La armadura de Dios

En Honor a Su verdad


Nuestro equipamiento para la batalla espiritual


Efesios 6:13 – “...tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo...”

La fortaleza interna


Como hemos visto, luego de haber renacido es inevitable entrar en conflicto espiritual si es que vamos a andar conforme a la voluntad de Dios. Quizá podríamos “mimetizarnos” con el mundo y seguir nuestras vidas como personas incrédulas. Pero estaríamos viviendo en aquél pecado del que fuimos librados, estaríamos nuevamente sujetándonos al pecado y no a Cristo, y no podríamos alcanzar aquella calidad de vida que Dios quiere darnos.

Entonces, debemos hacernos a la idea de que en nuestro andar como cristianos habrán conflictos, pero no debemos desalentarnos, porque Dios nos ha provisto de toda la protección y armamento necesario para enfrentar cualquier adversidad de índole espiritual que se presente.

Luego de presentar ciertas instrucciones con respecto a la conducta de un cristiano, Pablo dice, en Efesios 6:10:

Efesios 6:10-13
(10) Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
(11) Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
(12) Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
(13) Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

En estos versículos el apóstol Pablo da instrucciones específicas sobre qué debe hacer un hijo de Dios ante una lucha espiritual. Pablo específicamente dice que nuestra lucha no es contra sangre y carne sino contra huestes espirituales de maldad. En otras palabras, el conflicto para el cristiano no se origina en el plano físico sino en el espiritual. Por supuesto que muchas veces ese conflicto se manifiesta en el plano humano, pero el creyente cristiano debe estar atento al origen espiritual de ciertas situaciones que se presentan.

Haremos un análisis detenido sobre la traducción de estos tres versículos, que arrojarán más luz sobre la enseñanza que aquí se transmite.

En el versículo 10, las palabras “hermanos míos” no aparecen en los textos griegos considerados más fieles, no cambia ningún aspecto doctrinal, pero es bueno tenerlo en cuenta. La palabra “fortaleceos” es en griego endunamoö. Este verbo significa “llenarse de poder en el interior, fortalecer internamente, capacitarse, adquirir habilidad”, en este caso está en voz pasiva y debiera traducirse: “sean fortalecidos”, o “sean capacitados”. El verbo griego nos indica que no es el creyente quien debe “fortalecerse”, sino que “es fortalecido” por el Señor.

Entonces, la frase diría: “sean-internamente-fortalecidos en el Señor”. Esto nos indica que al estar “en el Señor”, Él mismo nos va fortaleciendo internamente. Esta misma palabra griega (endunamoö) usó Pablo en los siguientes versículos:

Filipenses 4:13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece [endunamoö].

1 Timoteo 1:12
Doy gracias al que me fortaleció [endunamoö], a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,

2 Timoteo 4:17
Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas [endunamoö], para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.

En estos tres versículos vemos que no fue Pablo en que sacó fuerzas de dentro de sí, o quien logró llenarse de fuerzas por sus propios medios. Fue el Señor Jesucristo quien fortaleció a Pablo, y es Él quien nos fortalece a nosotros cuando le creemos y le somos fieles.

Volviendo a Efesios 6, el versículo 10 de la Reina Valera dice después: “...y en el poder de su fuerza”. Aquí la palabra “poder” es kratos, que se refiere a una fuerza de dominio, es aquella fuerza o poder que supera al resto y hace que alguien pueda tener dominio o supremacía sobre otros. Podríamos traducirla como “fuerza de dominio” o “capacidad de dominio”. Por otro lado, la palabra que se traduce “fuerza” es en griego ischus, que se refiere a la capacidad personal de una persona o ser para actuar o para producir resultados. La diferencia entre kratos e ischus es que ischus se refiere más bien al potencial total, mientras que kratos enfatiza el dominio o autoridad que se tiene a causa de esa fuerza potencial.

Entonces, una traducción de este versículo más acorde al sentido de las palabras griegas podría ser:

“Por lo demás, sean-internamente-fortalecidos en el Señor y en la capacidad-de-dominio que tiene a causa de Su fuerza-potencial”

Como hemos visto, el Señor se encarga de fortalecernos cuando estamos en comunión con Él, andando conforme a Su voluntad. Sin embargo, lo que se nos transmite aquí es un creyente también es internamente fortalecido en la capacidad de dominio que Jesucristo tiene a causa de Su fuerza potencial. En otras palabras, al comprender más y más cuánta autoridad y dominio puede Él ejercer a causa del tremendo poder que tiene, vamos ganando confianza y seguridad para nuestras vidas.

¿Cuánta autoridad y cuánto poder tiene Jesucristo hoy?

Efesios 1:15-23
(15) Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,
(16) no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,
(17) para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
(18) alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
(19) y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,  según la operación del poder de su fuerza,
(20) la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
(21) sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;
(22) y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
(23) la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

El Señor Jesucristo hoy tiene tal poder dado por Dios que pasó a estar por sobre todo principado y autoridad y poder y señorío. Jesucristo tiene mayor poder y autoridad que cualquier ser humano en la Tierra y que cualquier ser espiritual en los cielos. Sólo Dios está por encima de Él. Pero además, este pasaje nos indica que ese poder de Cristo ACTÚA en nosotros, los que creemos (los que actuamos basados en la información dada por Dios). Cada vez que actuamos conforme a la información dada por Dios o por el Señor Jesucristo, Dios hace disponible todo Su poder para que, por medio de Cristo, podamos recibir el cumplimiento de Sus promesas de bendición.

Noten que en el versículo 17 y 19 Pablo dice que él oraba para que Dios les de CONOCIMIENTO y ENTENDIMIENTO sobre cuál es la esperanza a que Dios los llamó, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál es la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,  según la operación del poder de su fuerza. Pablo específicamente oraba para que estos cristianos tuvieran CONOCIMIENTO y ENTENDIMIENTO de estas cosas. Nadie puede creer una información o en una promesa que jamás oyó, o en un mensaje que no se entiende. Para poder actuar conforme a la voluntad de Dios primero tengo que saber cuál es Su voluntad y luego también entender lo que Él desea a través de Su Palabra. Como vimos antes, si no hay información, no puede haber fe, y si la información no es correcta, la fe tampoco lo será.

Entonces, el primer paso para poder estar bien pertrechados espiritualmente es CONOCER y ENTENDER.

Debemos conocer el propósito y plan de Dios, debemos conocer y entender el amor de Dios, debemos conocer y entender sobre la salvación que proveyó para nosotros, debemos conocer y entender el por qué del sacrificio de Cristo y los logros de su muerte y resurrección, debemos conocer y entender la esperanza que Dios nos ha dejado en Su Palabra, debemos conocer y entender cuánto poder tiene Dios disponible para nosotros y cómo conectarnos con ese poder.

La lucha espiritual


Seguimos leyendo Efesios 6:

Efesios 6:11
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.

La palabra “armadura” es en griego la palabra panoplia, que se refiere al conjunto de armas de defensa y de ataque que se usaban en la guerra. En este versículo la “armadura de Dios” se refiere a la armadura provista por Dios. La instrucción es a “vestirse” de toda la armadura de Dios. Ningún versículo de la Escritura nos dice que debemos “adquirir” esta armadura, no hay que ganársela, no hay que pedirla, Dios ya la dio, sencillamente debemos colocarnos estar armadura.

Lo que Dios hizo por nosotros fue proveer de todos los recursos necesarios para hacer frente al enemigo en esta guerra espiritual, pero Él, siendo respetuoso de nuestra voluntad de decidir, no nos va a obligar a vestirnos con esta armadura. Tal como lo indica este versículo, es nuestra responsabilidad vestirnos con esta armadura, es nuestra decisión si vamos a utilizar todo lo que Dios nos dio o si vamos a salir a la guerra sin equipamento y sin entrenamiento con la esperanza de no ser atacados.

El objetivo de utilizar esta armadura de Dios es poder permanecer firmes, parados, estables, ante las “asechanzas” del Diablo. Aquí la palabra “asechanzas” es la palabra griega methodeia, de donde proviene nuestra palabra en español “método”, y significa eso: un método o procedimiento planeado con el fin de lograr un objetivo. Esta palabra griega se usa sólo dos veces en la Biblia, aquí y en Efesios 4:14, traducido en la Reina Valera 1960 como “artimañas”:

Efesios 4:14
para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,

En Efesios 6:11 se habla de “asechanzas” del Diablo, y en el 4:14 se habla de “artimañas” empleadas por hombres. En ambos casos la palabra griega es methodeia. Esto nos enseña que tanto los seres humanos incrédulos como el Diablo mismo utilizan métodos para engañar. El Diablo no va a la guerra improvisadamente, él planifica sus golpes, tiene una táctica y estrategia para engañar y atacar. Sabemos que los seres humanos han planeado conspiraciones de tal magnitud que han muchas veces cambiado el curso de la historia de un país, o de todo el mundo. Sabemos que los hombres más poderosos y dañinos de nuestra historia fueron los que supieron cómo manipular con astucia a las personas incautas. Hombres como Hitler, Stalin, Napoleón, entre muchos otros, han sabido como cambiar metódicamente la mentalidad de las personas. Si seres humanos tan pequeños tienen la habilidad de crear métodos de engaño tan efectivos, ¡imaginen cuánta capacidad tiene el Diablo de idear métodos y planes de engaño para arrasar a la humanidad!. Es por esto que jamás podremos hacerle frente con nuestras propias fuerzas. Sólo con el pertrecho dado por Dios podremos efectivamente combatir contra el poder maligno y engañoso del Diablo.

Efesios 6:12
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Este versículo, más ajustado al texto leería:

“Porque nuestra lucha NO es contra sangre y carne, sino contra los principales, contra las autoridades, contra los dominantes-del-mundo de esta oscuridad, contra los seres espirituales de la maldad, en las regiones-celestiales”.

El “no” aquí lo he puesto en mayúsculas porque en griego es la palabra ou, que es un “no” enfático y absoluto. En otras palabras, indica que “de ningún modo” nuestra lucha es contra sangre y carne.

Las palabras “sangre y carne” son una expresión similar a nuestra actual expresión “carne y hueso”. Se refiere a las personas físicas, para diferenciarlas de seres espirituales.

Este versículo nos provee de una instrucción muy iluminadora, ya que conecta a los “principales”, las “autoridades” y los “dominantes del mundo de esta oscuridad” con “seres espirituales”. Esto quiere decir que la oscuridad que existe en el mundo no se debe a poderes humanos sino espirituales y, por lo tanto, nuestra lucha no es contra autoridades humanas, sino contra autoridades espirituales. Si bien la “oscuridad” del mundo suele tener alguna cara humana visible que la embandera, siempre detrás de esa persona hay seres espirituales que dan origen a estas cosas.

Nos detendremos aquí un poco para ver un relato del Antiguo Testamento que guarda relación con esto que venimos viendo y puede iluminarnos en este asunto.

1 Samuel 17:1-10
(1) Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá,  y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.
(2) También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela,  y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.
(3) Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos.
(4) Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos  y un palmo.
(5) Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos  de bronce.
(6) Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.
(7) El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos   de hierro; e iba su escudero delante de él.
(8) Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.
(9) Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.
(10) Y añadió el filisteo:  Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.

Este relato de las Escrituras es muy conocido y se han escritos montones de artículos, estudios y enseñanzas con éste. No vamos a analizar todo este relato en detalle ahora, sencillamente tocaremos algunos puntos que aportarán entendimiento a lo que venimos estudiando.

Aquí lo que vemos es que el ejército de Israel (pueblo de Dios) salió al encuentro contra el ejército de los filisteos. Es evidente que estaban dispuestos a pelear, sin embargo, un hecho inesperado hizo que la batalla no diera comienzo. Entre los filisteos apareció un hombre de gran altura y fuerza, con autoridad para hablar y un gran pertrecho bélico. Este hombre se paró y propuso un combate hombre a hombre y el pueblo al que perteneciera el perdedor debería servir al pueblo ganador. Goliat propuso una nueva “norma” para la guerra y exigió que se le diera un hombre para pelear. El versículo siguiente nos muestra la reacción de los Israelitas:

1 Samuel 17:11
Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.

Noten que todos los israelitas que oyeron estas palabras se llenaron de miedo, incluso el rey mismo. Hasta ese momento se estaban preparando para ir a luchar, pero luego de oír y ver a este hombre tuvieron miedo. Pero ¿por qué iban a aceptar la propuesta de este hombre? ¿Desde cuando el enemigo propone las reglas de una guerra? Es obvio que si alguien deja a un adversario proponer las reglas de un combate, siempre lo hará de tal modo en que pueda ganar ventaja. Ellos debían ir a pelear, tranquilamente podían matar a Goliat entre tres o cuatro hombres, sin embargo, comenzaron a considerar la propuesta de Goliat, dejaron que su imaginación trabaje y, viendo que Goliat era físicamente más grande y fuerte que los demás soldados, se llenaron de miedo. ¡Más de uno se estaría imaginando de qué modo irían a servir a los filisteos!

Probablemente el ejército de Israel era, en conjunto, más fuerte que el de los filisteos, así que la estrategia filistea fue aprovechar la ventaja de tener un hombre de tamaño imponente como para intimidar a los israelitas. La ventaja para los filisteos estaba en el combate uno a uno y lograron que los israelitas aceptaran la propuesta. Los israelitas aceptaron la propuesta al detener la batalla, pero nadie quería ir a pelear con el filisteo, así que, en el fondo estaban aceptando una rendición ¡todo por las palabras de un solo hombre!

Los filisteos podrían haber ido a la guerra sin mediar palabra, pero no, idearon un plan, un método con el cual intimidar y ganar ventaja.

1 Samuel 17:16
Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.

Fíjense que el ejército estuvo parado, sin pelear, durante cuarenta días. Tan efectiva fue la estrategia de los filisteos que lograron que el ejército israelita estuviera cuarenta días parado, sin dar inicio a la batalla. Los israelitas estaban siendo desgastados psicológicamente, de seguir así, pronto caerían rendidos sin siquiera pelear.

1 Samuel 17:17-19
(17) Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos.
(18) Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.
(19) Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.

A esta altura Israel estaba “peleando”, pero no en el campo físico, sino en el campo psíquico, la batalla estaba siendo librada en sus mentes, ya que nadie se animaba a enfrentar a Goliat, ni tampoco daban orden de ataque contra los filisteos.

1 Samuel 17:20-26
(20) Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda,  se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.
(21) Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército.
(22) Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.
(23) Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.
(24) Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.
(25) Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido?  El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.
(26) Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?

Cada vez que leo estas palabras de David se me eriza la piel. David no era soldado, era pastor. Llegó allí “casualmente”, porque su padre le dio la orden de ir a llevar provisiones a sus hermanos. Sin embargo, mientras que todos los soldados entrenados estaban llenos de miedo y huían de la presencia de Goliat, aún a pesar del incentivo que el Rey había dado, David habló con palabras que demostraron una confianza y valentía inéditas: “¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”. David no estaba viendo la batalla que se presentaba en el plano físico, sino lo que había en el campo espiritual. David conocía las promesas de Dios, sabía que ellos eran el pueblo del Dios viviente y sabía que Dios los acompañaría a la victoria. David, vio la realidad física de este hombre, pero también vio la realidad espiritual y sabía que si la batalla espiritual estaba ganada, también ganaría la batalla en el plano físico. Todos allí estaban viendo una batalla contra “sangre y carne”, pero David vio una batalla contra “seres espirituales de maldad”.

1 Samuel 17:31-32
(31) Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl;  y él lo hizo venir.
(32) Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.

Lo que vemos aquí es que tan notorias fueron las palabras dichas por David que fueron a contárselas a Saúl. Todos deben haber pensado ¡Este hombre no tiene miedo! Más aún, cuando David fue presentado delante de Saúl, dijo: “no desmaye el corazón de ninguno a causa de él”. Con estas palabras David no sólo estaba declarando que iría a pelear, sino que estaba confiado en que ganaría. David no dijo “yo voy a pelear y veremos qué sucede”, les dijo “no desmaye el corazón de ninguno a causa de él”. Es evidente que David tenía alguna información sobre la batalla que no provenía de sus cinco sentidos, de otro modo no podría haber estado tan confiado de obtener la victoria.

1 Samuel 17:33
Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.

Aquí Saúl quiso hacer ver la “realidad” a David, mostrándole que era “imposible” que David venciera a Goliat, porque Goliat estaba entrenado como guerrero desde joven (aunque no creo que hayan podido preguntarle a Goliat cuánto tiempo hacía que entrenaba).


Puede suceder que, como creyentes, Dios nos envíe a hacer cosas “imposibles”. En estas circunstancias es muy común que aparezca alguien que nos quiera hacer ver que lo que queremos hacer no va a funcionar, que no tenemos la capacidad o recursos para hacerlo, o que lo que estamos por emprender es una pérdida de tiempo. Sin embargo, si  Dios realmente nos envía a hacer algo, podemos estar seguros que la victoria está asegurada, no por nuestras fuerzas en sí, sino porque Dios respaldará nuestras acciones con Su inagotable poder.

Saúl sólo podía ver la realidad física, pero David estaba viendo otra cosa:

1 Samuel 17:34
(34) David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,
(35) salía yo tras él, y lo hería,  y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
(36) Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejéricto del Dios viviente.

Aquí hay un error con la traducción de algunos verbos, la traducción del Nuevo Mundo da una mejor lectura de estos versículos:

1 Samuel 17:34-36 (NM)[1]
(34) Y David pasó a decir a Saúl: “Tu siervo llegó a ser pastor de su padre entre el rebaño, y vino un león, y también un oso, y [cada uno] se llevó una oveja del hato.
(35) Y yo salí tras él y lo derribé y de su boca hice el rescate. Cuando empezó a levantarse contra mí, lo agarré de la barba y lo derribé y le di muerte.
(36) Tanto al león como al oso tu siervo los derribó; y este filisteo incircunciso tiene que llegar a ser como uno de ellos, porque ha desafiado con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo”.

No es que David a cada momento estaba luchando contra leones y osos, sino que, en su trabajo de pastor, tuvo que enfrentarse a un león y un oso, y en ambos casos salió victorioso. Antes de seguir con el relato quiero hacer notar algo: David era pastor de ovejas, y lo que vemos aquí es que él tuvo tal cuidado por sus ovejas que enfrentó valientemente a un león y un oso para salvarlas. David antepuso su propia vida para no perder a sus ovejas, y David mismo dijo:

Salmos 23:1
Jehová es mi pastor; nada me faltará.

David sabía que Dios era su pastor y no haría menos por él que lo que él hizo por sus ovejas. David salió en defensa de sus ovejas cuando fue necesario y sabía que Dios haría lo mismo por él. El pueblo de Israel era el “rebaño” de Dios y David sabía que Dios pelearía por ellos si ellos actuaban con fe.

1 Samuel 17:37-40
(37) Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
(38) Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza.
(39) Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.
(40) Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.

Lo que vemos aquí es muy interesante. Saúl equipó a David con la armadura necesaria para combatir, sin embargo David tuvo que desechar lo que Saúl le daba, porque le era incómodo, debido a que él nunca había practicado andar con esa armadura. David no podía usar aquello que no sabía cómo usar. David no tenía desarrollada la musculatura necesaria para acarrear la armadura, no tenía práctica en el uso de la espada, escudo y lanza, pero lo que sí había practicado era creer a Dios y confiar en Su amor y poder para dar liberación. David fue a la guerra equipado con toda la armadura de Dios, y fue el único que pudo ver que la lucha no era contra sangre y carne, sino contra seres espirituales de maldad.

1 Samuel 17:41-42
(41) Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.
(42) Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.

Unos versículos atrás vimos que Saúl tuvo en poco a David, diciéndole que no podría pelear contra Goliat. Ahora vemos que también Goliat lo tuvo en poco, porque era muchacho, era rubio, y era de hermoso parecer. Lo que algunos dirían un “nene de mamá”.

1 Samuel 17:43
Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.

Y aquí vemos nuevamente el lado espiritual del asunto. Goliat maldijo a David por sus dioses. En otras palabras, Goliat invocó a sus dioses para maldecir a David. Por un lado lo tuvo en poco, pero, por otro lado, un poco de ayuda de “los dioses” no vendría mal.

1 Samuel 17:44
(44) Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
(45) Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.

Aquí vemos claramente qué es lo que David estaba mirando en esta batalla y qué clase de armadura tenía puesta David para pelear. Goliat estaba peleando con espada y lanza y jabalina, pero David estaba peleando “en nombre de Jehová de los ejércitos”. Las palabras “en nombre de Jehová” nos indican que él estaba actuado conforme a la voluntad de Dios. David no fue por su cuenta a pelear contra el gigante, sino que recibió la información de ir a la batalla de parte de Dios. Esto queda más claro en el versículo siguiente, en el que David habla proféticamente:

1 Samuel 17:46
Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.

Esto que habló David es lo que luego sucedió, por lo que es evidente que estas palabras no provenían de su propia boca, sino que le fueron dadas por Dios. Es de notar que con estas palabras David estaba cambiando las “reglas” propuestas por Goliat. Goliat propuso que el pueblo perdedor serviría al pueblo ganador, sin embargo, David dijo “daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra”, profetizando que todos morirían. Si David hubiese aceptado las proposición de Goliat, debió haber dicho “ustedes nos van a servir”, pero David estaba oyendo las instrucciones de Dios, que en este caso era la de eliminar a todos los soldados. Estos detalles nos sirven para tener en cuenta que siempre debemos prestar mucha atención a las instrucciones dadas por Dios y no dejar que Sus palabras sean alteradas por declaraciones humanas, para terminar creyendo y actuando en base a palabras de hombres.

1 Samuel 17:47
Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza;  porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.

La victoria de David serviría no sólo para librar a Israel de este oprobio, sino también para que SEPAN que Dios no salva con implementos físicos, que la batalla no la gana quien tiene mayor poder bélico, sino quien está mejor pertrechado espiritualmente.

1 Samuel 17:48-52
(48) Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la linea de batalla contra el filisteo.
(49) Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
(50) Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.
(51) Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina,  lo acabó de matar,  y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
(52) Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón.

Finalmente vemos que las palabras de David no fueron palabras vacías, sucedió todo tal cual él había dicho que sucedería. En este caso la fe de un solo hombre hizo la diferencia, para que todo el pueblo de Israel obtuviera la victoria.

La fe de David para derrotar a Goliat desmoralizó al enemigo e impulsó la fe del ejército israelita. Del mismo modo hoy podemos ser ejemplo de fe que impulse la fe de otras personas. Todo lo que tenemos que hacer en estar plenamente confiados en que el amor y poder de Dios son tales que Él siempre hará lo que dijo que hará, y siempre para bien nuestro.

Lo que podemos ver en este relato de la batalla de David contra Goliat es que mientras que la mayoría estaba viendo en esta situación una lucha “contra sangre y carne”, David vio una lucha espiritual, que sería ganada por Dios y no por los implementos bélicos de cada ejército. Esto nos sirve para entender cuán importante es la obediencia y creencia a Dios, por encima de cualquier preparación en el plano físico. Esto no quiere decir que una persona no deba entrenarse, prepararse y disciplinarse para el trabajo o actividad que realiza en su vida. Por supuesto que es importante estudiar si queremos tener una profesión, o practicar para volverse hábil en un oficio, o pensar estratégicamente a la hora de montar un negocio o empresa, o entrenarse bien para ser un soldado o policía, pero hay que respetar el orden de prioridades correcto: Dios es primero.

Con nuestro entrenamiento en el plano físico podremos enfrentar desafíos en el plano físico, sin embargo, nada podemos hacer frente al reino espiritual si no tenemos la ayuda y apoyo de Dios. Dios tiene toda la buena voluntad y disposición de ayudarnos en toda actividad de nuestras vidas y de defendernos ante los ataques del Adversario, pero es nuestra decisión el mantener una comunión diaria con Él y una relación de fe y obediencia para con Él y para con nuestro Señor Jesucristo.

La armadura de Dios

Efesios 6:13
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

La palabra “día” es frecuentemente usada en la Biblia con el sentido de un tiempo determinado, que no necesariamente tiene 24 horas. La palabra “malo” es en griego poneros, que significa “maligno, dañino, que hace mal”, no se trata sólo de un “mal día”, sino de un día que causa daño. Las palabras “en el día malo”, conforme al texto leen: “en el día, el malo”. En este caso el artículo “el” nos agrega énfasis en el hecho de que esta armadura provista por Dios está especialmente diseñada para poder resistir en los tiempos malos, los tiempos dañinos que se presentan en nuestras vidas.

Las palabras “habiendo acabado” en griego son la palabra katergazomai, que significa “realizar, lograr, llevar a término un trabajo”. Aquí estaría indicando que cuando se presenta un tiempo de ataque espiritual en nuestras vidas es necesario que tengamos puesta la armadura hasta que sea lograda la victoria sobre la situación. No todo tiempo en la vida de un creyente será tiempo de ataques espirituales, sin embargo, cuando llega “el día malo”, debemos tener puesta “toda la armadura de Dios” hasta que el día malo termine, quitarnos la armadura en medio de la batalla sería un error que puede costarnos mucho.

1 - LA VERDAD DE DIOS QUE DA FIRMEZA Y ESTABILIDAD


Efesios 6:14
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

Aquí el apóstol Pablo comienza a describir en qué consiste esta armadura provista por Dios, haciendo una comparación entre las piezas de la armadura clásica usada en aquella época y las piezas de la armadura de Dios.

La primer “pieza” de la armadura que se menciona es “la verdad”, la cual equivale al cinto que ceñía los lomos del soldado. En la armadura de la época, el cinturón era aquello que sostenía al resto de las piezas de la armadura. El cinturón ayudaba también a mantener erecta a una persona, además, ceñirse con el cinturón era sinónimo de estar preparados para actuar (Lc. 12:35; 17:8). Esto es porque en tiempos bíblicos sólo se quitaban el cinturón para descansar. Entonces, en la comparación del cinturón con la verdad de Dios, podemos decir que la verdad de Dios es la que sostiene todo lo demás, si no tenemos la verdad de Dios la armadura no tendrá estabilidad y se caerá. Además, la verdad de Dios es la que nos da la postura espiritual correcta y nos prepara para actuar en servicio a Dios. Por eso es fundamental para un cristiano disponerse a conocer la verdad de Dios y esforzarse por hallar esa verdad, separada de especulaciones y tradiciones creadas por los hombres.

Si nuestra fe está basada en información errónea no podremos estar correctamente preparados para enfrentar las adversidades espirituales. La verdad de Dios es la pieza fundamental que sostiene nuestra vida espiritual y nuestro andar de fe.

Veremos dos casos muy simbólicos que nos pondrán en perspectiva de cuán importante es conocer la verdad de Dios.

Génesis 3:1-3
(1) Pero la serpiente  era astuta,  más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho;  la cual dijo a la mujer:  ¿Conque Dios os ha dicho:  No comáis de todo árbol del huerto?
(2) Y la mujer respondió a la serpiente:  Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
(3) pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios:  No comeréis de él,  ni le tocaréis,  para que no muráis.

Aquí estamos en el tiempo en que Dios creó a Adán y Eva y la primera tentación presentada por el Diablo (la Serpiente) al ser humano. En este caso la Serpiente se acercó a Eva para tentarla y lo primero que hizo fue comenzar a discutir acerca de lo que Dios había declarado. La Serpiente preguntó: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”. Sin embargo, lo que Dios había dicho es esto:

Génesis 2:16-17
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Aquí las palabras “ciertamente morirás” en el texto hebreo dice: “morir morirás” o “muriendo morirás”. Esto es una repetición que añade énfasis a la declaración, para transmitir ese énfasis la Reina Valera de 1960 traduce “ciertamente morirás”, otras versiones traducen “de seguro morirás” (Versión Moderna) o “positivamente morirás” (traducción del Nuevo Mundo). Esto es una aseveración enfática de que al comer del fruto de ese árbol morirían.[2]

Dios dijo a la mujer que había un árbol específico del cual no debían comer porque, de hacerlo, con total certeza morirían. La Serpiente vino diciendo a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Por supuesto, la Serpiente sabía lo que Dios había dicho, pero estaba poniendo a prueba la fe y la memoria de Eva. Pero Eva respondió:


Génesis 3:2-3
(2) Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
(3) pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,  ni le tocaréis, para que no muráis.

Eva se había olvidado lo que Dios había dicho y habló conforme a lo que ella creía que era la verdad de Dios, pero en su declaración vemos su error. Por un lado, Dios dijo que del árbol que no debían comer era el árbol de la ciencia del bien y del mal. Eva dijo que el árbol del que no debían comer era “del árbol que está en medio del huerto”. Es cierto que el árbol prohibido estaba en medio del huerto, pero en medio también estaba el árbol de la vida, del cual sí podían comer (Gn. 2:9). En esta declaración Eva muestra falta de presición en cuanto a la declaración de Dios. Por otro lado, Eva agregó las palabras “ni le tocaréis”, pero Dios jamás habló de “tocar” al árbol. Lo que ella no debía hacer era “comer” del árbol, la instrucción de no tocar el árbol fue producto de su imaginación o deducción, pero no fue mandado por Dios. Por último, Eva terminó diciendo: “para que no muráis”, pero Dios no dijo “para que no muráis”, sino: “el del día que de él comieres, ciertamente morirás”. Dios hizo una declaración enfatica y Eva minimizó esta declaración.

Con esta respuesta, la Serpiente supo que Eva no tenía la verdad de Dios, y como la verdad de Dios no estaba sosteniendo a Eva, la Serpiente halló el lugar que necesitaba para terminar su obra tentadora e incitar a Eva a la desobediencia.

Eva no tuvo una lista de mandamientos por parte de Dios, tal como lo tuvieron los israelitas en el tiempo de Moisés. Adán y Eva tuvieron pocas instrucciones a obedecer, Dios los mandó a fructificarse, multiplicarse, a llenar la tierra y sojuzgarla, ejerciendo autoridad sobre todo (Gn. 1:28) y les mandó a no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn. 2:16-17). No era mucho lo que debían “memorizar”, pero, además, ellos estaban en directa compañía de Dios. Aún si Eva olvidó lo dicho por Dios, podría haber ido a preguntar antes de aceptar la oferta de la Serpiente y actuar en desobediencia a Dios.

Este es un claro ejemplo de cómo la falta de precisión en cuanto a la verdad de Dios puede causar la ruina de una persona (en este caso de toda la humanidad).
Hoy en día, ninguno de nosotros conoce perfectamente toda la verdad de Dios, el mismo apóstol Pablo dijo que “en parte conocemos y en parte profetizamos” (1 Co. 13:9), por lo tanto, no es posible conocer absolutamente toda la verdad de Dios a la perfección. Sin embargo, cuando somos confrontados para poner en duda la veracidad de Dios tenemos el privilegio y la responsabilidad de ir a Dios y consultarle sobre Su verdad en un asunto determinado, tal como dice Santiago 1:5.

El segundo ejemplo que veremos es el de alguien que sí se asió de la verdad de Dios y salió victorioso ante la tentación Diabólica:

Mateo 4:1-11
(1) Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
(2) Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
(3) Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
(4) Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
(5) Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,
(6) y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo;  porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.
(7) Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
(8) Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,
(9) y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.
(10) Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
(11) El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.

En este caso tenemos nuevamente al Diablo presentándose en el frente de batalla para arruinar los planes de Dios. El Diablo intentó tentar a Jesús con tres situaciones distintas.

Primero quiso poner en duda la declaración de Dios de que Jesús era Su hijo (Mt. 3:17). El Diablo le estaba diciendo: “si realmente eres hijo de Dios, no será problema transformar las piedras en pan, Dios no querrá que pases hambre”. Pero Jesús no necesitaba tener el estómago lleno para saber que Dios era Su Padre, Dios le había dicho que era Su hijo y eso era suficiente, por eso respondió con las Escrituras: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Él no necesitaba que Dios le diera “pan” para estar seguro que era hijo de Dios, a él le bastaba el hecho de que “de la boca de Dios” salieron las palabras “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17).

En segundo lugar el Diablo tentó a Jesús ¡con las Escrituras mismas! Le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra”. El Diablo utilizó las Escrituras mismas para tentar a Jesús, pero las utilizó incorrectamente. Esto quiere decir que las Escrituras por sí solas no constituyen la Verdad de Dios, la Verdad de Dios está presente cuando las Escrituras son interpretadas, comprendidas y utilizadas correctamente. Jesús nuevamente contestó con las Escrituras (esta vez usadas correctamente), diciendo: “No tentarás al Señor tu Dios”. Aquí la palabra “tentarás” también puede traducirse “pondrás a prueba”. Jesús sabía que ante una dificultad Dios podría enviar a sus ángeles para ayudarlo, sin embargo, Él no debía ponerse en peligro a propósito como para poner a prueba a Dios. Él no necesitaba poner a prueba a Dios para estar seguro de que era hijo de Dios, si lo hacía habría cometido pecado.

En tercer lugar, el Diablo tentó a Jesús ofreciéndole todos los reinos del mundo si Jesús lo adoraba. En este caso ya no trató de poner en duda su filiación con Dios, sino que enfocó su tentación hacia otro ángulo: ofrecerle dinero, gloria y poder a cambio de su adoración. En este caso, Jesús otra vez contestó con la Escritura, diciendo: “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”.

En este caso vemos que Jesús conocía la verdad de Dios y esa verdad lo mantuvo firme ante las tentaciones del Diablo. A diferencia de Eva, Jesús conocía con precisión la verdad de Dios y con ésta hizo frente a las tentaciones del Diablo y se mantuvo firme en la situación.

En resumen:

Para poder estar firmes, con la postura correcta ante las tentaciones y adversidades espirituales, es necesario que conozcamos la verdad de Dios y la apliquemos correctamente. Las Escrituras solas no constituyen la verdad de Dios, sino que transmiten la verdad de Dios cuando son correctamente entendidas y aplicadas. Si entendemos y aplicamos adecuadamente la verdad de Dios, ésta sostendrá toda nuestra vida cuando nos hallemos inmersos en un ataque espiritual.

2 – LA JUSTICIA DE DIOS QUE PROTEGE NUESTRO CORAZÓN


Efesios 6:14
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

La palabra “coraza” en este versículo es la palabra griega thorax, que, precisamente, significa “tórax”, pero también se usaba para referirse a la parte de la armadura que se ponía sobre el tórax, esto es, la coraza. La coraza es la parte de la armadura que protege toda la zona torácica, dentro de la cual se encuentra el corazón.

La Biblia llama figurativamente “corazón” a nuestro centro de pensamientos, al punto más íntimo de nuestro ser, de donde emana lo que somos como personas. En Proverbios 3:3 leemos sobre escribir los mandamientos de Dios en el corazón. En Mateo 12:34 y 35 Jesús enseñó que “de la abundancia del corazón habla la boca” y que el hombre que es bueno saca lo bueno del corazón, y el que es malo saca lo malo de dentro de su corazón. En Proverbios 4:23 se nos instruye a guardar el corazón por sobre toda cosa guardada, porque de él mana la vida. Toda nuestra vida depende de lo que hay en nuestro corazón, si queremos tener la vida plena que Dios tiene para nosotros debemos llenar nuestro corazón con Su Palabra y luego debemos resguardarlo, para que no nos sea quitada la plenitud de vida que Dios nos da.

¿Con qué guardamos nuestro corazón? Lo guardamos con la justicia de Dios. Entender la justicia de  Dios es lo que protege nuestro corazón de los ataques del Diablo. Si no logramos entender adecuadamente cómo opera Dios en Su justicia, nuestro corazón, que es el centro de nuestros pensamientos, quedará desprotegido y seremos fácilmente derribados. En capítulos previos hemos visto que la justicia de Dios es revelada a través del Evangelio (la “buena noticia”) de salvación, y que se va revelando más y más en la medida en que progresivamente vamos creciendo en nuestra fe (Ro. 1:17).[3] Por esta causa la “justicia” de Dios no es un tema que se aprende una vez para luego pasar a algo más “avanzado”, sino que es un tema en el que debemos trabajar constantemente.

El entendimiento de la justicia de Dios se produce progresivamente, en la medida que vamos conociendo y comprendiendo mejor la buena noticia de salvación que nos transmite la Palabra de Dios, y en la medida que vamos teniendo fe en esa buena noticia, actuando conforme a ésta.

Este entendimiento de la justicia de Dios será el que nos proteja el corazón cuando sea atacado por el Enemigo, y nos permitirá seguir afirmados en el amor de Dios en tiempos de adversidad espiritual.

3 – DANDO PASOS FIRMES CON LA BUENA NOTICIA DE LA PAZ


Efesios 6:15
y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

Aquí tenemos la comparación entre el “evangelio de la paz” con el calzado usado para combatir. Al ser el miembro con el cual una persona se para y camina, en la Biblia los pies están frecuentemente relacionados, en lenguaje figurado, con el andar de una persona, o sea, con su modo de vivir (ver, por ejemplo, Sal. 26:12; Pr. 1:15; 3:23; 4:27).

Las palabras “evangelio de la paz” forman el uso del caso genitivo. En este caso “el evangelio de la paz” debe entenderse como “el evangelio que trae la paz” o “el evangelio que promueve la paz”. La palabra “evangelio” significa, como ya hemos visto, “buena noticia”. Al hablar de “el evangelio de la paz”, Pablo no está queriendo decir que hay varios evangelios, porque ya había dicho, en Gálatas 1:7, que no hay otro evangelio. Por supuesto, existen muchas “buenas noticias” en el mundo, pero sólo existe una “buena noticia” que da salvación y verdadera paz al mundo y es aquella que es transmitida por Dios, mediante el Señor Jesucristo.

Jesús nos dijo que la paz que él daba no era como la que el mundo daba (Juan 14:27), la clase de paz provista por Dios, mediante el Señor Jesucristo, no es la misma clase de paz que da el mundo. Esto se debe a que la paz que da el mundo suele estar basada en factores variables, momentáneos y perecederos, mientras que la paz que provee Dios se sustenta de Dios mismo, quien es Todopoderoso y Eterno. La “paz” del mundo existe cuando hay buena salud, un buen empleo, buenas relaciones familiares, cuando se tienen buenos amigos y las cuentas al día, cuando se está de vacaciones en las sierras, en el mar, o tomando Sol en el jardín de casa. Todas estas cosas, y muchas más, dan paz al ser humano, pero es una paz momentánea, es una paz que puede durar minutos, horas, días, en algunos casos años, o incluso decenas de años, pero no son “para siempre”.

La paz que da Dios es la paz de saber que tenemos un Padre que nos ama tanto que está cuidándonos en toda circunstancia y que nos ha provisto de vida perpetua, para vivirla en el paraíso que establecerá en el futuro. ¡Esta es la buena noticia de paz!

Leamos de nuevo Efesios 6:15:

Efesios 6:15
y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

La palabra traducida aquí como “apresto” es la palabra griega hetoimasia, que se usa sólo aquí en el Nuevo Testamento. Los léxicos definen esta palabra como “preparación, presteza, acto de prepararse, el estado de estar listo para la acción”. Pero esta palabra la hallamos en la Septuaginta como traducción de tres palabras hebreas relacionadas entre sí: makown, que significa “lugar establecido, base, fundamento” (Esdras 2:68; Sal. 89:14); mekownah, que significa “lugar establecido para descanso, base, pedestal” (Esdras 3:3); y kuwn, que significa “estar firme, estable, seguro, bien fundamentado, firmemente establecido” (Sal. 9:38; 65:9; Nahúm 2:3; Zac. 5:11). De aquí podemos ver que esta palabra tenía el sentido más bien de “fundamento” o “punto de apoyo”.

Entonces, este versículo nos está diciendo que nuestro andar debe basarse en estar bien fundamentados en el evangelio de la paz.

Si queremos “pisar firme” en nuestras vidas debemos estar bien fundamentados en la buena noticia de salvación que nos brinda la Palabra de Dios. Sin una correcta comprensión del Evangelio de Dios no podremos desarrollar un andar firme y no tendremos una conducta cristiana sólida, basada en una verdadera relación espiritual con Dios.

Para tener un andar conforme a la voluntad de Dios no basta con conocer Sus mandamientos y tratar de cumplirlos, es sumamente necesario conocer el deseo de Dios, es necesario que conozcamos Su propósito y plan y comprendamos el mensaje de salvación que nos ha dejado. El cumplimiento de mandamientos, estatutos y rituales religiosos sólo producirá una aparente relación con Dios, pero no tendrá la efectividad de la verdadera relación espiritual con Dios (2 Ti. 3:5; 1 Ti. 4:7-8).

4 – LA FE: NUESTRA PROTECCIÓN CONTRA TODO ATAQUE DEL MALIGNO


Efesios 6:16
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

A esta altura ya hemos aprendido que la fe no es un poder de la mente que produce resultados por sí misma, sino que es la convicción de que lo dicho por Dios es Verdad y la consecuente acción que está basada en esa convicción. Ahora vemos que la fe es lo que nos protege de los “dardos de fuego” del maligno.

Aquí tenemos varios puntos interesantes a cubrir. Lo primero que vemos es que el versículo comienza con las palabras “sobre todo”. Esto podría dar la sensación de que la fe es el más importante de los implementos de la armadura, pero no es así. La palabra “sobre” es en griego en, que primordialmente significa “en”. Esta preposición griega con frecuencia se usa para indicar un campo de acción sobre el cual tiene efecto la acción mencionada. En este caso lo que se quiere transmitir es que hay que sostener el escudo de la fe en toda situación, ¡jamás hay que soltarlo!

La palabra griega traducida “tomad” es analambanö, que significa “tomar algo que está en una posición inferior, levantar”. No se trata tan sólo de tener el escudo en la mano, sino de mantenerlo en algo, de modo que pueda realizar su función protectora.

Las palabras “el escudo de la fe” constituyen el uso del caso genitivo. Algunos estudiantes bíblicos lo toman como el caso genitivo de relación, diciendo que se debe interpretar como “el escudo que provee la fe”. E.W. Bullinger decía que el escudo es Cristo mismo, Quien viene en nuestra defensa cuando estamos teniendo fe. Si bien es cierto que Cristo está presente en nuestras luchas espirituales, para defendernos y ayudarnos, en este contexto se está haciendo una analogía entre conceptos espirituales y partes de una armadura, por lo que aquí podemos sencillamente interpretar estas palabras como un caso genitivo de aposición, lo cual se interpretaría como “el escudo, o sea, la fe”. Para explicarlo en forma simple, el versículo nos está diciendo que la fe es el escudo.

La palabra traducida “dardos” es belos, que sólo se usa aquí en el Nuevo Testamento. Belos hace referencia a cualquier objeto diseñado para ser lanzado, por lo que puede tomar el sentido de “proyectil, misil, dardo, flecha, daga, saeta, etc.”. Es común encontrar esta palabra griega en la Septuaginta con el sentido de “flecha” o “saeta”. Vean estos dos pasajes en los Salmos:

Salmos 11:1-3
(1) En Jehová he confiado;
¿Cómo decís a mi alma,
Que escape al monte cual ave?
(2) Porque he aquí, los malos tienden el arco,
Disponen sus saetas sobre la cuerda,
Para asaetear en oculto a los rectos de corazón.
(3) Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?


Salmos 57:2-4
(2) Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que me favorece.
(3) El enviará desde los cielos, y me salvará
De la infamia del que me acosa;  Selah
Dios enviará su misericordia y su verdad.
(4) Mi vida está entre leones;
Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;
Sus dientes son lanzas y saetas,
Y su lengua espada aguda.

En el primer pasaje se habla de “los malos”, que tienden el arco y disponen sus saetas, dispuestos a destruir el fundamento del justo. En el segundo pasaje se habla de las personas malvadas como “leones” con dientes como “lanzas y saetas” y con una lengua como “espada aguda”. Estas son formas figuradas de hablar que enfatizan la fiereza y maldad de estas personas. Del mismo modo, el Diablo y sus huestes de maldad pasan día y noche “afilando” sus armas para causar el mayor daño posible.

Efesios 6:16 no sólo habla de “dardos”, sino de “dardos encendidos”. La palabra “encendidos” es la palabra griega puroö, que es un verbo relacionado con pur, que significa “fuego”. En las guerras antiguas se rociaban las flechas con algún combustible y se las prendía fuego con el fin de causar mayor daño. En este simbolismo nos hace ver que los seres espirituales malignos no tendrán piedad a la hora de hacer daño, si en medio de la batalla espiritual bajamos nuestro escudo, harán el mayor daño que puedan.

Vamos a leer nuevamente Efesios 6:16, haciendo algunos cambios para dar una lectura más exacta:

Efesios 6:16
En toda circunstancia, tengan-en-alto el escudo de la fe, con el cual podrán apagar todos los proyectiles del maligno que han-sido-encendidos.

Ni este versículo, ni ninguno, nos dice que sea posible EVITAR que el maligno arroje sus proyectiles. Lo que sí podemos hacer es APAGAR aquellos proyectiles que fueron encendidos con el fin de causar un gran daño.

En las batallas antiguas, si una flecha con fuego caía sobre un guerrero, éste podía arder en segundos y morir, aún teniendo toda su armadura puesta. Su mejor defensa contra una flecha encendida era detener la flecha con el escudo. En la analogía que estamos viendo, vemos la gran importancia que tiene la fe en una batalla espiritual.

De nada nos servirá conocer la verdad de Dios, la justicia de Dios y el evangelio de la paz, si no los creemos. La fe es nuestra principal defensa contra los más fuertes ataques del Enemigo.

Podemos sabernos toda la Biblia de memoria, pero si no la creemos, no estaremos protegidos contra los ataques del Adversario. Una conducta cristiana que no parte de una firme convicción en la verdad de Dios puede durar por un tiempo, pero cuando el Diablo decida atacar con su artillería pesada, ese cristiano caerá.

La relación con Dios es algo maravilloso, algo muy deseable, y Dios tiene preparada para nosotros una vida que va mucho más allá de toda expectativa. Sin embargo, la relación con Dios no es un juego, el Diablo y sus seguidores espirituales odian a Dios con todas sus fuerzas y harán todo lo que esté a su alcance para arruinar los planes de Dios y para entristecer a Dios, haciendo caer a Sus hijos. Dios tiene un poder que sobrepasa a todo poder en el Universo, además, ha dado a Jesucristo un poder y autoridad que sólo es superada por Dios mismo, es así que tenemos un Padre celestial y un hermano humano resucitado que tienen toda la capacidad y buena voluntad de ayudarnos, cuidarnos y defendernos. Sin embargo, Dios es justo y no interfiere en nuestras decisiones, si no le creemos y no nos acercamos a él con confianza, respeto y obediencia, Él no podrá hacer nada para defendernos de los ataques espirituales.

El Diablo y sus huestes constantemente arrojan cosas en la vida de los cristianos. Arrojan tentaciones, arrojan males, arrojan distracciones, nos arrojan personas malvadas que nos estorben. El Diablo tentó a Jesucristo con tres ofrecimientos distintos y Jesús apagó sus flechas con su fe en Dios. El Diablo quiso poner en duda la fe de Jesús en cuanto a si era o no hijo de Dios, pero Jesús sostuvo su escudo en alto y dijo “escrito está”, él le creyó a Dios y jamás puso en duda Su Palabra. En el relato de David contra Goliat vimos que el Diablo arrojó al pueblo de Israel un “gigante” que los intimidó, todo el pueblo se estaba prendiendo fuego psíquicamente hasta que David apagó el incendio con su fe y derrotó a Goliat. También en Hebreos hemos visto los ejemplos de hombres y mujeres que por su fe en Dios pudieron obtener la victoria en circunstancias difíciles.

A mi entender, la mayor “flecha encendida” que el Diablo ha arrojado a la humanidad es la introducción del pecado y la muerte (Ro. 5:12; 6:23; 1 Co. 15:56; Heb. 2:14, 15), pero con nuestra fe en el Salvador provisto por nuestro Padre celestial hemos sido rescatados de esta situación (Ro. 8:2; 10:9-10), apagando para siempre el incendio que el Diablo generó en la espiritualidad humana aquél día en que Adán y Eva dejaron caer su escudo de fe ante el ofrecimiento de la Serpiente.

5 – LA SALVACIÓN: LA PROTECCIÓN PARA NUESTROS PENSAMIENTOS


Efesios 6:17
Y tomad el yelmo de la salvación...

El “yelmo” es la parte de la armadura que recubre la cabeza, un casco.

Aquí la palabra “tomad” es la palabra griega dechomai, que primariamente significa “recibir, aceptar, acoger”. En el léxico de Louw-Nida tenemos una interesante definición de esta palabra griega: “Recibir o aceptar un objeto o beneficio en el cual la iniciativa yace en el dador, pero en foco de atención de la transferencia está sobre quien recibe”. Entonces, la instrucción aquí es a aceptar o recibir el casco de la salvación, la iniciativa para proveer salvación es de Dios, pero la recepción de esa salvación depende de nosotros.

Lo que este versículo nos está comunicando es que la salvación nos provee de protección para la cabeza. La figura nos comunica que nuestros pensamientos estarán protegidos cuando aceptamos, recibimos o acogemos la salvación provista por Dios.

Pero, en este caso, la palabra “salvación” no es soteria, que es la palabra que comúnmente se traduce “salvación”, sino soterion, que significa “el medio por el cual se recibe salvación, poder o capacidad para salvar”. Como ya habíamos visto, soteria significa: “salvación, rescate, liberación, sanidad, entereza, restitución”, soterion sería el poder o capacidad para salvar, rescatar, liberar, sanar, dar entereza o restituir”.

Por ejemplo, en Lucas leemos que “...verá toda carne la salvación de Dios”. Aquí “salvación” es también soterion. Las palabras “toda carne” se refieren (por medio de la figura de dicción sinécdoque) a “todos los seres humanos”. El versículo nos indica que todos los seres humanos verán el poder y capacidad de Dios para otorgar salvación. No todos los seres humanos se salvarán, porque la salvación se recibe por creer en Cristo como Señor (Ro 10:9-10), lo hacen. Sin embargo todos, en algún momento, verán ese poder de Dios para salvación.

Volviendo al pasaje en Efesios, una lectura más adecuada de la primera parte del versículo sería:

“y reciban el casco provisto por el poder-para-salvar”

El poder de Dios para dar salvación es lo que nos protegerá la mente y los pensamientos, para que no caigamos en depresión, estrés, angustia o desesperación.

En el capítulo 10 habíamos visto que existen dos aspectos fundamentales de la salvación provista por Dios, uno presente y uno futuro. El aspecto futuro tiene que ver con la completa salvación futura, en la que tendremos cuerpos espirituales perfectos; el aspecto presente de la salvación tiene que ver con el nivel de integridad física, mental y emocional que vamos adquiriendo y manifestando en la medida que andamos conforme a la guía de Cristo a través del don de espíritu santo.

En este caso, el contexto nos está hablando de un ataque en el campo espititual, por eso, lo más probable es que cuando aquí se habla del “poder de salvación” se refiera al poder de Dios para dar liberación de ESA situación específica.

Entonces “recibir” el casco del “poder-para-salvar” se estaría refiriendo a recibir o aceptar la ayuda de Dios para ser librados de la adversidad o ataque espiritual que se presenta. No deberíamos querer resolver la situación con nuestras propias fuerzas o sabiduría, ni mucho menos acudir a alguna persona que esté operando poderes diabólicos, tales como curanderos, adivinos, espiritistas, etc.

Ante una adversidad de índole espiritual, debemos estar dispuestos a recibir el poder y ayuda de Dios, Quien es el único capaz de actuar efectivamente contra los seres espirituales malignos. No podemos atacar a seres espirituales con “armas” humanas.

En el relato de David contra Goliat, el pueblo de Israel estaba intimidado por Goliat a causa de su apariencia física y su pertrecho bélico. Por eso David no fue a la batalla con la confianza puesta en sus propias habilidades, o en su armamento, sino que peleó con el poder de Dios, él se encomendó a Dios y confió en el poder de Dios para dar liberación.

6 – LOS DICHOS DE DIOS: LA ESPADA PROVISTA POR EL SEÑOR JESUCRISTO


Efesios 6:17
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

La segunda mitad de este versículo nos habla de “la espada del Espíritu” y nos aclara que esta espada es “la palabra de Dios”.

La palabra griega frecuentemente traducida como “palabra” es logos, que significa “palabra, expresión, idea, plan, propósito”, y denota la expresión externa de algo que hay en el interior de una persona o ser. Sin embargo, en este caso la palabra griega utilizada en rhëma, que significa “dicho”, se refiere específicamente a una expresión hablada.

En Hebreos 4:12 se habla de la “palabra de Dios”, siendo más cortante que toda espada de dos filos. Allí sí se utiliza la palabra griega logos, sin embargo, aquí en Efesios la comparación está hecha con los dichos (rhëma) de Dios.

Ahora bien, ¿a qué se refiere la Escritura cuando habla de “la espada del Espíritu”? La Biblia nos enseña que Jesucristo, nuestro Señor, es “el Espíritu” (2 Co. 3:17), por eso, existen muchas ocasiones en las que las palabras “el Espíritu” (en griego to pneuma) se refieren específicamente al Señor Jesucristo. Cada vez que Jesús es llamado “el Espíritu” se lo hace para enfatizar Su acción espiritual a través del don de espíritu santo que hay en nosotros.[4] En este caso, al hablar de “la espada del Espíritu”, podríamos entenderlo como “la espada de Jesucristo, actuando espiritualmente en nosotros”.

Aquí las palabras “la espada del Espíritu” conforman el uso del caso genitivo (en el griego), por lo que la preposición “de” puede ser reemplazada por diferentes palabras conforme el uso contextual. Aquí algunos entienden que se trata de “la espada que posee el Espíritu” (genitivo de posesión). Pero Cristo, si bien RECIBE dichos de parte de Dios, no es el POSEEDOR de esos dichos, por lo tanto, yo me inclino a pensar que aquí el genitivo se suple del siguiente modo: “la Espada provista por el Espíritu” (genitivo de provisión). El hecho de que se nombre a Jesús como “el Espíritu” nos está indicando que esta espada, esta arma ofensiva contra los ataques de los seres espirituales malignos, es provista por el Señor Jesucristo actuando en nosotros por medio del don de espíritu santo. ¿Qué es lo que hace Cristo en nosotros? Nos habla “los dichos de Dios”, nos transmite la voluntad específica de Dios para esa situación. Siendo nuestro mediador, Dios le habla a Él para que Él transfiera esos dichos a nosotros por medio del don de espíritu santo que hay en nosotros.

Para algunos puede parecer un poco “complicado” el hecho de que Dios hable a través de Cristo y que no lo haga directamente, sin embargo, Dios ha constituido a Jesús el como “mediador” (1 Ti. 2:5; He. 8:6; 9:15) y ha decidido relacionarse con el ser humano por medio de Él, durante esta era. Varios pasajes de las Escrituras lo muestran a Cristo hablando las palabras dadas por Dios, un ejemplo claro está en el primer versículo de Apocalipsis:

Apocalipsis 1:1
La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos...

Aquí se ve claro que Dios dio a Jesucristo las palabras que Él debía comunicar a Juan, para que por medio de él la conocieran todos Sus servidores.

Entonces:

Ante un ataque en el campo espiritual, el Señor Jesucristo actuará por medio del don de espíritu santo en nosotros, para darnos instrucciones específicas de parte de Dios que nos servirán como “arma de ataque” contra seres espirituales de maldad. Nuestra responsabilidad es “recibir” esas palabras, para lo cual debemos estar atentos a lo que el Señor nos quiere comunicar y ser obedientes a las instrucciones recibidas.

Ahora bien, recordemos que tanto el poder de salvación de Dios que cubre nuestra mente, como las palabras provenientes de Dios para la ocasión, dadas al cristiano por medio de Cristo, deben ser “recibidas” por nosotros, pero ¿cómo hacemos para “recibir” estas cosas? El siguiente versículo lo dice:
Efesios 6:18
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

Aquí la palabra “orando” conforme al modo verbal griego (presente participio), indica una acción que se hace en conjunto o a consecuencia de otra acción, mencionada por otro verbo precedente. Esto conecta al verbo “orando” con el verbo “reciban”, del versículo anterior. Esto quiere decir que es por medio de la oración que “recibimos” la protección brindada por el poder y capacidad de salvación de Dios, y es por medio de la oración que recibimos los dichos de Dios, que Cristo nos comunica por medio del don de espíritu santo que hay en nosotros.

A través de la oración hacemos posible que Dios nos de, por medio de Cristo, el poder y la sabiduría necesarios para ser librados de la situación. Ya habíamos visto, al estudiar Santiago 1, que siempre que estemos pasando por adversidades podemos orar a Dios y Dios nos dará sabiduría para superar esa adversidad (Santiago 1:5). Aquí la instrucción es similar, cuando oramos a causa de una adversidad en el campo espiritual, estamos haciendo lo necesario para “recibir” Sus palabras y Su liberación. Dios siempre tiene una solución preparada para cada adversidad que enfrentamos, ya sea humana o espiritual, Dios tiene poder para liberarnos de toda adversidad, y tiene las palabras específicas que necesitamos para cada circunstancia, sin embargo, está en nosotros el “recibir” Su poder y Sus palabras por medio de la oración.

Fíjense cuánta importancia coloca Dios en la oración, que aquí ha utilizado tres palabras relacionadas para añadir énfasis: “orando”, “oración”, y “súplica” (que se usa dos veces).

La palabra “oración” denota sencillamente “hablar a Dios”, lo cual puede ser para pedirle algo, para agradecerle, o para contarle algo que queramos decirle. Por otro lado, la palabra “súplica” es en griego deesis, que denota un “pedido” o “petición”; es “dar a conocer una necesidad en la espera de recibir alguna ayuda al respecto”. En otras palabras, si bien es un “pedido”, no es un pedido por aquello que es objeto de codicia, sino un pedido por aquello que se necesita.

El versículo 18 de Efesios, traducido más ajustado al texto, leería así:

Efesios 6:18 (Mi traducción)
mediante toda clase de oración y pedido orando, en toda temporada, en espíritu, y para esto-mismo vigilando con toda perseverancia y pedido con-respecto-a todos los santos

Es de notar que en la primera parte del versículo se habla de “oración y pedido”, y en la segunda parte se habla de “perseverancia y pedido”. En la segunda parte del versículo vemos que se reemplaza “oración” por “perseverancia”, con esto se nos llama la atención para que comprendamos que la oración debe ser perseverante, persistente, no hay que dejar de orar. Esto no significa que hay que repetir algún tipo de oración una y otra vez, sino que es necesario separar un tiempo de oración todos los días, es necesario dedicar tiempo diario para  hablar con Dios y para pedir por nuestras necesidades y las de otros cristianos.

Aquí se nos dice que la manera de orar es:

1 – Mediante toda clase de oración y pedido: En otras palabras, podemos orar a Dios para agradecerle, para contarle nuestras alegrías y tristezas, para pedirle cosas, para preguntarle cosas, podemos cantarle (Col. 3:16), podemos orarle hablando en lenguas (1 Co. 14:2, 14-15). También es posible que hablemos y pidamos al Señor Jesucristo (2 Co. 12:8). Para hacer frente a los seres espirituales malignos, debiéramos incluir toda clase de oración y pedido en nuestra vida diaria.

2 – En toda temporada: la palabra “temporada” es en griego kairos, indica una “temporada” o “momento determinado”, denota también “tiempo oportuno” o “momento adecuado”. Al decir “toda temporada” se nos indica que no debemos esperar a estar en medio de un conflicto para pedir ayuda a Dios. Tampoco debemos esperar a “sentir ganas” de orar a Dios para comenzar una disciplina diaria de oración. Existen personas que saben que debieran separar un tiempo para la oración, pero tienen tantas “actividades” en sus vidas que no tienen “tiempo” para orar, en sus mentes dicen: “mañana empiezo a orar”, pero nunca lo hacen. Otras personas no creen que la oración esté diseñada para pedir cosas pequeñas a Dios, dicen que no quieren “molestar” a Dios con cosas pequeñas y directamente no oran. Es así que, tanto unas como otras terminan recurriendo a la oración cuando algún hecho grave y desesperado ocurre en sus vidas. Pero la Escritura aquí nos dice que debemos orar “en toda temporada”. Ya sea que nos sintamos bien o nos sintamos mal, ¡hay que orar!; ya sea que estemos en el mejor momento de nuestras vidas o que estemos pasando por la más dura adversidad ¡hay que orar!. No importa si hemos aceptado a Cristo como Señor hoy, o si fue hace 30 años, no importa si nuestro vocabulario es el de un lingüista o si es el de un niño, Dios ve nuestros corazones. Dios es nuestro Padre celestial, Jesucristo es nuestro hermano mayor, y como miembros de la misma familia, ¡quieren que hablemos con ellos con frecuencia!

3 – En espíritu: En 1 Corintios 14:14 Pablo dice que al orar en lenguas ora el espíritu. En el versículo 15 dice que es posible “orar con el espíritu” y también “cantar con el espíritu”. De aquí es que algunos deducen que la expresión “en espíritu”, en Efesios 6:18, se refiere al orar en lenguas. Sin embargo, en el griego las expresiones usadas son diferentes: en 1 Corintios 14:15 Pablo dice, conforme al texto griego “oraré del espíritu” y “cantaré del espíritu”, mientras que aquí se habla de orar “en espíritu”. La expresión “en espíritu” (en griego en pneuma) se usa frecuentemente en la Biblia para indicar una acción que es hecha siguiendo una instrucción dada por Dios a través del espíritu santo que hay en el creyente. Algunos ejemplos son: Mateo 22:43 (la Reina Valera 1960 traduce “en el Espíritu”, pero en griego dice: “en espíritu”); Juan 4:23 y 24; Efesios 3:5 (aquí la Reina Valera traduce “por el Espíritu”, pero el texto dice “en espíritu”). Por eso, creo que lo más probable es que aquí se esté hablando de orar conforme a lo que Dios, por medio de Cristo, va poniendo en nuestros corazones para orar.

En Romanos 8:26 leemos:

Romanos 8:26 (Mi traducción)
E igualmente también el Espíritu gime y nos ayuda en la debilidad, porque qué es lo que deberíamos orar, conforme a lo que es-necesario, NO lo comprendemos, pero el Espíritu mismo está-actuando-a-favor-de nosotros, dando gemidos inexpresables,

En este versículo “el Espíritu” hace referencia a Cristo, mostrándonos que Él nos ayuda en la debilidad, porque no sabemos orar conforme a lo que es realmente necesario. Los “gemidos inexpresables” se refieren a que Cristo nos “grita”, pero no con palabras, sino desde dentro nuestro, indicándonos cómo orar, por qué cosa orar. Él, a través del don de espíritu santo que hay en nosotros, pone en nuestras mentes aquello por lo cual debiéramos orar.

Entonces, no es difícil pensar que en Efesios 6:18, cuando se habla de orar “en espíritu”, se esté refiriendo a orar conforme a la instrucción que Cristo coloca en nuestro interior.

Sucede que en muchas adversidades de la vida, especialmente las de índole espiritual, nuestra sabiduría humana está muy limitada como para comprender todos los factores de fondo que están involucrados en tal adversidad. En esos casos se hace sumamente necesario estar atentos al Señor, porque Él nos indicará si debemos específicamente orar por algo.

4 – Vigilando: “vigilar” significa estar alertas, estar despiertos, prestar atención. La oración a Dios debe también ir acompañada de “vigilancia”. Para poder activar el poder de Dios en toda área de nuestras vidas, debemos estar atentos a todo lo que sucede a nuestro alrededor. Nuestras oraciones serán más efectivas si estamos “al día” con todo las necesidades a nuestro alrededor, orando por las necesidades y enfermedades de otros creyentes, orando por la situación política, o económica, o social de nuestro país, nación, provincia, estado, pueblo, barrio, etc. Quizá debamos orar por los grupos de religiones paganas, espiritistas, o demoníacas que están engañando a la gente y obstaculizando la predicación de la Palabra. Quizá debamos orar por movimientos políticos, sociales, o filosóficos que pervierten la moral. Son muchas las cosas que pueden afectar a nuestras vidas, a las vidas de los cristianos con los que tenemos contactos, y que pueden afectar a todo nuestro entorno, mientras más abarquemos en nuestras oraciones, más posibilidad le damos a Dios para actuar en nuestras vidas, y en la vida de otras personas, en favor de Su plan.

Entonces, a la hora de orar, Dios quiere que prestemos atención a todo nuestro entorno y a las necesidades, no sólo las nuestras, sino las de todos los cristianos (los santos), tanto como podamos.

5 – Con toda perseverancia y pedido: Estas palabras probablemente constituyen la figura de dicción endíadis (uno mediante dos), por medio de la cual la frase se entendería como “con todo pedido perseverante”. Pero también, como he dicho previamente, es posible que “perseverancia” haya sido colocada en reemplazo de “oración” (de la cláusula anterior), para enfatizar que la oración debe ser perseverante, o persistente. Sea cual fuere el caso puntual, la verdad que transmite el versículo no varía: es necesario ser perseverantes con nuestras oraciones y pedidos a Dios. Aquella persona que no pide a Dios para no “molestarlo” con cosas pequeñas, o que no le pide porque piensa que lo suyo es demasiado grande como para que Dios de respuesta, están sencillamente fallando en su fe con respecto a esta instrucción de Dios. Dios habla de orar y de pedir perseverantemente.

Dios jamás habla de pedir cosas “chiquitas” o cosas “gigantes”, sencillamente dice que PIDAMOS. Más aún, dice que lo hagamos de modo persistente, constante, perseverante. Dios no sólo no se molesta con nuestras oraciones ¡Nos manda a orar perseverantemente!

Efesios 6:18 (Mi traducción)
mediante toda clase de oración y pedido orando, en toda temporada, en espíritu, y para esto-mismo vigilando con toda perseverancia y pedido con-respecto-a todos los santos

Este versículo termina diciendo que la voluntad de Dios es que oremos por “todos los santos”. Los “santos” son todos aquellos que han creído en Cristo como Señor. Aquí se nos dice de orar por “todos los santos”. Por supuesto, no es posible saber cuáles son las necesidades específicas de cada cristiano renacido del mundo, sin embargo, podemos orar genéricamente por toda la Iglesia de Dios en el mundo, y podemos orar por las necesidades específicas de todos los cristianos que conocemos. Mientras más personas incluyamos en nuestras oraciones, más posibilidad tendrá Dios de actuar en favor de esas personas.

Efesios 6:19
(19) y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
(20) por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

Aquí, curiosamente, Pablo se incluye en la “lista” de oración de los creyentes a los que le habla. Por supuesto, no tiene sentido que hoy oremos por Pablo y Su predicación, porque él ha muerto. Además, él era un “santo”, así que al decir que oren “por todos los santos”, se supone que debía estar incluido allí. Entonces, lo que vemos aquí es que Dios (Quien reveló estas palabras a Pablo) quiso colocar cierto énfasis en la necesidad de orar por las necesidades específicas de aquellos que son enviados por Dios para cumplir una misión en particular.

El Señor Jesucristo encomendó al apóstol Pablo la predicación del Evangelio de salvación y del misterio (secreto espiritual) escondido por Dios (1 Ti. 2:1-7; 2 Ti. 1:8-12; Ef. 3:3-9). Sin embargo él había sido encarcelado y estaba “en cadenas” (ver también Hch. 28:20; 2 Ti. 1:16). En la situación en la que Pablo estaba, podía llegar a ser asesinado por hablar la Palabra de Dios, por eso él pide específicamente para que los creyentes oren para que él pudiera hablar con denuedo aquello que el Señor le envió a predicar. Esto, por un lado, nos muestra la humanidad de Pablo y su humilde pedido de apoyo ante lo que estaba viviendo, por otro lado, nos hace reflexionar sobre la gran necesidad de orar específicamente por las adversidades que se presentan a aquellos que están moviendo la Palabra de Dios y sirviendo en funciones de mayor riesgo, demanda o exposición.

Recordemos que las instrucciones con respecto a la oración, dadas en Efesios 6:18, están en conexión con lo dicho en el versículo 17. Es a través de la oración que un creyente recibe el poder de liberación de Dios (el “casco”) y las palabras de Dios (la “espada”), que llegan a nosotros por medio de Cristo (el “Espíritu”). Entonces, lo que vemos es que la liberación de Dios no sólo depende de nuestra oración por nosotros mismos, sino de nuestra oración por todo el Cuerpo. Esto es porque como miembros de un Cuerpo en Cristo estamos ligados de tal manera que somos afectados por todo lo que le pasa a otro cristiano (1 Co. 12:26).

Nuestra constante oración y pedido a Dios, no sólo por nuestras necesidades, sino también por la de todos los santos, y especialmente por los que sirven a Dios de un modo especial, nos ayudarán a mantenernos alejados de ataques espirituales o a superarlos, cuando se presenten.

Hasta aquí hemos analizado las diferentes partes de la “armadura de Dios”, según está descrita en Efesios 6. Pero también hay otro pasaje bíblico en el que Pablo hace una comparación de ciertas características espirituales con una armadura de la época:

1 Tesalonicenses 5:5-8
(5) Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
(6) Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
(7) Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
(8) Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.

En este caso vemos que se mencionan sólo dos piezas de armadura, pero asociadas de distinta forma que en el pasaje anterior. Aquí se habla de la fe y el amor como “coraza” y de la salvación (que en este caso sí es soteria) como “yelmo” (o “casco”).

En este contexto, Pablo no está hablando de ataques espirituales, sino más bien de la tentación a andar en pecado, como aquellos que no han creído en Cristo como Señor. Ante tales situaciones, la fe y el amor nos sirven de “coraza”, para proteger nuestros corazones del deseo de satisfacer nuestros deseos carnales. Nuestra fe, nuestra firme convicción en el amor de Dios y en Su voluntad de hacer lo mejor por nosotros nos ayudará a alejarnos de tentaciones. Asimismo, considerar sobre el amor de Dios y responderle con amor nos dará la protección necesarias contra las tentaciones que se presentan.

Además, la esperanza de salvación nos protegerá también la mente. Cuando estemos tentados a andar como anda el mundo, debemos recordar todo lo que Dios hizo (por medio de Su obra en Cristo) para salvarnos, y debemos recordar que Él nos dará completa salvación en el futuro por haber creído en Cristo como Señor, pero que también nos da liberación y sanidad HOY, en la medida que nos conducimos conforme a Su voluntad. Esto es la mejor protección para los pensamientos, cuando las tentaciones de la carne nos asechan.

Entonces, en situaciones de tentaciones carnales, debemos mantener el algo nuestra fe en Dios, firmemente convencidos de Su inmenso amor y poder para darnos todo lo necesario en todas las cosas; debemos también actuar en amor a Dios y a los otros miembros del cuerpo de Cristo; y debemos recordar sobre la salvación que nos ha provisto, tanto en su aspecto futuro como en su aspecto presente. De este modo nuestros corazones y pensamientos estarán protegidos para seguir conduciéndonos conforme a la voluntad de Dios.



[1] Las citas de las Escrituras marcadas como “NM” han sido tomadas de la traducción del Nuevo Mundo, por Watch Tower Bible and Tract Society, versión de 1984.
[2] Para más detalles sobre la interpretación de este pasaje lea mi estudio “El propósito y plan de Dios”.
[3] Aquí, si lo desean, pueden hacer un alto y repasar los capítulos "Desde fe hacia fe" y "Justificación y salvación por fe", para “refrescar” el concepto de “justicia” de Dios y Su “justificación” por fe.
[4] En mi estudio “El don de espíritu santo” doy más detalles sobre los usos de las palabras “espíritu” y “espíritu santo” y sobre cómo Dios y el Señor Jesucristo actúa en nosotros a través del don que nos fue dado.








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