La fe se demuestra a través de las acciones

En Honor a Su verdad



Santiago 2:14 – Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”

La Biblia muestra claramente que si bien la fe, la persuasión, convicción o confianza parten del corazón, deben hacerse evidentes a través de nuestras palabras y acciones.

Mateo 12:35
El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.

Mateo 15:18-20
(18) Pero lo que sale de la boca, del corazón sale;  y esto contamina al hombre.
(19) Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
(20) Estas cosas son las que contaminan al hombre;…

Estos versículos nos muestran que de lo que hay en nuestro corazón (el centro de nuestros pensamientos) salen nuestras palabras y acciones, por lo tanto, nuestras acciones son las que evidencian si realmente creemos firmemente en las promesas de Dios y confiamos en Su Palabra y Su poder o no. Por eso Santiago habla sobre las “obras” de la fe:

Santiago 2:1
Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.

Este versículo, literalmente traducido del texto griego leería: “…no en favoritismo tengan la fe de nuestro glorioso Señor Jesucristo.”

La frase “fe de nuestro glorioso Señor Jesucristo” contiene lo que se denomina el uso del caso genitivo, por el cual la partícula “de” puede cumplir diferentes funciones y tener diversos significados que deben deducirse del contexto, de usos previos y de la lógica general de la expresión. Un ejemplo de nuestro uso actual del caso genitivo sería cuando decimos “vaso de agua”, que significa “vaso lleno con agua” en el que la partícula “de” puede reemplazarse con las palabras “lleno con.” Pero si digo “vaso de vidrio,” el significado de “de” sería hecho de “vaso hecho de vidrio.” También puedo decir “el vaso de Juan” significando “el vaso que pertenece a Juan” o “el vaso de China”, significando “el vaso procedente de China”. En cada caso, el significado es claro, ya que sabemos que el vaso no puede estar hecho de Juan, pertenecer a vidrio, proceder de agua y estar lleno con China. Pero supongamos que yo digo “el vaso de barro,” en este caso yo tengo que saber algo más sobre este vaso, ya que podría ser un vaso lleno con barro o hecho de barro. Esto mismo sucede con el uso del caso genitivo en la Biblia, en algunos casos el significado es claro y en otros casos hay que profundizar en el asunto para descubrir lo que un pasaje nos está transmitiendo. Además, el caso genitivo a veces va acompañado de una figura de dicción llamada, en griego, amphibología o anfibología, que es una figura muy común en la Biblia por medio de la cual se atribuyen dos significados a una misma frase o declaración, siendo ambos significados verdaderos. Volviendo al ejemplo de vaso, yo puedo tener un vaso hecho de barro y lleno con barro y al decir que tengo un “vaso de barro” habrían dos significados válidos para esta frase, sería un “vaso hecho de barro y lleno con barro.” Tengan en mente esto, ya que, a lo largo de esta enseñanza veremos varios pasajes que contienen el uso del caso genitivo.[1]

En este caso particular la frase “la fe de nuestro glorioso Señor Jesucristo” tiene el sentido de “la fe [o “fidelidad” hacia nuestro Señor Jesucristo”, la cual se demuestra en la obediencia a sus mandamientos. Esta fidelidad a nuestro Señor no debe hacer acepción de personas, no debe demostrarse sólo para con ciertas personas. No es correcto que a una persona adinerada la trate con amor, compasión, paciencia, benignidad, etc., y a una persona pobre la trate con indiferencia, tensión o dureza.

Santiago 2:2-5
(2) Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso,
(3) y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;
(4) ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?
(5) Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?

Este pasaje, según el texto griego, debiera decir: “…¿no escogió Dios a los pobres del mundo ricos en fe y herederos del reino que prometió a los que le aman?”

Este versículo no está queriendo decir que todos los pobres del mundo fueron elegidos para ser ricos en fe. La mayoría de nosotros conocemos gente pobre que no cree a Dios ni Lo respeta, muchos incluso siguen el camino de la delincuencia para poder salir de la pobreza. Lo que este pasaje transmite, correctamente traducido, es que los pobres que son ricos en fe serán herederos del reino, al igual que todo aquél que le ama. Tampoco debe interpretarse que el pobre tiene ventaja sobre el rico por su condición de pobre. El reino lo prometió “a los que le aman”, sean ricos o pobres. Este pasaje simplemente muestra que lo que Dios toma en cuenta en una persona es su fe y no su condición económica o social y, por lo tanto, no se debe hacer diferencia entre las personas por su condición económica o social.

Santiago 2:6-9
(6) Pero vosotros habéis afrentado [afrentado = despreciado o menospreciado] al pobre. ¿No os oprimen los ricos,  y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales?
(7) ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?
(8) Si en verdad cumplís la ley real [del reino], conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo,  bien hacéis;
(9) pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos [el texto griego dice “sois redargüidos”] por la ley como transgresores.

La ley del reino de Dios es amar al prójimo como a uno mismo, pero si yo hago acepción de personas esta ley me redarguye (expone mi error), mostrándome que estoy transgrediendo la ley de amar al prójimo.

Hasta aquí, Santiago nos muestra que nuestra “fe” (fidelidad) hacia Jesucristo no debe hacer acepción de personas en cuanto a su condición social. Ahora pasaremos al versículo 14, donde Santiago va a hablar sobre las “obras” de la fe:

Santiago 2:14-18
(14) Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
(15) Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día
(16) y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?
(17) Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
(18) Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

Estos pasajes nos muestran que la fe a Dios se demuestra a través de las acciones. Si otro cristiano viene a pedirme ayuda, porque no tiene qué comer o no tiene un lugar donde pasar la noche y yo, teniendo qué darle, no se lo doy y le digo: “ve tranquilo, yo voy a estar orando por ti; y no te preocupes que Dios proveerá”, con mis acciones no estaría demostrando ser fiel a Dios, no estoy “amando a mi prójimo como a mí mismo”. Si otro creyente le da comida, abrigo y lo que necesita, ese creyente podría decirme “tú dices tener mucha fe, pero no hiciste nada por ellos, yo, en cambio, demuestro mi fe a través de mis acciones”. A esto se refiere Santiago en este pasaje: la fe, la fidelidad a Dios, se demuestra a través de las acciones.

Santiago 2:19
Tú crees que Dios es uno;  bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.

Creer que Dios es existe y es uno es correcto, pero no alcanza para cubrir los requisitos de Dios, ya que los demonios también lo creen. La diferencia radica en la fidelidad, la OBEDIENCIA voluntaria. Los demonios creen que Dios es uno, pero no le son fieles, no le obedecen voluntariamente. Los demonios obedecen las órdenes de Dios cuando son forzados a hacerlo (como cuando son expulsados del cuerpo de una persona), pero no se someten a la voluntad de Dios, no lo aman y respetan, y no le obedecen voluntariamente.

Santiago 2:20-22
(20) ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin [las] obras es muerta [inútil, estéril o improductiva]?
(21) ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?
(22) ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?

“Perfeccionó” es la palabra griega teleioo: “hacer completo, completar, terminar, llevar a cabo completamente”. La fe de Abraham se hizo completa cuando él obró conforme a lo que oyó de parte de Dios, de otro modo, la fe no hubiese producido resultados.

Al actuar, Abraham demostró que su fe (su confianza y persuasión) era completa. Esto podemos entenderlo en el siguiente ejemplo: supongamos que yo le digo a alguien: “si cortas el césped de mi casa te daré una generosa paga”. Esta persona puede “creer”, puede estar firmemente convencido de que al terminar el trabajo yo le pagaré, pero puede pensar que mi “generosidad” no es suficiente como para que valga la pena hacer el esfuerzo. Entonces, su “fe” en mí sería “en parte”, pero si esta persona está convencida de que va a recibir una buena paga por su trabajo y lo hace, entonces su “fe” estaría completa. Esta persona demostrará su “fe” en mí al aceptar mi oferta y cortar el césped. Abraham mostró que su fe era completa, demostró total fidelidad a Dios a través de sus acciones.

Génesis 22:1-5
(1) Aconteció después de estas cosas,  que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
(2) Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
(3) Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos,  y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
(4) Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
(5) Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.

Noten que Abraham dijo: “…volveremos a vosotros”. Esto indica que Abraham creía en que Dios resucitaría a Isaac y volverían juntos. Esto se debe a que Dios previamente le había prometido: “…en Isaac te será llamada descendencia…” (Génesis 21:12, ver también Hebreos 11:17-19). A causa de esta promesa de Dios, Abraham creyó que si Isaac moría Dios debía resucitarlo para cumplir Su promesa. Firmemente convencido de que Dios cumpliría Su promesa Abraham declaró “...volveremos a vosotros”. Y aunque no está claramente expresado, podemos deducir que también Isaac creía en esta promesa, porque él fue voluntariamente hacia el holocausto, bien podría haberse resistido y haber peleado y vencido a Abraham (siendo unos cien años menor que su padre). De este modo, Abraham pasó a ser una prefigura de Dios e Isaac de Jesucristo, ya que Dios dio a Su Hijo en rescate por la humanidad, y Jesús voluntariamente fue hacia su muerte por la humanidad.

Génesis 22:6-18
(6) Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
(7) Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
(8) Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
(9) Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
(10) Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
(11) Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
(12) Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
(13) Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
(14) Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
(15) Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo,
(16) y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
(17) de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
(18) En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.

Santiago 2:23-26
(23) Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
(24) Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no [griego ou: no absoluto] solamente por la fe.
(25) Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?
(26) Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

“Espíritu”, en este caso, no se refiere al espíritu santo de Dios, sino a aquella fuerza invisible que da vida a una persona. Aquí el cuerpo se compara con la fe y las obras con el espíritu. Así como una persona no puede vivir sólo con los componentes físicos del cuerpo, sino que necesita aquello que le da vida, del mismo modo, lo que le “da vida” a la fe son las obras. Una “fe viva” es una fe evidenciada a través de las obras, en cambio, una fe sin obras que la evidencien es una fe muerta, que no es válida delante de Dios.

En este punto, la DECISIÓN es fundamental. Decidir actuar conforme a la información que Dios me ha dado depende exclusivamente de mí, por eso la fe es algo personal. Nadie decide por mí, yo soy el que decide si hacer o no aquello que Dios requiere. Dios siempre da el primer paso, proveyéndonos de la información o instrucción, luego nosotros decidimos si creerle o no. Si actuamos con fe, Él se encarga de hacer cumplir Sus promesas.

Hemos visto, hasta ahora, que la fe tiene los siguientes requerimientos:

1)      CONOCER A DIOS, Su naturaleza y Su amor
2)      Tener una INFORMACIÓN de parte de Dios para creer
3)  Nuestra DECISIÓN de evidenciar la confianza y convicción a través de las palabras y acciones.

O sea que la cantidad y calidad de información que tengamos sobre Dios, Su naturaleza, Su voluntad, sobre el alcance de Su amor, sobre Su modo de proceder, etc., va a influir directamente en la calidad de nuestra fe. Mientras más conozcamos a Dios y más estrecha sea nuestra relación con Él, más fácil será confiar en Él y más firme será nuestra persuasión con respecto a Su voluntad, lo cual influirá directamente en la calidad de nuestro andar. Pero si mi conocimiento e información sobre Dios son erróneos, mi fe puede verse afectada, cuando me de cuenta que no produce los resultados que creía que debía producir. Por eso es sumamente importante el conocimiento de la voluntad de Dios para poder tener una fe firme, bien fundada.

Teniendo en cuenta lo que hemos visto hasta ahora, podemos decir que la fe bíblica consiste en actuar en base a una información recibida de parte de Dios, ya sea escrita o revelada, con la convicción no sólo de que Dios existe, sino de que quiere el bien para nosotros. Para simplificar esta definición, diremos que la fe es “convicción en acción”, de allí el título de este estudio.

Repasemos algunos conceptos:

La fe requiere: (1) conocer a Dios; (2) tener información de parte de Dios; (3) nuestra decisión, evidenciada a través de nuestras acciones.

Nuestra fe depende en gran manera de la cantidad y calidad de información que tengamos acerca de Dios y Su voluntad y de la calidad de nuestra relación espiritual con Él.

Si mi conocimiento de Dios es erróneo y tengo una información errónea, no tendré los resultados esperados como producto de mi fe. La fe que produce resultados es aquella basada en la verdad, toda fe errónea produce consecuencias.



[1] Para un estudio más amplio sobre el uso del caso genitivo lea mi estudio “El caso genitivo”.










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