¡Con ganas de hacer el bien!

En Honor a Su verdad
¿Cuántas veces sucede, en la vida de un cristiano, que se cansa de hacer el bien? ¿Quién no ha perdido el ánimo, aunque sea momentáneamente, para hacer lo que la voluntad de Dios requiere? ¿Cuántos han agotado sus fuerzas sirviendo a Dios sin ver los resultados que esperaban ver? Bien, creo que este artículo traerá un poco de refresco y aliento a todos aquellos cristianos que están esforzándose por andar conforme a la voluntad de Dios y están continuamente luchando con las adversidades que se les presentan.

En Romanos 1 leemos:

Romanos 1:16-17 (Mi traducción)[1]
(16) Porque NO estoy-avergonzado de la buena-noticia, porque es poder de DIOS para salvación de todo el que está-creyendo, del judío primero y también del griego;
(17) porque en ésta está-siendo-revelada una justicia de DIOS desde fe hacia fe, como ha-sido-escrito: "Mas el justo desde fe vivirá".

Este versículo sintetiza la vida cristiana: el cristiano debe apoyar su vida en la buena noticia (o “evangelio”) de Dios, la cual contiene el poder de Dios para salvación y nos revela, nos da a conocer la justicia de Dios. Esta justicia de Dios se va comprendiendo a través de la buena noticia que Dios nos ha revelado en Sus Escrituras y se vive “desde fehacia fe”, esto significa que comenzamos a vivir la justicia de Dios por fe y desde allí comenzamos un ciclo de constante crecimiento en fe.

En la medida en que vamos comprendiendo mejor la justicia de Dios y vamos poniéndola por obra a través de nuestra fe, iremos creciendo en nuestra fe y produciremos mucho fruto, sin embargo, este proceso de crecimiento muchas veces se ve estorbado por las adversidades que se presentan y muchos cristianos abandonan su andar de fe antes de poder recibir la liberación de Dios.

En Gálatas 5 leemos:

Gálatas 5:22 (Mi traducción)
(22) Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, temple, benevolencia, benignidad, fe,
(23) mansedumbre, dominio-propio, contra las cosas éstas NO hay ley

Aquí se nombran nueve características que un cristino desarrollará al andar conforme a la guía del Señor Jesucristo en su vida.[2] Cuando nos mantenemos bajo el ciclo de crecimiento en fe del cual habla Romanos 1:17, estas características aflorarán en nosotros consecuentemente. Así como cada semilla da su fruto al ser adecuadamente cultivada, la semilla de la “buena noticia” de Dios, si es correctamente cultivada en nuestros corazones, dará fruto, el cual se notará porque estas características aquí mencionadas irán surgiendo en nosotros sin que tengamos que hacer un esfuerzo especial por desarrollarlas. Nuestro esfuerzo, entonces, no debe estar enfocado en desarrollar amor, gozo, paz, temple, etc., sino en cultivar la semilla correctamente, cuando esta semilla crezca, el fruto será el resultado inevitable de ese crecimiento.

Pero esto que parece tan fácil de enunciar se vuelve bastante complejo en la práctica y esto se debe a que hay ciertos factores que impiden que la semilla de la buena noticia de Dios crezca en nosotros.

Lucas 8:5-15 (RV-1960)[3]
(5) El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.
(6) Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.
(7) Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron.
(8) Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.
(9) Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola?
(10) Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.
(11) Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios.
(12) Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.
(13) Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.
(14) La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.
(15) Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.

Las Escrituras nos mencionan aquí tres condiciones del corazón que impiden el crecimiento correcto de la semilla como para que dé fruto:

(1) Si la semilla no entró en el corazón de la persona, el Diablo puede directamente arrebatarla para que ni siquiera llegue a crecer.
(2) Si la semilla entró en un corazón de “piedra” (no se adquiere profundidad en el entendimiento), ésta crece un tiempo, pero cuando vienen adversidades la persona desiste de su fe y la semilla se seca y no da fruto.
(3) Si la semilla entró en un corazón con “espinas” (donde la Palabra de Dios no ocupa el lugar primordial en la vida), ésta crecerá un poco, pero el deseo por las riquezas y los placeres de la vida ahogarán a la semilla y ésta tampoco llegará a dar fruto.

Sólo la semilla que entró en un corazón bien preparado es la que llega a dar fruto. Contrario a lo que muchos piensan, no es el Diablo, ni las adversidades, ni las riquezas y placeres de la vida los que impiden que una persona produzca fruto espiritual, sino que es su propia disposición hacia Dios y Su Palabra el factor determinante. El Diablo, las adversidades y las riquezas y placeres están siempre rondando en nuestro mundo y estarán siempre presentes hasta el día en que Dios restituya Su creación, pero qué hacemos con estas cosas es nuestra responsabilidad y decisión:

Proverbios 4:23 (RV-1960)
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.

De nuestro corazón mana la vida, por esto debemos guardarlo y cuidarlo, por sobre todas cosas. Para que la semilla de la Palabra de Dios dé su fruto en nosotros, tenemos que “labrar” nuestro corazón, para que tenga una tierra fértil en la cual la semilla pueda crecer. Si tomamos a las Escrituras sólo como un “buen libro” con algunos consejos buenos para nuestras vidas, o si nos involucramos en teología como un mero ejercicio intelectual, será fácil para el Diablo arrebatarnos la semilla, porque esta estará en la superficie de nuestra mente, pero no en el centro de nuestro corazón. Si sólo nos preocupamos por vivir en comodidad y pensamos que el andar cristiano no tendrá desafíos y adversidades, la semilla de la Palabra no llegará a dar fruto, porque siempre existen adversidades y dificultades para que la semilla crezca. Si Dios no ocupa el primer lugar en nuestras vidas y pasa a ser un “pasatiempo”, si sus asuntos son colocados luego de una apretada agenda en la cual nuestro dinero, bienestar y diversión están primeros, entonces la semilla será ahogada y tampoco dará fruto.

Es muy necio plantar semillas en un campo infértil, también sería un acto insensato pretender que una semilla crezca si no es cuidada adecuadamente. Ciertas semillas deben ser protegidas de calor o de frío excesivo, también deben ser protegidas de espinas, cardos, e incluso de otras plantas que aunque no sean dañinas en sí quitan nutrientes y espacio a la semilla que se está queriendo cultivar.

Santiago 5:7-8 (RV-1960)
(7) Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.
(8) Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.

La exhortación de Santiago aquí es a seguir el ejemplo del labrador que espera con paciencia la lluvia temprana y tardía. Habiendo hecho todo lo que está a su alcance para cuidar a la semilla, el labrador depende de las lluvias para que sus semillas crezcan. El labrador no puede forzar las lluvias, pero si la lluvia llega y él no cuidó bien de la semilla, no le servirá de nada. La Biblia nos dice que Dios hace llover sobre justos e injustos (Mt. 5:45). No está en nosotros el traer la lluvia de Dios, Él es Sabio y conoce los tiempos para cada cosas, sin embargo, es nuestra responsabilidad preparar el terreno para plantar la semilla de Su buena noticia y cuidar esa semilla responsablemente. En otras palabras, nosotros debemos esforzarnos por conocer Su voluntad a través de Su Palabra Escrita y de establecer una relación de fe y obediencia para con Él y con nuestro Señor Jesucristo y, en el tiempo adecuado, Él enviará Su lluvia y la semilla crecerá y dará fruto.

Y ¿cuál sería la “lluvia” que Dios envía para que la semilla crezca? La respuesta quizá los sorprenda:

Isaías 55:10-11 (RV-1960)
(10) Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
(11) así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

¡La lluvia es Su Palabra! En la figura de estos versículos la Palabra de Dios no es comparada con la “semilla”, sino con la “lluvia” que hace germinar la semilla. Esto quiere decir que Su Palabra actúa de semilla y actúa de lluvia ¡todo procede de Dios! Cada vez que Dios “habla”, Su Palabra tiene un efecto en Su creación. Él jamás habla en vano, Su misma creación partió de Su Palabra, Dios dijo y así fue. Por lo tanto, por un lado tenemos Su mensaje de salvación como la “semilla” que debemos plantar en nuestros corazones, pero por otro lado también necesitamos de Su Palabra en acción, la cual riega a esa semilla y la hace crecer. Leamos el contexto de estos versículos:

Isaías 55:1-2 (RV-1960)
(1) A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
(2) ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

Estos israelitas estaban buscando prosperidad y deleites fuera de la voluntad de Dios. Habían dejado a Dios en un segundo plano en sus vidas (algunos se habían apartado totalmente de Dios), pero su dinero y trabajo no les servía para ser “saciados”. Dios aquí pregunta “¿por qué siguen gastando dinero y energía en cosas que no les aprovecha? ¡Vengan a Mí y tendrán verdadero deleite para sus almas!”

Isaías 55:6-12 (RV-1960)
(6) Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
(7) Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
(8) Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
(9) Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
(10) Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
(11) así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
(12) Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.

Noten que el contexto de estas palabras es la promesa de Dios de que si le obedecían serían bendecidos por Dios. En este contexto la “Palabra” de Dios es Su promesa de que Él los bendeciría si ellos le obedecían. Vean cuán alegre y bendita es la escena descrita: ¡los montes y collados cantando y los árboles aplaudiendo! Las bendiciones de Dios son las que “riegan” a los creyentes para que produzcan mucho fruto, Dios está deseoso de darnos lo mejor para nuestras vidas, pero requiere de nuestra obediencia y fidelidad.

Gálatas 6:9 (RV-1960)
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

La palabra “cansemos”, aquí, es en griego egkateö, que significa “ser vencido por lo malo, sucumbir ante la adversidad, perder el ánimo, perder el valor o coraje, desanimarse, acobardarse, desistir, debilitarse”.

La palabra traducida “desmayamos” es en griego ekluö, que significa “perder completamente las fuerzas físicas o anímicas, desmayar, rendirse, abandonar, quedar sin aliento, desistir completamente”. Es una palabra más fuerte que egkateö.

La palabra “tiempo” es en griego kairos, que significa “temporada, tiempo adecuado para un evento en particular, ocasión”.

Por otro lado, las palabras “de hacer el bien”, según el texto griego deberían traducirse: “haciendo el bien”. El versículo leería así:

Gálatas 6:9 (Mi traducción)
pero no nos desanimemos haciendo el bien, porque en la temporada adecuada cosecharemos, si no nos-rendimos

En este versículo el apóstol Pablo alienta a los creyentes a no desanimarse mientras hacen el bien, no perder el ánimo y las ganas de hacer el bien, porque en la temporada adecuada cosecharían si no se rendían. A diferencia de muchas instrucciones que el apóstol Pablo solía dar en 3ra persona, aquí él usa la 1ra persona, él se incluye en la exhortación, mostrando que ni siquiera él estaba exento de desanimarse y rendirse. Estas palabras nos muestran dos estados en el ánimo de un creyente: el desánimo y la rendición. El desánimo ocurre de cuando en cuando en la vida de los creyentes, especialmente cuando se tienen expectativas que no se cumplen o cuando uno se esfuerza en servir a Dios y no ve los resultados que espera ver. Pero si nos mantenemos firmes en Dios, Dios siempre acude a ayudarnos para darnos el aliento que necesitamos para seguir adelante (Fil. 4:6; Stg. 1:5). Pero si el desánimo continua podemos llegar al punto de rendirnos, de abandonar nuestro servicio a Dios y volver a una vida carnal, en este caso, cuando la temporada llegue no tendremos cosecha, por eso es que debemos permanecer firmes en hacer el bien.

Ahora bien ¿qué es “hacer el bien”? Parte del problema por el que muchas personas no obtienen frutos por hacer el bien es porque ni siquiera saben qué es hacer el bien. Muchos creen que hacer el bien se refiere a hacer buenas obras, como salir a predicar, donar dinero a caridad, cruzar la calle a una anciana, tocar en el coro o banda de la iglesia, servir al líder de la congregación en todas sus necesidades, etc. Sin embargo, estas cosas no siempre entran en la categoría de “hacer el bien”. Cada persona fue criada de modo diferente, por esta causa, hay personas que consideran “buenas” ciertas cosas que otras personas no, es así que cada persona se va formando su propio concepto de lo que es bueno y malo. Pero cuando las Escrituras nos hablan de “hacer el bien”, no puede estar hablando de hacer lo que cada uno cree o imagina que está bien, tiene que haber una norma específica para lo “bueno”.

Gracias a Dios, no hace falta conjeturar sobre lo que es bueno o malo, porque Dios lo ha dejado en claro. En el contexto de este versículo leemos:

Gálatas 6:7-9 (RV-1960)
(7) No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
(8) Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
(9) No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

Lo que vemos en estos versículos es que “hacer el bien” se relaciona con “sembrar para el Espíritu” lo cual, a su vez, está en oposición a “sembrar para la carne”. Leeremos algunos versículos clave de la carta de Pablo a Galacia para comprender mejor este asunto:

Gálatas 1:6-7 (RV-1960)
(6) Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.
(7) No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

En el contexto de esta carta vemos que Pablo les escribe para hacer una corrección doctrinal, porque habían ciertas personas dentro de la iglesia de Galacia que estaba enseñando un “evangelio diferente”. O sea, hablaban sobre una “buena noticia” de Dios, pero esta buena noticia no era la que en verdad transmitían las Escrituras. Leyendo la epístola vemos que se trataba de personas que estaban “judaizando” a los creyentes, o sea, les enseñaban que la relación con Dios requería seguir los antiguos ritos y tradiciones judías que Dios mandó a Moisés. Ellos enseñaban que era necesario circuncidarse y guardar las fiestas y otros antiguos mandamientos de la ley.

Este es un claro ejemplo de cómo se pueden usar las Escrituras para enseñar algo contrario a la voluntad de Dios. Estas personas estaban enseñando a través de las Escrituras, pero lo que enseñaban era, según Pablo mismo lo dice ¡un evangelio diferente!. Cuando las Escrituras son correctamente interpretadas nos transmiten la “buena noticia” de Dios, la cual nos revela Su justicia, para establecer una andar de fe. Pero si las Escrituras son malinterpretadas y sacadas de contexto, puede llevar a las personas a una doctrina y práctica errada que desaprovecha totalmente la gracia de Dios.

Gálatas 3:1-5 (RV-1960)
(1) ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
(2) Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?
(3) ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
(4) ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano.
(5) Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

Estos creyentes de Galacia estaban obedeciendo a las Escrituras del Antiguo Testamento, pero Pablo les dice que no estaban obedeciendo “a la verdad”. Esto nuevamente nos muestras que las mismas Escrituras pueden convertirse en una mentira si se sacan de contexto y se malinterpretan. Las Escrituras muestran que Cristo fue crucificado y logró que podamos ser salvos por fe, pero estas personas estaban viviendo como si el sacrificio de Cristo no hubiese sido hecho, a esto llama Pablo “no obedecer a la verdad”. Ellos habían recibido la salvación por medio de su fe en Cristo, pero ahora, por haber sido influenciados por estos “cristianos” judaizantes, habían vuelto a todo un sistema de “obras de la carne” que eran necesarias para tener un contacto con Dios. Lo que Pablo les quiere hacer recordar es que Dios no administra Su poder por obras de la ley que las personas hacen, sino por el oír con fe.

Es muy importante comprender que estos creyentes no estaban haciendo obras perversas, no estaban sumidos en vicios y desenfreno, todo lo contrario, estaban ávidos de hacer obras de la ley, lo que llamaríamos “buenas obras”, pero estas “buenas obras” no era lo que Dios requería de ellos. Eran “buenas obras” según su punto de vista, pero no según Dios, porque lo que Dios quiere es nuestra oír con fe. A través de Cristo Dios nos dio la posibilidad de tener el don de espíritu santo, el cual nos permite tener una relación directa y estrecha con Él, para escuchar Su voluntad de Sus propia “boca”, pero estos creyentes hicieron a un lado esta relación con Dios e intentaron relacionarse con Dios y ganar Su favor a través de las obras.

Gálatas 4:8-10 (RV-1960)
(8) Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses;
(9) mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
(10) Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.

En este punto la epístola a los Colosenses nos brindará información complementaria:

Colosenses 2:20-23 (NVI)[4]
(20) Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como:
(21) «No tomes en tus manos, no pruebes, no toques»?
(22) Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso.
(23) Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa.

Lamentablemente una buena parte del cristianismo hoy en día está inmerso en el mismo tipo de error. No practican la circuncisión y sacrificios de los judíos, pero, a su modo, han establecido un sistema de relación con Dios que depende de “buenas obras” para la carne. Así se enseña a ir a la iglesia todos los domingos, o sábados, a dar religiosamente un porcentaje de los ingresos de dinero, a confesar los pecados a determinada persona, a rezar y orar en determinado lugar a determinada hora o en determinada posición (generalmente de rodillas), distintas religiones y denominaciones imponen reglas como las de no tener mujer, alejarse de la familia, no ver televisión, no participar en fiestas, etc., la lista de cosas es muy extensa y cada religión tiene su propia lista. Pero las Escrituras nos muestran que lo que Dios requiere de nosotros es la fe. Dios quiere que tengamos un estrecha relación con Él para así Él mismo ir enseñándonos qué es lo que requiere de nosotros día a día. La vida cristiana que agrada a Dios no se trata tan sólo de los actos externos que practiquemos, sino de la obediencia de fe que hay detrás de esos actos.

Gálatas 5:4-6 (RV-1960)
(4) De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
(5) Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;
(6) porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.
Este último versículo puede traducirse, más acorde al texto griego:

Gálatas 5:6 (Mi traducción)
porque en Cristo Jesús ni la circuncisión tiene-fuerza para algo, ni la incircuncisión, sino la fe que se-expresa mediante el amor.

Aquí la circuncisión está puesto de forma que simboliza a todos los actos externos que se hacen para agradar a Dios. Estos cristianos estaban volviendo al judaísmo y por eso Pablo menciona la circuncisión, sin embargo, la instrucción es aplicable para toda clase de obras “de la carne” que se hacen con el fin de agradar a Dios. Si hemos recibido a Cristo Jesús como nuestro Señor, somos parte de Su Cuerpo y ya no interesan los actos externos, sino nuestra fe, que se expresa mediante el amor. El amor, a su vez, tiene dos aspectos: nuestro amor a Dios y al Señor Jesucristo (amor “vertical”) y nuestro amor para con las personas del mundo (amor “horizontal”). Si estamos oyendo y obedeciendo a Dios en nuestras vidas, esta fe va a hacerse evidente a través del amor que manifestamos.

Gálatas 5:7-9 (RV-1960)
(7) Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?
(8) Esta persuasión no procede de aquel que os llama.
(9) Un poco de levadura leuda toda la masa.

Aquí nuevamente Pablo les dice que esta persuasión que ellos tenían, estas convicción en cuanto a hacer obras de la ley, no procedía de Dios. Luego Pablo usa la figura de la levadura. Aquí la levadura se refiere a la enseñanza incorrecta que se había infiltrado. Quizá esta doctrina fue introducida muy sutilmente, pero terminó por descarriar de la gracia a toda (o casi toda) esta iglesia.

Gálatas 5:13-14 (RV-1960)
(13) Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
(14) Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Aquí Pablo les muestra cuál es el punto de equilibrio de toda la ley: el amor. La fe en Cristo nos ha hecho libres de cumplir todos los requerimientos de la ley de Dios, pero eso no significa que esté bien desobedecer todas las leyes de Dios, el punto de equilibrio es el amor. Muchas de las leyes de Dios (como los 10 mandamientos) nos muestran cuál es el deseo e intención de Dios para la humanidad, por lo tanto, no deberían ser desobedecidos. Sin embargo, a veces el propósito y plan de Dios requiere desviarse un poco de esas leyes para poder proteger, cuidar y bendecir a otros. Como seres humanos, nosotros somos incapaces de determinar con absoluta precisión qué es lo bueno y qué es lo malo (muestra de ello son todas las decisiones que históricamente se han tomado “para el bien de la humanidad” y han resultado catastróficas), por lo tanto, necesitamos de la guía de Dios y el Señor Jesucristo para determinar qué es lo bueno y qué es lo malo. Las leyes de Dios nos dan una guía general de cuál es la voluntad de Dios, pero no pueden establecer Su voluntad específica para cada situación, por eso es que necesitamos de una relación con Dios, y esta relación debe ser DIARIA, porque cada día necesitamos de Su sabiduría, de Su “pan” espiritual (Mt. 6:11; Lc. 4:4).

Gálatas 5:16-18 (RV-1960)
(16) Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
(17) Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
(18) Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

Al llegar a este punto podemos comprender que “los deseos de la carne” no se trata sólo de comida, bebida, fiestas, diversión, vicios y esas cosas. En este contexto los deseos de la carne abarca a todas aquellas obras externas que se hacen como actos religiosos para ganar el favor de Dios. Nuestra “carne”, nuestra naturaleza humana, tiene el deseo de “hacer” cosas para sentirse bien, pero el Espíritu (aquí se refiere a Jesucristo) desea otras cosas. Dios, a través de Jesucristo, irá poniendo en el corazón del cristiano el deseo de hacer Su voluntad (Fil. 2:13), pero nuestra “carne” nos llevará a hacer obras sacrificadas en un intento de “ganar” el favor de Dios.[5] Por contexto vemos que andar en espíritu se contrapone a seguir actuando conforme a obras autoimpuestas. Este andar en espíritu consiste en relacionarse diariamente con Dios y Jesucristo para oír de ellos y andar conforme Su voluntad.

Este andar nos libera de toda forma de religión y tradición y de toda clase de obras autoimpuestas. Esto no significa que el cristiano deba ser una persona descontrolada y desordenada, todo lo contrario, Dios es un Dios de orden y paz (1 Co. 14:33). Sin embargo, una cosa es tener un orden en las congregaciones y otra cosa es tener un sistema de obras impuestas a los fieles con el fin de ganarse las bendiciones de Dios e ir escalando grados de “espiritualidad”. Nuestra madurez espiritual no la determina la cantidad de obras que hagamos, sino la continuidad en nuestra fe y obediencia a Dios.

No todos somos iguales, y no todos tenemos la misma función dentro del Cuerpo de Cristo, puede que Dios mande a un creyente a escalar el monte Everest y que mande a otro a cortar el césped de su casa, si ambos obedecen, serán igual de “espirituales” ante Dios. Pero si el que fue enviado a cortar el césped menosprecia su trabajo y se va a escalar el monte Everest, aunque a la vista del mundo lo suyo será una gran proeza para Dios, ante Dios sólo será un acto de desobediencia. Por lo tanto, antes de disponernos a escalar el monte Everest para Dios, mejor oigamos lo que Él tiene para decirnos, quizá sólo quiera que cortemos el pasto. Quizá nuestra tarea a cumplir no sea tan vistosa ante el mundo, pero será lo que Dios quiere y nos permitirá crecer en fe y producir mucho fruto.

Luego de haber visto todo el contexto, releeremos Gálatas 6:

Gálatas 6:7-9 (RV-1960)
(7) No sean-extraviados, DIOS NO es-burlado, porque lo que-sea que siembre un hombre eso-mismo también cosechará
(8) porque el que siembra para su-propia ·carne, desde la carne cosechará corrupción, pero el que  siembra para el Espíritu desde el Espíritu cosechará vida de-la-era futura
(9) pero no nos desanimemos haciendo el bien, porque en la temporada adecuada cosecharemos, si no nos-rendimos

“Vida de la era” se refiere al tipo de vida que Dios prometió para la era futura, de la cual hoy tenemos las primicias (o “primeros frutos” – Ro. 8:23).  Si sembramos para la carne, ya sea en vicios o en aquellas obras que son consideradas como “buenas”, lo que cosecharemos será corrupción. Pero si sembramos para el Espíritu (para el Señor Jesucristo), recibiremos vida de la era, esto significa, podremos vivir con parte de la plenitud de vida que Dios preparó para nosotros en la era futura.[6]

Podemos comprender, luego de haber leído todo el contexto de la epístola, que “hacer el bien” no se refiere a actos religiosos o a hacer aquello que es culturalmente bueno o aquello que nos hacer sentir bien, sino que se refiere a hacer lo que Dios, por medio de Jesucristo, nos instruye a hacer. Las Escrituras son fundamentales para conocer a Dios, conocer Su propósito y plan para la humanidad y Su mensaje de salvación por medio de Cristo, pero también debemos aprender a establecer una relación espiritual con Dios a través de la oración y de un andar de fe.

Hacer la voluntad de Dios no siempre es el camino mejor recibido por el resto de la gente. Las religiones y denominaciones suelen proveer de un marco de contención para muchas personas, para no sentirse tan desprotegidas, sin embargo, muchas veces terminan por encarcelar a las personas, sujetándolas a ciertas creencias y prácticas que no proceden de Dios. La verdadera relación con Dios provee de verdadera libertad, pero no es el camino más fácil a recorrer. Los líderes religiosos de la época de Jesús fueron los que lo buscaban para matarlo y los que lo llevaron a la crucifixión. Los líderes religiosos también fueron los que persiguieron y mataron a profetas, apóstoles y maestros en todos los tiempos (Lc. 11:42-54). La religión y el sectarismo siempre se ha opuesto a la libertad de los hijos de Dios y siempre lo hará, porque tienen la atención fijada en las obras de la carne y no en la íntima relación espiritual que cada creyente puede establecer con Dios.

Muchos líderes religiosos desean recibir la gloria y fidelidad de sus seguidores e intentan tenerlos “perpetuamente” bajo su responsabilidad y cuidado, pero un verdadero líder cristiano debe ser simplemente un servidor de Cristo que ayude a otros a alcanzar madurez espiritual para tener su propia relación espiritual con Dios. El Cuerpo de Cristo tiene sólo una Cabeza: Cristo (Ef. 4:15). El resto de nosotros somos miembros de ese Cuerpo y debemos servirnos unos a otros cada uno en su propia función dada por Dios (Ro. 12:4-8).

Encontrar nuestra propia función y desarrollarla, con la guía de Dios y del Señor Jesucristo es la “obra” que Dios desea que hagamos. Andar conforme a la función que Dios nos dio en el Cuerpo no sólo nos traerá mucho fruto y bendiciones de Dios a nuestra vida, sino que dará el máximo provecho y beneficio al resto del Cuerpo. Si bien por lo general una persona disfruta mucho más de su vida cuando desarrolla y aprovecha sus propios talentos y dones dados por Dios, esto a veces también produce cansancio y agotamiento, sobre todo porque este es un mundo caído y hay muchas personas y espíritus que se oponen a Dios. En esta lucha es que a veces podemos desanimarnos y algunos llegan a rendirse (en muchos casos tornándose hacia algún tipo de religión). Pero si seguimos firmes en nuestro llamamiento y nuestro andar de fe, tenemos la promesa de Dios de que en la correcta temporada cosecharemos “vida”.

Para finalizar, leamos el Salmo que escribió Asaf luego de que casi se aparta de Dios:

Salmos 73:1-28 (RVA)[7]
(1) ¡Ciertamente bueno es Dios para con Israel, para con los limpios de corazón!
(2) En cuanto a mí, por poco se deslizaron mis pies; casi resbalaron mis pasos,
(3) porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos.
(4) Pues no hay para ellos dolores de muerte; más bien, es robusto su cuerpo.
(5) No sufren las congojas humanas, ni son afligidos como otros hombres.
(6) Por eso la soberbia los ciñe cual collar, y los cubre un vestido de violencia.
(7) Sus ojos se les salen de gordura; logran con creces los antojos de su corazón.
(8) Se mofan y hablan con maldad; desde lo alto planean la opresión.
(9) Dirigen contra el cielo su boca, y sus lenguas recorren la tierra.
(10) Por eso mi pueblo va hacia ellos, y beben de lleno sus palabras.
(11) Ellos dicen: “¿Cómo sabrá Dios?” o “¿Habrá conocimiento en el Altísimo?”
(12) He aquí, estos impíos siempre están tranquilos, y aumentan sus riquezas.
(13) ¡Ciertamente en vano he mantenido puro mi corazón y he lavado mis manos en inocencia!
(14) Pues he sido azotado todo el día, empezando mi castigo por las mañanas.
(15) Si yo dijera: “Hablaré como ellos,” he aquí que traicionaría a la generación de tus hijos.
(16) Pensé para entender esto; ha sido duro trabajo ante mis ojos,
(17) hasta que, venido al santuario de Dios, comprendí el destino final de ellos:
(18) Ciertamente los has puesto en deslizaderos, y los harás caer en la decepción.
(19) ¡Cómo han sido desolados de repente! Se acabaron; fueron consumidos por el terror.
(20) Como al despertar del sueño, así, Señor, al levantarte, despreciarás sus apariencias.
(21) De veras se amargaba mi corazón, y en mi interior sentía punzadas.
(22) Pues yo era ignorante y no entendía; yo era como un animal delante de ti.
(23) Con todo, yo siempre estuve contigo. Me tomaste de la mano derecha.
(24) Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria.
(25) ¿A quién tengo yo en los cielos? Aparte de ti nada deseo en la tierra.
(26) Mi cuerpo y mi corazón desfallecen; pero la roca de mi corazón y mi porción es Dios, para siempre.
(27) Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; pues tú destruirás a todo aquel que se prostituye apartándose de ti.
(28) En cuanto a mí, la cercanía de Dios constituye el bien. En el Señor Jehovah he puesto mi refugio para contar todas tus obras.



[2] Para más detalles lea mi estudio “El fruto del Espíritu”.
[3] Las citas de las Escrituras marcadas como “RV-1960” fueron tomadas de la versión “Reina-Valera”, revisión de 1960, por las Sociedades Bíblicas Unidas.
[4] Las citas de las Escrituras marcadas como “NVI” fueron tomadas de la “Nueva Versión Internacional”, revisión de 1999, por la Sociedad Bíblica Internacional.
[5] Para más información sobre este tema lea mi estudio “Filipenses 2:13 – La acción de Dios en elcreyente”.
[6] Para más detalles acerca de la “vida de la era” y sus implicancias presentes recomiendo leer mi comentario doctrinal sobre la carta de Pablo a los Romanos.
[7] Las citas de las Escrituras marcadas como “RVA” fueron tomadas de la versión “Reina Valera Actualizada”, revisión de 1989, publicada por la Casa Bautista de Publicaciones.






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