El Cuerpo de Cristo

En Honor a Su verdad

La importancia de la fe grupal y el trabajo en equipo


Efesios 4:11-13 – Y Él mismo dio: unos, apóstoles; otros, profetas; otros, evangelistas; y otros, pastores y maestros; a fin de adiestrar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”

Tanto en las situaciones en que debamos enfrentarnos a un ataque espiritual como en nuestro andar cotidiano, aprender a trabajar en equipo con los otros creyentes renacidos, funcionando como un Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo, puede ser la clave para la victoria y para un servicio a Dios más eficaz.

Existen muchas ocasiones en las que Dios da la victoria a un creyente “solitario”, sin embargo, muchas de las bendiciones de Dios se producen en el ámbito del trabajo en equipo, porque Dios nos diseñó como un Cuerpo en Cristo y quiere que los cristianos nos movamos como un solo Hombre, en el cual cada uno de nosotros tenemos una función específica.

Previamente hemos visto, al estudiar Romanos 12:3, que Dios da a cada uno una “medida de fe”, algo particular para creer que se corresponde con su función dentro del Cuerpo de Cristo. Ahora expandiremos un poco más este aspecto.

Romanos 12:3-8 (Mi traducción)
(3) Porque digo ahora, mediante la gracia, la que me fue-dada, que todo el que está entre ustedes no debe dirigir-los-pensamientos-en-exceso, más-allá-de lo que es-necesario dirigir-los-pensamientos, sino que debe dirigir-los-pensamientos de-modo-de llegar al punto de dirigir-los-pensamientos-de-forma-sana, cada-uno conforme a la medida de fe que ·DIOS repartió.
(4) Porque así-como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero NO todos los miembros tienen la misma práctica,
(5) del-mismo-modo, los muchos somos un Cuerpo en Cristo y, en lo que a cada uno respecta, somos miembros unos-de-otros.
(6) Pero teniendo regalos que, según la gracia, la que nos fue-dada, son diferentes, si el regalo es una profecía: profeticen según la proporción de la fe que les fue dada;
(7) si es una tarea-asignada: concéntrese en esa tarea-asignada; si es el que está-enseñando: concéntrese en la enseñanza;
(8) si es el que está-exhortando: concéntrese en la exhortación; el que está-compartiendo: concéntrese en hacerlo con sinceridad; el que está-dirigiendo: concéntrese en hacerlo con eficiencia; el que hace-misericordia: concéntrese en hacerlo con alegría.
Lo que vemos en estos versículos es que Dios nos diseñó como un Cuerpo en Cristo, y en Su diseño ha dado a cada creyente una función específica. Lo primero que Dios instruye aquí es a que cada uno dirija sanamente sus pensamientos, no pensando más allá de lo debido, esto significa que no debemos creernos superiores a causa de la función que nos tocó, ni tampoco debemos considerar a otros como superiores a nosotros a causa de la función que cumplen en el Cuerpo. Dios es Quien da los dones, por Su gracia, así que nadie debería jactarse por la función que cumple, sino agradecer y glorificar a Dios y tratar de servir en su función lo mejor que pueda.

Los versículos 6 al 8 son una exhortación a concentrarnos en la función que nos ha tocado. Esta es una buena exhortación, ya que nuestra tendencia humana es la de considerar ciertas funciones como “mejores” o “más deseables”, lo cual nos lleva a menospreciar o dejar de lado nuestra propia función. Pero, ante Dios, el que sirve una mesa y el que profetiza tienen el mismo valor, si lo que hacen lo hacen conforme a Su voluntad. Sin embargo, si el que profetiza fue llamado a servir las mesas y el que sirve las mesas fue llamado a profetizar, el servicio no se estará realizando adecuadamente y no será tan eficaz. Es por eso que debemos aprender a ser humildes ante Dios y aceptar lo que Él nos dio como don.

Por lo general, los dones dados por Dios se reflejan en nuestras habilidades, capacidades y talentos, pero también son cosas que nos gusta hacer y que disfrutamos, porque Dios nos da la capacidad de disfrutar de nuestro servicio a Él. Así que, si bien el servicio cristiano requiere cierto esfuerzo y sacrificio, también es un deleite para quien sirve en la función que le corresponde.

1 Corintios 12:12-21 (Mi traducción)[1]
(12) Porque así-como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, (o-sea, aunque todos los miembros del cuerpo son muchos, el cuerpo es uno solo) así también el Cristo,
(13) porque también en un solo espíritu nosotros, todos, hacia un solo cuerpo fuimos-bautizados tanto judíos, tanto griegos, tanto esclavos, tanto libres, y a todos de un solo espíritu se-nos-dio-a-beber.
(14) Porque también el cuerpo NO es un miembro sino muchos:
(15) Si el pie dijera: “Ya-que NO soy mano NO soy parte del cuerpo” NO por eso NO es parte en el cuerpo;
(16) Y si el oído dijera: “Ya-que NO soy ojo NO soy parte del cuerpo”, NO por eso éste NO es parte del cuerpo.
(17) Si el cuerpo entero fuese ojo ¿dónde estaría el oído? Si el cuerpo entero fuese oído ¿dónde estaría el olfato?
(18) Pero ahora, ·DIOS colocó los miembros (cada-uno de ellos) en el cuerpo tal-como lo deseó.
(19) Pero si la totalidad fuera un solo miembro ¿dónde estaría el cuerpo?
(20) Pero ahora, ciertamente, existen muchos miembros, sin-embargo, forman un solo cuerpo.
(21) No-obstante, el ojo NO está-capacitado para decir a la mano: “NO estoy-teniendo necesidad de ti”; más-aún, ni siquiera la cabeza está capacitada para decir a los pies: “NO tengo necesidad de ustedes”;

En estos versículos vemos una clara comparación entre nuestro cuerpo físico y el Cuerpo de Cristo. De los versículo 15 y 16 aprendemos que aún si no creyéramos que somos parte del Cuerpo de Cristo, no por eso dejamos de ser parte de éste. Por haber creído en Cristo como Señor pasamos a ser parte del Cuerpo de Cristo y esa realidad no cambia, ya sea que la creamos o no. Pero la voluntad de Dios es que entendamos que somos un Cuerpo y que aprendamos a actuar como tal.
En el 18 se nos dice que fue Dios quien colocó a los miembros en su lugar tal como Él lo deseó. Quejarnos por nuestra función en el Cuerpo, o por la función de otro miembro, es no reconocer la sabiduría de Dios en Su diseño. Si creemos que Dios es infinitamente sabio, debemos aceptar Su diseño y Su voluntad de que trabajemos en equipo, como un Cuerpo en Cristo.

En el 21 leemos que ningún miembro puede decir a otro miembro que no lo necesita. Lo más llamativo es que dice que “ni siquiera la cabeza está capacitada para decir a los pies: 'NO tengo necesidad de ustedes'”. Ya que la Cabeza del Cuerpo es Cristo (Ef. 1:22), esto quiere decir que ni siquiera Cristo está autorizado por Dios para decir a algún miembro (incluso el más “bajo”, como el pie) que no lo necesita. ¡Cristo nos necesita! Entendiendo esto, jamás deberíamos “descartar” a otros creyentes y rehusarnos a colaborar en su edificación, porque los necesitamos más de lo que pensamos. Es cierto que, en la práctica, no siempre es posible establecer una buena relación y colaboración con otros creyentes cristianos, pero, en lo que a nosotros respecta, debemos hacer todo lo posible por integrarnos en un Cuerpo, pero si el otro cristiano se aleja o si no es posible actuar en unidad con ciertos cristianos a causa de sus inconductas y mala disposición, no deberíamos tampoco forzar la unidad, ya que sólo se puede tener verdadera unidad cuando estamos unidos a la Cabeza, que es Cristo.

1 Corintios 12:22-26 (Mi traducción)
(22) sino todo-lo-contrario, suele suceder que los miembros del cuerpo que parecen más-débiles están-siendo indispensables;
(23) y aquellos miembros que nos parecen que son los menos-honrosos del cuerpo, a esos con más-abundante honor solemos-cubrir; y los miembros que nos parecen impresentables suelen-tener más-abundante presencia.
(24) Porque nuestros miembros distinguidos NO tienen necesidad, porque DIOS ha combinado al cuerpo dando más-abundante honor al que le faltaba,
(25) para-que no haya fisura en el cuerpo sino que los miembros se-preocupen por-igual unos por otros;
(26) y cuando un miembro está-sufriendo, todos los miembros están-sufriendo-conjuntamente con éste; cuando un miembro está-siendo-glorificado, todos los miembros se-regocijan-conjuntamente con éste.

Estos versículos nos enseñan que no debemos menospreciar a los creyentes que parecen más débiles o menos honrosos, sino que debemos considerarlos como parte del mismo Cuerpo que nosotros, sabiendo que Dios, en Su gracia, compensa las partes débiles o menos honrosas dando más honor al que le falta. El deseo de Dios es que no existan “fisuras” en el Cuerpo y que todos nos preocupemos unos por otros, sabiendo que lo que le pasa a un miembro nos afecta a todos.

1 Corintios 12:27-30 (Mi traducción)
(27) Asimismo, ustedes están-siendo cuerpo de Cristo y miembros en parte;
(28) y a quienes, ciertamente, DIOS colocó en la reunión primero apóstoles, segundo profetas, tercero maestros, luego los que operan poderes sobrenaturales, luego los que administran regalos de sanidades, los capacitados para brindar ayudas, los que tienen dotes para liderazgos, los que manifiestan varias clases de lenguas.
(29) En la reunión, no todos brindan servicio como apóstoles, no todos brindan servicio como profetas, no todos brindan servicio como maestros, no todos administran poderes,
(30) no todos suelen-poseer regalos de sanidades, no todos suelen-hablar lenguas, no todos suelen-interpretar.

Claramente se ve cómo Dios desea que existe orden en el Cuerpo y que cada uno actúe conforme a su propia función, en coordinación con los otros miembros del Cuerpo.

Una reunión de creyentes va a tener su máximo beneficio cuando cada uno cumpla su función y todos se edifiquen mutuamente en amor.[2]

La Biblia nos deja claros ejemplos de cómo ciertas bendiciones de Dios sólo se hacen posibles cuando todo un grupo de creyentes actúa unido, en conformidad a la voluntad de Dios.

En el libro de Números tenemos un ejemplo de cómo la falta de fe en conjunto imposibilitó a Dios en dar Su bendición.

Números 13:1-3
(1) Y Jehová habló a Moisés,  diciendo:
(2) Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos.
(3) Y Moisés los envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel.

Números 13:17-25
(17) Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev,  y subid al monte,
(18) y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso;
(19) cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas;
(20) y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no;  y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas.
(21) Y ellos subieron, y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, entrando en Hamat.
(22) Y subieron al Neguev y vinieron hasta Hebrón; y allí estaban Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de Zoán en Egipto.
(23) Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las granadas y de los higos.
(24) Y se llamó aquel lugar el Valle de Escol, por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel.
(25) Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días.

Bien, hasta aquí vemos que ellos hicieron tal cual se les encomendó, reconocieron la tierra y esta era tan próspera que en el tiempo de las primeras uvas cortaron un gran racimo de uvas. A tal punto les llamó la atención estas uvas que dieron su nombre al valle por causa de esas uvas. Hasta este momento estos príncipes habían actuado con fe, habían hecho tal cual la instrucción que Dios les dio por medio de Moisés.

Números 13:26-33
(26) Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra.
(27) Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.
(28) Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac.
(29) Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán.
(30) Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.
(31) Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.
(32) Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.
(33) También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

Aquí comenzamos a ver las falencias en la fe de estas personas. En Números 13:2 leemos que Dios dijo: “Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel...” Dios dijo que les daría estas tierras. Dios no dijo que debían tomarlas con sus propias fuerzas, sino que Él les daría esa tierra. Si ellos iban a tomar las tierras, Dios se las daría. Ellos tuvieron fe suficiente como para ir a reconocer la tierra, sin embargo, lo que allí vieron les causó miedo y dejaron de creer en Dios, quien había dicho que les daría esas tierras. Ellos vieron allí lugares fortificados y gente gigante (probablemente de la misma clase que Goliat).

En el 33 ellos dicen:  “éramos nosotros a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”. El que ellos se consideran como langostas es posible, sin embargo ¿cómo podrían saber qué pensaban los otros de ellos? ¿Acaso les preguntaron? Suele suceder que cuando una persona es invadida por el miedo comienza a magnificar las adversidades y tiende ha “catastrofizar” (convertir en catástrofe) las situaciones. En vez de alegrarse, porque Dios les había prometido darles una tierra muy próspera y bendita, comenzaron a temer por sus vidas y dudaron de la promesa de Dios y de la capacidad de Dios para darles liberación.

Números 14:1-4
(1) Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche.
(2) Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!
(3) ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?
(4) Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto.

¡Todavía no había pasado nada y ya se estaban quejando! Estas personas se deprimieron por lo que vieron y deseaban morir. Más aún, deseaban volver a servir como esclavos en Egipto. Todavía no había caído ninguno de ellos y ya querían volver al sufrimiento de la esclavitud. Recuerden que estas son las mismas personas que fueron salvadas de las plagas que cayeron sobre Egipto, las mismas personas que tuvieron una columna de humo y de fuego guiándolas, las mismas personas que pasaron a través del mar rojo. ¡Después de todos los milagros que Dios hizo por ellos, ahora acusan a Dios de haberlos traído hasta aquí para morir!


En nuestro camino para recibir las bendiciones de Dios, muchas veces nos encontraremos con adversidades que desafían nuestra fe. Pero si Dios nos indica cuál es el camino a seguir y nos promete la victoria al final, no deberíamos temer a los “gigantes” que se presentan ante nosotros. O, aún si tememos, de todos modos debemos seguir adelante con el curso de acción marcado por Dios, porque Él nos dará la victoria. Y si el temor nos invade, no deberíamos acusar a Dios de querer el mal para nosotros, sino reconocer nuestra falta de fe y pedirle fortaleza para hacer Su voluntad.

Números 14:5-9
(5) Entonces Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel.
(6) Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra,  rompieron sus vestidos,
(7) y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena.
(8) Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.
(9) Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová;  no los temáis.

Entre los doce príncipes que fueron a reconocer la tierra, dos se levantaron para dar una óptica diferente. Josué y Caleb rompieron sus vestidos (esto se acostumbraba a hacer cuando alguien quería que le presten atención). A diferencia de los otros diez príncipes, que habían dicho que la tierra por la que habían pasado era tierra “que traga a sus moradores” (en el 13:32), estos hombres dijeron que esta tierra “es tierra en gran manera buena”. Ellos vieron aquello que Dios quería que vieran: cuán bendito era el lugar en donde Dios los haría habitar. En el versículo 9, Josué y Caleb dan una muestra de su gran confianza y seguridad en la promesa de Dios “...con nosotros está Jehová; no los temáis”.

Números 14:10-20
(10) Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel,
(11) y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?
(12) Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos.
(13) Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder;
(14) y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos,  y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego;
(15) y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo:
(16) Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los mató en el desierto.
(17) Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo:
(18) Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.
(19) Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.
(20) Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho.

Aquí lo que vemos es que Dios ya no quiso seguir protegiendo y cuidando al pueblo de Israel a causa de la incredulidad de ellos. Es necesario entender que cuando Dios dijo, en el versículo 12: “yo los heriré de mortandad y los destruiré”, no significa que DIRECTAMENTE Dios haría esto, sino que es un modismo hebreo por el cual Dios se atribuye un mal, aunque ese mal, en realidad, es la consecuencia de la propia inconducta de la persona[3] En este caso, Dios tan solo quitaría Su mano de ayuda sobre ellos, y ellos terminarían muriendo a consecuencia de sus propias inconductas.

Pero Moisés amaba al pueblo de Israel y amaba a Dios y, sabiendo que Dios era un Dios amoroso, intervino para que Dios no los abandonara. En este caso, la intervención de Moisés hizo que Dios cambiara Su curso de acción. Esto nos enseña cuán importante son nuestras oraciones, al punto de que pueden influir en cómo Dios va a actuar en determinada situación.

Moisés pidió a Dios que perdonara al pueblo (como conjunto), y a causa de este pedido Dios los perdonó y no dejó de protegerlos. Sin embargo, su incredulidad hizo que Dios cambiara de planes.

Números 14:21-35
(21) Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra,
(22) todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz,
(23) no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá.
(24) Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.
(25) Ahora bien, el amalecita y el cananeo habitan en el valle; volveos mañana y salid al desierto,  camino del Mar Rojo.
(26) Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo:
(27) ¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?
(28) Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros.
(29) En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba,  los cuales han murmurado contra mí.
(30) Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun.
(31) Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis.
(32) En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto.
(33) Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto.
(34) Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo.
(35) Yo Jehová he hablado; así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí; en este desierto serán consumidos,  y ahí morirán.

Aquí vemos que si bien Dios perdonó a Israel, como pueblo, de su iniquidad (por la oración de Moisés), de todos modos su incredulidad colectiva no quedaría sin consecuencias. Ninguno de los hombres que murmuraron contra Dios, acusando a Dios de llevarlos hasta allí para morir, entraría en la tierra que Dios había prometido. Sólo Josué y Caleb iban a entrar en esa tierra. Aquí vemos que la incredulidad GRUPAL hizo que Dios no pudiera darles Su bendición en ese momento, ni siquiera a aquellos que sí creyeron. Josué y Caleb lograron entrar en la tierra prometida, pero tuvieron que esperar 40 años, su creencia no les fue suficiente para entrar ese día en esta tierra prometida, la falta de fe grupal resultó en pérdida también para ellos.

Vamos a leer un poco más de este relato, para ver un ejemplo de lo que podríamos llamar “fe falsa”.

Números 14:36
(36) Y los varones que Moisés envió a reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la congregación, desacreditando aquel país,
(37) aquellos varones que habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová.
(38) Pero Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida, de entre aquellos hombres que habían ido a reconocer la tierra.
(39) Y Moisés dijo estas cosas a todos los hijos de Israel, y el pueblo se enlutó mucho.
(40) Y se levantaron por la mañana y subieron a la cumbre del monte, diciendo: Henos aquí para subir al lugar del cual ha hablado Jehová; porque hemos pecado.
(41) Y dijo Moisés: ¿Por qué quebrantáis el mandamiento de Jehová? Esto tampoco os saldrá bien.
(42) No subáis, porque Jehová no está en medio de vosotros, no seáis heridos delante de vuestros enemigos.
(43) Porque el amalecita y el cananeo están allí delante de vosotros, y caeréis a espada; pues por cuanto os habéis negado a seguir a Jehová, por eso no estará Jehová con vosotros.
(44) Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio del campamento.
(45) Y descendieron el amalecita y el cananeo que habitaban en aquel monte, y los hirieron y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Horma.

Aquí lo que vemos es que hubo un grupo de personas del pueblo de Israel que reconoció su pecado, y luego de hacerlo, se decidieron a ir a tomar la tierra prometida, tal como Dios había dicho. Sin embargo, la instrucción a tomar la tierra ya era una instrucción vieja, la nueva instrucción de Dios era la de NO ir, porque Dios ya no los ayudaría a obtener la victoria. Lamentablemente, estos hombres se obstinaron en “creer” en la vieja información y terminaron heridos y derrotados. Esto nos enseña que debemos estar atentos a la verdad PRESENTE que Dios nos da, y no actuar sobre información que fue válida en el pasado, pero ya no está vigente.

La verdad de Dios del día de ayer puede convertirse en piedra de tropiezo para el día de hoy, por eso, en nuestro estudio de la Biblia, debemos prestar atención a qué instrucciones de la Biblia están dirigidas a nosotros y son vigentes para estos tiempos y qué información fue dada a otras personas en otros tiempos. Asimismo, tenemos que desarrollar una relación con Dios y diariamente preguntarle por Su voluntad para HOY.

Otro ejemplo bíblico que nos muestra la importancia de la fe grupal y el trabajo en equipo está en Éxodo:

Éxodo 17:8-13
(8) Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.
(9) Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.
(10) E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
(11) Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
(12) Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él,  y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro;  así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
(13) Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Este es un caso bastante curioso, ya que fue necesario que Moisés mantuviera sus manos en alto para que Israel ganara la batalla. Por supuesto, las manos en sí no tenían un poder especial, pero es de suponer que Moisés recibió la instrucción específica de Dios de alzar sus manos para obtener la victoria.

Aquí vemos los distintos roles desempeñados por los creyentes israelitas. Por un lado tenemos a Moisés, quien recibió la instrucción de Dios sobre qué hacer para ganar la batalla. Por otro lado,  tenemos a Josué, encargado de escoger a los guerreros e ir a pelear la batalla. En tercer lugar tenemos a Aarón y Hur, que ayudaron a Moisés a mantener sus manos en alto.

Este episodio nos muestra lo importante que fue cada parte. Sin ejército, no hubiese existido posibilidad de pelear contra el enemigo. Sin embargo, el éxito del ejército dependía de la fe de Moisés, quien debía obedecer la simple instrucción de mantener las manos en alto. A pesar de que la función de Moisés no era tan dura como la del ejército, Moisés no tenía fuerzas para mantener las manos en alto, aquí fue fundamental la asistencia de Aarón y Hur, quienes mantuvieron las manos de Moisés en alto. El rol de Aarón y Hur pudo haber parecido el menos arriesgado, el que requería menos esfuerzo, y hasta el más “aburrido”, sin embargo, si ellos no hubiesen hecho lo que hicieron, todo el pueblo de Israel hubiese sufrido las consecuencias de una derrota. Es así que muchas veces la victoria para el cristiano no depende tan sólo de su propia fe, sino de la colaboración de otros creyentes, actuando con unidad de fe y propósito.

En ocasiones, la clave para la victoria no está en la fe de un solo individuo, sino en la fe de todo un conjunto de personas, que actúan en unidad de propósito, cada uno conforme a su propia función.

Pero es importante comprender que la intención de Dios no es que sólo tengamos una “unidad” en cuanto a las acciones externas, sino que tengamos una unidad de fe y conocimiento, tal como leemos en Efesios.

Efesios 4:1-3 (BTX)
(1) Yo, pues, el prisionero del Señor, os exhorto que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados:
(2) Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con longanimidad unos a otros en amor,
(3) solícitos por guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

En estos tres versículos tenemos la exhortación de Pablo para que los cristianos anden como es digno del llamamiento con que fueron llamados. El “llamamiento” se refiere a aquella función específica que cada uno tiene. Pablo nos exhorta a ser mansos y humildes (ante Dios) y a ser pacientes para con los otros creyentes, solícitos para guardar “la unidad del Espíritu”. Esto se refiere a mantener la unidad que tenemos en Cristo. No se trata de cualquier tipo de “unidad”, sino la unidad que se forma por creer en Cristo como Señor y andar conforme a Sus mandamientos e instrucciones.

Existe, hoy en día, una tendencia de muchas religiones a “unirse en pro de la paz y el amor”. Es así que veremos una pacífica convivencia entre ateos, budistas, cristianos, espiritistas, tarotistas, musulmanes, profesantes del “New Age”, chamanes, etc. Me parece correcto que exista paz y libertad de expresión entre las religiones, pero muchas veces esa paz lleva a formar una falsa “unidad” que va en perjuicio del mensaje de salvación que transmite la Biblia.

La única forma de obtener vida perpetua en la era futura en aceptar a Cristo como Señor, el único mediador entre Dios y los hombres es el Señor Jesucristo. Si yo, en vistas a conservar la “paz”, no advierto a otras personas acerca de su error, en verdad no las estoy amando con el amor de Dios, porque están en un camino de muerte y yo no estoy haciendo nada para advertirles.

Todos consideramos al asesinato como un crimen grave, la muerte es algo horrible y consideramos como “horrible” a aquél que provoca la muerte intencionalmente y sin causa. Si un amigo nuestro se dirigiera hacia un lugar en el que sabemos que hay maleantes y asesinos, trataríamos de advertirles del peligro y trataríamos de evitar que se dirijan hacia allí. Luego de esa advertencia, la persona decidirá si “creernos” con respecto al peligro que allí existe y desistir de ir, o si ir de todos modos, a riesgo de muerte.

Pero hay algo aún mucho peor que la muerte física, y es la muerte espiritual, que es muerte perpetua. Todo aquél que no crea en Cristo como Señor no podrá vivir perpetuamente en el paraíso futuro, por lo tanto, aquellos que presentan un camino de “salvación” o “iluminación” que no es hacer Señor a Jesús, está asesinando espiritualmente a esa persona.

Por supuesto, los profesantes de diversas religiones no cristianas hacen lo que hacen con total sinceridad y creyendo que están en lo correcto, sin embargo, la Biblia advierte que esto es camino de muerte (Pr. 14:12; 16:25). Por lo tanto, si realmente vamos a amar a las personas como Dios quiere que las amemos, es nuestra responsabilidad advertirles sobre la muerte que hay al final del camino que están tomando, aún cuando esto cause divisiones o críticas. Si la persona cree en Cristo, habremos contribuido a salvarla de una muerte perpetua, si no cree, al menos habrá tenido la oportunidad de conocer la Verdad de Dios.

En este punto quiero aclarar que tampoco me parece correcto el hecho de estar “molestando” constantemente a una persona con el mensaje de Cristo, como si quisiéramos obligarlas a creer. Debemos ser prudentes y orar a Dios para saber cuándo hablar y cuándo callar, y tengamos en cuenta que una buena conducta es mucho mejor testimonio del amor de Dios que las muchas palabras. Las personas difícilmente creerán las muchas palabras acerca del Evangelio de Dios si yo no demuestro el Evangelio con mi forma de vida.

El pasaje de Efesios sigue diciendo:

Efesios 4:4-6
(4) Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también fuisteis llamados con una misma esperanza de vuestro llamamiento:
(5) Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
(6) un solo Dios y Padre de todos, quien está sobre todos, a través de todos, y en todos.

En esto consiste la “unidad del Espíritu”, en creer que:

(1) Existe un solo Cuerpo en Cristo: todos los cristianos renacidos estamos incluidos dentro de un mismo Cuerpo en Cristo, cada uno con una función determinada.

(2) Existe un solo espíritu: Aquí se refiere al don de espíritu santo, el cual nos conecta con Cristo, nos conecta con Dios, y nos conecta entre nosotros. Este espíritu es uno solo y recorre todo el Cuerpo espiritual, así como la sangre del cuerpo físico es una sola y recorre todo nuestro cuerpo físico.

(3) Fuimos llamados a una misma esperanza: No hay una esperanza distinta para cada cristiano, ni tampoco existe una esperanza para el cristiano y otra para el que no lo es. La esperanza es una: la vida perpetua en el futuro reino paradisíaco que Dios establecerá sobre la Tierra.

(4) Hay un solo Señor: esto se refiere al Señor Jesucristo. Si bien la palabra “Señor” se usa también con respecto a Dios, la Biblia dice que en estos tiempos Dios ha puesto a Cristo como “Señor”. Al decir que hay sólo un “Señor” Pablo quiere enfatizar que sólo existe una persona a la que Dios puso como “Señor” sobre la Iglesia, para que los creyentes no piensen que existe la posibilidad de alcanzar salvación a través de algún otro “Señor”, esto mismo dice Pablo en 1 Corintios:

1 Corintios 8:5-6 (NVI)
(5) Pues aunque haya los así llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra  (y por cierto que hay muchos  "dioses"  y muchos  "señores"),
(6) para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por quien todo existe y por medio del cual vivimos.

(5) Hay una sola fe: aquí tenemos un caso del uso de la figura metonimia, aquí tiene el sentido de que hay una sola doctrina, o una sola verdad, por la cual uno puede obtener una fe para salvación.

(6) Hay un solo bautismo: esto se refiere a que existe sólo un bautismo válido o necesario: el bautismo en espíritu santo. Muchas denominaciones cristianas predican dos bautismos: uno en agua y otro en espíritu santo, por lo general, enseñan sobre la necesidad de ambos bautismos, sin embargo, este versículo nos dice que existe sólo un bautismo necesario para tener unidad en espíritu. La Biblia nos dice que el bautismo con agua fue circunstancial, mientras aún no existía la posibilidad de ser bautizados en espíritu santo, pero venido el espíritu santo, el bautismo de agua ya no es necesario (Lc. 3:16; Hch. 1:5; Hch. 11:16). Hay pasajes en el libro de Hechos en el que se registran algunos bautismos con agua, sin embargo, hay que comprender que el libro de Hechos muestra una etapa de transición entre los creyentes, en la que fueron cambiando de la doctrina vieja a la nueva revelación dada por Dios luego de la ascensión de Cristo. Entre las epístolas escritas para la Iglesia de Dios en este tiempo no existe ninguna instrucción que indique que sea necesario practicar el bautismo con agua.[4]

(7) Hay un solo Dios y Padre de todos, quien está sobre todos, a través de todos, y en todos: Existe sólo un Dios verdadero que está por encima de todos los seres del Universo. La expresión “Padre de todos” puede entenderse de dos formas. La primera es como “Padre de todos los creyentes”, ya que él pone Su simiente espiritual en todo aquél que cree. La segunda forma de interpretarse es tomando la palabra “Padre” como “originador” (cosa que era común en el lenguaje de la época y se ve seguido en el lenguaje bíblico). Entonces Dios es el “originador de todos”. Quiero hacer esta distinción porque no es cierto que Dios sea Padre espiritual de todos, ya que la Biblia dice que “hijos de Dios” son aquellos que han aceptado a Cristo como Señor (Ro. 8:14; 9:8; Gá. 3:26; 1 Jn. 3:1-2; 1 Jn. 3:10)..

Estos siete puntos que se mencionan aquí están directamente relacionados con lo dicho en el versículo 3, acerca de guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

La “unidad” que Dios quiere no es tan sólo que todos estemos juntos en un lugar, Él desea que CREAMOS lo mismo y aquí nos da un resumen de aquellas cosas que debemos creer para tener un mismo fundamento doctrinal.

Efesios 4:7-13
(7) A cada uno, entonces, nos fue dada la gracia según la medida del don de Cristo;
(8) por lo cual dice: Subiendo a lo alto, tomó cautiva la cautividad, Dio dones a los hombres.
(9) (Y eso de que subió, ¿qué significa, sino que también había descendido a las profundidades de la tierra?
(10) El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos para llenar todas las cosas.)
(11) Y Él mismo dio: unos, apóstoles; otros, profetas; otros, evangelistas; y otros, pastores y maestros;
(12) a fin de adiestrar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
(13) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

En estos versículos leemos que Cristo, luego de ascender y ser puesto como Señor, dio dones a los hombres (los seres humanos). Jesús también dio distintas capacidades y habilidades a las personas, para ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Pero lo importante aquí no son las funciones en sí, sino el objetivo: “adiestrar a los santos [los creyentes cristianos] para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Todas las funciones de servicio mencionadas (y toda otra función o don dado por Cristo) son con el objetivo de adiestrar a los santos y edificar al Cuerpo, jamás debieran usarse para tomar el control de las personas y ejercer autoridad “perpetua” sobre un grupo de creyentes.
Este adiestramiento tiene como objetivo lo dicho en el versículo 13: llegar a la “unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Esto significa que todas las habilidades que el Señor nos da deben usarse para lograr una UNIDAD en la fe y el conocimiento de Cristo, lo cual incluye conocer la obra de Dios en Cristo y el amor que Dios expresa a través de Su obra en Cristo. Este conocimiento y esta fe, dice aquí Pablo, es para llegar a ser un “varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Este “varón” no se refiere a la persona como individuo, sino a todo el Cuerpo de Cristo, como una unidad. Si los cristianos logramos tener unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, llegaremos a ser un Cuerpo perfecto, maduro como unidad, con la estatura de la plenitud de Cristo (que es la Cabeza de este “varón”).

Entonces, la unidad de los creyentes en un conocimiento más exacto y profundo de la obra de Dios en Cristo, y de lo que Jesucristo es y está haciendo hoy por los hijos de Dios, junto con la unidad en la fe (la convicción y acción basadas en ese conocimiento) nos llevará a constituir un Cuerpo de Cristo con madurez y plenitud, pudiendo así llevar a cabo la voluntad del Señor de un modo más eficaz

Y ¿qué sucede cuando se va logrando esta unidad en la fe y el conocimiento?

Efesios 4:14-16
(14) Para que ya no seamos niños fluctuantes, zarandeados por las olas, llevados a la deriva por todo viento de doctrina, por la astucia de hombres que emplean con maestría las artimañas del error;
(15) sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todas las cosas en Aquel que es la cabeza: Cristo,
(16) de quien todo el cuerpo, bien trabado y unido por toda coyuntura, según el poder de Dios en cada uno de sus miembros, va produciendo el crecimiento del cuerpo, para su propia edificación en amor.

Dios no quiere que “fluctuemos” de doctrina en doctrina, como los niños, que creen en todo lo que se les dice. Dios sabe que los hombres (muchas veces inspirados diabólicamente) emplean con maestría las artimañas (métodos, sistemas o estrategias) del error. Aquellos que propagan el error lo hacen con maestría y lo hacen con métodos y estrategias, es así que las personas suelen ir probando una u otra religión o filosofía de vida hasta que alguna les “funcione”. Sin embargo, aunque ciertas religiones o filosofías de vida traigan ciertos beneficios a la vida de las personas, sólo el creer el Cristo como Señor dará vida perpetua a una persona, y proveerá de una nueva vida espiritual en relación directa con Dios y el Señor Jesucristo.

Dios quiere que aprendamos a confiar en Él y a tener una estrecha relación espiritual con Él y quiere que vayamos creciendo en el entendimiento de Su verdad, de Su propósito, de Su plan, de Su obra en Cristo, de Su amor y bondad, para que no seamos engañados por otras doctrinas. Pero este crecimiento, dice Dios aquí, se produce en forma GRUPAL.

Todo el Cuerpo de Cristo va creciendo en la medida que vamos hablando la VERDAD en amor. Dios va energizando a cada miembro en su función con el fin de producir crecimiento en todo el Cuerpo. Por eso, la mejor manera en que podemos edificarnos a nosotros mismos y edificar a todo el Cuerpo de Cristo es actuando conforme a  nuestra propia función y apoyando a otros miembros en sus respectivas funciones, siempre unidos en el amor de Dios.




[1] Los capítulos 12, 13 y 14 de 1 Corintios los he tratado en detalle en mi estudio “El don de espíritu santo”.
[2] En mi estudio “El Cuerpo de Cristo” he desarrollado en más detalle todo lo que se refiere a la doctrina bíblica sobre el Cuerpo y distintas figuras bíblicas que se usan para enfatizar la necesidad de unidad entre los cristianos.
[3] Estos modismos y figuras literarias hebreas por medio de las cuales se atribuye a Dios ciertos castigos y daños están desarrollados en mi estudio “Dios no inflige el mal - ¡La culpa es de la metonimia!”
[4] Para más información sobre qué es el bautismo desde el punto de vista bíblico lea mi estudio “El don de espíritu santo”, en el capítulo “El bautismo en espíritu santo”.









¿Te bendijo este estudio?
¡Compártelo en las redes sociales! 

http://facebook.com/sharer.php?u=http://twitter.com/home?status=https://plus.google.com/share?url=

  

http://enhonorasuverdad.blogspot.com.ar/2013/12/mapa-del-blog_6354.html

 

   

Quizá también te interese:

 

No hay comentarios. :

Publicar un comentario