La “ayuda idónea” del hombre es la mujer

En Honor a Su verdad


Anteriormente habíamos visto que:

1 Dios trajo al hombre una mujer para que sea su “ayuda idónea” (Gn. 2:20), no le trajo algún animal, ni le formó otro hombre.
2 Dios dio al hombre UNA mujer, sólo una, por lo que la idea original de Dios era que UN hombre esté unido a UNA mujer.
3 Dios le dio al hombre una mujer que fuera una “ayuda idónea,” no para una simple satisfacción sexual.
4 Dios sacó a la mujer partiendo de una parte del hombre mismo y la dio al hombre para que ambos sean UNA carne. La idea de Dios era que formaran una unión permanente, no “ocasional.”
5 Dios desea que el amor entre marido y mujer sea de tal grado como el de Cristo por la iglesia, por lo que es necesario conocer el amor de Cristo e intentar imitarlo para poder tener una relación conforme a la voluntad de Dios.

Trabajaremos sobre el primer punto: Dios trajo al hombre una mujer para que sea su “ayuda idónea.” Cuando Dios hizo a la mujer, la hizo con una parte de Adán, sacó una parte de la “carne” de Adán para que ambos volviesen a ser “una sola carne.” Dios no dio al hombre un animal para ser su “ayuda idónea,” ni tampoco le dio a otro hombre.

Parte de “ser una sola carne” consiste en tener relaciones sexuales. Las relaciones sexuales fueron diseñadas por Dios para que el hombre y la mujer puedan disfrutar de su unión. Están hechas para fortalecer la unión matrimonial. Jamás fue el propósito de Dios que se utilicen entre una persona y un animal o entre dos personas de un mismo sexo, esta clase de deseos entraron en el ser humano cuando Adán cayó y el Diablo influyó en los deseos y pensamientos naturales del hombre.

En las Escrituras vemos cuán aberrante es para Dios la homosexualidad y la cópula con animales:

Levítico 18:22-25
(22) No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
(23) Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión.
(24) En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros,
(25) y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores.

1 Corintios 6:9-10 (RV-1989)
(9) ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,
(10) ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

La palabra que se traduce “afeminados” se refiere aquellos que llamamos “homosexuales pasivos,” aquellos que cumplen el rol de “mujer” en la relación homosexual entre hombres.

1 Timoteo 1:9-11 (RV-1989)
(9) Y conocemos esto: que la ley no ha sido puesta para el justo, sino para los rebeldes e insubordinados, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,
(10) para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos, para los perjuros, y para cuanto haya contrario a la sana doctrina,
(11) según el evangelio de la gloria del Dios bendito, que me ha sido encomendado.

Tan dañino y perjudicial puede llegar a ser las relaciones sexuales entre una persona y un animal o entre dos personas de un mismo sexo que Dios llegó a establecer pena de muerte para quien practicara estas cosas:

Éxodo 22:19 (RV-1989)
"Cualquiera que tiene cópula con un animal morirá irremisiblemente.

Levítico 20:13-16
(13) Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.
(15) Cualquiera que tuviere cópula con bestia,  ha de ser muerto, y mataréis a la bestia.
(16) Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la mujer y al animal matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre ellos.

“Su sangre será sobre ellos” significa que si son ejecutados, ellos mismos serán los responsables de su castigo, no es culpa de otro. Esto es para dejar en claro que lo que hicieron lo hicieron con pleno conocimiento de que estaban violando las leyes de Dios.

Dios no sólo prohibió la homosexualidad, sino que también prohibió que un sexo se vista de modo que parezca ser del otro sexo, lo que hoy llamaríamos “travestismo,” de modo que no haya posibilidad de que alguien sea atraído por otro del mismo sexo, pensando que es del sexo opuesto:

Deuteronomio 22:5
No vestirá la mujer traje de hombre,  ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace.

Esto no significa, como algunos dicen, que la mujer no puede usar pantalones u otra ropa normalmente asociada con el hombre, lo que Dios no desea es que en hombre se vista de tal forma que parezca una mujer y que la mujer se vista de tal forma que pueda ser confundida con un hombre. El hombre fue creado hombre y debe cumplir su rol de hombre y la mujer fue creada como mujer y debe funcionar como mujer. Cualquier desviación de la función natural dada por Dios para el ser humano, siempre termina por perjudicar a la persona involucrada.

Estos pasajes que estamos viendo nos muestran cuán horribles son estas prácticas delante de Dios, tanto que Dios antiguamente estableció que debían morir aquellos que hicieran estas cosas. Dios sabía que si permitía que estas prácticas se desarrollen terminaría por degenerar a la humanidad y podría afectar a Su plan de redención, por eso debió establece pena de muerte para estas prácticas.

En Romanos leemos:

Romanos 1:18-21, 24-32
(18) Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
(19) porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
(20) Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
(21) Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
(22) Profesando ser sabios se hicieron fatuos,
(23) y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen a la semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
(24) Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,
(26) Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,
(27) y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres,  y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.
(28) Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
(29) estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia,  homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
(30) murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males,  desobedientes a los padres,
(31) necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;
(32) quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Aquí claramente podemos ver que Dios considera a la homosexualidad como “inmundicia” y un acto de “deshonra” del cuerpo y si estas personas no se arrepienten o cambian sus mentalidades y conductas recibirán la “ira de Dios,” la cual consiste en la futura destrucción de la persona, sin la posibilidad de vivir perpetuamente en el paraíso futuro. Pero la causa de todo esto es que estas personas conocieron a Dios, y no sólo sobre Su existencia, sino que también conocieron Sus leyes, ya que sabían que sus prácticas eran dignas de muerte, sin embargo prefirieron no dar la gloria a Dios, no obedecer Sus mandamientos y deshonrar sus cuerpos con prácticas “vergonzosas.” Como este tipo de personas decide hacer caso omiso a la voluntad de Dios, sus mentes se van corrompiendo y van teniendo pensamientos y prácticas cada vez peores, como las enumeradas en el versículo 29, 30 y 31.

El versículo 23 nos dice que estas personas “cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen a la semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” Esto sucede hoy en día. Las personas que se sienten a gusto con la homosexualidad y otras prácticas contrarias a la voluntad de Dios suelen cambiar la gloria de Dios por otra cosa. Para proclamar sus prácticas deben proclamar la inexistencia de Dios, por lo que reemplazan el relato bíblico de la creación por una historia sobre la “evolución de especies.” Si es que el ser humano “evolucionó” de un animal, entonces es lógico que se comporte como tal, siguiendo sus “instintos” y “pasiones,” entonces no habría razón para pensar que la homosexualidad es moralmente incorrecta. Cuando el hombre deja de reconocer la gloria de Dios, haciendo caso omiso a Su propósito y diseño en Su creación, indefectiblemente comienza a entregarse a sus deseos y pasiones carnales (esto es lo que significa la palabra “concupiscencia”) y deshonran sus cuerpos, ya sea a través de la homosexualidad y otras prácticas sexuales contrarias al diseño de Dios o a través de excesos de drogas, alcohol y distintos desórdenes en sus vidas.

Hoy en día la práctica homosexual ha llegado a tal punto que se ha armado una “comunidad homosexual” o “comunidad gay,” que intenta convencer al mundo (con bastante éxito) de que la homosexualidad es algo “natural,” y que no es vergonzosa ni mala. Dios dice todo lo contrario: es antinatural, es vergonzosa y es digna de muerte. ¿Le creeremos a los hombres o a Dios?

Como ya he señalado, Dios tuvo un diseño en Su creación y ese diseño sigue Su propósito, querer ir en contra del diseño no va a perjudicar a Dios, solamente perjudicará a aquellos que no sigan ese diseño. Esto es algo que los cristianos deberíamos defender y predicar.

Los hombres del mundo son muy activos en difundir sus “credos” y sus “ideales” y en pelear para obtener derechos legales para hacer cosas contrarias a la voluntad de Dios. Los cristianos somos minoría, pero tenemos el apoyo de nuestro Padre celestial y nuestro Señor Cristo Jesús, y deberíamos hacer frente a la masiva publicidad que se hace a favor de prácticas como la homosexualidad y otras “desviaciones sexuales” (que veremos más adelante). No sólo para que nuestras sociedades sean más acorde a la voluntad de Dios, sino también por amor a quienes practican estas cosas. Muchos de ellos no conocen a Dios, no saben que están practicando cosas contrarias a la voluntad de Dios y morirán en sus pecados si no les predicamos el evangelio de Cristo. Por sus prácticas son dignos de muerte, pero en realidad todos nosotros debiéramos morir a causa de nuestros pecados. Sin embargo, Dios extiende Su misericordia sobre todo aquél que cambia su mentalidad y decide que Jesucristo sea el Señor de su vida, a éstos Dios hace pasar de muerte a vida. Esto debemos predicar y testificar. Hablar de estas cosas no es fácil, pero es un acto de amor, para extender la salvación también a aquellos que practican y propagan estas cosas.

Muchos científicos homosexuales desean probar que la homosexualidad es un mal genético y han difundido escritos y “pruebas” a favor de su postura. Este es un intento de desacreditar la autoridad de Dios al respecto. Si uno “nace” homosexual, entonces la homosexualidad no sería pecado y la Palabra de Dios estaría equivocada, Dios no podría condenar al homosexual. Sin embargo, muchos de estos estudios tienen datos falseados, y científicos genetistas, psicólogos y psiquiatras han demostrado que la homosexualidad es una cuestión de elección y en muchos casos se origina en profundos daños psicológicos[1]. Aún si existiera un factor que oriente a una persona a la homosexualidad, éste debiera ser considerado como una enfermedad y no como algo natural. Nacer con un defecto en la vista no es lo natural, es una enfermedad que se trata para dar mejor visión a la persona, ningún médico acompañaría a este defecto al punto de convertirlo en una ceguera total. Sin embargo, al no reconocer que la homosexualidad es una enfermedad lo que se hace es aumentar su efecto en vez de hacer el tratamiento adecuado. Estadísticamente se ha demostrado que al menos un tercio de los homosexuales han recibido algún tipo de abuso sexual en su infancia, y muchos han dejado su orientación gay aceptando a Jesús como Señor y recibiendo sanidad de esas heridas emocionales del pasado.

La homosexualidad es un pecado. Muchos cristianos reconocen esto, pero se van al extremo de condenar y rechazar al homosexual, rehusándole el amor de Cristo que los lleve al arrepentimiento. Esto en muchos casos genera aún más rechazo hacia Dios por parte del homosexual, y más lucha por defender su postura. Como cristianos, debiéramos luchar en contra de la homosexualidad, pero no en contra del homosexual. Cristo vino para rescatar al pecador, no al justo; vino para sanar al enfermo, no al sano. Ningún médico iría a ejercer su profesión a un pueblo en donde todas las personas estuvieran sanas ¿se puede sanar a quien está perfectamente sano? Del mismo modo, el mensaje de salvación es para el pecador, para el impío.

No hay pozo tan profundo en que haya caído el alma humana al que Dios no pueda llegar con sus brazos, pero para que Dios extienda Su salvación, es necesario que la persona acepte Su ayuda; y para que la persona acepte Su ayuda, primero tiene que entender que está en camino de muerte, y luego tiene que conocer cuál es la Salvación que proveyó Dios en Su infinito amor. Para esto es necesario que hayan cristianos que prediquen el mensaje de salvación de Dios y testifiquen sobre el amor de Dios al impío. Como dice la palabra en Romanos 10:14: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” Por lo tanto, creo que es correcto luchar para que las leyes de nuestro país no avalen la homosexualidad y la apoyen en su desarrollo, pero no creo que se deba repudiar con odio al homosexual, sino “amarlos” con el amor de Cristo, lo cual no se hace “dejando pasar” la situación y sonriéndoles cuando los saludamos, sino exponiéndoles su error y pecado, y dándoles a conocer el mensaje de salvación de Dios, mostrándoles cuál es el amor de Dios y cómo Dios puede transformar sus vidas para que estén llenas de propósito y bendición, con la promesa de una vida perpetua en el futuro paraíso de Dios.



[1] Recomiendo leer el artículo “La actividad sexual y la propuesta gay” de la página www.verdadotradicion.com.









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