Es conocido que la iglesia católica romana rinde
culto a santos y vírgenes y en ella se enseña a orar por asuntos específicos a
los santos e incluso tienen oraciones específicas dirigidas a la “virgen
María”. Otras religiones, tanto cristianas como no cristianas también realizan
este tipo de prácticas. Sin embargo, hay varias razones bíblicas por las cuales
podemos comprender que esta práctica no es conforme a la voluntad de Dios, sino
contraria a ésta:
(1) Tal como hemos visto en el punto anterior, los
muertos aún no han resucitado, todos (incluyendo a la virgen, los “santos”, los
profetas, apóstoles, etc.) están muertos y no resucitarán sino hasta que Cristo
venga. Por esta causa, orar o rendir culto a un santo no tiene ningún provecho,
porque estando muertos no pueden hacer nada.
(2) La
Biblia nos dice que el único MEDIADOR entre Dios y los
hombres es Jesucristo (1 Ti. 2:5), por lo tanto, intentar acceder a Dios por
medio de otro “mediador” (como la virgen y los santos) es una práctica que
demuestra ignorancia o incredulidad con respecto a lo que la Biblia enseña.
(3) La iglesia Católica Romana llama “santos” a determinadas
personas luego de muertas, según cómo haya sido su vida y conducta, pero la Biblia llama “santos” a los
creyentes cristianos mientras estos viven (Hch. 9:13; Ro. 1:7; 15:25,31; 1 Co.
1:2; 16:15; 2 Co. 1:1; Ef. 1:1,18; 3:5,18; 5:3; Fil. 1:1; Col. 1:2,26; 2 Ts.
1:10; He. 6:10; Jud. 1:3; Ap. 11:18). La condición de “santo” de una persona no
se debe a su conducta, sino al hecho de haber sido “santificados” al creer en
Cristo como Señor (1 Co. 6:11).[1]
(4) La iglesia Católica Romana insiste en que María
jamás tuvo relaciones sexuales y es una “eterna virgen”, pero la Biblia nos dice que Jesús
tenía varios hermanos, lo cual nos da la pauta de que María tuvo más hijos.
Además, las palabras de Jesús en la ocasión en que María fue a buscarlo nos dan
a entender de que María estaba desviada de la voluntad de Dios en esa ocasión:
Mateo 12:47-50 (RV-1960)
(47) Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están
afuera, y te quieren hablar.
(48) Respondiendo él
al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?
(49) Y extendiendo su
mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.
(50) Porque todo aquel
que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y
hermana, y madre.
Lucas 8:20-21 (RV-1960)
(20) Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están
fuera y quieren verte.
(21) El entonces
respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de
Dios, y la hacen.
Si María y los hermanos de Jesús hubiesen estado
andando conforme a la voluntad de Dios, Jesús no tendría razón para referir
estas palabras. Su respuesta nos da a entender que en ese momento María no
estaba haciendo la voluntad de Dios. Esto nos muestra la humanidad de María.
Todo ser humano es pecador y María no fue la excepción. Ella fue obediente al
ofrecerse para dar a luz a Jesús y criarlo mientras era un niño, pero eso no
significa que ella haya sido “perfecta” y sin pecado, porque toda la humanidad
está sujeta a pecado (Ro. 5:12). María no es una mujer “inmaculada”, tal como
la hacen ver. Sin duda fue una mujer excepcional que dejó un gran ejemplo, pero
no hay que elevarla a la categoría de una divinidad.
Más allá de esto, María murió y no hay ningún indicio
de que esté viva, ni mucho menos de que esté “intercediendo” entre Dios y la
humanidad porque, como ya vimos, todos los muertos están muertos y existe sólo
un mediador entre Dios y los hombres y ese es Jesucristo.
(5) En el primer mandamiento dado a Israel Dios mandó
expresamente a no hacer imágenes:
Deuteronomio 5:7-9 (N-C)
(7) No tendrás mas Dios que a mí.
(8) No te harás
imagen esculpida de cuanto hay arriba en los cielos, ni abajo sobre la tierra,
ni de cuanto hay en las aguas, más abajo de la tierra.
(9) No las adorarás
ni las darás culto, porque yo, Yahvé, tu Dios, soy tu Dios celoso, que castigo
la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de
los que me aborrecen
He citado aquí una Biblia católica para mostrar que en
sus propias Biblias se lee claramente que lo que ellos practican es contrario a
la voluntad de Dios. Este mandamiento es muy claro, Dios no quiere imágenes de
nada que exista “arriba en los cielos, ni abajo sobre la tierra”. ¡Pero esto es
lo que vemos por todas partes! Las iglesias católicas están llenas de este tipo
de imágenes que Dios mismo mandó a no hacer. Aún si suponemos que los “santos”
muertos y la “virgen María” están “en el cielo con Dios”, hacer imágenes de
ellos sería hacer imágenes de algo que está “arriba en los cielos”, aquello que
Dios expresamente prohibió.
Por todo lo visto, queda claro que la Biblia no sólo no nos
enseña a orar a santos y vírgenes, sino que lo prohíbe expresamente. Si bien
éstos están muertos y ya nada pueden hacer, lo cierto es que este tipo de
prácticas dan lugar a que el Diablo pueda avanzar con su engaño. Él puede
conceder a una persona aquellas cosas que ha pedido a determinado santo y así
“atrapar” a la persona en el culto a un santo y distraerla totalmente de su fe
en Dios. Muchas personas hoy creen más en la ayuda de un santo que de Dios
mismo, ¡como si Dios estuviera muy ocupado y muy distante como para atender los
asuntos de la humanidad!
Cuando es analizada la historia de la búsqueda
espiritual del ser humano, notamos que el ser humano siempre que estuvo alejado
del Dios verdadero, el Padre del Señor Jesucristo, ha buscado sustitutos para
suplir sus necesidades. Así como los griegos, romanos y otras culturas creían
en diversas divinidades que atendían a distintas necesidades (como el dios de
la guerra, el dios del vino, la diosa de la fertilidad, etc.), hoy en día parte
del cristianismo ha adoptado esa misma fe y la ha “camuflado” bajo el culto a
los santos (existe un santo que da trabajo, uno que protege, otro al que se le
pide por una pareja, etc.) Como cristianos, debemos conocer la Palabra de Dios
transmitida en las Escrituras y estar atentos a todo este tipo de engaños que
sutilmente se infiltran en nuestras comunidades hasta contaminar todo a su
alrededor.
[1] Noten
que en los versículos citados Pablo llama “santos” incluso a aquellos
cristianos que estaban andando erróneamente, como los creyentes de la Iglesia de Corinto y
Galacia, a quienes Pablo reprende y corrige.
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