El reposo de Dios por fe

En Honor a Su verdad

https://drive.google.com/file/d/0B5KUQwgLoQkPdXJ4eTgwTHJ4bjA/edit?usp=sharing

(por Elizabeth T. Martínez y Pablo Pereyra)

El hombre que recibe llamamiento de Dios, a través del fundamento que es en Cristo, da lugar a desarrollar una verdadera fe, que crece y se fortalece conforme escuchamos la Palabra de Dios; Jesús comparó a la fe con un grano de mostaza (Mt. 17:20), que siendo tan pequeñita, tiene la virtud o poder de crecer hasta convertirse en la mayor de las hortalizas (Mr. 4:30).

¿Tienes fe? Eso quiere decir que conoces a Dios y a su Hijo Jesucristo. Pero, ¿Cómo nos damos cuenta que conocemos a Dios y a Jesucristo? Esto es importante saberlo, porque sólo así  toda persona podrá comprobar que tiene una verdadera fe.

¿Por qué digo, verdadera fe? Porque yo puedo tener fe en algo que he escuchado, y puede ser que me hayan dicho una mentira. Un ejemplo lo tenemos en la Escritura, en donde la Serpiente (el Diablo) le miente a Eva y la engaña para que desobedezca a Dios (Gn. 3:4-5; 3:13). Toda mentira tiene su origen en el Diablo, él es el “padre” o “creador” de toda clase de mentira (Jn. 8:44), por lo tanto, siempre que escuchemos una mentira, debemos saber que su origen está en el Diablo.

Dios dijo esto:

Génesis 2:15-17 (RV-1960)[1]
(15) Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Pero el Diablo dijo a Eva:

Génesis 3:1-5 (RV-1960)
(1) Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
(2) Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
(3) pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
(4) Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
(5) sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.

En este pasaje la Serpiente (el Diablo), engaña a la mujer (Eva), diciéndole que el propósito de  Dios, al  prohibirles comer del fruto, era impedir que ellos fueran como Dios mismo, llenos de sabiduría, lo cual despertó la tentación en la mujer. Pero en realidad el propósito de Dios era evitarles una muerte espiritual (lo cual lleva a una separación entre Dios y el ser humano). En este versículo Dios habla de un fruto prohibido que simboliza la capacidad para decidir en contra de la voluntad de Dios (pecado) y nos muestra cuán dañina puede ser la desobediencia a Dios.
 
La vida espiritual que Dios dio al hombre y la mujer tenía como propósito que ellos estuvieran en una estrecha unión y relación con Dios y hacía posible la cobertura de Su amor (Sal. 40:11). Mediante el espíritu de Dios, Adán y Eva tenían la cobertura de Dios y eran alumbrados en el camino correcto, siendo advertidos de los daños del pecado. Al desobedecer, Adán y Eva perdieron esa vida espiritual y perdieron la cobertura de Dios, por lo cual las Escrituras nos dicen que ellos quedaron “desnudos” ante Dios:

Génesis 3:7-11 (RV-1960)
(7) Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
(8) Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
(9) Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
(10) Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
(11) Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?

Al darse cuenta que estaban “desnudos” ante Dios, desprotegidos y en falta, Adán y Eva quisieron esconderse de la presencia de Dios. El pecado, la desobediencia y la rebelión contra Dios traen vergüenza al ser humano (Sal. 25:3). El deseo de Dios es que andemos en Su voluntad, pero Él nos ha dado la capacidad de pensar y decidir si hacerlo o no y esto, una vez más, refleja el gran amor que nos prodiga, porque no nos impone Su voluntad.

Deuteronomio 30:19-20 (RV-1960)
(19) A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
(20) amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.

Dios nos muestra los dos caminos a seguir: uno es el que nos lleva a Él, que consiste en honrarlo, respetarlo y obedecerle (Sal. 25:12,14), lo cual lo hacemos por medio de aceptar Su salvación por medio de Jesucristo y teniendo fe en sus palabras (Jn. 5:21-24); el otro camino es el de la mentira, este sería el que nos lleva a Su enemigo (Stg. 1:13-16; 1 Jn. 3:8). De esta manera, queda en nosotros tomar la decisión de obedecer a Dios o no. Como mencioné  anteriormente,  Dios nos da la capacidad de pensar y de decidir conforme a la verdad,  mientras que el Adversario (el Diablo) siempre ha tenido la astucia de desviarnos de la voluntad del Padre con artimañas y mentiras. (1 Jn 4:6).

El poder espiritual de Dios es invisible, no podemos ver a Dios en acción, pero podemos distinguir la grandeza de Sus obras al compararlas con las obras humanas. Él creó los mares, la Tierra, el Sol, la Luna, el día, la noche y todo lo que existe en el Universo (Gn. 1:3-27).

Hebreos 1:10-12 (RV-1960)
(10) Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.
(11) Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,
(12) Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán.

Originalmente lo hizo todo “bueno en gran manera” (Gn. 1:31) y todo lo hizo con absoluta sabiduría, estableciendo todo con un perfecto orden, el cual permite la vida en la Tierra. Mediante Sus leyes, Él ha hecho que la Luna gire alrededor de la Tierra y la Tierra alrededor del Sol de tal manera que uno nunca se choca contra otro, además, llega a nosotros la cantidad justa de luz solar como para darnos vida y no quemarnos, la coordinación del movimiento de rotación y traslación de la Tierra hace posible que tengamos día y noche, cuatro estaciones con variaciones climáticas. Hay un equilibrio entre la flora y la fauna también, de modo que tenemos árboles que proveen del oxígeno necesario y animales y plantas que contienen todos los nutrientes necesarios para que vivamos.

Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, dieron al Diablo la capacidad de introducir toda clase de males que afectan a la creación de Dios y, especialmente, al ser humano. La Tierra se volvió “maldita” y el ser humano perdió la conexión directa con Dios. Adán y Eva dieron una especie de “permiso legal” al Diablo para introducir males en la Tierra (como terremotos, tsunamis, huracanes, espinos, venenos, insectos mortales, animales que atacan a otros animales, etc.). Pero aún podemos ver mucho de la sabiduría de Dios en todas Sus obras. Por otro lado, todo lo que construye el ser humano tiene fallas, es perecedero y en muchos casos ha contribuido al deterioro de la obra de Dios. Además, el Diablo afectó la voluntad humana, alterando su naturaleza interna para tener una inclinación natural hacia el pecado. De todos modos, el Diablo no arruinó por completo la obra de Dios y la creación conserva parte de todo lo bueno que Dios creó inicialmente.

Todo lo que Dios hace, lo hace “bueno en gran manera”, el Diablo ha arruinado muchas de Sus obras y su deseo es que Dios sea visto como imperfecto, incompetente y falto de amor y de cuidado por Su creación, por eso, él obra para arruinar la creación de Dios y especialmente para romper la relación entre Dios y Sus criaturas. Por eso, entendemos que toda Palabra que surge de Dios es sana, perfecta y benéfica para todo el que la cree (Is. 55:10-11), mientras que las palabras del enemigo de Dios, son mentiras y producen resultados dañinos en quienes la creen, como dice Santiago:

Santiago 3:14-17 (RV-1960)
(14) Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;
(15) porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
(16) Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
(17) Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.

Cuando desarrollamos la “sabiduría de lo alto”, la cual surge de creer y practicar la voluntad de Dios, iremos purificando nuestras vidas, desarrollando paz, amabilidad, benignidad, estando llenos de misericordia y buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Pero si basamos nuestra vida en la sabiduría terrenal, la sabiduría “de lo bajo”, nos llenaremos de celos amargos, contención de corazón, jactancia, mentiras, entre otras cosas. La sabiduría “de lo alto” es aquella que proviene de oír y comprender el evangelio del reino de Dios (Ro. 1:16; 10:15-17). La fe en el evangelio de Dios nos lleva a renacer de espíritu de Dios (pasamos a ser hijos de Dios) y a adquirir una nueva naturaleza espiritual que nos permite producir fruto espiritual (Gá. 5:22-23). Es este mismo Evangelio el cual, a medida que lo vamos comprendiendo, nos permite producir un cambio en nuestra forma de pensar, nuestra conducta y nuestros hábitos, para servir a Dios conforme a Su voluntad.

Pero cuando oímos falsa información y la creemos, no tendremos los resultados que la Biblia nos garantiza, no podremos acceder al poder de Dios y producir frutos en nuestras vidas. La verdadera fe viene por el oír Su Palabra (Ro. 10:17), cualquier palabra que parta de otro medio, NO va a crear en nosotros una verdadera fe y conocimiento de Dios.

1 Juan 4:1 (RV-1960)
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.


No todos los espíritus son de Dios y no todas las personas tienen espíritu de Dios dentro suyo, por lo tanto, no todos los que se dicen hablar de parte de Dios están realmente comunicando la voluntad de Dios, por eso, cada cristiano debe aprender a evaluar las palabras y enseñanzas de aquellos que dicen comunicar la Palabra de Dios, para no ser arrastrado por doctrinas erróneas, las cuales llevan a prácticas contrarias a la voluntad de Dios que no producen fruto.

Nuestro Señor Jesucristo tenía discernimiento para no ser engañado, porque él siempre buscó la voluntad de Dios, él escuchaba y daba testimonio y hacía en todo momento la voluntad del Padre, la cual partía primero de las Escrituras y también de la revelación y acción directa de Dios en él.

Juan 5:30-32, 36 (RV-1960)
(30) No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.
(31) Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
(32) Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
(36) Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

Así como lo hizo nuestro Señor Jesucristo, nosotros también debemos buscar conocer la verdad de Dios y ponerla por obra, para reflejarla al mundo. La Palabra de Dios debe estar morando en nosotros, cuando creemos el mensaje de salvación de las Escrituras y hacemos a Cristo Señor, recibimos vida espiritual, la cual hace posible que la Palabra de Dios more en nosotros y así podamos recibir y comprender la sabiduría de Dios (Jn. 5:38-40).

1 Juan 4:2-3 (RV-1960)
(2) En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
(3) y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.

La Escritura proporciona buenos consejos, y entre todos ellos encuentro dos que llaman mí atención, los cuales resalto a continuación.

Marcos 4:24-25 (RVA)[2]
Les dijo también: “Considerad lo que oís…

La palabra aquí traducida como “considerad” es en griego blepö, que significa “mirar con atención, considerar, meditar, descubrir, percibir”. Lo que Jesús les dice aquí a sus oyentes es que deben prestar atención a lo que oyen, no simplemente oír. Nosotros debemos hacer esto con cada doctrina, idea y razonamiento que llega a nosotros, no se trata sólo de pensar “esto lo dijo tal persona, así que debe ser cierto”, sino que hay que considerar el mensaje recibido, hay que meditar y pensar en el asunto, tratar de comprender el mensaje y compararlo a la luz de las Escrituras de Dios para ver si esa información es verdadera o no, si se ajusta con lo dicho en las Escrituras o no. Muchas desgracias en la vida van acompañadas de acciones erróneas, y las acciones erróneas son consecuencia de una fe errónea, basada en la ignorancia, la cual en muchos casos es producto de la pereza, la pereza para pensar e investigar sobre lo que se nos dice o lo que leemos por allí, y pereza para orar a Dios por sabiduría cada día de nuestras vidas, con el fin de que Él nos guie hacia Su verdad.

Josué 1:8 (RV-1960)
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Esto es, reflexionar con detenimiento y cuidado. El meditar, reflexionar, y poner especial cuidado al leer las Escrituras nos previene de ser engañados de cualquier otra palabra, y esto nos permite seguir caminando en la voluntad de Dios.  

Colosenses 3:16-17 (RV-1960)
(16) La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
(17) Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

El deseo de Dios es que la palabra de Cristo (la que habla acerca de los logros de Cristo) more en abundancia en nosotros. Si esto es así, nuestra fe va a ir creciendo abundantemente y nuestras vidas van a glorificar a Dios. Al conocer a Dios, nuestro amor y fe verdadera  crecerán. Estos serán como una plantita sembrada, que al ser rociada  día a día irá creciendo poco a poco hasta convertirse en una de las más grandes hortalizas, como lo menciona Jesús en la parábola del grano de mostaza (Mr. 4:30).

Es notable el hecho de que tanto la Palabra de Dios como la fe son simbolizadas como “semillas” en la vida del creyente. En la parábola del sembrador que Jesús refirió (Lc. 8:5-15), él dice que la semilla es la Palabra de Dios (Lc. 8:11). Pero él también dice que si tuviéramos fe como un grano de mostaza, podríamos trasladar montes y nada será imposible (Mt. 17:20; Lc. 17:6), lo cual implica el “sembrar” esta fe y dejarla que crezca en nuestras vidas. Lo cierto es que ambas cosas: la Palabra de Dios y la fe verdadera, van de la mano, porque no podemos tener verdadera fe si no tenemos un conocimiento correcto de la Palabra de Dios. Es así que cuando crece nuestro entendimiento de la Palabra de Dios, también crece nuestra fe en Dios, y esto nos capacita para recibir y operar el poder de Dios en el mundo en que vivimos.

Podríamos preguntarnos, entonces: ¿de dónde sacamos la semilla? Esto lo responde el apóstol Pablo:

2 Corintios 9:10-11 (RV-1960)
(10) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,
(11) para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

Como vemos, la semilla es provista por Dios mismo, por eso jamás podremos tener una verdadera fe si no involucramos a Dios en nuestras vidas, buscando Su sabiduría y orándole para que nos guíe en nuestras vidas (Pr. 2:1-15; Stg. 1:5).

Pero el proceso de siembra y cosecha no es tan fácil, tiene sus sacrificios:

1 Corintios 15:36-37 (RV-1960)
(36) Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes.
(37) Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano;

Juan 12:24-25 (RV-1960)
(24) De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
(25) El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

Colosenses 3:5-10 (RV-1960)
(5) Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
(6) cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
(7) en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
(8) Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
(9) No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
(10) y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,

Como podemos ver en éstos versículos, para que una semilla crezca y dé fruto primero debe morir, nosotros también, para que podamos tener fruto espiritual en nuestras vidas, debemos hacer morir lo carnal en nosotros. Nuestros pecados tienen que “morir”, para así dar lugar a una nueva vida espiritual, santa, una vida que se ajusta a la voluntad de Dios y se va renovando hasta el conocimiento pleno, dando mucho fruto y trayendo pleno gozo a nuestras vidas (Jn. 15:8-11).

El proceso de crecimiento de esta semilla que ha sido plantada en nuestro corazón, se produce al ir conociendo y entendiendo más y más el amor de Dios, ya que la Biblia dice que nosotros amamos porque Dios amó primero (1 Jn. 4:19), por lo tanto, para crecer en amor debemos conocer más profundamente el amor de Dios. Una de las obras más importantes de Dios, en donde podemos observar la plenitud de Su amor, es nuestra salvación:

Efesios 2:4-9 (RV-1960)
(4) Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
(5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
(6) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
(7) para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
(8) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
(9) no por obras, para que nadie se gloríe.

Dios nos ama tanto que aun estando nosotros alejados de él, estando muertos en pecados, Él dio a Su hijo Jesucristo como pago por nuestros pecados y, por la fe en él, Dios nos da vida junto con él (vida espiritual perpetua) y nos llenó de bendiciones espirituales, todo por gracia. Por nuestras obras jamás podríamos haber merecido vivir perpetuamente en el paradisíaco reino futuro de Dios, pero Dios nos ha regalado todo esto, por Su gracia, requiriendo de nosotros tan sólo fe en Su hijo Jesucristo. Por medio de Jesucristo, Dios hizo que nuestra carga sea más ligera y nuestra salvación sea más fácil de alcanzar (Mt. 11:30).

Tomando las enseñanzas de la “gracia” de Dios, algunos cristianos han interpretado que el creyente hoy no tiene necesidad de seguir la ley que Dios dejó a Moisés en tiempos antiguos. En parte es a causa de malinterpretar las palabras de Romanos 10:4, en donde se dice que “el fin de la ley es Cristo”. Al leer esto, muchos cristianos han interpretado que luego de Cristo la ley ya no tiene razón de ser y no debe ser cumplida. Pero no es esto lo que Pablo está enseñando allí. La palabra traducida como “fin” (en griego telos) puede traducirse como “final, conclusión” o como “finalidad, propósito”, el contexto debe determinar cuál es el sentido. En este caso, el contexto es el siguiente:

Romanos 10:1-9 (RV-1960)
(1) Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.
(2) Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.
(3) Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
(4) porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
(5) Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.
(6) Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);
(7) o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).
(8) Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
(9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Como podemos ver, Pablo está hablando de que los israelitas tienen anhelo por Dios, pero ese deseo y amor que tienen por Dios no es conforme a ciencia o sea, no se ajusta al entendimiento correcto de la doctrina de Dios, porque ellos no comprendieron que la ley no los puede salvar, sino que la finalidad de la ley es mostrar la necesidad de un Salvador, de un Ungido de Dios que les proporcione salvación. El contexto claramente nos muestra que la palabra telos refiere a la finalidad o propósito de la ley y no a una culminación de ésta.

Esto concuerda con lo dicho por Pablo a los gálatas:

Gálatas 3:23-24 (RVA)
(23) Pero antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada.
(24) De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe.

La ley es un “tutor” que nos lleva a Cristo. Por medio de la ley entendemos que los requerimientos para “ganarnos” la vida perpetua en la era futura son inalcanzables para cualquier ser humano y por eso necesitamos de un Salvador provisto por Dios y de una salvación por gracia. Una vez que alcanzamos la fe para ser salvos, ya no necesitamos a la ley como un tutor para alcanzar la salvación, pero esto no significa que podamos romper las leyes de Dios a gusto y sin consecuencia, porque el pecado es desagradable para Dios y siempre trae sus consecuencias.

Romanos 6:1-2 (RVA)
(1) ¿Qué, pues, diremos? ¿Permaneceremos en el pecado para que abunde la gracia?
(2) ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?

Romanos 6:11-16 (RVA)
(11) Así también vosotros, considerad que estáis muertos para el pecado, pero que estáis vivos para Dios en Cristo Jesús.
(12) No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus malos deseos.
(13) Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado, como instrumentos de injusticia; sino más bien presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
(14) Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, ya que no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
(15) ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!
(16) ¿No sabéis que cuando os ofrecéis a alguien para obedecerle como esclavos, sois esclavos del que obedecéis; ya sea del pecado para muerte o de la obediencia para justicia?

Pablo, adelantándose a los argumentos que podrían presentar los creyentes por causa de haber sido salvos por gracia, les explica aquí que la gracia de Dios no es excusa para el pecado y que si andaban conforme al pecado estarían sujetos a la esclavitud del pecado de la que Cristo mismo vino a librarlos. En otras palabras, lo que Pablo dice es que, aunque hemos sido salvados gratuitamente por la gracia de Dios, si andamos en pecado recibiremos las consecuencias de esos pecados y no podremos recibir las abundantes bendiciones que Dios tiene para darnos.

Mateo 5:17 (RV-1960)
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

Tal como está traducido, pareciera que lo que este versículo dice es que Jesús vino a cumplir todo lo dicho en la ley y los profetas, pero esta es sólo la mitad de la verdad aquí transmitida. En primer lugar, la palabra traducida aquí como “cumplir” es en griego pleroö, que significa primariamente “llevar a plenitud, llenar, completar”, de allí se deriva el sentido de cumplir, finalizar, acabar, etc. Debido a la amplitud de sentidos que puede tomar la palabra griega pleroö, hay quienes dicen que Jesús vino a “cumplir” la ley y otros que dicen que vino a “acabar” con la ley. Sin embargo, el contexto nos muestra otra cosa, nos muestra que Jesús vino a COMPLETAR la ley, a ponerle lo que le faltaba.

Mateo 5:17-48 (RVA)
(17) “No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir.
(18) De cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido.
(19) “Por lo tanto, cualquiera que quebranta el más pequeño de estos mandamientos y así enseña a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumple y los enseña, éste será considerado grande en el reino de los cielos.
(20) Porque os digo que a menos que vuestra justicia sea mayor que la de los escribas y de los fariseos, jamás entraréis en el reino de los cielos.

Algo a notar es que las palabras “cumplido” en el versículo 18 y “cumple” en el 19 son diferentes palabras griegas, la traducción nos lleva a pensar que todas estas palabras están relacionadas y no es así. En el versículo 18 la palabra traducida “cumplido” debe traducirse “lleguen a ser” y en el 19 la palabra “cumple” debe traducirse como “hace”.

Pero lo que nos interesa ahora es el versículo 20, en donde Jesús les dice que para que puedan entrar en el reino de los cielos su justicia debía ser mayor que la de los escribas y fariseos. Al leer en las Escrituras, vemos que los escribas y fariseos, tenían un corazón lejano a la voluntad de Dios, pero externamente se presentaban como “intachables” ante Dios (Lc. 18:11-12). Con esto, Jesús les está diciendo que ser externamente intachables no los iba a conducir a la salvación.

Si leemos los versículos siguientes, veremos cómo Jesús hace ciertos agregados a la ley que hacen que ésta sea aún más difícil de cumplir (en realidad, imposible de cumplir). Jesús dice que si bien la ley mandaba a no cometer homicidio, quien se enoja contra su hermano ya es culpable del juicio de “homicida” (Mt. 5:21-26); luego dice que si bien la ley mandaba a no cometer adulterio, quien miraba a una mujer para codiciarla ya estaba adulterando (Mt. 5:27-28); luego habla de que es preferible quitarse un miembro del cuerpo antes que caer en pecado (Mt. 5:29-30); y también les dice que si bien la ley permitía dar carta de divorcio, muchos de estos divorcios son como pecado de adulterio para Dios (Mt. 5:31-32); sumado a esto, Jesús les dice que si bien la ley mandaba a no jurar falsamente, lo correcto era no jurar jamás (Mt. 5:33-37); también les dijo que debían dar la otra mejilla a sus enemigos, no negar un préstamo a otro, que debían amar a los enemigos y orar por los que los persiguen, debían ser perfectos, como Dios es perfecto (Mt. 5:38-48).

Como podemos ver claramente, lo que Jesús estaba haciendo aquí es COMPLETAR la ley, estaba agregando lo que le faltaba para que ellos pudieran entrar en el reino de Dios por medio de sus obras. En resumen, lo que Jesús estaba diciendo aquí es que si querían entrar en el reino de los cielos no bastaba el cumplimiento externo de la ley de Dios, sino que debían tener un corazón de amor perfecto, similar al de Dios mismo. ¡Sin duda todo esto que Jesús planteaba era imposible! Entonces ¿qué podían hacer para entrar en el reino? ¡Nada! Era Dios quien debía hacer algo, sólo Dios podía proveer de otro camino hacia la vida perpetua en el reino de Dios, y ese camino era Cristo (Jn. 14:6), por eso es que Pablo dijo que la ley es un “tutor” para llevarnos a Cristo.

Aunque no tenemos que cumplir perfectamente la ley para poder ser salvos, lo cierto es que la ley es una guía que nos marca el camino de la voluntad de Dios, por lo tanto, no debe ser desechada por los cristianos, todo lo contrario, Jesús no sólo cumplió perfectamente todo lo dicho en la ley, sino que la completó con sus enseñanzas, mostrando que la voluntad de Dios no se centra en las obras externas solamente, sino en el corazón, la intención que hay detrás de esas obras.

Jesús cumplió la ley, haciéndolo de la manera correcta, no sólo cumpliéndola con sus obras, sino también con su corazón, amando a Dios por sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo. Él fue puesto como nuestro ejemplo a seguir (Fil. 2:5; Ef. 5:1-2). Si nos habituamos a ir sembrando en nuestra vida la Palabra de Dios, ésta germinará y comenzará a crecer convirtiéndose en un árbol que dará sombra y alimento, este árbol será sembrado con el amor que Dios nos prodiga, dando fruto de obediencia a nuestro espíritu, lo cual hace que vivamos por gracia, fe y amor a Él.

Es por eso que cuando encontramos la voluntad y la verdad de Dios en las Escrituras y las aceptamos por fe, no es por acciones externas que logramos obedecerle, sino por haber aceptado el regalo que nos dio a través de Jesucristo, que en otra palabra significa, gracia de Dios. Una fe que no produce cambios en nuestra vida, no es verdadera fe, pero una serie de obras externas que no provienen de aceptar de corazón la gracia y amor de Dios, tampoco son obras de fe, sino simple religiosidad. La verdadera fe requiere que primero aceptamos la gracia de Dios por fe y luego, esa fe va a manifestarse a través de nuestras acciones externas.

Gálatas 3:18-22 (RV-1960)
(18) Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.
(19) Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
(20) Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.
(21) ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.
(22) Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

Como vemos, la ley de Dios no es contraria a Dios, pero no pueden justificarnos (hacer que seamos tratados como “justos” ante Dios). La ley no nos puede vivificar, porque para esto habría que poder cumplirla perfectamente y nadie pudo hacerlo (sólo Cristo). Por eso es que la vida en la era futura Dios nos la da gratuitamente por fe en Cristo, pero esto no quiere decir que ahora el pecado no tenga consecuencias, ni que Dios consiente el pecado, todo lo contrario, Él desea que nos limpiemos de contaminación y andemos en santidad (2 Co. 7:1; Ef. 4:22-32; 1 Ts. 3:12-13; He. 12:7-10) y la ley es un punto de partida para conocer el deseo de Dios y trazar el camino recto por el cual Dios quiere que andemos.

En la relación diaria con Dios, a través de Jesucristo, que va alimentándonos espiritualmente para estar fortalecidos y firmes en la voluntad de Dios, nos vamos dando cuenta que esta es la manera correcta de alimentarnos porque nuestras fuerzas espirituales no disminuyen por completo ante una situación difícil que se  presente en nuestra vida, sino que Dios nos brinda la fortaleza para seguir caminando en Su voluntad y continuar fortaleciendo nuestra vida espiritual y nuestra relación espiritual con Él, hallando verdadero descanso en Él:

Mateo 11:28-29 (RV-1960)
(28) Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
(29) Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;

Este es el descanso en el que Dios quiere que entremos, incluso desde ahora que estamos en esta Tierra corrompida. Dios sabe que somos débiles y, porque nos ama, nos ha provisto de un descanso en Jesucristo, él  nos enseña que siendo obedientes, mansos y humildes de corazón nuestra carga de la vida será más ligera y tendremos descanso para nuestras almas. Si somos mansos, humildes y obedientes a Dios, la carga del pecado, que produce enemistades, celos, ira, contiendas, pleitos y disensiones, irá desalojándose poco a poco de nosotros, estaremos más ligeros y llenos de fruto espiritual, el cual producirá en nosotros verdadero descanso y gozo para nuestras almas (Gá. 5:19-23; He. 12:1-3; Jn. 14:27; Jn. 15:9-11).

Jesús hizo posible por su entrega en la cruz, que fuéramos justificados por la fe en Él, ante Dios, por nuestros pecados; a partir de ésta fe, comienza la guía y un desarrollo que nos pondrá en este descanso. Dios ha hecho una nueva creación en nosotros (2 Co. 5:17) y quiere que reflejemos esa nueva creación al mundo a través de un andar de amor y obediencia a Dios (2 Co. 5:14-15).

Apocalipsis 21:1-7 (RV-1960)
(1) Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
(2) Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
(3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
(4) Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
(5) Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
(6) Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
(7) El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

En el reino futuro, Dios hará un nuevo cielo y nueva Tierra donde morará la justicia, donde habrá salud y bendición para todos. Dios enjugará toda lágrima, no habrá más muerte, llanto y dolor y Dios saciará la “sed” de todos, todos podremos conocer a Dios cara a cara y tener una relación estrecha con Él. Pero la Biblia dice que ahora tenemos “las primicias (primeros frutos) del Espíritu” (Ro. 8:23), lo cual significa que parte de las bendiciones que viviremos en el reino futuro, podemos vivirlas hoy si andamos en obediencia y santidad. Cuando andamos por fe, podemos manifestar el poder de Dios (Gá. 3:5) y Dios nos sana, nos seca las lágrimas, nos da gozo, paz y alegría, sacia nuestra sed de conocimiento, sacia nuestra sed de justicia. Él responde nuestro clamor, quita nuestro dolor, habita con nosotros y nos hace reposar junto con Él.
            
Hebreos 2:5-6 (RVA)
(5) Porque no fue a los ángeles a quienes Dios sometió el mundo venidero del cual hablamos.
(6) Pues alguien dio testimonio en un lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que tengas cuidado de él?

Hebreos 3:6-14 (RVA)
(6) En cambio, Cristo es fiel como Hijo sobre su casa. Esta casa suya somos nosotros, si de veras retenemos la confianza y el gloriarnos de la esperanza.
(7) Por eso, como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz,
(8) no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la prueba en el desierto,
(9) donde vuestros padres me pusieron a gran prueba y vieron mis obras durante cuarenta años.
(10) Por esta causa me enojé con aquella generación y dije: “Ellos siempre se desvían en su corazón y no han conocido mis caminos.”
(11) Como juré en mi ira: “¡Jamás entrarán en mi reposo!”
(12) Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo.
(13) Más bien, exhortaos los unos a los otros cada día, mientras aún se dice: “Hoy,” para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
(14) Porque hemos llegado a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin,

Hebreos 4:1-7 (RVA)
(1) Temamos, pues, mientras permanezca aún la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de vosotros parezca quedarse atrás.
(2) Porque también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las buenas nuevas; pero a ellos de nada les aprovechó oír la palabra, porque no se identificaron por fe con los que la obedecieron.
(3) Pero los que hemos creído sí entramos en el reposo, como él ha dicho: Como juré en mi ira: “¡Jamás entrarán en mi reposo!” aunque sus obras quedaron terminadas desde la fundación del mundo.
(4) Porque en cierto lugar ha dicho así del séptimo día: Y reposó Dios en el séptimo día de todas sus obras.
(5) Y otra vez dice aquí: “¡Jamás entrarán en mi reposo!”
(6) Puesto que falta que algunos entren en el reposo, ya que aquellos a quienes primero les fue anunciado no entraron a causa de la desobediencia,
(7) Dios ha determinado otra vez un cierto día, diciendo por medio de David: “Hoy,” después de tanto tiempo, como ya se ha dicho: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.

Isaías 28:12 (RVA)
A ellos había dicho: “Este es el reposo; dad reposo al cansado. Este es el lugar de descanso.” Pero ellos no quisieron escuchar.


Dios quería dar reposo al pueblo de Israel, pero ellos endurecieron sus corazones, no quisieron obedecer a Dios y por eso Dios no pudo darles el reposo que quería darles, porque Dios debe ser justo y requiere de obediencia de fe para obrar en nuestras vidas. El deseo de Dios es dar reposo, Él ha prometido darnos un reposo glorioso en el futuro, cuando seamos transformados en inmortales y Él reine para siempre, pero también hay un reposo que podemos hoy vivir, si santificamos nuestras vidas, oyendo Su Palabra y actuando con fe, con un corazón limpio y puro. Dios hizo grandes cosas en los seis días de creación (entre ellas al ser humano), sin embargo decidió santificar el día en que reposó, de ésta misma manera Dios desea que nosotros entremos en ese reposo santificado. Es la obra terminada lo que Dios santificó y no el proceso por el cual llegó a esa obra, esto debería llamarnos la atención, y hacernos notar que no es el “trabajo” lo que Dios realmente desea de nosotros, sino una íntima relación de comunión con nosotros. Dios hasta el día de hoy trabaja sin cesar para lograr la plena redención de Su creación (Jn. 5:17) y desea que nosotros colaboremos con Su obra de redención (1 Co. 3:9), sin embargo, Él no quiere que Sus hijos vivan cansados y cargados, sino que obtengan un reposo en Él, el cual se logra mediante la fe en Su Palabra y el desarrollo de una íntima comunión con Él (He. 4:4-16). Cuando nos acercamos a Él en fe y obediencia, Él no sólo nos dará descanso para nuestras almas (Mt. 11:29), sino que nos dará sabiduría y poder y nos hará apreciar Su obra en nosotros, para que le demos gloria y le alabemos de todo corazón.

Cuando mandó a descansar el séptimo día, ese día era un día de reposo en Dios, o sea, un día dedicado a Dios. A Dios le interesaba más la comunión con Él que el trabajo mismo, no son los seis días de duro trabajo los que Dios santificó, sino el día de descanso, no por el descanso en sí, sino porque ese día era el día en que las personas dedicaban sus vidas a Dios. Es como si hoy estuviésemos seis días trabajando en un lugar alejado de nuestros hogares, y el séptimo regresáramos a la calidez del hogar; allí nuestros seres queridos (padre, madre, esposa, hijos, etc.) nos esperan con ansias para pasar un tiempo con nosotros. En ese momento, ellos no desean que sigamos trabajando, sino que quieren disfrutar del momento con nosotros. Esto mismo sucede con Dios, ¡Dios anhela el momento en que nos echamos en Sus brazos! ¡Él desea que estemos cerca de Él! Y por eso mismo es que Dios también trabaja arduamente cada día, porque quiere lograr nuestra plena redención.

Hebreos 4:9-16 (RV-1960)
(9) Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios.
(10) Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
(11) Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
(12) Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
(13) Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
(14) Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
(15) Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
(16) Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

El llamado a este reposo, Dios lo ha hecho a toda persona, pero para obtenerlo, debemos acercarnos en fe a Jesucristo, el sumo sacerdote, y así hallaremos gracia para el oportuno socorro y tendremos paz y gozo en nuestras vidas.

Deuteronomio 23:14 (RV-1960)
porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti.

1 Pedro 2:1-5 (RV-1960)
(1) Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
(2) desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,
(3) si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
(4) Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
(5) vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

Hebreos 2:1 (RV-1960)
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

Efesios 5:8-11 (RV-1960)
(8) Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
(9) (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),
(10) comprobando lo que es agradable al Señor.
(11) Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas;

Filipenses 2:12-13 (RV-1960)
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,

1 Tesalonicenses 4:1-2 (RV-1960)
(1) Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.
(2) Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús;

Filipenses 4:6-9 (RV-1960)
(6) Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
(7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
(8) Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
(9) Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

Salmos 34:12-15 (RV-1960)
(12) ¿Quién es el hombre que desea vida, Que desea muchos días para ver el bien?
(13) Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.
(14) Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.
(15) Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos.

Salmos 40:5 (RV-1960)
Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados.

¡Bendiciones!





[1] Las citas de las Escrituras marcadas como “RV-1960” fueron tomadas de la versión “Reina-Valera”, revisión de 1960, por las Sociedades Bíblicas Unidas.
[2] Las citas de las Escrituras marcadas como “RVA” fueron tomadas de la versión “Reina Valera Actualizada”, revisión de 1989, publicada por la Casa Bautista de Publicaciones.


¿Te bendijo este estudio?
¡Compártelo en las redes sociales! 

http://facebook.com/sharer.php?u=http://twitter.com/home?status=https://plus.google.com/share?url=

 

  

http://enhonorasuverdad.blogspot.com.ar/2013/12/mapa-del-blog_6354.html

 

   

Quizá también te interese:

 

No hay comentarios. :

Publicar un comentario