Introducción
El objetivo principal del estudio bíblico es
poder conocer a Dios y al Señor Jesucristo, para poder amarlos y tener una
relación con ellos, obedeciendo su voluntad. Al ir adquiriendo conocimiento de
Dios y Sus verdades, podremos, con el tiempo, tener una imagen más completa de
Dios y de los asuntos espirituales. Con esto, no sólo tendremos entendimiento
sobre las cosas espirituales, sino que tendremos una base sólida sobre la cual
vivir nuestras vidas conforme a la voluntad de Dios.
2 Timoteo 3:16[1]
Toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia,
Para que el estudio bíblico tenga sentido es
fundamental que creamos que la
Biblia es la
Palabra de Dios, que fue inspirada por Dios. Si Dios es el
Autor de la Biblia,
entonces realmente valdrá la pena estudiarla e intentar comprender el mensaje
transmitido, pero si Dios no es el Autor de la Biblia, la Biblia es tan sólo una
pieza más de la literatura humana y su lectura no merece mayor esfuerzo que
cualquier otro libro escrito por el hombre. Por lo tanto, creer que la Biblia
proviene de Dios es el primer paso a tener en cuenta para emprender la
tarea de estudiar la Biblia
y comprender su mensaje.
2 Timoteo 2:15
Procura con diligencia presentarte a
Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
En este versículo
el apóstol Pablo le dijo a Timoteo, que debía procurar con diligencia
presentarse a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que
usa bien la palabra de verdad. Esto quiere decir que él debía esforzarse, con
todo medio disponible, presentarse a Dios aprobado a través de una correcta
utilización de la Palabra
de verdad, o sea, la Palabra
(o mensaje) de Dios. Timoteo era un líder cristiano, él no debía tomarse a la
ligera esta responsabilidad, sino esforzarse diligentemente, esto mismo tiene
que estar en el corazón de cada creyente que quiere enseñar de Dios a otros o
ser guía para otras personas. Pero también será útil que cada creyente conozca
cómo “usar bien” la palabra de verdad para no fluctuar entre una doctrina y
otra.
Efesios 4:11-15
(11) Y él mismo constituyó a
unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y maestros,
(12) a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
(13) hasta que todos lleguemos a
la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
(14) para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
(15) sino que siguiendo la verdad
en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
Aquí vemos que Dios
constituyó distintas funciones de servicio (apóstoles, profetas, evangelistas,
pastores y maestros) con el fin de “perfeccionar” a los santos (que son quienes
han creído en Cristo como Señor) para llegar a una “unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios” y no ser “llevados por doquiera de todo viento
de doctrina…” A diferencia de lo que el mundo declara, de que cada uno tiene su
propia verdad y no existe una verdad absoluta, la Biblia nos dice que sólo hay
una verdad, que es la Palabra de Dios (Salmos 119:160; Juan 17:17). Por eso,
Dios quiere que conozcamos esa verdad y lleguemos a tener una “unidad” de fe y
de conocimiento de Cristo, por lo tanto, no puede ser la voluntad de Dios que
existan tantas religiones y denominaciones, ni que hayan tantas disensiones
doctrinales entre los cristianos. Efesios 4:13 nos dice que estos errores y
divisiones vienen “por estratagemas de hombres que para engañar emplean con
astucia las artimañas del error.” Por supuesto, no todos los que enseñan algo
diferente a lo escrito en la
Biblia lo hacen a propósito, sino que han seguido los errores
de otros hombres, en el pensamiento de que esa era la voluntad de Dios. Pero lo
que Dios desea es que haya unidad en de conocimiento y de fe entre los
cristianos.
1 Corintios 1:10
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre
de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente
y en un mismo parecer.
Nuevamente, el
deseo de Dios es una unidad en lo que se habla, enseña y se practica. Por
supuesto, cada uno de nosotros puede entender las cosas de distinta manera,
tener distintos niveles de conocimiento y entendimiento y “procesar” distintas
porciones de la Biblia
de distinta manera, pero deberíamos, como cristianos, buscar la unidad,
considerando las diferencias doctrinales y trabajándolas con Dios y con los
otros cristianos, para llegar a esa unidad deseada por Dios.
[1]
A menos que se indique lo contrario, las citas de las Escrituras
bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera, revisión de 1960.
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