Hoy en día sería ir a visitarlo a la casa, prepararle un “tesito”, brindarle la atención necesaria y orar por él.

Los versículos 15 y 16 nos muestra la relación entre enfermedad y pecado y la necesidad de orar unos por otros y confesarse los pecados unos a otros. Sucede que muchas veces nuestra conciencia de pecado no nos permite aceptar la liberación de Dios. Nos sentimos alejados de Dios, sentimos que no merecemos Su sanidad, sentimos que no merecemos Su misericordia, esto nos coloca en un espiral de descenso, sintiéndonos merecedores de la enfermedad, sintiendo que nuestro pecado no permite que Dios actúe en nosotros.

Santiago instruye a llamar a los creyentes maduros (los “ancianos”) de la congregación, ya que una persona enferma y que ha cometido pecado quizá no tenga el ánimo y la creencia para orar a Dios por su propia enfermedad y un cristiano maduro, ejercitado en el amor de Dios, podrá comprender el pecado del otro, ayudándole a cobrar ánimo para recibir el perdón y la liberación de Dios. Como hemos visto, Cristo pagó por nuestros pecados y Dios es fiel para perdonarnos cuando confesamos nuestros pecados, sin embargo, por nuestra humana debilidad, muchas veces nos cuesta aceptar el perdón de Dios y creer en que Su amor y misericordia puede sanarnos y necesitamos que otros creyentes maduros nos ayuden en la restauración y sanidad. Además, si Dios desea hacer una sanidad instantánea o milagrosa, será necesario que un creyente perceptivo reciba Su revelación sobre qué hacer para extender la sanidad.

Santiago 5:17-18-
(17) Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese,  y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.
(18) Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

Lo curioso de este pasaje es que, cuando leemos el relato sobre la sequía en los tiempos de Elías, bajo el reinado de Acab, en 1 Reyes capítulos 17 y 18, no se menciona a Elías orando ni para que deje de llover ni para que vuelva a llover, en el relato de Reyes se dice solamente que Dios envió a Elías a anunciar la sequía y luego de los tres años se presentó ante el pueblo de Israel para hacerlo volver hacia Dios y quitar la idolatría. Recién acá Dios revela que Elías había orado para que no lloviese.

En capítulos previos del libro de Reyes podemos ver que antes de Acab hubo otros reyes que hicieron lo malo delante de Dios sin recibir este tipo de consecuencias. Aunque la Biblia no lo revela claramente, es probable que Elías haya orado por sequía, sabiendo que eso haría reflexionar al pueblo de Israel para volver hacia Dios, quizá la oración de Elías haya estado centrada en restituir la adoración a Dios en Israel y establecer nuevamente un rey conforme a Dios.

Lo cierto es que Santiago nos dice que Elías era un hombre “sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”, esto significa que Elías era una persona común, como solemos decir, “de carne y hueso”, no tenía superpoderes, comía, sentía, sufría, lloraba, reía al igual que todos nosotros, sin embargo, fue su constante oración la que posibilitó a Dios actuar para traer la sequía y, luego de tres años (en los que probablemente Elías seguía orando) volvió la lluvia, luego de que el pueblo de Israel volviera a Dios y eliminara a los profetas de Baal (1 Reyes 18).

Esto nos muestra que la oración y obediencia de tan sólo UNA persona pueden cambiar el curso de la historia de una ciudad, nación y de todo el mundo. Por lo tanto, comencemos una nueva vida de oración con Dios, revivamos nuestro ánimo de pedirle cosas a nuestro Padre celestial, y de conversar con nuestro hermano, Jesús. Si queremos cambiar el curso de nuestras vidas, de las vidas de los que nos rodean y, ¿por qué no?, de la vida de toda la humanidad, debemos perseverar en oración, hasta el día en que estemos cara a cara con nuestro Señor, hasta que él establezca su reino en la Tierra y vivamos para siempre en un mundo perfecto.





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