¿Cuántas veces sucede, en la vida de un
cristiano, que se cansa de hacer el bien? ¿Quién no ha perdido el ánimo, aunque
sea momentáneamente, para hacer lo que la voluntad de Dios requiere? ¿Cuántos
han agotado sus fuerzas sirviendo a Dios sin ver los resultados que esperaban
ver? Bien, creo que este artículo traerá un poco de refresco y aliento a todos
aquellos cristianos que están esforzándose por andar conforme a la voluntad de
Dios y están continuamente luchando con las adversidades que se les presentan.
En Romanos 1 leemos:
Romanos 1:16-17 (Mi traducción)[1]
(16) Porque NO estoy-avergonzado de
la buena-noticia, porque es poder de
DIOS para salvación de todo el que está-creyendo, del judío primero y también del
griego;
(17) porque en ésta
está-siendo-revelada una justicia de DIOS desde fe hacia fe, como
ha-sido-escrito: "Mas el justo
desde fe vivirá".
Este versículo sintetiza la vida cristiana: el
cristiano debe apoyar su vida en la buena noticia (o “evangelio”) de Dios, la cual
contiene el poder de Dios para salvación y nos revela, nos da a conocer la
justicia de Dios. Esta justicia de Dios se va comprendiendo a través de la
buena noticia que Dios nos ha revelado en Sus Escrituras y se vive “desde fehacia fe”, esto significa que comenzamos a vivir la justicia de Dios por fe y
desde allí comenzamos un ciclo de constante crecimiento en fe.
En la medida en que vamos comprendiendo mejor
la justicia de Dios y vamos poniéndola por obra a través de nuestra fe, iremos
creciendo en nuestra fe y produciremos mucho fruto, sin embargo, este proceso
de crecimiento muchas veces se ve estorbado por las adversidades que se
presentan y muchos cristianos abandonan su andar de fe antes de poder recibir
la liberación de Dios.
En Gálatas 5 leemos:
Gálatas 5:22 (Mi traducción)
(22) Pero
el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, temple, benevolencia, benignidad,
fe,
(23)
mansedumbre, dominio-propio, contra las cosas
éstas NO hay ley
Aquí se nombran nueve características que un
cristino desarrollará al andar conforme a la guía del Señor Jesucristo en su
vida.[2]
Cuando nos mantenemos bajo el ciclo de crecimiento en fe del cual habla Romanos
1:17, estas características aflorarán en nosotros consecuentemente. Así como
cada semilla da su fruto al ser adecuadamente cultivada, la semilla de la
“buena noticia” de Dios, si es correctamente cultivada en nuestros corazones,
dará fruto, el cual se notará porque estas características aquí mencionadas
irán surgiendo en nosotros sin que tengamos que hacer un esfuerzo especial por
desarrollarlas. Nuestro esfuerzo, entonces, no debe estar enfocado en
desarrollar amor, gozo, paz, temple, etc., sino en cultivar la semilla
correctamente, cuando esta semilla crezca, el fruto será el resultado
inevitable de ese crecimiento.
Pero esto que parece tan fácil de enunciar se
vuelve bastante complejo en la práctica y esto se debe a que hay ciertos
factores que impiden que la semilla de la buena noticia de Dios crezca en
nosotros.
Lucas 8:5-15 (RV-1960)[3]
(5) El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte
cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.
(6) Otra parte cayó sobre
la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.
(7) Otra parte cayó entre
espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron.
(8) Y otra parte cayó en
buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas,
decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.
(9) Y sus discípulos le
preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola?
(10) Y él dijo: A vosotros
os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por
parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
(11) Esta es, pues, la
parábola: La semilla es la palabra de Dios.
(12) Y los de junto al
camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la
palabra, para que no crean y se salven.
(13) Los de sobre la piedra
son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen
raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.
(14) La que cayó entre
espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y
las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.
(15) Mas la que cayó en
buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra
oída, y dan fruto con perseverancia.
Las Escrituras nos mencionan aquí tres
condiciones del corazón que impiden el crecimiento correcto de la semilla como
para que dé fruto:
(1) Si la semilla no entró en el corazón de la
persona, el Diablo puede directamente arrebatarla para que ni siquiera llegue a
crecer.
(2) Si la semilla entró en un corazón de
“piedra” (no se adquiere profundidad en el entendimiento), ésta crece un
tiempo, pero cuando vienen adversidades la persona desiste de su fe y la
semilla se seca y no da fruto.
(3) Si la semilla entró en un corazón con
“espinas” (donde la Palabra
de Dios no ocupa el lugar primordial en la vida), ésta crecerá un poco, pero el
deseo por las riquezas y los placeres de la vida ahogarán a la semilla y ésta
tampoco llegará a dar fruto.
Sólo la semilla que entró en un corazón bien
preparado es la que llega a dar fruto. Contrario a lo que muchos piensan, no es
el Diablo, ni las adversidades, ni las riquezas y placeres de la vida los que
impiden que una persona produzca fruto espiritual, sino que es su propia
disposición hacia Dios y Su Palabra el factor determinante. El Diablo, las
adversidades y las riquezas y placeres están siempre rondando en nuestro mundo
y estarán siempre presentes hasta el día en que Dios restituya Su creación,
pero qué hacemos con estas cosas es nuestra responsabilidad y decisión:
Proverbios 4:23 (RV-1960)
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
De nuestro
corazón mana la vida, por esto debemos guardarlo y cuidarlo, por sobre todas
cosas. Para que la semilla de la
Palabra de Dios dé su fruto en nosotros, tenemos que “labrar”
nuestro corazón, para que tenga una tierra fértil en la cual la semilla pueda
crecer. Si tomamos a las Escrituras sólo como un “buen libro” con algunos
consejos buenos para nuestras vidas, o si nos involucramos en teología como un
mero ejercicio intelectual, será fácil para el Diablo arrebatarnos la semilla,
porque esta estará en la superficie de nuestra mente, pero no en el centro de
nuestro corazón. Si sólo nos preocupamos por vivir en comodidad y pensamos que
el andar cristiano no tendrá desafíos y adversidades, la semilla de la Palabra no llegará a dar
fruto, porque siempre existen adversidades y dificultades para que la semilla
crezca. Si Dios no ocupa el primer lugar en nuestras vidas y pasa a ser un
“pasatiempo”, si sus asuntos son colocados luego de una apretada agenda en la
cual nuestro dinero, bienestar y diversión están primeros, entonces la semilla
será ahogada y tampoco dará fruto.
Es muy
necio plantar semillas en un campo infértil, también sería un acto insensato
pretender que una semilla crezca si no es cuidada adecuadamente. Ciertas
semillas deben ser protegidas de calor o de frío excesivo, también deben ser
protegidas de espinas, cardos, e incluso de otras plantas que aunque no sean
dañinas en sí quitan nutrientes y espacio a la semilla que se está queriendo
cultivar.
Santiago 5:7-8 (RV-1960)
(7) Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad
cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con
paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.
(8) Tened también vosotros
paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.
La
exhortación de Santiago aquí es a seguir el ejemplo del labrador que espera con
paciencia la lluvia temprana y tardía. Habiendo hecho todo lo que está a su
alcance para cuidar a la semilla, el labrador depende de las lluvias para que
sus semillas crezcan. El labrador no puede forzar las lluvias, pero si la
lluvia llega y él no cuidó bien de la semilla, no le servirá de nada. La Biblia nos dice que Dios
hace llover sobre justos e injustos (Mt. 5:45). No está en nosotros el traer la
lluvia de Dios, Él es Sabio y conoce los tiempos para cada cosas, sin embargo,
es nuestra responsabilidad preparar el terreno para plantar la semilla de Su
buena noticia y cuidar esa semilla responsablemente. En otras palabras,
nosotros debemos esforzarnos por conocer Su voluntad a través de Su Palabra
Escrita y de establecer una relación de fe y obediencia para con Él y con
nuestro Señor Jesucristo y, en el tiempo adecuado, Él enviará Su lluvia y la
semilla crecerá y dará fruto.
Y ¿cuál
sería la “lluvia” que Dios envía para que la semilla crezca? La respuesta quizá
los sorprenda:
Isaías 55:10-11 (RV-1960)
(10) Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve
allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que
siembra, y pan al que come,
(11) así será mi palabra
que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y
será prosperada en aquello para que la envié.
¡La lluvia
es Su Palabra! En la figura de estos versículos la Palabra de Dios no es
comparada con la “semilla”, sino con la “lluvia” que hace germinar la semilla.
Esto quiere decir que Su Palabra actúa de semilla y actúa de lluvia ¡todo
procede de Dios! Cada vez que Dios “habla”, Su Palabra tiene un efecto en Su
creación. Él jamás habla en vano, Su misma creación partió de Su Palabra, Dios
dijo y así fue. Por lo tanto, por un lado tenemos Su mensaje de salvación como
la “semilla” que debemos plantar en nuestros corazones, pero por otro lado
también necesitamos de Su Palabra en acción, la cual riega a esa semilla y la
hace crecer. Leamos el contexto de estos versículos:
Isaías 55:1-2 (RV-1960)
(1) A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
(2) ¿Por qué gastáis el
dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme
atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
Estos israelitas estaban buscando prosperidad y deleites fuera de la
voluntad de Dios. Habían dejado a Dios en un segundo plano en sus vidas
(algunos se habían apartado totalmente de Dios), pero su dinero y trabajo no
les servía para ser “saciados”. Dios aquí pregunta “¿por qué siguen gastando
dinero y energía en cosas que no les aprovecha? ¡Vengan a Mí y tendrán
verdadero deleite para sus almas!”
Isaías 55:6-12 (RV-1960)
(6) Buscad a Jehová
mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
(7) Deje el impío su
camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
(8) Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos,
dijo Jehová.
(9) Como son más altos los
cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.
(10) Porque como desciende
de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra,
y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
(11) así será mi palabra
que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y
será prosperada en aquello para que la envié.
(12) Porque con alegría
saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán
canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de
aplauso.
Noten que
el contexto de estas palabras es la promesa de Dios de que si le obedecían
serían bendecidos por Dios. En este contexto la “Palabra” de Dios es Su promesa
de que Él los bendeciría si ellos le obedecían. Vean cuán alegre y bendita es
la escena descrita: ¡los montes y collados cantando y los árboles aplaudiendo!
Las bendiciones de Dios son las que “riegan” a los creyentes para que produzcan
mucho fruto, Dios está deseoso de darnos lo mejor para nuestras vidas, pero
requiere de nuestra obediencia y fidelidad.
Gálatas 6:9 (RV-1960)
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si
no desmayamos.
La palabra
“cansemos”, aquí, es en griego egkateö, que
significa “ser vencido por lo malo, sucumbir ante la adversidad, perder el
ánimo, perder el valor o coraje, desanimarse, acobardarse, desistir,
debilitarse”.
La palabra
traducida “desmayamos” es en griego ekluö,
que significa “perder completamente las fuerzas físicas o anímicas, desmayar,
rendirse, abandonar, quedar sin aliento, desistir completamente”. Es una
palabra más fuerte que egkateö.
La palabra
“tiempo” es en griego kairos, que
significa “temporada, tiempo adecuado para un evento en particular, ocasión”.
Por otro
lado, las palabras “de hacer el bien”, según el texto griego deberían traducirse: “haciendo el bien”. El versículo leería así:
Gálatas 6:9 (Mi
traducción)
pero no nos desanimemos haciendo el bien, porque en la temporada adecuada cosecharemos, si no nos-rendimos
En este
versículo el apóstol Pablo alienta a los creyentes a no desanimarse mientras
hacen el bien, no perder el ánimo y las ganas de hacer el bien, porque en la
temporada adecuada cosecharían si no se rendían. A diferencia de muchas
instrucciones que el apóstol Pablo solía dar en 3ra persona, aquí él
usa la 1ra persona, él se incluye en la exhortación, mostrando que
ni siquiera él estaba exento de desanimarse y rendirse. Estas palabras nos
muestran dos estados en el ánimo de un creyente: el desánimo y la rendición. El
desánimo ocurre de cuando en cuando en la vida de los creyentes, especialmente
cuando se tienen expectativas que no se cumplen o cuando uno se esfuerza en
servir a Dios y no ve los resultados que espera ver. Pero si nos mantenemos
firmes en Dios, Dios siempre acude a ayudarnos para darnos el aliento que
necesitamos para seguir adelante (Fil. 4:6; Stg. 1:5). Pero si el desánimo
continua podemos llegar al punto de rendirnos, de abandonar nuestro servicio a
Dios y volver a una vida carnal, en este caso, cuando la temporada llegue no
tendremos cosecha, por eso es que debemos permanecer firmes en hacer el bien.
Ahora bien
¿qué es “hacer el bien”? Parte del problema por el que muchas personas no
obtienen frutos por hacer el bien es porque ni siquiera saben qué es hacer el
bien. Muchos creen que hacer el bien se refiere a hacer buenas obras, como
salir a predicar, donar dinero a caridad, cruzar la calle a una anciana, tocar
en el coro o banda de la iglesia, servir al líder de la congregación en todas
sus necesidades, etc. Sin embargo, estas cosas no siempre entran en la
categoría de “hacer el bien”. Cada persona fue criada de modo diferente, por
esta causa, hay personas que consideran “buenas” ciertas cosas que otras
personas no, es así que cada persona se va formando su propio concepto de lo
que es bueno y malo. Pero cuando las Escrituras nos hablan de “hacer el bien”,
no puede estar hablando de hacer lo que cada uno cree o imagina que está bien, tiene
que haber una norma específica para lo “bueno”.
Gracias a
Dios, no hace falta conjeturar sobre lo que es bueno o malo, porque Dios lo ha
dejado en claro. En el contexto de este versículo leemos:
Gálatas 6:7-9 (RV-1960)
(7) No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará.
(8) Porque el que siembra
para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
(9) No nos cansemos, pues,
de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Lo que vemos en estos
versículos es que “hacer el bien” se relaciona con “sembrar para el Espíritu”
lo cual, a su vez, está en oposición a “sembrar para la carne”. Leeremos
algunos versículos clave de la carta de Pablo a Galacia para comprender mejor
este asunto:
Gálatas 1:6-7 (RV-1960)
(6) Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó
por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.
(7) No que haya otro, sino
que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
En el
contexto de esta carta vemos que Pablo les escribe para hacer una corrección
doctrinal, porque habían ciertas personas dentro de la iglesia de Galacia que
estaba enseñando un “evangelio diferente”. O sea, hablaban sobre una “buena
noticia” de Dios, pero esta buena noticia no era la que en verdad transmitían
las Escrituras. Leyendo la epístola vemos que se trataba de personas que
estaban “judaizando” a los creyentes, o sea, les enseñaban que la relación con
Dios requería seguir los antiguos ritos y tradiciones judías que Dios mandó a
Moisés. Ellos enseñaban que era necesario circuncidarse y guardar las fiestas y
otros antiguos mandamientos de la ley.
Este es un
claro ejemplo de cómo se pueden usar las Escrituras para enseñar algo contrario
a la voluntad de Dios. Estas personas estaban enseñando a través de las
Escrituras, pero lo que enseñaban era, según Pablo mismo lo dice ¡un evangelio
diferente!. Cuando las Escrituras son correctamente interpretadas nos
transmiten la “buena noticia” de Dios, la cual nos revela Su justicia, para
establecer una andar de fe. Pero si las Escrituras son malinterpretadas y
sacadas de contexto, puede llevar a las personas a una doctrina y práctica errada
que desaprovecha totalmente la gracia de Dios.
Gálatas 3:1-5 (RV-1960)
(1) ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad,
a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre
vosotros como crucificado?
(2) Esto solo quiero saber
de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con
fe?
(3) ¿Tan necios sois?
¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
(4) ¿Tantas cosas habéis
padecido en vano? si es que realmente fue en vano.
(5) Aquel, pues, que os
suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las
obras de la ley, o por el oír con fe?
Estos
creyentes de Galacia estaban obedeciendo a las Escrituras del Antiguo
Testamento, pero Pablo les dice que no estaban obedeciendo “a la verdad”. Esto
nuevamente nos muestras que las mismas Escrituras pueden convertirse en una
mentira si se sacan de contexto y se malinterpretan. Las Escrituras muestran
que Cristo fue crucificado y logró que podamos ser salvos por fe, pero estas
personas estaban viviendo como si el sacrificio de Cristo no hubiese sido
hecho, a esto llama Pablo “no obedecer a la verdad”. Ellos habían recibido la
salvación por medio de su fe en Cristo, pero ahora, por haber sido influenciados
por estos “cristianos” judaizantes, habían vuelto a todo un sistema de “obras
de la carne” que eran necesarias para tener un contacto con Dios. Lo que Pablo
les quiere hacer recordar es que Dios no administra Su poder por obras de la
ley que las personas hacen, sino por el oír con fe.
Es muy
importante comprender que estos creyentes no estaban haciendo obras perversas,
no estaban sumidos en vicios y desenfreno, todo lo contrario, estaban ávidos de
hacer obras de la ley, lo que llamaríamos “buenas obras”, pero estas “buenas
obras” no era lo que Dios requería de ellos. Eran “buenas obras” según su punto
de vista, pero no según Dios, porque lo que Dios quiere es nuestra oír con fe.
A través de Cristo Dios nos dio la posibilidad de tener el don de espíritu
santo, el cual nos permite tener una relación directa y estrecha con Él, para
escuchar Su voluntad de Sus propia “boca”, pero estos creyentes hicieron a un
lado esta relación con Dios e intentaron relacionarse con Dios y ganar Su favor
a través de las obras.
Gálatas 4:8-10 (RV-1960)
(8) Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que
por naturaleza no son dioses;
(9) mas ahora, conociendo
a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo
a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
(10) Guardáis los días, los
meses, los tiempos y los años.
En este
punto la epístola a los Colosenses nos brindará información complementaria:
Colosenses 2:20-23 (NVI)[4]
(20) Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo,
¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales
como:
(21) «No tomes en tus
manos, no pruebes, no toques»?
(22) Estos preceptos,
basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a
desaparecer con el uso.
(23) Tienen sin duda
apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato
del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza
pecaminosa.
Lamentablemente
una buena parte del cristianismo hoy en día está inmerso en el mismo tipo de
error. No practican la circuncisión y sacrificios de los judíos, pero, a su
modo, han establecido un sistema de relación con Dios que depende de “buenas
obras” para la carne. Así se enseña a ir a la iglesia todos los domingos, o
sábados, a dar religiosamente un porcentaje de los ingresos de dinero, a
confesar los pecados a determinada persona, a rezar y orar en determinado lugar
a determinada hora o en determinada posición (generalmente de rodillas),
distintas religiones y denominaciones imponen reglas como las de no tener
mujer, alejarse de la familia, no ver televisión, no participar en fiestas,
etc., la lista de cosas es muy extensa y cada religión tiene su propia lista.
Pero las Escrituras nos muestran que lo que Dios requiere de nosotros es la fe.
Dios quiere que tengamos un estrecha relación con Él para así Él mismo ir
enseñándonos qué es lo que requiere de nosotros día a día. La vida cristiana
que agrada a Dios no se trata tan sólo de los actos externos que practiquemos,
sino de la obediencia de fe que hay detrás de esos actos.
Gálatas 5:4-6 (RV-1960)
(4) De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la
gracia habéis caído.
(5) Pues nosotros por el
Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;
(6) porque en Cristo Jesús
ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el
amor.
Este último versículo puede traducirse, más
acorde al texto griego:
Gálatas 5:6 (Mi traducción)
porque en Cristo Jesús ni la circuncisión tiene-fuerza para
algo, ni la incircuncisión, sino la fe que se-expresa mediante el
amor.
Aquí la
circuncisión está puesto de forma que simboliza a todos los actos externos que
se hacen para agradar a Dios. Estos cristianos estaban volviendo al judaísmo y
por eso Pablo menciona la circuncisión, sin embargo, la instrucción es
aplicable para toda clase de obras “de la carne” que se hacen con el fin de
agradar a Dios. Si hemos recibido a Cristo Jesús como nuestro Señor, somos
parte de Su Cuerpo y ya no interesan los actos externos, sino nuestra fe, que
se expresa mediante el amor. El amor, a su vez, tiene dos aspectos: nuestro
amor a Dios y al Señor Jesucristo (amor “vertical”) y nuestro amor para con las
personas del mundo (amor “horizontal”). Si estamos oyendo y obedeciendo a Dios
en nuestras vidas, esta fe va a hacerse evidente a través del amor que
manifestamos.
Gálatas 5:7-9 (RV-1960)
(7) Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?
(8) Esta persuasión no
procede de aquel que os llama.
(9) Un poco de levadura
leuda toda la masa.
Aquí
nuevamente Pablo les dice que esta persuasión que ellos tenían, estas
convicción en cuanto a hacer obras de la ley, no procedía de Dios. Luego Pablo
usa la figura de la levadura. Aquí la levadura se refiere a la enseñanza
incorrecta que se había infiltrado. Quizá esta doctrina fue introducida muy
sutilmente, pero terminó por descarriar de la gracia a toda (o casi toda) esta
iglesia.
Gálatas 5:13-14 (RV-1960)
(13) Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que
no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos
a los otros.
(14) Porque toda la ley en
esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Aquí Pablo
les muestra cuál es el punto de equilibrio de toda la ley: el amor. La fe en
Cristo nos ha hecho libres de cumplir todos los requerimientos de la ley de
Dios, pero eso no significa que esté bien desobedecer todas las leyes de Dios,
el punto de equilibrio es el amor. Muchas de las leyes de Dios (como los 10
mandamientos) nos muestran cuál es el deseo e intención de Dios para la
humanidad, por lo tanto, no deberían ser desobedecidos. Sin embargo, a veces el
propósito y plan de Dios requiere desviarse un poco de esas leyes para poder
proteger, cuidar y bendecir a otros. Como seres humanos, nosotros somos
incapaces de determinar con absoluta precisión qué es lo bueno y qué es lo malo
(muestra de ello son todas las decisiones que históricamente se han tomado
“para el bien de la humanidad” y han resultado catastróficas), por lo tanto,
necesitamos de la guía de Dios y el Señor Jesucristo para determinar qué es lo
bueno y qué es lo malo. Las leyes de Dios nos dan una guía general de cuál es
la voluntad de Dios, pero no pueden establecer Su voluntad específica para cada
situación, por eso es que necesitamos de una relación con Dios, y esta relación
debe ser DIARIA, porque cada día necesitamos de Su sabiduría, de Su “pan”
espiritual (Mt. 6:11; Lc. 4:4).
Gálatas 5:16-18 (RV-1960)
(16) Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne.
(17) Porque el deseo de la
carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
(18) Pero si sois guiados
por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Al llegar a este punto podemos comprender que
“los deseos de la carne” no se trata sólo de comida, bebida, fiestas,
diversión, vicios y esas cosas. En este contexto los deseos de la carne abarca
a todas aquellas obras externas que se hacen como actos religiosos para ganar
el favor de Dios. Nuestra “carne”, nuestra naturaleza humana, tiene el deseo de
“hacer” cosas para sentirse bien, pero el Espíritu (aquí se refiere a
Jesucristo) desea otras cosas. Dios, a través de Jesucristo, irá poniendo en el
corazón del cristiano el deseo de hacer Su voluntad (Fil. 2:13), pero nuestra “carne”
nos llevará a hacer obras sacrificadas en un intento de “ganar” el favor de
Dios.[5]
Por contexto vemos que andar en espíritu se contrapone a seguir actuando
conforme a obras autoimpuestas. Este andar en espíritu consiste en relacionarse
diariamente con Dios y Jesucristo para oír de ellos y andar conforme Su
voluntad.
Este andar nos libera de toda forma de religión
y tradición y de toda clase de obras autoimpuestas. Esto no significa que el
cristiano deba ser una persona descontrolada y desordenada, todo lo contrario,
Dios es un Dios de orden y paz (1 Co. 14:33). Sin embargo, una cosa es tener un
orden en las congregaciones y otra cosa es tener un sistema de obras impuestas
a los fieles con el fin de ganarse las bendiciones de Dios e ir escalando
grados de “espiritualidad”. Nuestra madurez espiritual no la determina la
cantidad de obras que hagamos, sino la continuidad en nuestra fe y obediencia a
Dios.
No todos somos iguales, y no todos tenemos la
misma función dentro del Cuerpo de Cristo, puede que Dios mande a un creyente a
escalar el monte Everest y que mande a otro a cortar el césped de su casa, si
ambos obedecen, serán igual de “espirituales” ante Dios. Pero si el que fue
enviado a cortar el césped menosprecia su trabajo y se va a escalar el monte
Everest, aunque a la vista del mundo lo suyo será una gran proeza para Dios,
ante Dios sólo será un acto de desobediencia. Por lo tanto, antes de
disponernos a escalar el monte Everest para Dios, mejor oigamos lo que Él tiene
para decirnos, quizá sólo quiera que cortemos el pasto. Quizá nuestra tarea a
cumplir no sea tan vistosa ante el mundo, pero será lo que Dios quiere y nos
permitirá crecer en fe y producir mucho fruto.
Luego de haber visto todo el contexto,
releeremos Gálatas 6:
Gálatas 6:7-9 (RV-1960)
(7) No
sean-extraviados, DIOS NO es-burlado, porque lo que-sea que siembre un hombre
eso-mismo también cosechará
(8) porque el que siembra para su-propia ·carne, desde
la carne cosechará corrupción, pero el que
siembra para el Espíritu desde el
Espíritu cosechará vida de-la-era futura
(9) pero no nos
desanimemos haciendo el bien, porque en
la temporada adecuada cosecharemos, si
no nos-rendimos
“Vida de la era” se refiere al tipo de vida
que Dios prometió para la era futura, de la cual hoy tenemos las primicias (o
“primeros frutos” – Ro. 8:23). Si
sembramos para la carne, ya sea en vicios o en aquellas obras que son
consideradas como “buenas”, lo que cosecharemos será corrupción. Pero si
sembramos para el Espíritu (para el Señor Jesucristo), recibiremos vida de la
era, esto significa, podremos vivir con parte de la plenitud de vida que Dios
preparó para nosotros en la era futura.[6]
Podemos comprender, luego de haber leído todo
el contexto de la epístola, que “hacer el bien” no se refiere a actos
religiosos o a hacer aquello que es culturalmente bueno o aquello que nos hacer
sentir bien, sino que se refiere a hacer lo que Dios, por medio de Jesucristo,
nos instruye a hacer. Las Escrituras son fundamentales para conocer a Dios,
conocer Su propósito y plan para la humanidad y Su mensaje de salvación por
medio de Cristo, pero también debemos aprender a establecer una relación
espiritual con Dios a través de la oración y de un andar de fe.
Hacer la voluntad de Dios no siempre es el
camino mejor recibido por el resto de la gente. Las religiones y denominaciones
suelen proveer de un marco de contención para muchas personas, para no sentirse
tan desprotegidas, sin embargo, muchas veces terminan por encarcelar a las
personas, sujetándolas a ciertas creencias y prácticas que no proceden de Dios.
La verdadera relación con Dios provee de verdadera libertad, pero no es el camino
más fácil a recorrer. Los líderes religiosos de la época de Jesús fueron los
que lo buscaban para matarlo y los que lo llevaron a la crucifixión. Los
líderes religiosos también fueron los que persiguieron y mataron a profetas,
apóstoles y maestros en todos los tiempos (Lc. 11:42-54). La religión y el
sectarismo siempre se ha opuesto a la libertad de los hijos de Dios y siempre
lo hará, porque tienen la atención fijada en las obras de la carne y no en la
íntima relación espiritual que cada creyente puede establecer con Dios.
Muchos líderes religiosos desean recibir la
gloria y fidelidad de sus seguidores e intentan tenerlos “perpetuamente” bajo
su responsabilidad y cuidado, pero un verdadero líder cristiano debe ser
simplemente un servidor de Cristo que ayude a otros a alcanzar madurez
espiritual para tener su propia relación espiritual con Dios. El Cuerpo de
Cristo tiene sólo una Cabeza: Cristo (Ef. 4:15). El resto de nosotros somos
miembros de ese Cuerpo y debemos servirnos unos a otros cada uno en su propia
función dada por Dios (Ro. 12:4-8).
Encontrar nuestra propia función y
desarrollarla, con la guía de Dios y del Señor Jesucristo es la “obra” que Dios
desea que hagamos. Andar conforme a la función que Dios nos dio en el Cuerpo no
sólo nos traerá mucho fruto y bendiciones de Dios a nuestra vida, sino que dará
el máximo provecho y beneficio al resto del Cuerpo. Si bien por lo general una
persona disfruta mucho más de su vida cuando desarrolla y aprovecha sus propios
talentos y dones dados por Dios, esto a veces también produce cansancio y
agotamiento, sobre todo porque este es un mundo caído y hay muchas personas y
espíritus que se oponen a Dios. En esta lucha es que a veces podemos
desanimarnos y algunos llegan a rendirse (en muchos casos tornándose hacia
algún tipo de religión). Pero si seguimos firmes en nuestro llamamiento y
nuestro andar de fe, tenemos la promesa de Dios de que en la correcta temporada
cosecharemos “vida”.
Para finalizar, leamos el Salmo que escribió
Asaf luego de que casi se aparta de Dios:
Salmos 73:1-28 (RVA)[7]
(1) ¡Ciertamente bueno es Dios para con Israel, para con los limpios de
corazón!
(2) En cuanto a mí, por
poco se deslizaron mis pies; casi resbalaron mis pasos,
(3) porque tuve envidia de
los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos.
(4) Pues no hay para ellos
dolores de muerte; más bien, es robusto su cuerpo.
(5) No sufren las congojas
humanas, ni son afligidos como otros hombres.
(6) Por eso la soberbia
los ciñe cual collar, y los cubre un vestido de violencia.
(7) Sus ojos se les salen
de gordura; logran con creces los antojos de su corazón.
(8) Se mofan y hablan con
maldad; desde lo alto planean la opresión.
(9) Dirigen contra el
cielo su boca, y sus lenguas recorren la tierra.
(10) Por eso mi pueblo va
hacia ellos, y beben de lleno sus palabras.
(11) Ellos dicen: “¿Cómo
sabrá Dios?” o “¿Habrá conocimiento en el Altísimo?”
(12) He aquí, estos impíos
siempre están tranquilos, y aumentan sus riquezas.
(13) ¡Ciertamente en vano
he mantenido puro mi corazón y he lavado mis manos en inocencia!
(14) Pues he sido azotado
todo el día, empezando mi castigo por las mañanas.
(15) Si yo dijera: “Hablaré
como ellos,” he aquí que traicionaría a la generación de tus hijos.
(16) Pensé para entender
esto; ha sido duro trabajo ante mis ojos,
(17) hasta que, venido al
santuario de Dios, comprendí el destino final de ellos:
(18) Ciertamente los has
puesto en deslizaderos, y los harás caer en la decepción.
(19) ¡Cómo han sido
desolados de repente! Se acabaron; fueron consumidos por el terror.
(20) Como al despertar del
sueño, así, Señor, al levantarte, despreciarás sus apariencias.
(21) De veras se amargaba
mi corazón, y en mi interior sentía punzadas.
(22) Pues yo era ignorante
y no entendía; yo era como un animal delante de ti.
(23) Con todo, yo siempre
estuve contigo. Me tomaste de la mano derecha.
(24) Me has guiado según tu
consejo, y después me recibirás en gloria.
(25) ¿A quién tengo yo en
los cielos? Aparte de ti nada deseo en la tierra.
(26) Mi cuerpo y mi corazón
desfallecen; pero la roca de mi corazón y mi porción es Dios, para siempre.
(27) Porque he aquí, los
que se alejan de ti perecerán; pues tú destruirás a todo aquel que se
prostituye apartándose de ti.
(28) En cuanto a mí, la
cercanía de Dios constituye el bien. En el Señor Jehovah he puesto mi refugio
para contar todas tus obras.
[3] Las citas de las
Escrituras marcadas como “RV-1960”
fueron tomadas de la versión “Reina-Valera”,
revisión de 1960, por las Sociedades Bíblicas Unidas.
[4] Las citas de las
Escrituras marcadas como “NVI” fueron tomadas de la “Nueva Versión Internacional”, revisión de 1999, por la Sociedad Bíblica
Internacional.
[5] Para más información
sobre este tema lea mi estudio “Filipenses 2:13 – La acción de Dios en elcreyente”.
[6] Para más
detalles acerca de la “vida de la era” y sus implicancias presentes recomiendo
leer mi comentario doctrinal sobre la carta de Pablo a los Romanos.
[7] Las citas de las
Escrituras marcadas como “RVA” fueron tomadas de la versión “Reina Valera Actualizada”, revisión de 1989,
publicada por la Casa Bautista
de Publicaciones.
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