La idea de este estudio es resaltar, nuevamente, la importancia de la
oración y dar aliento y exhortación a hacerlo con constancia y continuidad,
mostrando, a través de las Escrituras, algunas de las cosas por las que Dios
desea que oremos y cuán importante es orar perseverantemente.
Muchos de nosotros nos hemos preguntado ¿cómo deberíamos orar? Esto no
es algo nuevo, los discípulos preguntaron esto mismo a Jesús y Jesús les dio
una idea de cómo debían proceder:
Lucas 11:2-4
(1) Aconteció que estaba Jesús
orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor,
enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
(2) Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
(3) El
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
(4) Y
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que
nos deben. Y no nos metas en tentación,
mas líbranos del mal.
Padre nuestro que
estás en los cielos:
Santificado sea tu nombre:
“santo” significa primeramente “apartado” y “sin mancha”, está en contraste
directo con aquello que está sucio o manchado:
Apocalipsis 22:11
El que es injusto, sea injusto todavía;
y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es
santo, santifíquese todavía.
Entonces, en Lucas
11:2 se le está pidiendo a Dios que su nombre sea puesto aparte y no sea
manchado. Esto tiene relación con las siguientes palabras de la oración de
Jesús:
Lucas 11:2
Y les
dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en
los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino…
Venga tu reino: Jesús estaba hablando a Israelitas, quienes
esperaban el reino que Dios había prometido a Abraham y a los profetas del
Antiguo Testamento. Sin embargo, por la desobediencia del pueblo de Israel,
esta promesa quedó pospuesta para el futuro, y fue extendida la salvación al
resto de las naciones.
Hechos 28:25-28
(25) Y como no estuviesen de
acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el
Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo:
(26) Ve a este pueblo, y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis;
(27) Porque el corazón de este
pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos han
cerrado, Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de
corazón,
Y se conviertan, Y yo los sane.
(28) Sabed, pues, que a los
gentiles es enviada esta salvación de Dios;
y ellos oirán.
Romanos 11:25-28
(25) Porque no quiero, hermanos,
que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles;
(26) y luego todo Israel será
salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de
Jacob la impiedad.
(27) Y este será mi pacto con
ellos,
Cuando yo quite sus pecados.
(28) Así que en cuanto al
evangelio, son enemigos por causa de
vosotros; pero en cuanto a la
elección, son amados por causa de los
padres.
A través del libro
de Romanos podemos ver que ya estaba en los planes de Dios el endurecimiento de
Israel, para poder traer salvación al resto de los pueblos del mundo. Sin
embargo, como vemos aquí, este endurecimiento es “en parte” hasta que entre la
plenitud de los gentiles.
“Plenitud” es la
palabra griega “pleroma”, que
significa “aquello que llena algo” podemos ver un ejemplo claro en Mateo:
Mateo 9:16
Nadie pone remiendo
de paño nuevo en vestido viejo; porque
tal remiendo tira del vestido, y se hace
peor la rotura.
La segunda palabra
que se traduce “remiendo” es pleroma,
porque el remiendo es aquello que llena el agujero que hay en el vestido roto.
Romanos 11:25-28
Porque no quiero, hermanos, que
ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles;
Lo que,
aparentemente, este pasaje nos está comunicando hay un “agujero”, un espacio a
llenar con cierta cantidad de gentiles,
para que luego se completen las promesas hechas a Israel y sea
establecido en reino de Dios en la
Tierra.
Por lo tanto,
“venga tu reino” sigue siendo una oración válida para nosotros en estos días.
El establecimiento del reino de Dios en la Tierra (gobernado por Jesucristo) será luego de
los eventos narrados en el Apocalipsis, que serán precedidos por nuestra
reunión con Cristo (1 Tes. 4:16-18). Pero para que esto suceda, es necesario
que antes “entre la plenitud de los gentiles”, por lo tanto, debemos orar y
trabajar para que más personas sean salvas y vengan al conocimiento de la verdad,
como también muestra 1 Timoteo:
1 Timoteo 2:1-4
(1) Exhorto ante todo, a que se
hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los
hombres;
(2) por los reyes y por todos los
que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad
y honestidad.
(3) Porque esto es bueno y
agradable delante de Dios nuestro Salvador,
(4) el cual quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
El deseo de Dios es
que todos los hombres sean salvos, pero no todos lo son. El deseo de Dios es
que todos los hombres conozcan Su verdad, pero hoy en día hay mucha confusión,
aún entre los cristianos, en cuanto a cuál es la verdad de Dios.
Dios es Dios
todopoderoso, pero ha decidido limitar su poder y acción a nuestra voluntad y
decisión. Por eso es necesario que actuemos conforme a Su voluntad, pero sobre
todo que OREMOS para que él pueda actuar en las personas. En cuanto a los
incrédulos, para que lleguen a conocer a Dios y desear en el corazón poner a Cristo
como Señor, y en cuanto a los creyentes, para que conozcan más acabadamente la
voluntad de Dios. Además, Dios nos exhorta a orar por los gobernantes, para que
nuestra sociedad sea lo mejor que sea posible, para que sea conducente a hacer
la voluntad de Dios.
Lucas 11:2-4
(2) Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la
tierra: esto tiene relación con todo lo anterior. Para
que venga el reino de Dios a la
Tierra , es necesario que el nombre de Dios sea santificado y
que se haga Su voluntad en la
Tierra y en el cielo.
De este versículo
se desprende claramente que Dios no “fuerza” su voluntad en la Tierra , sino que es
necesaria nuestra participación, y es necesaria nuestra oración para que Dios
intervenga en muchas de las situaciones que ocurren en la Tierra.
Este versículo nos
comunica verdades importantísimas: por un lado, no todo lo que sucede en la Tierra es la voluntad de
Dios, sino este renglón no tendría ningún sentido. Por otro lado, como he
mencionado, es NECESARIA nuestra oración para que Dios actúe, haciendo Su
voluntad en la Tierra. Esto
pone a la oración en un nivel de importancia superlativo. No es nuestro extremo
sacrificio en servir a Dios lo que posibilita que Dios actúe en el mundo, es la
oración la que posibilita la acción de Dios en este mundo. El servicio es
importante, pero todo verdadero servicio a Dios debe comenzar con la oración.
Lucas 11:3
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
El pan nuestro de cada día, dánoslo
hoy: “de cada día” son la palabra
griega epiousios. Bullinger, en la
explica que esta palabra fue acuñada por el Señor, no tiene usos en la
literatura griega clásica. Se usa sólo dos veces en la Biblia : aquí y en el relato
paralelo de Mateo 6:11. Esta palabra está compuesta de epi: desde arriba y ousios:
venir, por lo tanto, epiousios
significa “venir o descender sobre” (E. W. Bullinger, Companion Bible, pág. 1320).
Jesucristo
dijo, en Lucas 4:4: “…No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de
Dios.” Y en Juan 6:31-35 Jesús declara ser él el pan de vida dado por Dios. Así
como el pan físico alimenta a la persona para darle vida y fortaleza física,
conocer la Palabra
de Dios, actuando conforme a ésta, y conocer a Jesucristo, y lo que él hizo por
nosotros es lo que nos alimenta mentalmente, para poder tener vitalidad y
fortaleza para vivir vidas plenas, en armonía al deseo y voluntad de Dios.
Por
otro lado, “hoy”, en el texto griego está precedido por la preposición kata, de modo que se traduciría mejor
“conforme al día”, dando la idea de “el pan que es necesario para el día.”
Traduciendo palabra por palabra este versículo leería así: “El pan nuestro que
desciende danos conforme al día”, esto, adaptado a nuestro entendimiento se
leería así: “Danos el alimento que desciende de ti adecuado para cada día.” Cada día tiene distintas necesidades
y desafíos, por lo que cada día puede variar aquellos que sea necesario que
Dios nos provea.
Lucas 11:4
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Y perdónanos nuestros pecados porque también
nosotros perdonamos a todos los que nos deben: Es necesario comprender que en el tiempo en que Jesucristo
habló estas palabras no estaba disponible la salvación incondicional que hoy
tenemos, y para obtener el perdón de Dios era necesario antes perdonar a otros
las ofensas (Mateo 11:15 y Marcos 11:25). Sin embargo, Pablo reveló que debido
al sacrificio de Jesucristo, los que creen él como Señor no recibirán
condenación y jamás podrán ser separados del amor de Dios (Romanos 1:1, 33-39).
Noten
que dice “perdónanos nuestros pecados, pero luego dice “nosotros perdonamos a
todos los que nos deben”. En realidad, el pecado es una falta a la ley de Dios,
es desobedecer la ley de Dios, y esto genera una “deuda” con Dios, que debe ser
pagada con la muerte (Romanos 6:23). La palabra “perdonar” es aphiemi, que denota primordialmente
“dejar ir, enviar lejos, separar”, lo que Dios hace, a través de Su perdón, es
“dejar ir” esa deuda generada, no se “cobra” lo que debiera por el pecado
cometido. En el caso de los judíos a quienes Jesús les estaba hablando, ellos
necesitaban perdonar las ofensas o deudas de otros para ser perdonados, lo que
hizo Dios a través de Jesucristo es pagar con la vida de Jesús la deuda que
generó toda la humanidad a través de sus pecados.
Sin
embargo, veamos lo que dice Juan:
1 Juan 1:6-10
(6) Si decimos que tenemos
comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;
(7) pero si andamos en luz, como
él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia de todo pecado.
(8) Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
(9) Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad.
(10) Si decimos que no hemos
pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Si
bien no es posible que perdamos la salvación y el espíritu que Dios nos ha
concedido, es posible, a través del pecado “manchar” nuestra comunión con Dios
y ésta no será tan íntima y placentera como Dios desea que sea. Por eso, es
necesario arrepentirnos y confesar nuestros pecados. Debido a nuestra
naturaleza humana constantemente estaremos cayendo y pecando, sin embargo,
debemos cobrar ánimo en el hecho de que Dios ha provisto la solución definitiva
al pecado y la muerte a través de Jesucristo, que es nuestra futura
transformación, en el cual nuestro cuerpo pasará a ser como el glorioso cuerpo
de Cristo, que ya no tendrá la naturaleza pecaminosa que nos incita a
desobedecer. Mientras tanto, cada vez que pecamos debemos pedir perdón a Dios y
Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos. Por otro lado, si bien es
cierto que nuestra salvación no depende de que perdonemos a otros por sus
ofensas, todavía sigue siendo la voluntad de Dios que nos perdonemos unos a
otros y que tengamos paz para con todos, en la medida de lo posible. Además, el
perdón es esencial para la salud de nuestras mentes y para poder relacionarnos
con otras personas conforme al deseo de Dios.
Lucas 11:4
Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos
del mal.
No nos metas en tentación: esto
se entiende a la luz de lo que veníamos diciendo de que nuestra oración es
necesaria para que Dios pueda poner en acción Su poder en nuestras vidas.
Santiago 1:12-14
(12) Bienaventurado el varón que
soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido
a los que le aman.
(13) Cuando alguno es tentado, no
diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni él tienta a nadie;
(14) sino que cada uno es tentado,
cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
Este versículo nos
muestra que Dios no es quien tienta o prueba, sino que somos tentados al ser
seducidos por nuestra propia concupiscencia (deseos intensos). Noten que no
dice “cada uno es tentado por el Diablo y sus demonios,” no, la tentación
proviene de nuestros deseos. El Diablo intenta ambientar el mundo para que sea
conducente a la satisfacción de nuestros deseos carnales, pero nuestras
tentaciones provienen de nuestras propias mentes.
1 Corintios 10:13
No os ha sobrevenido ninguna tentación
que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo
que podéis resistir, sino que dará
también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar.
Aquí el apóstol
Pablo nos dice que Dios no nos dejará ser tentados más de lo que podemos
resistir, sino que junto con la tentación da la salida. Esto significa que ante
toda situación tenemos la alternativa de obedecer o no. Jamás estaremos ante
una situación en la que la única posibilidad sea pecar, Dios siempre da una
salida. Entonces, orar a Dios para que “no nos meta en tentación” es orar
“preventivamente”, para que Dios trabaje en nuestras vidas de modo que podamos
evitar pecar. A causa de la naturaleza carnal que todos tenemos, cada uno de
nosotros tiene un área en la que es especialmente propenso a caer, siempre hay
algún área en la que somos más débiles, y creo que es especialmente en esas
áreas en las que debiéramos concentrar nuestra oración “preventiva” contra
situaciones que ataquen específicamente a esos deseos carnales.
Lucas 11:4
…mas líbranos del mal.
“Librar” es en
griego rhoumai, que significa
“rescatar, liberar o salvar”. Y la palabra “mal” es en griego poneros, que significa “malo, dañino,
lastimoso”, denota una forma activa del mal, o sea, el mal en acción. Aquí la
oración se dirige hacia la resolución de aquellos problemas o males por los que
actualmente estamos pasando, esto puede incluir enfermedades, presiones
mentales, persecuciones, etc.
En resumen, Jesús
instruyó a: orar para que Dios sea santificado, a que venga Su reino y se haga
Su voluntad, a pedirle el alimento para nuestras vidas, a pedirle perdón, a
pedirle que nos evite las tentaciones y a pedirle que nos libre de situaciones
difíciles por las que pasamos. Todas estas cosas son PEDIDOS, no hay ningún
agradecimiento en esta oración de ejemplo que dio Jesús. Esto no significa que
no debamos agradecer, pero nos señala que el objetivo central de la oración
debe ser PEDIR a Dios, para que él pueda actuar no sólo en nuestras vidas sino
en las vidas de las personas de todo el mundo, haciendo Su voluntad en la Tierra.
Lucas 11:9-10
(9) Y yo
os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
(10) Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Aquí nuevamente vemos la instrucción de
Jesús centrada en PEDIR, buscar y llamar. Muchas personas, bien intencionadas,
dicen “yo a Dios le oro sólo para agradecerlo, pero no le pido nada.” Esto no
es la voluntad de Dios. La voluntad de Dios en cuanto a la oración es que
PIDAMOS, Él quiere actuar en nuestras vidas, pero no lo hace contra nuestra
voluntad. No querer pedirle nada a Dios puede parecer una actitud noble, pero
es una actitud soberbia y equivocada, que no permite a Dios hacer en nuestras vidas
todo lo que Él desea hacer.
Lucas 18:1-8
(1) También les refirió Jesús una
parábola sobre la necesidad de orar siempre,
y no desmayar,
(2) diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni
respetaba a hombre.
(3) Había
también en aquella ciudad una viuda, la
cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
(4) Y él
no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni
temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
(5) sin
embargo, porque esta viuda me es molesta,
le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
(6) Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
(7) ¿Y
acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se
tardará en responderles?
Por su puesto, este
pasaje no está queriendo indicar que Dios sea injusto y malhumorado, sino que,
como el versículo 1 explica, esta es una parábola,
que se centra en la necesidad de ORAR SIEMPRE y no desmayar, seguir insistiendo
hasta obtener respuesta. Lo mismo nos comunica el apóstol Pablo en Tesalonicenses:
1 Tesalonicenses 5:17
Orad sin cesar.
Claro y conciso,
pero Pablo no sólo instruía a orar sin cesar, él oraba sin cesar:
Colosenses 1:9-12
(9) Por lo cual también
nosotros, desde el día que lo
oímos, no cesamos de orar por
vosotros, y de pedir que seáis llenos
del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
(10) para que andéis como es digno
del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;
(11) fortalecidos con todo poder,
conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;
(12) con gozo dando gracias al
Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
En este caso, Pablo
dice que no dejaban de orar por los creyentes en Colosas. ¿Y por qué cosas
oraba? Pablo PEDÍA que ellos sean llenos del conocimiento de la voluntad de
Dios, en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Proverbios 2:6 y 7 nos dice
que es Dios quien da la sabiduría, el conocimiento y la inteligencia. Esto que
oraba Pablo es similar a orar por “el pan que desciende cada día.” Noten que el
conocimiento de su voluntad es el que les permitiría andar “como es digno del
Señor,” agradándole en todo y llevando fruto en toda buena obra, este
conocimiento de su voluntad, es el “pan espiritual” necesario para estar, como
dice el versículo 11, “fortalecidos con todo poder conforme a la potencia de su
gloria, para toda paciencia y longanimidad…”
Noten que el
conocimiento de la voluntad de Dios, con la sabiduría e inteligencia espiritual
para aplicarlo es un requisito previo para andar conforme a Su voluntad y
llevar fruto, a su vez, la oración es prerrequisito para tener ese
conocimiento, ya que si Dios no da la sabiduría, no se puede entender Su
voluntad. Entonces, antes de poder hacer cualquier cosa para Dios es
fundamental la oración. Pablo sabía que era Dios quien daba este conocimiento,
así que oraba constantemente para que Dios “alimentara” los corazones de los creyentes
colosenses.
Filipenses 1:9-11
(9) Y esto pido en oración, que
vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento,
(10) para que aprobéis lo mejor, a
fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,
(11) llenos de frutos de justicia
que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
Pablo sabía que los filipenses estaban andando en el amor de Dios y
pedía para que este amor que ellos tenían abunde más y más en ciencia, que es
un griego epignosis y en conocimiento, en griego aisthesis.
El griego epignosis es un “conocimiento exacto” o “conocimiento
verdadero”, implica un conocimiento más completo de la verdad. Este
conocimiento implica no solo un entendimiento teórico sino práctico, denota una
búsqueda y un esfuerzo por conocer, es un conocimiento por experiencia. En
otras palabras, la oración de Pablo era para que el amor que tenían por Dios
los impulsara a buscar conocer más acabadamente la Voluntad de Dios, y así
dar su mejor esfuerzo para lograr un entendimiento práctico y experimental de
la verdad de Dios.
Por otro lado, la palabra “conocimiento” es en griego aisthesis, que se traduciría mejor como
percepción. Lo que Pablo quería, y ponía en oración es que ese amor que ellos
tenían estuviera acompañado de un mejor conocimiento de la Verdad y de mayor
percepción.
Todo esto “para que aprobéis lo mejor”. “Lo mejor” son en griego diapherö,
que significa “lo diferente”, y apunta a aquellas cosas que son diferentes por
ser más excelentes, son aquellas cosas que provienen de Dios.
La palabra “irreprensibles” es, en su uso más exacto, “sin tropiezo”.
Uniendo todos los puntos, lo que Pablo estaba diciendo es: “Esto pido
en oración, que el amor de Dios que están manifestando esté lleno de un
conocimiento práctico más exacto y más completo de la vedad y de la voluntad de
Dios y de toda percepción espiritual, para que puedan diferenciar qué cosas
provienen de Dios y qué cosas no”, de este modo podrían ser sinceros y no
tendrán tropiezos hasta el día de la reunión con Cristo, estando llenos de
fruto de justicia, que son producidos por medio de Jesucristo, para que Dios
sea glorificado y alabado.
Esta es la misma idea que vimos en Colosenses: el conocimiento precede
al andar y la oración precede al conocimiento. Conocimiento, entendimiento,
inteligencia, sabiduría y percepción espiritual, el “pan” que desciende de
Dios, debe ser el centro de nuestra oración.
Efesios 3:14-19
(14) Por esta causa doblo mis
rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
(15) de quien toma nombre toda
familia en los cielos y en la tierra,
(16) para que os dé, conforme a
las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior
por su Espíritu;
(17) para que habite Cristo por la
fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
(18) seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
(19) y de conocer el amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios.
Aquí Pablo ora para
que estos creyentes sean “fortalecidos con poder en el hombre interior por su
Espíritu” y esto para que sean capaces de comprender
con todos los santos las incomparables dimensiones del amor de Cristo que
excede a todo conocimiento, y este conocimiento es el que los llenaría de toda
la plenitud de Dios. No es el extremo sacrificio “en servicio a Dios” el que
nos llenará de toda la plenitud de Dios, sino simplemente el “conocer” Su amor
y el amor de Cristo. Noten los pasos: Pablo ora para que Dios los fortalezca a
través del espíritu santo, luego, esta acción de Dios en sus corazones,
acompañada de la fe y amor de los creyentes, los hace capaces de ir
comprendiendo más acabadamente el magnífico e incomparable amor de Cristo, y
este conocimiento es el que los llenará de toda la plenitud de Dios.
Nuevamente, la acción de Dios para darnos conocimiento y sabiduría es el centro
de la oración.
Pablo, siendo la clase de hombre que era, y teniendo la clase de relación
con Dios que tenía, daba gran importancia, no sólo a su propia oración por
otros, sino a la de otros a favor de él, repetidas veces pidió que oren por él
y los que con él estaban, para que pudieran cumplir adecuadamente con su
servicio a Dios:
1 Tesalonicenses 5:25
Hermanos, orad por nosotros.
2 Tesalonicenses 3:1
Por lo demás, hermanos, orad por
nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros,
Colosenses 4:2-4
(2) Perseverad en la oración,
velando en ella con acción de gracias;
(3) orando también al mismo tiempo
por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a
conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso,
(4) para que lo manifieste como
debo hablar.
Efesios 6:17-20
(17) Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que
es la palabra de Dios;
(18) orando en todo tiempo con
toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia
y súplica por todos los santos;
(19) y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada
palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
(20) por el cual soy embajador en
cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.
Este pasaje está en el contexto de la “armadura de Dios”, siendo la
oración la séptima “pieza” de esta armadura. La instrucción es a orar en todo
tiempo, con toda oración y con “súplica en el espíritu” o sea, en lenguas (1
Corintios 14:14), siendo perseverantes en orar por todos los santos. Pablo
pedía específicamente que oren por él, para que con denuedo hable el misterio
del evangelio como debía hablarlo. Esto era parte específica de su ministerio,
pero, por extensión, podemos orar por otros cristianos que conocemos, para que
cumplan adecuadamente la función que Dios les encomendó. Si es la predicación,
haciéndolo con denuedo, si es la enseñanza, haciéndolo con sabiduría, si es el
pastorado, haciéndolo con solicitud, si es la de proveer dinero, que lo haga
libremente, si es la de servir en la cocina o limpieza haciéndolo con amor y
alegría, si es el de cantar o tocar un instrumento, haciéndolo con excelencia,
etc.
Otra vez Pablo
pedía oración por sus necesidades particulares:
Romanos 15:30-32
(30) Pero os ruego, hermanos, por
nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por
mí a Dios,
(31) para que sea librado de los
rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en
Jerusalén sea acepta;
(32) para que con gozo llegue a
vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros.
Noten qué importante fue la oración de
la iglesia por Pedro:
Hechos 12:4-11
(4) Y habiéndole tomado preso, le
puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno,
para que le custodiasen; y se proponía
sacarle al pueblo después de la pascua.
(5) Así que Pedro estaba
custodiado en la cárcel; pero la iglesia
hacía sin cesar oración a Dios por él.
(6) Y cuando Herodes le iba a
sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto
con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.
(7) Y he aquí que se presentó un
ángel del Señor, y una luz resplandeció
en la cárcel; y tocando a Pedro en el
costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron
de las manos.
(8) Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le
dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.
(9) Y saliendo, le seguía; pero no
sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una
visión.
(10) Habiendo pasado la primera y
la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos,
pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.
(11) Entonces Pedro, volviendo en
sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos
esperaba.
Es curioso el
contraste que nos muestra el versículo 5. Pedro estaba destinado a ser
ejecutado, 16 soldados lo custodiaban y, por si fuera poco, estaba sujeto con
cadenas durmiendo entre dos guardias. Ante todo esto, el versículo 5 nos dice:
“pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.” La
historia está llena de mártires, hombres y mujeres que han sido asesinados por
testificar la Palabra
de Dios, quizá Pedro hubiese sido uno más de éstos si la iglesia no hubiera
orado por él. No sabemos qué hubiera pasado si los creyentes no hubiesen estado
orando, pero la mención de esta constante oración, en medio de este relato, nos
indica que fue fundamental para lo que luego aconteció. Este pasaje además nos
muestra, de un modo muy gráfico, que no hay adversidad que no se pueda superar
a través de la oración. Lo que parecía un imposible desde la óptica humana
(escapar de una tan custodiada cárcel) se convirtió en algo tan simple que
Pedro ni siquiera tuvo que “pensar” en lo que estaba haciendo ¡creía que todo
era un sueño! ¿Creen que Dios no puede hacer cosas similares por nosotros si
perseveramos unánimes en oración unos por otros?
Nadie es tan
“santo” que no necesite orar, ni nadie es tan “santo” que no necesite que otros
oren por él, por el contrario, debido a que la oración es nuestra forma de
comunicarnos con Dios, nuestro Padre celestial y con Jesús, nuestro Señor, es
un requisito fundamental para tener vidas “santas” y benditas. Jesús mismo nos
mostró la importancia de la oración en su propio andar:
Marcos
1:35
Levantándose muy de mañana, siendo aún
muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Muchos todavía
dormían, y él ya estaba levantado orando a Dios.
Lucas 6:12
En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la
noche orando a Dios.
En este caso, pasó
toda la noche orando. Aunque la
Biblia no especifica qué fue lo que oró, se puede decir casi
con total seguridad que su oración tuvo relación con la decisión que debió
tomar al siguiente día:
Lucas 6:13
Y
cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los
cuales también llamó apóstoles:
Aún siendo la clase
de hombre que era, y teniendo la sabiduría que tenía, se tomó toda la noche
para orar, recibiendo así la sabiduría necesaria para elegir a sus doce
apóstoles.
Hay varios pasajes,
en los evangelios, que muestran cómo Jesús se tomaba tiempo para orar y la
importancia que él le daba a la oración. Y, como hemos visto, hay varios
pasajes que nos describen lo importante que es orar constantemente. Además, la Biblia no sólo nos alienta
a sen constantes y perseverantes en la oración, sino a orar por TODO aquello
que nos preocupa, no debemos guardarnos nada:
Filipenses 4:6-7
(6) Por nada estéis afanosos, sino
sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con
acción de gracias.
(7) Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.
Estar “afanosos” es
estar con afán, estar preocupados, es cuando hay cosas que ocupan nuestras
mentes y no nos dejan concentrarnos en otras cosas, por lo que no podemos tener
paz y tranquilidad. Este estado no sólo perjudica la salud, como puede
corroborar cualquier médico, sino que nos perturba en todas las actividades de
nuestra vida. Cuando nuestra mente tiene “asuntos pendientes” es difícil rendir
al máximo en lo que estamos haciendo. Por esto, Dios nos alienta a hacerle
conocer todo lo que nos preocupa, orándole y rogándole, y agradeciéndole, y
tenemos la promesa de Dios de que Su paz guardará nuestros corazones y
pensamientos, ¡qué mayor paz que saber que Dios mismo se encargará de resolver
aquello que está fuera de nuestras posibilidades!
Otro aspecto a
tener en cuenta es que nuestro andar influye en la respuesta de Dios a nuestras
oraciones.
Hechos 10:1-4
(1) Había en Cesárea un hombre
llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana ,
(2) piadoso y temeroso de Dios con
toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
(3) Este vio claramente en una
visión, como a la hora novena del
día, que un ángel de Dios entraba donde
él estaba, y le decía: Cornelio.
(4) El, mirándole fijamente, y
atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han
subido para memoria delante de Dios.
Noten que aquí se
destaca que Cornelio era piadoso y temeroso (respetuoso) de Dios, y también
toda su casa (su familia), y hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre. Luego, el ángel de Dios
destacó estas dos cosas, diciendo: “Tus oraciones y tus limosnas han subido
para memoria delante de Dios.”
“Limosnas” es la
palabra griega eleemosune, que
significa primordialmente “actos de misericordia” u “obras de misericordia”, la
limosna es una obra de misericordia, aunque no necesariamente son limosnas las
que daba Cornelio, hay muchas otras formas de ayudar o extender misericordia a
otros. Cornelio era un soldado romano,
sin embargo, no adoraba dioses romanos, sino que respetaba a Dios, y era
misericordioso para con los judíos, pueblo de Dios, esto llegó al corazón de
Dios y Dios dio respuesta a su oración.
Por último veamos
algunos versículos de Santiago:
Santiago 5:13
¿Está alguno entre vosotros
afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas.
Esto no puede ser más claro: si alguno está
afligido haga oración, si está alegre que cante alabanzas.
Santiago 5:14-16
(14) ¿Está alguno enfermo entre
vosotros? Llame a los ancianos de la
iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor.
(15) Y la oración de fe salvará al
enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.
(16) Confesaos vuestras ofensas
unos a otros, y orad unos por
otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
En el versículo 14,
la palabra “ungiéndole” es la palabra griega aleipho, que significa sencillamente “ungir”. Hay otra palabra que
se traduce “ungir”, que es crio, que
hace referencia a la unción como consagración. Aleipho no tiene relación con este tipo de unción, sencillamente
hace referencia a la aplicación de algún tipo de aceite, perfume o ungüento. Esta
unción en aceite era un proceso común llevado a cabo a los enfermos, para
hacerlos sentir mejor, de hecho, aceite y vino eran usados para sanar heridas
(Lucas 10:34). “Ungir con aceite” tiene el sentido de brindarle cariño y
atención al que está enfermo, para hacerlo sentir bien. Hoy en día sería ir a
visitarlo a la casa, prepararle un “tesito”, brindarle la atención necesaria y
orar por él.
Los versículos 15 y
16 nos muestra la relación entre enfermedad y pecado y la necesidad de orar
unos por otros y confesarse los pecados unos a otros. Sucede que muchas veces
nuestra conciencia de pecado no nos permite aceptar la liberación de Dios. Nos
sentimos alejados de Dios, sentimos que no merecemos Su sanidad, sentimos que
no merecemos Su misericordia, esto nos coloca en un espiral de descenso,
sintiéndonos merecedores de la enfermedad, sintiendo que nuestro pecado no
permite que Dios actúe en nosotros.
Santiago instruye a
llamar a los creyentes maduros (los “ancianos”) de la congregación, ya que una
persona enferma y que ha cometido pecado quizá no tenga el ánimo y la creencia
para orar a Dios por su propia enfermedad y un cristiano maduro, ejercitado en
el amor de Dios, podrá comprender el pecado del otro, ayudándole a cobrar ánimo
para recibir el perdón y la liberación de Dios. Como hemos visto, Cristo pagó
por nuestros pecados y Dios es fiel para perdonarnos cuando confesamos nuestros
pecados, sin embargo, por nuestra humana debilidad, muchas veces nos cuesta
aceptar el perdón de Dios y creer en que Su amor y misericordia puede sanarnos
y necesitamos que otros creyentes maduros nos ayuden en la restauración y
sanidad. Además, si Dios desea hacer una sanidad instantánea o milagrosa, será
necesario que un creyente perceptivo reciba Su revelación sobre qué hacer para
extender la sanidad.
Santiago 5:17-18-
(17) Elías era hombre sujeto a
pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no
lloviese, y no llovió sobre la tierra
por tres años y seis meses.
(18) Y otra vez oró, y el cielo
dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.
Lo curioso de este
pasaje es que, cuando leemos el relato sobre la sequía en los tiempos de Elías,
bajo el reinado de Acab, en 1 Reyes capítulos 17 y 18, no se menciona a Elías
orando ni para que deje de llover ni para que vuelva a llover, en el relato de
Reyes se dice solamente que Dios envió a Elías a anunciar la sequía y luego de
los tres años se presentó ante el pueblo de Israel para hacerlo volver hacia
Dios y quitar la idolatría. Recién acá Dios revela que Elías había orado para
que no lloviese.
En capítulos
previos del libro de Reyes podemos ver que antes de Acab hubo otros reyes que
hicieron lo malo delante de Dios sin recibir este tipo de consecuencias. Aunque
la Biblia no
lo revela claramente, es probable que Elías haya orado por sequía, sabiendo que
eso haría reflexionar al pueblo de Israel para volver hacia Dios, quizá la
oración de Elías haya estado centrada en restituir la adoración a Dios en
Israel y establecer nuevamente un rey conforme a Dios.
Lo cierto es que
Santiago nos dice que Elías era un hombre “sujeto a pasiones semejantes a las
nuestras”, esto significa que Elías era una persona común, como solemos decir,
“de carne y hueso”, no tenía superpoderes, comía, sentía, sufría, lloraba, reía
al igual que todos nosotros, sin embargo, fue su constante oración la que
posibilitó a Dios actuar para traer la sequía y, luego de tres años (en los que
probablemente Elías seguía orando) volvió la lluvia, luego de que el pueblo de
Israel volviera a Dios y eliminara a los profetas de Baal (1 Reyes 18).
Esto nos muestra
que la oración y obediencia de tan sólo UNA persona pueden cambiar el curso de
la historia de una ciudad, nación y de todo el mundo. Por lo tanto, comencemos
una nueva vida de oración con Dios, revivamos nuestro ánimo de pedirle cosas a
nuestro Padre celestial, y de conversar con nuestro hermano, Jesús. Si queremos
cambiar el curso de nuestras vidas, de las vidas de los que nos rodean y, ¿por
qué no?, de la vida de toda la humanidad, debemos perseverar en oración, hasta
el día en que estemos cara a cara con nuestro Señor, hasta que él establezca su
reino en la Tierra
y vivamos para siempre en un mundo perfecto.
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