¿Por qué a mí?

En Honor a Su verdad

Introducción


Casi todos los seres humanos solemos pasar por alguna situación en la vida en la que nos preguntamos ¿por qué a mí? Esta pregunta suele surgir ante situaciones adversas, aunque hay quienes también se hacen esta pregunta cuando se sienten muy afortunados o agraciados. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esta pregunta surge entre aquellos que pasan por situaciones de gran dolor y sufrimiento, aquellos que creen en Dios, suelen hacer esta pregunta a Dios, muchas veces como forma de queja o recriminación.

A través de este estudio, es mi idea ofrecer algunas consideraciones que quizá ayuden a comprender algunos de los “¿por qués?” de la vida humana, para lo cual exploraremos y analizaremos algunos pasajes de las Escrituras pertinentes.

Sería imposible, en un simple artículo, responder a todos los “¿por qué?” de la vida humana, de hecho, la vida es muy compleja y ningún ser humano puede, a lo largo de toda su vida, llegar a comprender al Universo y a la creación en tal profundidad como para responder a todo interrogante humano. Sin embargo Dios, nuestro Creador, tiene un completo entendimiento del Universo y del ser humano, porque Él nos diseñó y nos creó. Pero Él no sólo nos diseñó y creó, sino que nos ha dejado Sus Palabras por escrito, en aquello que llamamos “Biblia”, en la cual, leyéndola, aprendemos que Él nos creó con un propósito y que tiene un plan para la vida humana. En ella podemos hallar las respuestas a los más profundos interrogantes y obtener una esperanza que traerá paz para nuestras almas.

Dolor y sufrimiento ¿por qué a mí?


Hay muchas personas consideradas como “buenas” que han sufrido mucho, cosas tales como la muerte de un hijo, violación o abuso sexual, enfermedades graves, discapacidades, un accidente grave, torturas, etc. Éstos se preguntan ¿por qué a mí?, pero, con frecuencia, no hallan respuestas verdaderamente satisfactorias y viven en una constante sensación de injusticia. Si este interrogante no es resuelto, aunque más no sea parcialmente, la persona puede adoptar conclusiones erróneas con respecto al propósito en la vida del ser humano. Una persona que no entiende por qué suceden hechos dolorosos y trágicos a personas justas y buenas puede llegar a pensar que Dios no existe, o que Él no es un Dios justo, o que toda la vida humana es simplemente un “entretenimiento” para Dios en donde hay actores a los que les toca el papel de víctimas; también hay quienes llegan a creer que el sufrimiento es necesario para alcanzar la “perfección del alma”, estas y otras conclusiones erróneas surgen de una falta de comprensión del propósito y plan de Dios para la humanidad.

Creo que uno de los primeros pasos a dar para comprender por qué nos suceden hechos trágicos y dolorosos consiste en cambiar el enfoque egoísta y egocentrista (centrado en uno mismo). Cuando nos preguntamos “¿por qué a mí?” estamos poniendo nuestro enfoque en nuestro propio problema, desestimando el dolor y sufrimiento por el que pasan otras personas en el mundo. Sucede que cuando pasamos por períodos de abundancia y felicidad, vemos al dolor ajeno como algo lejano, por el cual no debemos preocuparnos ni ocuparnos, pero cuando el sufrimiento llega a nuestras vidas, queremos que todo el mundo se fije en nosotros para darnos una respuesta que nos permita recobrar el ánimo y las esperanzas. Este modo de proceder es común en casi todas las personas debido a nuestra naturaleza egoísta y egocentrista. Pero para obtener una verdadera respuesta al problema del dolor y el sufrimiento, creo que debiéramos comenzar por cambiar el eje de la pregunta: en lugar de preguntarnos “¿por qué a mí?” deberíamos preguntar: “¿por qué sucede esto a la humanidad?”, en otras palabras: “¿por qué sufren TODAS las personas?” “¿Por qué hay dolor en el mundo?” Si formulamos la pregunta correcta, quizá obtengamos la respuesta adecuada.

Muchas personas han tratado de abordar el problema del dolor y el sufrimiento en el mundo, en la búsqueda de respuestas que den sentido a sus vidas. Es así que filósofos, pensadores y maestros de todos los tiempos y de todas las religiones han arrojado distintas teorías, en el intento de ayudar a las personas sufrientes a seguir con sus vidas. Algunos antiguos filósofos concluyeron que la vida es efímera y que si al morir no hay nada más, entonces más vale vivir haciendo todo lo que uno quiera, siempre que le sea posible, dando lugar, con esto, a todo tipo de conductas inmorales. Otros incluso recomendaban el suicidio, porque decían que todos vamos a sufrir en la vida y mediante el suicidio una persona podría acortar su tiempo de sufrimiento. En la búsqueda de suprimir el dolor humano es que surgió también el budismo y otras culturas de meditación. El budismo original propone que el sufrimiento humano se basa en el deseo necesidad, y si se elimina el deseo y la necesidad, una persona dejará de sufrir; así es que se proponen técnicas de meditación para suprimir la necesidad y el deseo.  Estas ópticas de vida niegan la existencia del Dios verdadero y proponen conductas que van en contra de Sus propósito. Entre el cristianismo, hay quienes creen y enseñan que todo sufrimiento es enviado por Dios como un “aprendizaje” de vida, se dice también que Dios “premia” a los sufrientes fieles. Otros creen que la vida es una especie de “película” escrita por Dios, donde cada ser del Universo cumple cierto rol y que cada uno tiene un “destino” que no puede cambiar. En estas ópticas de vida Dios es visto como un Dios injusto, lejano, que se divierte con el sufrimiento humano. Pero, como veremos, la Biblia nos otorga respuestas mucho más satisfactorias y esperanzadoras, que realzan el amor de Dios.

La causa del sufrimiento: el libre albedrío


A muchos les sorprenderá saber que la causa primaria del sufrimiento y el dolor es el libre albedrío, o sea, la capacidad de elección que tienen los seres creados, sin embargo, si lo consideramos detenidamente, podremos comprender la relación que existe entre nuestra capacidad de elegir y la capacidad para sentir dolor. Las Escrituras de Dios nos cuentan cómo entró el dolor y el sufrimiento en el mundo:

Génesis 2:8-9 (RV-1960)
(8) Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
(9) Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Génesis 2:15-17 (RV-1960)
(15) Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

En estos versículos, el “árbol de la ciencia del bien y del mal” representan la capacidad que Dios dio al ser humano para elegir entre hacer lo correcto o no. El árbol que haría morir al ser humano fue puesto allí por Dios (versículo 9). Si este árbol no hubiese estado allí, el ser humano jamás podría haber decidido ir en contra de la voluntad de Dios, y sin la posibilidad de elegir hacer lo incorrecto, en realidad no existe la posibilidad de elegir. ¿Cómo puede alguien “elegir” si sólo tiene una opción? Para poder elegir debemos tener al menos dos opciones. El amor no es un sentimiento mecanizado, un programador de software de PC puede crear programas con inmensa cantidad de funciones, pero no puede dar a sus programas la capacidad de amar. El programa hará aquello para lo que fue creado. Quizá pueda “elegir” entre ciertas opciones programadas, pero no puede amar, para ello debería poder elegir ir en contra de su propio programador.

La Biblia nos dice que Dios es amor (1 Jn. 4:8), Su esencia es amor y desea que lo amen. Pero ¿cómo se puede amar si no se puede elegir? Un ventrílocuo puede manejar a su muñeco de modo que le diga “te amo”, pero esto no significa que el muñeco lo ame de verdad, para poder amar de verdad el muñeco debería tener la posibilidad de elegir qué palabras decir y qué acciones tomar. Tampoco podemos considerar como un sentimiento verdadero las palabras de alguien que dice “te amo” cuando está siendo amenazada con una pistola, aquí las palabras partirían del temor y no del amor. Para que exista el genuino amor, una persona tiene que poder elegir amar o no amar, debe poder elegir si desea actuar a favor del otro o en su contra. Por esta causa, Dios, para poder ser en verdad amado, tuvo que dar al ser humano la capacidad para elegir, lo cual implica el poder elegir contra Su voluntad. Pero Dios advirtió que la desobediencia también tendría consecuencias: la muerte.

Génesis 2:16-17 (RV-1960)
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

La consecuencia de la desobediencia sería la muerte y esto es lo que vemos más adelante:

Génesis 3:1-8 (RV-1960)
(1) Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
(2) Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
(3) pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
(4) Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
(5) sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
(6) Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

La “serpiente” aquí es un nombre para el gran enemigo espiritual de Dios, también llamado “Diablo”, “Satanás” y “Dragón” (Ap. 12:9). Antes de crear al ser humano, Dios había creado seres espirituales, también con la capacidad de elegir. Uno de ellos fue dotado de gran poder, belleza y sabiduría, pero desobedeció a Dios y quiso ser más que Dios (Ez. 28:14-18; Is. 14:12-14)[1]. Este ser junto con otros seres espirituales caídos están en enemistad con Dios y han estado intentando frustrar el plan de Dios desde tiempos remotos. Dios dio al ser humano la autoridad sobre la Tierra y todo lo creado en ésta, el ser humano fue el objetivo central de la creación de Dios, por lo tanto se convirtió en el objetivo principal de ataque de la Serpiente. La Serpiente tuvo éxito en hacer caer a Adán y Eva, logró que ambos desobedecieran a Dios y obtuvo la autoridad que Adán y Eva tenían sobre la Tierra, cómo sucedió esto no es detallado en las Escrituras, pero se da a entender que la desobediencia de Adán permitió al Diablo traer muerte al mundo (Ro. 5:12).

Cuando Adán y Eva desobedecieron, permitieron a la Serpiente colocar su influencia negativa en toda la creación terrenal de Dios. Toda clase de males fueron introducidos en la tierra (Gn. 3:17-19), incluso el ser humano mismo comenzó a tener el deseo del pecado en su interior (Ro. 7:18-21). La creación de Dios dejó de ser todo aquello “en gran manera bueno” que Dios preparó al principio, por su desobediencia, el ser humano comenzó a CONOCER el bien y el mal, hasta entonces, sólo conocía el bien.

Las preguntas que suelen surgir son ¿por qué no eliminó Dios al Diablo y los otros seres espirituales malignos en el instante en que desobedecieron?; ¿por qué no limpió inmediatamente al ser humano de la maldad que el Diablo trajo?; o ¿por qué no “rehízo” Su creación? Las Escrituras no nos dan respuestas directas a estos interrogantes, pero el estudio profundo y pensado de éstas nos puede acercar a respuestas lógicas que brindan satisfacción al alma sedienta de verdad.

En primer lugar, debemos reconocer que la sabiduría de Dios es muy superior a toda sabiduría humana y no podemos comprender totalmente Sus hechos con nuestra mente tan limitada (Ro. 11:33), si la sabiduría y el poder de Dios pudiese ser fácilmente comprendida en su totalidad por la mente humana quizá Él no sería digno de ser nuestro Dios, pero, hoy en día, tan sólo alcanzamos a comprender parte de lo que Él es y lo que Él hace a través de Sus Escrituras y del entendimiento que nos da al leerlas (1 Co. 13:9).

Teniendo en cuenta que no podemos alcanzar a comprender perfectamente Sus actos, de todos modos podemos acercarnos a respuestas lógicas y razonables en cuanto a Su proceder en la creación. El primer punto a tener en cuenta es que el plan de Dios, desde siempre, fue tener un grupo de seres con los cuales relacionarse amorosamente, o sea seres con quienes pudiera dar y recibir amor. Como ya he dicho, no es posible dar y recibir amor si no existe la posibilidad de elegir o si las elecciones son forzadas. Por lo tanto, si Dios hubiese eliminado al instante a la Serpiente y a todos los seres espirituales que se le opusieron, el resto de los seres, probablemente, sólo obedecerían por temor y no por amor. Por otro lado, si Dios no hubiese dejado que el mal se desarrolle en Su creación, nadie podría conocer realmente la diferencia entre lo bueno y lo malo para luego elegir lo bueno. ¿Cómo podría alguien conocer el frío si no existe el calor? ¿Cómo podríamos saber qué es la salud si no existe la enfermedad? ¿Cómo puede alguien conocer el amor, la bondad y el perdón de Dios si jamás conoció el odio, la maldad y la crueldad de otros seres?

Si Dios rehiciera su creación, sin dejar que el mal se desarrolle, muy probablemente los seres libres volverían a caer y Dios jamás podría tener un grupo de gente que viva perpetuamente siendo una familia para Él. Él tendría que comenzar una y otra vez y nadie podría vivir perpetuamente. Sin embargo, Él forjó un plan por el cual las personas podrían tener vida perpetua en una relación amorosa para con Él. Pero este camino no era el camino fácil, tuvo un alto precio para Dios. Por un lado, Dios tuvo que soportar, desde tiempos antiguos, como el ser humano y los seres espirituales rompían constantemente Su voluntad, desarrollando la maldad. Dios tuvo que ver a muchos de Sus seres queridos sufrir y morir de modo de que Su plan pudiera funcionar. Pero, por otro lado, Dios tuvo que presenciar como Su más amado hijo fue torturado y asesinado con el fin de que la humanidad fuera salva.

El deseo de Dios jamás es que las personas sufran, Él no es autor de enfermedad y no desea la muerte de las personas, sin embargo, fue necesario que el mal se desarrolle en el mundo para que los seres humanos comprendamos cuáles son las consecuencias de ir en contra de Su voluntad y cuáles son los beneficios de establecer una relación estrecha con Él. Dios estableció ciertas reglas que nos dan una idea de cuál es Su voluntad para Su creación, la desobediencia a estas reglas nos alejan de Él y producen muerte, mientras que la obediencia posibilita que Él actúe en nuestras vidas de forma positiva. Sin embargo, el principal deseo de Dios no es que obedezcamos Sus mandamientos, sino que tengamos una relación con Él. Por supuesto, obedecerle es importante, pero es posible obedecer una lista de mandamientos sin jamás tener una relación con Dios y esto no es lo que Dios desea para nosotros.

Romanos 1:18-23 (RV-1960)
(18) Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
(19) porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
(20) Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
(21) Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
(22) Profesando ser sabios, se hicieron necios,
(23) y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Aquí vemos que la ira de Dios es contra aquellos que practican impiedad e injusticia. El punto de comienzo para estos actos es el no darle la gloria a Dios, no reconocerlo como lo que Él es. La “impiedad” consiste en no reconocer que Dios existe y es el ser supremo, merecedor de gloria y honra; la “injusticia” consiste en reconocer que Dios existe, pero no establecer una relación de amor y obediencia para con Él. En ambos casos lo que existe es una falla en poner a Dios en el lugar que corresponde en nuestras vidas.

Romanos 3:19-25 (RV-1960)
(19) Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;
(20) ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
(21) Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
(22) la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
(23) por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
(24) siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
(25) a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,

De estos versículos aprendemos que nadie puede ser “justificado” por obras de la ley. En otras palabras, nadie puede alcanzar vida perpetua por cumplir los mandamientos de Dios, en realidad, Sus mandamientos nos muestran cuán lejos estamos de merecer algo de Su parte, nos muestran cuán lejos estamos de poder “ganar” una vida perpetua en presencia de Dios. El ser humano tiene maldad en su interior, la cual fue puesta allí por el Diablo en la caída de Adán, esta naturaleza de pecado hace que sea imposible para el ser humano vivir perpetuamente en la presencia de Dios (Ro. 5:12; Ro. 3:23). Por esta causa Dios planeó enviar un salvador, alguien que restituyera la condición caída del ser humano.

Para que la salvación del ser humano fuese justa para Dios, el Salvador debía ser un ser humano, creado en las mismas condiciones que Adán. La desobediencia de Adán hizo que toda su descendencia pasara a tener una naturaleza de pecado que condena la condena a muerte, por lo tanto, la obediencia de un solo hombre lograría que la humanidad pudiera tener vida perpetua.

Romanos 5:17-21 (RV-1960)
(17) Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
(18) Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
(19) Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
(20) Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
(21) para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Por la transgresión de un solo hombre (Adán), toda la humanidad fue condenada a muerte, por lo tanto, es justo que por la obediencia de un solo hombre (Jesús), toda la humanidad tenga la posibilidad de vivir perpetuamente. Jesús fue injustamente torturado y asesinado, a causa de esto, todo aquél que cree en Jesús como Señor y Salvador es “injustamente” vivificado. Él no merecía sufrir y no merecía morir, sin embargo, fue cruelmente torturado hasta morir (Mt. 27); por haber hecho esto, Dios ahora puede dar vida perpetua a los que creen, aún cuando todos merecemos morir.

Dios no desea que nadie muera (1 Ti. 2:3-4), sin embargo, él debe ser justo con nuestras elecciones y sólo da vida a quienes creen en Jesús como Señor, reconociendo la grandeza de Su misericordia al proveer de un Salvador.

Durante su vida en la Tierra Jesús dijo que todo lo que él hacía lo hacía siguiendo las instrucciones de Dios (Jn. 8:28-29). Él sanó a muchas personas de diferentes enfermedades, resucitó muertos y echó fuera demonios (Mt. 8:16; 10:8; 12:28). Si él siempre hizo la voluntad de Dios, entonces es claro que Dios no envía las enfermedades, no desea la muerte de Sus seres queridos y no es Quien envía a los demonios (espíritus malignos) a atormentar a las personas.

Mateo 12:22-30 (RV-1960)
(22) Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba.
(23) Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?
(24) Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.
(25) Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
(26) Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?
(27) Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
(28) Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
(29) Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.
(30) El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.

Aquí los fariseos (líderes religiosos judíos) acusaban a Jesús de echar fuera demonios en nombre de Beelzebú, príncipe de los demonios, en otras palabras, decían que él usaba a un demonio más poderoso para poder echar a otros demonios. Pero Jesús les explicó que él expulsaba demonios por el espíritu de Dios, él estaba “saqueando” aquello que el Diablo y los demonios habían tomado, estaba salvando a las personas con el poder de Dios.

En conclusión, vemos que el sufrimiento, el dolor y la maldad existen a causa del libre albedrío, las decisiones contrarias a la voluntad de Dios que han tomado y toman los seres libres (tanto humanos como espirituales) son la causa del dolor y el sufrimiento en el mundo, pero Dios ha provisto de una solución para aquellos que quieren vivir para siempre en Su presencia.

La era venidera: el fin del sufrimiento


Las decisiones que los seres libres han tomado a lo largo de la historia han traído sufrimiento y dolor al mundo. Hasta el día de hoy, cada decisión errada, ya sea consciente o inconscientemente, trae alguna consecuencia negativa. La incredulidad de las personas hace que Dios no pueda ayudarlos tanto como quisiera (Mt. 13:58), además, el no glorificar a Dios y buscar sustitutos para Dios conducen al ser humano a todo tipo de perversión y actos de maldad (Ro. 2:21-32; Gá. 5:19-21). Toda forma de doctrina que no presenta a Cristo como Señor es errónea, porque él es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5). Las doctrinas incorrectas no sólo no permiten a una persona alcanzar la salvación provista por Dios, sino que también dejan la puerta abierta a la acción de espíritus malignos en la vida de la persona.

La búsqueda de poder y manifestaciones sobrenaturales de otra fuente que no sea el Dios verdadero y Su hijo Jesucristo son el punto de entrada al poder demoníaco. Los demonios (o espíritus malignos) pueden dar habilidades, curar enfermedades u otorgar distintos “beneficios”, pero siempre hay un alto costo detrás de esto, conducen a las personas a más y más impiedad y maldad. Muchas doctrinas y prácticas modernas que parecen ser inofensivas, o incluso benéficas, pueden conducir a una persona a ser atacado por demonios. Entre estas prácticas están la consulta a adivinos, brujos y curanderos, las prácticas espiritistas, el control mental, y las religiones tales como el budismo, umbandismo, macumba. También las doctrinas de “new age” y las prácticas mentales propuestas en el tai-chi y el yoga pueden influir negativamente (los ejercicios físicos en sí no son malignos, pero la filosofía de vida propuesta aleja a las personas de Dios y de Cristo).

Lamentablemente el cristianismo también está lleno de falsos profetas y falsos maestros que actúan con poderes demoníacos y engañan a mucha gente. Son de desconfiar todos aquellos que hacen “desmayar” a las personas al tocarlas. También hay muchos que predican en busca de riquezas y gloria propia, lo cual también es contrario a Dios. Otra cosa que se ve frecuentemente es un fanatismo religioso que hace ver a los cristianos como un grupo de desquiciados. Dios es un Dios de orden y paz, entendiendo esto, el profundo amor por Dios jamás nos conducirá a un estado de descontrol y frenesí. Los falsos cristianos y aquellos que desconocen las Escrituras han manchado al cristianismo, por lo que muchas personas ven al cristianismo como algo incoherente, hipócrita y sin sentido. Pero el Dios verdadero no ha impuesto una religión, todo lo que ha querido es tener una relación de amor “ida y vuelta” con cada hombre y mujer que hay sobre la Tierra.

Dios no sólo quiere tener una relación de amor con los seres humanos, sino que Su deseo es que esta relación dure PARA SIEMPRE, es por eso que ha provisto de una salvación INCONDICIONAL para el ser humano. Por nuestra fe en Jesús Dios nos ha hecho salvos, nos promete vida perpetua en una era futura. Luego de creer en Jesús como Señor, nada nos puede alejar de Su amor y nada nos puede hacer perder la vida perpetua.[2]

Romanos 10:9-11 (RV-1960)
(9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
(10) Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
(11) Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Romanos 8:32-39 (RV-1960)
(32) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
(33) ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
(34) ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
(35) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
(36) Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
(37) Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
(38) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
(39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Por el sacrificio que hizo Jesús Dios puede, con toda justicia, hacer que tengamos vida perpetua aún cuando no lo merezcamos. En el futuro, Dios transformará el cuerpo de cada creyente en un cuerpo perfecto, que vivirá perpetuamente sin sufrir corrupción, ni degradación, ni muerte:

1 Corintios 15:20-26 (RV-1960)
(20) Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
(21) Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.
(22) Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
(23) Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.
(24) Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.
(25) Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.
(26) Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

1 Corintios 15:51-56 (RV-1960)
(51) He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,
(52) en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
(53) Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
(54) Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
(55) ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
(56) ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

Cristo va a reinar hasta que todos sus enemigos sean puestos bajos sus pies y luego entregará el reino a Dios. Para ese tiempo, la muerte misma será destruida y tendremos vida perpetua. Noten que en el versículo 26 se dice que la muerte es un ENEMIGO. Dios no desea la muerte, sin embargo, Él no puede convivir perpetuamente con el pecado y la maldad, por lo que debe destruir toda fuente de pecado y maldad. Incluso nuestra parte carnal y pecaminosa debe morir para que luego seamos transformados con un nuevo tipo de vida, espiritual y sin pecado, hecho esto, Dios destruirá a la muerte, ¡ya no tendremos que preocuparnos por ella!

Pero no sólo esto, al final, toda la creación de Dios será restaurada:

Apocalipsis 21:1-5 (RV-1960)
(1) Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
(2) Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
(3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
(4) Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
(5) Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Apocalipsis 21:23-27 (RV-1960)
(23) La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.
(24) Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
(25) Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
(26) Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
(27) No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Apocalipsis 22:1-5 (RV-1960)
(1) Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
(2) En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
(3) Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,
(4) y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
(5) No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

¿Quién no desearía estar allí? ¡Por la gracia de Dios y el sacrificio de Cristo todo el que cree vivirá allí!

Estas palabras son fieles y seguras, Dios indudablemente cumplirá Su promesa, por esta causa, no sólo nosotros, sino toda la creación espera aquellos días:

Romanos 8:19-25 (RV-1960)
(19) Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
(20) Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
(21) porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
(22) Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
(23) y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
(24) Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
(25) Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

Toda la creación gime, toda la creación tiene dolor y sufrimiento y espera el día de su redención. Hoy en día hay mucho dolor en el mundo ¡pero el fin del sufrimiento se acerca! Mientras tanto, nuestra tarea es dar a conocer la salvación provista por Dios a todos cuanto podamos. No podremos evitar tener dolor y sufrimiento en esta vida, pero este será menor si obedecemos a Dios y siempre será mejor padecer por hacer la voluntad de Dios que padecer por desobediencia:

Juan 16:33 (RV-1960)
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Romanos 8:18 (RV-1960)
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

1 Pedro 3:13-17 (RV-1960)
(13) ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?
(14) Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
(15) sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
(16) teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
(17) Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.

Conclusión


En conclusión, vemos que Dios NO GARANTIZA la ausencia total de aflicciones en esta era actual (en contradicción a aquellos que anuncian al cristianismo con el lema “pare de sufrir”), sin embargo, hay muchas aflicciones y sufrimientos que podríamos evitar si andamos en una relación de amor y obediencia a Dios. La vida actual es mucho más bendita cuando andamos conforme a la voluntad de Dios, sin embargo, debido a que hay maldad en el mundo, tanto de seres humanos como de seres espirituales, es imposible que cesen el dolor y el sufrimiento humano en esta era actual. Pero tenemos la promesa de Dios de una era futura en la que Dios restaurará toda Su creación.

Aquellos que hemos creído en Cristo como Señor viviremos perpetuamente en la presencia de Dios en un mundo perfecto. Todavía tendremos la capacidad de elegir, sin embargo, debido a que hemos sufrido las consecuencias de la desobediencia (tanto la propia como la ajena), jamás volveremos a decidir hacer algo contrario a la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial.

Salmos 103:1-22 (VM)
(1) Salmo de David.  ¡BENDICE, oh alma mía, a Jehová, y todas mis entrañas bendigan su santo nombre!
(2) ¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y no te olvides jamás de todos sus beneficios!-
(3) los beneficios de Aquel que perdona todas tus iniquidades; que sana todas tus enfermedades;
(4) que rescata tu vida de la sepultura; que te corona de misericordia y compasiones;
(5) que harta de bien tu vejez: así se renovará, como plumaje de águila, tu juventud.
(6) Justicias ejecuta Jehová, y juicios, para todos los oprimidos.
(7) Hizo conocer sus caminos a Moisés, sus hazañas a los hijos de Israel.
(8) Compasivo y benigno es Jehová; lento en iras, y grande en misericordia.
(9) No contenderá para siempre, ni para siempre guardará la ira.
(10) No se ha portado con nosotros conforme a nuestros pecados, ni nos ha recompensado conforme a nuestras iniquidades;
(11) porque así como el cielo es alto sobre la tierra, así tan grande es su misericordia a los que le temen:
(12) cuanto dista el oriente del occidente, tanto ha alejado de nosotros nuestras transgresiones.
(13) Como un padre se compadece de sus hijos, así Jehová se compadece de los que le temen;
(14) porque conoce nuestra hechura, tiene presente que somos polvo.
(15) En cuanto al hombre, como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece:
(16) porque un soplo pasa por él, y ya no existe; y no le conocerá más su lugar.
(17) Empero la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen; y su justicia alcanza a los hijos de los hijos;
(18) para aquellos que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para hacerlos.
(19) Jehová ha establecido su trono en los cielos, y su reino domina sobre todos.
(20) ¡Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fuerza, que ejecutáis sus mandatos escuchando la voz de su palabra!
(21) ¡Bendecid a Jehová, todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad!
(22) ¡Bendecid a Jehová, todas sus obras en todos los lugares de su señorío! ¡bendice, oh alma mía, a Jehová!


[1]Para más detalles acerca de la Serpiente y su rol en la caída del ser humano lea mi estudio “El propósito yplan de Dios”, bajo el título “Génesis 3”.
[2]Para un estudio más amplio acerca de la salvación por fe, recomiendo leer mi comentario doctrinal sobre la carta dePablo a los romanos.




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