Orientalismos y costumbres de los tiempos bíblicos

En Honor a Su verdad
A la hora de estudiar la Biblia, es necesario comprender que ésta fue revelada a personas con una cultura oriental, la cual difiere en muchos aspectos a la cultura occidental. Por lo tanto, para comprender el mensaje de la Biblia en ocasiones se hace necesario que comprendamos las costumbres de la gente de la época y lugar en que la Biblia fue escrita.

Llamamos “orientalismos” a las formas de expresión que son propias de los orientales. Dentro de esta categoría será especialmente útil comprender los modismos, figuras y formas de expresión de los hebreos (las cuales podemos llamar “hebraísmos”), porque los hebreos fueron durante mucho tiempo el “pueblo de Dios” y en esa cultura fue primeramente revelada la palabra de Dios.

Como ya hemos visto, lo que llamamos “Nuevo Testamento” (o “Nuevo Pacto”) fue primariamente escrito en griego (salvo por el libro de Mateo, que quizá fue escrito en hebreo). Sin embargo, como los escritores del NT eran, en su esencia, de cultura judía, en sus escritos se reflejan también expresiones hebraicas, sin embargo, se debe tener en cuenta que ellos también usaron formas de expresión propias de los griegos o los romanos cuando predicaron a éstos. Por esta causa, conocer la cultura hebrea, griega y romana nos ayudará a comprender mejor el mensaje de ciertos pasajes de la Biblia.

En resumen, los ORIENTALISMOS Son formas peculiares de comunicarse entre las personas de costumbre oriental, que pueden resultar confusas para los lectores de esta época y región, pero que habrían sido perfectamente claras para un oyente de la cultura de época y región.

Cambios verbales:


Un ejemplo de hebraísmo está en el uso que hacían de algunos verbos, en ocasiones, ellos expresaban una intención por medio de un verbo que implica la acción, como si se hubiese cometido:

Deuteronomio 27:68 (RV-1960)
Y Jehová te hará volver a Egipto en naves, por el camino del cual te ha dicho: Nunca más volverás; y allí seréis vendidos a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habrá quien os compre.

Noten que primero se dice que “seréis vendidos”, sin embargo, luego dice “no habrá quien os compre”. Esto parece una contradicción, pero es parte de la forma de expresión común entre los hebreos, el lugar de decir “tendrán la intención de venderlos”, se dice directamente “seréis vendidos”.

Ezequiel 24:12-13 (RV-1960)
(12) En vano se cansó, y no salió de ella su mucha herrumbre. Sólo en fuego será su herrumbre consumida.
(13) En tu inmunda lujuria padecerás, porque te limpié, y tú no te limpiaste de tu inmundicia; nunca más te limpiarás, hasta que yo sacie mi ira sobre ti.

Nuevamente, se expresa una intención por medio de un verbo que indica una acción ya hecha. Dios dice “te limpié”, pero luego dice “y tú no te limpiaste”. En el modismo hebreo, las palabras “te limpié” indican que Dios tenía la intención de limpiarlo y le dio los medios para hacerlo, pero ella no quiso limpiarse, no aceptó la ayuda y bendición de Dios.

Gálatas 5:4 (RV-1960)
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

Usando la misma forma de hebraísmo, Pablo dice “los que por la ley os justificáis”. En el contexto Pablo enseña que nadie puede justificarse por medio de la ley, sino que es por fe en Jesús. Aquí las palabras “os justificáis” expresan la intención: “los que intentan justificarse por la ley” o “los que creen que son justificados por la ley”.

Responsabilidad directa por responsabilidad secundaria:


En ocasiones, los hebreos usan verbos activos para expresar una responsabilidad secundaria en la acción. En otras palabras, se atribuye una acción a alguien que no hizo esa acción, sino que dio el permiso o proveyó de los recursos para hacerla.

Éxodo 4:21 (RV-1960)
Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.

Éxodo 9:34-35 (RV-1960)
(34) Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos.
(35) Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés.

Como puede verse, en el 4:21 se dice que Dios endureció el corazón de Faraón, pero en el 9:34 dice que él mismo y sus siervos son los que endurecieron su corazón. Sabemos que cada uno ha sido dotado por Dios con la capacidad de tomar sus propias decisiones, por lo tanto, cuando se dice que Dios endureció el corazón de Faraón, debemos entender que es un hebraísmo que expresa que Dios proveyó de los recursos y medios que pusieron en evidencia la dureza del corazón de Faraón. Dios hizo las señales y esas señales, al no ser creídas por Faraón, pusieron de manifiesto la dureza que había en su corazón. En realidad, por medio de las señales Dios terminó por “ablandar” el corazón de Faraón, hasta que dejó salir a Israel, aunque para eso, Dios tuvo que golpear muy duro.

Éxodo 5:22-23 (RV-1960)
(22) Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?
(23) Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.

En el 22 Moisés pregunta a Dios por qué aflige a Su pueblo. Por supuesto, sabemos que Dios no estaba afligiendo a Israel, sino que era el Faraón, quien por medio de la esclavitud lo estaba afligiendo. Sin embargo, Moisés atribuye a Dios la acción, no porque creyera que Dios fuera responsable directo de la aflicción, sino porque era un responsable indirecto, al permitir que Su pueblo sea afligido y no darle liberación, tal como se lee en el versículo 23.

2 Samuel 24:1 (RV-1960)
Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y de Judá.

1 Crónicas 21:1 (RV-1960)
Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel.

Es notoria la contradicción aquí, en 2 Samuel se dice que Dios incitó a David a hacer el censo, mientras que en 1 Crónicas se dice que fue Satanás. De las mismas Escrituras sabemos que Dios no tienta a nadie con el mal (Stg. 1:13), por lo tanto, debemos entender el relato de 2 Samuel como un hebraísmo. No es que Dios haya incitado a David directamente, sino que permitió que Satanás incitara y tentara a David (quizá porque David se había alejado momentáneamente de su comunión con Dios).

Más adelante, cuando estudiemos sobre el canon original de la Biblia, veremos que los libros de 1 y 2 de Samuel y 1 y 2 Reyes eran un solo libro originalmente. Este era llamado “libro de los reinos”, los libros 1 y 2 de Crónicas también formaban parte de un solo libro. Es así que, originalmente había dos libros con el relato histórico de lo sucedido a Israel: El libro de los reinos y el libro de Crónicas. Al analizar estos libros en detalle, podemos darnos cuenta que el libro de los reinos (Reyes y Samuel) nos cuenta la historia de Israel desde una perspectiva humana, mientras que el libro de Crónicas nos cuentan la historia de Israel desde una perspectiva espiritual. Con este entendimiento se pueden resolver muchas aparentes contradicciones entre ambos. Reyes y Samuel nos muestran la situación vista desde abajo, desde un plano humano “horizontal”, mientras que Crónicas nos muestra las mismas situaciones vistas desde arriba, desde un plano espiritual “vertical”.

Desde el punto de vista humano, la culpa del pecado de David era de Dios por permitir que en David entrara la idea de censar al pueblo. Pero desde la óptica espiritual, David fue directamente atacado por Satanás y tentado para ese censo. Entonces, los relatos no son contradictorios sino complementarios, el Diablo tentó a David, y Dios no se lo impidió. David era el responsable de decir que “no” a la tentación de Satanás, pero no lo hizo.
 

“Comer” y “beber”:


Otro ejemplo de hebraísmo lo tenemos en los verbos “comer y beber”. Para el hebreo, estos verbos se usaban simbólicamente, por medio de la figura literaria sinécdoque[1] (ver más adelante) como “obtener conocimiento”. Así como la comida debe masticarse, luego tragarse, luego digerirse, del mismo modo, las enseñanzas deben reflexionarse, luego aceptarse y luego incorporarlas a la vida. Un alimento, una vez digerido, será asimilado al cuerpo, proveyendo de nutrientes en el caso que sea un buen alimento, o intoxicándolo en el caso de que sea un alimento venenoso, tóxico o en mal estado. Del mismo modo, las doctrinas erróneas son tóxicas para la mentalidad y la vida de una persona, mientras que la sana doctrina de la Palabra de Dios alimenta la mente de una persona para tener una conciencia sana y una vida bendita. Es así que los hebreos relacionaban muy estrechamente el comer y beber con el aprender y esto lo vemos reflejado en la Biblia.

Jeremías 15:16 (RV-1960)
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.

Por supuesto, Jeremías no se “comió” literalmente las palabras que halló, sino que las leyó, las estudió, las reflexionó, las creyó y las puso por práctica y así le fueron por gozo y alegría de su corazón.

Juan 6:51-55 (RV-1960)
(51) Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
(52) Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
(53) Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
(54) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
(55) Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

Este texto puede parecer confuso al principio, de hecho, algunos han tomado este texto en un sentido más literal y han establecido el rito conocido como “cena de comunión” o “cena del Señor”, en la cual se dice que el pan se transforma en el cuerpo de Cristo y el vino en la sangre de Cristo y así una persona obtiene “vida” y es perdonada de sus pecados. Sin embargo, el mismo contexto, unido al mensaje general dado por Jesús, nos muestra que aquí sencillamente tenemos un hebraísmo en donde “comer” y “beber” se refiere a conocer y creer el mensaje de salvación de Jesús y aceptar que él es el Salvador.

Juan 6:35 (RV-1960)
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Juan 6:47-48 (RV-1960)
De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.

Juan 11:25-26 (RV-1960)
(25) Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
(26) Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 14:6-7 (RV-1960)
(6) Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
(7) Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.

Juan 3:16-18 (RV-1960)
(16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(17) Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
(18) El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Romanos 10:9-10
(9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
(10) Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Todos estos versículos bíblicos nos muestran que la forma de obtener la vida perpetua prometida por Dios no es “comiendo” literalmente el cuerpo de Cristo, ni bebiendo literalmente su sangre, sino que se obtiene por medio de conocer al Hijo de Dios y creer en él como el Salvador provisto por Dios.

Repasemos el texto en Juan 6:

Juan 6:51-58 (RV-1960)
(51) Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.
(52) Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
(53) Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
(54) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
(55) Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
(56) El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
(57) Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
(58) Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

En el versículo 51, Jesús está dando a entender que él es el “alimento” que descendió del cielo para dar vida a las personas. En otras palabras, él es el Salvador que Dios planeó, él es el hombre a quien Dios asignó como “mediador” para salvar a la humanidad.

En el versículo 53, por medio de la figura de “comer y beber” Jesús da a entender que era necesario conocerle para poder tener vida espiritual. Para acceder a la salvación y a la vida espiritual de Dios, es necesario conocer quién es Jesús y qué rol cumplió en el plan de Dios. Para esto, hay que recibir la palabra acerca de él, pensarla, considerarla, aceptarla y creerla y así se obtiene el acceso a la vida espiritual.

En el versículo 54 Jesús da a entender que quien cree y acepta que él es el salvador, será resucitado en el futuro (cuando él establezca su reino en la tierra).

En el versículo 56 él habla de su carne como “verdadera comida” y su sangre como “verdadera bebida”, dando a entender que sólo mediante la aceptación de Cristo como el sacrificio por la humanidad provisto por Dios es que una persona puede recibir la salvación. Todo otro “camino” hacia la salvación no es verdadero, no sirve para alcanzar la vida espiritual de Dios.

En los versículos 57 y 58, Jesús vuelve a referir el hecho de que quien le acepta como Señor y Salvador recibirá la vida espiritual, con la que se podrá vivir perpetuamente y compara lo que él es con el maná que Dios envió del cielo a Israel. Esto es porque muchos israelitas estaban admirados del poder y amor de Dios en la provisión al pueblo de Israel en los tiempos de Moisés, por medio del maná, que fue un alimento enviado desde el cielo. Entonces, Jesús aquí utiliza este episodio tan notorio en la historia judía para señalar que había una realidad espiritual muy superior en el plan de Dios: el maná fue sólo un alimento físico que les sostuvo la vida por un tiempo, sin embargo, el conocimiento y aceptación de Jesús como el Mesías, el Ungido de Dios, el Salvador prometido, era un alimento espiritual capaz de darles vida perpetua en la era futura, era algo mucho más deseable que el maná que Dios dio a Moisés.

Es así que vemos cómo el entendimiento de esta expresión idiomática hebrea nos ayuda a tener una mejor comprensión de lo relatado en las Escrituras.

Repeticiones enfáticas:


Otra de las formas idiomáticas típicas entre los hebreos era la repetición de un verbo o sustantivo para dar énfasis a una declaración:

Génesis 2:16-17 (RV-1960)
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

En el texto hebreo, el versículo 16 termina diciendo, textualmente: “comer comerás” (en lugar de “podrás comer”) y en el 17, al final se lee: “morir morirás” (en lugar de “ciertamente morirás”). Es así que por medio de la repetición del verbo “comer” y del verbo “morir” se pone gran énfasis en el permiso de Dios para comer de todo árbol y en el peligro que había en comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Mateo 7:21-22 (RV-1960)
(21) No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
(22) Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Aquí vemos la repetición de la palabra “Señor” en boca de un adulador del Señor. Esta persona con su boca está enfatizando su devoción por el Señor, pero en su corazón estaba lejos de él (ver el contexto).

Isaías 26:3 (RV-1960)
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.

Aquí, el texto hebreo lee: “Tu guardarás en paz, paz, a aquel…”. Se repite la palabra “paz” para enfatizar que es una paz verdadera, completa, una paz que sobrepasa al concepto normal de paz, una paz de mejor calidad que la paz humana.

“Respondió y dijo”:


En la cultura hebrea, era también común decir que alguien “respondió” algo, aun cuando no hay una pregunta de por medio:

Mateo 11:25 (RV-1960)
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.

Aquí vemos que dice que Jesús “respondiendo… dijo”. Pero lo que dijo no es una respuesta a una pregunta, sino una oración. La palabra “respondió” se usa para dar énfasis. En lugar de simplemente decir que Jesús oró, se dice que “respondió”, porque su oración es una respuesta a una situación que él estaba viviendo.

Marcos 11:13-14 (RV-1960)
(13) Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
(14) Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

Aquí donde se usa la palabra “dijo”, según el texto griego debería traducirse como “respondió”. Por supuesto, Jesús no respondió a la higuera, porque la higuera no le había preguntado nada. Jesús estaba “respondiendo” a una revelación de Dios, de que debía hablarle a la higuera para hacer la señal que luego hizo.

“Abrir la boca”:


Cuando en la Biblia leemos que alguien “abrió la boca” para hablar, lo que parece una obviedad en realidad es un hebraísmo que se usa para expresar la importancia o solemnidad de lo que se dijo:

Salmos 78:2 (RV-1960)
Abriré mi boca en proverbios; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,

Al decir “abriré mi boca”, se está haciendo énfasis en que lo que se va a decir es realmente importante.
 
Hechos 8:35 (RV-1960)
Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

Por supuesto, Felipe debía abrir la boca para hablar, pero la expresión pone énfasis en que a partir de ese momento lo que Felipe habló era de gran importancia ¡comenzó a anunciarle el evangelio de Dios desde las Escrituras!

La “adopción” de los cristianos:


Gálatas 4:1-6 (RV-1960)
(1) Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;
(2) sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
(3) Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.
(4) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
(5) para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
(6) Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

Efesios 1:3-5 (RV-1960)
(3) Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
(4) según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
(5) en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,

En estos textos podemos ver que se dice que los creyentes han recibido la “adopción” de hijos. En Efesios leemos que fuimos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo. Esto quiere decir que Dios tenía previsto “adoptar” como hijos a los que creyeran en Cristo. Ahora bien, en estos textos vemos que se habla de los hijos de Dios como “adoptados”, sin embargo, otros versículos nos dicen que fuimos hechos hijos de Dios por simiente:

1 Pedro 1:22-23 (RV-1960)
(22) Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
(23) siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Pedro nos dice que el creyente ha renacido de simiente incorruptible, esto significa que el creyente ha nacido nuevamente, ha recibido un nuevo tipo de vida que es incorruptible, y este nuevo tipo de vida es “simiente” de Dios.

Entonces, ¿cómo explicamos que un texto nos diga que el creyente fue adoptado y el otro nos diga que tiene simiente de Dios?

Aquí nos ayudará comprender la costumbre romana de la época. En aquella época los judíos estaban cautivos bajo el gobierno romano, así que las normas que regían en el lugar eran las normas romanas. Pablo dijo haber sido apóstol a los gentiles (Ro. 11:13; 1 Ti. 2:7), los “gentiles” es una forma de referirse a todas las etnias o naciones que no son judíos. Como apóstol y maestro de los gentiles, Pablo debía hablar de modo que los griegos y romanos comprendieran el mensaje del Evangelio, para esto, Pablo debía enseñar usando, a veces, ejemplos de la cultura de ellos.

En la ley romana, un hijo natural podía ser entregado en adopción por los padres si éstos no lo querían, pero si alguien adoptaba un niño, se comprometía legalmente a cuidar de éste para siempre. En otras palabras, un hijo natural podía ser rechazado, pero un hijo adoptivo no. Por esta causa, cuando Pablo les dice que ellos han sido “adoptados” como hijos de Dios, debió haber sido un fuerte impacto, porque les está diciendo que Dios los ha elegido y se ha comprometido a cuidarlos perpetuamente. Es una forma de decirles que ahora iban a estar para siempre unidos a Dios.

Romanos 8:31-35 (RV-1960)
(31) ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
(32) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
(33) ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
(34) ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
(35) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Como vemos, el amor de Dios es tan profundo que no hay nada que pueda separarnos del amor de Dios. ¡Esta es la gracia que hemos recibido por creer en Jesús como Señor! Esta gracia ha sido enfatizada por Dios al decir que somos “simiente” Suya, y también fuimos “adoptados” por Él. ¡Dios quiso asegurarse de que entendiéramos que nuestra unión con Él es permanente y perpetua!

Conclusión:

Lo que hemos visto son sólo algunos ejemplos en que la forma de expresión propia de la cultura bíblica debe ser comprendida para tener un claro entendimiento del mensaje transmitido en algunos pasajes. Si bien la Biblia puede entenderse literalmente y casi sin dificultad con la simple lectura, existen pasajes en los que conocer las culturas vigentes y las formas de expresarse de esas culturas nos darán mayor luz sobre lo que se está queriendo transmitir. Aquellos que quieran introducirse en la investigación de las Escrituras, deberían aprender al menos los aspectos básicos de cómo vivían y se expresaban las personas en diferentes épocas, en las regiones en donde se escribió y fue enseñada la Escritura de Dios originalmente.


[1] La sinécdoque es una figura de dicción estudiada en el apartado siguiente. La expresión “comer y beber” con el sentido de “conocer” puede estudiarse como una sinécdoque o como un hebraísmo porque es una figura de dicción típica entre los hebreos.





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