Justificación y salvación por FE

En Honor a Su verdad

Romanos 10:9-11 – “Porque si en tu ·boca dijeres-con-franqueza: “Señor Jesús” y en tu ·corazón creyeras que ·DIOS lo resucitó de-entre muertos, serás-salvado, porque la declaración de la fe con el corazón es-creída para obtener justicia, pero con la boca es-dicha-con-franqueza para obtener salvación. Porque la Escritura dice que todo el que está-creyendo en Él NO será-avergonzado.”

La Epístola a los Romanos contiene el pilar doctrinal de la salvación y justificación que Dios hizo disponible por medio del sacrificio de Jesucristo a través de la fe en él. E. W. Bullinger señala, en su comentario bíblico “The Companion Bible” (La Biblia compañera) que el versículo central en la estructura de Romanos es el 11:36: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Utilizando correctamente las preposiciones griegas este versículo podría traducirse así: “porque todas las cosas parten desde ÉL y pasan por ÉL y van hacia ÉL”.

De Dios procede todo lo que en el Universo hay, por medio de Él subsisten todas las cosas y hacia Él van todas las cosas. Toda Su creación fue hecha para Su satisfacción y Su plan va hacia donde Él lo propuso. Nuestras decisiones y las decisiones tomadas por todos los seres creados con la libertad para decidir pueden cambiar la forma en que Él lleva a cabo Su plan, pero el destino final no cambiará, porque Dios se encarga de que Su creación llegue hacia donde Él desea que llegue. Este es el centro de la doctrina de Romanos, lo cual también es el punto central de las Escrituras: mostrar el amor y la soberanía del único Dios verdadero.

La epístola de Romanos nos va a mostrar cuál fue la situación en que quedó el ser humano ante Dios luego de la desobediencia de Adán, y qué fue lo que Dios hizo para solucionar la pérdida de vida espiritual que sufrió la humanidad a causa de esa desobediencia. Romanos nos va a mostrar que el requisito para ser salvos, ser librados del pecado, recibir el espíritu santo de Dios, y la promesa de una vida futura en un cuerpo inmortal es la fe. Por medio de la fe Dios nos hace justos delante de Él, no tomando en cuenta nuestros pecados y, por ende, anulando el castigo merecido por éstos. Esto es lo que veremos en la epístola a los Romanos.

En el versículo 15 del capítulo 1 de Romanos Pablo dice estar dispuesto y deseoso de ir a Roma para predicarles el evangelio (“evangelio” significa “buena noticia”). Luego, en el 16 y 17 leemos:

Romanos 1:16 y 17 (Mi traducción)[1]
(16) Porque NO estoy-avergonzado de la buena-noticia, porque es poder de DIOS para salvación de todo el que está-creyendo, del judío primero y también del griego;
(17) porque en ésta está-siendo-revelada una justicia de DIOS desde fe hacia fe, como ha-sido-escrito: “Mas el justo desde fe vivirá”.

Previamente en este estudio habíamos visto que en la buena noticia (el evangelio) de Dios es donde se revela (se da a conocer) la justicia de Dios y que mediante un constante ciclo de fe uno va creciendo en el entendimiento de la justicia de Dios para vivir conforme a la voluntad de Dios. Pero este versículo también nos dice que el evangelio es poder de Dios para “salvación”. Lo que ahora haremos es analizar qué es la salvación y cuál es el rol del “evangelio” o la “buena noticia” en cuanto a ésta.

La palabra “salvación” es la palabra griega soteria, que proviene de sozö, que es “salvar, rescatar, liberar, sanar”. Soteria básicamente denota una liberación de cierta opresión y puede entenderse como: “salvación, rescate, liberación, sanidad, entereza, restitución”. Puede tener el sentido de liberación o rescate de un problema físico (de ahí su significado de “sanidad”), mental, moral o espiritual. El contexto determinará a qué aspecto se refiere.

Por ejemplo, en Lucas 1:71 se habla de “salvación” de mano de los enemigos, lo cual implica un rescate o liberación de la opresión de un adversario. En Hechos 7:25 la RV-1960 traduce “libertad”, hablando de la salvación que Moisés traería a los israelitas, en este caso se usa en un aspecto físico de liberación de la opresión enemiga. En Hechos 27:34 la RV-1960 traduce soteria como “salud”, esto es porque aquí se habla de una “salvación” en el aspecto físico, ellos debían comer para estar sanos. Sin embargo el aspecto de “salvación” que Pablo va a tratar en la epístola de Romanos es el rescate o liberación de un enemigo mucho más difícil de vencer: el pecado. A lo largo de la epístola de Romanos Pablo va a explicar cómo es que la buena noticia de Dios nos comunica todo aquello que Dios hizo para que el ser humano pueda ser librado de la opresión del pecado en su vida y, consecuentemente, ser librado de la consecuencia del pecado que es la muerte.

La salvación provista por Dios contiene dos aspectos fundamentales: uno presente y uno futuro. Aceptar a Cristo como Señor de nuestras vidas nos lleva a recibir una nueva vida espiritual de Dios que es espiritual, inmortal e incorruptible, ésta nueva vida es pura e incapaz de pecar. En el futuro Dios hará una completa transformación en nosotros de modo de no tener más nuestra parte carnal pecaminosa (1 Corintios 15:51-54), pero en el presente esta vida espiritual que Dios nos ha dado convive en nosotros con la vida carnal con la que nacimos, la cual tiende al pecado. La salvación de Dios para el tiempo presente consiste es la posibilidad de ser librados en parte de las actuales consecuencias del pecado en la medida en que vivimos conforme a la voluntad de Dios. Entonces, comprender la buena noticia de Dios nos servirá no sólo para obtener la promesa de futura restauración completa de nuestro ser, sino para hoy en día vivir con la mayor plenitud posible en espera de aquella futura transformación.

Nuevamente:

La salvación de Dios para el tiempo presente consiste es la posibilidad de ser librados en parte de las actuales consecuencias del pecado en la medida en que vivimos conforme a la voluntad de Dios.

Romanos 1:18-22 (Mi traducción)
(18) Porque está-siendo-revelada una ira de DIOS desde el cielo sobre toda irreverencia e injusticia de hombres que están-deteniendo la verdad con injusticia,
(19) porque lo que es conocido de ·DIOS es evidente entre ellos, porque ·DIOS se lo manifestó,
(20) ya-que SUS atributos ·invisibles, tanto SU imperceptible ·poder como SU divinidad, son-entendidos, claramente-percibidos desde SU creación, es decir, el mundo de las hechuras; para-que ellos sean indefendibles.
(21) Porque aunque conocieron a ·DIOS, NO le glorificaron ni le agradecieron como a un DIOS, sino que fueron-hechos-vanos en sus ·razonamientos y fue-oscurecido su ·corazón sin-entendimiento
(22) Afirmando ser sabios fueron-inutilizados 23 y cambiaron la gloria del DIOS incorruptible por una imagen similar a la de hombre corruptible, y pájaros, y cuadrúpedos, y reptiles.

Aquí Pablo explica que en la buena noticia de Dios no sólo se revela la justicia de Dios, sino también Su ira. La justicia, como vimos en el versículo 17, es para aquellos que tienen fe, pero sobre los incrédulos Dios aplicará Su ira, no ahora, sino en Su futuro juicio sobre la humanidad (Ap. 6:17). Este pasaje nos explica que la ira de Dios no es, como muchos podrían pensar, sobre los que cometen pecado, sino específicamente sobre aquellos que aún percibiendo la existencia de Dios no lo reconoce como tal y le dan gloria.

En otras palabras:

No es el pecado en sí el principal problema de la humanidad, sino la falta de reconocimiento y reverencia hacia Dios.

En Isaías 43:7 Dios dijo:

Isaías 43:7
todos los llamados de mi nombre;  para gloria mía los he creado, los formé y los hice.

Dios creó a la humanidad y a los otros seres libres para Su gloria, por lo tanto todo aquél que no da la gloria a Dios y busca la gloria propia no está cumpliendo el objetivo central para el cual fue creado y esto es lo que lo hace ser merecedor de la “ira” de Dios.

Los versículos 26 al 31 de Romanos 2 dan una lista de aquellos actos que surgen como consecuencia de no dar la gloria a Dios y respetarlo y reverenciarlo como tal.

Romanos 2:26-31 (Mi traducción)
(26) Por esto, ·DIOS los entregó a pasiones de deshonra, porque incluso sus ·hembras alteraron la función sexual natural por la que es contra naturaleza,
(27) e igualmente, también los machos, dejando la función sexual natural de la hembra, fueron-encendidos en su ·intenso-deseo unos hacia otros, machos en machos realizando actos con su vergüenza y recibiendo en sí-mismos la retribución que corresponde por su ·error.
(28) Y así-como NO aprobaron tener a ·DIOS en sus vidas, en pleno-conocimiento de SU voluntad, ·DIOS los entregó hacia una mente reprobada, para seguir-haciendo lo que no conviene
(29) (habiendo-sido-llenados con toda-clase de injusticia, maldad, avaricia, malicia, repletos de envidia, homicidio, contienda, engaño, bajeza; chismosos,
(30) detractores, aborrecedores-de-DIOS, insolentes, arrogantes, jactanciosos, inventores de maldades, desobedientes a los padres,
(31) sin-entendimiento, desleales, sin-afecto-de-familia, despiadados);

Todas éstas son cosas que van en contra de la voluntad de Dios. Aquí se describen actos y actitudes que describen un carácter totalmente opuesto al carácter de Cristo, quien fue la fiel representación del amor de Dios. Pero, si bien todas estas cosas disgustan a Dios, éstas son aquí mencionadas como la consecuencia de una actitud de corazón de desprecio a Dios, por eso el capítulo concluye:

Romanos 2:32 (Mi traducción)
éstos plenamente-conocieron cuál era el justo-requerimiento de ·DIOS y que los que están-practicando ·esta-clase de cosas son merecedores de muerte, pero NO sólo las siguen-haciendo, sino que también felicitan a los que las practican.

No se está hablando de personas que ignoraban la existencia de Dios y de los mandamientos de Dios, sino de personas que conocían el justo requerimiento de Dios para sus vidas y lo menospreciaron. Son personas que saben que quienes practican tales cosas son dignas de muerte, pero aún así no sólo las siguen haciendo sino que felicitan, recomiendan o se complacen con aquellos que practican estas cosas.

Entonces vemos que el primer paso para tener una relación espiritual con Dios es reconocerlo como Dios y buscar Su gloria y no la gloria propia. No se trata de redirigir tan sólo nuestros actos externos, sino de redirigir nuestro corazón hacia Dios. Por eso la Escritura dice que “el principio de la sabiduría es el temor [respeto reverente] a Jehová [Yahweh, refiriéndose a Dios]” (Salmos 111:10; Proverbios 1:7).

A lo largo del capítulo 2 y 3 Pablo va a ir explicando un poco cuál es el objetivo de la ley de Dios y cómo Dios se fija en el corazón de las personas. Pablo habla especialmente a los descendientes de Israel explicando que Dios no es un Dios exclusivo de los israelitas y que Su salvación se extiende a todas las personas.

Romanos 3:19-20 (Mi traducción)
(19) Pero estamos-comprendiendo que todo-aquello que la ley de DIOS está-diciendo, se lo está-diciendo a los que están en la ley de DIOS para-que toda boca sea-impedida de defenderse y llegue-a-ser condenable todo el mundo delante de ·DIOS.
(20) ya-que en-base-a obras requeridas por la ley de DIOS NO será-tratada-como-justa toda carne ante ÉL, porque mediante la ley de DIOS sólo tenemos pleno-conocimiento del pecado.

En estos versículos Pablo explica que la ley de Dios, lejos de proveer de salvación y justificación a las personas, lo que hace es demostrar que todo el mundo (todas las personas del mundo) es condenable, dando a conocer cada uno de los requisitos de Dios para que una persona pueda ser considerada como “justa” y merecedora de la vida perpetua en el paraíso futuro. En otras palabras la imposibilidad de cumplir perfectamente la ley de Dios hace que todas las personas queden sujetas a pecado y muerte, sin tener argumento alguno como para procurar merecer la salvación de Dios.

Romanos 3:21-26 (Mi traducción)
(21) Pero ahora ha-sido-manifestada una justicia de DIOS separada de la ley de DIOS, (aunque ésta está-siendo-testificada por la ley de DIOS y los escritos de los profetas),
(22) o-sea, una justicia de DIOS mediante la fe de Jesucristo para todos los que están-creyendo, porque NO hay diferencia entre los judíos y el resto,
(23) porque todos pecaron y están-siendo-excluidos de la gloria de ·DIOS.
(24) Sin embargo, están-siendo-tratados-como-justos gratuitamente esto es, por SU ·gracia, mediante la redención, la recibida en Cristo Jesús;
(25) a Quien planeó, ·DIOS, como el sacrificio del propiciatorio, mediante la fe en Su ·sangre, para que sea una evidencia de SU ·justicia en aquel tiempo (a-causa-de la suspensión del juicio sobre los actos-pecaminosos previamente-cometidos, en la clemencia de ·DIOS),
(26) y para que luego sea la evidencia de SU justicia en la temporada presente, para ÉL ser visto como justo y QUIEN está-tratando-como-justo a aquél que vive desde la fe de Jesús.

Cabe aclarar que la palabra que aquí traduje como “está-tratando-como-justo” es la palabra griega dikaioö. Esta palabra suele ser traducida como “justificar” o “declarar justo”. La palabra “justificar” puede resultar confusa, porque puede hacer pensar que una persona pasa a ser “justa” ante Dios. Ser “justo”, en este contexto, significa cumplir todos los requisitos necesarios para ser merecedor de la vida perpetua que Dios provee. Por nuestra condición de pecado jamás podremos llegar a ser “justos” como para recibir esta vida. Lo que Dios hace por medio de nuestra fe en Cristo es tratarnos como si fuéramos justos y merecedores de esa vida y trata con nosotros como si no tuviéramos pecado. Esto es lo que la palabra dikaioö transmite.

Aquí Pablo muestra cuál es la solución provista por Dios a causa de la imposibilidad del ser humano de llegar a ser justo delante de Dios: Dios ha provisto de una justicia separada de la ley, que es mediante la fe de Jesucristo. Las palabras “fe de Jesucristo” tienen un doble sentido aquí: (1) la fe que Jesucristo demostró hacia Dios, siendo obediente hasta la muerte (Filipenses 2:8); (2) la fe que el cristiano tiene en Jesucristo y Su obra redentora (Romanos 10:10). Ya que toda la humanidad ha quedado destituida de la gloria de Dios a causa de la imposibilidad de cumplir perfectamente Sus mandamientos, Dios proveyó de una forma de obtener la vida perpetua en Su futuro reino en la Tierra: la regala por medio de la fe.

Si bien el deseo de Dios era regalar la vida perpetua a la humanidad, Él primero debía “comprar” ese regalo. Un regalo es algo que no le cuesta nada a quien lo recibe porque lo ha pagado quien lo da. En el caso de la vida espiritual perpetua, al ser humano no le cuesta nada, pero alguien tuvo que pagar por ese regalo. Dios pagó nuestra salvación, nos “compró” para que fuéramos suyos (1 Co. 6:20). El precio de nuestra salvación fue el sacrificio de Su propio Hijo: Jesucristo. A causa del sacrificio de Jesucristo Dios ahora puede tratar como justos a aquellos que creen en Jesús y así darles la vida espiritual de la era futura.

Más adelante Pablo demuestra, por medio del ejemplo de Abraham, cómo Dios ya había puesto en marcha este principio de justificación por fe ya desde tiempos antiguos

Romanos 4:13-17 (Mi traducción)
(13) Porque NO mediante una ley se dio la promesa a ·Abraham, o a su ·simiente, de que iba a ser el heredero del mundo, sino mediante una justicia otorgada mediante fe;
(14) porque si los que actúan basados-en una ley de DIOS son herederos, se-ha-dejado-sin-efecto a la fe y se-ha-anulado-la-promesa;
(15) Porque la ley de DIOS produce la ira de DIOS, pero donde NO hay ley de DIOS tampoco puede haber trasgresión de esa ley.
(16) Por eso DIOS otorga justicia desde fe, para-que se reciba conforme a SU gracia; de-este-modo la promesa está firme para toda la simiente: NO sólo para la simiente que parte desde la ley, sino también para la simiente que parte desde la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros
(17) (como ha-sido-escrito, que: “por padre de muchas etnias te he-puesto”), que estamos frente-a QUIEN él creyó, o sea, frente a DIOS, QUIEN vivifica a los muertos y suele-llamar lo que aún no existe como si fuera algo que ya existe.

Dios otorga Su justicia por fe, conforme a Su gracia. “Gracia” es la cualidad por medio de la cual alguien da algo a otra persona sin recibir nada a cambio. La gracia de Dios es la cualidad por la cual él da gratuitamente. No hay nada que podamos hacer para merecer Su salvación y la vida perpetua en la era futura, así que Dios las da gratuitamente, las regala a quienes creen en Cristo.

Aquí se mencionan dos aspectos fundamentales en la fe de Abraham, él creyó: (1) que Dios vivifica a los muertos y (2) que suele-llamar lo que aún no existe como si fuera algo que ya existe. Estos dos aspectos de la fe, de la convicción de Abraham son los mismos que se requieren de nosotros para obtener la salvación de Dios:

Romanos 4:23-25 (Mi traducción)
(23) Pero que “le fue-considerada” NO fue-escrito sólo por él,
(24) sino también por nosotros, a quienes la fe nos está-por-ser-considerada como suficiente para obtener justicia, esto es, a los que estamos-creyendo en el que resucitó de-entre los muertos: Jesús, nuestro ·Señor;
(25) Quien fue-entregado por nuestras ·infracciones y fue-resucitado por nuestra ·justificación.

Entonces vemos que el ejemplo de Abraham fue dado en las Escrituras para que nosotros aprendamos de él e imitemos su fe. Por un lado nuestra fe para salvación requiere creer que Dios vivificó a Cristo luego de Su muerte, y que del mismo modo nos vivificará a nosotros, estando espiritualmente muertos en pecado. Por otro lado, cuando estamos plenamente convencidos de que Dios cumplirá Sus promesas, estamos creyendo que Dios llama aquello que no existe como si ya existiera, porque aunque muchas de las cosas que ha prometido aún no existen, nosotros creemos que existirán por el sólo hecho de que Él ha dicho que así será. Estos dos aspectos de nuestra fe, nuestra “convicción en acción”, son fundamentales para nuestro proceso de salvación presente, o sea, para alcanzar la máxima plenitud en nuestras vidas actuales, mientras esperamos nuestra reunión con Cristo.

Repasemos los dos aspectos fundamentales de la fe de Abraham que debemos imitar:

Creer que Dios vivifica a los muertos y que Él suele llamar lo que aún no existe como si ya existiera

Romanos 5:6-10 (Mi traducción)
(6) Porque Cristo, aún siendo nosotros débiles, aún así, en temporada pereció por los irreverentes.
(7) Ya-que difícilmente a-favor-de un justo perecerá alguno, porque por el bueno quizá alguno también se-atreva a perecer.
(8) Pero ·DIOS está-exponiendo la grandeza de SU ·amor hacia nosotros; ya-que aunque nosotros somos pecadores, Cristo pereció por nosotros.
(9) Por-lo-tanto, mucho más ahora, después de que ya fuimos-tratados-como-justos en Su ·sangre, mediante Él seremos-salvados de la ira;
(10) porque si siendo enemigos hemos-sido-reconciliados por ·DIOS mediante la muerte de SU ·Hijo, mucho más, si ya hemos-sido-reconciliados, seremos-salvados de la ira en Su ·vida.

En el versículo 9 vemos que el sacrificio de Cristo sirvió también para que los que creen en Él sean salvos de la ira de Dios, la cual desatará en el futuro. El creyente cristiano no tiene que preocuparse por tener que pasar por los eventos que serán desatados (conforme relata el libro del Apocalipsis) en el “día de la ira” (Ap. 6:17). El cristiano ha sido salvado, rescatado, librado de esta ira. Este es otro aspecto de esta salvación.

Cristo murió por los irreverentes, por los pecadores. Teniendo en cuenta lo que previamente hemos visto, sabemos que los “irreverentes” y “pecadores” son todas las personas de la humanidad, ya que nadie pudo, ni puede, cumplir perfectamente la ley de Dios.

A causa de que no puede cumplir perfectamente la ley de Dios, toda la humanidad merece la ira de Dios, merece la muerte. Sin embargo, por medio de la fidelidad de Cristo y de nuestra fe en Él Dios nos ha reconciliado consigo, nos ha dado vida espiritual y nos librará de padecer las consecuencias de Su futura ira.

Romanos 5:12-14 (Mi traducción)
(12) Por eso, así-como mediante un hombre el pecado entró en el mundo y mediante el pecado la muerte así también hacia todos los hombres la muerte traspasó, sobre todos aquellos quienes pecaron
(13) (porque hasta que fue dada una ley de DIOS, existía pecado en el mundo, pero un pecado NO es-registrado cuando no hay ley de DIOS,
(14) sin-embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, también sobre los que no pecaron sobre la similitud de la trasgresión de Adán, quien es modelo del que está-por venir).

Antes de proseguir quiero señalar la diferencia entre “pecado” y “trasgresión”. “Pecado” es todo aquello que no se ajusta a la voluntad de Dios, mientras que “trasgresión” es una infracción o violación a una determinada ley o mandamiento. Por esta causa, toda trasgresión es pecado, pero no todo pecado es trasgresión. Para que exista una trasgresión es necesario que exista una ley o mandamiento de parte de Dios, si no hay ley, no hay forma de infringir esa ley. Sin embargo, el pecado es cualquier cosa que no se ajusta a la voluntad de Dios, ya sea que exista o no una ley de Dios. Por ejemplo, al estar escribiendo esto yo no estoy infringiendo ninguna ley de Dios, sin embargo, supongamos que Dios quería que yo esté ahora en otro lugar, o haciendo otra cosa, entonces, aunque no estoy transgrediendo ninguna ley Suya, estoy pecando por no estar ajustándome perfectamente a Su voluntad. De este modo, podemos entender que hay muchas cosas que hacemos o dejamos de hacer en nuestras vidas que sin ser trasgresiones son pecado. Una vida sin pecado sería aquella en la que la persona hace perfectamente la voluntad de Dios las 24hs del día. Sólo una persona cumplió estos requisitos: nuestro Señor Jesucristo (Juan 5:30). Por eso, aún si una persona pudiera vivir sin infringir las leyes de Dios en toda su vida, de todos modos es imposible que viva sin pecado, porque necesita de una estrecha relación con Dios, la cual solo es posible con la vida espiritual que Dios da.

Para recordar:

“INFRACCIÓN” (o “transgresión”) es infringir una ley de Dios, es faltar a alguno de Sus mandamientos o estatutos. “PECADO” es todo aquello que no se ajusta perfectamente a la voluntad de Dios. Una “infracción” es actuar contra una ley o instrucción de Dios escrita, un “pecado” es actuar contra la naturaleza o el corazón de Dios.

En estos versículos vemos que mediante un hombre (Adán), entró el pecado en el mundo y mediante el pecado la muerte. La consecuencia del pecado es la muerte, por lo tanto, un solo pecado en una persona ya la hace digna de muerte. Cuando la ley de Dios no había sido dada aún, el pecado existía igualmente, aunque las personas vivían sin saber que estaban pecando y no cometían trasgresiones.

Romanos 5:18-19 (Mi traducción)
(18) Por-lo-tanto, consecuentemente, así-como mediante una infracción vino el juicio hacia todos los hombres, resultando en condena, así también, mediante un cumplimiento del justo-requerimiento de DIOS, vino el regalo hacia todos los hombres, resultando en justificación de vida.
(19) Porque así-como mediante la desobediencia de ·un hombre los muchos fueron-puestos-en-posición-de pecadores, así también, mediante la obediencia de ·uno, los muchos serán-puestos-en-posición-de justos.

Aquí vemos que fue una sola infracción, un solo acto de desobediencia (de Adán) el que trajo juicio para condena a toda la humanidad, por eso, es justo que Dios pueda otorgar justificación de vida a las personas luego de un acto de perfecta obediencia (la vida de Cristo).

Romanos 6:1-4 (Mi traducción)
(1) Entonces, ¿qué diremos al respecto? ¿Permaneceremos en el pecado para-que la gracia se incremente?
(2) ¡Ni pensarlo! Quienes perecimos al pecado ¿cómo viviremos todavía en éste?
(3) ¿O ignoran que todos-aquellos que fuimos-bautizados hacia Cristo Jesús, hacia Su muerte fuimos-bautizados?
(4) Por-lo-tanto, fuimos-sepultados-junto-con Él mediante el bautismo, para la muerte, para-que así-como Cristo fue-resucitado de-entre los muertos por la gloria del PADRE, así también nosotros en novedad de vida andemos.

Pablo aquí se anticipa a algún cuestionamiento que pueda hacerse algún creyente. Uno podría decir, razonando erróneamente sobre la gracia de Dios, que si uno peca la gracia de Dios se incrementa, ya que mientras más pecado, más es el favor que muestra Dios por Su salvación. Ante este razonamiento Pablo responde que no se debe pensar y actuar de este modo. Fuimos bautizados “hacia Cristo”, esto significa que nuestro bautismo fue siguiendo a Cristo y siguiendo Su muerte.[2] Dicho de otro modo, Dios nos dio salvación y justificación cuando decidimos comenzar a seguir a Cristo como Señor para considerarnos “muertos” con respecto a nuestra pecaminosa pasada manera de vivir, por lo tanto, no sería lógico que luego de recibir la salvación volvamos hacia aquello que dejamos atrás. Todo lo contrario, nuestro bautismo en espíritu santo (Hechos 1:5; 11:6; 1 Co. 12:13) tiene como fin hacer morir las obras pecaminosas que producen muerte para andar en una nueva clase de vida.


Romanos 6:5-11 (Mi traducción)
(5) Porque si plantados-junto-con Él hemos-llegado-a-ser la similitud de Su ·muerte, ciertamente también en cuanto a la resurrección seremos similares.
(6) Esto conocemos: que nuestro ·viejo hombre fue-crucificado-junto-con él, para-que sea-anulado el cuerpo del Pecado, el objetivo es que nosotros ya-no tengamos que ser-esclavos del Pecado.
(7) Porque el que pereció ha-sido-tratado-como-justo de modo que queda fuera-del gobierno del Pecado;
(8) y, ya-que perecimos junto-con Cristo, creemos que también viviremos-junto-con Él.
(9) Hemos-comprendido que Cristo ha-sido-resucitado de-entre los muertos, ya-no está-pereciendo, la muerte ya-no está-ejerciendo-señorío sobre Él.
(10) Porque lo-que pereció para con el Pecado lo pereció de una-vez-por-todas, pero lo-que está-viviendo, lo está-viviendo para ·DIOS.
(11) Así también ustedes, considérense ustedes-mismos, por-un-lado [estando] muertos para con el Pecado, pero por otro lado, viviendo para ·DIOS en Cristo Jesús.

En estos versículos vemos que nuestra unión a Cristo (luego de aceptarlo como nuestro Señor), es tal que somos considerados como “plantados con él” en Su muerte y también en su resurrección. En la perspectiva de Dios el “viejo hombre”, el hombre de pecado, fue crucificado con Cristo y se nos ha dado una nueva vida en Cristo, para formar parte de un “nuevo hombre” en unión a Él (Efesios 2:15). En esta unión con Cristo, tenemos la posibilidad de vivir la clase de vida que Él vive ahora. Dios, por medio de Su don de espíritu santo[3] en nosotros nos da la capacidad de vivir ahora con la vida que Cristo tiene actualmente, esto es en la medida en que andamos conforme a la voluntad de Dios. ¡Esta es la verdadera vida abundante que hoy podemos vivir! (Juan 10:10).

¿Y qué debemos hacer para poder vivir esta vida espiritual que tenemos en Cristo?

Romanos 6:12-14 (Mi traducción)
(12) Por-lo-tanto no permitan que siga-reinando el Pecado en el cuerpo mortal de ustedes, de-modo-de estar-obedeciendo a sus ·codicias,
(13) ni tampoco sigan-presentando sus ·miembros como implementos de injusticia en servicio del Pecado, por-el-contrario, preséntense a ustedes-mismos ante ·DIOS como personas que están-viviendo de-entre los muertos y presenten sus ·miembros como implementos de justicia en servicio a ·DIOS.
(14) Porque el pecado en ustedes NO ejercerá-señorío, porque NO estamos bajo ley sino bajo gracia.

Pablo nos instruye aquí a no permitir que el pecado siga reinando en nuestras vidas, dejar de obedecer a sus clamores, a no dejar que la tentación nos gane para hacer aquello que es contrario a la voluntad de Dios. A causa del sacrificio de Cristo, hoy tenemos la posibilidad de tener Su acción continua en nosotros que nos da la capacidad de obedecer a Dios y desplazar la autoridad y gobierno del pecado. Sin embargo, la capacidad de pecar sigue estando dentro nuestro, por eso es necesario que día a día, hora tras hora y minuto tras minuto tomemos la DESICIÓN de obedecer a Cristo y no a nuestra naturaleza pecaminosa.

Romanos 6:15-23 (Mi traducción)
(15) ¿Entonces qué haremos? ¿Pecaremos debido a que NO estamos bajo ley sino bajo gracia? ¡Ni pensarlo!
(16) ¿NO saben que cuando se presentan como esclavos para rendir obediencia, están-siendo esclavos de aquél a quien obedecen, ya-sea de pecado, que-resulta-en muerte, o de obediencia, que-resulta-en justicia?
(17) Pero ¡gracia de ·DIOS! porque ustedes eran esclavos del Pecado, pero obedecieron de todo corazón a ese  modelo de doctrina al cual fueron-entregados,
(18) y fueron-hechos-libres de la autoridad del Pecado, siendo-hechos-esclavos de la Justicia
(19) (como humano les estoy-hablando a-causa-de la debilidad de la carne de ustedes); porque así-como presentaron sus ·miembros como esclavos de la impureza y la ilegalidad para andar en la ilegalidad, así-también ahora, presenten sus ·miembros como esclavos de la Justicia para andar en santidad.
(20) Porque cuando eran esclavos del Pecado, eran libres de obedecer a la Justicia.
(21) Pero ¿qué fruto tenían, en aquel-tiempo, de aquellas cosas de las cuales ahora se-avergüenzan de haber hecho? (porque el fin de aquellas cosas es muerte).
(22) Mas ahora, habiendo-sido-librados de la autoridad del Pecado y habiendo-sido-hechos-esclavos de ·DIOS, el fruto que ustedes tienen es para andar en santidad y en el fin tendrán vida de-la-era futura.
(23) Porque la paga del Pecado es muerte, pero el regalo de ·DIOS es vida de-la-era futura en Cristo Jesús, nuestro ·Señor.

Pablo sigue alentando a los cristianos a dejar de obedecer al pecado y andar en obediencia a Dios. Espiritualmente ahora somos de Dios y nuestro Señor es Jesucristo, sin embargo, en la práctica podemos seguir obedeciendo a nuestro antiguo “señor”: el Pecado. Dios, por medio de Cristo, nos da la capacidad de hacer Su voluntad, pero queda en nosotros decidir hacerla o no.

Otra vez:

Dios, por medio de Cristo, nos da la capacidad de hacer Su voluntad, pero queda en nosotros decidir hacerla o no.

Ningún pecado que cometamos después de haber aceptado a Cristo como Señor de nuestras vidas podrá hacer que Dios nos quite la vida espiritual, no podemos dejar de ser hijos de Dios y ser quitados del Cuerpo de Cristo. Pero el andar en pecado sólo nos traerá muerte en las distintas áreas de nuestras vidas. Por el contrario, andar en santidad, conforme a la voluntad de Dios, da como fin “vida de la era futura”, lo cual se refiere a la posibilidad de vivir con la calidad de vida que tendremos en la era futura, cuando nuestros cuerpos sean transformados y seamos perfectos. Esta vida tiene las cualidades que ahora tiene Cristo y como fruto produce el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, etc., que ahora tiene Cristo (Gálatas 5:22, 23).


Romanos 8:5-11 (Mi traducción)
(5) Porque los que según carne están andando, disponen-sus-mentes hacia los requerimientos de la carne, pero los que están andando según espíritu, disponen sus mentes hacia los requerimientos del Espíritu.
(6) Porque la disposición-de-la-mente conforme a la carne produce muerte, pero la disposición-de-la-mente conforme al Espíritu produce vida y paz.
(7) Por-eso, la disposición-de-la-mente conforme a la carne produce enemistad para-con DIOS, porque la carne NO está-siendo-sometida-a la ley de DIOS, porque tampoco puede,
(8) por-eso los que están en carne a DIOS NO pueden complacer.
(9) Pero ustedes NO están en carne sino en espíritu, ya-que el espíritu de DIOS habita en ustedes, y si alguno NO tiene espíritu ungido, éste NO es de ÉL,
(10) pero si Cristo está en ustedes, ciertamente el cuerpo está muerto a-causa-del pecado pero el espíritu tiene vida a-causa-de la justicia;
(11) y si el espíritu del que levantó a ·Jesús de-entre los muertos habita en ustedes, EL que levantó a Cristo de-entre los muertos vivificará también los mortales cuerpos de ustedes mediante SU ·espíritu, que habita en ustedes.

Aquí Pablo sigue señalando el hecho de que la carne (nuestra parte humana con la que nacemos) NO PUEDE complacer a Dios. Nuestra naturaleza humana JAMÁS nos conducirá a hacer la voluntad de Dios, por eso Dios tuvo que hacer algo, por medio de Cristo, para que podamos tener una naturaleza diferente (el espíritu) que nos conduzca y capacite para hacer la voluntad de Dios. Todo aquél que recibió el espíritu santo de Dios, es de Dios y, consecuentemente, es considerado “muerto” en su parte humana pecaminosa y “vivo” es su nueva parte espiritual. En otras palabras, lo que Dios toma en cuenta en nosotros es aquello que hacemos conforme a nuestra nueva naturaleza espiritual, la parte humana está muerta para Dios, ya no es de valor. En el 11 vemos que si tenemos el espíritu santo de Dios en nosotros, Dios nos vivificará mediante Su espíritu habitando en nosotros. En otras palabras, en la medida que andamos conforme al espíritu, Dios nos va dando vida mediante ese espíritu, por eso, aunque si pecamos no dejaremos de ser hijos de Dios y salvos de la ira venidera, lo que nos conviene es obedecer a Dios, para tener mayor plenitud de vida hasta nuestra futura reunión con Cristo.

La carne de ningún modo puede complacer a Dios, sólo por la acción de Dios a través del don de espíritu santo que hay en nosotros tenemos la capacidad de conocer la voluntad de Dios y andar de modo complaciente a Dios.

El andar de “fe” consiste en diariamente atender a las instrucciones que Dios pone en nuestros corazones y actuar conforme a éstas. En la medida que andamos conforme a la voluntad de Dios, Dios nos irá dando vida mediante Su espíritu en nosotros.

Si pecamos no dejaremos de ser hijos de Dios y salvos de la ira venidera, pero nos conviene obedecer a Dios para tener mayor plenitud de vida.

Romanos 8:31-39 (Mi traducción)
(31) Entonces, ¿qué diremos ante estas cosas? Si ·DIOS está a-favor de nosotros ¿Quién podrá contra nosotros?
(32) Ciertamente, QUIEN NO reservó a SU-propio ·Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó ¿Cómo NO nos regalará también, con Él, todas las cosas?
(33) ¿Quién presentará-cargos contra elegidos de DIOS? ¿DIOS, EL que nos está-tratando-como-justos?
(34) ¿Quien es el que condenará? ¿Cristo [Jesús], el que murió, y-aún más, el que fue-resucitado, Quien también está a la derecha de ·DIOS, Quien también está-apelando a DIOS por nosotros?

En estos versículos Pablo enfatiza el hecho de que, en un sentido “legal”, nadie puede contra nosotros. Dios entregó a Su hijo Jesucristo en pago por nuestras vidas, por eso nadie puede alegar que tenemos una deuda con Dios y que no podemos entrar en el reino futuro con una vida perpetua. Dios entregó a Su hijo en pago de la deuda que teníamos con Dios a causa de nuestro pecado. Habiendo entregado a Su hijo en pago por el pecado, Dios puede ahora “entregarnos” todas las cosas, esto es: la vida espiritual perpetua, la salvación de la ira venidera, la entrada al reino futuro con un cuerpo perfecto y completamente sano y la actual “vivificación” de nuestro ser.

Dios no va a presentar cargos contra nosotros, y Cristo no va a condenarnos, todo lo contrario, Dios nos trata como justos y Cristo apela a Dios a nuestro favor, por lo tanto nadie (específicamente el Diablo – ver Apocalipsis 12:10) puede legalmente acusarnos y reclamar nuestra vida espiritual, aún si pecamos. La parte con la que pecamos es nuestra carne, nuestra naturaleza humana caída, que ya está considerada como muerta, ésta es la vida que el Diablo puede tomar. La nueva vida espiritual que Dios nos ha dado no puede pecar y, por lo tanto, no puede ser reclamada por el Diablo y no podemos perderla. Es por eso que no se puede “perder” la salvación, ni la vida espiritual, como algunos cristianos creen y enseñan, de lo contrario todo el trabajo de Dios y el sacrificio de Cristo habrían sido en vano.

Romanos 8:35 (Mi traducción)
¿Qué nos separará desde el amor el Cristo? ¿Opresión, o estrechez, o persecución, o escasez-de-alimentos, o falta-de-vestimenta, o peligro, o espada?

En tiempos anteriores a la venida de Cristo, todas estas cosas podían separar a una persona de Dios. Una persona podía renunciar a su fe a causa de opresión, persecución, hambruna, enfermedad, falta de recursos, peligros, guerras, etc. Pero ahora, aún si uno desiste en su andar, no puede ser espiritualmente separado del amor de Cristo ¡Somos para siempre miembros de la familia de Dios!

Romanos 8:36-39 (Mi traducción)
(36) (como ha-sido-escrito: “Por tu causa estamos-siendo-matados todo el día, fuimos considerados como ovejas de matanza”).
(37) Mas, en todas estas cosas, estamos-siendo-en-exceso-vencedores mediante el que nos amó.
(38) Porque he-sido-persuadido de que ni muerte, ni vida, ni mensajeros, ni principales, ni los que ya-han-llegado, ni los que están-por-ser, ni poderes,
(39) ni altura, ni profundidad, ni ninguna creación diferente nos podrá separar del amor de ·DIOS, el que manifiesta en Cristo Jesús nuestro ·Señor.

¿Se ve más claro? Nada ni nadie, ni en el mundo físico, ni en el mundo espiritual, puede separar al cristiano renacido del amor de Dios. Aceptar a Cristo como Señor es un viaje de una sola dirección, no hay vuelta atrás, una vez que lo hacemos nuestro Señor pasamos a ser de Dios para siempre y nada de lo que hagamos puede revertir esta realidad. De todos modos, como hemos visto, esto no debe ser excusa para seguir pecando, sino un motivo para servir a Dios de todo corazón y llenarnos de Su vida y de Su amor para producir mucho fruto.

Romanos 10:9-11 (Mi traducción)
(9) Porque si en tu ·boca dijeres-con-franqueza: “Señor Jesús” y en tu ·corazón creyeras que ·DIOS lo resucitó de-entre muertos serás-salvado,
(10) porque la declaración de la fe con el corazón es-creída para obtener justicia pero con la boca es-dicha-con-franqueza para obtener salvación.
(11) Porque la Escritura dice que todo el que está-creyendo en Él NO será-avergonzado.

Aquí Pablo dicta, de forma resumida, el requisito para obtener la salvación y justificación de Dios: decir con franqueza “Señor Jesús” y creer en el corazón que Dios le resucitó de entre muertos”. No se trata tan sólo de repetir una frase tal como “Jesús, a partir de hoy quiero que seas mi Señor”, sino de llamar a Jesús “Señor” con franqueza y creer con el corazón, estar plenamente convencidos, de que Dios lo resucitó. Si yo digo que Jesús es mi Señor pero no lo digo con franqueza, o no creo realmente que esté vivo, entonces no soy salvo. La salvación es un acto de genuina fe, o sea, de genuina “convicción en acción”. Si estoy convencido de corazón que Jesús es mi Señor, comenzaré a actuar de forma correspondiente a este convencimiento, cambiando mi mentalidad, mi modo de ver el mundo, la vida y todo lo que hay a mi alrededor y, consecuentemente, cambiando mi conducta.

Resumiendo:

El requisito para la salvación y justificación es decir con franqueza que Jesús es el Señor y creer en el corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos. La convicción del señorío de Jesús será demostrada por medio de un cambio de mentalidad y del modo de vivir y no tan sólo en una frase dicha en voz alta.

Es por eso que llegar a ser salvos no suele producirse de un día a otro, sino que es un proceso por medio del cual una persona va escuchando acerca de Cristo hasta el punto de decidir hacerlo Señor. A partir de ese momento Dios pone espíritu santo en esa persona y pasa a ser para siempre un hijo de Dios. Es posible que la persona tiempo después se “arrepienta” de haber hecho Señor a Cristo y se aleje de Dios en su andar, sin embargo no puede dejar de ser hijo de Dios y perder su futura salvación Lo que sí puede “perder” es su salvación PRESENTE, que habíamos visto que consiste en tener plenitud de vida durante esta era.

En otras palabras:

Una vez que una persona hace a Jesús su Señor no puede perder su futura salvación, jamás perderá su condición de hijo de Dios, ni su vida espiritual perpetua. El abandono del andar de fe sí produce la pérdida de la salvación presente, o sea, la posibilidad de vivir con plenitud espiritual en el tiempo actual.

Romanos 10:12-17 (Mi traducción)
(12) Porque NO hay diferencia entre judíos y griegos, porque el mismo Señor de todos tiene-abundancia de salvación para todos los que llaman-sobre Él.
(13) Porque: “todo aquél que llame-sobre el nombre del SEÑOR será-salvado”.
(14) ¿Cómo, entonces, llamarán-sobre Aquél a Quien NO creyeron? ¿Y cómo creerán a Quien no oyeron? ¿Y cómo oirán separados-de alguno que esté-proclamando la buena noticia?
(15) ¿Y cómo proclamarán si no fueren-enviados? Como ha-sido-escrito: “¡Qué oportunos los pies de los que están-contando-la-buena-noticia de [las] cosas buenas!”.
(16) Sin-embargo, NO todos obedecieron a la buena-noticia porque Isaías está-diciendo: “SEÑOR ¿quién creyó nuestra escucha?”
(17) Por-lo-tanto la fe para justicia y salvación proviene desde una escucha, pero la escucha se recibe mediante una declaración de Cristo.

Al leer los versículos 9 al 11 vimos que el requisito fundamental para ser salvos y ser tratados como justos es la fe, la creencia. Como venimos viendo en capítulos previos de este estudio, no puede haber fe sin una información sobre la cual tener fe. Es así que en estos versículos Pablo dice que para “llamar” a Cristo es necesario CREER en Él, pero para creer en Él es necesario OIR sobre él. A su vez, para poder oír sobre él debe haber alguien que proclame la buena noticia (o “evangelio”) de Dios. Pero, más aún, para poder proclamar el mensaje de Dios es necesario que Dios ENVÍE a alguien con ese mensaje. En otras palabras, la salvación no se consigue por tener fe en un mensaje de invención humana, sino por fe en un mensaje dado por Dios. Sólo Dios puede darnos la verdad acerca de la salvación. Por esto es que no es la fe en sí lo que hace que una persona alcance salvación, sino que es necesario tener una fe CORRECTA, o sea, una fe basada en la información correcta, una fe basada en la verdad sobre la salvación de Dios por medio de Cristo, la cual Dios comunicó a hombres fieles que escribieron originalmente la Biblia.

Es así que Pablo concluye que la fe necesaria para alcanzar justicia y salvación proviene de escuchar una declaración de Cristo. Esto tiene un doble sentido, ya que esta declaración provino de Cristo y habla acerca de Cristo. Por un lado, fue Cristo quien dio el mensaje de salvación a Pablo (Gálatas 1:12; Efesios 3:5). Por otro lado, como hemos visto, la buena noticia nos transmite cómo Dios logró salvación para el creyente a través de la obra de Cristo.

No es la meditación transcendental, ni la fe en Buda, ni en Alá, o en lo dicho por el Dalai Lama lo que trae salvación. No seremos salvos por creer que reencarnaremos en otro ser hasta llegar a la perfección, ni por hacer 8 horas diarias de yoga. No obtendremos vida espiritual en toda su plenitud siendo “buenas personas”, ni teniendo una buena dieta, ni haciendo ejercicio físico, ni yendo al psicólogo. Hacer estas cosas pueden traer algún provecho, pero no nos acercarán a la salvación de Dios. Hay sólo un camino provisto por Dios para llegar a ser salvos y tener vida espiritual perpetua y ese camino es Cristo (Juan 14:6). Sólo por medio de Cristo obtendremos la salvación y justificación de Dios (1 Timoteo 2:5), tanto para el tiempo futuro como para estar bendecidos en el presente.

La fe para salvación es aquella que parte de la información dada por Dios para salvación, del mensaje de salvación que Dios ha provisto. La información de salvación no es la que oímos en el Discovery Channel, ni en revistas científicas, ni en los programas de noticias.

La información que necesitamos creer para llegar a ser salvos es la que nos habla de la obra de Dios por medio de Cristo, la cual nos lleva a decir de corazón “Jesús es mi Señor” y desear cambiar nuestras vidas para comenzar a servirle, o para servirle con más entrega y determinación.

Como vimos, hay dos aspectos de la salvación provista por Dios: un aspecto es la salvación futura, que está garantizada por Dios; otro aspecto es la salvación presente, que consiste en andar conforme a la voluntad de Dios para producir mucho fruto. Tanto la una como la otra dependen de nuestra fe en Cristo. La salvación futura (que consiste en vivir perpetuamente en el paraíso futuro) depende de un acto de una sola vez que es decidir hacer a Jesús  Señor. La salvación presente depende de un continuo andar de fe en Cristo como Señor, o sea, de un continuo accionar basados en la guía diaria de Cristo, con la plena convicción de que Él desea lo mejor para nuestras vidas.

Remarquemos esto:

La salvación futura (que consiste en vivir perpetuamente en el paraíso futuro) depende de un acto de una sola vez, que es decidir hacer a Jesús Señor. La salvación presente depende de un continuo andar de fe en Cristo como Señor, o sea, de un continuo accionar basados en la guía diaria de Cristo, con la plena convicción de que Él desea lo mejor para nuestras vidas.

Entonces, es nuestra tarea no sólo el “comenzar” por la fe, sino, como hemos visto en capítulos previos, debemos involucrarnos en un ciclo de continuo crecimiento en la fe (“desde fe hacia fe”). La corrección de Pablo a los gálatas debiera servirnos de advertencia:

Gálatas 3:1-5 (BTX)[4]
(1) ¡Oh gálatas insensatos, ante cuyos ojos Jesucristo fue exhibido crucificado! ¿Quién os fascinó?
(2) Sólo esto quiero averiguar de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley, o por la predicación de la fe?
(3) ¿Tan insensatos sois? ¿Habiendo comenzado en el Espíritu, ahora os perfeccionáis en la carne?
(4) ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Esto es, si fue en vano.
(5) Aquel pues que os suministra el Espíritu y efectúa milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley, o por la predicación de la fe?

En este caso Pablo señala un error en la práctica en los creyentes de la iglesia en Galacia. Ellos habían recibido a Cristo por fe, sin embargo, pretendían perfeccionarse por medio de obras de la ley. En otras palabras, ellos estaban queriendo producir frutos espirituales por medio de obras carnales, que partían de “leyes” para la carne. Pablo no quiere decir con esto que la ley de Dios sea mala o no tenga validez (Romanos 7:12), pero no es por medio de seguir normas “legales” o religiosas que el cristiano alcanza madurez y logra vivir el plenitud. Para poder producir fruto espiritual y tener plenitud de vida es necesario mantener comunión con Dios y con el Señor Jesucristo y diariamente “escuchar” las instrucciones que nos dan por medio del don de espíritu santo y obedecerlas por fe. La ley de Dios sirve para tener una idea general del deseo y voluntad de Dios, pero no nos provee de la voluntad específica de Dios para nuestro día de hoy. El deseo de Dios no es que tan sólo nos ajustemos a Sus leyes y mandamientos escritos, sino que tengamos una relación espiritual estrecha con Él y sigamos las instrucciones que Él va escribiendo en nuestros corazones (Hebreos 8:10; 10:16).

A la luz de todo lo visto en este capítulo, será útil que revisen y consideren todo el libro de Romanos y también los siguientes pasajes de las Escrituras: 1 Corintios 15; Gálatas 2:15-21; Gálatas, capítulos 3 al 6; Efesios, capítulos 1 y 2; Filipenses, capítulo 3; y 1 Timoteo, capítulo 1.


A través del don de espíritu santo que nos dio, Dios continuamente está “escribiendo” Su ley en nuestros corazones, continuamente nos va dando el deseo de hacer Su voluntad y la capacidad para cumplirla (Filipenses 2:13[5]).. En Dios está el dar la información o instrucción sobre la cual actuar, a nosotros nos queda el tomar la decisión de actuar en obediencia de fe para ser diariamente vivificados y llevar mucho fruto para Dios.





[1] Al hacer las citas de Romanos en este capítulo estaré usando mi propia traducción del texto griego, que he intentado ajustar lo mejor posible al mensaje original. En mi traducción las palabras unidas con guiones (-) corresponden a una sola palabra griega; las palabras escritas con letras itálicas son palabras que no se corresponden a alguna palabra griega pero que deben ser agregadas en el español para la correcta lectura del texto; las palabras que están precedidas por un punto de multiplicación (·) corresponden a palabra que en griego están precedidas por un artículo cuando en español no corresponde colocar ese artículo; he colocado con MAYÚSCULAS toda referencia a Dios (DIOS, SEÑOR, PADRE, ÉL, etc.) y con inicial mayúscula toda referencia a Jesucristo (Señor, Cristo, Él, etc.). Más información sobre esta versión en las "notas preliminares" de mi traducción.
[2] Para más detalles lea mi estudio “El don de espíritu santo”, capítulo 3: “El bautismo en espíritu santo”.
[3] Para un estudio más amplio sobre qué es el don de “espíritu santo” y qué efecto tiene en el cristiano, lea mi estudio “El don de espíritu santo”.
[4] Las citas de las Escrituras marcadas como “BTX” han sido tomadas de la Biblia Textual, revisión de 1999, por la Sociedad Bíblica Iberoamericana.
[5] He explicado con más detalle este versículo y su contexto en mi estudio “Filipenses 2:13 – La acción de Dios en el creyente”. También recomiendo leer el estudio “La renovación de la mente”, muy relacionado con todo este tema.









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