Como ya he
dicho, uno de los principios básicos a tener en cuenta es que la Biblia fue “respirada” por
Dios, Dios es el Autor, por lo tanto, no puede contener contradicciones, no
sólo en lo que al texto se refiere, sino tampoco con respecto a la lógica del
texto. En otras palabras, un versículo no puede contradecir lo que otro
versículo dice, pero tampoco puede contradecir a la naturaleza de amor de Dios
y a Su propósito y plan, revelados en la Biblia. Entonces, ante una
aparente contradicción lo que hay que hacer es:
1- Cerciorarse de que realmente exista una
traducción errónea, ya sea con interlineales hebreo-español o griego-español,
con los comentarios de maestros y eruditos, o haciendo una comparación con
otras versiones de la Biblia. Es
posible que el pasaje haya sido traducido correctamente pero nosotros no
estemos entendiendo lo que dice (esto lo veremos más adelante, en la próxima
sección).
2- Estudiar la frase o palabra hebrea o
griega que ha sido traducida en forma incorrecta, verificar cómo se tradujo esa
frase o palabra en otras partes de la
Biblia
3- Verificar cómo tradujeron la frase o
palabra en otras versiones.
4- Buscar definiciones en diccionarios y
léxicos y ver cuál es la que mejor encaja con el sentido del pasaje en
cuestión.
5- Buscar los comentarios de distintos
teólogos, comentaristas o predicadores, quizá alguno de ellos haya dado con la
forma apropiada de entender el pasaje.
6- Si aun así la traducción no encaja con lo
que entendemos sobre el mensaje bíblico, no debemos “forzar” el sentido o
alterar el texto sin fundamentos. Podemos dejar el pasaje en “suspenso”, hasta
obtener un mayor entendimiento al respecto. Recordemos que el apóstol Pablo
dijo que “en parte conocemos” (1 Co. 13:9), así que no será posible que sepamos
todo a la perfección, pero no debemos dejar que un pasaje dudoso altere nuestra
fe en el resto de los pasajes que claramente transmiten el amor y la voluntad
de Dios.
Es posible que
nos encontremos con pasajes que han sido traducidos erróneamente en la mayoría,
o incuso en todas las versiones de la
Biblia de que disponemos. Incluso podemos llegar a leer
comentarios, prédicas y enseñanzas erróneas basadas en pasajes mal traducidos y
mal interpretados. Esto se debe a que ciertas creencias han sido arrastradas de
creyente en creyente por medio de tradiciones que jamás han sido revisadas a la
luz de la Palabra
de Dios. Estas tradiciones y creencias erróneas muchas veces habitan en las
personas sin que éstas lleguen jamás a darse cuenta de que son erróneas, pero
que se transmiten en sus enseñanzas, escritos, comentarios, y en sus prácticas
diarias. Un ejemplo lo tenemos en el pasaje de Juan 9:3. Este pasaje ha sido
motivo de enseñanzas que ponen en tela de juicio el amor de Dios. En el
artículo “¿Quién pecó para que este
hombre haya nacido ciego?” de la página www.verdadotradicion.com, es explicado este pasaje en detalle,
ahora haremos un repaso del error de traducción contenido aquí.
Juan 9:1-3
(1) Al pasar Jesús, vio a un hombre
ciego de nacimiento.
(2) Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o
sus padres, para que haya nacido ciego?
(3) Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus
padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
Cuando leemos así este pasaje podríamos
pensar que Dios a propósito enfermó con ceguera de nacimiento a esta persona
para que en el tiempo en que Jesús se cruzara en su camino éste pudiera ser
liberado. Tal es la enseñanza en muchos círculos cristianos. Sin embargo, esto
pondría en duda la naturaleza amorosa de Dios. ¿Sería Dios capaz de dejar ciega
a una persona durante gran parte de su vida tan sólo para hacer un milagro en
el futuro y mostrar Su poder? ¿No tiene Dios otras formas de mostrar Su poder
sin tener que dañar a propósito a una persona? La Biblia dice que Dios es
amor y que el amor no obra el mal, así que no es posible que Dios, siendo amor,
haga el “mal” en una persona, cegándola durante gran parte de su vida, para
luego mostrar que es Dios y la puede sanar, sin embargo, esto es lo que este
versículo parece decir. Algunos enseñan que Dios no cegó al hombre, sino que
“permitió” que sea cegado por el Diablo o un demonio, pero tanto si lo hizo
directamente como si lo “permitió” para luego mostrar Su poder, nos hablarían
de cierto desamor por parte de Dios. Si alguno de ustedes fuese médico
¿permitiría que alguien inyecte con un virus dañino a su propio hijo para
después de unos veinte años demostrar que puede curarlo? Eso no sería muy
“amoroso” de su parte.
Ninguna versión de la Biblia nos ayuda a
comprender el sentido del pasaje, ¡algunas incluso parecen empeorar la
situación! Citaré algunas versiones como ejemplo, pero casi todas dicen algo
similar:
Versión Arcas-Fernández:
Jesús respondió: - Ni sus propios
pecados ni los de sus padres tienen la culpa; nació así para que el poder de
Dios resplandezca en él.
Biblia Latinoamericana (1995):
Jesús respondió: "Esta cosa no es
por haber pecado él o sus padres, sino para que unas obras de Dios se hagan en
él, y en forma clarísima.
Biblia en
lenguaje sencillo:
Jesús les respondió: --Ni él ni sus
padres tienen la culpa. Nació así para que ustedes vean cómo el poder de Dios
lo sana.
Dios Habla Hoy:
Jesús les contestó: –Ni por su propio
pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que
Dios puede hacer.
Nueva
Versión Internacional:
--Ni él pecó, ni sus padres --respondió
Jesús--, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en
su vida.
Como se puede ver, todas las traducciones
nos llevan a interpretar que Dios a propósito dio la ceguera a este hombre (o
la “permitió”) para luego sanarlo. La mayoría de los comentarios bíblicos
también apuntan hacia lo mismo, este es un claro caso de un error que se ha
transmitido sin que nadie prestara atención a sus implicancias. Sin embargo,
hay una forma de entender este pasaje, sin forzar el sentido, sino haciéndolo
encajar con el texto y con el amor de Dios, mostrado a través de toda la Biblia.
Las palabras “sino para que las obras de
Dios se manifiesten en él” son las palabras griegas: alla hina phaneröthë tà erga tou theou en autö. Casi todos los
textos griegos tienen una misma lectura, así que no se trata de un error de
transmisión del texto. Para comprender dónde está el error debemos saber que el
verbo phaneroö (manifiesten) está
aquí en modo subjuntivo y que la palabra hina,
es una conjunción griega, que cuando se usa junto con un verbo griego en modo
subjuntivo, puede indicar que una cláusula presentará el propósito u objetivo
de algo, pero también puede estar presentándonos un mandamiento o el resultado
o consecuencia de una acción. Esto puede ser corroborado con los léxicos y
diccionarios de Friberg, Louw-Nida, Barclay-Neuman, entre otros.
La mayoría de los traductores bíblicos
conocían el uso de la conjunción hina,
y debían traducirla según su criterio y entendimiento. La doctrina de que Dios
tiene el control de todo lo que sucede, tanto bueno como malo y de que Él tiene
planeado cada detalle de nuestras vidas ha sido parte de la doctrina
tradicional del cristianismo durante cientos de años, y los traductores pasaron
esta influencia al texto. Es cierto que una forma posible de traducción de hina y el verbo subjuntivo es “para
que…”, pero también puede traducirse como un mandamiento, como se lo hace en
otros pasajes, por ejemplo, en Marcos leemos:
Marcos 5:23
y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija
está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.
Aquí las palabras “ven y pon” son las
palabras hina eltheön epithës. El
verbo “poner” (epitithemi) está en
modo subjuntivo junto con la partícula hina.
Si este pasaje se tradujera como cláusula de propósito diría: “…mi hija está
agonizando para que vengas y pongas las manos sobre ella…” Los traductores se
dieron cuenta, aquí, que esta no era la forma correcta de traducir este pasaje.
Sin embargo, no utilizaron el mismo criterio en Juan. Tomando este pasaje como
guía, podemos claramente darnos cuenta de que el versículo de Juan 9:3 debiera
haberse traducido como un mandamiento: “...manifestemos las obras de Dios en
él.” Entonces, el pasaje completo quedaría así:
Juan 9:1-3
(1) Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
(2) Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o
sus padres, para que haya nacido ciego?
(3) Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus
padres, pero [en vez de hacer preguntas infructuosas] manifestemos las obras de
Dios en él.”
En otras palabras, Jesús les estaba
diciendo, “no pecó ni él, ni sus padres, no importa por qué nació ciego, lo
importante es ver qué podemos hacer por él ahora.”
También existe la posibilidad de que hina sea traducida como cláusula de
propósito y aquí haya un problema de puntuación. Si colocamos la parte final
del versículo 3 como el principio del versículo 4 la traducción quedaría así:
Juan 9:3-4
(3) Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres.
(4) Pero
para que las obras de Dios se manifiesten en él me es necesario hacer las obras
del que me envió entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie
puede trabajar.
Esta es otra forma de resolver la aparente
contradicción del pasaje. En ambos casos lo que vemos es que Jesús no señaló un
culpable, sino que hizo énfasis en la necesidad de actuar, de hacer algo para
ayudar a esta persona. Los discípulos estaban poniendo su mente en el pasado,
en por qué pasó lo que pasó, Jesús les estaba mostrando el presente: qué se
puede hacer por esta persona. Dios no puso la ceguera a propósito en esta
persona, no fue el causante de la enfermedad, pero fue Quien dio la cura, a
través de Jesucristo. Este pasaje nos muestra que Dios da Su bendición a quien
lo necesita y lo pide, sin importar su pasado y las condiciones que lo llevaron
a estar en el estado en que está, este es el verdadero sentido de este pasaje,
lo cual concuerda con todo el mensaje general de la Biblia: Dios es amor y ama
a Su creación.
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