“Fe” en el Nuevo Testamento

En Honor a Su verdad



Hebreos 11:6 – “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”


Hemos visto que, en el Antiguo Testamento, el significado primordial de la palabra hebrea emuwnah es “firmeza” o “fidelidad”, palabras que guardan cierta relación, ya que la fidelidad es la firmeza y constancia para seguir ciertas instrucciones y órdenes. Un empleado fiel, por ejemplo, es aquél que sigue las instrucciones de su jefe con exactitud, y lo hace constantemente a lo largo del tiempo que permanece como empleado. Del mismo modo, un hombre fiel a Dios es aquél que obedece a Dios en todo aquello que él manda u ordena.

A continuación estudiaremos la palabra griega pistis. Que, como veremos, tiene un sentido más amplio que emuwnah, pero no muy diferente.

Como ya dije, la palabra griega pistis: significa primordialmente: confianza, firme persuasión, convicción acerca de algo, creencia, fidelidad; y es la palabra que en la Septuaginta[1] se usa como equivalente a la palabra hebrea emuwnah.

El verbo relacionado con pistis es pisteuo, que significa “confiar, creer, estar persuadido o convencido de algo, pensar que algo es verdadero, ser fiel.”

Para comprender mejor las diferencias entre emuwnah y pistis, será de ayuda comprender algunas diferencias entre la mentalidad hebrea y la griega. Las evidencias históricas y lingüísticas demuestran que los hebreos tenían, por naturaleza, una mentalidad muy práctica y poco filosófica, a diferencia de los griegos, quienes tenían una mentalidad mucho más intelectual y teórica. Esta mentalidad se ve reflejada en el lenguaje y el uso de las palabras. Por ejemplo, para un griego el “alma” y el “cuerpo” eran dos partes diferentes de un ser. El cuerpo era la entidad física y el alma aquella fuerza invisible que lo mueve, pero para la mentalidad hebrea alma y cuerpo eran una misma cosa. Otro ejemplo tiene relación con el “nombre”; para un hebreo el nombre y la persona eran una misma cosa, inseparable, entonces, al hablar del “nombre” de Jehová, se referían a Dios mismo. Esto se ve, por ejemplo, en Salmos 103:1, donde David dice: “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre”. En este pasaje David repite una misma verdad declarándola de dos formas diferentes, ya que en la mentalidad hebrea el “alma” equivale al “ser” y el “nombre de Dios” equivale a “Jehová” mismo, son inseparables. Entonces, siempre que se estudia la Biblia, es necesario tener en cuenta estas diferencias en cuanto a la mentalidad hebrea y griega.[2]

Esta diferencia en el modo de percibir las cosas afecta también al modo de ver la “fe” del hebreo y del griego. En la mentalidad práctica del hebreo, la “firme convicción” era evidenciada en las acciones, ambas cosas eran inseparables, por eso vemos que emuwnah contiene tanto la convicción interna como las acciones externas. Para la mentalidad del hebreo no podría haber “fe” si no hay acciones que demuestran esa “fe”. Sin embargo, en su mentalidad más intelectual y filosófica, el griego separaba el aspecto teórico de la fe (la “confianza o convicción interna”) del aspecto práctico (la acción obediente o la “fidelidad” demostrada en los hechos).

Por eso es que “fe”, en el Nuevo Testamento, puede significar:  “firme persuasión”, “convicción”, “confianza” o “creencia” (cosas que son internas); o también: “fidelidad” u “obediencia” (que se manifiesta externamente).

De hecho, algunos de los hombres que trabajan en traducciones multilingües de la Biblia comentan que en muchos idiomas y dialectos no tan desarrollados una misma palabra se traduce “hacer” y “tener fe.”

Lo que veremos en las Escrituras es que una “fe” interna que no es evidenciada por acciones externas no es verdadera fe delante de Dios. Su Palabra nos mostrará que la fe debe ser evidenciada en nuestras acciones. También veremos que la palabra pistis y el verbo pisteuö pueden ser utilizados en un sentido general o uno particular, que debemos aprender a distinguir para evitar confusiones. Además veremos que pistis puede significar, por el uso de la figura de dicción metonimia, “aquello que es el objeto de fe, fidelidad, confianza, obediencia o persuasión”, por lo que puede tener el sentido de “la verdad de Dios”, “la Palabra de Dios” o “el evangelio de Dios”, entre otros.

Comenzaremos en Hebreos:

Hebreos 11:6
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Este pasaje claramente nos dice que la fe es imprescindible para agradar a Dios, porque, lógicamente, es necesario creer que Dios existe, pero además, es necesario creer que Dios es galardonador de los que le buscan. Si yo creyera que Dios existe, pero que es un Dios cruel, despiadado o indiferente, difícilmente me esforzaría en buscarlo y conocerlo. Pero si entiendo que Dios es un Dios de amor, un Dios bondadoso y un Dios que va a recompensar mis esfuerzos, voy a tener el incentivo necesario para poner lo mejor de mí para conocerlo y obedecerlo.

A ningún empleado le gusta servir a un jefe que lo trata mal y le paga poco. Pero si su jefe es bueno y paga bien, y recompensa con generosidad los esfuerzos de los empleados, va a trabajar con mucha dedicación y esfuerzo. Por eso, el primer requisito para tener la “fe” bíblica es conocer la naturaleza de amor de Dios.

Luego de entender que Dios es amor (1 Jn. 4:10, 16), que ama inmensamente a la humanidad (Jn. 3:16), que desea el bien para nosotros (Dt. 10:13) y que Su amor excede los límites de nuestro entendimiento (Ef. 3:19) tendremos el incentivo necesario para poder emprender un camino de fidelidad y obediencia a Él.





[1] La “Septuaginta” es una traducción al griego del texto hebreo del Antiguo Testamento, que fue hecha por aproximadamente 70 escribas judíos en la época de Alejandro Magno.
[2] Si desea estudiar en profundidad las diferencias de mentalidad de distintas culturas y cómo afecta esto al lenguaje recomiendo que lea el libro: Noah’s Three Son’s(Los tres hijos de Noé), de Arthur Custance.









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