Dios no inflige el mal, ¡la culpa es de la metonimia!

En Honor a Su verdad

Introducción – El trasfondo espiritual


Uno de los temas más frustrantes para la persona que quiere acercarse a Dios es la enseñanza “bidireccional” de que, por un lado, Dios es un Dios de amor pero, por otro lado, envía el mal y la calamidad, siendo el Diablo uno de sus “agentes,” que en toda circunstancia debe pedirle permiso a Dios para actuar.

Si bien es cierto que en ciertas ocasiones Dios ha intervenido dando muerte a los impíos que ponían en jaque el cumplimiento de Su plan, y también eliminará, en el futuro, a todos aquellos que se hayan conducido impíamente, incluyendo al Diablo y sus seguidores; también es cierto que el cristianismo le ha atribuido a Dios un sin fin de males y calamidades que Él no ha causado. Mucho de esta confusión se debe a no entender en lenguaje figurado que presenta el Antiguo Testamento, y al no entender que mucho de la acción espiritual que existe de fondo comenzó a ser revelada cuando Cristo estuvo en la Tierra, y fue más ampliamente revelada a través de las epístolas escritas por el apóstol Pablo.

En Mateo 13 leemos que Jesús habla por medio de una parábola:

Mateo 13:24-30
(24) Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
(25) pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
(26) Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
(27) Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde,  pues,  tiene cizaña?
(28) El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
(29) El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
(30) Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

Luego, en el versículo 34 leemos:

Mateo 13:34-35
(34) Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba;
(35) para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.

Una parábola es una historia, que puede ser real o ficticia, que tiene como objetivo transmitir un significado o mensaje oculto, un mensaje que no queda claro en su simple enunciación. En este caso se nos dice que Jesús estaba declarando, en parábolas, “cosas escondidas desde la fundación del mundo.” Esto significa que lo que Jesús estaba dando a conocer jamás había sido revelado al hombre. A partir del siguiente versículo Jesús explica la parábola:

Mateo 13:36-43
(36) Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
(37) Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
(38) El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
(39) El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.
(40) De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.
(41) Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo,  y a los que hacen iniquidad,
(42) y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
(43) Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír,  oiga.

Jesús explica que la “buena semilla” son los hijos del reino y la “mala semilla” los hijos del malo. Y que el sembrador de la buena semilla es “el Hijo del hombre” y el de la mala semilla el “Diablo.” Por supuesto, ellos no sembraron personas, sino PALABRAS. Dios transmitió Su mensaje a través de Jesucristo y el Diablo, por su parte, transmite su propio mensaje a las personas. Así, quienes deciden creer y obedecer a Dios pasan a ser “hijos del reino” y quienes siguen y creen el mensaje del Diablo son considerados “hijos del malo.” Jesús revela que Dios está dejando que tanto los hijos del reino como los hijos del malo “crezcan” y se desarrollen en este mundo, para en el tiempo justo enviar a separar unos de otros. Como hemos visto, estas cosas estaban “escondidas,” los creyentes del Antiguo Testamento jamás se enteraron de que era el Diablo quien plantaba la cizaña, jamás comprendieron la magnitud de la batalla espiritual entre Dios y el Diablo.

En Efesios 6 leemos:

Efesios 6:10-13
(10) Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
(11) Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
(12) Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
(13) Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Aquí se habla de “tomar toda la armadura de Dios” para resistir “las asechanzas del diablo,” jamás veremos que Dios haya instruido a los creyentes de tiempos anteriores a “tomar toda la armadura” y a “resistir las asechanzas del diablo.” Además, vemos que dice que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades… contra huestes espirituales de maldad…” Jamás veremos que Dios le haya dicho a Abraham, a Moisés, a David, o a algún otro creyente, rey o profeta del Antiguo Testamento que tenían que luchar contra huestes espirituales de maldad y que para ello tendrían que tomar “toda la armadura de Dios.”

Muchos de estos “secretos” de Dios fueron mantenidos en secreto con el fin de poder concretar el plan de redención:

1 Corintios 2:6-8
(6) Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.
(7) Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,
(8) la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.

De haber revelado Dios todos Sus planes para el futuro, el enemigo hubiese conocido Su estrategia y no habría permitido que crucificaran a Jesús, quien luego obtuvo una completa redención para todo el que cree. Además, hay que tener en cuenta que en el Antiguo Testamento las personas necesitaban sacerdotes como mediadores entre Dios y los hombres, y recibían la Palabra de Dios a través de los profetas, los creyentes antiguos no tenían la posibilidad de tener una íntima relación con Dios, llena de poder espiritual, no tenían disponible la “armadura” de Dios, y no podían luchar contra “huestes espirituales de maldad,” lo mejor que podían hacer era tratar de obedecer lo mejor posible los mandamientos de Dios.

Por ejemplo, en Deuteronomio leemos:

Deuteronomio 5:32-33
(32) Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra.
(33) Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.

Más adelante leemos:

Deuteronomio 6:3-9, 13, 14, 17-19
(3) Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.
(4) Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
(5) Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
(6) Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
(7) y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
(8) Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
(9) y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.

(13) A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás.
(14) No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos;

(17) Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.
(18) Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres;
(19) para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho.

No vemos en ninguna parte que se hable de “ponerse toda la armadura de Dios” y “luchar contra huestes espirituales de maldad.” La instrucción básica de este pasaje y básicamente de todo el Antiguo Testamento era la de cumplir los mandamientos de Dios, enseñarlos a los hijos y no ir en pos de dioses ajenos. Si lo hacían, les iría bien y tendrían preeminencia por sobre sus enemigos, pero si no cumplían, Dios dice:

Deuteronomio 28:15-57
(15) Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán.
(16) Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo.
(17) Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar.
(18) Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas.
(19) Maldito serás en tu entrar,  y maldito en tu salir.
(20) Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado.
(21) Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.
(22) Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas.
(23) Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro.
(24) Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas.
(25) Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra.
(26) Y tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante.
(27) Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas ser curado.
(28) Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu;
(29) y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás prosperado en tus caminos; y no serás sino oprimido y robado todos los días, y no habrá quien te salve.

¡Tremendo! Noten que dice “Jehová traerá sobre ti mortandad… Jehová te herirá de tisis, fiebre, etc… dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza… Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos. 1 Juan 4:7 y 8 nos dice que Dios es amor, no sólo tiene amor, Él es AMOR. Cabe preguntarse ¿puede un Dios de amor hacer todas estas cosas sobre un pueblo desobediente? Pensemos en un padre terrenal y su hijo ¿qué dirían si el padre enferma, hiere o mata a su hijo porque le desobedeció cuando lo mandó a hacer las compras? Pero esto no es todo, sigamos leyendo:

Versículos 30-34
(30) Te desposarás con mujer, y otro varón dormirá con ella; edificarás casa, y no habitarás en ella;  plantarás viña, y no la disfrutarás.
(31) Tu buey será matado delante de tus ojos, y tú no comerás de él; tu asno será arrebatado de delante de ti, y no te será devuelto; tus ovejas serán dadas a tus enemigos, y no tendrás quien te las rescate.
(32) Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo, y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no habrá fuerza en tu mano.
(33) El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días.
(34) Y enloquecerás a causa de lo que verás con tus ojos.

¿No creen que esto es demasiado? Todavía sigue:

Versículo 35
Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado.

Para los que tienen hijos: ¿herirían a sus hijos de tal modo que sufran y además no puedan ser curados? ¿Qué clase de Dios nos está mostrando la Biblia aquí?

Si quieren sigan leyendo los otros versículos, yo saltaré al 49:

Versículos 49-53
(49) Jehová traerá contra ti una nación de lejos, del extremo de la tierra, que vuele como águila,  nación cuya lengua no entiendas;
(50) gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni perdonará al niño;
(51) y comerá el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra, hasta que perezcas; y no te dejará grano, ni mosto, ni aceite, ni la cría de tus vacas, ni los rebaños de tus ovejas, hasta destruirte.
(52) Pondrá sitio a todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y fortificados en que tú confías, en toda tu tierra; sitiará, pues, todas tus ciudades y toda la tierra que Jehová tu Dios te hubiere dado.
(53) Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Jehová tu Dios te dio,  en el sitio y en el apuro con que te angustiará tu enemigo.

¡Qué terrible! ¡Llegar al punto de comerse a sus hijos! Cuando leemos el relato bíblico, vemos que Israel fue muy desobediente a Dios y todas estas cosas le fueron sucediendo ¡TODAS! Pero debemos preguntarnos ¿puede Dios, Quien dice ser “AMOR” ser el causante de todas estas cosas? Sigamos leyendo:

Versículos 58-63
(58) Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro,  temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS,
(59) entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia,  plagas grandes y permanentes,  y enfermedades malignas y duraderas;
(60) y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán.
(61) Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta que seas destruido.
(62) Y quedaréis pocos en número, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud,  por cuanto no obedecisteis a la voz de Jehová tu Dios.
(63) Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella.

¡Peor aún! Aquí dice que Jehová, Dios, se GOZARÍA en arruinarlos y destruirlos. Si esto es cierto, entonces los ateos e incrédulos están el lo cierto al decir que Dios es un Dios cruel y despiadado. Un padre a veces da castigo a sus hijos para ponerles límites y disciplinarlos, pero estos castigos no producen daños permanentes, no tienen la intención de generar dolor, angustia y sufrimiento y, ciertamente, el padre no se goza en ver angustiado y dolido a su hijo. Leamos dos versículos más:

Versículos 66 y 67
(66) y tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida.
(67) Por la mañana dirás: ¡Quién diera que fuese la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuese la mañana! por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos.

¿Realmente puede Dios hacer este tipo de cosas y luego ser visto como un Dios de amor? En 1 Corintios 13 leemos:

1 Corintios 13:4-6 (NVI)
(4) El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.
(5) No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
(6) El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.

Aquí claramente dice que el amor no se deleita en la maldad, por lo tanto, no es posible que Dios sea amor y se deleite en la maldad, que se goce en arruinar y destruir a las personas. Estos versículos parecen salirse de toda lógica y razón. Una de dos: o Dios se contradijo a sí mismo a lo largo de Su Palabra, o no estamos entendiendo bien qué es lo que el pasaje en Deuteronomio (y otros similares del Antiguo Testamento) está transmitiendo, aquí es donde entra en juego la metonimia.

La figura metonimia - ¿Cómo influye en nuestro entendimiento del amor de Dios?


La metonimia es una figura de dicción muy utilizada en la Biblia, pero poco comprendida y enseñada. Pero antes de definir a la metonimia, definamos qué es una figura de dicción.

Una figura de dicción (también llamada “figura literaria” o “figura idiomática”) es una forma idiomática de expresarse que se desvía de la forma cotidiana de cierto idioma o cultura. Uno de los trabajos más completos (el más completo que yo conozca) con respecto al uso de las figuras de dicción en la Biblia es el “Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia” de E.W. Bullinger, traducido al español por F. Lacueva. En el prefacio de este libro leemos:

“Todo idioma tiene sus propias normas gramaticales. Sin embargo, cuando queremos poner de relieve el poder de un vocablo o la fuerza de una expresión, tenemos que dejar a un lado el uso común del lenguaje y usar las palabras y las expresiones de una forma diferente. A estas nuevas formas llamamos figuras de dicción. Los clásicos de la antigua Grecia organizaron con ellas todo un sistema científico y pusieron nombre a más de doscientas. Los romanos siguieron la misma pauta. Pero, con el declive de la cultura durante la Edad Media, tales figuras cayeron en desuso…”
Luego, en las notas sobre las figuras en general dice:

“Una figura es sencillamente una palabra o frase modelada según una forma especial, diferente de su sentido o uso ordinario. Estas formas son de uso constante entre los oradores y escritores…”

“Hay figuras que son comunes a todos los idiomas; otras son peculio exclusivo de un solo idioma. Hay figuras en inglés y en castellano que no tienen equivalente en hebreo o en griego; así como hay figuras en las lenguas orientales que no tienen equivalente en castellano ni en inglés…”

“…dondequiera y cuandoquiera sea posible, las palabras de la Escritura han de entenderse literalmente. Pero, cuando una afirmación aparezca contraria a nuestra experiencia, o a un hecho notorio o a una verdad revelada, o cuando no esté de acuerdo con la enseñanza o contexto general de las Escrituras, es de suponer razonablemente que se está usando alguna figura.

“A causa de no prestar atención a estas figuras, los traductores comenten disparates tan serios como insensatos... Comentaristas y exegetas, por no atender a las figuras, se extravían del genuino sentido de muchos e importantes pasajes de la Palabra de Dios; mientras que ignorarlas ha sido el prolífico progenitor de errores y falsas doctrinas…”

Por lo tanto, el estudio de las figuras de dicción no es opcional para quien quiere comprender el mensaje de la Biblia. La Biblia es un libro oriental, revelado a personas orientales y escrito en un idioma oriental, con expresiones orientales, por lo tanto será necesario estudiar la forma de expresarse en la cultura oriental de la época, y comprender cómo se desviaban del uso común para formar las figuras literarias. En su libro Bullinger ordenó y catalogó más de 200 figuras literarias usadas en la Biblia, entre ellas está la que estudiaremos ahora: la metonimia.

Con respecto a la metonimia leemos, en la página 453 de su diccionario de figuras de dicción:

“Esta figura (del gr. meta – indicando cambio – y onoma = nombre) consiste en el cambio de un nombre por otro con el que el primero guarda alguna relación. Los nombres de las personas se usan, a veces, para designar algo relacionado con ellas. Así decimos ‘es un Murillo,’ para designar un cuadro pintado por Murillo. Así que, la metonimia no se funda en la semejanza sino en la relación. Cuando de una persona decimos que escribe con mala mano, no queremos decir que su mano sea mala, sino la letra con que escribe.”

En otras palabras, a través de la figura metonimia, se puede mencionar un sustantivo o un nombre cuando en realidad es otro sustantivo o nombre el que está implicado. La metonimia puede dividirse en cuatro categorías básicas:
(1) metonimia de la causa: cuando se menciona la causa de una acción en vez de mencionar el efecto o resultado de esa acción.
(2) metonimia del efecto: contrariamente a la anterior, se menciona el efecto en vez de la causa o persona que lo produce.
(3) metonimia del sujeto: cuando se menciona a un sujeto en lugar de algo que le pertenece.
(4) metonimia del adjunto: contrariamente a la anterior, se menciona la pertenencia en lugar del sujeto.

Esta figura es muy utilizada cotidianamente por la mayoría de las personas, aunque no sean conscientes de que lo están haciendo y no conozcan el nombre y uso de la figura. Por ejemplo, si yo digo “¡qué dedos tiene para la guitarra!” se entiende que lo especial no son los dedos en sí, sino como ejecuta la guitarra, aquí estoy utilizando metonimia de la causa. Los dedos son la causa de la acción, la ejecución es el efecto o resultado del movimiento de los dedos, yo estoy mencionando la causa (los dedos) para elogiar el efecto (la ejecución). Si yo digo “esta persona es una bendición” estoy queriendo decir que la forma de proceder de esa persona trae bendición a mi vida o la vida de otros, en este caso estoy utilizando la metonimia del efecto, por medio de la cual menciono el efecto (la bendición) cuando quiero referirme a la causa (la persona cuyos actos producen bendición). Un ejemplo de metonimia del sujeto es si digo “este es un Picasso,” refiriéndome a un cuadro pintado por Pablo Picasso, en este caso estoy mencionando al sujeto (Picasso) para referirme a la pertenencia (el cuadro que pintó). Un ejemplo de metonimia del adjunto es cuando decimos “firmé contrato con tal empresa,” o “tal empresa donó dinero para un comedor”; sabemos que la empresa no es la que contrata personal o hace donaciones, sino que son sus dueños o responsables los que hacen las transacciones a nombre de la empresa que representan, aquí estamos colocando a la pertenencia (le empresa) para referirnos al sujeto (el dueño o representante de la empresa). Todos estos son usos cotidianos de la figura metonimia, esta misma figura es utilizada por Dios en la Biblia y es necesario que identifiquemos esta figura para evitar confusiones y contradicciones en los pasajes bíblicos.

Antes de analizar los usos bíblicos de metonimia y ver cómo esta pone en evidencia el amor de Dios, consideremos una situación que servirá de ejemplo para entender su uso:

Supongamos que un hombre X se suicida disparándose en la sien. Desde un punto de vista puramente técnico podríamos decir que la bala lo mató. Pero como la bala sólo actúa cuando la persona acciona el gatillo del arma, podemos decir que fue él quien se mató. La bala fue la causa pasiva de la muerte, pero él mismo fue la causa activa de su muerte, o sea, la bala fue la que efectuó la muerte, pero la persona es la que actuó para que se efectuara esa muerte. Supongamos que el motivo de su suicidio haya sido una angustia desesperante al enterarse que su mujer lo abandonó. Alguien podría decir que “su mujer lo mató,” pero, por supuesto, se entendería que él se suicidó a causa de no poder procesar psicológicamente de un modo correcto el abandono de su mujer, ningún tribunal culparía de asesina a la mujer tan sólo por abandonar a su marido. Si yo dijera que “su mujer lo mató,” estaría utilizando la figura metonimia, no fue ella quien literalmente lo mató, pero su accionar, al no ser asimilado adecuadamente por este hombre, lo llevó al punto de suicidarse. Veremos que esto es exactamente lo que la Biblia transmite cuando dice que “Jehová hará,” en los pasajes que hemos visto.

Dios estableció leyes que son inmutables, como la ley de la gravedad. No importa si yo soy creyente cristiano o no, la gravedad opera ya sea que crea o no en Dios, y opera ya sea que crea en la ley de gravedad o no. Si yo le dijera a mi hijo: “no corras en las escaleras porque te vas a caer y te vas a lastimar,” se lo estoy diciendo como advertencia, debido a que yo conozco la ley de la gravedad y sé que en un descuido él puede llegar a ser víctima de esta ley, cayéndose por la escalera. Mientras es chico yo puedo supervisar su conducta y una y otra vez advertirle del riesgo de correr en las escaleras. Pero si teniendo ya 30 años un día corre en una escalera y se cae, el responsable de los golpes y heridas sería él, por haber hecho caso omiso a mis recomendaciones. No sería correcto que me eche la culpa a mí por no estar allí, no sería correcto que le eche la culpa al constructor de la escalera por haberla hecho, tampoco sería correcto que le eche la culpa a Dios por hacer la ley de la gravedad, él tuvo la instrucción y advertencias adecuadas, pero no hizo caso a las recomendaciones. Si la ley de la gravedad no existiera, y no hubiera un centro gravitacional en la Tierra que nos mantuviera aferrados al piso, no sería posible que nos transportemos de un lugar a otro en el modo en que lo hacemos, andaríamos volando por doquier sin posibilidad de establecer un rumbo. Vemos entonces, que la gravedad terrestre nos concede privilegios, pero debo conocerla para aprender sobre sus riesgos. Del mismo modo, todas las leyes de Dios fueron diseñadas para permitir una vida ordenada y fructífera al hombre, pero desconocer estas leyes o despreciarlas puede ser motivo de angustia y sufrimiento para el hombre.

En la Biblia vemos que cuando Dios creó todo, lo hizo todo “bueno en gran manera” (Gn. 1:31). Dios no creó al mal, el mal fue introducido al mundo por el Diablo cuando el hombre desobedeció la instrucción de Dios. Dios dio a Adán el privilegio de ser el amo y señor de toda la Tierra. Adán, teniendo autoridad sobre la creación, permitió al Diablo introducir toda clase de mal (para más detalles vea mi estudio “El propósito y plan de Dios”). Cuando Dios dio a Israel Sus leyes (morales, civiles y espirituales), el Diablo ya estaba en plena acción en el mundo, así que Dios les advirtió sobre el mal que podía venir sobre ellos si desobedecían, pero no deseando revelar cuál era la verdadera causa del mal, se atribuyó a Sí mismo (por medio de la figura metonimia y otras figuras idiomáticas) tanto el bien como el mal. Cuando comprendemos esto, podemos ver cuán grande es el amor de Dios a través de toda la Biblia.

Comparando ciertos pasajes de las Escrituras veremos cuán claramente se ve el uso de la metonimia, y esto nos servirá como base para comprender otros usos de esta figura que no están tan claros.

Veamos el relato de la muerte de Saúl en 1 Crónicas:

1 Crónicas 10:1-6
(1) Los filisteos pelearon contra Israel; y huyeron delante de ellos los israelitas, y cayeron heridos en el monte de Gilboa.
(2) Y los filisteos siguieron a Saúl y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa,  hijos de Saúl.
(3) Y arreciando la batalla contra Saúl, le alcanzaron los flecheros, y fue herido por los flecheros.
(4) Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y hagan escarnio de mí; pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella.
(5) Cuando su escudero vio a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada y se mató.
(6) Así murieron Saúl y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él.

Estos versículos nos muestran que Saúl se suicidó, con el fin de no morir a manos de los filisteos. Sin embargo, los versículos 13 y 14 nos dicen otra cosa:

1  Crónicas 10:13-14
(13) Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina,
(14) y no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí.

Estos dos versículos nos relatan algo diferente, aquí dice que “Jehová” mató a Saúl porque prevaricó contra Él y no obedeció a Su Palabra y porque consultó a una adivina y no a Jehová.

La lógica nos dice que si Dios mató a Saúl, entonces Saúl no se suicidó, y si se suicidó, no fue Dios quien lo mató. Aquí está presente la figura de dicción metonimia. En este caso, el sujeto que realizó la acción que mató a Saúl fue Saúl mismo, pero la causa de su muerte no fue meramente natural sino espiritual. La figura metonimia se utiliza aquí para enfatizar el hecho de que la desviación de Saúl en su andar fue la causa de fondo de su muerte.

Pero antes de seguir, hay un problema que se presenta que debemos solucionar para comprender mejor el relato. El versículo 14 dice: “y no consultó a Jehová.” Pero en 1 Samuel 28:5-6, que relata el mismo acontecimiento, leemos:

1 Samuel 28:5-6
(5) Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera.
(6) Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.

En realidad la dificultad es sólo aparente debido a una mala traducción de la palabra “consultó.”

Aquí en 1 Samuel 28:6 la palabra hebrea para consultar es sha’al, que la gran mayoría de las veces que aparece es traducida como “preguntar” en la Reina Valera. Significa “preguntar” o “consultar,” aquí no estaría mal hecha la traducción. Sin embargo, en el versículo 14 de 1 Crónicas 10 la palabra “consultó” es otra palabra hebrea totalmente distinta, es la palabra darash, que básicamente significa “buscar con diligencia.”

Esta palabra hebrea la tenemos en Deuteronomio 4:

Deuteronomio 4:26
(29) Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares [darash] de todo tu corazón y de toda tu alma.
(30) Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz;
(31) porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres.

Aquí vemos que Dios no deja desamparado al que lo busca de todo corazón. El problema de Saúl no fue que no consultó a Dios, el problema fue que no lo buscó de todo corazón. Saúl vio venir el ataque filisteo y tuvo miedo y, sabiendo que Dios era sabio y poderoso para darle la victoria quiso preguntarle qué hacer, sin embargo, él no había cambiado en su corazón, sólo se acercó a Dios para obtener la liberación.

Leyendo todo el relato podemos ver que la desobediencia de Saúl abrió la puerta a los ataques filisteos. Saúl pudo haberse arrepentido de sus pecados, pudo haber cambiado su mentalidad y corazón, y Dios no lo hubiera desamparado, como vimos en Deuteronomio 4:26-31. Sin embargo, Saúl endureció su corazón, por lo que Dios ya no pudo protegerlo y terminó por morir.

Pero, además, miren lo que hizo Saúl:

1 Samuel 28:7
Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte [darash]. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.

Saúl no quiso buscar diligentemente y de corazón a Dios, sin embargo, sí buscó diligentemente la respuesta de una mujer con espíritus demoníacos.

Lo que nos muestran estos pasajes que el único responsable por la muerte de Saúl fue Saúl mismo. Dios no lo mató directamente como causa de Su enojo contra David. Dios estableció Sus leyes y Saúl no las cumplió. Dios dio a conocer al hombre cuál era la forma de tener Su bendición y protección. Saúl se fue fuera de la esfera de protección de Dios y fue atacado y terminó muerto. Esto es lo que vemos en el relato y es lo que nos transmite esta figura literaria, la metonimia.

Otro pasaje que se ha malinterpretado por no conocer el uso de la figura metonimia es el que habla del corazón endurecido de Faraón:

Éxodo 7:1-4
(1) Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.
(2) Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.
(3) Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.

Éxodo 9:12
Pero Jehová endureció el corazón de Faraón,  y no los oyó,  como Jehová lo había dicho a Moisés.

Éxodo 10:1-2
(1) Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,
(2) y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.

Algunos teólogos han propuesto que aquí se usa la figura literaria idioma, por medio de la cual “endureció” cobra el sentido de “permitió que se endurezca,” pero decir que Dios “permite” tiene implicancias muy similares a decir que Él genera el endurecimiento ¿Cuál es la diferencia entre que yo castigue a mi hijo por desobedecer y permitir que alguien entre a mi casa y lo castigue? La única diferencia sería la persona que castiga, pero la responsabilidad por el castigo sería mía en ambos casos. Del mismo modo, si decimos que Dios “permitió” que el corazón de Faraón se endurezca, lo hacemos igualmente responsable por ese endurecimiento.

En realidad, en estos pasajes, por medio de la figura metonimia del sujeto, se menciona al sujeto (Jehová) en vez de mencionar aquello que le pertenece al sujeto, que en este caso, las obras que Dios hizo. Hay un antiguo proverbio que dice: “el mismo Sol que endurece al barro, derrite la vela.” En este caso, las obras de Dios estaban “derritiendo” el corazón de los Israelitas, que deseaban la liberación, y estaban “endureciendo” el corazón de Faraón, quien se resistía a dejarlos ir. Esto lo vemos también hoy en día, cuando Dios realiza un milagro en la vida de una persona, siempre hay un grupo de gente que da la gloria a Dios por lo sucedido y otro grupo que empieza a buscar la explicación “racional,” “científica,” “psicológica,” y “natural” de la situación, rehusándose a creer en el poder de Dios que hay detrás. Dios sabía que Faraón se rehusaría a liberar a Israel a pesar de las señales que iba a presentar, por eso dijo “yo endureceré.” Los Egipcios eran idólatras y creían en muchos dioses que controlaban distintos factores que afectaban a la Tierra, por lo que es muy probable que Faraón haya pensado que las plagas y males no venían del Único Dios verdadero, sino de alguno de los dioses en los que creía. Sea como fuera, lo cierto es que no es Dios Quien endureció el corazón de Faraón, en otros pasajes podemos ver claramente que Faraón mismo fue el responsable de su dureza de corazón.

Éxodo 8:15
Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó,  como Jehová lo había dicho.

Éxodo 8:32
Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón,  y no dejó ir al pueblo.

En estos versículos no se nos dice que Dios haya endurecido el corazón de Faraón, sino que fue Faraón mismo quien endureció su corazón.

Aquí los defensores del “control total” por parte de Dios podrían citar Romanos 9:

Romanos 9:15-18
(15) Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
(16) Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
(17) Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
(18) De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

Leído así pareciera que Dios azarosamente y caprichosamente tiene misericordia de unos y endurece a otros. Pareciera como si Dios tirara la moneda sobre cada hombre y dijera “si sale cara tengo misericordia, si sale seca, lo endurezco.” ¡No! Esto no es así. Dios es un Dios de amor y un Dios justo, si Él hiciera lo que quisiera con cada hombre, independientemente de la decisión de cada persona no sería un Dios justo, recto y amoroso como dice que es. Veamos otros pasajes que nos aclararán el malentendido:

Romanos 11:25, 30-32
(25) Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
(30) Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,
(31) así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.
(32) Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

Este pasaje de Romanos, al igual que el que vimos en Romanos 9, está hablando no del endurecimiento individual de las personas, sino de un endurecimiento grupal: el endurecimiento de Israel, que trajo como consecuencia la extensión de la misericordia de Dios hacia los gentiles. La “misericordia” de Dios consiste en anular el juicio merecido por la desobediencia a Sus mandamientos. Debido a que, por la naturaleza humana, ningún hombre puede cumplir perfectamente la ley de Dios, todo hombre necesita de la misericordia de Dios para llegar a ser salvos y obtener vida perpetua en la era futura. Y ¿quiénes son los que alcanzan misericordia de Dios?

1 Pedro 2:6-10
(6) Por lo cual también contiene la Escritura:
 He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado.|
(7) Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon,  Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
(8) y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
(9) Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,  para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
(10) vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia,  pero ahora habéis alcanzado misericordia.

Vemos aquí que la misericordia está ligada a la fe, el que cree no es avergonzado, sino que obtiene misericordia de Dios para salvación. Cuando Dios dijo “tendré misericordia del que tenga misericordia” se refirió a que las pautas que el hombre debe seguir para que Él extienda Su misericordia son pautas establecidas por Él y no por el hombre. No es una expresión que indique que Él actúe azarosamente o caprichosamente, sino que nos está diciendo: “las reglas las pongo yo.”

En Deuteronomio 30:1-3 leemos que Dios promete tener misericordia del pueblo de Israel si lo buscan de todo corazón y se arrepienten de sus pecados. En Proverbios 28:13 leemos “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” La Biblia en general nos muestra que Dios no controla a las personas como títeres, sino que responde a la creencia y corazón de las personas. Pero Su modo de proceder no es conforme a normas o voluntad de hombre, sino conforme a Su propia voluntad y Sus leyes. Por eso leemos en Hebreos:

Hebreos 3:7-8, 12-13
(7) Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,
(8) No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,
(12) Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;
(13) antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

Vean que aquí no se dice: “rueguen para que Dios no endurezca sus corazones,” se dice: “no endurezcáis,” la responsabilidad es nuestra. Y además se nos dice que el endurecimiento viene por el engaño del pecado. Dios no es autor de pecado, el que peca desde el principio es el Diablo (1 Juan 3:8), por lo tanto, no puede ser Él quien endurece a las personas, entonces, cuando la Biblia dice que Dios endurecerá a quien quiere endurecer, podemos entender que existe una figura de dicción. Nuevamente, tenemos la figura metonimia del sujeto, Dios es puesto aquí en lugar de las personas mismas que son las que se endurecen a sí mismas cuando prefieren andar en pecado a seguir la instrucción de Dios. En este caso Dios dice “endureceré” para poner énfasis en el hecho de que es a causa de seguir o no Sus leyes y requerimientos que una persona llega a alcanzar misericordia (si las obedece) o termina endurecida (si decide no obedecerlas).

A la luz del uso de la figura metonimia volveremos a ver aquél difícil pasaje que vimos al principio:

Deuteronomio 6:17-19
(17) Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.
(18) Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres;
(19) para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho.

Deuteronomio 28:15, 20-22
(15) Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán.
(20) Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado.
(21) Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.
(22) Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas.

En estos pasajes “Jehová” es mencionado, por medio de la figura metonimia, para no mencionar la verdadera fuente del mal: el Diablo. En cierta forma el pasaje tiene el sentido de “El Diablo traerá sobre ti estas cosas porque Dios no podrá defenderte a causa de tu desobediencia.” En realidad Dios no produce estos males en las personas, pero debido a Su justicia en cumplir Sus propias leyes, no puede intervenir ante la aflicción que una persona está sufriendo por causa de su desobediencia y dureza de corazón. El mismo principio podemos aplicar en los siguientes versículos de Deuteronomio y en muchos otros pasajes en que algún mal, enfermedad o aflicción se atribuye a Dios.

Todavía nos queda resolver el versículo 63:

Deuteronomio 28:63
Así como Jehová se gozaba en haceros bien y en multiplicaros, así se gozará Jehová en arruinaros y en destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra a la cual entráis para tomar posesión de ella.

Joel nos dice:

Joel 2:12-13
(12) Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.
(13) Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.

Vemos que Dios no se goza con el mal de Su pueblo, sino que se duele del castigo. Si hemos comprendido algo sobre la naturaleza amorosa de nuestro Padre celestial, comprenderemos que Dios no se “goza” con la calamidad del ser humano, mucho menos la de aquellos que eligió como Su pueblo. Lo que el pasaje en Deuteronomio 28:63 quiere enfatizar es que a veces la maldad y dureza de corazón de las personas llega a tal punto que la protección y cuidado de Dios queda muy lejos, es como si Dios se gozara en la calamidad. Dios no se goza, literalmente, en la calamidad de los injustos, ni es Quien envía el mal, la expresión enfatiza cuán lejos puede quedar de la protección de Dios una persona que, ante su constante desobediencia y creciente maldad, termina por ser un alivio para Dios cuando muere. Pero, nuevamente digo, esto no significa que Dios se deleite en afligir a las personas, como si fuera un entretenimiento para Él.

El juicio de Dios y el castigo del impío


Algunos “defensores” del amor de Dios, en su afán de corregir la doctrina de que Dios es causante de males, enfermedades y catástrofes se han ido al otro extremo, diciendo que Dios jamás ha matado a nadie y que todo es obra del Diablo, sin embargo, esto tampoco es bíblicamente cierto.

Sucesos como el diluvio de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra, las plagas de Egipto, y la futura destrucción de los hombres impíos narrada en el Apocalipsis son hechos provenientes de Dios. No sería lógico pensar que el Diablo haya enviado catástrofes que destruyan a los impíos, ya que a él le conviene que los impíos vivan en la Tierra. El deseo de Satanás es destruir a los creyentes, no a los impíos. Una generación maligna y perversa es de ayuda para Satanás en su propósito de oponerse a la obra de Dios y no le sería de ninguna utilidad eliminar a su propia gente. Por lo tanto, los eventos que he mencionado (y algunos otros) sí son obras de Dios, pero hay que tener en cuenta que éstas fueron ejecuciones del juicio de Dios sobre la creciente impiedad que ponía en peligro Su plan de redención, y Dios jamás mató, hirió o eliminó a ninguno de los Suyos en la ejecución de Sus juicios sobre el hombre impío. Veremos un ejemplo bíblico del juicio de Dios que nos mostrará cómo es la forma de proceder de Dios en tales casos.

Génesis 13:1, 2, 5-18
(1) Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot.
(2) Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro.

(5) También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas.
(6) Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar.
(7) Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra.
(8) Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos,  porque somos hermanos.
(9) ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda.
(10) Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová,  como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra.
(11) Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.
(12) Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.
(13) Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera.
(14) Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente.
(15) Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
(16) Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.
(17) Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré.
(18) Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.

Lo primero que vemos en este relato es que cuando Abraham y Lot decidieron separarse para evitar conflictos, Lot eligió conforme a las apariencias, el versículo 10 nos dice que “…alzó Lot sus ojos, y vio…” Lot vio que era como el “huerto de Jehová,” él pensó “¡ese lugar es el paraíso!” Ante los ojos de Lot ese era un lugar fantástico, ideal. Sin embargo, el versículo 13 comienza con “Mas,” indicando un contraste entre lo que Lot vio con sus ojos y la realidad que existía: “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera.” En otras palabra, Lot se dejó llevar por sus sentidos y se metió en la boca del lobo. Por otro lado, Abraham no eligió el territorio, sino que Dios mismo le dijo hacia dónde ir. Abraham, contrariamente a Lot, no usó sus cinco sentidos, sino que actuó conforme a la instrucción de Dios. Además, lo primero que hizo en su nuevo territorio fue construir un altar a Jehová, como dice el versículo 18.

Más adelante, en el capítulo 18, vemos que la maldad de Sodoma y Gomorra llegó a un punto crítico.

Génesis 18:1-2
(1) Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día.
(2) Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él;  y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra,

En el contexto del relato podremos ver que estos tres “varones” no eran varones humanos, sino ángeles que venían de parte de Dios.

Génesis 18:17
Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer,

En todo este pasaje, cuando se dice “Jehová dijo” es necesario entender que no es que Dios estaba presente allí. 1 Juan 4:12 nos dice que nadie jamás ha visto a Dios. Cuando la Biblia nos dice que Jehová se presentó ante tal o que Dios dijo tal cosa, se trata de un uso idiomático hebreo muy común. Entre los hebreos, la persona que viene en representación de alguien puede hablar como si fuera esa persona misma. Esto también lo hacemos hoy en día. Yo puedo decirle a alguien “Juan me dijo que mañana va a ir al cine,” y luego esa persona dice a otra: “Juan dijo que mañana va a ir al cine.” En realidad, la segunda persona no oyó las palabras directamente de Juan, sino que las oyó de mí, que hablé en representación de Juan. En la Biblia solemos encontrarnos con que “Jehová dijo” cuando en realidad el que habló fue un ángel en representación de Jehová.

Génesis 18:20-22
(20) Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,
(21) descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré.
(22) Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová.

En donde dice “pero Abraham estaba aún delante de Jehová” debiera decir “pero Jehová aún estaba delante de Abraham,” E.W. Bullinger, en “The Companion Bible” comenta que este fue un cambio hecho por ciertos copistas del texto hebreo, porque pensaban que alteraba el carácter sagrado de Dios. Al leerlo correctamente, el texto encaja perfectamente con el resto del pasaje. Noten que en los primeros versículos teníamos “tres varones” junto con Abraham. El versículo 22 nos dice que los varones se apartaron de allí y fueron hacia Sodoma y Gomorra, sin embargo, en Sodoma y Gomorra sólo aparecieron dos de estos “varones,” por lo que podemos suponer que el tercero es quien hablaba en representación de Dios y es el que se quedó aquí “delante de Abraham,” para contarle a Abraham lo que Dios habría de hacer en Sodoma y Gomorra.

Génesis 18:23
(23) Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío?
(24) Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?
(25) Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío;  nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
(26) Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.
(27) Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza.
(28) Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.
(29) Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta.
(30) Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.
(31) Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte.
(32) Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.
(33) Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.

Lo que vemos aquí es que si hubiese habido al menos diez hombres “justos” Dios habría perdonado a toda la ciudad a causa de esos diez. Sin embargo, sólo un hombre “justo” había y ese era Lot. Uno ahora podría preguntarse ¿qué es un hombre “justo” para Dios? ¿Acaso es alguien que camina perfectamente, que no tiene pecado, que obedece a Dios en todo? El relato nos mostrará que esto no es así.

Aquí se nos dice que llegaron “los dos ángeles,” no dice solamente “dos ángeles” sino “los dos ángeles,” ¿qué dos ángeles? Por contexto, los que habían estado previamente con Abraham.  En el 18:1 vimos que los ángeles se presentaron ante Abraham “en el calor del día,” lo cual podría ser entre el mediodía y la mediatarde. El relato continua sin interrupciones hasta aquí, por lo que podemos suponer que fue ese mismo día en que los ángeles llegaron a Sodoma y Gomorra. Mientras uno de los ángeles hablaba con Abraham, los otros dos estaban “viajando” hacia Sodoma y Gomorra.

Génesis 19:1-5
(1) Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo,
(2) y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche.
(3) Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron.
(4) Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.
(5) Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.

Aquí la palabra “conozcamos” es una eufemismo hebreo. Un eufemismo es una forma de expresar una realidad fuerte o dura con palabras más suaves o agradables. En este caso, “conocer” tiene el sentido de “tener relaciones sexuales,” esta es una figura muy común en la Biblia, no la voy a desarrollar aquí. Los ángeles se presentaron con apariencia humana, lo que estos hombres que rodearon la casa querían hacer era tener relaciones sexuales con ellos. De ahí viene la reacción de Lot:

Génesis 19:6-8
(6) Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí,
(7) y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.
(8) He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.

Piensen por un minuto: ¿qué padre ofrecería a sus hijas para ser abusadas en reemplazo de un desconocido? ¿no pelearía con los hombres, antes que tocasen a sus propias hijas? Además, con él estaban sus yernos e hijos (v12), algunas de sus hijas estaban por casarse (14). ¿No pelearían los hombres de la casa por sus familias, antes de que sus hijas o esposas sean abusadas? Estos son indicios que nos muestran que si bien Lot era un hombre respetuoso de Dios, no era un hombre “perfecto” y su corazón no era completamente íntegro. Sin embargo, Lot no tenía la maldad de los otros hombres, esta fue una respuesta del miedo y la desesperación de Lot, pero él respetaba y amaba a Dios y eso fue suficiente para que Dios lo rescatara a pesar de su debilidad humana.

Génesis 19:9-13
(9) Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta.
(10) Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta.
(11) Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta.
(12) Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar;
(13) porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová;  por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo.

Noten este detalle: este versículo dice que “el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová.” “Subir de punto” aquí tiene el sentido de hacerse grande o llegar a un punto límite. La Reina Valera 1989 traduce: “el clamor de ellos ha llegado a ser grande delante de Jehovah.” La Nueva Versión Internacional traduce: “El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor, y ya resulta insoportable.” Y surge la pregunta ¿el clamor de quién? Bien, es lógico pensar que quien estuvo orando a Dios todo este tiempo fue Lot, pero hay un pasaje que lo confirma:

2 Pedro 2:1-10
(6) y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente,
(7) y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados
(8) (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos),
(9) sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;

Sabiendo que Lot era “justo,” era un creyente de Dios, es lógico pensar que su “aflicción de alma” no era silenciosa, sino que era en oración a Dios. El clamor de Dios fue incrementándose a medida que se incrementaba la maldad de la ciudad, hasta el punto en que su clamor llegó al punto límite en que Dios tuvo que hacer algo para librarlo. Esto debiera servirnos de aliento para orar por la maldad reinante a nuestro alrededor. Dios siempre ha cuidado a quienes le aman y ha respondido a sus oraciones y clamores, no siempre responde con “ira,” sobre el impío, pero siempre responde.

Génesis 19:14-15
(14) Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba.
(15) Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad.

Noten que si los futuros esposos de las hijas de Lot hubiesen hecho caso de la advertencia de Lot, aunque no eran justos y respetuosos de Dios, Dios los habría salvado por su relación con Lot y sus hijas, pero decidieron quedarse y perecieron con los demás. Esto nos muestra que la misericordia de Dios se extiende hacia los incrédulos a través de los creyentes y no al revés, como algunos enseñan, que por la impiedad de la mayoría Dios a veces “castiga” al justo junto con el injusto.

Génesis 19:16-17, 23-24
(16) Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.
(17) Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.

(23) El sol salía sobre la tierra,  cuando Lot llegó a Zoar.
(24) Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos;
(25) y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades,  y el fruto de la tierra.

Si bien aquí dice que Jehová hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, y el que Él destruyó las ciudades, en el versículo 13 los ángeles le dijeron a Lot “vamos a destruir,” nuevamente vemos que Dios actúa a través de Sus agentes, pero se habla como si hubiese obrado Él directamente. Por lo dicho en el versículo 13 podemos ver que fueron los ángeles los que destruyeron con azufre y fuego la ciudad, pero Dios fue el responsable de la destrucción porque fue Quien los envió. La maldad creciente de Sodoma y Gomorra hicieron poner “furioso” a Dios y Dios desató su ira, ejecutando Su juicio a través de Sus ángeles.

La destrucción de Sodoma y Gomorra es un ejemplo de un acto de la ira de Dios y la ejecución de Su juicio. Aquí no fue el Diablo quien obró destructivamente, sino que fue Dios quien puso punto final a la maldad de estos hombres. Sólo Dios sabe cuándo es tiempo de ser paciente y cuándo ejecutar Sus juicios. Sin embargo, este ejemplo de Sodoma y Gomorra debe servirnos para reflexionar sobre el resto de las Escrituras. Si hubiesen habido al menos 10 justos Dios habría perdonado a toda la ciudad, hubo sólo un justo, pero Dios no lo “ejecutó” junto con el resto, sino que lo libró.

Cuando analizamos las Escrituras, es necesario prestar atención sobre cuándo una calamidad es un acto del juicio de Dios y cuándo es un ataque del Adversario, el Diablo. El Diablo no tiene reparos en perjudicar y matar al bueno con el malo, esa es su manera de crear confusión. Sin embargo, Dios jamás ejecutará su juicio sobre el impío sin separar a aquellos que le aman, jamás lo ha hecho. Salvó a Noé y su familia en el Diluvio, salvó a Lot aquí, no permitió que las plagas afectaran a los creyentes Israelitas, y su futuro juicio, narrado en el Apocalipsis, no afectará a los que le aman y le creen.

En cuanto a las actuales catástrofes que suceden en el mundo hoy, tales como terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, etc., podemos decir, en términos generales, que no son obra de Dios.

En Apocalipsis 1:10 Juan dice que él estaba, a través de una visión, en “el día del Señor,” en esos días, el juicio de Dios sobre la impiedad de la Tierra será ejecutado, y vendrá lo que la Biblia llama “el gran día de su ira” (Ap. 6:17). Romanos 1:18 nos dice que “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” En Colosenses 3:5-7 leemos que dice:

Colosenses 3:5-7
(5) Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
(6) cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
(7) en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

Aquí se nos dice que la ira de Dios se rebela contra los “hijos de desobediencia” que practican tales cosas. Los “hijos de desobediencia” son aquellos que no han aún aceptado a Cristo Jesús como el Señor de sus vidas. Pero los hijos de Dios no recibirán ira de parte de Dios, aún si practican estas cosas. El hijo de Dios que anda pecaminosamente recibirá las consecuencias de su pecado, pero no recibirá un castigo de la “ira” de Dios, ambas cosas son totalmente diferentes. Si yo me quemo poniendo la mano en el fuego es una consecuencia de mi pecado, distinto sería que alguien venga con un carbón encendido y me lo ponga en la mano. El hijo de Dios que practica lo mencionado en el versículo 5 tendrá consecuencias por sus actos, sin embargo, los incrédulos que actúan así recibirán el castigo de la ira de Dios, si es que nunca cambian su mentalidad y deciden poner a Cristo Jesús como Señor de sus vidas.

Romanos nos muestra esto mismo:

Romanos 5:8-10
(8) Mas Dios muestra su amor para con nosotros,  en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
(9) Pues mucho más,  estando ya justificados en su sangre,  por él seremos salvos de la ira.
(10) Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Claramente se dice aquí que habiendo sido justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. NO HAY IRA PARA EL HIJO DE DIOS, NO HAY IRA PARA EL CREYENTE RENACIDO. La salvación de Dios consiste en haber sido rescatados de la ira de Dios. Sumado a esto, 1 Tesalonicenses 1:10 dice que Jesús nos libra de la ira venidera y en 1 Tesalonicenses 5 leemos:

1 Tesalonicenses 5:9-11
(9) Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
(10) quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
(11) Por lo cual, animaos unos a otros,  y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.

Y en 2 Pedro leemos:

2 Pedro 3:7
pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.

Hay un día, en el futuro, en que Dios emitirá Su juicio, y será para perdición de los hombres impíos.

2 Pedro 3:8-16
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Esta es la razón por la que Dios aún no ejecuta su juicio, Dios es paciente, y quiere que todo el que sea posible se salve. Este es el corazón de Dios, aquí se ve el amor de Dios. Si Dios “eliminara” a un incrédulo en su primer acto de maldad, ninguno de nosotros hoy sería salvo. La paciencia de Dios, soportando la injusticia del mundo, es en espera de que los hombres se acerquen a Él con un cambio de mentalidad, con el deseo de hacer a Jesús Señor de sus vidas. Dios quiere la salvación para todos, pero no fuerza a nadie a recibir Su salvación, sino que pacientemente da oportunidades y espera a que el hombre le abra las puertas de su corazón.

Por esto mismo no es posible concebir la idea de que Dios ahora esté produciendo catástrofes que terminan con la vida de personas buenas y malas, creyentes e incrédulas, todas al azar. Cuando Dios emita Su juicio va a encargarse de que ningún creyente sea afectado. Pero hoy en día vemos catástrofes que se llevan las vidas de creyentes e incrédulos por igual. Vemos huracanes, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas y toda clase de males que afectan las vidas de gente cristiana y se han llevado vidas de hijos de Dios. Esto no puede ser obra de Dios. Como dije al principio, Dios estableció ciertas leyes que, al no ser cumplidas, resultan en consecuencias negativas para los infractores. El hombre ha descuidado mucho su medio ambiente y esto ha propiciado a los desastres ecológicos e influyen en los factores climáticos de un modo que no alcanzamos a comprender acabadamente. Sin embargo, también existe una realidad espiritual que se debe considerar. El Diablo está en guerra con Dios y está utilizando todos sus recursos para dañar al hombre, y es la causa espiritual detrás de todo pecado, aflicción y muerte, es el origen de todo el mal que hay en el mundo.

Conclusión y consideraciones finales


Dios va a encargarse de proteger siempre que pueda  a todos Sus hijos e hijas, pero no siempre puede. ¿Cómo? ¿El Dios Todopoderoso NO PUEDE protegernos? Dios es Todopoderoso en cuanto a su capacidad de producir resultados, su energía es inagotable, pero no es “todopoderoso” en un sentido legal. Dios estableció leyes que lo limitan a Él mismo. El libre albedrío en el ser humano es, en realidad, una restricción contra Su propia capacidad de actuar en el hombre. Si Dios hiciera lo que quisiera con cada uno de nosotros no seríamos personas sino títeres y el libre albedrío sería una farsa. En cuanto a Su plan, Dios va a hacer lo que se propuso y nadie lo puede detener, sin embargo, en cuanto a nuestras vidas personales, cada uno de nosotros debe hacer elecciones y cada una de esas elecciones afecta de un modo u otro al curso completo de la historia de la humanidad. Sin embargo, ninguna decisión que tomemos cambiará el curso del plan de Dios, aunque sí creo que podemos adelantarlo o atrasarlo conforme a nuestra obediencia o desobediencia.

Pero en cuanto a nuestra vida personal, nuestra confianza, creencia y obediencia a Dios son las que hacen posible tener una relación íntima con Dios y nos mantienen dentro de la esfera de protección de Dios. En una guerra, el capitán gritará ¡cuerpo a tierra! cuando el enemigo esté por atacar. Si uno de los soldados que están en el campo está distraído y no acata la orden, quizá sea alcanzado por un proyectil enemigo y sea herido o muera. Del mismo modo, si el creyente está distraído en las cosas del mundo ¿oirá la voz de Dios cuando Él grite “cuerpo a tierra” ante los ataques del Enemigo? Dios desea que estemos íntimamente ligados a Él para poder ayudarnos y cuidarnos en todo aspecto de nuestras vidas, pero si por nuestra libre elección decidimos alejarnos, quizá no pueda ayudarnos, aunque quiera hacerlo, pero esto no significa que sea Él Quien haya enviado el ataque. Él no es Quien ataca, por el contrario, Él nos provee de “toda la armadura” para resistir a los ataques del Enemigo, pero si desechamos la armadura y salimos desnudos a la batalla, no será Él el responsable de nuestra derrota.

Sé de una persona creyente que trabajaba en las torres gemelas, éste es un hombre muy responsable en su trabajo, sin embargo, el día en que las torres gemelas fueron derribadas él se quedó profundamente dormido, no escuchó el despertador y se levantó mucho más tarde, gracias a esto quedó a salvo del desastre. Evidentemente Dios actuó en él de un modo especial para que no sufriese. Al igual que él, muchas otras personas que debían estar allí fueron “desviadas” por Dios para no morir. No fue Dios quien derribó las torres, sin embargo, cuidó de todos aquellos que pudo, como para que no sufriesen ante este terrible ataque.

Dios es amor, y mi deseo con esta presentación, y con cada estudio que presento, es mostrar Su inconmensurable amor a través de las Escrituras. El cuidado de Dios, Su deseo de bien para el hombre, Su clemencia y paciencia para con los impíos y Su capacidad de bendecir a los creyentes van más allá de toda expectativa humana. Jamás podremos medir Su capacidad de amar con una “regla” humana, jamás podremos entender Su sabiduría si la comparamos con la nuestra, jamás podremos comprender Su clemencia si lo queremos hacer con nuestra capacidad humana natural. Lo que podemos hacer es contemplar Su grandeza y dejar que Él nos llene de Su plenitud, para poder, a través de Su espíritu actuando en nosotros, llegar a ser imitadores de tal grandeza, para testimonio al mundo, hasta que Cristo nos reúna en el cielo y nos de gloriosos cuerpos y mentes nuevas, con los cuales conoceremos tal como fuimos conocidos.

¡Dios los llene de Su luz hasta el día de Cristo!



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