Génesis 3: La Serpiente y la caída del hombre

En Honor a Su verdad
Génesis 3:1
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?

Como ya habíamos visto, “serpiente” es uno de los nombres dados al Adversario espiritual de Dios, el Calumniador.

“Serpiente” es la palabra hebrea nachash. En el apéndice 19 de la “Companion Biblia” (Biblia Compañera) E.W. Bullinger hace una exposición sobre quién era esta serpiente. Como hemos visto, en Apocalipsis 20:2 se le llama al Adversario, el Diablo, “la Serpiente antigua”. Además, Bullinger dice que si fue el Diablo mismo quien tentó a Jesucristo (Lucas 4:2), el “segundo Adán” (1 Cor. 15:45), sería lógico pensar que fue él mismo quien tentó al primer Adán.

Bullinger también señala que “serpiente” conforma  la figura de dicción hipocatástasis, que consiste en transferir a una cosa el significado de otra, es similar a la metáfora, pero aquí el significado está implícito y no explicado. Por medio de esta figura Jesús es llamado “Cordero” de Dios (Juan 1:29); Herodes es llamado “zorra” (en Lucas 13:32). Por medio de esta figura, se resaltan ciertas cualidades del objeto o persona implicada, que tiene relación con la palabra utilizada. Por medio de esta figura, se llama al Adversario “Serpiente” para atribuirle ciertas características de la serpiente. La serpiente espera el momento justo para atacar, y cuando lo hace, su ataque es rápido y certero, y su veneno tiene un efecto mortal. Esto es lo que hizo el Adversario, como veremos luego.

Pero además, Bullinger señala que nachash, en su raíz significa “resplandeciente”, por lo cual en el idioma caldeo pasó a significar “bronce” o “cobre”, a causa de su brillo. 2 Corintios 11:14 nos dice que Satanás se disfraza como ángel de luz. Uniendo partes, podemos entender que no fue una serpiente la que se le presentó a Eva para tentarla, sino un ángel resplandeciente, con la sagacidad letal de una serpiente. Una serpiente que habla, difícilmente hubiese tentado a Eva, pero un ángel resplandeciente es una imagen mucho más imponente, como para llevar a Eva a creer que él podía ofrecer algo mejor que lo que Dios les había dado.

El versículo dice que esta serpiente era más astuta que todos los animales del campo. “Animales” es la palabra hebrea chay, que significa “vivo” o “viviente”. “Campo” es la palabra hebrea sadeh, que puede significar “campo, terreno, tierra”, denota terreno que está cultivado o que tiene vegetación. La serpiente era el ser vivo más astuto entre los que Dios había hecho, pero, por supuesto, no era más astuta que Dios.

Entonces, la Serpiente dijo a Eva: ¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? La Serpiente era astuta, sabía que no podía lanzar su ataque contra la declaración de Dios en forma directa, así que se acercó como en una inocente conversación a “preparar el terreno” en el corazón de Eva, para llevarla a desobedecer a Dios. Así que hizo una pregunta como para confundirla: “¿Así que Dios les dijo: ‘no coman de todo árbol del huerto’?” Evidentemente, la Serpiente estuvo presente cuando Dios habló a Adán, de lo contrario no sabría qué es lo que Dios dijo, sin embargo, astutamente hizo una pregunta capciosa, ya que no era de “todo árbol” que no podían comer, sino tan sólo del de la ciencia del bien y del mal. Recordemos que los árboles tienen un contenido simbólico, la declaración de la Serpiente es como decir: “¿Es cierto que Dios no les deja hacer nada?”


Génesis 3:2-3
(2) Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
(3) pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.

En el texto hebreo se lee así: “Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo Dios: no comeréis de él y no lo tocaréis o moriréis.” Sin embargo, la declaración de Dios, en Génesis 2:17 había sido: “y del árbol de conocimiento de bien y mal no comerás, porque en el día que lo comieres morir morirás.”

La declaración de Dios era enfática y precisa: no debían comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque en el día en que comieran de éste con total certeza morirían (“morir morirás”). Eva dijo que no podían comer ni tocar en árbol que estaba en el medio. En principio, Dios no había dicho nada acerca de “tocar” el árbol. La palabra hebrea para “tocar” es naga’ que significa “tener contacto”, Dios no le prohibió al hombre “tener contacto” con el árbol de la ciencia del bien y el mal, sino “comerlo”. El hombre podía hacer consideraciones con respecto al mal, pero no debía buscarlo, desobedeciendo a Dios. Además Eva dijo “del árbol que está en medio”, pero “en medio” también estaba el árbol de la vida. Aparte de esto, Eva dijo que Dios había dicho “para que no muráis”, cuando Dios fue enfático y dijo: “morir morirán”. Eva estaba mostrando inseguridad en cuanto a la instrucción que Dios había dado, esta inseguridad fue aprovechada por la Serpiente para dar su ataque mortal.

Génesis 3:4-5
(4) Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
(5) sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

La Serpiente comenzó su conversación con Eva con una pregunta que tenía la intención de “tantear el terreno”, de ver en que estado se encontraba Eva en su conocimiento de la voluntad de Dios y en su deseo de obedecer a Dios. Al ver la inseguridad que había en Eva, la Serpiente supo que era el momento exacto para lanzar su ataque mortal. La Serpiente aquí declaró las dos grandes mentiras que han estado confundiendo y desviando a la humanidad desde ese día hasta hoy: “no moriréis” y “seréis como Dios”.

La primera declaración de la Serpiente es enfáticamente opuesta a la declaración de Dios, según el texto hebreo, la Serpiente dijo: “no morir morirás”, usando el mismo énfasis que usó Dios en Su declaración, esto podría traducirse como “ciertamente no morirás”, mostrando una clara oposición a lo que Dios había dicho. Además, Dios había dicho: porque el día que de él comieres, ciertamente morirás, y aquí la Serpiente usa el mismo fraseo: “el día que comáis de él…” La Serpiente estaba usando, en su comunicación con Eva, la misma autoridad para hablar que usó Dios. No le dijo a Eva: “bueno… piensa: ¿qué es lo peor que podría pasar si comes de ese árbol?, ¿será cierto lo que dijo Dios?, ¿y si se equivocó?, ¿y si te está engañando?” Estos planteos hubiesen dado la oportunidad a Eva de pensar un poco más la situación, pero la Serpiente habló a Eva con la misma autoridad con la que habló Dios y Eva decidió creerle a la Serpiente antes que a Dios.

Cuando la Serpiente dijo “sabe Dios…”, la palabra “sabe” es la palabra hebrea yada’ que significa conocer o percibir en base a la experiencia. La Serpiente dijo: “Dios sabe por experiencia que el día que de Él comáis…”

La expresión “serán abiertos vuestros ojos” es una expresión idiomática.  Muchas veces “ojos” se usa figurativamente indicando los “ojos” mentales, o sea, la capacidad de percibir mentalmente, de entender algo. “Ser abiertos los ojos” tiene el sentido de tener entendimiento en un asunto sobre el cual uno estaba “ciego”, sobre el cual uno no tenía conocimiento. Entonces, la expresión  significa “tendrán nuevo entendimiento,” o “tendrán entendimiento en un área hasta ahora desconocida”. Eso desconocido para ellos era el mal. Hasta entonces sólo conocían lo que era “bueno en gran manera”, jamás había visto y conocido en mal, y Dios sabía que no les convenía conocerlo.

Donde dice: “sabiendo el bien y el mal,” la palabra “sabiendo” es nuevamente yada’: “conocer por experiencia”, la Serpiente les estaba diciendo que no sólo conocerían la diferencia entre el bien y el mal, sino que lo podrían experimentar. Como veremos, nunca fue la voluntad de Dios que el hombre “experimentara” el mal, pero el hombre eligió experimentarlo al desobedecerle.

Génesis 3:6
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Aquí dice que la mujer “vio” que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y codiciable para alcanzar sabiduría. Recordemos que el “árbol” era simbólico de su capacidad para decidir si obedecer a Dios o no, y que Eva no estaba frente a una serpiente literal, sino frente al Diablo, vestido como glorioso ángel de luz, hablándole con toda su astucia y autoridad. El primero en comer del árbol de la ciencia del bien y del mal fue el Diablo mismo, quien fue el primero en desobedecer a Dios y hacer su propia voluntad.

Eva vio a este ángel de luz presentándose en todo su esplendor y con toda su astucia y pensó que su oferta era mejor que la de Dios. Eva vio que el árbol era “bueno para comer,” quizá pensó: “la Serpiente comió y no murió, quizá sea cierto lo que me dice de que no moriré”; luego vio que era “agradable a los ojos,” delante de ella tenía un ángel de luz, habrá pensado: “quizá me convierta en un glorioso ángel como este”; además vio que era “codiciable para alcanzar sabiduría,” probablemente pensó: “este ser que me habla parece realmente ser sabio y poderoso.”

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, y sin hacer previa consulta a Dios sobre el asunto, Eva decidió comer del fruto del árbol y dar a su marido, quien también comió de él.

Génesis 3:7
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

“conocieron” es nuevamente la palabra hebrea yada’, ellos supieron por experiencia que estaban desnudos, o sea, comenzaron a experimentar o sentir su desnudez. En Ezequiel 16 vemos un relato profético de Dios, en el que Dios compara a la ciudad de Jerusalén con una mujer. Dios dice que estaba “desnuda y descubierta”, (v7) y que Dios la “vistió y cubrió”. Allí vemos que la condición del hombre sin Dios es llamada “desnudez”. Aquí en Génesis, Adán y Eva decidieron actuar contrariamente a la voluntad de Dios y por propia voluntad se alejaron de Dios y de Su protección y cuidado, así experimentaron por primera vez la “desnudez”, la falta de la protección y cobertura de Dios.

“Delantales” es la palabra hebrea chagor, que significa “cinturón”, o faja. Solía usarse esta palabra con referencia al cinto que usaban los guerreros para acarrear la espada, daga o el escudo. Lo que este pasaje nos transmite es que viendo que ya no tenían la cobertura de Dios, intentaron cubrirse con sus propios medios, pero esta cobertura era insignificante, no alcanzaba para cubrir al hombre del modo en que era necesario. Estar sin Dios en el mundo es como ir a una guerra y sólo tener puesto el cinturón como armadura, uno está totalmente desprotegido.

Génesis 3:8
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.

Recordemos que “Jehová” se usa para traernos a la mente el deseo de relación de Dios con el hombre. Además “paseaba” puede traducirse como “movía”, para entender mejor el pasaje. “Aire” es la palabra hebrea ruwach, que ya habíamos visto que significa “fuerza invisible” y puede significar “aire” o también “espíritu”. “Día” suele relacionarse con aquello que es bueno y recto delante de Dios (como en Rm. 13:13; 1 Tes. 5:8) y también con la acción de Dios dando sabiduría al hombre (como en 2 Ped. 1:19) “Escondieron” tiene el sentido de esconderse por temor. Y la palabra hebrea para “presencia” es literalmente “rostro”.

Teniendo en cuenta esta información, vemos que el pasaje nos está comunicando que luego de su desobediencia, Adán y Eva seguían teniendo el espíritu santo que los conectaba con Dios, y Dios se “movía” en ellos a través del espíritu santo que tenían en ellos. A través del espíritu santo ellos entendieron que le habían fallado a Dios y temiendo una represalia departe de Dios trataron de “esconderse de Su rostro”, trataron de alejar de sí el sentimiento de culpa que tenían en vez de enfrentar a Dios y confesar su pecado.

Génesis 3:9-11
(9) Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
(10) Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
(11) Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?

En el versículo 9 tenemos la presencia de la figura literaria erotesis. Esta figura consiste en hacer una declaración en forma de pregunta para enfatizar cierta verdad. La pregunta se hace, pero no con el deseo de obtener una respuesta o información. En este caso la pregunta ¿dónde estás tú? Dios no la hizo porque no supiera dónde estaba el hombre, sino para enfatizar el hecho de que el hombre se había alejado y escondido de Dios.

El versículo 10 nos dice que Adán tuvo “miedo” al oír la voz de Dios. Esta era la primera vez que el hombre sentía miedo. Los miedos del hombre siempre se generan a causa de un sentimiento de falta de protección. Si tengo miedo a las arañas es porque me siento desprotegido ante éstas, si tengo miedo a la muerte es porque me siento desprotegido ante tantas circunstancias del mundo que pueden ocasionarlas, así con todos los miedos. Si yo pudiera estar totalmente seguro de que nadie ni nada me hará daño, entonces quedaría erradicado el miedo. El primer sentimiento de miedo del hombre fue a causa de haber perdido la cobertura provista por Dios. Adán estaba desnudo, sin cobertura, quiso ocultarse y cubrirse por sus propios medios, pero se dio cuenta que eso no bastaba, no podía reemplazar la protección y cuidado de Dios y por eso tuvo miedo. Desde aquí en adelante, toda la humanidad ha tenido miedos, a causa de la falta de la protección de Dios. Y el principal miedo que ha estado atormentando a la humanidad desde la caída de Adán es el miedo a la muerte. La gente le tiene miedo a la muerte porque sabe que es el fin de la vida, que nada más podrán hacer luego de muertos, por lo tanto, sus vidas enteras están afectadas por el temor a la muerte. La Biblia nos dice, en Hebreos 2:14 y 15, que Jesús, a través de su muerte, venció a quien tenía el dominio sobre los muertos (el Diablo o Calumniador), para así poder librar del temor a la muerte a las personas, de modo de poder servir a Dios y no ser obstaculizados por este temor.

Veamos unos versículos en Romanos:

Romanos 8:14-15
(14) Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
(15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,  Padre!

El espíritu santo de Dios es el que hace que una persona deje de ser esclava del miedo a la muerte. Tener el espíritu de Dios permite a Dios trabajar en nuestro interior, dándonos Su protección y Su cuidado y la garantía de que tendremos vida perpetua en un reino futuro perfecto (cosa que veremos más adelante). Esto nos va a ayudar a entender que como consecuencia de su desobediencia Adán perdió el espíritu santo de Dios. El espíritu santo de Dios estaba condicionalmente en el hombre si éste no desobedecía, la pérdida de la vida espiritual fue lo que “ciertamente murió” en Adán ese día.

Génesis 3:9-11
(9) Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
(10) Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
(11) Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?

En otras palabras Dios le dijo: ¿cómo es que llegaste a este estado? ¿me desobedeciste? Aquí nuevamente tenemos la figura erotesis que ya expliqué más arriba. Dios en vez de decir claramente “Estás así por haberme desobedecido” formula la declaración en forma de pregunta para que el hombre vea el mal que había traído sobre sí por la desobediencia. Dios nos llama la atención aquí para que veamos que el estado de “desnudez” del hombre se debe a su desobediencia. Esto pasa hasta el día de hoy en todo cristiano: cuando obedecemos a Dios y andamos conforme a Su voluntad solemos sentirnos “inmortales,” sentimos, como decía Pablo: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13), pero cuando comenzamos a desobedecer a Dios comenzamos a sentirnos desprotegidos y tratamos de “cubrirnos” con nuestras propias obras, con el trabajo de nuestras manos, con nuestras propias invenciones; intentamos justificarnos ante los hombres y armamos argumentos para defender nuestra postura y nuestro error aún ante Dios, pero sólo nos engañamos a nosotros mismos, porque Dios no puede ser burlado. Todo esto comenzó con Adán, y es un patrón común en toda la humanidad hasta el día de hoy y lo será hasta el día en que nuestros cuerpos sean transformados para ser como el glorioso cuerpo de Cristo.

Génesis 3:12
Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

1 Corintios 15:22 dice que “en Adán todos mueren”, haciendo a Adán el responsable por la actual condición corrupta del ser humano y de la Tierra. Adán pudo haber dicho “NO” a Eva, cuando le ofreció desobedecer a Dios, pero no lo hizo, por tanto fue totalmente responsable de lo que hizo. Sin embargo, no quiso hacerse cargo de sus errores e intentó echarle la culpa a Eva, desde aquí en adelante, el ser humano en general ha estado señalando con el dedo a otros por sus propios errores, en un intento de justificar sus actos y estar “limpio” ante los hombres y ante Dios. Quizá se pueda engañar a los hombres, pero no a Dios, y Dios hace a cada uno responsable de sus actos.

Aquí Adán señala dos posible culpables: Dios y Eva. Porque dice: “la mujer que me diste…” Esto tiene el sentido de “TÚ me la diste, es TU culpa” y luego dice (según el texto hebreo): “ella me dio del árbol…” En otras palabras: “todos tienen la culpa menos yo” Adán no fue capaz de reconocer que él había podido corregir la situación no aceptando desobedecer cuando Eva se lo propuso. Esto ha sido un comportamiento común del ser humano desde entonces, pero es uno que no produce buenos resultados delante de Dios.

Génesis 3:13
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.

Ahora le tocó el turno a la mujer, quien a su vez le echó la culpa a la serpiente. Ella tampoco quiso reconocer su error ante Dios, sino que buscó otro culpable: la Serpiente. Es cierto que la Serpiente la había engañado, pero eso fue porque ella decidió creer a la declaración de la Serpiente (“no morir morirás”) en vez de creer la declaración de Dios (“morir morirás”).

Ahora pensemos: ¿qué pasaba si la declaración de la Serpiente hubiese sido verdadera? ¿Qué pasaba si Adán y Eva no morían y pasaban a ser como Dios y a hacer lo que quisieran fuera de la voluntad de Dios? ¿No sería esto un acto de traición contra Aquél que tan amorosamente los había creado y que tan detalladamente había provisto de todo lo necesario para que vivieran vidas llenas de plenitud? ¿Qué clase de hijo es aquél que habiendo crecido en un ambiente de amor y protección luego, volviéndose más fuerte que su padre, se le vuelve en contra, asociándose con el peor enemigo de su padre? Esa es la clase de hijos que fueron Adán y Eva, y sin embargo, Dios se encargó de no dejarlos completamente desprotegidos, como estamos por ver.

Génesis 3:14
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.

Una traducción más exacta de la primera parte del pasaje sería “…maldita serás entre todos los seres vivos y entre todos los animales del campo…” En el libro “Theological Wordbook of the OT” (Vocabulario teológico del Antiguo Testamento) de Harris, se explica que la palabra “maldita” (en hebreo ‘arar) significa “excomulgada”, “anatemizada”, indica una separación de entre cierto grupo. En este caso, la Serpiente pasaría a estar separada de entre el resto de los seres vivientes, aislada de la bendición de Dios.

Como señala Bullinger, en los apéndices de la “Companion Bible,” la expresión “sobre tu pecho andarás y polvo comerás todos los días de tu vida” expresan la humillación constante por la que pasaría el Adversario a partir de este momento. En pasajes como 1 Samuel 2:8 o 1 Reyes 16:2 vemos que el “polvo” está relacionado con la pobreza y la humillación. Esta declaración de Dios nos muestra que, por cuanto decidió oponerse a Dios y levantar guerra contra Dios, el Diablo recibiría humillación a lo largo de toda su existencia.

Génesis 3:15
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

En esta sencilla declaración está encerrada una gran promesa por parte de Dios. Dios está aquí declarando que sería de la descendencia de una mujer que saldría aquél que derrotaría al Adversario. El “calcañar” es el talón, era común ser herido allí cuando se pisaba a una serpiente, ya que la serpiente intentaría defenderse del ataque letal. Así se declara gráficamente que El Adversario lograría dañar a la “simiente”, pero luego sería eliminado por ésta.

Génesis 3:16
A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.

“Multiplicaré en gran manera”: el texto hebreo dice, literalmente: “multiplicar multiplicaré” o “aumentar aumentaré,” usando la figura poliptoton, que ya he descrito para enfatizar que “aumentarán en gran manera” (de ahí la traducción de la Reina Valera).

La palabra traducida aquí “dolores” es en hebreo `itstsabown, que sólo se usa tres veces en la Biblia (aquí, en el siguiente versículo y en Gn. 5:19, traducido como “trabajo”. Esta palabra denota dolor o cansancio tanto físico como mental o emocional.  La segunda palabra para “dolor” es ‘etseb, de la misma raíz que itsabown y tiene un significado similar. Esta palabra se usa siete veces en la Biblia: aquí, en Sal. 127:2 (dolores); Pro. 5:10 (trabajos); 10:22 (tristeza); 14:23 (labor); 15:1 (áspera); Jer. 22:28 (mal traducido “vasija”).

Entonces, la mujer pasaría a tener no sólo dolor físico en la concepción y en el alumbramiento, sino también aflicción, cansancio y otros síntomas negativos. Otra consecuencia de la desobediencia es que el hombre tomará dominio sobre la mujer. Noten que este no fue el DISEÑO de Dios. Dios no diseñó a la mujer para estar bajo el dominio del hombre, Dios los diseñó a ambos iguales en autoridad. El que el hombre haya tomado dominio sobre la mujer fue una consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva. El egoísmo en la naturaleza humana haría que el hombre aproveche su condición de “sexo fuerte” para someter a la mujer, pero, nuevamente dije, esto no fue el DISEÑO de Dios, sino las CONSECUENCIAS de la caída de Adán y Eva.

Génesis 3:17
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.

Aquí, nuevamente, la palabra “maldita” es la palabra hebrea ‘arar, que habíamos visto que denotaba una separación de un cierto grupo, particularmente una separación de algo bendecido por Dios. En este caso, la Tierra que era “buena en gran manera” dejaría de ser tan “buena” como Dios la había creado y empezaría a producir toda clase de males. Además, la palabra “dolor” nuevamente es la palabra hebrea ‘itsabown, que habíamos visto que significaba “dolor o cansancio, tanto físico como mental o emocional.” En este caso, Dios explica a Adán que por causa de su traición, la Tierra dejaría de tener toda aquella bendición con la que fue creada y por tanto, el hombre debería sufrir dolor, cansancio, angustia, pesar, etc., para poder suplir sus necesidades básicas. La maldición de la Tierra no sólo se extiende al área de su productividad, a partir de este momento, la Tierra produciría maremotos, terremotos, huracanes y otras catástrofes que angustiarían y dañarían al hombre. Dios no diseñó a la Tierra para que “ataque” a las personas, esto es una consecuencia de la desobediencia de Adán.

Génesis 3:18
Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

Aquí se utiliza una figura literaria muy común en la Biblia, denominada sinécdoque, por medio de la cual, en este caso, se menciona una parte para significar el todo. Por medio de esta figura se coloca “espinos y cardos” para significar “toda clase de elementos nocivos”, incluyendo todo aquello que la “Tierra” produce que es perjudicial.

Génesis 3:19
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Aquí la expresión “el sudor de tu rostro” nos da la idea de que el hombre iba a tener que esforzarse bastante para poder conseguir sus necesidades básicas, ya no podría disfrutar de una Tierra perfectamente productiva y fructífera. Además se dice que el hombre debería esforzarse para obtener sus necesidades “hasta que vuelva a la Tierra”, o sea, hasta que muera. Si Adán hubiese elegido la “vida” no habría vuelto al polvo, no habría tenido que experimentar muerte, esta es otra de las consecuencias del pecado y la desobediencia.

Génesis 3:20
Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.

Hay dos cosas que debiera llamarnos la atención en este versículo: (1) El contexto, ¿qué relación hay entre la caída del hombre con el nombramiento de la mujer? (2) El hecho de que se diga que Eva sería “madre de todos los vivientes,” ya que, a lo sumo, sería madre de los seres humanos que nacieran a partir de ella, pero no era madre de Adán, ni del resto de los seres vivos.

Las palabras “era madre de todos los vivientes”, conforme al texto hebreo, puede traducirse como “sería madre de toda vida”. “Eva” es la palabra hebrea Chawah, que significa “vida”. Curiosamente la Septuaginta, en vez de usar el nombre propio Eua, aquí utiliza la palabra griega Zoë, que es la palabra para “vida”, y especialmente se relaciona con la vida espiritual.

Noten que este versículo está relatando la primera reacción del hombre luego de las declaraciones de Dios a causa de la desobediencia. Lo que tenemos aquí es una muestra de que Adán estaba creyendo cada palabra que Dios había declarado. Dios dijo a la Serpiente que pondría enemistad entre su simiente y la de la mujer, haciendo referencia a que quien redimiría al hombre de su nueva situación de mortal nacería de una mujer. Adán, creyendo esta declaración de Dios llamó “Eva”, o sea “Vida” a la mujer, porque de ella nacería “toda vida” espiritual. De la simiente de la mujer el hombre podría volver a tener la vida espiritual que perdió, volviendo a tener la conexión con Dios que había perdido.

Génesis 3:21
Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

Habíamos visto que el hombre, en su intento de cubrirse, por la ausencia de la cobertura de Dios, se hizo una “faja” o “cinturón” de hojas de higuera. Aquí se muestra que es Dios Quien provee de la cobertura apropiada para el hombre. El versículo dice que Dios “hizo” al hombre túnicas, no dice que las “creó”, esto significa que tomó el material para hacer las túnicas de algo ya creado. Para eso Dios tuvo que sacrificar algún animal. Esto quiere decir que el primer sacrificio de “cobertura” ante el pecado del hombre lo hizo Dios mismo. Dios estaba mostrándole al hombre cuán terrible era el pecado y la desobediencia, que sólo podía ser cubierto a través del derramamiento de sangre inocente, y ya desde entonces, estableciendo el patrón que seguiría Jesús, quien sacrificaría su sangre inocente para quitar el pecado de los que creen en él.

Génesis 3:22
Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.

Antes de desobedecer a Dios, el hombre sólo conocía el “bien”, lo que era “bueno” (Gn. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25), todo lo que conocía era “bueno en gran manera” (como vimos en Génesis 1:31). Pero ahora el hombre comenzó a conocer “el mal”. Este mal, no se trata sólo del mal externo. El hombre permitió que el Diablo obrara dentro de él y el mal pasó a ser parte del ser humano mismo.

La primera referencia a algo “malo” es con respecto al hombre: Génesis 6:5 dice que Dios vio la “maldad” de los hombres, y que “todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. La maldad, o el mal dentro del ser humano es lo primero que la Biblia menciona como conteniendo el “mal” en sí. En Génesis 8:21 leemos: “…porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”; Antes de su desobediencia, el hombre tenía la capacidad para hacer lo malo, pero sus designios del corazón no eran constantemente malos y contrarios a la voluntad de Dios, esto es consecuencia de su desobediencia y traición a Dios. Dios no fue Quien colocó la inclinación del hombre al mal, el hombre no pudo hacer esto en sí mismo, esto fue obra del Diablo mismo, de alguna manera, al desobedecer, Adán dio al Diablo la capacidad de actuar en toda la creación de Dios, incluyendo al hombre mismo, para introducir toda clase de mal en el mundo.

Ya habíamos visto, en Génesis 1:28, que Dios había dado a Adán la autoridad para gobernar sobre toda la creación en la Tierra. Adán y Eva eran los “reyes” de la Tierra, la Tierra era su reino, aunque no eran “dueños” de la Tierra, sólo gobernantes. La Tierra siempre fue y sigue siendo de Dios (Sal. 24:1; 89:11; 1 Cor. 10:26); sin embargo, Dios dio la autoridad legal sobre la Tierra a Adán y Eva y ellos, teniendo la capacidad de decidir sobre todo lo que había en la Tierra, permitieron al Diablo obrar sobre toda la creación terrestre, introduciendo toda clase de mal. A partir de allí entró la muerte en el hombre y animales (Ro. 5:12-14). Entró toda clase de enfermedad en el hombre y animales y plantas. Algunos vegetales pasaron a ser venenosos, otros a producir espinas dañinas. Algunos animales pasaron a ser carnívoros y, lo peor de todo, el hombre a partir de allí comenzaría a tener, por naturaleza, pensamientos malignos.

¿Y cómo sabemos que esto es obra del Diablo y que no fue Dios Quien introdujo el mal en el mundo?

1 Juan 4:8 nos dice que Dios ES AMOR. Dios no sólo tiene amor, todo Su Ser es amor.  En 1 Corintios 13 leemos que el amor es paciente, es benigno, no se irrita, no hace nada indebido; en Romanos 13:10 dice que el amor no hace mal al prójimo. Por lo cual no es lógico pensar que Dios fue Quien introdujo todo el mal en el mundo, ¡que es Su propia obra! Pero también tenemos evidencia bíblica de quién es el causante del mal: en Juan 8:44 leemos que el Diablo ha sido homicida desde el principio y que no hay verdad en él, también dice que cuando él habla mentira “de suyo habla” porque es mentiroso y “padre” de mentira. Él por su propia cuenta mintió a Adán e introdujo la muerte en el mundo desde el principio. 1 Juan 3:8 también nos dice que el Diablo “peca” desde el principio, o sea, él ha desobedecido a Dios ya desde el comienzo de la creación. También leemos en Hechos 10:37 y 38 que Jesús, en sus días en la Tierra, “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el Diablo”. Vemos, entonces, que la opresión, la enfermedad, la mentira, la muerte, y toda clase de males, son obra del Diablo y no de Dios.

Esto enseñó Jesús al respecto:

Mateo 13:24-30, 36-43
(24) Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
(25) pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
(26) Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
(27) Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues,  tiene cizaña?
(28) El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
(29) El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
(30) Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores:  Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

(36) Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
(37)  Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
(38)  El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
(39)  El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.
(40)  De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.
(41)  Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
(42)  y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
(43)  Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.

Sin entrar en los detalles que hay en esta parábola, podemos ver que quien sembró la “cizaña” es el Diablo. Jesús, a través de su doctrina sembró la “buena semilla”, que son aquellos que creen en su mensaje. Por otro lado, el Diablo, a través de sus engaños sembró “cizaña”, que son aquellos que han creído a sus mentiras. A pesar de que no es la voluntad de Dios que el hombre sufra, Él es paciente, dando tiempo y oportunidad a toda persona para que cambie su mentalidad y llegue a ser salva y partícipe de la vida futura que tiene preparada (2 Ped. 3:9).

Ahora retrocedamos unos versículos en Mateo para ver una aclaración importante:

Mateo 13:34-36
(34)  Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente,  y sin parábolas no les hablaba;
(35)  para que se cumpliese lo dicho por el profeta,  cuando dijo: 
 Abriré en parábolas mi boca; 
 Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.

Esta es la razón por la que no encontraremos esta información en las Escrituras hebreas (Antiguo Testamento). La doctrina de que el Diablo es quien introdujo el mal en el mundo era algo que Dios tenía escondido y no había revelado antes. En el Antiguo Testamento Dios se atribuía tanto lo bueno como lo malo, sin dar mucha información sobre la batalla espiritual de fondo. Recién a través de Cristo, y más adelante a través de las epístolas de Pablo, es que Dios reveló sobre la actividad espiritual maligna que había en el trasfondo de la creación.

Volvamos a Génesis para ver los últimos versículos del capítulo 3:

Génesis 3:23
(23) Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
(24) Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

Nuevamente aquí tenemos presente un simbolismo. Como veremos en la siguiente sección, Dios es generalmente representado como estando en el oeste. Aquí Dios puso “querubines” al este del huerto, para que el hombre no tuviera acceso al lado oeste, al lugar de la presencia de Dios. En su estado de pecado, el hombre no podía estar ante la presencia de Dios, ni seguir viviendo perpetuamente. Los querubines representas la imposibilidad del hombre de acercarse a la presencia de Dios y de poseer una vida espiritual perpetua. Esto es, precisamente, lo que Jesús logró recuperar, para que quienes creen en él no se pierdan, sino que obtengan vida en la era futura (Juan 3:14-17) y puedan, en esa era futura, comer del árbol de la vida y vivir perpetuamente en un mundo donde no existirá más el mal (Ap. 22:1-5).






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1 comentario :

  1. Buenos días Pablo, cuando comentas: "Dios dijo a la Serpiente que pondría enemistad entre su simiente y la de la mujer, haciendo referencia a que quien redimiría al hombre de su nueva situación de mortal nacería de una mujer." ¿Este texto se refiere a la venida de Jesucristo que nació de mujer...?
    Muchas gracias

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