¿Es correcto hacer lo que "sentimos"?

En Honor a Su verdad
Hoy en día es muy común escuchar a una persona aconsejar a otra que no sabe qué hacer en una situación: “haz lo que sientes”. Este tipo de pensamientos se ha vuelto un patrón de conducta en muchísimas personas, al punto que una de las más conocidas marcas de zapatillas tiene como slogan “just do it” (“sólo hazlo”). Esta se ha convertido en la filosofía de vida de muchas personas, pero nosotros, como cristianos, no debemos ser arrastrados por la corriente de este mundo, sino reflexionar a la luz de las Escrituras para saber si es realmente la voluntad de Dios que hagamos siempre “lo que sentimos”.

Para un cristiano que honra a Dios y quiere hacer Su voluntad, el mensaje que Dios ha transmitido en Su Palabra debe ser el estándar para vivir, y Sus mandamientos deben ser los que rijan nuestra conducta. Los mandamientos de Dios nos señalan cuál es el deseo de Dios, cómo es que Él quiere que nos conduzcamos. En la Biblia tenemos miles de versículos con mandamientos de parte de Dios, y jamás leeremos que Dios pone como condición “hagan esto si es que así lo sienten”.

Dios nos ha dado una norma para lo que es correcto y lo que no, y si “sentimos” hacer cosas que no son conforme a Su voluntad, Dios desea que lo sigamos a Él y no a nuestros sentimientos.

¿Qué pasa si en determinado momento me encuentro con una mujer muy bonita y “siento” el deseo de esa noche pasarla con ella y no volver a casa con mi mujer? Bien, la Biblia dice: “no cometerás adulterio” (Dt. 5:18), mi deber es cumplir el mandamiento sin importar el sentimiento. ¿Qué pasa si veo mucho dinero en casa de un amigo y “siento” el deseo de quitárselo? Dios mandó diciendo: “no hurtarás” (Dt. 5:19). ¿Qué si tengo “ganas” de embriagarme en una fiesta? La Biblia dice: “No os embriaguéis con vino,  en lo cual hay disolución”. ¿Qué pasa si “siento” el deseo de pasarme el día amargado y gritarle a todo el que se me cruza? La Biblia dice: “Estad siempre gozosos” (1 Ts. 5:16) y “Quítense de vosotros toda amargura,  enojo,  ira,  gritería y maledicencia,  y toda malicia” (Ef. 4:31). Estos son sólo algunos ejemplos de mandamientos de Dios. Jamás encontraremos que Dios ponga a los sentimientos como condición para cumplir Sus mandamientos. Lo correcto es lo correcto y lo incorrecto es incorrecto, ya sea que “sintamos” ganas o deseo de hacerlo o no.

Una expresión sinónima de “haz lo que sientes” es “sigue a tu corazón”, pero ¿qué dice la Biblia? La Biblia dice, en Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso;  ¿quién lo conocerá?” Entonces, si el corazón es “engañoso”, no podemos confiar en él. Siguiendo al “corazón” jamás sabremos si estamos haciendo la voluntad de Dios o no.

Una antigua frase dice: “los sentimientos son buenos esclavos pero muy malos señores”. En otras palabras, los sentimientos son muy benéficos cuando los sujetamos a nuestra voluntad, pero si les damos rienda suelta, causarán desastres en nuestras vidas.

La Biblia dice que los hombres del mundo emplean las “artimañas del error” para engañar a los cristianos y hacerlos fluctuar en su fe y conducta (Ef. 4:14). Aquí la palabra “artimaña” es methodeia, de donde sale nuestra palabra “método”. La misma palabra griega se usa en Efesios 6:11 al hablar del Diablo. La Reina Valera 1960 traduce “asechanzas del Diablo” y la NVI “artimañas del Diablo”. Lo que nos indican estos versículos es que tanto el Diablo como las personas del mundo que rechazan a Dios suelen ser metódicos en el modo de transmitir el error, sutilmente introducen pensamientos e ideas que pasan inadvertidas dentro de un grupo de personas. Si estos pensamientos no son rápidamente erradicados paulatinamente se convierten en doctrina y en filosofías de vida que sutilmente destruyen la relación de una persona con Dios y reemplazan Su verdad con el error.

“Haz lo que sientes” y “sigue a tu corazón” son frases inocentes que acarrean un gran daño. En 1 Juan leemos:

1 Juan 2:16-17 (BTX)[1]
(16) Porque todo lo que hay en el mundo: la codicia de la carne, la codicia de los ojos, y la soberbia de la vida, no viene del Padre, sino del mundo.
(17) Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

El mundo intenta proporcionar satisfacción para aquello que codicia nuestra carne, aquellos que codician nuestros ojos, y aquello que alimenta nuestra soberbia. Todas estas cosas, lo dice claramente aquí, no provienen del Padre.

La conducta que tiene como premisa seguir a los sentimientos es una conducta del mundo y no de Dios. El mundo se está viniendo abajo y la moral humana está cada vez más denigrada porque las personas cada vez más y más hacen lo que “sienten” en vez de hacer lo correcto. La infidelidad, el adulterio, el sexo prematrimonial, la homosexualidad, las borracheras, el uso de drogas, los chistes groseros y bromas de mal gusto, las ironías, la constante amargura, entre otras cosas, se han extendido más y más en nuestra sociedad y se han vuelto moneda corriente debido a que las personas han cambiado la visión moral de lo “correcto” por una moral basada en los sentimientos.

Jesús no quiso ser crucificado, tres veces oró para evitar esa muerte (Mt. 26:38-44), pero se dispuso a hacer la voluntad de Dios a toda costa ¿Se imaginan qué hubiese pasado si Jesús hubiese seguido a sus sentimientos y no hubiese decidido ser torturado y crucificado? ¡Hoy la humanidad estaría perdida! ¡No habría ni la más remota posibilidad de que tengamos vida perpetua en la presencia del Padre! Jesús hizo lo que tenía que hacer, no porque “sintió” ganas de hacerlo, sino porque amó a Dios y nos amó a nosotros (Juan 15:13).

El amor humano es una clase de amor que se basa en los sentimientos, pero el amor de Dios es un amor que trasciende a los sentimientos, es una clase de amor que pone a lo correcto y lo que es mejor para el otro por encima de los sentimientos. El amor conforme a Dios parte de la obediencia a Dios. No creo que Pablo haya tenido ganas de ser encarcelado y azotado, pero aún así no dejó de predicar la Palabra de Dios. Pedro y Juan también arriesgaron sus vidas para dar a conocer el Evangelio. Muchos hombres y mujeres que amaron Dios, a lo largo de la historia, sufrieron y hasta dieron sus vidas para acercar a otros el mensaje de Salvación de Dios. Si ellos hubiesen “seguido a su corazón”, quizá nosotros ahora no seríamos salvos y no estaríamos tratando estas cosas.

Es cierto que existen ocasiones en que los sentimientos sí nos guían a hacer lo correcto. Como he explicado con detalle en los estudios Filipenses 2:13: La acción de Dios en el creyente”; “La renovación de la mente” y “El don de espíritu santo”, Dios, a través del don de espíritu santo que nos ha dado, genera en nosotros pensamientos, deseos, sentimientos y emociones que son conforme a Su voluntad. A través de éstos es que podemos hacer lo que Dios requiere. Sin embargo, hay una fuerza opuesta dentro de nosotros a la que la Biblia llama “la carne”, que es el impulso natural al pecado y a la satisfacción de los deseos egoístas por encima de la necesidad de los otros. La Biblia nos dice que “la carne” y “el Espíritu” se oponen entre sí (Gá. 5:16-17), por lo tanto, todos los “sentimientos” que parten de la carne serán opuestos a la voluntad de Dios.

La pregunta, entonces, es: ¿cómo sabemos si un sentimiento procede de Dios o si su origen es nuestra naturaleza carnal? ¿Cómo sabemos si nuestros impulsos internos son conforme a la voluntad de Dios o no? ¿Cómo sabemos si lo que “sentimos” o deseamos hacer en determinado momento es generado por Dios o sale de nuestra naturaleza pecaminosa? Bien, lo primero que hay que hacer es orar a Dios por sabiduría y acompañar la oración con acción. Mucho de lo que es “correcto” o “incorrecto” no necesita ser directamente revelado por Dios, porque ya nos dejó una gran guía en Su Palabra. La Biblia está llena de instrucciones y mandamientos que nos ayudan a conocer cuál es la voluntad de Dios y separar lo correcto de lo incorrecto.

La tendencia natural del hombre no es la de sentirse cómodo con hacer la voluntad de Dios, pero en la medida que vamos renunciando a las carnalidades para andar en comunión con Dios, podemos llegar a decir, al igual que el salmista:

Salmos 119:61-72 (BTX)
(61) Lazos de impíos me han envuelto, Pero no he olvidado tu Ley.
(62) A medianoche me levanto para darte gracias, Por tus justos mandamientos.
(63) Soy compañero de todos los que te temen, Y de los que observan tus preceptos.
(64) Oh YHVH, la tierra está llena de tu misericordia. ¡Enséñame tus estatutos!
(65) Oh YHVH, bien has hecho a tu siervo, Conforme a tu palabra.
(66) Enséñame a discernir y a entender, Porque en tus mandamientos he creído.
(67) Antes de ser humillado, yo erraba, Pero ahora, guardo tu palabra.
(68) Bueno eres Tú, y bienhechor, Enséñame tus estatutos.
(69) Los soberbios forjaron mentiras contra mí, Pero yo atesoro tus preceptos de todo corazón.
(70) El corazón de ellos está engrosa do como sebo, Pero yo me deleito en tu Ley.
(71) Bueno me es haber sido humilla do, Para que aprenda tus estatutos.
(72) Mejor me es la Ley de tu boca Que millares de oro y plata.

Salmos 1:1-3 (BTX)
(1) ¡Cuán bienaventurado es el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni se detuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado!
(2) Sino que en la Ley de YHVH está su delicia, Y en su Ley medita de día y de noche.
(3) Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, Que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita, Y todo lo que hace prosperará.


[1] Las citas bíblicas marcadas como “BTX” fueron tomadas de la Biblia Textual, de la Sociedad Bíblica Iberoamericana.




¿Te bendijo este estudio?
¡Compártelo en las redes sociales! 

http://facebook.com/sharer.php?u=http://twitter.com/home?status=https://plus.google.com/share?url=

 

  

http://enhonorasuverdad.blogspot.com.ar/2013/12/mapa-del-blog_6354.html

 

   

Quizá también te interese:

 

No hay comentarios. :

Publicar un comentario