Lo que llamamos “Nuevo Testamento” corresponde a escritos revelados a
los apóstoles, luego de la muerte y resurrección de Jesús.
En cuanto al Nuevo
Testamento, hay un desacuerdo entre los eruditos sobre si fue revelado en
hebreo, griego, o arameo. Algunos sostienen que fue revelado en hebreo y luego
traducido al griego y arameo, otros dicen que el original era en griego y otros
que fue en arameo. Hay sólidos argumentos en contra de una revelación directa
en arameo, ya que los textos arameos de los cuales se disponen actualmente
muestran claras evidencias de haber sido traducidos desde textos griegos, ya
que en varias partes su estilo y orden gramatical no se corresponde con el
arameo tradicional y da indicios de ser una adaptación del griego.
El hebreo era el
idioma de los judíos por tradición, sin embargo, salvo por el relato de la vida
de Jesús dado por Mateo, hay claros indicios de que el Nuevo Testamento fue
escrito originalmente en griego. En cuanto al libro de Mateo, algunos antiguos
escritores del primer y segundo siglo mencionan un evangelio en hebreo,
correspondiente a Mateo. Mateo tiene un relato con muchos modismos propios del
hebreo y es el relato del NT más embebido en la cultura hebrea. Esto no es tan
raro si pensamos que el libro de Mateo es el nexo entre el Antiguo Testamento y
el Nuevo, es el libro de transición desde la revelación en hebreo hasta la
revelación en griego. Por esta causa, es probable que Mateo haya escrito en
hebreo y casi simultáneamente se tradujo al griego.
De todos modos,
aunque el Nuevo Testamento haya sido escrito en griego, hay que comprender que
quienes lo escribieron venían de una cultura hebrea (israelita) y, por lo
tanto, muchas de las expresiones en griego son adaptaciones de sus costumbres y
modismos hebreos. Por esta causa, es importante conocer la cultura y tradición
hebrea de la época para adquirir un mejor entendimiento de los relatos
bíblicos.
Transmisión de los textos del Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento
fue escrito por los apóstoles Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Santiago, Pedro y
Pablo, siendo inspirados por Dios (2 P. 1:21). Para poder compartir esta
revelación divina con el mundo se comenzaron a hacer copias manuscritas de los
mismos, pronto estos textos inspirados comenzaron a copiarse para uso “oficial”
en las reuniones, pero también es muy probable que muchos cristianos hayan
hecho sus copias de uso personal.
En aquella época los
textos eran escritos en rollos de papiro, un material sacado de una planta con
ese mismo nombre. Con esta planta se fabricaban extensas hojas de papiro en las
cuales se escribía y luego éstas se enrollaban, quedando en forma tubular. En
ocasiones se hacían también rollos con cuero de animales, los cuales eran más
duraderos, pero también mucho más caros. A finales del primer siglo, comenzaron
a utilizarse lo que hoy conocemos como códices, que son los predecesores del
libro, tal como hoy lo conocemos. El códice es una colección de hojas de
pequeño tamaño (a comparación de los extensos rollos de papiro), que estaban
escritas de los dos lados y ordenadas dentro de un par de tapas de un material
resistente (como piel de animal), para que se den una idea, es algo parecido a
tener una carpeta con hojas sueltas por dentro.
El arqueólogo e
historiador Ernest Martin, en su obra “Restoring
the original Bible” (La restauración de la Biblia original) explica que el
más antiguo fragmento de códice que se tiene hoy es de fines del primer siglo,
por lo que se sospecha que el códice fue inventado por creyentes con el fin de
mantener la Biblia en un orden canónico correcto. De hecho, Ernest Martin
expone una teoría que dice que fue el apóstol Pablo el primero en escribir en
forma de códice, aunque de esto no hay pruebas históricas fehacientes.
Debido a lo costoso
de los materiales para la escritura (las hojas de papiro o de piel de animal),
no era tan común la escritura en esos tiempos. Sin embargo, los seres humanos
de todos los tiempos siempre se encargaron de hacer copias de los escritos que
han considerado importantes, y nada ha sido considerado como más importante que
aquella Escritura que fue “revelada” por Dios, por esta causa, las Escrituras
de Dios han sido el texto más copiado a lo largo de toda la historia. La
cantidad de copias que se han hecho de ésta hacen que hoy, a pesar de la
cantidad de textos antiguos que se han perdido, tengamos más de 5000
manuscritos con fragmentos de la Biblia en griego, sumado a múltiples
traducciones hechas a otros idiomas y dialectos hablados en aquella época.
Como se puede
suponer, en toda obra humana suelen generarse errores, y las copias de los
textos bíblicos no son la excepción. Si bien suponemos que las primeras copias
de los textos originales de los apóstoles fueron encomendadas en manos de
hombres aptos e idóneos para esta tarea, también es de suponer, por los
registros históricos que tenemos, que otros hombres no tan meticulosos
comenzaron a hacer sus copias de las Escrituras en griego. Es así que con el
tiempo y las copias se ha introducido error entre los textos bíblicos. Algunos
detractores de la Biblia han utilizado estos argumentos para desacreditar la
precisión de la Biblia, diciendo que es imposible saber si ésta contiene los
escritos originales de los apóstoles. Sin embargo, esto no debe preocuparnos,
primero porque sabemos que Dios es fiel y es lógico pensar que se ha encargado
de mantener Su Palabra escrita para que le conozcamos; por otro lado, la
evidencia que tenemos de los hallazgos arqueológicos nos dan suficiente
sustento para estar seguros de que lo que hoy tenemos en nuestras manos como
“Nuevo Testamento” es un texto muy cercano al originalmente revelado a los
apóstoles.
Clasificación de los manuscritos del Nuevo Testamento
Los textos griegos
han sido clasificados en tres grandes grupos o familias de texto, según ciertas
características que presentan, éstos son: (1) texto alejandrino o egipcio; (2)
texto occidental; (3) texto oriental o bizantino; algunos académicos incluyen
una cuarta categoría: el texto de cesárea, aunque otros consideran a éste
último una variación del texto occidental. Estas familias de textos han sido
así divididas conforme a ciertas características que presentan, tales como la
ortografía, el orden de las palabras y otras diferencias gramaticales y de
estilo. Esta clasificación no es algo absoluto, ni de gran precisión, sino sólo
una forma de separar los textos para su análisis.
Entre estas tres
categorías, se considera a los textos de tipo occidental como los más
corrompidos, porque contienen adiciones y parafraseos que no contienen los
otros tipos de texto. De los tres, los de tipo alejandrino son los más rústicos
y cortos, los bizantinos son intermedios y con un lenguaje más pulido, los
occidentales son los más largos y parafraseados. Entre distintos eruditos en el
tema existe la controversia sobre si los textos del tipo alejandrino son en
general mejores que los bizantinos o viceversa. Ahora no me pondré a analizar
este punto, pero pueden hallar más información más adelante, en el apéndice que
habla sobre la crítica textual.
Algunos ejemplos de
nomenclatura de los textos griego
Signo
|
Nombre
|
Fecha
|
P 46
|
Papiro Chester Beatty II
|
200 d.C.
|
P 66
|
Papiro Bodmer II
|
200 d.C.
|
P 72
|
Papiro Bodmer VII/VIII
|
Siglo III y IV
|
א
|
Códice Sinaítico
|
330-360 d.C.
|
B
|
Códice Vaticano
|
325-350 d.C.
|
A
|
Códice Alejandrino
|
Siglo IV
|
C
|
Códice Ephraemi
Rescriptus
|
Siglo V
|
W
|
V
|
|
057
|
Uncial 057
|
IV/V
|
0220
|
Uncial 0220
|
VI
|
Q (026)
|
Codex Guelferbytanus B
|
Siglo V
|
061
|
Uncial 061
|
Siglo V
|
Fe (09)
|
Códice Boreeliano
|
Siglo IX
|
L (020)
|
Codex Angelicus
|
Siglo IX
|
Θ (038)
|
Codex Koridethi
|
Siglo IX
|
1241
|
Minúscula 1241
|
Siglo XII
|
Éstos son sólo algunos
de los miles de manuscritos que hay clasificados y que se utilizan para cotejar
las versiones impresas de la Biblia. Aquellos que están precedidos por la letra
P designan a los manuscritos en papiros, los cuales normalmente son anteriores
al siglo V, suelen ser de los más antiguos, aunque por lo general están
incompletos y bastante dañados. El resto de los códices ha sido clasificado con
letras y números que siguen un cierto orden lógico, pero no entraremos en
detalle en eso ahora.
Otro material que
suma a la recopilación y reconstrucción de los textos “originales” de las
Escrituras son las antiguas traducciones que se han hecho a otros idiomas. En
los primeros siglos se hicieron traducciones del texto griego a muchos idiomas,
con el fin de difundir el mensaje del evangelio, algunas de esas antiguas
traducciones han subsistido hasta el día de hoy, como las traducciones al
latín, arameo, cóptico, gótico, armenio, etc. Estas traducciones antiguas soy
muy útiles para hallar los textos originales.
A la hora de
reconstruir los textos originales de la Biblia, algunos eruditos también han
tenido en cuenta las citas de la Biblia que han hecho los antiguos
historiadores y creyentes. Han sobrevivido hasta hoy copias de los escritos de
varios creyentes e historiadores de los primeros siglos, en sus textos éstos
solían citar las Escrituras, lo cual sirve para dar una idea de cómo entendían
ellos ciertos textos. No se puede saber si al hacer las citas estos hombres
tenían una copia de las Escrituras delante de ellos, si citaban de memoria o si
estaban parafraseando algo que recordaban de las Escrituras, por eso, no se
puede dar gran autoridad a esas citas, pero sí sirven para aprender cómo es que
ellos entendían ciertos textos y, en ocasiones, se usan para resolver algunos
conflictos, cuando los antiguos manuscritos difieren entre ellos.
Textos impresos
Luego de inventada
la imprenta, los textos de la Biblia comenzaron poco a poco a imprimirse en
serie y se terminó por abandonar el proceso de manuscrito. Desde ese entonces
hasta el día de hoy se han impreso muchas versiones distintas del texto griego
del Nuevo Testamento, de los cuales daré una lista de los más utilizados:
Texto Griego
|
Año de edición
|
1 – Políglota
Complutense
|
1514
|
2 – Erasmo (1ra edición) - TR
|
1516
|
3 – Robert Estienne
(o Estefano) - TR
|
1546-1549
|
4 – Theodore Beza - TR
|
1624
|
5 – Elzevir - TR
|
1624
|
6 – Griesbach
|
1774-1775
|
7 – Scholz
|
1830-1836
|
8 – Lachmann
|
1831-1850
|
9 – Konstantine Tischendorf
|
1841-1872
|
10 – Tregelles
|
1856-1872
|
11 – Alford
|
1862-1871
|
12 – Wordsworth
|
1870
|
13 – Westcott y Hort
|
1881-1903
|
14 – Scrivener - TR
|
1886
|
15 – Weymouth
|
1886
|
16 – von Soden
|
1902-1910
|
17 – Nestlé
|
1904
|
18 - Frieberg
|
1966-1975
|
19 – Nestlé-Aland ed. 27
|
1993
|
20 – Robinson-Pierpont
|
1995
|
El “Textus Receptus”
Aquellos textos que
he marcado en el cuadro con las siglas “TR” corresponden a lo que conocemos
como “Textus Receptus” o “Texto recibido”. La primera versión de lo que hoy es
llamado “Texto Recibido” se basa en la versión de Erasmo, de 1516. Erasmo hizo
revisiones de su texto original, publicadas en los años 1516, 1519, 1522, 1527,
1535. Luego este texto fue revisado por Estéfano en 1546, 1549, 1550, 1551; por
Beza en 1565, 1567, 1580, 1582, 1588,
1589, 1590, 1598 y 1604. Luego fue editado por los hermanos Elzevir, en 1624,
1633 y 1641; en la edición de 1633 ellos escribieron en el prefacio la frase en
latín: “Textum ergo habes nunc ab omnibus
receptum”, que se traduce: “…por tanto, tenéis ahora el texto recibido por
todos”. Desde allí se comenzó a llamar a esta serie de textos como “Textus
Receptus” o “Texto Recibido”. Después de esto, se hicieron otras revisiones del
Texto Recibido, entre las más importantes están las que hizo Scrivener, entre
1886 y 1894.
Por esto debe
entenderse que al hablar de “Texto Recibido” no estamos hablando de un texto
griego en particular, sino de una familia de textos y revisiones que parten de
un denominador común, que es el texto producido por Erasmo, en 1516.
Textos “críticos” / “mayoritarios”
Entre los textos
impresos, tenemos dos grandes divisiones: (1) los textos críticos; y (2) los
textos mayoritarios.
Textos críticos: Los textos del
tipo “crítico” proceden de teólogos y eruditos que han analizado diferentes
manuscritos antiguos, códices, papiros, citas patrísticas, traducciones
antiguas a otros idiomas, etc., y en base a sus conclusiones han desarrollado
el texto que consideran más aproximado al original. Ejemplos de éstos textos
son el de Tischendorf, Westcott y Hort, Tregelles, von Soden y las ediciones de
Nestle-Aland.
Textos mayoritarios: Los textos
de tipo mayoritario son aquellos cuyos editores han optado por seguir a la
“mayoría” a la hora de establecer el texto bíblico. Estos textos están formados
por teólogos y eruditos que sostienen que los textos de tipo bizantino (que son
mayoría) contienen copias fieles de las Escrituras. En términos simples diremos
que éstos se aferran a la teoría de que ciertos copistas conservaron sin error
durante años las Escrituras y de ellas se deriva la “mayoría” de textos
bizantinos que hoy tenemos. A esta categoría corresponden la mayoría de los
textos de la familia de “Textos Recibidos”, aunque la más cuidadosa compilación
de los textos de tipo bizantino quizá sea la hecha por Robinson y Pierpont.
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