¿Tenemos una “Palabra” de Dios?

En Honor a Su verdad
Muchos incrédulos y ateos atacan a la Biblia, queriendo desacreditar su mensaje a causa de que no existe el original y las traducciones que se han hecho parecen diferir en muchos puntos. Además, distintas religiones y denominaciones tienen creencias tan opuestas que hacen pensar, incluso al mismo creyente cristiano, que no existe posibilidad de tener una correcta interpretación de las Escrituras. Entonces suele surgir el cuestionamiento “¿tenemos una ‘Palabra’ de Dios?” “¿es la Biblia lo que Dios inspiró o está tan distorsionada que sólo queda de ella palabras de hombres?”; “Y si es la Palabra de Dios ¿cómo sé qué versión es la correcta?”.

Como he expuesto en otros estudios, no existe traducción ni versión perfecta de la Biblia y se requiere estudio e investigación para comprender la verdad de algunos pasajes. En cuanto a los textos originales, los teólogos eruditos en griego y hebreo, junto con hallazgos de arqueólogos y antropólogos cristianos concuerdan, en su gran mayoría, que existe más de un 99% de precisión en el texto bíblico griego (Nuevo Testamento) que tenemos hoy. Esto se debe a que se hicieron miles de copias de la Biblia en sus tiempos, y quienes copiaban, sabiendo lo sagrado del texto, ponían gran esmero en lo que hacían.

Algunos afirman que hay entre un 0,3 y 0,6% de error de transmisión en los textos griegos que hoy existen. Esto significa que en un libro de mil hojas sólo tres a seis hojas serían erróneas.

Si yo tuviera una novela a la que le han arrancado unas cinco hojas, si la leo detenidamente podré entender toda la novela, aún faltando esas hojas, quizá me pierda algunos detalles, pero no perderé el mensaje de la novela. Con la Biblia sucede algo así, aunque no tengamos el original, podemos comprender su mensaje y a medida que lo comprendemos, los errores presentes saltan a la vista, pero aún más, ¡podemos desarrollar una relación con el Autor y preguntarle sobre los detalles faltantes!

La Biblia también nos muestra que en el trasfondo de la vida humana existe una batalla espiritual entre Dios, Jesús y los ángeles de Dios contra el Diablo, sus demonios y los ángeles caídos. Esta batalla comienza en el reino espiritual, pero se manifiesta en el plano humano. Tanto Dios como el Diablo interfieren en la Tierra a través de los seres humanos. Así como Dios inspiró a santos hombres para dar a conocer Su verdad, el Diablo ha estado inspirando a hombres perversos para distorsionarla y lograr que se pierda el mensaje de salvación, esto es porque el Diablo odia a Dios, y desea desacreditarlo y arruinar Sus planes y proyectos.

Pero a pesar de los inagotables intentos de Satanás para desacreditar a Dios y a Su Palabra, la Palabra de Dios ha pasado toda prueba a través de los años. En realidad, todo el que de corazón ha deseado y desea conocer a Dios logra entender el mensaje de salvación a través de cualquier versión o traducción de la Biblia, no son las traducciones de la Biblia, sino más bien las tradiciones y religiones humanas las que han alejado a las personas de la verdad de Dios. Dios desea que todos los hombres se salven, y provee del entendimiento necesario para hacerlo, aún a pesar de errores de traducción o transmisión, e incluso personas que han estado en marcos religiosos y sociales muy opuestos a Dios han hallado Su verdad y han logrado desarrollar una relación con Él, esto se debe a que Dios jamás desampara a quien le busca de corazón.

Dios es un Dios lleno de poder, sin embargo Él obra a través de los seres humanos, quienes son limitados y falibles. Él se ha valido de seres humanos falibles para comunicar Su verdad y mantenerla con el paso del tiempo y ha dejado al hombre la responsabilidad de transmitir Su Palabra. Si Él hiciera todo Él mismo, sin importar la voluntad humana, no estaría actuando conforme a Su justicia y, además, ¿qué recompensa podría darnos en el futuro si jamás hacemos nada? Pero Él desea que obremos de propia voluntad y nos esforcemos para conocer y transmitir Su verdad. En realidad, por nuestros medios humanos jamás podríamos conocer el reino espiritual, la obra es de Dios a través del creyente, pero la decisión de cooperar (y hasta qué punto cooperamos) es nuestra.

Dios reveló Su verdad a hombres fieles que la escribieron, sin embargo, no reveló TODA la Biblia a un solo hombre. Creo que esto se debe en parte a que el ser humano está limitado y que no podía revelar toda Su verdad en ciertos momentos, pero también creo que es para que ningún hombre pueda acreditarse el haber escrito “la voluntad de Dios”. Lo que Dios hizo fue ir revelando partes a distintos hombres, y la unión de estas partes hace un TODO que es la Biblia que hoy tenemos. Del mismo modo, Él ha revelado (y revela) a los que le aman la correcta interpretación de sus Escrituras, pero el hombre es falible e incapaz de comprender acabadamente TODA Su verdad. Él hace entender a distintas personas diferentes partes de Su verdad conforme al esfuerzo y dedicación por entender que esta inviertan y conforme a las capacidades o limitaciones que tengan. Cuando unimos el trabajo de distintos hombres y mujeres de Dios en diferentes áreas, en las que Dios obró dando entendimiento y sabiduría, podemos obtener un conjunto de trabajos que nos provee de mayor entendimiento y conocimiento de Su verdad. Si Dios diera un completo entendimiento de Sus Escrituras a una sola persona, esta persona podría jactarse desmedidamente, y quizá intentaría tener control sobre otros fieles (esto lo hacen muchos hoy en día aún con muy poco entendimiento), pero lo que Dios quiere no son líderes que tengan el control total de las personas, Dios quiere que sepamos y recordemos que la obra es de Él y no nuestra, y que sólo somos sus colaboradores y que, como tales, debemos trabajar unidos y en cooperación y mutua edificación. Si bien Dios desea que conozcamos Su verdad, lo que más le interesa es qué hacemos con esa verdad, así que, frecuentemente da mayor entendimiento a quienes han sido fieles y obedientes a lo que ya han aprendido. Dios está más interesado en que seamos medios de transporte de Su amor que enciclopedias vivientes (aunque hay algunos que logran ser ambas cosas).

Dios diseñó al cristianismo como un CUERPO, en el que Cristo es la cabeza. Como cuerpo en Cristo, cada uno de nosotros tenemos una función, y dependemos de otros miembros para poder funcionar adecuadamente. El hombre siempre ha buscado independencia y autosuficiencia, Dios quiere que seamos dependientes de Él e inter-dependientes entre nosotros, Dios no quiere al “llanero solitario” sino más bien a los “súper amigos”. Dios desea que funcionemos coordinadamente y cooperemos como hermanos, tanto en el área del conocimiento de la verdad como en toda otra área (laboral, familiar, económica, salud, etc.). Aparte de las propias limitaciones como humanos y de la acción del Diablo, el egoísmo, la soberbia y la jactancia del ser humano son otras de las razones por la que los hombres han distorsionado la verdad de Dios y han perdido su mensaje central, porque no se acercan a Dios para conocer Su verdad, sino para jactarse de su entendimiento y someter a otros a su propia interpretación de las Escrituras.

En realidad la Biblia se hace difícil de comprender y trae “amargura” a quien no se acerca con una actitud correcta, pero es fácil de entender, y “dulce” para quienes desean conocer a Dios y establecer una relación con Él. Esto se debe a que es Dios Quien se encarga de dar sabiduría al hombre o mujer que le busca (leer Proverbios 2), así que, quien va con el corazón incorrecto, quizá encontrará palabras “sabias” y “bonitas”, pero sin poder para cambiar sus vidas, pero quien quiere cambiar su vida y pasar a tener la vida espiritual que Dios provee, Dios mismo se encarga de hacerle comprender el mensaje, tanto a través de otros hombres de Dios (Ro. 10:13-15) como de la instrucción personal (Jn. 14:26).

Cuando uno comienza a comprender el mensaje de amor y salvación que transmite la Biblia, cuando uno comienza a comprender la “buena noticia” que la Escritura transmite, todas sus palabras se vuelven “dulces” y la investigación y meditación sobre ellas se vuelve una delicia (Sal. 19:9-10; 119:103-104). Así como el fondo del océano contiene preciosos tesoros de vida submarina aún no descubiertos, llena de colores, formas y texturas inimaginables, la Palabra de Dios tiene oculta, en sus profundidades, tesoros de vida espiritual que deleitan a nuestra alma de formas inimaginables, pero hay que tener la disposición de buscarlas, y como he dicho, es necesario el trabajo en equipo para tener un máximo provecho y beneficio.

¡Dios los bendiga e ilumine en todo, hasta el día en que veamos “cara a cara”!




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