Por todo lo que hemos visto, se entiende que los errores de transmisión no son fáciles de detectar y resolver, ya que haría falta tener acceso a diversos manuscritos
antiguos para compararlos, cosa que no está al alcance de todo estudiante bíblico y, además, al ser errores del texto griego o hebreo, haría falta
conocer bien esos idiomas para poder resolver esos errores. Por lo tanto, lo mejor que puede hacer el estudiante bíblico común, si sospecha que existe un
error en la transmisión del texto, será revisar las distintas versiones impresas del texto griego que estén disponibles y analizar la opinión y comentario de distintos eruditos en hebreo o griego y ver cuál es la que mejor encaja dentro de la lógica bíblica general, pero no hay que asustarse, los errores de transmisión son mínimos y no afectan al entendimiento general del mensaje de
Dios en las Escrituras.
Veremos un ejemplo
de un error en la transmisión de texto:
Mateo 6:3-4, 6, 17-18
(3) Mas
cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
(4) para
que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
(6) Mas
tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
(17) Pero
tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,
(18) para
no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público.
Las palabras que se
traducen “en público” que he señalado en estos tres versículos son las palabras
griegas en to phanerö (evn tw/| fanerw/|Å), que literalmente significan “en
lo exterior” o “en lo manifiesto.”
Estas palabras
están presentes en los manuscristos de tipo bizantino, por eso las versiones de
la Biblia que se basan en el Texto Recibido o en textos de tipo bizantino,
contienen estas palabras. Sin embargo, la evidencia de muchos otros manuscritos
nos hacen sospechar de la originalidad de estas palabras.
Las palabras “en
público” no están presentes en la mayoría de los textos de tipo alejandrino,
occidentales, ni en los textos egipcios. Por esta causa, podemos sospechar que
estas palabras fueron agregadas por algún copista en siglos posteriores (quizá
para hacer un mayor énfasis con las palabra “en lo secreto”) y luego se
transmitió erróneamente en algunas familias de textos.
Reconociendo este
agregado, versiones como la Biblia al Día,
la Biblia Latinoamericana de 1995, la
Biblia en lenguaje sencillo, la
versión Dios Habla Hoy, La Biblia de
Jerusalén, la Nueva Biblia de los
Hispanos, la versión del Nuevo Mundo,
la Nueva Versión Internacional y la Reina Valera Actualizada, entre otras,
omiten las palabras “en público.” El énfasis está puesto en que Dios va a
recompenzar, aunque esto no necesariamente deba ser “en público”.
1 Juan 5:6-8 (RV-1960)
(6) Este es
Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino
mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el
Espíritu es la verdad.
(7)
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
(8)
Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.
Aquí tenemos otro problema de transmisión del texto que erige
controversias aún hasta estos días. En este caso, la Reina Valera de 1960
refleja una traducción hecha en base al Texto Recibido. Toda la frase: “en el
cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son
los que dan testimonio en la tierra:” ha sido agregada a este texto. Sin este
agregado el texto quedaría como el de la Reina Valera Actualizada:
1 Juan 5:6-8 (RVA)
(6) Este es
Jesucristo, el que vino por agua y sangre; no por agua solamente, sino por agua
y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
(7)
Porque tres son los que dan testimonio:
(8)
el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.
Al analizar este pasaje desde el griego, vemos que sólo las ediciones
del Texto Recibido tienen incluida esta frase en griego. No está presente en
ninguno de los textos impresos del tipo crítico (como el de Nestle-Aland,
Tischendorf, Von Soden, Tregelles y Westcott y Hort), ni tampoco aparece en los
textos de tipo bizantino (como el de Robinson-Pierpont). Si buscamos entre los
manuscritos, vemos que esta frase no aparece en los códices más antiguos, como
el códice Vaticano, sinaítico y alejandrino y tampoco está presente en los
códices de tipo bizantino.
Bruce Metzger, en su comentario textual del NT dice que sólo ocho
manuscritos contienen este agregado, de estos ocho, cuatro tienen esta frase
como una nota al margen y no en el cuerpo del texto. De estos ocho manuscritos,
uno es del siglo 10, aunque la frase está agregada en siglos posteriores
(probablemente el siglo 16), los otros manuscritos griegos que la contienen son
posteriores al siglo 16. Erasmo no puso esta frase en su primera edición del
Texto Recibido, según se cree, las autoridades religiosas de su época le
presionaron para colocar ese texto y él dijo que si le mostraban un manuscrito
que contuviera esa frase, él la incluiría en la siguiente edición. Poco después
“apareció” ese manuscrito deseado. Sospechosamente los manuscritos y adiciones
a manuscritos que contienen esta frase son todos de la época en que Erasmo
publicó el Textus Receptus.
Otras evidencias que nos muestran que esto ha sido un agregado al texto
es que el pasaje no es citado por ninguno de los escritores cristianos de habla
griega del primer siglo, conocidos como los “padres” de la Iglesia. De haberlo
conocido, de seguro se habría utilizado en los debates entre trinitarios y
arrianos, pero no hay evidencia de esto. También está ausente de antiguas
traducciones de la Biblia como la siríaca, cóptica, armenia, etiópica, arábiga
y la eslava, sólo se halla en algunas versiones póstumas al latín. Los textos
latinos más antiguos no contienen esta frase, ni tampoco fue incluida por
Jerónimo en la Vulgata Latina.
Ahora bien, si esta frase ha sido agregada ¿por qué seguir incluyéndola
es otras versiones del Texto Recibido? Y ¿por qué seguir incluyéndola en las
traducciones de la Biblia?
Sucede que este texto es muy importante para de creencia trinitaria, ya
que es el único versículo en la Biblia en que se dice que el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo son uno. Hay toda una doctrina sostenida de este agregado al
texto, por eso, a pesar de las evidencias, sigue siendo defendido por muchos
teólogos como “original” hasta estos días.
Hoy se sabe que las controversias entre trinitarios y unitarios en los
primeros siglos de la era cristiana eran muy fuertes. Muchos cristianos han
perdido sus vidas en luchas de trinitarios contra unitarios. No creer en la
trinidad, en aquellos tiempos, era mucho peor que en estos días. Por esta
causa, se cree que algunos escribas han alterado algunos de los textos bíblicos
para conveniencia del trinitarismo, ya sea por iniciativa propia o por presión
de las autoridades eclesiásticas, se han hecho algunas inserciones y
alteraciones a algunos textos de la Biblia, con el fin de sostener la doctrina
trinitaria. Estas inserciones no son muchas, pero es necesario estar atentos a
ellas.
Hoy en día tenemos muchas versiones modernas, que aunque son hechas por
traductores o editores trinitarios, han corregido este error y ya no presentan
este texto expandido del libro de Juan. Entre esas versiones tenemos a la Reina
Valera Actualizada, la Biblia Textua, la Nueva Versión Internacional, el Nuevo
Testamento Recobro, Dios Habla Hoy, La Nueva Biblia de Jerusalén, la Peshita al
español, entre otras. Otros traductores y revisores siguen mostrando esta frase
en sus versiones de la Biblia, aún a pesar de conocer las razones por las
cuales este texto debería ser omitido, por no ser parte del original revelado
por Dios.
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