La Palabra de verdad actuando en los creyentes

En Honor a Su verdad


1 Tesalonicenses 2:13 – “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”

1 Tesalonicenses 2:13
Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.

¿Quiénes son los “creyentes”? Por todo lo que hemos visto, no son aquellos que atienden constantemente a una determinada congregación o reunión y que asienten con la cabeza todo lo que se enseña. Tampoco son aquellos que tienen la casa empapelada de versículos bíblicos y escuchan 24hs. una radio cristiana. Estas cosas no son malas, pero eso no es ser creyente. Ser creyente es estar convencido en el corazón de que aquello que Dios declara es Verdad y actuar de modo acorde. Ser creyente es ser fiel a Dios y obedecer sus instrucciones, es oír el mensaje de parte de Dios y cambiar nuestro modo de pensar y de vivir de acuerdo a lo que hemos recibido de Dios.

Si bien la “fe” o “creencia” requiere ser evidenciada por nuestras acciones o palabras, hay que tener en cuenta que no son mis acciones externas las que me CONVIERTEN en creyente, la “fe” comienza por una convicción interna y se demuestra, luego, a través de palabras y acciones externas. Pero si yo cambio mis acciones externas y sigo igual en mi interior, no seré un verdadero creyente, sólo seré un profesante religioso que quiere demostrarse devoto ante los demás. Fe es “convicción en acción”, las acciones, aún si son correctas, si no van acompañadas de la convicción correcta no son acciones de “fe.” La CONVICCIÓN está primero, las acciones surgen como consecuencia de esa convicción, pero si esas acciones no surgen es porque no tengo suficiente “convicción”, ambas cosas, la convicción y las acciones consecuentes, están ligadas, una sin la otra no constituyen una verdadera “fe” cristiana.

Repite esto, que es importante:

Las acciones, aún si son correctas, si no van acompañadas de la convicción correcta no son acciones de “fe”. La convicción está primero, las acciones surgen como consecuencia de esa convicción

Hechos 14:7-10
(7) y allí predicaban el evangelio.
(8) Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado.
(9) Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado,
(10) dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo.

Aquí vemos que Pablo estaba predicando el evangelio, las buenas nuevas de Dios, y este hombre, cojo de nacimiento, estaba escuchando el mensaje de Dios por boca de Pablo y su corazón se convenció sobre el amor y poder de Dios. Dios sabía esto y reveló a Pablo que diera sanidad a esta persona. Pablo profirió la instrucción de Dios para este hombre: “Levántate derecho sobre tus pies”. Teniendo esta información este hombre tenía dos opciones: demostrar su convicción interna por medio de una acción externa, o sea, levantarse; o dudar del poder de Dios o de la veracidad de las palabras de Pablo y quedarse postrado. Este hombre creyó, o sea, obedeció la instrucción que Dios le dio por medio de Pablo, y recibió sanidad y gran bendición. Nuevamente vean: la convicción interna se evidenció a través de una acción externa: el levantarse, y al hacerlo recibió lo que Dios le prometió.

Así son muchas de las promesas de Dios. Dios ha transmitido mucho de Su corazón y Su deseo para la humanidad en Su Palabra escrita. Y allí ha dejado muchísimas promesas que esperan nuestra acción para ser concretadas.

Isaías 55:10-13
(10) Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
(11) así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero,  y será prosperada en aquello para que la envié.
(12) Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.

En este pasaje se compara a la Palabra de Dios con la lluvia y la nieve. La lluvia cae sobre la tierra y la riega, y luego, el sol evapora el agua que hay sobre la tierra, convirtiéndola en nubes que luego volverán a dar lluvia. Este proceso es continuo. La lluvia no hace crecer las plantas de la nada, sino que hace germinar aquellas semillas que fueron plantadas, pero cae sea que hayan semillas o no. El sembrador siembra en la tierra porque tiene “fe” (está convencido) de que habrá lluvia y su semilla crecerá. Del mismo modo, cuando nosotros sembramos nuestra “fe” en Dios, actuando conforme a Su voluntad, él se encargará de que esa semilla crezca.

Las promesas de Dios están allí, ya sea que las creamos o no. Pero si las creemos serán energizadas por el poder de Dios y harán aquello que Él prometió que harán y darán el beneficio que Él prometió que darán.

1 Corintios 2:1-5
(1) Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.
(2) Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
(3) Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;
(4) y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,
(5) para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

En el versículo 4 las palabras “del Espíritu y de poder” forman la figura de dicción edíadis, que consiste en utilizar dos palabras relacionadas para transmitir un solo concepto, en este caso “poder del Espíritu”, haciendo referencia al espíritu de Dios.[1]

Pablo era un hombre muy instruido, conocía mucho acerca de la ley de Dios, habiendo sido fariseo. Sin embargo, ante los corintios se propuso no saber otra cosa que lo referente a la obra de Jesucristo y los logros de su muerte y resurrección. Él no quiso armar todo un argumento intelectual elaborado para persuadir a los corintios de creer en Cristo, más bien les habló con simpleza y respeto, demostrando el poder de Dios a través de su anuncio. Pablo no quería que los corintios pensaran: “¡Qué maravilloso! ¡Qué bien habla este hombre! Seguramente este habla verdad, porque sus palabras son muy profundas y sabias”. Pablo quería que los corintios basaran su fe, su convicción, en el poder de Dios.

De aquí aprendemos que nuestra fe, nuestra convicción, no debe basarse solamente en las palabras de los hombres, por más sabias que parezcan, sino en la verdad de Dios, que, como hemos visto, actúa en los creyentes. Cuando nuestra convicción y acción está basada en la verdad de Dios, el poder de Dios va a actuar en nosotros. Si nuestra convicción no está basada en la verdad de Dios, el poder de Dios estará ausente. Por eso, lo importante no es cuánta información creemos, sino que estemos creyendo en una información verdadera. Sólo la Palabra de Dios correctamente dividida y adecuadamente practicada va a conectarnos con el poder de Dios en acción en nuestras vidas, proveyéndonos de todo lo necesario en todas las cosas, hasta el día de nuestra reunión con Cristo.

Repito:

Lo importante no es cuánta información creemos, sino que estemos creyendo en una información verdadera. Sólo la Palabra de Dios correctamente dividida y adecuadamente practicada va a conectarnos con el poder de Dios en acción en nuestras vidas.

Nuestra fe debe estar basada en la verdad de Dios, por eso Pablo instruyó a Timoteo:

2 Timoteo 2:15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Las palabras “usa bien” en este pasaje, son en griego orthotomeo, que significa “hacer un corte recto, dividir correctamente”.

“Palabra” es en griego logos, que ya hemos visto que significa “mensaje.” La palabra “verdad” en el griego está precedida del artículo, sería “el mensaje de la verdad”. Aquí tenemos, nuevamente, el uso del caso genitivo. En este caso “el mensaje de la verdad” se refiere a “el mensaje que transmite verdad”.

Dios transmite verdad a través de Su mensaje, ya sea escrito o directamente revelado. La tarea de Timoteo (y de todos quienes enseñan la Palabra de Dios) es esforzarse, por todos los medios disponibles, por comprender adecuadamente qué es lo que Dios transmitió en Su mensaje y así enseñarlo a otros. Este esfuerzo diligente se hace no sólo a través del estudio de la Biblia, sino a través de la práctica, la oración y la fidelidad hacia Dios. Aquél que tiene la función de enseñar la Palabra de Dios y de guiar hacia la verdad a un grupo de personas, sólo estará aprobado delante de Dios, sin tener de qué avergonzarse, si divide correctamente el mensaje de Dios que transmite la verdad de Dios.

Pablo sigue diciendo:

2 Timoteo 2:16
Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.

“Evita” es la palabra griega periistemi, que significa “estar alrededor”, “rodear”, como en Juan 11:42. “Profanas” es en griego bebelos, que es aquellos que es opuesto a lo sagrado y puro. “Vanas palabrerías” es en griego kenophonia, que significa “palabras vacías” o “conversaciones vacías”. “Y” no está en el texto, debe decir “profanas conversaciones vacías”. Además, “conducirán” es la palabra griega prokopto, que significa “llevar hacia delante, crecer, avanzar”.

Más ajustado al texto griego este pasaje debería leerse así: “Pero las profanas conversaciones vacías rodea, porque harán avanzar sobre mucha impiedad”.

Cuando uno está intentando hablarle la Palabra de Dios a una persona, ésta quizá desvíe la charla y  ésta se convierte en una conversación profana y vacía. Uno no siempre puede evitar este tipo de conversaciones, pero puede “rodearla”, o sea, ir llevando la conversación hacia la verdad de Dios. Si se torna imposible sacar algo provechoso de la conversación, ahí sí, quizá sea necesario terminar la conversación, ya que prolongar una conversación de este tipo generará un avance, no en lo que Dios quiere producir, sino en impiedad, o sea, en aquello que es contrario a la voluntad de Dios.

Por lo tanto, no sólo hay que hacer un “corte recto”, un uso correcto del mensaje de Dios, también hay que desviar o evitar aquellas conversaciones que son contrarias a éste mensaje.

2 Timoteo 2:17-18
(17) Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto,
(18) que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos.

Este es el resultado de hacer un “mal corte” de la Palabra de Dios y participar de “profanas conversaciones vacías”. Estas dos personas mencionadas se habían desviado de la verdad, y así como la gangrena va infectando a los miembros del cuerpo cercanos, este tipo de personas “infectan” con sus mentiras al Cuerpo de Cristo, trastornando la fe de algunos.

Como ya hemos dicho, nuestras convicciones y acciones deben estar basadas en cierta información. Si baso mis convicciones y acciones en mentiras, cuando las cosas no sucedan como yo lo esperaba, mi convicción va a verse muy afectada, quedando sin la seguridad de qué o a quién creerle. Por eso es muy necesario tener una relación con Dios y orarle y pedirle diariamente sabiduría, muchas enseñanzas incorrectas basadas en la Biblia han causado un sin fin de desastres y arruinado las vidas de muchas personas sinceras.

2 Timoteo 2:19
Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.

Las mentiras trastornan las convicciones y dejan a las personas que las creen en un total estado de incertidumbre e ignorancia, pero la verdad de Dios es firme e inamovible. Dios sabe quiénes son los que le buscan y lo aman, y están interesados en conocer Su verdad, y los ayudará a entender la verdad, teniendo un firme fundamento.



[1]  Para estudiar acerca de esta y otras figuras de dicción utilizadas en la Biblia lea el libro: “Figuras de dicción usadas en la Biblia” de E.W. Bullinger, traducido al castellano por F. Lacueva.








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