Génesis 2

En Honor a Su verdad

El relato ideológico de la creación


Ahora comenzaremos a leer el segundo capítulo de Génesis, y veremos que este capitulo trae un orden y sentido diferente del capítulo 1.

Génesis 2:1-3
(1) Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.
(2) Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
(3) Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

“Descansar” aquí es la palabra hebrea shabath, que significa “cesar, dejar, descansar, desistir”. Dios, siendo Todopoderoso, no se cansa, no agota Sus energías, lo que hizo Él en el séptimo día fue dejar de trabajar creativamente.

Antes de proseguir haré algunas aclaraciones: originalmente la Biblia no tenía divisiones de capítulos y versículos, éstos fueron agregados por el hombre para tener una referencia rápida a ciertas porciones de la Biblia. Los capítulos y versículos suelen ser útiles, pero no son “respirados” por Dios, y en ocasiones están colocados fuera de lugar. Analizando el contenido temático de Génesis y su estructura (ver página 5 de la “Companion Bible” de E.W. Bullinger) se puede ver que el capítulo 1 debiera terminar en el 2:3, y el 2:4 debiera ser el comienzo del capítulo 2.

Noten que estos tres primeros versículos de Génesis 2 no están introduciendo un nuevo tema, sino que están culminando el relato del capítulo 1. El versículo 4 nos introduce en un relato distinto:

Génesis 2:4
Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,

La palabra “orígenes” es la palabra hebrea towledah, que significa “descendencia, genealogía, generación”. Literalmente el texto dice: “Estas son las generaciones de los cielos y de la tierra” o “Estas son las genealogías de los cielos y de la tierra”.

A partir de aquí veremos que cambia la forma del relato. Dios termina el relato cronológico de la creación, para comenzar a dar detalles de su intención en la creación. Lo que se va a relatar a partir de acá es la “genealogía” de la creación, o sea, cómo ideó Dios la creación y cuál era Su intención, es por esto que la precisión del tiempo ya no es importante, en los siguientes versículos, como veremos, no se habla en términos cronológicos sino “ideológicos,” muestran la “idea” de Dios detrás de la creación.

En este versículo, aparece por primera vez en la Biblia el nombre hebreo de Dios: “Jehová”.

Si transliteramos la palabra hebrea a nuestras letras, el nombre de Dios sería YHWH, al cual se le agregan las vocales que corresponden a la pronunciación: Yahweh. Los judíos malentendieron el mandamiento que Dios dio a Israel de no tomar el nombre de Dios en vano (Éx. 20:7) y, en un exceso de “prudencia” decidieron jamás mencionar el nombre de Dios. En un principio cambiaron el nombre YHWH por JHVH, de donde surge el nombre que tenemos en > la Reina Valera 1989: “Jehovah”, luego traducido como “Jehová”, en la RV-1960 y otras versiones. Pero JHVH de todos modos era un “nombre” para Dios, por lo que decidieron directamente no pronunciar ningún nombre para Dios, así que sólo lo llamaban Adonai (“Señor”) o Elohim (“Dios”). Esta excesiva reverencia llevó incluso a que algunos copistas del texto hebreo alteraran el nombre Yahweh por alguno de sus equivalentes (principalmente Adonai). También en la traducción griega (Septuaginta) cambiaron el nombre de Dios por kurios, el equivalente griego de Adonai; es por esto que muchas versiones de la Biblia traducen “Señor” en vez de Jehová o Yahweh.

El nombre Yahweh significa, literalmente “El que llegará a ser”, o “el que será”. Cuando Dios reveló Su nombre a Moisés, él le dijo a Moisés: “…YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros…” Mejor traducido, el pasaje debiera leerse como “Yo seré [o “llegaré a ser] el que sea [o “el que llegue a ser”].” Y, en su sentido idiomático, da la idea de “Yo seré Quien desee ser”. Entonces, el nombre Yahweh tiene el sentido de “Aquél que llegará a ser”, o “Aquél que será”.

Dios se reveló al hombre, y para relacionarse con el hombre se hizo conocer con un nombre que pudiera dar al hombre la idea de Quién es Él. Dios se hizo llamar “Aquél quien llegare a ser”, porque Él puede ser lo que desee ser para bendecir y ayudar al hombre. Por medio de este nombre Dios muestra al hombre que Él tiene recursos ilimitados para hacer lo que desee, según lo que Él considere lo mejor y más sabio para hacer en determinada situación. Este nombre fue revelado a los hombres para que lo usen, y a través de su pronunciación puedan siempre recordar lo ilimitado de sus recursos y lo profundo de Su amor y preocupación por el ser humano, por eso es un grave error que los religiosos judíos hayan suprimido este nombre de sus conversaciones e incluso de los textos.

Como lo señala Bullinger, en el apéndice 4 de la “Companion Bible,” el nombre Yahweh es acompañado por diez atributos a lo largo de la Biblia: Yahweh Jireh, que denota Su provisión (Génesis 22:14); Yahweh Ropheka, que señala Su capacidad para sanar (Éxodo 15:26); Yahweh Nissi, literalmente “Yahweh es mi insignia [o estandarte]” y tiene relación con Su capacidad de interceder por quienes están con Él (Éxodo 17:15); Yahweh Mekaddishkem, que nos revela la capacidad de Dios para santificar (Éxodo 31:13; Levítico 20:8; 21:8; 22:32; Ezequiel 20:12); Yahweh Shalom, que muestra su capacidad y deseo de dar paz a las personas (Jueces 6:24); Yahweh Zeba’oth, que nos muestra el atributo de Dios como el General que pelea por Su pueblo (1 Samuel 1:3, entre otros); Yahweh Zidkenu, que señala la capacidad de Dios para justificar al hombre (Jeremías 23:6; 33:16); Yahweh Shammah, que significa “Yahweh está allí,” mostrando Su presencia y Su deseo de relacionarse con el hombre; Yahweh ‘Elyon, “el Altísimo,” que muestra Su extrema superioridad (Salmos 7:17; 47:2; 97:9); y Yahweh Ro’i, “Yahweh es mi pastor,” mostrando Su amor y capacidad para cuidar al hombre y suplir sus necesidades. Esto, y mucho más es todo lo que Dios “llegará a ser” cada vez que sea necesario. Hoy en día Cristo también tiene todos estos atributos, habiendo sido exaltado a la diestra de Dios con toda autoridad, poder y señorío, hoy él es “todo en todos”, como dice Colosenses 3:11.

Entonces, el nombre “Jehová” (o “Yahweh”), cada vez que aparece nos recuerda Su deseo de relacionarse con el hombre y Su capacidad de ser y hacer todo lo que desee para bien de la humanidad.

Volviendo al versículo 4 de Génesis leemos:

Génesis 2:4
Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos,

Los versículos previos hablaban sólo de “Dios” (Elohim), centrándose en Su poder creativo, ahora se habla de “Jehová Dios”, lo cual nos da el indicio de que lo que ahora se va a decir va a tener que ver con el deseo de Dios de relacionarse con el hombre y no tan sólo con Su poder creativo.

Aquí dice “…el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos…” como vimos, Dios no hizo la Tierra y los cielos en un día. Si bien es cierto que aquí puede estar presente la figura literaria sinécdoque, que consiste en colocar una parte de algo en representación del todo (en este caso “día” significando los seis días de creación), particularmente creo que aquí la palabra “día” tiene relación con la planificación de la creación, que es el tema del pasaje. Ampliando el pasaje sería: “Estas son las genealogías de los cielos y de la Tierra cuando fueron creados, el día que Yahweh [más exacto que “Jehová”] Dios hizo los planes para la Tierra y los cielos.”

Génesis 2:5
y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese…

Aquí se ve más claro: toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese… Nos está mostrando que el relato ahora se centra en los planes de Dios antes de que todo fuese concretado, por eso el orden que veremos difiere del orden dado en el primer capítulo.

Génesis 2:5-7
(5) y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra,
(6) sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra.
(7) Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

En los versículos del Génesis 1 Dios relata brevemente los seis días de creación, pero ahora nos va a dar detalles particulares de lo que hizo en esos días de creación y hechura de la Tierra y los cielos.

En el relato cronológico de la creación vimos que el hombre fue el último en aparecer en escena, sin embargo, aquí se comienza con el hombre. Cronológicamente el hombre fue el último, pero en la intención y propósito de Dios, el hombre estaba primero.

Aquí se nos dice que el hombre fue “formado” del polvo de la Tierra. La palabra “formar” significa “dar forma a algo”, se usa, por ejemplo, cuando se dice que el alfarero da “forma” a una vasija. Este pasaje hace referencia a la parte física del hombre. La parte física del hombre está compuesta de los mismos minerales que se encuentran en la Tierra, por eso dice aquí que Dios lo “formó” del polvo de la tierra. Si el hombre tuviera hoy la sabiduría de Dios, quizá pudiera llegar a hacer órganos vitales a partir de los minerales de la Tierra, no podría ponerles “alma” y “espíritu”, pero podría hacer, quizá, riñones, hígados o páncreas artificiales, ya que Dios los hizo partiendo de los materiales que había en la Tierra.

El versículo continúa diciendo que Dios “sopló en su nariz aliento de vida” esto constituye la figura literaria antropopatía, que consiste en atribuir características humanas a Dios para la mejor comprensión de alguna verdad que quiere transmitir. En este caso la figura se encuentra en el verbo “soplar”. No es que Dios literalmente “sopló” para dar vida al hombre, sino que se usa este verbo para indicar que el cuerpo del hombre sólo no tenía vida y Dios tuvo que poner esa vida en el hombre, y algo característico del hombre cuando está vivo es que tiene aliento, respira, por eso se dice que Dios “sopló” en su nariz aliento de vida.

La palabra “ser” aquí es la palabra hebrea nepesh, equivalente (en la Septuaginta) a la palabra griega psuche, que es la palabra que comúnmente se traduce “alma”. De hecho, versiones como la Reina-Valera-Gómez, las Sagradas Escrituras, la Versión Moderna , entre otras, traducen “…fue el hombre un alma viviente”.

El “alma” del hombre, es la parte que le da “vida” al hombre. La palabra hebrea nephesh, significa “vida”, “viviente”, o “vivo”. La raíz de esta palabra significa “respirar”. Hace referencia a la parte de un ser que le da vida. Las doctrinas, filosofías o religiones orientales como el budismo, tai chi y el New Age entre otras, han introducido el concepto de la “inmortalidad del alma,” enseñando que al morir sólo el cuerpo muere y  que el alma sigue viva y reencarna o sigue viva de algún otro modo, sin embargo, el concepto bíblico de “alma” es totalmente diferente, de hecho, muchas veces la palabra “alma” se refiere a la persona misma.

En Génesis 1:20 “seres vivientes” son las mismas palabras hebreas que en este versículo: chay nephesh, que significa: “almas con vida” o “almas vivientes”. Esto nos muestra que no sólo el hombre, sin también los animales tienen “alma”.

Génesis 9:4
Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.

Levítico 17:11
Porque la vida de la carne en la sangre está…
Estos versículos, nos dicen que lo que le da vida a la carne está en la sangre, es por eso que muchas veces en la Biblia veremos que se usa la palabra “sangre” como equivalente a la “vida” de una persona y “derramar sangre” como sinónimo de “matar” o “asesinar”.

Sabemos, a través de los descubrimientos e investigaciones científicas, que en nuestra sangre se encuentran todas las células que dan vida a nuestro ser, entre estas células, se encuentra el ADN, que contiene toda la información sobre lo que somos: color de pelo, color de ojos, forma física, habilidades y debilidades genéticas, entre otras cosas. Allí, en la sangre, está nuestra “alma”, que es, lo que nos da vida y nos hace ser lo que somos físicamente y moralmente. En el alma está (según yo lo entiendo) el “espíritu del hombre”, esto es, aquello donde se producen sentimientos, emociones, pensamientos, etc., que no debe confundirse con el espíritu de Dios o espíritu santo, que es la parte que tiene una “imagen semejante” a Dios.

Veamos un versículo más que nos ayudará a entender un poco más cómo es que está constituido el hombre:

Isaías 43:7
todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.

“Los llamados de mi nombre” se refiere a seres humanos, a ellos Dios los creó, los formó y los hizo. El orden de las palabras aquí es igual que en Génesis. Habíamos visto que Dios primero creó (trajo de la nada) el espíritu santo del hombre, luego formó (dio forma) al cuerpo del hombre basado en los materiales que había en la Tierra y, por último “hizo” el alma del hombre. La palabra “hacer” es más genérica, denota “hacer” o “producir”, es la palabra hebrea ‘asah, que, por ejemplo, en Génesis 1:11 se traduce “dé,” cuando dice: “…árbol de fruto que fruto…” El fruto no es ni creado ni formado por el árbol, es producido, necesita un proceso por medio del cual se origina el fruto. Del mismo modo, el alma del hombre no fue creada (originada de la nada), ni formada, sino que fue hecha o producida por Dios. Entonces, para estar completamente vivo, el hombre necesita de espíritu de Dios, cuerpo y alma.

Incluso es notorio que este orden: espíritu, cuerpo y alma, es el orden de prioridades que deberíamos establecer para poder tener vidas plenas. Cada una de estas partes tienen necesidades específicas que deben ser suplidas diariamente, y el orden de prioridades debiera ser: primero lo espiritual (lo que concierne a la relación con Dios), luego lo físico (el cuidado y nutrición del cuerpo) y por último lo que respecta al alma (el ejercicio intelectual, emocional, etc.). No estoy seguro de que espíritu – cuerpo – alma haya sido el orden cronológico en que fue hecho el hombre, lo que creo es que Dios los menciona en ese orden por su nivel de importancia, el espíritu santo es mencionado primero porque es lo que le da al hombre la capacidad de comunicarse y relacionarse con Dios, y esa era la intención original de Dios. Este patrón de espíritu, cuerpo y alma se repite en muchas formas a lo largo de toda la Biblia, cosa que es expuesta en mayor profundidad por el doctor Arthur Custance en su estudio “Noah’s three sons” (Los tres hijos de Noé).

Génesis 2:8-9
(8) Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
(9) Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida  en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Dios es quien puso, en medio del huerto, tanto el árbol que le daría vida como el árbol prohibido, de aquí se desprende que Dios le dio al hombre la capacidad de elegir. No era la voluntad de Dios que el hombre comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero le dio al hombre la capacidad de elegir si deseaba o no comer de ese árbol. Por su puesto, no existen árboles que den frutos llamados “vida” o “ciencia del bien y del mal”, esto es un relato simbólico. Hasta el momento, Dios había dado al hombre la capacidad de vivir perpetuamente en un mundo que era “bueno” en gran manera, no era necesario, ni recomendable, que el hombre conociera el mal y la muerte, pero Dios le dejó la capacidad de decidir, ya que, sin decisión no hay amor. Para poder amar, es necesario poder elegir amar. Si yo programo una computadora para que siga ciertas instrucciones y ésta hace todo lo que yo deseo a causa de mi programa, yo podría decir que la computadora me “obedece”, pero no podría decir que me “ama”. Para que exista el amor tiene que existir la posibilidad de elegir.

Nuevamente, recordemos que estamos viendo el relato del propósito y plan de Dios en la creación, y estos pasajes nos muestran que Dios quería tener una “familia” humana, un grupo de seres libres que lo amaran, no por obligación, sino por elección.

Génesis 2:10-14
(10) Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.
(11) El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
(12) y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
(13) El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.
(14) Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.

Creo que parte de este relato, o incluso todo el relato, es literal, relatando un huerto real, con un río real, etc., pero es evidente que el relato tiene un gran contenido simbólico. La Biblia muestra que Dios muchas veces crea realidades físicas que ejemplifican o son “figura” de realidades espirituales, un claro ejemplo es el tabernáculo que Dios mandó a construir a Moisés, el tabernáculo era real, pero también era simbólico de realidades espirituales, como dice Hebreos 9:24.
En la estructura del pasaje en Génesis estos cuatro versículos forman el centro de la estructura, esto significa que Dios quiso poner énfasis en estos versículos en particular.

Esta es la estructura de Génesis 2:4-25

A] v4, v5a – El propósito de Dios para el cielo y la Tierra.
       B] a] v5b, v6 – La tierra sin el hombre.
               b] v7 – La formación del hombre.
           C] c] v8 – El hombre puesto en el jardín.
                  d] v9 – Los árboles.
                     D] v10-v14 – El río y sus cuatro brazos.
           C] c] v15 – El hombre puesto en el jardín.
                  d] v16, v17 – Los árboles.
       B] a] v18-v20 – El hombre sin la mujer.
               b] v20-v23 – La “construcción” de la mujer.
A] v24, v25 – El propósito de Dios para el hombre y la mujer.

Como se ve, estos brazos del río están puestos en el centro de la estructura por alguna razón.

Edén, y este río con sus cuatro brazos quizá existieron físicamente, pero en el propósito y plan de Dios para el hombre, este río señala algo más importante. Como dije, creo que todo este relato contiene muchos aspectos simbólicos que señalan realidades espirituales. Hasta donde yo entiendo, el Edén representa al hombre mismo y el “centro” del jardín sería el “corazón” del hombre, no el corazón físico sino el corazón “mental”, el centro de pensamientos del hombre. ¿Y qué representaría el río?

Juan 7:37-39
(37) En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
(38) El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
(39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él…

Jesús aquí dijo que el espíritu santo que iban a recibir los creyentes serían “ríos de agua viva” que correrían en su interior. ¡Esto es lo que Adán tuvo desde el principio! Adán tuvo estos “ríos de agua viva” corriendo en su interior y regando todo su ser.

Veamos otro pasaje que ilustra esta realidad:

Isaías 44:2-4
(2) Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú,  Jesurún, a quien yo escogí.
(3) Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;
(4) y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.

Como veremos, cuando Adán cayó perdió el espíritu santo de Dios, y el hombre quedó “seco,” por eso, Dios promete aquí, proféticamente, que derramaría “aguas sobre el sequedal… mi Espíritu derramaré sobre tu generación” y, así como los ríos riegan árboles y plantas dándoles vida, el espíritu de Dios daría “bendición sobre tus renuevos.”

Leamos de nuevo los versículos en Génesis:

Génesis 2:10-14
(10) Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.
(11) El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
(12) y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
(13) El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus.
(14) Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates.

Como expliqué, estos versículos están en el centro estructural del pasaje. Dios quiere señalar que Su espíritu en el hombre era lo más importante en el hombre. A través del espíritu santo el hombre estaba íntimamente conectado con Dios, y Dios hacía fluir su “agua” espiritual, regando y bendiciendo toda la vida del hombre.

No es muy cierto el significado de los nombres de los cuatro brazos de este río. Según el léxico de Thayer el nombre “Pisón” significa “incremento”; “Gihón” significa “emanación”,; y “Tigris” significa “fertilidad, productividad”. De Hidekel no encontré referencias ni en este ni en otros léxicos. Si bien no es 100% seguro que estos sean los significados de los nombres de estos afluentes, pueden servir de orientación. El río que salía de Edén incrementaba, daba vitalidad, daba fertilidad y productividad a la vida del hombre, el espíritu santo de Dios hace esto en la vida de las personas.

Pero la palabra para “brazos” es la palabra hebrea ro’sh, que significa “cabezas”. Creo que esto puede estar relacionado con las cuatro caras de los cuatro seres vivientes de la visión de Ezequiel 1:4-10. Estos cuatro seres vivientes tenían cuatro rostros: uno de hombre, uno de león, uno de buey y uno de águila. Estos cuatro seres representan cuatro funciones: la de hombre (rostro de hombre); la de rey (representado en el León), la de sirviente (representado en el buey) y la de ser espiritual o “hijo espiritual de Dios” (representada en el águila).[1] El espíritu santo de Dios (representado en estas “cuatro cabezas” de este río) sería, entonces, el que le daba al hombre la capacidad de tener plenitud como hombre, como rey, como siervo y como hijo de Dios. Para esto fue creado el hombre, para cumplir estas cuatro funciones, pero sólo era posible cumplir estas funciones adecuadamente a través del espíritu santo de Dios.

Génesis 2:15
Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.

La palabra hebrea para “labrar” es ‘abad, que se traduce como “labrar”, “trabajar”, y también “servir”. En Deuteronomio 6:13 se nos dice: “A Jehová tu Dios temerás, y a él sólo servirás…” Allí “servirás” es ‘abad, que es la misma que labrarás aquí en Génesis. En Deuteronomio 11:16, y en muchos otros pasajes, Dios manda no “…sirváis a dioses ajenos”, usando esta misma palabra hebrea. Además, en cuanto a la palabra “guardar,” Dios le dijo a Abraham “guardarás mi pacto” (Gn. 17:9, 10); en Deuteronomio 4:6 Dios manda que “guarden” sus mandamiento y en el 4:9 dice: “guarda tu alma con diligencia”; en el 5:9 Dios dice que Dios deseaba que Su pueblo guarde Sus mandamientos para que les fuera bien todos los días de su vida. También Proverbios 4:4 nos dice: “guarda mis mandamientos y vivirás.”

Teniendo en cuenta el simbolismo que hay en Génesis 2, podríamos decir que “el huerto de Edén” representa al corazón del hombre mismo, Dios deseaba que el hombre sirviera a Dios y guardase Sus mandamientos, guardando su propia vida a través de la obediencia a Dios. Dios ya le estaba advirtiendo al hombre que debía cuidar su vida y no servir a otros “dioses”, ya que Dios sabía de la existencia del Diablo y el peligro que representaba para el hombre el obedecerle y servirle. Si el hombre obedecía, le iría bien “todos los días de su vida,” de hecho, “Edén” significa “deleite”, esto es lo que el hombre tenía ante la presencia de Dios.

Génesis 2:16-17
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

En el texto hebreo, “podrás comer,” del versículo 16 dice, literalmente “comer, comerás” esto es una figura idiomática llamada poliptoton, que consiste en la repetición del verbo en distinta conjugación o tiempo para enfatizar una acción. En este caso se enfatiza el acto de comer, en otras palabras, es como decir: “de todo árbol del huerto, puedes comer sin ningún problema.” En el versículo 17 se usa la misma figura literaria en “ciertamente morirás,” que en el texto es “morir, morirás.” Esto sería como decir: “¡Cuidado con ese árbol!, si comes de él, de seguro morirás, no habrá vuelta atrás.”

Tomando el aspecto simbólico del relato, tenemos que el jardín representa a Adán, el “centro” del jardín sería el corazón del hombre, los “rios” representarían al espíritu de Dios en el hombre y el árbol de la vida y el del conocimiento del bien y del mal representarían la capacidad del hombre de elegir entre el bien y el mal, la vida y la muerte, la obediencia a Dios o la desobediencia.

Esta declaración puede parecer extraña para algunas personas, pero veremos algunos pasajes que sustentan esta postura:

Proverbios 3:13-18
(13) Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia;
(14) Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino.
(15) Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.
(16) Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra.
(17) Sus caminos son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz.
(18) Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen.

En este caso se dice que la sabiduría es “árbol de vida,” por supuesto, esto no es un uso literal de la frase, sino figurado, indicando que a través de la sabiduría una persona puede prolongar su vida y hacerla más bendita.

Proverbios 11:30 dice que: “El fruto del justo es árbol de vida…”; Proverbios 13:12 dice que “…árbol de vida es el deseo cumplido.”; en Proverbios 15:4 leemos que “La lengua apacible es árbol de vida…” En todos estos usos, “árbol de vida” tiene un sentido figurado, señalando atributos que prolongan la vida y le dan calidad y bendición. Teniendo en cuenta estos pasajes, podemos ver cómo el “árbol de vida” en Génesis simboliza todo aquello que conservaría y bendeciría la vida del hombre.

Ahora veremos un pasaje de la Escritura que será de gran luz para comprender mejor el relato en Génesis:

Deuteronomio 30:11-19
(11) Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.
(12) No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?
(13) Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos?
(14) Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.
(15) Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;
(16) porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.
(17) Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres,
(18) yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán,  para entrar en posesión de ella.
(19) A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;

En este pasaje en Deuteronomio encontramos bastantes similitudes con el pasaje en Génesis. En ambos pasajes vemos que Dios puso ante el hombre la capacidad de decidir entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. En Génesis, la consecuencia de la desobediencia es enfatizada con la expresión “morir morirás,” en este caso, donde dice: “de cierto pereceréis,” usa la misma figura idiomática con distintas palabras hebreas, literalmente: “perecer, perecerás.” Estos pasajes nos demuestran que los mandamientos de Dios son para vida, y al desobedecerle, no sólo escogemos alejarnos de Él, estamos escogiendo la muerte.

Este pasaje en Deuteronomio, nos da, además, unos indicios que pueden ayudar a entender el relato en Génesis. En el versículo 14 Dios dijo: “…muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón…” teniendo esto en mente, los “árboles” mencionados en Génesis bien pueden haber estado, sencillamente, en el corazón de Adán (lo cual se exterioriza a través de las palabras que salen de la “boca”). El hecho de que hayan sido puestos “en el centro” del jardín puede señalar, como he dicho, que la capacidad de decidir entre el bien y el mal, la vida y la muerte, estaba en el centro de pensamientos de Adán: en su corazón.

Otro indicio que tenemos en Deuteronomio, que bien puede corresponderse con el pasaje en Génesis es lo dicho en el versículo 17: “Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejaras extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres...” La forma de desobedecer a Dios era “dejándose extraviar” y sirviendo y adorando a “dioses ajenos.” Esto es clave, porque esto es lo que sucedió con Adán, como veremos más adelante.

Génesis 2:18
(18) Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
(19) Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.

¿Cómo? ¿No dicen, los capítulos previos, que el hombre fue hecho antes que los animales? ¿Por qué acá dice que los animales fueron formados después que el hombre?

Ya habíamos visto que el capítulo 2 de Génesis no respeta un orden cronológico sino de propósito de Dios. Si bien el hombre fue creado al final, en la mente de Dios el hombre estuvo primero, pero mientras planeaba la creación pensó: “no es bueno que el hombre esté solo…” Dios estaba pensando en cómo bendeciría al hombre, Dios pensó cómo hacer feliz al hombre a través de Su creación.

Además, Dios quiso que el hombre sea partícipe de las actividades de Dios y le dejó la tarea de dar nombre a los animales. En Génesis 1:5 vimos que Dios llamó a la luz “Día” y a las tinieblas “Noche;” y en el 1:8 vimos que Dios llamó a la expansión “cielos,” pero ahora, Dios pensó en dejarle al hombre la tarea de dar nombres a los animales. Aquí vemos otro rasgo del amor de Dios.

Cuando los padres regalan gatitos o perritos a sus hijos, muchas veces, dejan que sus hijos les pongan nombre al animal. Quizá el padre podría darle un nombre más apropiado o creativo al gatito o al perrito, pero deja que su hijo lo nombre, para hacerlo sentir útil y contento. En cosas así de simples se ve el amor de un padre a un hijo, y algo similar vemos aquí en el amor de Dios hacia el hombre. Incluso dice que “todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre” o sea, Dios no le dijo: “¡No! ¿Cómo vas a llamar “lechuza” a ese animal? ¡Ese nombre es horrible!, mejor le ponemos…” Dios fue quien creó a esos animales, pero, como muestra de Su amor, dejó que los nombres fueran puestos por Adán.

Génesis 2:20
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.

Adam Clarke, en su comentario de la Biblia hace notar que los nombres hebreos de los animales describen alguna característica individual de ese animal, Adán, siendo hombre muy inteligente, pudo percibir los atributos de cada animal y así darles nombre, pero también halló que ninguno de éstos tenía características similares a él, no había una “ayuda idónea,” no había un ser que encaje perfectamente para él.

Génesis 2:21-22
(21) Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
(22) Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

La palabra “costilla” es la palabra hebrea tsela’ que significa “costilla” o “lado.” El la Biblia, no hay ningún otro uso en el que se traduzca como “costilla” ni que haga referencia a una costilla humana. Todos los usos bíblicos de tsela’ se refieren a una “lado” o “costado” de algo. En la Septuaginta (traducción griega del texto hebreo) la palabra equivalente es pleura, que significa “costado,” en el Nuevo Testamento se usa de “costado” humano (Juan 19:34; 20:20, 25, 27; Hch. 12:7) en la Septuaginta se usa más genéricamente como “costado,” sea de personas o cosas.

La palabra “hizo,” en este caso, es una palabra totalmente diferente a las que hemos visto, es la palabra hebrea banah, que significa “construir” o “edificar,” y así se traduce en la mayoría de los usos. Vine, en su diccionario del hebreo del Antiguo Testamento dice que “…en cada caso, el verbo connota que se ‘forma’ un objeto nuevo añadiendo al material existente…”

La Biblia nos dice, aquí, que Dios tomó un “costado” de Adán para hacer a la mujer. Ya habíamos visto que cuando Dios creó al ser humano en su parte espiritual los creó “macho y hembra” ambos en uno, al cual puso como nombre “Adán,” que en hebreo es la misma palabra genérica para “hombre” o “ser humano.” Particularmente creo que el “costado” que Dios tomó de Adán tenía algo de las tres partes del hombre: parte de su cuerpo físico, parte de su vida de alma y parte de su vida espiritual, creo que Dios tomó algo de cada una de estas tres y agregó el material que hacía falta para hacer a la mujer. No puedo asegurar qué es lo que Dios tomó del hombre y cómo hizo a la mujer, pero lo cierto es que la mujer tenía cuerpo, alma y espíritu santo al igual que el hombre. Pero, para que sea una “ayuda idónea” era necesario que no sea “igual” a Adán, sino complementaria, esto es lo que Dios diseñó desde un principio.

Génesis 2:23
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona [o “mujer”], porque del varón fue tomada.

“Hueso de mis huesos y carne de mi carne” es una expresión que se refiere a que la mujer estaba hecha de lo mismo que el varón, la mujer no sólo tenía una estructura física similar a la del hombre, con carne y huesos distribuida de manera similar, sino que también tenía una vida de alma similar, con una conciencia moral y con un espíritu santo conectado con Dios, al igual que como tenía el hombre. Viendo esto Adán la llamó “varona.” “Varona” es la palabra hebrea ishsha, que frecuentemente se traduce como “mujer.” Aquí el traductor de la Biblia colocó “varona” para mantener el “sonido” lingüístico que transmite el hebreo, en donde “varón” es ish, que suena similar a la palabra para “mujer”: ishsha.

Génesis 2:24
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Estas últimas no son palabras de Adán, sino de Dios, para mostrar la importancia que tiene la mujer para la vida del hombre. Después de contar cómo llegaron a la existencia el hombre y la mujer, y cuál era el propósito para ellos, Dios dice, parafraseando: “Es por esto que el hombre tiene que poner en segundo plano a su padre y su madre, y unirse a su mujer y ser una sola carne con ella.” Esto significa que la mujer que tiene unidad de propósito y de acción con su marido llega a ser mejor “ayuda” o complemento para el hombre que sus propios padres.

“Serán una sola carne” es una expresión que significa “tener unidad de propósito y pensamiento, actuando con un fin en común.” También es una expresión que expresa el sentido de lealtad y fidelidad hacia el otro. El hombre debe unirse a su mujer y tener unidad de propósito y pensamiento con ella, y cuidarla y quererla como a sí mismo, y lo mismo para la mujer.

Esta expresión se usa en la Biblia no sólo del hombre y la mujer. Por ejemplo en 2 Samuel 5:1

2 Samuel 5:1
Vinieron todas las tribus de Israel a David en Hebrón y hablaron, diciendo: Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya somos

Estas personas estaban comprometidos con David, y les eran fieles y leales, lo que David dispusiera, ellos lo ayudarían a llevar a cabo. Por eso dijeron “hueso tuyo y carne tuya somos.”

1 Crónicas nos transmite la misma idea:

1 Crónicas 11:1
Entonces todo Israel se juntó a David en Hebrón, diciendo: He aquí nosotros somos tu hueso y tu carne.

Expresiones similares se usan de un padre con respecto a familiares (como en Jue. 9:2), con respecto a los que son de un mismo pueblo o descendencia (como 2 Sam. 19:12, 13). Entonces, esta expresión indica una fuerte unión, ya sea por estar ligados sanguíneamente o socialmente, como también espiritualmente a través de la unión matrimonial.

Mateo 19:3-6
(3) Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
(4) El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,
(5) y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán [“llegarán a ser” según el texto griego] una sola carne?
(6) Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

“Juntó” es la palabra griega suzeugnumi, que literalmente significa “unir en yugo.” En los tiempos bíblicos, dos bueyes eran unidos por medio de una pieza de madera llamada “yugo,” que se aseguraba en sus cuellos. A través del yugo ambos animales aprendían a trabajar juntos, juntos tiraban del arado para hacer el trabajo. Del mismo modo, si Dios puso “yugo” en un hombre y una mujer, lo más conveniente para ambos es seguir juntos, haciendo juntos el trabajo para Dios, sirviendo juntos a Dios y edificándose mutuamente. Entonces, en este versículo vemos que “ser una misma carne” tiene el mismo sentido que estar unidos en yugo. Tiene el sentido de tener unidad de propósito y corazón. Pero va más allá, teniendo el sentido de estar unidos de modo de complementarse en espíritu, en cuerpo y en alma.

Efesios 5:28-33
(28) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
(29) Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,
(30) porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos [“de su carne y de sus huesos” no está en varios de los textos griegos más confiables].
(31) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.

Aquí la palabra “unirá” es en griego prokollao, que significar “adherirse o pegarse fuertemente.” El verbo está en voz pasiva, por lo cual sería mejor traducido “será unido a su mujer,” el hombre debe dejar que sea Dios quien lo adhiera a su mujer, para que ambos sean “una sola carne,” y puedan complementarse espiritualmente, físicamente y mentalmente.

1 Corintios 11:7-9
(7) Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
(8) Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón,
(9) y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.

Sin entrar en detalles en cuanto al significado de “cubrirse la cabeza,” lo que vemos es que Dios tomó de sí mismo el “modelo” para hacer la parte espiritual del hombre, pero para hacer a la mujer tomó de lo que había en el hombre. En el versículo 9 “por causa de” también puede traducirse “para el bien de.” Uniendo este pasaje con el de Génesis podemos ver que el hombre fue creado a imagen de Dios, y el propósito de Dios en esto era relacionarse con el hombre. Debido a que Dios es amor (1 Juan 4:8, 16) necesitaba alguien a quien darle Su amor. Entonces creó al hombre como “receptor” de Su amor, para esto fue creado el hombre, para relacionarse con Dios y ser el receptor de Su amor. Por otro lado, la mujer fue hecha a partir del hombre y no directamente de Dios, y fue hecha para ser la receptora del amor del hombre. Entonces, Dios sería el protector y benefactor del varón y el varón sería el protector y benefactor de la mujer. Este es el propósito de Dios para el hombre y la mujer, y siempre que se alteran estos roles habrá pérdida para el hombre y la mujer.

Génesis 2:25
Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

“Desnudo” significa “sin cobertura.” Ellos no sólo estaban “desnudos” físicamente, sino también mentalmente. Su moral estaba intacta, podían estar delante de Dios abiertamente, sin ocultar nada, sin necesidad de cubrirse, porque hasta entonces, no habían hecho nada de lo que tuvieran que avergonzarse, no habían desobedecido a Dios en nada.

Hasta aquí hemos visto que toda la creación de Dios tenía como objetivo central al ser humano (comprendido de varón y mujer) y que el ser humano fue creado con el propósito de tener una relación espiritual con Dios. Esta relación espiritual con Dios es la que posibilitaba a Adán y a Eva tener la sabiduría y poder de Dios en acción en el mundo, gobernando toda la Tierra y lo creado en ella, y viviendo vidas con plenitud física, mental y emocional. Dios puso en el hombre y la mujer la responsabilidad de gobernar sobre toda la creación, pero no debían gobernarse uno a otro. Dios iba a ser el protector y benefactor del varón, siendo éste el receptor de Su amor, y el varón iba a ser el protector y benefactor de la mujer, siendo ella la receptora del amor del varón, ambos fueron creados para complementarse en amor, no para que uno gobierne autoritariamente sobre el otro.

Como ya he señalado, el deseo de Dios es que el hombre sea hombre, sirviente, rey e hijo. Como hombre podía vivir en el plano físico y disfrutar de toda la creación de Dios, como sirviente, debía obedecer a Dios para que su vida esté plenamente bendecida, como rey tendría la autoridad sobre toda la Tierra y lo que en ella hay y como hijo de Dios, en su parte espiritual, tendría una estrecha relación espiritual con su Padre: Dios.

Tal fue el deseo de Dios de mostrar Su amor para con el hombre, que le entregó la capacidad de reinar, de gobernar, sobre todo lo que había en la Tierra. En otras palabras, Dios dijo al hombre y a la mujer: “esta Tierra, los animales, las plantas y todo lo que hay en ella es mi regalo para ustedes, pueden hacer con ella lo que quieran, pero cuídenla, y cuiden sus propias vidas y multiplíquense, tengan una gran familia para compartir esto que hice para ustedes. Pero tengan cuidado, si bien ustedes pueden elegir no obedecerme, no les va a convenir, ciertamente, lo único que obtendrán es muerte.”


[1] Un estudio más amplio sobre estos cuatro aspectos en estos seres y en la vida de Cristo se encuentra en el capítulo 6 del libro “One Lord & One God,” (Un Dios y un Señor), de Mark Graeser, John Schoenheit y John Lynn.








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