Entre los mandamientos y la fe

En Honor a Su verdad
(Por Elizabeth T. Martínez y Pablo Pereyra)

Los diez mandamientos y la fe, son dos caminos  que van unidos con un mismo fin, el cual es llegar a Dios, a través de  Jesucristo, y es una manifestación de amor de Dios hacia nosotros. Al obedecer de todo corazón los mandamientos,  a través de la fe, estamos respondiéndole  al Padre con el mismo amor, el cual, a su vez, tiene una promesa, para que nos esforcemos por alcanzar.

Deuteronomio 4:1 (NVI) [1]
Ahora, israelitas, escuchen los preceptos y las normas que les enseñé, para que los pongan en práctica. Así vivirán y podrán entra a la tierra que el SEÑOR, el Dios de sus antepasados, les da en posesión.

Juan 5:46 
Si le creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él.

Toda escritura de la biblia viene de Él, de nuestro Padre. Cuando experimentamos a Dios, el cumplimiento de los mandamientos va manifestándose en nuestra vida cotidiana.

Los diez mandamientos se expresan en acciones, pero tendremos más facilidad para llevarlos a la práctica si los entendemos, y si comprendemos el amor de Dios que hay detrás de éstos.

(1) “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” (Dt. 5:7 - RV-1995) [2]

Este mandamiento es contra la adoración de cualquier otro dios que no sea el único Dios verdadero. Todos los otros son dioses falsos. Dios nos ha creado para que seamos Su familia, Su pueblo amado. Adorar a otros dioses es no reconocer Su amor, Su bondad y Su capacidad y deseo de proveer lo mejor para nuestras vidas.

(2) “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Dt. 5:8-10 – RV-1995)

Este mandamiento es en contra de hacer un ídolo, una representación visible de Dios. No hay imagen que podamos crear que pueda representar fielmente a Dios. El hacer un ídolo que represente a Dios es adorar un dios falso. Dios es un Dios que tiene tal grandeza, que querer hacer una representación de Él sería un pobre intento humano. Por más “majestuosa” que pueda ser una representación hecha de Dios, nuestras manos humanas sólo pueden crear una representación inadecuada, pobre o falsa acerca de Dios. No es en base a nuestra imaginación que Dios quiere que le adoremos, sino en base a Sus normas e instrucciones.

(3) “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.”  (Dt. 5:11 – RV-1995)

Este mandamiento prohíbe tomar el nombre del Señor en vano. No debemos tratar el nombre de Dios a la ligera. Debemos mostrar reverencia a Dios mencionándolo sólo de manera honrosa y respetuosa. Bíblicamente el “nombre” de alguien se usaba para representar a la persona misma y a su autoridad y poder de acción. Usar el “nombre” de Dios en vano no se trata tan sólo de nombrarlo en un contexto inadecuado, muchas personas dicen hablar o actuar “en nombre de Dios” o “de parte de Dios” y no han sido enviadas o avaladas por Dios. Esto también puede considerarse como “tomar el nombre de Dios en vano” y es algo grave, ya que muchas personas han rechazado a Dios o han considerado al cristianismo como hipócrita, duro, ilógico y perverso a causa de personas que han hecho atrocidades “en nombre de Dios”. Dios no va a dar por “inocente” a quien actúe así.

(4) “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es de reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Dt. 5:12-15 – RV-1995).

Este mandamiento tiene como objetivo señalar lo importante que es para Dios que se le dedique un tiempo especial. En Colosenses 2:16 y 17 el apóstol Pablo nos enseña que los días festivos y días de reposo son una “sombra” de la realidad por venir, que se halla en Cristo, por lo que no deberíamos dejar que nadie nos juzgue con respecto al cumplimiento o no de estos estatutos. Sin embargo, si bien las reglas de Dios pueden cambiar de acuerdo a los tiempos en que se viven, Su carácter permanece siempre igual (Stg. 1:17), este mandamiento nos muestra Su deseo de que le dediquemos un tiempo especial de nuestras vidas, Su deseo de que pasemos tiempo con Él. Hoy en día debiéramos diariamente buscar un tiempo para nuestro Padre celestial, para hablarle, cantarle, contarle nuestras penas, nuestros anhelos y lo que hay en nuestro corazón; deberíamos separar tiempo para pensar en Su grandeza, en Su creación, en Su Palabra, en Sus promesas, en lo que Él hizo por nosotros, para agradecer por la salvación que nos ha provisto en Cristo, entre otras cosas.

Además, este mandamiento nos señala la importancia de tomar tiempo de descanso, y de hacer descansar a otras personas, e incluso a los animales. En términos generales, el ser humano se inclina a trabajar más de la cuenta para poder enriquecerse. Peor aún, explota a sus empleados, a sus animales, e incluso a la tierra que cultiva. Dar un reposo a estas cosas es una forma de creer en la promesa de Dios y en Su capacidad para bendecirnos y proveernos ¡aún trabajando menos! Dios nos ha diseñado para tener un descanso luego del trabajo, cuando no tomamos en cuenta Su diseño, nuestros cuerpos y mentes se desgastan prematuramente.

(5) “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.”

Este es un mandamiento para que siempre trates a tus padres con honor y respeto. Dios nos creó para ser Su “familia” en la Tierra, para que nos amemos y seamos representantes de Su amor en este planeta. Este mandamiento señala la importancia que tiene la familia para Dios. De hecho, si no aprendemos a honrar a nuestros padres físicos, a quienes podemos ver, oír y tocar, será mucho más difícil honrar a nuestro Padre celestial, que no puede ser percibido con nuestros sentidos humanos.

Este mandamiento es tan importante para Dios que viene acompañado de una promesa: “para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. El apóstol Pablo señala esto mismo en Ef. 6:1-3. Al honrar a padre y madre tenemos la promesa de que “nos irá bien” y tendremos “larga vida sobre la tierra”.

(6) “No matarás” (Dt. 5:17 – RV-1995)

En este caso, versiones como la Reina Valera Actualizada y la versión Nuevo Mundo han hecho una mejor traducción. La primera traduce: “No cometerás homicidio”, la segunda: “no debes asesinar”, no es una prohibición a “matar”, sino a “asesinar”, que es cuando una persona mata a otra sin causa alguna, o por una causa injustificada. Dios nos creó para vivir, y la muerte es Su enemigo (1 Co. 15:26), si hay algo que Dios aborrece es la muerte de aquellos a quienes ama.

(7) “No cometerás adulterio” (Dt. 5:18 - RV-1995)

Este es un mandamiento en contra de tener relaciones sexuales con alguna otra persona que no sea tu esposo(a). Este es otro mandamiento que nos muestra cuán importante es la familia para Dios. Las infidelidades rompen con el amor entre marido y mujer y muchas veces arruinan el matrimonio. Cuando el adulterio se produce en una familia con hijos, los hijos terminan sufriendo las consecuencias de la ruptura del matrimonio. Este mandamiento de Dios nos muestra que el deseo de Dios es que el ser humano viva una relación de amor con su propia mujer y su propia familia.

(8) “No hurtarás” (Dt. 5:19 - RV-1995)

Este mandamiento es en contra de apropiarnos de cosas que no nos pertenecen. El sentido de este mandamiento es el de respetar aquello que cada persona tiene en posesión.

(9) “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Dt 5:20 - RV-1995)

Este mandamiento es en contra de testificar falsamente contra otra persona. Es esencialmente un mandamiento contra el decir mentiras.

(10) “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Dt. 5:21 – RV-1995).

Este es un mandamiento en contra de desear desmedidamente aquello que otros tienen. El codiciar puede conducir a quebrantar los mandamientos antes mencionados: matar, adulterar y robar. No es incorrecto desear tener ciertas cosas, pero se convierte en pecado cuando ese deseo pasa a ser desmedido y nos conduce a buscar la forma de obtenerlas quebrantando la voluntad de Dios.

Deuteronomio 4:13  (NVI)
el señor les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los pusieran en práctica.

La fe consiste no sólo en cumplir estos mandamientos, porque muchos de éstos son cumplidos por personas que ni siquiera creen en Dios. La fe consiste en comprender el “corazón” de Dios y comprender que Dios quiere lo mejor para nosotros (He. 11:6)  y que al seguir estos mandamientos estaremos demostrando nuestro amor y respeto por nuestro Padre celestial. De este modo, experimentaremos a Dios en nuestras vidas, y como resultado obtendremos las bendiciones prometidas por Dios.

En estos mandamientos hay vida, conocimiento y sabiduría, que se manifiestan en nosotros en la medida en que los cumplimos día a día, por fe.

Deuteronomio 4:6 (NVI)
Obedézcanlos y pónganlos en práctica; así demostrarán su sabiduría e inteligencia ante las naciones. Ellas oirán todos estos preceptos, y dirán: “En verdad, éste es un pueblo sabio e inteligente; ¡ésta es una gran nación!”

Dios quiere que esto  sea transmitido de generación en generación, que nuestros hijos y semejantes lo aprendan, para que vivan con temor de Dios (respeto a Él). Dios pide que aprendamos Sus mandamientos y a su vez que sean transmitidos a nuestros hijos (y esto también es un mandamiento).

Cuando creemos en que estos mandamientos provienen de Dios y que son Su instrucción de amor para que vivamos con plenitud, el cumplimiento de éstos pasa a ser “por fe” y no “por obras” y así experimentaremos la bendición que proviene de hacer aquello que agrada a nuestro Padre celestial.

Deuteronomio 6:7 (NVI)
Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.

Deuteronomio 4:9-10 (NVI)
(9) ¡Pero tengan cuidado! Presten atención y no olviden las cosas que han visto sus ojos, ni las aparten de su corazón mientras vivan. Cuéntenselas a sus hijos y a sus nietos.
 (10)  El día que ustedes estuvieron ante el SEÑOR su Dios en Horeb, él me dijo: “Convoca al pueblo para que se presente ante mí y oiga mis palabras, para que aprenda a temerme todo el tiempo que viva en la tierra, y para que enseñe esto mismo a sus hijos.”

Todo esto fue transmitido por Moisés a los israelitas, al recibir las dos tablas del pacto que fueron escritas por Dios:

Deuteronomio 4:13 (NVI)
El SEÑOR les dio a conocer su pacto, los diez mandamientos, los cuales escribió en dos tablas de piedra y les ordenó que los pusieran en práctica.

Deuteronomio 9:10-11 (NVI)
(10) Allí el SEÑOR me dio dos tablas de piedra, en las que él mismo escribió todas las palabras que proclamó desde la montaña, de en medio del fuego, el día de la asamblea.
(11)  »Pasados los cuarenta días y las cuarenta noches, el SEÑOR me dio las dos tablas de piedra, es decir, las tablas del pacto,

El objetivo central de todos estos mandamientos es el AMOR. Amar a Dios por encima de todo y amar al prójimo (al cercano) como a uno mismo resumen a todos estos mandamientos.

Deuteronomio 6:5 (NVI)
Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

Deuteronomio 11:1 (NVI)
Amen al SEÑOR su Dios y cumplan siempre sus ordenanzas, preceptos, normas y mandamientos.

Mateo  22:37 (NVI)
(37) —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—.
(38)Éste es el primero y el más importante de los mandamientos.
(39)  El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Solemos afanarnos en buscar las cosas del mundo, y depositar nuestra confianza en éstas mismas. Caemos en la idolatría hacia el dinero, o hacia un miembro de la familia (hijos, esposo, esposa, etc.) o hacia alguna persona que admiramos. Fácilmente nos extraviamos de Dios, dejando de buscarlo diariamente en nuestras vidas a través de la oración y de la lectura y consideración de Sus Escrituras. Podría decirse que Dios “necesita” de cierta constancia de nuestra parte para poder manifestarse en nosotros.

Deuteronomio 4:29
Pero si desde allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.
Deuteronomio 4:39
Reconoce y considera seriamente hoy que el SEÑOR es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y que no hay otro.

De nada serviría (espiritualmente), cumplir los demás mandamientos sin reconocer a Dios como el Ser supremo, como el único Dios verdadero. Cumplir los mandamientos a causa de reconocer a Dios como tal es andar en fe. Pero la fe sin voluntad es como una semilla que no germina, aún en situaciones difíciles y adversas, debemos tener la voluntad para seguir los caminos rectos de Dios y para aprender y poner en práctica Sus mandamientos. Haciendo ésto, tendremos el apoyo y bendición de Dios, con lo cual crecerá nuestra fe y nuestra voluntad, lo cual resultará en un andar de obediencia.

Los mandamientos de Dios no fueron dados para ser salvos a través de ellos, sino para dar a conocer al pecado (Ro. 3:20). La salvación es por fe en Jesucristo (Ro. 10:9-10), sin embargo, los mandamientos nos hacen conocer nuestros pecados y nos muestran qué es lo que Dios desea que corrijamos en nuestras vidas. Es como cuando nos paramos frente a un lago de agua transparente y nos reflejamos en éste, si notamos que hay desorden y suciedad podemos decidir arreglarnos y limpiarnos o seguir tal como estamos, sin embargo, sabemos que el desorden y suciedad acarrean ciertas consecuencias (como malestar, enfermedad o el rechazo de otras personas). Con nuestra conducta pasa lo mismo, los mandamientos de Dios nos muestran las “manchas” que tenemos en nuestra conducta y nuestro carácter y nos ayudan a darnos cuenta de que necesitamos limpiarnos para no acarrearnos malestar espiritual.

Jesús fue incluso más lejos que Moisés y explicó que la condición pecaminosa del hombre no está tan sólo en su conducta, sino en su corazón.

Mateo 5:27-28 (NVI)
(27) «Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.”
(28) Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.

Si un hombre mira a una mujer con deseo o intención de poseerla, aunque no se concrete el acto de adulterio, Jesús dijo que esa persona ya adulteró en su corazón.  Muchas personas no han sido infieles a sus parejas, pero no porque tienen un corazón puro, sino porque no han tenido oportunidad, o porque han temido a las consecuencias. Sucede que muchas personas no cometen ciertos actos pecaminosos o inmorales, no porque no quieran hacerlo, sino por miedo a las consecuencias, o por falta de oportunidad.

Por eso, Jesús aquí señala que el problema en el ser humano no está tan sólo en lo que hace, sino en su corazón. Dios mira el corazón (1 Sa. 16:7), por lo tanto, el cumplimiento de Su voluntad no es sólo una cuestión de actos externos, sino que es una actitud de corazón. Cuando nuestro corazón está alineado con Dios nuestras acciones cambiarán consecuentemente y así estaremos andando por fe.

No todos los que oyen a Dios disponen sus corazones para seguirlo. El primer paso es grabar la Palabra de Dios en nuestro corazón. No se trata tan sólo de memorizar versículos, sino de comprender el mensaje de amor de un Padre por Sus hijos que Dios nos ha dejado en la Biblia. Cuando se produce esta comprensión en nuestro corazón, será de guía para nuestras decisiones y así seremos conducidos hacia la victoria espiritual.


Si somos débiles, escuchar una y otra vez el mensaje, la “buena noticia” (o “evangelio”) que la Palabra de Dios transmite, éste nos va a ir fortaleciendo espiritualmente para que podamos vivir en la presencia de Dios y obtener la victoria.

La obediencia a Dios es de vital importancia. El pueblo de Israel casi fue destruido y destituido de su condición de “pueblo de Dios” a causa de su desobediencia. Sin embargo, la intervención de Moisés, por medio de su fervorosa oración a Dios, hizo que Dios cambiara Su determinación y perdonara al pueblo.

Deuteronomio 9:19 (NVI)
Tuve verdadero miedo del enojo y de la ira del SEÑOR, pues a tal grado se indignó contra ustedes, que quiso destruirlos. Sin embargo, el SEÑOR me escuchó una vez más.

Mientras moisés subió a la montaña a recibir las dos tablas del pacto, ellos formaron un becerro de oro para adorarlo (Dt. 9:16), lo cual provocó la ira de Dios.

Lo primero que hicieron los israelitas luego de que Dios dio Sus mandamientos fue quebrantar el primer y segundo mandamiento (Dt. 5:7-9).

En cierta forma podremos comparar esto con el mundo actual, ya que, si observamos, podemos ver que muchas personas han hecho vanos sustitutos de Dios, adorando a imágenes y santos, además, la sociedad en la que vivimos está depositando su amor en el dinero, en la fama, en el poder. Como consecuencia, ha venido destrucción entre  nosotros.

El amor al dinero y las posesiones ha destruido relaciones familiares, amistades y hogares enteros. Con esto no queremos decir que el dinero sea malo, ni que sea pecado el querer obtenerlo, sin embargo, se torna pecado cuando Dios es puesto en segundo lugar a causa de éste y cuando el afán por las cosas de este mundo nos distraen de hacer Su voluntad.

Mateo 6:25, 33-34 (NVI)
(25) Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
(33)  Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
(34)  Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.

Al reflexionar sobre estas palabras de Jesús, vemos que nos llevan nuevamente hacia el principal mandamiento: amar a Dios.
Deuteronomio 6:5 (NVI)
Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

Mateo 22:37 (NVI)
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” -le respondió Jesús-.

Si en verdad amamos a Dios, lo pondremos primero, por sobre toda otra cosa que deseemos y anhelemos; y si hacemos Su voluntad, Él se encargará de darnos todo lo necesario para nuestras vidas.

Obedecer leyes y mandamientos sin amar a Dios es tan sólo un acto “legalista” que no cumple con los requisitos de Dios, ya que Dios desea tener una relación “corazón a corazón” con nosotros. Al amar a Dios, comenzaremos a cumplir Sus mandamientos “de todo corazón” (Jos. 22:5; 1 S. 12:24; Pr. 3:5; Ef. 6:6). Una vida de fe consiste en conocer, confiar y amar a Dios y obedecerle de todo corazón, ya que la fe actúa mediante el amor (Gá. 5:6).

Pero ¿cómo podremos llegar a amar a ese Ser Supremo al que no podemos ver? Bien, la Biblia nos dice que nosotros amamos porque Él (Dios) nos amó primero (1 Jn. 4:19). ¿Cuánto nos “amó primero” Dios? La Biblia nos dice que al punto de dar a Su Hijo para que todo el que cree en Él no se pierda y tenga vida (Jn. 3:16). El conocimiento de la grandeza del amor de Dios a través de Su obra en Cristo nos permitirá amarlo más y más para andar en fe y así cumplir Sus mandamientos de todo corazón y llegar a decir, al igual que David:

Salmos 119:1-9 (NVI)
(1)Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR.
(2)Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.
(3)Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios.
(4)Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente.
(5)¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos!
(6)No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos.
(7)Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios.
(8)Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo.
(9)¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra.

Salmos 119:33-40 (NVI)
(33) Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin.
(34) Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
(35) Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz.
(36) Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas.
(37) Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra.
(38) Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen.
(39) Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos.
(40) ¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia!

¡Cimentemos nuestra vida sobre la Palabra de Dios, para que recibamos Sus bendiciones!


[1] Las citas de las Escrituras marcadas como “NVI” fueron tomadas de la Nueva Versión Internacional, 1999, por la Sociedad Bíblica Internacional.
[2] Las citas de las escrituras marcadas como “RVA” fueron tomadas de la versión Reina Valera, versión de 1995, por las Sociedades Bíblicas Unidas.

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