Génesis 1

En Honor a Su verdad

Un relato cronológico de la Creación


Comenzaremos leyendo el relato en Génesis 1, a lo largo de la lectura, veremos que este es el relato cronológico de la creación.

Génesis 1:1
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Aquí se nos dice que en el principio Dios “creó” los cielos y la Tierra. La palabra “creó” es la palabra hebrea bara, que es “traer en existencia algo que no existe”, “crear desde la nada” o “dar origen a algo”. En el principio del Universo, Dios trajo en existencia, dio origen, al cielo y a la Tierra.

Génesis 1:2
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

El doctor Arthur Custance, teólogo, antropólogo y erudito en lenguas muertas, dedicó su libro “Without form and Void” (Sin forma y vacía) al estudio de los primeros versículos de Génesis, especialmente el versículo 2. En su obra explica que la frase “y la Tierra estaba desordenada y vacía…” debiera traducirse como “pero la Tierra pasó a ser una ruina y una desolación”. Aquí no se explica específicamente cómo es que la Tierra llegó a estar en ruina y desolación, pero Dios no la creó así.

Antes de continuar, quiero que veamos ciertos pasajes de la Biblia que nos hablan acerca del gran Enemigo de Dios.

1 Pedro 5:8
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

1 Juan 3:8
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

Apocalipsis 20:2
Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

La Biblia nos muestra que Dios tiene un gran enemigo espiritual llamado “Diablo” (traducido es “Calumniador” o “Difamador”), “Satanás” (que significa “Adversario”), “Dragón” (nombre figurado que enfatiza su fiereza y poder) y “ la Serpiente antigua” (denotando lo rápido, certero y letal que son sus ataques), entre otros nombres.[1] Dios no ha revelado mucho, en la Biblia , acerca del origen del Adversario, ni de su caída. La Biblia dice que Dios es amor, por lo que no sería lógico pensar que el Adversario fue creado para oponerse a Dios y hacer maldad, sino que fue creado para amar y ser amado por Dios, pero se rebeló contra Dios.

Ezequiel 28:12-18 nos habla de un querubín (un ser espiritual) protector que estuvo en el Edén y en la presencia de Dios (el “santo monte” representa el lugar de encuentro con Dios). Aquí se dice que este querubín era perfecto en todos sus caminos desde el día en que fue creado hasta que se halló en él maldad. El versículo 17 nos dice que este querubín se enalteció a causa de su hermosura y corrompió su sabiduría (comenzó a utilizarla para el mal) a causa de su esplendor. Aunque la Biblia no dice específicamente que este querubín sea el Diablo mismo, es probable que lo sea. Pero aún si no lo fuera, nos muestra que los seres espirituales, tales como ángeles o querubines, fueron creados con capacidad de decidir, al igual que los hombres, y fueron creados para el bien, pero con la capacidad de hacer el mal.

¿Cómo un Dios de amor puede poner en Sus criaturas la capacidad para hacer lo malo? Esto se entiende a la luz de lo que es el amor. Para que en una relación exista el amor, debe existir la voluntad de amar. Si alguien me obliga a hacer cosas amenazándome de muerte con una pistola en mi cabeza, yo puedo obedecer o no, pero aún si obedezco, esa obediencia no sería por amor, sino por obligación, sólo cuando yo tengo la posibilidad de elegir es que puedo verdaderamente amar. Si Dios controlara a cada uno de sus seres como títeres, jamás podría existir la capacidad de amar. Si Dios exterminase a Sus criaturas ante la más mínima desobediencia, tampoco habría una relación de amor, la obediencia sería por temor a las consecuencias, el hecho de que Dios no extermine a cada una de Sus criaturas en el momento mismo de su rebelión es la forma de mostrar Su amor, dándole a los seres creados la posibilidad de ver lo perjudicial de sus decisiones para poder arrepentirse y volver a Dios.

Lo cierto es que Dios no creó al Adversario como un adversario, sino que él se tornó Adversario a Dios por su propia voluntad, y nunca ha querido cambiar su postura. Además, el Adversario ha reunido cierta cantidad de seres espirituales para luchar contra Dios, a los que la Biblia llama “demonios”, siendo el Adversario su gobernante (Mt. 9:33,34; 12:24-28). Estos demonios son también llamados “huestes espirituales de maldad” y tiene distintos niveles de autoridad (Efesios 6:12), tiene poder para realizar actos sobrenaturales (Ap. 16:14), pueden producir enfermedades en las personas (Lc. 8:2; 9:1; 13:32), pueden dar atributos sobrenaturales a las personas (Lc. 8:27-29) y desean ser adorados y servidos (Ap. 9:20). Muchos afirman que estos demonios fueron ángeles que estaban bajo el mando del Adversario y que cayeron junto con él. La Biblia dice que hay ciertos ángeles que pecaron que están encerrados en un lugar llamado tartaroo (traducido “infierno” en muchas versiones en español), que es una “prisión de oscuridad” y que allí estarán hasta el día del juicio (ver 2 Pe. 2:4 y Jud. 6), también nos dice que el “Dragón” tiene bajo su mando a ciertos ángeles (Ap. 12:7), sin embargo no nos dice específicamente que los demonios sean ángeles que pecaron o si son otro tipo de seres espirituales, pero lo cierto es que actúan en oposición a Dios y conforme a los designios del Adversario.

Ahora ¿cuándo es que el Adversario se rebeló contra Dios? Eso no lo sabemos con exactitud, ya que la Biblia no lo deja muy en claro, pero es muy probable que haya sido en el período de tiempo entre Génesis 1:1 y 2. La Tierra “pasó a ser” una ruina y desolación, así no la creó Dios y, ciertamente, no es muy probable que Dios mismo haya desecho Su propia creación. Quizá la explicación que mejor encaja en esta situación es que el Adversario se rebeló contra Dios durante el proceso de creación y, en su rebelión destruyó lo que Dios había creado hasta el momento, también es posible que la misma batalla entre Dios y el Adversario haya producido la ruina del mundo como consecuencia (como cuando el campo de batalla es destruido en una guerra entre dos países).

Sea lo que fuera que pasó entre Génesis 1:1 y 2, Dios saltea los detalles para concentrarse en lo importante: la reordenación del mundo.

Génesis 1:3
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Aquí es donde, por primera vez, se ve el poder de la “Palabra” de Dios. Cuando nosotros hablamos, nuestras palabras son sólo palabras, pero cuando Dios habla, Sus palabras son hechos.

Isaías 55:10-11
(10) Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
(11) así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Dios jamás pronuncia frases vacías, si habla, Sus palabras son hechos. Nada de lo que Dios dice son sólo “palabras”, siempre hay poder, hay acción, hay energía en Sus palabras, y esto lo vemos ya en los primeros versículos de la Escritura : Dios dijo y así fue.

Génesis 1:4-5
(4) Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
(5) Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Noten que lo primero que Dios hizo fue dar luz a la creación y separarla de las tinieblas. Dios dio luz a la creación aún antes de hacer las estrellas y el Sol (en el cuarto día) y creó el tiempo antes de crear los “separadores” del tiempo, ya que dice “fue la tarde y la mañana un día”. “Tarde y mañana” era una expresión hebrea que se refería al período laboral de un día, allí terminó el “día laboral” de Dios.

Una de las lecciones que se desprende de aquí es que lo primero que debiéramos hacer en nuestras vidas es traer “luz” para ver las cosas con claridad y así poder “ordenar” nuestras vidas adecuadamente. La Biblia nos dice que Dios es luz (1 Juan 1:5) y que Cristo es luz (Juan 12:26). Dios es luz por naturaleza, Cristo es luz porque manifestó la naturaleza y amor de Dios en su vida en forma completa, de modo que “iluminó” a las personas, dándoles entendimiento sobre quién es Dios, cuál es Su plan para la humanidad, cuán grande es Su amor, de dónde proviene el mal, cuál será su final, etc.

Conocer el propósito y plan de Dios para nuestras vidas, nos proveerá de la “luz” necesaria para alumbrar nuestras vidas y tener mayor claridad para todo lo que hagamos y emprendamos. Tener una relación con Dios, quien es Luz, nos proveerá diariamente de la luz que necesitamos para vivir vidas plenas, en la espera de la vida futura que Dios prometió (lo cual veremos más adelante).

Génesis 1:6-8
(6) Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
(7) E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión.  Y fue así.
(8) Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.

En estos versículos Dios separa una cierta cantidad de agua de otra cierta cantidad de agua. Entonces, quedó agua bajo los cielos y quedó agua sobre los cielos. Algunos estudiantes bíblicos postulan que esto puede significar que en los confines del Universo existe agua, o sea, que más allá de los sistemas estelares y las galaxias existe agua. Pero es posible que estas “aguas” que quedaron “sobre la expansión” hagan referencia a ciertos anillos de agua que existieron antes de los tiempos de Noé.

En Génesis 7:11 se nos dice, con respecto al momento en que comenzó el gran diluvio que inundó a la Tierra exterminando a la humanidad, que fueron abiertas las “compuertas” (en la NVI) o “ventanas” (en la RVA) de los cielos. Las aguas subieron quince codos, lo cual equivale a unos 7 metros , esto fue una gran cantidad de agua, no es la de una lluvia “torrencial” de las que hoy vemos de vez en cuando. Esto nos hace pensar en que quizá había una gran reserva de agua por encima de la atmósfera terrestre, esta sería una reserva de agua “sobre la expansión”, o sea, sobre el cielo terrestre.

Sin embargo, de haber habido toda una “esfera” de agua alrededor de la Tierra, como algunos sugieren, la Tierra habría sido un lugar bastante oscuro, ya que esa capa de agua no habría dejado pasar muchos de los rayos solares, además, las estrellas, normalmente no habrían podido verse desde la Tierra. El doctor Ernest Martin, en su libro “101 Bible secrets” (101 secretos bíblicos) da una explicación bastante lógica y probable, bíblicamente sustentada. La clave está en un pasaje en el libro de Job:

Job 38:8-15
(8)  ¿Quién encerró con puertas el mar,  Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
(9) Cuando puse yo nubes por vestidura suya,  Y por su faja oscuridad,
(10) Y establecí sobre él mi decreto,  Le puse puertas y cerrojo,
(11) Y dije: Hasta aquí llegarás,  y no pasarás adelante,  Y ahí parará el orgullo de tus olas?
(12)  ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
(13) Para que ocupe los fines de la tierra,  Y para que sean sacudidos de ella los impíos?
(14) Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,  Y viene a estar como con vestidura;
(15) Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,  Y el brazo enaltecido es quebrantado.

El pasaje habla sobre la creación de Dios, diciendo que Él “encerró con puertas el mar”. El versículo 8 nos dice que el mar tenía a las nubes por vestidura y tenía “por su faja oscuridad.” La palabra “oscuridad” es en hebreo araphel, que denota “densa oscuridad”, y la palabra para “faja” es chathullah, una palabra única en su uso. Esta “faja” (traducida “pañal” en algunas versiones) sólo se menciona aquí en toda la Biblia. Según explica el doctor Ernest Martin, en su libro “101 Bible Secrets”, (101 secretos bíblicos) esto nos está señalando que en algún tiempo en el pasado se veía una línea o faja negra sobre el mar, probablemente a causa de algo rodeando la Tierra que no dejaba pasar la luz del Sol.

El versículo 10 dice “y establecí sobre él mi decreto”. Pero el texto hebreo dice “y rompí mi decreto para ésta”. Dios quebrantó el decreto o límite que le había puesto, como consecuencia, tuvo que ponerle nuevos límites a esta, como se describe en la segunda mitad del versículo 10 y en el versículo 11, todo esto sucedió, como indica el versículo 13, cuando los impíos fueron sacudidos.

Como ya dije, varias versiones de la Biblia traducen “faja” como “pañal”, el pañal no cubre totalmente al bebé, sino que envuelve sólo una parte de él (de hecho, en aquella época un pañal era tan sólo una “faja” de tela). Esto nos da una idea de lo que era esta faja negra: era una faja de agua que rodeaba a la Tierra, un “anillo” de agua, ya sea en forma líquida o sólida, que rodeaba la Tierra, que pudo haber sido similar a los anillos de Saturno (que en gran parte están formados por agua en forma de partículas de hielo).

Hoy se sabe que no sólo Saturno tiene anillos, sino también Júpiter, Neptuno y Urano. De hecho, algunos científicos, incluso los que no creen en el relato bíblico, declaran que todos los planetas del sistema solar pueden haber tenido anillos a su alrededor en el pasado. Estos anillos habrían sido la fuente principal del agua del diluvio de la era de Noé.

Génesis 1:6-8
(6) Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
(7) E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión.  Y fue así.
(8) Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.

Es notorio el hecho de que Dios no relata, aquí en Génesis, la formación de cada planeta del sistema solar, ni tampoco da detalles sobre la creación de las estrellas y galaxias. El relato se centra en la Tierra, por lo que suena lógico que la separación de las aguas que vemos aquí haga referencia sólo a lo referente al planeta Tierra, y encajaría con la descripción de cómo Dios colocó una gran masa de agua en forma de anillo alrededor de la Tierra , aunque yo no podría afirmarlo con total seguridad.

Génesis 1:9-10
(9) Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
(10) Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.

Aquí vemos que la Tierra había quedado “hundida” en el agua, por lo que Dios tuvo que separar el agua hacia un lado, para dejar al descubierto la parte seca. Sabemos que la Tierra está compuesta por un 70% de agua, por lo cual, se puede comprender que pudo haber estado sumergida en esa agua.

2 Pedro 3:5 (RVA) nos dice que la tierra “…surgió del agua y fue asentada en medio del agua”. Esto concuerda con el relato de Génesis, la Tierra estaba hundida en agua y, por la Palabra de Dios “surgió” del agua y luego fue “asentada” en medio del agua.

Génesis 1:11-13
(11) Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.
(12) Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él,  según su género. Y vio Dios que era bueno.
(13) Y fue la tarde y la mañana el día tercero.

Luego de hacer surgir la Tierra desde el agua, Dios se encargó, en ese mismo día, de llenarla de árboles y plantas, y puso en éstos la capacidad de reproducirse según su género. La grandeza creativa de Dios no dejó nada librado al azar. Así como los mares no pasaban sus “límites” para inundar a la Tierra, las plantas no pasarían sus límites, para engendrar plantas fuera de su propio género.

Génesis 1:14-19
(14) Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
(15) y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
(16) E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
(17) Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
(18) y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
(19) Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.

Estos pasajes nos señalan que, a diferencia de lo que enseña la supuesta “ciencia evolucionista”, las estrellas y planetas son más jóvenes que la Tierra, fueron creados en el cuarto día. Es de notarse que todas estas “lumbreras” fueron creadas para la Tierra , la Tierra fue el centro del propósito de Dios en la creación del Universo. Además, recién ahora, en el cuarto día, Dios pone al Sol y la Luna como separación del día y la noche, y a las estrellas como señales. Esto quiere decir que hasta ese momento, la “luz” provenía de otra fuente, aunque no se menciona cuál, y, además, la división entre un día y otro día sólo estaba en la mente de Dios ya que no existían los astros que separaran entre día y día, ni que señalasen cuál era la tarde y la mañana (aunque es posible que la Tierra ya estuviera rotando en un giro de 24hs).  Esto quiere decir que Dios ya había prefijado la duración del “día,” e incluso de la tarde y la mañana, antes de poner en su lugar los “separadores” de las partes del día, esto es una fuerte razón para creer que los días de la creación son literales y no figurativos, como algunos sostienen. Además, casi todo el relato de la creación es literal, lo cual también apoya el concepto de “días” de creación literales.

Génesis 1:20-23
(20) Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
(21) Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
(22) Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
(23) Y fue la tarde y la mañana el día quinto.

En este quinto día Dios hizo a los animales acuáticos y aéreos, dejando lo terrestre para lo último:

Génesis 1:24-26
(24) Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes [el texto dice “reptiles”, es la misma palabra hebrea que se traduce “animal que se arrastra” en el siguiente versículo] y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
(25) E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
(26) Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,  en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

En este pasaje, algunos han interpretado que Dios tuvo cierta ayuda para la creación, esto es a causa del verbo “hagamos”. Sin embargo, es común en el uso idiomático hebreo usar lo que se denomina “plural de majestad”, que consiste en usar un verbo en plural, aún cuando se trate de una sola persona o ser la que realiza la acción, para enfatizar ese verbo y darle solemnidad a la frase. Todos los versículos previos dicen “creó Dios”, “hizo Dios” o “dijo Dios” y, súbitamente, este pasaje dice “hagamos”, esto es para que nos detengamos y leamos con atención lo que sigue.

Donde dice “…a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” E.W. Bullinger, en su “Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia” explica que aquí se usa la figura de dicción endíadis, que consiste en utilizar dos palabras relacionadas para expresar una sola idea, en este caso, “imagen” y “semejanza” expresan la idea de “a semejanza de nuestra imagen” o “conforme a una imagen semejante.”

La palabra “imagen”, es en hebreo demuwth, y su equivalente griego es eikon. Estas palabras se usan para describir tanto una imagen física, como una moral o espiritual. En este pasaje, esta “imagen semejante” está inmediatamente conectada con la autoridad: Dios dijo “…y señoree en los peces del mar…” La Biblia dice que Dios es Espíritu (Juan 4:24) y que es invisible (Col. 1:15; 1 Tim. 1:17; Heb. 11:27) por lo tanto, la “imagen semejante” en el hombre tiene que tener relación con Sus atributos espirituales, no es una imagen “física”.

Nos detendremos un momento en el relato para entender el concepto bíblico de “espíritu”.

En la Biblia la palabra “espíritu” es la traducción de la palabra hebrea ruwach, y del griego pneuma. Ambas palabras tienen el sentido de “fuerza invisible”. La palabra ruwach tiene el sentido primordial de “aire en movimiento”, es la palabra que comúnmente se traduce “aire” o “viento,” además de “espíritu,” también se traduce como “aliento,” “soplo,” etc. Al estudiar los usos de “espíritu”, tanto en el texto hebreo como en el griego, podemos ver que se llama “espíritu” a varias cosas diferentes.

La Biblia dice que Dios es Espíritu (Juan 4:24) y es llamado “Espíritu Santo” en muchos pasajes; Jesús, luego de la resurrección, es llamado “el Espíritu” (Ap. 2:7,11,17,29); el Adversario y sus demonios son llamados “espíritus” (Ef. 6:12; Mt. 12:43-47; Lc. 4:33; Hch. 16:16); a la vida del hombre se le llama “espíritu” (Gn. 6:17; 7:15,22; 25:8,17; Sal. 78:39: “soplo”); a los sentimientos, emociones, pensamientos, ánimo y al carácter humano se los llama “espíritu” (Gn. 26:35; 41:8; 45:27; Éx. 6:9; Núm. 5:14; 1 Sam. 1:15; Mt. 5:3; Lc. 10:21; Hch. 18:25). Básicamente, todo tipo de energía o fuerza invisible puede ser llamado ruwach o pneuma, por lo que hay que estar atentos al contexto para poder determinar claramente su uso.

Pero hay un uso especial de “espíritu” que analizaremos con más detalle. La Biblia habla de una clase especial de “espíritu” que es llamado “espíritu santo” (debido a que es un espíritu especial). También es llamado “espíritu de Dios” (o “espíritu de Jehová” en el Antiguo Testamento) porque proviene de Dios. En el Nuevo Testamento también se lo llama “espíritu de Cristo”, ya que Cristo lo distribuye y, además, este espíritu da a la persona la capacidad de tener una relación con Dios tal como la tuvo Cristo y de evidenciar en el mundo el mismo poder que manifestó Cristo.

Este espíritu santo, la Biblia declara que es un don de Dios (Hch. 2:38 y 10:45) o sea, es algo que Dios da. Hechos 1:8 dice que a través de este espíritu el hombre recibe poder, y Lucas 24:49 lo llama “poder desde lo alto”. En mi estudio “Filipenses 2:13 – La acción de Dios en el creyente” explico con más detalle el modo en que Dios actúa en una persona a través del espíritu santo. Pero brevemente diré que el espíritu santo es una especie de conexión directa con Dios que nos permite relacionarnos con Dios y, consecuentemente, manifestar Su sabiduría, Su poder, Su autoridad, Su amor y otros de Sus atributos.

Por ejemplo: En Éxodo 31:1-5 y en el 35:30 y 31 leemos que Dios puso Su espíritu en Bezaleel, y éste adquirió sabiduría e inteligencia en ciencia y en todo arte. En Jueces 14:6 vemos que el espíritu de Dios dio fuerza sobrehumana a Sansón para despedazar a un león con sus propias manos. En el versículo 19 dice que a través del espíritu de Dios mató a treinta hombres. En 2 Crónicas 20:14 leemos que Jahaziel recibió espíritu de Dios para hablar al pueblo sobre lo que acontecería en la batalla que se aproximaba y así tuvieran ánimo. Proverbios 1:23 nos dice que el espíritu de Dios nos hará saber Sus palabras; y 1 Corintios 2:9-16.

1 Corintios 2:9-10
(9) Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio,  ni oído oyó,  Ni han subido en corazón de hombre,  Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
(10) Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Aquí vemos que el espíritu santo nos conecta con Dios al punto de darnos a conocer lo profundo de Dios, en la medida en que amamos a Dios. La Biblia es un libro escrito para los que buscan a Dios y quieren conocerlo, pero las cosas profundas de Dios las llegan a comprender los que le aman, para el resto, la Biblia y toda doctrina espiritual de Dios es locura (como declaran los versículos siguientes).

Entonces, volvamos al relato en Génesis:

Génesis 1:26-27
(26) Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,  en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
(27) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Aquí vemos que Dios “creó” al hombre en una imagen semejante a la suya. Como expliqué al principio, “crear” (hebreo bara) es  “traer en existencia algo que no existe”, “crear desde la nada” o “dar origen a algo”. Aquello que era una imagen semejante a la de Dios en el hombre fue “creado”, no existía anteriormente, y no existían los “materiales” para hacerlo. Por lo tanto, podemos decir casi con total certeza que el “hombre” que fue creado a imagen y semejanza de Dios fue el espíritu santo, o naturaleza espiritual. Por medio de este espíritu el hombre estaría conectado con Dios y tendría también algunos atributos de Dios, como sabiduría, autoridad, poder, y también la capacidad de tener el carácter moral de Dios (lean Col. 3;8-10).

Vamos a adelantarnos unos capítulos para comprender mejor una realidad espiritual encerrada aquí:

Génesis 5:1-2
(1) Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.
(2) Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.

Noten cuidadosamente que dice que Dios “varón” (hebreo zakar) y “hembra” (hebreo neqebah) los creó y que llamó el nombre de ellos “Adán” (hebreo ‘adam, literalmente “humano” o “ser humano”). ¡Dios llamó a AMBOS “Adán”! No sólo al varón, sino que varón y mujer juntos formaban el “Adán”. “Adán”, en hebreo, es la palabra que se usa tanto para el nombre propio de Adán como para designar al hombre genéricamente, al “ser humano”. Literalmente, Dios llamó el nombre de ellos “hombre”, o “humano”.

Génesis 1:27 encierra el mismo concepto: Dios creó al “hombre” (hebreo ‘adam, literalmente “ser humano”) a Su imagen y semejanza y “varón” (hebreo zakar: “macho”) y “hembra” (hebreo neqebah) los creó. El “hombre”, el “Adán” espiritual estaba conformado por las dos partes: hombre y mujer. Dios es Espíritu, y no tiene sexo, por lo tanto, cuando creó el espíritu santo a Su semejanza, este espíritu no tenía sexo, el “Adán” (o “ser humano”) espiritual no tenía sexo, ambas partes, varón y mujer, conformaban un todo. Más adelante volveremos a este tema.

Génesis 1:28
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Básicamente, Dios le dio al hombre autoridad sobre todo lo que había en la Tierra: peces, aves y bestias representan a todo animal acuático, aéreo y terrestre. Adán y Eva tendrían autoridad sobre todo esto. Noten que Dios dio al hombre y la mujer la autoridad sobre todo lo creado, pero no de uno sobre el otro.

Génesis 1:29-30
(29) Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
(30) Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.

Esto nos indica que tanto el hombre como los animales fueron originalmente hechos para ser vegetarianos.

Génesis 1:31
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Aquí finaliza la obra creativa de Dios, vemos que Dios hizo una “revisión” de todo lo que hizo y le pareció “bueno en gran manera”, en otras palabras, le gustó cómo quedó Su obra.


[1] Algunos otros nombres y títulos dados al Enemigo de Dios son “Acusador de los hermanos” (Ap. 12:10); “Adversario” (1 Pe. 5:8, aquí la palabra griega significa “oponente legal,” “acusador”); “Destructor” (1 Co. 10:10, hebreo “apolión” en Ap. 9:11); “Beelzebú” y “príncipe de los demonios” (Mt. 12:24; Lc. 11:15; Mr. 3:22); “Belial” (2 Co. 6:15); “Engañador” (Ap. 12:9; 20:3); “el Maligno” (1 Jn. 5:19); “el dios de este mundo” (1 Co. 4:4); “homicida,” “mentiroso” y “padre de mentira” (Jn. 8:44); “Príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; 14:30; 16:11); “príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2); “el tentador” (Mt. 4:3; 1 Tes. 3:5).Ver más sobre este tema en: "¿Qué dice la Biblia acerca del Diablo y los demonios?"







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