El mayordomo infiel

En Honor a Su verdad

Una advertencia contra aquellos que negocian con la gracia de Dios


Introducción


Lucas 16:1-12 (RVA)[1]
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
(3) Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’
(8) “Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.
(9) “Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas.
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

He leído muchas veces este pasaje de las Escrituras, pero con el tiempo, en la medida que he estudiado y pensado este texto, orando a Dios por entendimiento, he descubierto (con la ayuda de Dios) que estos versículos contienen una verdad bastante profunda, que quizá no ha sido correctamente comprendida por la mayoría de los cristianos. Si bien ya expliqué algo sobre este texto en mi estudio “Eras y administraciones en la Biblia”, quisiera ahora volver a enseñar sobre éste con otro enfoque.

Como veremos, esta parábola de Jesús nos fueron una predicción acerca de cómo los líderes religiosos de Israel iban a perder la capacidad para administrar los mandamientos de Dios al pueblo y, a su vez, es una advertencia contra aquellos que utilizan la gracia de Dios y la Palabra de Dios para negociar y obtener dinero, honra, respeto y autoridad. Como hijos de Dios, debemos estar atentos y no aceptar como doctrina nada que no sea la gracia y verdad que Dios nos ha dado.

Juan 1:17-18 (RVA)
(17) La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
(18) A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Moisés recibió de parte de Dios la ley, recibió mandamientos y normativas que servían de guía para conocer la voluntad de Dios. Lo que Moisés recibió lo recibió por gracia, y la Palabra que recibió era verdad, sin embargo, este texto nos dice que “la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo”. Esto no quiere decir que Dios le mintió a Moisés, lo que se quiere enfatizar es el hecho de que Jesús trajo un entendimiento mucho más profundo sobre la gracia y la verdad de Dios, algo que jamás pudo conocerse a través de la ley que fue dada a Moisés. Jesús, con sus obras, dio a conocer de un modo nunca antes visto el gran amor de Dios para la humanidad y Su deseo de salvación para todos. Jesús dio a conocer a Dios al hacer siempre Su voluntad, de este modo, el trajo un entendimiento mucho más profundo de la gracia y la verdad de Dios.

A mucha gente le encanta oír enseñanzas sobre la gracia de Dios y les encanta hablar sobre la gracia de Dios, sin embargo, no prestan mucha atención a la verdad de Dios, pero para poder realmente vivir en la gracia de Dios, el cristiano debe conocer la verdad de Dios:

2 Juan 1:3 (RVA)
La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con nosotros en verdad y amor.

Aquí Juan dice que la gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios y de Jesucristo estarán con nosotros “en verdad y amor”. Si no conocemos la verdad de Dios y no nos conducimos con verdadero amor, no podremos aprovechar completamente la gracia, misericordia y paz que Dios tiene para nosotros. Dios es un Dios que siempre extiende Su gracia y misericordia en las personas, sin embargo, Él limita o despliega Su poder y acción en nuestras vidas conforme a cómo nos conducimos. Si nuestra conducta es conforme a Su verdad, Él extenderá más de Su gracia, misericordia y paz a nuestras vidas, pero ¿cómo conducirse correctamente sin conocer Su verdad? ¿Cómo podremos andar en amor si ni siquiera sabemos qué es el verdadero amor? ¿Cómo podemos amar como Dios ama si no sabemos cómo es Su amor?

Sin el conocimiento de la gracia de Dios no es posible desarrollar la clase de andar que Dios desea que tengamos, pero también, sin la práctica del amor de Dios, no podremos avanzar en nuestro entendimiento de Su gracia y Su verdad. Por esta causa, debe haber un equilibrio en nuestras vidas entre la verdad de Dios que conocemos y la gracia y amor que practicamos, de este modo, podemos ser dignos hijos de nuestro Padre celestial y fieles sirvientes de nuestro Señor Jesucristo.


¿En qué consiste la “salvación”?


Antes de adentrarnos en el tema del mayordomo infiel, creo necesario hacer un recorrido por algunos temas clave de las Escrituras. Uno de los puntos de mayor controversia entre los cristianos es el de la “permanencia” de la salvación. Un grupo de cristianos enseñan que la salvación de Dios es permanente, mientras que otro grupo cree que si se cometen pecados se puede dejar de ser salvo.

Los fieles creyentes de Berea no aceptaban todo lo que se les enseñaba por el solo hecho de tener un “gran maestro” frente a ellos, sin importar quién les estaba presentando las Escrituras, ellos la leían e investigaban para constatar que lo que se les enseñaba realmente estaba escrito y no era invención humana (Hch. 17:10-12). Del mismo modo, nosotros no debemos aceptar las palabras de los hombres, por más “títulos” que éstos nos presenten, sino que debemos orar a Dios por sabiduría y luego leer atentamente en las Escrituras, estudiarlas, pensarlas y usar nuestra lógica y razonamiento para comprender su mensaje. Esto intentaremos hacer con el tema de la salvación, veremos qué nos dicen las Escrituras y en base a eso trataremos de establecer la doctrina.

Antes de hablar acerca de si se puede perder o no la salvación, deberíamos comprender qué es la salvación.


La palabra griega que en la Biblia se traduce como “salvar” en sözö, y la palabra derivada que se traduce “salvación” es sötëria. Sözö significa “salvar, liberar, sanar, preservar de un daño, restaurar, hacer completo”, mientras que sötëria significa “salvación, liberación, restauración, posición en la que se está preservado del daño o pérdida”. La palabra “salvación”, entonces, nos transmite el sentido de ser liberado de un mal y ser puesto en un lugar seguro y a salvo de ese mal.

En las Escrituras, la palabra “salvación” puede referirse a una salvación física, mental o espiritual. En el campo físico se refiere a ser liberado de una enfermedad física y recibir una restauración física, o puede referirse a ser puesto a salvo de un mal físico que atenta contra nuestra vida; en el plano mental sería recibir liberación de pensamientos que nos aprisionan y nos dañan; en el campo espiritual puede referirse a liberar a una persona de demonios o algún otros males espirituales que afectan a su vida y ponerla a salvo de estos. Por ejemplo:

Mateo 9:20-22 (RVA)
(20) Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
(21) porque ella pensaba dentro de sí: “Si solamente toco su vestido, seré sanada.”
(22) Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: —Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fue sanada desde aquella hora.

Las palabras traducidas como “sanada”, en el versículo 21 y “salvado” y “sanada”, en el versículo 22, todas tienen su raíz en la palabra griega sözö. Aquí esta mujer fue liberada de un mal físico, aunque la Biblia no lo dice, quizá este mal físico era producido por algún ente espiritual maligno (un demonio), de ser así, esta mujer fue liberada físicamente y espiritualmente. Pero, además, sabemos que las enfermedades producen presión mental, por lo cual esta mujer también recibió una liberación mental.

Mateo 8:23-26 (RVA)
(23) El entró en la barca, y sus discípulos le siguieron.
(24) Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar que las olas cubrían la barca, pero él dormía.
(25) Y acercándose, le despertaron diciendo: —¡Señor, sálvanos, que perecemos!
(26) Y él les dijo: —¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza.

Aquí vemos que cuando los discípulos pidieron a Jesús que los salve (en griego sözö) de una fuerte tormenta. Jesús reprendió a los vientos y al mar y la tormenta cesó. Los discípulos fueron “salvados” de la tormenta, o sea, fueron puestos a salvo por Jesús y no sufrieron daño.

Lucas 8:26-36 (RVA)
(26) Navegaron a la tierra de los gadarenos, que está frente a Galilea.
(27) Al bajarse él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, el cual tenía demonios. Desde hacía mucho tiempo no había llevado ropa, ni vivía en una casa, sino entre los sepulcros.
(28) Pero cuando vio a Jesús, exclamó, se postró delante de él y dijo a gran voz: —¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!
(29) Porque Jesús había mandado al espíritu inmundo que saliera del hombre, pues se había apoderado de él desde hacía mucho tiempo. Para guardarlo, lo ataban con cadenas y con grillos, pero rompiendo las ataduras era impelido por el demonio a los desiertos.
(30) Jesús le preguntó, diciendo: —¿Cómo te llamas? Y él dijo: —Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él;
(31) y le rogaban que no los mandase al abismo.
(32) Había allí un hato de muchos cerdos que pacía en la montaña; y le rogaron que les dejase entrar en aquéllos, y él les dio permiso.
(33) Cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.
(34) Los que apacentaban los cerdos, al ver lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos.
(35) Y salieron a ver lo que había acontecido. Fueron a Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
(36) Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado aquel endemoniado.

En el versículo 36, nuevamente tenemos al verbo griego sözö traducido como “salvado”. En este caso, Jesús liberó a este hombre de un grupo de demonios que se habían apoderado de él. Jesús liberó a este hombre y lo puso a salvo de los demonios, esto es lo que nos transmite la palabra griega sözö.

Los ejemplos son muchísimos, pero lo que quiero que se entienda es que la palabra sözö transmite la idea conjunta de liberación, sanidad, rescate, restauración y ser puesto en un lugar seguro, resguardado del peligro o de aquello que puede hacer daño. Hemos visto que la “salvación” puede referirse a una liberación, restauración y resguardo en el plano físico, mental y espiritual, pero veremos el aspecto más importante de la salvación, que se refiere a ser salvo de los efectos del pecado y de la corrupción que hay en la creación.

Mateo 1:18-21 (RVA)
(18) El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo.
(19) José, su marido, como era justo y no quería difamarla, se propuso dejarla secretamente.
(20) Mientras él pensaba en esto, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que ha sido engendrado en ella es del Espíritu Santo.
(21) Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

Aquí un ángel de Dios le dijo a José que su esposa María tendría un hijo, de nombre Jesús, el cual “salvará a su pueblo de sus pecados”. Jesús es el hombre que Dios designó para salvar a Su pueblo de los pecados. Pero ¿qué significa ser salvo del pecado?

Romanos 1:16-18 (Mi traducción)[2]
(16) Porque NO estoy-avergonzado de la buena-noticia, porque es poder de DIOS para salvación de todo el que está-creyendo, del judío primero y también del griego;
(17) porque en ésta está-siendo-revelada una justicia de DIOS desde fe hacia fe, como ha-sido-escrito: “Mas el justo desde fe vivirá”.
(18) Porque está-siendo-revelada una ira de DIOS desde el cielo sobre toda irreverencia e injusticia de hombres que están-deteniendo la verdad con injusticia,

En estos versículos el apóstol Pablo nos dice que la buena noticia (o “evangelio”) de Dios es poder de Dios para salvación a todo el que está creyendo. La buena noticia de Dios revela (da a conocer) una justicia de Dios que se recibe por fe, pero también da a conocer la ira que Dios aplicará en el futuro sobre todo aquél que es irreverente (que no respeta a Dios) o injusto (conoce a Dios pero no le obedece). En estos dos versículos Pablo resume casi todo su mensaje, diciendo que todos los que creen serán salvados y todos los que son irreverentes o injustos sufrirán la “ira” de Dios.


Romanos 2:6-11 (Mi traducción)
(6) “QUIEN retribuirá a-cada-uno conforme a sus ·obras”.
(7) Por-un-lado, a los que con paciencia de obra benéfica están buscando gloria y honor e incorruptibilidad, dará la vida de-la era futura,
(8) pero, a los que buscan su propio bien basados-en una corrupta-ambición-egoísta y están-rehusándose-a-ser persuadidos por la verdad, a-la-vez-que están-siendo persuadidos por la injusticia, les hará sentir SU ira y furia;
(9) opresión y estrechez habrá sobre toda alma de hombre, sobre todo aquél que está-realizando lo malo, sobre el judío primero y luego sobre el griego,
(10) pero gloria y honor y paz tendrá todo el que se-ocupa-en-hacer lo que es benéfico, el judío primero y luego el griego,
(11) porque NO hay acepción-de personas delante-de ·DIOS.

La justicia de Dios requiere que Dios juzgue a cada uno conforme a sus obras y premie las buenas obras y castigue las malas obras. El premio de Dios para los justos es “vida de la era futura”[3], lo cual significa vivir para siempre en el reino futuro que Dios instaurará en la Tierra (Ap. 22:1-3). Pero los que actúan egoístamente y no reconocen a Dios como Dios, respetándole y obedeciéndole, recibirán la “ira y furia” de Dios. Ellos tendrán “opresión y estrechez” y serán totalmente destruidos, y no podrán vivir en el futuro paraíso (Ap. 6:12-17; 22:8).

Ahora bien ¿quiénes son los que recibirán la ira de Dios? Y ¿qué hay que hacer para mantenerse “a salvo” de esta ira y vivir en el reino futuro?

Levítico 18:4-5 (RVA)
(4) Pondréis por obra mis decretos y guardaréis mis estatutos para andar en ellos. Yo soy Jehovah vuestro Dios.
(5) Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis decretos, los cuales el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Yo, Jehovah.

Dios dio a Moisés una serie de leyes, decretos y estatutos que debían cumplir para por ellos vivir. Sin embargo es imposible cumplir perfectamente todas las leyes de Dios, por esta causa, Pablo dice:

Romanos 3:10-20 (Mi traducción)
(10) como ha-sido-escrito, que: “NO hay justo, ni uno,
(11) NO hay quien esté-entendiendo, NO hay quien esté-buscando a ·DIOS
(12) todos se apartaron, juntos fueron-inutilizados; NO hay quien esté-haciendo benevolencia ¡NO hay siquiera uno!
(13) Sepulcro que-ha-sido-abierto es su ·garganta, sus ·lenguas engañan, veneno de áspides hay bajo sus ·labios.
(14) cuya boca está-llena de maldición y amargura
(15) filosos están sus ·pies para derramar sangre.
(16) Destrucción y miseria hay en sus ·caminos,
(17) y camino de paz NO conocieron.
(18) NO hay temor de DIOS frente-a sus ·ojos.”
(19) Pero estamos-comprendiendo que todo-aquello que la ley de DIOS está-diciendo, se lo está-diciendo a los que están en la ley de DIOS para-que toda boca sea-impedida de defenderse y llegue-a-ser condenable todo el mundo delante de ·DIOS,
(20) ya-que desde obras requeridas por la ley de DIOS NO será-tratada-como-justa toda carne ante ÉL, porque mediante la ley de DIOS sólo tenemos un conocimiento-correcto del pecado.

En mi traducción he escogido traducir la palabra griega dikaioö, como “tratado como justo”, otras versiones traducen “justificado”, “declarado justo” o “considerado justo”. El sentido de esta palabra es el de recibir el pago de una persona justa aún sin serlo. Para ejemplificarlo, digamos que alguien me contrata para hacer un arreglo en su casa, luego comienzo a hacer el trabajo, pero no lo termino. Sin embargo, otra persona va a esa casa, termina el trabajo y le dice al dueño: “el pago dáselo a Pablo”. Siendo así, yo recibiría el pago completo por un trabajo que yo no terminé, o sea, cobré por algo que no merezco a causa de que quien merecía el pago decidió transferírmelo a mí. Esto es “ser tratado como justo”, que es el sentido de la palabra griega dikaioö. En cuanto al arreglo de la casa, yo sería “justo” para recibir el pago si hubiese terminado el trabajo, como no lo terminé, no puedo ser llamado “justo”, no es “justo” que se me pague por todo el trabajo, sin embargo, al recibir un pago completo, puedo decir que esto siendo “tratado como justo”, al darme todo el dinero me están tratando como si yo hubiese terminado el trabajo, y esto se debe al hecho de que alguien fue y terminó el trabajo por mí y decidió que yo recibiera el pago.

En las Escrituras, ser “justo” significa hacer todo lo requerido por Dios para poder recibir lo que podríamos llamar “el gran premio”, que es vivir para siempre en el paraíso futuro. Para poder recibir este “pago” de parte de Dios, una persona debería vivir la vida sin jamás cometer un solo pecado. Esto es imposible para cualquier ser humano, a causa de esto, nadie puede ser considerado “justo”, y nadie podría recibir vida perpetua en la era futura. Dios sabía que nadie podría cumplir Sus requerimientos, por esta causa, estableció un modo de que el ser humano obtuviera el “pago” sin merecerlo: alguien debía “terminar el trabajo” y decidir repartir su botín con el resto. Esto es lo que hizo Jesús. Jesús fue creado con una mente moral limpia, sin deseos de pecado, él podía ser tentado por sus cinco sentidos, pero no tenía impulsos internos para pecar como tenemos el resto de los humanos. Por esta causa, él sí pudo cumplir los requerimientos de Dios para ser justos. Habiendo cumplido todos los requerimientos de Dios, Jesús merecía vivir perpetuamente y jamás sufrir ningún daño, sin embargo, él decidió entregar su vida y ser horrendamente torturado para así “pagar” por nuestros pecados y darnos la posibilidad de recibir la vida de la era futura aún sin merecerlo.

A causa del sacrificio que Jesús hizo, Dios ahora puede, con justicia, otorgar vida de la era futura a todos aquellos que creen en Jesús como Señor. Esto es lo que significa “ser tratados como justos por fe”, quiere decir que por creer en Cristo como Señor y creer en la obra de redención que Dios hizo en Cristo, nosotros recibimos algo por lo cual no podríamos pagar jamás con nuestras obras: vida perpetua en el reino paradisíaco que Dios va a establecer en la Tierra en el futuro.

Romanos 3:21-26 (Mi traducción)
(21) Pero ahora ha-sido-manifestada una justicia de DIOS separada de la ley de DIOS, (aunque ésta está-siendo-testificada por la ley de DIOS y los escritos de los profetas),
(22) o-sea, una justicia de DIOS mediante la fe de Jesucristo para todos los que están-creyendo, porque NO hay diferencia entre los judíos y el resto,
(23) porque todos pecaron y están-siendo-excluidos de la gloria de ·DIOS.
(24) Sin embargo, están-siendo-tratados-como-justos gratuitamente esto es, por SU ·gracia, mediante la redención, la recibida en Cristo Jesús;
(25) a Quien planeó, ·DIOS, como el sacrificio del propiciatorio, mediante la fe en Su ·sangre, para que sea una evidencia de SU ·justicia en aquel tiempo (a-causa-de la suspensión del juicio sobre los actos-pecaminosos previamente-cometidos, en la clemencia de ·DIOS),
(26) y para que luego sea la evidencia de SU justicia en la temporada presente, para ÉL ser visto como justo y QUIEN está-tratando-como-justo a aquél que vive desde la fe de Jesús.

Por medio de Jesús, Dios hizo disponible una forma de alcanzar la vida en la era futura que no depende de cumplir perfectamente Su ley, sino que consiste en tener fe en Jesucristo y en lo que él hizo por nosotros. De este modo, Dios demuestra Su gran amor por la humanidad y Su deseo de que todos tengan vida en la era futura.

El versículo 23 nos dice que “todos pecaron y están siendo excluidos de la gloria de Dios”. Previamente habíamos visto, en Mt. 1:21, que Jesús vino para “salvar” al pueblo de sus pecados. Aquí podemos comenzar a comprender qué significa ser “salvados” de los pecados. Nuestros pecados nos dejan excluidos de la gloria de Dios, nos imposibilita el acceso a Dios y nos impiden alcanzar la vida perpetua en la era futura. Ser “salvos” del pecado significa ser rescatados de sus efectos, implica ser restaurados en nuestra relación con Dios y tener acceso a Su gloria.

Romanos 5:6-10 (Mi traducción)
(6) Porque Cristo, aún siendo nosotros débiles, aún así, en temporada pereció por los irreverentes.
(7) Ya-que difícilmente a-favor-de un justo perecerá alguno, porque por el bueno quizá alguno también se-atreva a perecer.
(8) Pero ·DIOS está-exponiendo la grandeza de SU ·amor hacia nosotros; ya-que aunque nosotros somos pecadores, Cristo pereció por nosotros.
(9) Por-lo-tanto, mucho más ahora, después de que ya fuimos-tratados-como-justos en Su ·sangre, mediante Él seremos-salvados de la ira;
(10) porque si siendo enemigos hemos-sido-reconciliados por ·DIOS mediante la muerte de SU ·Hijo, mucho más, si ya hemos-sido-reconciliados, seremos-salvados de la ira en Su ·vida.

Cristo murió por los irreverentes (los que no creen en Dios o no le respetan como tal). Además, él también dio su vida por los pecadores (aquellos que aunque creen y respetan a Dios no le obedecen en todo). Por la obra de Cristo, dice Pablo en los versículos 9 y 10, seremos “salvados” de la ira. Jesús logró que por medio de la fe en él nosotros seamos rescatados de la ira de Dios, en otras palabras, al creer en Jesús somos puestos en un lugar seguro, a salvo de la ira de Dios y los daños que eso traerá.

Romanos 5:18-19 (Mi traducción)
(18) Por-lo-tanto, consecuentemente, así-como mediante una infracción vino el juicio hacia todos los hombres, resultando en condena, así también, mediante un cumplimiento del justo-requerimiento de DIOS, vino el regalo hacia todos los hombres, resultando en justificación de vida.
(19) Porque así-como mediante la desobediencia de ·un hombre los muchos fueron-puestos-en-posición-de pecadores, así también, mediante la obediencia de ·uno, los muchos serán-puestos-en-posición-de justos.

Aquí vemos que fue una sola infracción, un solo acto de desobediencia (de Adán) el que trajo juicio para condena a toda la humanidad, por eso, es justo que Dios pueda otorgar justificación de vida a las personas luego de un acto de perfecta obediencia (la vida de Cristo). La ruina de la humanidad no se produjo por el pecado acumulado de todos los seres humanos que han vivido, todo lo contrario, los pecados de las personas se produjeron por el hecho de que la humanidad quedó arruinada a causa de un solo acto de desobediencia: el que cometió Adán. Por un solo acto de desobediencia la humanidad entera quedó en una condición de incapacidad para cumplir perfectamente la ley de Dios, y así quedó condenada a la muerte, por esta causa, es justo que por medio de un solo acto de obediencia perfecta (el de Cristo), la humanidad completa tenga la posibilidad de acceder a la restauración y liberación de los efectos del pecado.

Romanos 10:9-11 (Mi traducción)
(9) Porque si en tu ·boca dijeres-con-franqueza: “Señor Jesús” y en tu ·corazón creyeras que ·DIOS lo resucitó de-entre muertos serás-salvado,
(10) porque la declaración de la fe con el corazón es-creída para obtener justicia pero con la boca es-dicha-con-franqueza para obtener salvación.
(11) Porque la Escritura dice que todo el que está-creyendo en Él NO será-avergonzado.

Aquí Pablo nos da en forma resumida el requisito para obtener la salvación y justificación de Dios: decir con franqueza “Señor Jesús” y creer en el corazón que Dios le resucitó de entre muertos”. No se trata tan sólo de repetir una frase tal como “Jesús, a partir de hoy quiero que seas mi Señor”, sino de llamar a Jesús “Señor” con franqueza y creer con el corazón, estar plenamente convencidos, de que Dios lo resucitó. Si yo digo que Jesús es mi Señor pero no lo digo con franqueza, o no creo realmente que esté vivo, entonces no soy salvo. La salvación es un acto de genuina fe, de genuina convicción. Si estoy convencido de corazón que Jesús es mi Señor, comenzaré a actuar de forma correspondiente a este convencimiento, cambiando mi mentalidad, mi modo de ver el mundo, la vida y todo lo que hay a mi alrededor y, consecuentemente, cambiando mi conducta.

Este acto de fe en Cristo como Señor se hace una vez para siempre. Hay verbos que en el griego implican una acción continua y otros verbos que indican acciones hechas sólo una vez y cuyos efectos perduran en el tiempo. En el versículo 9, los verbos griegos que he traducido “dijeres-con-franqueza” y “creyeras” están en modo aoristo, los cuales indican que la acción se hace una vea y los efectos perduran en el tiempo. Esto quiere decir que sólo se puede hacer Señor a Jesús una sola vez y eso perdura en el tiempo.

¿Puede un cristiano “perder” su salvación?


Como dije previamente, hay un grupo de cristianos que dicen que una vez que uno es salvo será siempre salvo, mientras que otro grupo de cristianos enseñan que la salvación se puede perder. Ellos enseñan que si bien Dios es muy misericordioso, si un cristiano comete muchos pecados puede dejar de ser salvo y luego morir o, peor aún, irse al “infierno”.[4]

La idea de que alguien puede perder la salvación que Dios dio parte de malinterpretar las Escrituras y no comprender su mensaje central. Quienes enseñan que es necesario regular estrictamente para mantener la salvación no han entendido nada sobre la gracia de Dios y aún viven como si se pudiera ser salvo por medio de la ley. Como vimos al leer Romanos 3, la ley de Dios no fue dada para que las personas obtuvieran salvación, sino para que se dieran cuenta de que estaban llenas de pecado y que no podían ser salvas. La ley era para conocer el pecado y así esperar al Salvador. Nadie podía, con sus obras, obtener vida perpetua en la era futura y ser salvo de la ira de Dios, por esta causa, Dios debía enviar al Salvador. Si las personas pudieran ser salvas por sus propios medios, no tendrían necesidad del Salvador y Jesús habría muerto en vano.

Debido a que nadie puede ganarse la salvación a través de sus obras, es que Dios envió al Jesús como Salvador, para rescatarnos de los efectos del pecado, que es la muerte. Por medio de Jesús Dios nos libró de la muerte y nos regaló la vida de la era futura.

Romanos 6:23 (Mi traducción)
Porque la paga del Pecado es muerte, pero el regalo de ·DIOS es vida de-la-era futura en Cristo Jesús, nuestro ·Señor.

La paga por el pecado es la muerte, pero el regalo de Dios es la vida (perpetua) para la era futura. Dios da esta vida como regalo. La palabra griega que aquí se usa para “regalo” es charisma, que significa “regalo, don de gracia” se refiere a algo que se regala sin que haya mérito de parte de quien recibe. En Romanos 11 leemos lo siguiente:

Romanos 11:29
porque sin-arrepentimiento son otorgados los regalos y el llamamiento de ·DIOS.

Aquí la palabra “regalos” es, nuevamente, la palabra charisma. Este versículo nos indica que Dios no se arrepiente de los regalos que da. Entonces, si Él nos regalara vida perpetua para la era futura y luego la quitara por nuestro mal comportamiento, Él se estaría “arrepintiendo” de su regalo, pero este versículo nos dice que esto no es posible.

Aparte del hecho de que Dios no se arrepiente de Sus regalos, el razonamiento lógico acerca de la obra de Dios en Cristo nos hará entender cuán absurdo es pensar que se puede perder la salvación o que Dios puede quitarnos la posibilidad de vivir perpetuamente en la era futura. Si la paga del pecado es la muerte, un solo pecado ya nos deja fuera de la posibilidad de vivir perpetuamente en la era futura. Si sólo un pecado nos dejara fuera del reino de Dios, entonces ¡todos perderíamos la salvación poco después de haberla recibido! Para entender mejor esto definiremos al pecado. Muchas personas confunden “pecado” con “transgresión” o “infracción”, pero son dos cosas diferentes. Una transgresión o infracción consiste en desobedecer una ley o mandamiento de Dios, pero el pecado es mucho más profundo, consiste en cualquier acto que no se ajusta perfectamente a la voluntad de Dios. Por esta causa, es posible para algunas personas pasar bastante tiempo sin cometer ninguna infracción (cumpliendo las leyes escritas de Dios), pero es mucho más difícil pasar mucho tiempo sin pecar, ya que cualquier desviación de la perfecta voluntad de Dios es un pecado. Jesús lo ejemplificó así:

Mateo 5:27-28 (RVA)
(27) “Habéis oído que fue dicho: No cometerás adulterio.
(28) Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón.

Jesús aquí dio un claro ejemplo de la diferencia entre cumplir una ley y tener un corazón recto ante Dios. La ley decía: “no cometerás adulterio”, pero Jesús dijo que aún codiciar a una mujer ya es algo fuera de la voluntad de Dios. Muchas personas pueden vivir sin jamás cometer adulterio, pero no porque amen y respeten a Dios, sino porque temen a las consecuencias. Sin embargo, en sus corazones, en el fondo de su ser, les encantaría poder ser infieles a sus mujeres. Aunque su conducta externa parezca recta, el corazón está lejos de serlo. Si comprendemos esto, comprenderemos que es muy difícil pasar tiempo sin pecar y es imposible vivir toda la vida sin pecar. Ahora bien, si un solo pecado me deja fuera de la gloria de Dios, sería casi imposible que las personas conserven su salvación y la obra de Cristo no habría ayudado demasiado. Pero, como vimos, las Escrituras son claras al respecto: la salvación es gratuita, es un don de Dios y es irrevocable.

Miren de qué modo Pablo enfatiza el hecho de que los que hemos creído en Cristo como Señor seremos salvos de la ira de Dios y viviremos para siempre con Él en el reino futuro:

Romanos 8:14-15 (Mi traducción)
(14) porque cuantos son-guiados por el espíritu de Dios, éstos son hijos de DIOS.
(15) Porque NO recibieron espíritu de esclavitud para nuevamente vivir con temor, sino que recibieron espíritu de adopción, en el-que exclamamos: “Abba, el PADRE”

Pablo dice que hemos recibido el espíritu de Dios, por medio del cual fuimos “adoptados” por Dios y podemos exclamar “ABBA, el Padre”. En primer lugar debemos preguntarnos ¿por qué habla Pablo de “adopción”? Para esto debemos comprender el contexto histórico. Pablo aquí le habla a una iglesia que estaba en Roma. En aquella época, la ley romana permitía a un padre desechar a su hijo si no lo quería, un padre que encontrara que algún defecto en su hijo recién nacido podía darlo en adopción con todo el aval de la ley, pero si alguien adoptaba a un niño, la ley romana lo obligaba a hacerse responsable de ese hijo de por vida y no había vuelta atrás. Esto significa que para la cultura romana una adopción tenía mayor valor que la directa filiación, porque un hijo nacido podía ser desechado, pero un hijo adoptado no. Entonces, cuando Pablo les dice a los romanos que ellos fueron “adoptados” por Dios, lo que les está diciendo es que la decisión de Dios de aceptarnos como Sus hijos es irrevocable.

Además de esto, Pablo dice que ahora podemos exclamar “ABBA, el Padre”. La palabra “ABBA” es una palabra aramea, es la forma en que un niño chiquito llamaba a su padre, transmite un sentido de mucha intimidad entre padre e hijo. Por otro lado, la palabra “padre” es la traducción de la palabra griega patër, que era la palabra común para llamar a un padre. Son dos formas de llamar a Dios como “Padre”, indicando la intimidad de comunión que un cristiano tiene con Dios. Los creyentes de antes de los tiempos de Jesús jamás llamaron a Dios “ABBA”, ellos eran considerados “pueblo de Dios” y “siervos de Dios”, pero no “hijos de Dios” (Éx. 3:7,10; Lv. 25:55).

1 Juan 3:1-2 (RVA)
(1) Mirad cuán grande amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
(2) Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Pero sabemos que cuando él sea manifestado, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Nosotros fuimos hechos hijos de Dios, somos llamados “hijos de Dios” a causa del gran amor de Dios. Un hijo no puede dejar de ser hijo de su padre, del mismo modo, Dios nos llama “hijos” suyos y así nos da a entender que no podemos dejar de ser Sus hijos.

Sumado a esto, la Biblia dice que los que hemos creído en Cristo como Señor formamos parte de un Cuerpo cuya cabeza es Cristo:

Romanos 12:4-5 (Mi traducción)
(4) Porque así-como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero NO todos los miembros tienen la misma práctica,
(5) del-mismo-modo, los muchos somos un Cuerpo en Cristo y, en lo que a cada uno respecta, somos miembros unos-de-otros.

1 Corintios 12:12-14, 20, 27 (RVA)
(12) Porque de la manera que el cuerpo es uno solo y tiene muchos miembros, y que todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo.
(13) Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.
(14) Pues el cuerpo no consiste de un solo miembro, sino de muchos.
(20) Pero ahora son muchos los miembros y a la vez un solo cuerpo.
(27) Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros suyos individualmente.

En los textos citados vemos que Dios nos ha formado espiritualmente como un Cuerpo cuya cabeza es Cristo. Cada uno de nosotros somos miembros de ese Cuerpo. Esto nos señala una fuerte unión funcional de cada persona con Cristo y una unión espiritual también entre cada miembro del Cuerpo.

La Biblia no dice, en ninguna parte, que alguien puede perder la salvación, no dice que una persona puede dejar de ser hijo de Dios, ser desheredado y dejar de ser parte del Cuerpo de Cristo. Todo lo contrario, todas estas figuras son usadas para mostrar cuán fuerte es el vínculo que cada cristiano tiene con Dios y con el Señor Jesucristo.

Efesios 5:25-32 (RVA)
(25) Esposos, amad a vuestras esposas, así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
(26) a fin de santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la palabra,
(27) para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin falta.
(28) De igual manera, los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama.
(29) Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo; más bien, lo sustenta y lo cuida, tal como Cristo a la iglesia,
(30) porque somos miembros de su cuerpo.
(31) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.
(32) Grande es este misterio, pero lo digo respecto de Cristo y de la iglesia.

Aquí tenemos otro texto más que fortalece la idea de una unión permanente con Dios y con Cristo. Aquí se dice que la relación entre marido y mujer es similar a la relación entre Cristo y la Iglesia. Los cristianos, en conjunto, formamos la Iglesia de Dios, la cual (figurativamente) está “casada” con Cristo. La forma en que Cristo nos trata a nosotros es la forma en que un buen marido debe tratar a su mujer. Por un lado, este texto sirve para que una persona piense en el ejemplo de Cristo y trate de imitarlo en su propio matrimonio, pero también se puede utilizar a la inversa, mostrando cuán fuerte es la unión de Cristo con su iglesia. La intención de Dios, desde Su creación, ha sido que un matrimonio sea una unión permanente en la que un hombre y una mujer se unen para siempre y pasan a ser una sola carne. Por eso, este ejemplo sirve para que nos demos cuenta de que nuestra unión con Cristo es permanente. Primero él se sacrificó por nosotros, luego nosotros lo elegimos como Señor y ahora estamos unidos a él permanentemente, ya no hay vuelta atrás.

Todos estos textos, y muchos más, sirven para comprender que no podemos perder la salvación, porque estamos unidos a Dios de forma permanente y nada nos podrá separar del amor de Dios, como dice Pablo en Romanos 8:

Romanos 8:31-39 (Mi traducción)
(31) Entonces, ¿qué diremos ante estas cosas? Si ·DIOS está a-favor de nosotros ¿Quién podrá contra nosotros?
(32) Ciertamente, QUIEN NO reservó a SU-propio ·Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó ¿Cómo NO nos regalará también, con Él, todas las cosas?
(33) ¿Quién presentará-cargos contra elegidos de DIOS? ¿DIOS, EL que nos está-tratando-como-justos?
(34) ¿Quién es el que condenará? ¿Cristo [Jesús], el que murió, y-aún más, el que fue-resucitado, Quien también está a la derecha de ·DIOS, Quien también está-apelando a DIOS por nosotros?

En estos versículos Pablo enfatiza el hecho de que, en un sentido “legal”, nadie puede contra nosotros. Dios entregó a Su hijo Jesucristo en pago por nuestras vidas, por eso nadie puede alegar que tenemos una deuda con Dios y que no podemos entrar en el reino futuro con una vida perpetua. Dios entregó a Su hijo en pago de la deuda que teníamos con Dios a causa de nuestro pecado. Habiendo entregado a Su hijo en pago por el pecado, Dios puede ahora “entregarnos” todas las cosas, esto es: la vida espiritual perpetua, la salvación de la ira venidera, la entrada al reino futuro con un cuerpo perfecto y completamente sano y la actual “vivificación” de nuestro ser.

Dios no va a presentar cargos contra nosotros, y Cristo no va a condenarnos, todo lo contrario, Dios nos trata como justos y Cristo apela a Dios a nuestro favor, por lo tanto nadie (específicamente el Diablo – ver Apocalipsis 12:10) puede legalmente acusarnos y reclamar nuestra vida espiritual, aún si pecamos. La parte con la que pecamos es nuestra carne, nuestra naturaleza humana caída, que ya está considerada como muerta, ésta es la vida que el Diablo puede tomar. La nueva vida espiritual que Dios nos ha dado no puede pecar y, por lo tanto, no puede ser reclamada por el Diablo y no podemos perderla. Es por eso que no se puede “perder” la salvación, ni la vida espiritual, como algunos cristianos creen y enseñan, de lo contrario todo el trabajo de Dios y el sacrificio de Cristo habrían sido en vano.

Romanos 8:35 (Mi traducción)
¿Qué nos separará desde el amor el Cristo? ¿Opresión, o estrechez, o persecución, o escasez-de-alimentos, o falta-de-vestimenta, o peligro, o espada?

En tiempos anteriores a la venida de Cristo, todas estas cosas podían separar a una persona de Dios. Una persona podía renunciar a su fe a causa de opresión, persecución, hambruna, enfermedad, falta de recursos, peligros, guerras, etc. Pero ahora, aún si uno desiste en su andar, no puede ser espiritualmente separado del amor de Cristo ¡Somos para siempre miembros de la familia de Dios!

Romanos 8:36-39 (Mi traducción)
(36) (como ha-sido-escrito: “Por tu causa estamos-siendo-matados todo el día, fuimos considerados como ovejas de matanza”).
(37) Mas, en todas estas cosas, estamos-siendo-en-exceso-vencedores mediante el que nos amó.
(38) Porque he-sido-persuadido de que ni muerte, ni vida, ni mensajeros, ni principales, ni los que ya-han-llegado, ni los que están-por-ser, ni poderes,
(39) ni altura, ni profundidad, ni ninguna creación diferente nos podrá separar del amor de ·DIOS, el que manifiesta en Cristo Jesús nuestro ·Señor.

¿Se ve más claro? Nada ni nadie, ni en el mundo físico, ni en el mundo espiritual, puede separar al cristiano renacido del amor de Dios. Aceptar a Cristo como Señor es un viaje de una sola dirección, no hay vuelta atrás, una vez que lo hacemos nuestro Señor pasamos a ser de Dios para siempre y nada de lo que hagamos puede revertir esta realidad. De todos modos, como hemos visto, esto no debe ser excusa para seguir pecando, sino un motivo para servir a Dios de todo corazón y llenarnos de Su vida y de Su amor para producir mucho fruto.

“Sé Perfecto”


Si en la Biblia claramente declara que nuestra unión con Dios es permanente y no podemos perder la salvación y el don de Dios de vida en la era futura ¿Por qué hay tanta controversia entre los cristianos?

Las controversias entre cristianos normalmente surgen por dos grandes motivos: (1) La incapacidad de comprender perfectamente las Escrituras; (2) La soberbia. Como seres humanos estamos limitados en nuestro entendimiento y comprensión. Nuestras capacidades son limitadas y no podemos tener una plena comprensión de todos los asuntos espirituales. De hecho, Dios difícilmente sería digno de admiración si Su sabiduría fuese fácilmente comprensible para el ser humano. Dios ha hecho muy accesible a nosotros la información básica para que lo conozcamos y establezcamos una relación con Él, sin embargo, Su sabiduría es muy profunda y Él la va dando a entender a quienes le buscan y le aman (lean Proverbios 2).

Sin embargo, el solo hecho de tener un conocimiento limitado de las Escrituras no es motivo suficiente para generar disputas y divisiones entre los cristianos, el problema consiste en que tenemos dentro nuestro una naturaleza caída, que ha sido corrompida por el Diablo (el adversario espiritual de Dios) cuando Adán desobedeció a Dios. Esta naturaleza caída es la que nos hace soberbios, queriendo nosotros tener la “razón” sobre nuestra forma de pensar y actuar. La soberbia es el mayor impedimento para hallar la verdad de Dios y es la principal causa de todos los males de la humanidad. Santiago 4:6 nos dice que Dios resiste al soberbio y da gracia a los humildes, por lo tanto, para hallar la verdad y la gracia de Dios debemos despojarnos de la soberbia y vivir con una actitud de humildad.

Todos tenemos soberbia en mayor o menor grado, esta no se irá completamente hasta que nuestros cuerpos sean transformados en cuerpos espirituales perfectos (1 Co. 15:47-54). Pero, si bien no podemos despojarnos de toda soberbia, debemos procurar que vaya disminuyendo en nuestras vidas, para así permitir que la gracia de Dios que ilumine nuestras vidas. Cada uno de nosotros ha sido dotado con diferentes medidas de “gracia” de parte de Dios, por eso algunos son más hábiles en ciertas áreas y otros en otras. Estas diferencias fueron diseñadas por Dios para que nos conectemos y nos complementemos como un Cuerpo, sin embargo, el Diablo intenta activar nuestra soberbia para que creamos que somos superiores a otros a causa de nuestras áreas especiales de habilidad. Es así que comienzan todas las disputas entre cristianos y es así que se han ido generando toda clase de doctrinas, religiones y opiniones sobre mundo espiritual.

Cuando tratamos acerca de asuntos espirituales, nuestra responsabilidad es estudiar las Escrituras con humildad para hallar la verdad de Dios que nos libere y fortalezca. En el tema de la salvación, hemos visto que hay textos que claramente y con gran énfasis nos enseñan que nuestra unión con Dios es permanente, pero también existen algunos pasajes de las Escrituras que parecen contradecir esta idea. Cuando algún texto de la Escritura parece contradecir a otros, lo primero que debemos pensar es: ¿qué idea se presenta con más frecuencia y claridad en las Escrituras? Si yo tuviera 100 versículos que claramente dicen que tengo asegurada la vida en la era futura y hay 2 que parecen decir que no, mi fe y mi práctica deberían basarse en los 100 versículos y no en los otros dos. Luego debería investigar y pensar por qué los otros dos parecen contradecir a los 100 primeros. Con el tema de la salvación, tenemos argumentos de peso para creer que la salvación es permanente, ahora deberíamos preguntarnos qué pasa con aquellos pasajes que parecen indicar lo contrario.

Uno de los puntos de traba principales en el tema de la salvación se produce cuando los creyentes no comprenden que nadie podía ser salvo por medio de obras, la ley no fue puesta para que las personas sean salvas, sino para que comprendieran que no podían salvarse a sí mismas y que necesitaban de la gracia de Dios. Quienes no comprenden este hecho, caen en la trampa de querer justificarse con sus propias obras.
Romanos 9:31-33 (Mi traducción)
(31) Pero Israel, persiguiendo una ley de justicia NO llegó hasta esa ley
(32) ¿Por qué? Porque NO vivían desde fe, sino como si pudiesen alcanzar la justicia desde obras. Golpearon-contra la piedra del golpe,
(33) tal-como ha-sido-escrito: “¡Mira-aquí!, estoy-poniendo en Sión piedra de golpe y roca de trampa, y el que está-creyendo en ésta NO será-avergonzado”.

Dios puso una piedra en el camino, que fue la ley. En realidad, no es que Dios quiso que a propósito las personas pensaran que se podía obtener la vida de la era futura a través de las obras de la ley, sino que las personas incrédulas no comprendieron el sentido de la ley y establecieron un “sistema” por el cual uno podría “ganarse” la salvación. Por eso es que la mayoría del pueblo de Israel no alcanzaron la vida otorgada por Dios, porque ellos querían “ganarse” esa vida a través de sus obras y lo que Dios mostró es que no podían jamás hacer lo suficiente para merecer la vida de la era futura, sólo podían confiar en la gracia de Dios y esperar al Salvador prometido.

Veamos lo que sucedió con Abraham:

Génesis 17:1-2 (RVA)
(1) Abram tenía 99 años cuando Jehovah se le apareció y le dijo: —Yo soy el Dios Todopoderoso; camina delante de mí y sé perfecto.
(2) Yo cumpliré mi pacto entre yo y tú, y te multiplicaré en gran manera.

Dios le dijo a Abraham: “sé perfecto”, y así Él cumpliría Su pacto y lo multiplicaría en gran manera. Pero ¿podía Abraham realmente llegar a ser “perfecto”? Tengamos en cuenta que un “pacto” es un acuerdo entre partes, si una parte no hace lo acordado, entonces el pacto queda anulado. Ahora bien, según lo que aquí leemos, el pacto consistía en que si Abraham era “perfecto”, entonces Dios lo multiplicaría en gran manera y lo haría padre de muchas naciones. De ser así, podríamos afirmar que el pacto de Dios con Abraham se ha roto, porque Abraham no fue perfecto ¿cómo lo sabemos? Porque la Biblia nos dice en numerosos pasajes que nadie es perfecto, que, a excepción de Jesucristo, no existió ninguna persona completamente justa y sin mancha (Ro. 3:23; 5:12; Da. 9:11; Sal. 53:1-3; Ec. 7:20). Si nadie es perfectamente justo, entonces Abraham no lo fue tampoco, esto anularía el pacto, si es que el requisito para él fue “se perfecto”.

Entonces ¿cómo se entiende todo esto? Creo que la clave del problema se halla en la palabra “perfecto”. Esta palabra es la traducción de la palabra hebrea tamyim. La mayoría de los léxicos y diccionarios de hebreo definen a esta palabra hebrea como: “perfecto, puro, inocente, sin mancha, sin defecto, entero, completo, santo, íntegro, sin culpa”. Pero en el libro Ancient Hebrew Lexicon of the Bible (Léxico de hebreo antiguo de la Biblia) de J.A. Benner, encontramos que esta palabra, en su raíz, no sólo da el sentido de algo que está completo, sino también de algo que está “consumido, llegado a su fin, terminado, gastado, finalizado, cumplido”. Tamyim proviene del verbo hebreo tamam, que significa “completar, finalizar, acabar, gastar, concluir, llegar al fin, consumir”[5]. Entonces, si bien es cierto que uno de los sentidos más usados de la palabra hebrea tamyim es “perfecto” o “sin defecto”, también es cierto que en determinados contextos puede significar “consumido, llegado a su fin”.

La pregunta a hacerse es ¿estaba Dios diciendo a Abraham que para cumplir el pacto Abraham debía ser “perfecto” o le estaba diciendo que debía estar “consumido”, “llegado a su fin”. Si estudiamos lo que sucedió con Abraham, veremos que lo segundo es, precisamente, lo que le sucedió a Abraham.



Génesis 17:16-19 (RVA)
(16) Yo la bendeciré y también te daré de ella un hijo. Sí, yo la bendeciré; ella será madre de naciones, y de ella procederán reyes de pueblos.
(17) Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió diciendo en su corazón: “¿A un hombre de 100 años le ha de nacer un hijo? ¿Y Sara, ya de 90 años, ha de dar a luz?”
(18) Luego Abraham dijo a Dios: —¡Ojalá Ismael viva delante de ti!
(19) Y Dios respondió: —Ciertamente Sara tu mujer te dará un hijo, y llamarás su nombre Isaac. Yo confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para su descendencia después de él.

Romanos 4:1-4 (Mi traducción)
(1)   Entonces, ¿qué diremos que ha-hallado Abraham, nuestro ·antepasado según carne?
(2) Porque si Abraham desde obras fue-tratado-como-justo, tiene motivo-de-orgullo, pero NO delante-de DIOS;
(3) porque, ¿qué dice la Escritura? Dice: Pero creyó Abraham a ·DIOS, y le fue-considerado para justicia”.
(4) Pero al que obra, el pago que recibirá, NO se-considera dado por gracia sino por deuda,
(5) mas al que no obra, sino que está-creyendo a QUIEN está-tratando-como-justo al irreverente, su ·fe está-siéndole-considerada como suficiente para obtener justicia.

Si Abraham hubiese obtenido la bendición de Dios a causa de sus obras, entonces podríamos decir que verdaderamente Abraham fue “perfecto”, siendo así, Abraham podría gloriarse de haber obtenido el galardón de Dios. Sin embargo, estos versículos nos dicen que Abraham NO fue tratado como justo por sus obras, sino por su fe. Él creyó a Dios, creyó que Dios cumpliría Su promesa, y por eso obtuvo la justicia.

Romanos 4:13-16 (Mi traducción)
(13) Porque NO mediante una ley se dio la promesa a ·Abraham, o a su ·simiente, de que iba a ser el heredero del mundo, sino mediante una justicia otorgada mediante fe;
(14) porque si los que actúan basados-en una ley de DIOS son herederos, se-ha-dejado-sin-efecto a la fe y se-ha-anulado-la-promesa;
(15) Porque la ley de DIOS produce la ira de DIOS, pero donde NO hay ley de DIOS tampoco puede haber trasgresión de esa ley.
(16) Por eso DIOS otorga justicia desde fe, para-que se reciba conforme a SU gracia; de-este-modo la promesa está firme para toda la simiente: NO sólo para la simiente que parte desde la ley, sino también para la simiente que parte desde la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros

Abraham no obtuvo la herencia por ser “perfecto”, no fue su andar lo que lo hizo merecedor de la herencia de Dios. Él recibió la herencia como un regalo de parte de Dios a causa de su fe.

Romanos 4:17-21 (Mi traducción)
(17) (como ha-sido-escrito, que: “por padre de muchas etnias te he-puesto”), que estamos frente-a QUIEN él creyó, o sea, frente a DIOS, QUIEN vivifica a los muertos y suele-llamar lo que aún no existe como si fuera algo que ya existe.
(18) Abraham es quien separado-de esperanza, pero fundado sobre esperanza, creyó que él iba a llegar-a-ser padre de muchas etnias, conforme lo que ha-sido-dicho: “así será tu ·simiente”.
(19) Y no debilitó la fe cuando reflexionó acerca de su ·cuerpo, que [ya] había-sido-matado (teniendo alrededor-de cien-años-de-edad) y la muerte de la matriz de Sara,
(20) pero mirando hacia la promesa de ·DIOS NO fue-dividido en su mente por la incredulidad, sino que fue-internamente-fortalecido con la fe, mientras daba gloria a ·DIOS.
(21) Y fue-llevado-a-plenitud en su fe de que QUIEN ha-prometido es también poderoso para hacer lo que prometió.
(22) Por-eso su fe le fue-considerada como suficiente para obtener justicia.

Según lo que nos enseñan estos versículos, Abraham no fue “perfecto”, sino que fue “fiel”. Abraham creyó en la promesa de Dios y mantuvo la esperanza ¿hasta qué punto? Hasta que su carne estaba llegando a su fin, su capacidad para procrear se había consumido, tanto él como Sara habían llegado al fin de su tiempo para procrear y fue en ese punto que Dios les trajo al hijo prometido. Entonces, cuando Dios le dijo a Abraham que debía ser tamyin ¿qué fue lo que le dijo, que sea “perfecto” o que “llegue a su fin”? La segunda opción parece ser la que mejor encaja en todo el relato. Antes de perder su capacidad para procrear Abraham tuvo un hijo con una sirvienta (Agar), pensando que ese hijo (Ismael) sería el heredero (Gn. 17:18), pero el hijo prometido, que recibiría la herencia, debía proceder de Sara. Hasta ese entonces, Abraham todavía buscó a un hijo según la carne, pero no fue así que obtuvo la herencia, cuando Abraham llegó al fin de la carne, Dios actuó en él y en Sara para darles al hijo prometido. De este modo Abraham se convierte en nuestro modelo de acción:

Romanos 4:23-25 (Mi traducción)
(23) Pero que “le fue-considerada” NO fue-escrito sólo por él,
(24) sino también por nosotros, a quienes la fe nos está-por ser-considerada como suficiente para obtener justicia, esto es, a los que estamos-creyendo en el que resucitó de-entre los muertos: Jesús, nuestro ·Señor;
(25) Quien fue-entregado por nuestras ·infracciones y fue-resucitado por nuestra ·justificación.

Abraham es nuestro ejemplo de fe. Él obtuvo la promesa de la herencia por medio de la fe y, del mismo modo, nosotros obtenemos la vida de la era futura por nuestra fe en Jesucristo. Abraham no obtuvo la herencia de Dios cuando actuó según la carne, sino cuando llegó al fin de su carne y llegó al punto de tener plenitud de fe, una plena confianza en Dios y en Su poder para dar vida a los muertos y para llamar las cosas que no existen como si ya existieran.

Del mismo modo, cuando aceptamos que nada de lo que hagamos con nuestra carne puede hacernos merecedores de la vida perpetua en la era futura y aceptamos por fe la salvación provista por Dios a través del Señor Jesucristo, creyendo que Dios dará vida a nuestros cuerpos muertos en delitos y pecados, en ese momento, es que Dios crea en nosotros una nueva naturaleza y nos hace hijos suyos, con la promesa irrevocable de que no recibiremos el castigo de Su ira y que viviremos para siempre en el paraíso futuro.

Otro ejemplo que nos ayuda a comprender el sentido de la palabra hebrea tamyin lo tenemos en las palabras de David:

Salmos 18:20-23 (RVA)
(20) Jehovah me ha pagado conforme a mi justicia; conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
(21) Porque he guardado los caminos de Jehovah, y no me he apartado impíamente de mi Dios.
(22) Porque delante de mí han estado todos sus juicios, y no he apartado de mí sus estatutos.
(23) Fui íntegro para con él, y me guardé de mi maldad.

En el versículo 23, la palabra “íntegro” es la palabra hebrea tamyim. Pero ¿realmente fue “íntegro” David? ¿Fue David “perfecto” y “sin culpa”? David cometió adulterio con Betsabé (2 Sa. 11:1-4), luego envió a la muerte al esposo de Betsabé para cubrir su pecado (2 Sa. 11:4-17). David también hizo un censo del pueblo contra la voluntad de Dios (1 Cr. 21:1-2). Al leer los salmos escritos por David, con frecuencia vemos que él reconoce que es pecador y pide a Dios por misericordia, por ejemplo, en el Salmo 53 leemos:

Salmos 51:1-19 (RV-1960)
(1) Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
(2) Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.
(3) Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.
(4) Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
(5) He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.
(6) He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
(7) Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.
(8) Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.
(9) Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.
(10) Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
(11) No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.

David era consciente de sus pecados y por eso oraba a Dios por misericordia. En el tiempo en que David vivió, Jesús aún no había venido para hacer su obra redentora, por lo tanto, él no podía ser hecho “hijo” de Dios, sino que era considerado “siervo” de Dios. Como siervo, él podía perder su relación con Dios, y Dios podía quitar el don de espíritu santo que había en él, por eso David ora, en el versículo 11 “no quites de mí tu santo Espíritu”. Hoy, siendo nosotros hijos de Dios, hemos sido “sellados” con el espíritu santo (Ef. 1:13; 4:30), por lo tanto, no podemos perder el espíritu santo.

Lo que claramente vemos aquí, es que David no fue “perfecto” delante de Dios. Pero él sí estuvo “consumido” delante de Dios, se presentó vacío ante Dios. Él no le dijo a Dios: “voy a lavarme de mi maldad y a limpiar mis pecados”, sino que le pidió: “Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado” (v.2); él no dijo a Dios “voy a limpiar mi corazón”, sino que le pidió: “crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”. David reconocía cuán vacío de poder estaba, reconocía que en su carne no tenía la capacidad de andar conforme a la voluntad de Dios, por lo tanto, se presentó ante Dios como alguien consumido en pecado que necesita la misericordia de Dios.

Romanos 4:4-8 (Mi traducción)
(4) Pero al que obra, el pago que recibirá, NO se-considera dado por gracia sino por deuda,
(5) mas al que no obra, sino que está-creyendo a QUIEN está-tratando-como-justo al irreverente, su ·fe está-siéndole-considerada como suficiente para obtener justicia.
(6) Asimismo también David está-diciendo (hablando acerca de la felicidad del hombre a quien ·DIOS está-considerando digno de obtener justicia, separado de las obras requeridas por la ley de DIOS):
(7) "Felices son aquellos a quienes fueron-perdonadas las ilegalidades y de quienes fueron-cubiertos los pecados";
(8) "Feliz el varón a quien el SEÑOR NO, no le considerare el pecado".

En este último versículo, en el griego aparecen dos palabras que se traducen “no”: una es ou, que es un “no” absoluto (la cual traduje con letras mayúsculas: “NO”) y la segunda es me, que es un “no” condicional o más leve (la cual traduje como “no”, con minúsculas). Cuando ambas palabras están juntas, la declaración es enfática: “absolutamente no”, “de ningún modo”, “bajo ninguna circunstancia”.

Aquí el apóstol Pablo utiliza el ejemplo de David en el contexto de la justicia de Dios que es obtenida por fe. David no “obró” para ser considerado justo, sino que creyó en Dios y creyó en que Dios era poderoso para proveer de un Salvador, por medio de quien le serían perdonados los pecados. Si David hubiese sido perfecto delante de Dios, él podría haber dicho: “feliz el varón que jamás cometió pecado”, sin embargo, su declaración fue: “Feliz el varón a quien el SEÑOR NO, no le considerare el pecado”.

Lo que podemos ver con claridad es que ni David, ni Abraham, ni ninguno de los grandes creyentes mencionados en la Biblia fueron “perfectos”, o “sin culpa”. Cuando se dice que fueron tamyim, lo que se está transmitiendo es que ellos se presentaron como hombres consumidos, acabados o gastados delante de Dios. Ellos dejaron de confiar en su carne, en su fuerza humana, y aceptaron, por fe, la promesa de salvación. Nuestra situación no es muy diferente, Dios no espera que seamos “perfectos” para darnos salvación, Él desea que reconozcamos nuestra incapacidad humana y descansemos en Su gracia y misericordia, aceptando la salvación que Él nos hizo disponible de forma gratuita a través del sacrificio de Su amado Hijo. El único requisito de Dios para darnos vida perpetua en la era futura es que aceptemos el sacrificio de Cristo y lo hagamos a Él nuestro Señor.

¿Seguimos pecando para que la gracia se incremente?


Romanos 4:8 (Mi traducción)
"Feliz el varón a quien el SEÑOR NO, no le considerare el pecado".

Como ya hemos visto, David dice que un hombre sería feliz cuando el Señor (Dios) de ningún modo le considerara el pecado. ¿Qué significa que Dios “de ningún modo” considera el pecado? ¿Significa que una persona que acepta a Cristo como Señor puede pecar libremente y no recibir ninguna consecuencia por ello? ¡No! Todo lo contrario, debido a que todo pecado produce consecuencias, las Escrituras nos dicen que no debemos seguir pecando. Dios, por medio del Señor Jesucristo, nos libró de la consecuencia máxima del pecado, que es la imposibilidad de vivir perpetuamente en Su presencia, sin embargo, cada pecado que cometemos hoy tiene consecuencias para nuestras vidas y, además, son una ofensa a Dios. ¿Es correcto que sigamos ofendiendo a Quien más amor nos ha demostrado, habiendo hecho tanto por nosotros?

Romanos 5:19-21 (Mi traducción)
(19) Porque así-como mediante la desobediencia de ·un hombre los muchos fueron-puestos-en-posición-de pecadores, así también, mediante la obediencia de ·uno, los muchos serán-puestos-en-posición-de justos.
(20) Pero la ley entró-junto-con el pecado, de-modo-que incrementó la infracción, pero cuando la ley incrementó el pecado, sobreabundó la gracia,
(21) para-que así-como reinó el pecado en la muerte así también la gracia reine mediante la justicia para alcanzar la vida de-la-era futura mediante Jesucristo, nuestro ·Señor.

En estos versículos Pablo dice que cuando abundó el pecado (en la humanidad), sobreabundó la gracia de Dios (salvándonos a pesar de nuestros pecados). Al darnos vida en la era futura por medio de Jesucristo Dios hizo que su gracia “reine” en nuestras vidas. La pregunta que surge luego de aprender esto es ¿si peco más, recibo más gracia de Dios sobre mí? ¿No conviene seguir pecando para que Dios muestre aún más Su gracia en nosotros? Pablo (por inspiración de Dios), anticipándose a este razonamiento dice lo siguiente:

Romanos 6:1-6 (Mi traducción)
(1) Entonces, ¿qué diremos al respecto? ¿Permaneceremos en el pecado para-que la gracia se incremente?
(2) ¡Ni pensarlo! Quienes perecimos al pecado ¿cómo viviremos todavía en éste?
(3) ¿O ignoran que todos-aquellos que fuimos-bautizados siguiendo a Cristo Jesús, siguiendo a Su muerte fuimos-bautizados?
(4) Por-lo-tanto, fuimos-sepultados-junto-con Él mediante el bautismo, para la muerte, para-que así-como Cristo fue-resucitado de-entre los muertos por la gloria del PADRE, así también nosotros en novedad de vida andemos.
(5) Porque si plantados-junto-con Él hemos-llegado-a-ser la similitud de Su ·muerte, ciertamente también en cuanto a la resurrección seremos similares.
(6) Esto conocemos: que nuestro ·viejo hombre fue-crucificado-junto-con él, para-que sea-anulado el cuerpo del Pecado; el objetivo es que nosotros ya-no tengamos que ser-esclavos del Pecado.

Espiritualmente fuimos “sepultados” junto con Cristo cuando fuimos bautizados.[6] Dios nos considera “muertos” en nuestra parte carnal y pecaminosa, ha hecho una nueva creación en nosotros con el fin de que andemos en novedad de vida, que tengamos una nueva calidad de vida que glorifique a Dios.

Romanos 6:7-11 (Mi traducción)
(7) Porque el que pereció ha-sido-tratado-como-justo de modo que queda fuera-del gobierno del Pecado;
(8) y, ya-que perecimos junto-con Cristo, creemos que también viviremos-junto-con Él.
(9) Hemos-comprendido que Cristo ha-sido-resucitado de-entre los muertos, ya-no está-pereciendo, la muerte ya-no está-ejerciendo-señorío sobre Él.
(10) Porque lo-que pereció para con el Pecado lo pereció de-una-vez-por-todas, pero lo-que está-viviendo, lo está-viviendo para ·DIOS.
(11) Así también ustedes, por-un-lado considérense ustedes-mismos como que están muertos para con el Pecado, pero por otro lado, viviendo para  ·DIOS en Cristo Jesús.

Cristo murió y fue resucitado con una nueva vida, que es incorruptible e inmortal. Él ahora no está muriendo más, sino que está viviendo para Dios. Del mismo modo, espiritualmente nosotros somos considerados “muertos” al pecado y vivos para Dios, sin embargo, nuestra naturaleza carnal aún está viva, ejerciendo influencia dentro nuestro, y es nuestra responsabilidad elegir andar conforme a la vieja naturaleza o conforme a la nueva naturaleza que Dios ha creado en nosotros. La vieja naturaleza no puede producir frutos para Dios, porque Dios la considera muerta, fue sepultada con Cristo; sólo podemos producir fruto para Dios a través de la nueva naturaleza que Dios creó en nosotros, por eso, si queremos producir abundante fruto, no debemos seguir andando en pecado.

Romanos 6:12-21 (Mi traducción)
 (12) Por-lo-tanto no permitan que siga-reinando el Pecado en el cuerpo mortal de ustedes, de-modo-de estar-obedeciendo a sus ·deseos-intensos,
(13) ni tampoco sigan-presentando sus ·miembros como implementos de injusticia en servicio del Pecado, por-el-contrario, preséntense a ustedes-mismos ante ·DIOS como personas que están-viviendo de-entre los muertos y presenten sus ·miembros como implementos de justicia en servicio a ·DIOS.
(14) Porque el pecado en ustedes NO ejercerá-señorío, porque NO estamos bajo ley sino bajo gracia.
(15) ¿Entonces qué haremos? ¿Pecaremos debido a que NO estamos bajo ley sino bajo gracia? ¡Ni pensarlo!
(16) ¿NO saben que cuando se presentan como esclavos para rendir obediencia, están-siendo esclavos de aquél a quien obedecen, ya-sea de pecado, que-resulta-en muerte, o de obediencia, que-resulta-en justicia?
(17) Pero ¡gracias a ·DIOS! porque ustedes eran esclavos del Pecado, pero obedecieron de todo corazón a ese  modelo de doctrina al cual fueron-entregados,
(18) y fueron-hechos-libres de la autoridad del Pecado, siendo-hechos-esclavos para la Justicia
(19) (como humano les estoy-hablando a-causa-de la debilidad de la carne de ustedes); porque así-como presentaron sus ·miembros como esclavos de la impureza y la ilegalidad para andar en la ilegalidad, así-también ahora, presenten sus ·miembros como esclavos de la Justicia para andar en santidad.
(20) Porque cuando eran esclavos del Pecado, eran libres de obedecer a la Justicia.
(21) Pero en aquel-tiempo, ¿qué fruto tenían, por aquellas cosas de las cuales ahora se-avergüenzan? (porque el fin de aquellas cosas es muerte).

¡El pecado ya no ejerce señorío sobre nosotros, porque no estamos bajo ley, sino bajo gracia! Si intentamos alcanzar la salvación de Dios por medio de cumplir la ley de Dios, nos daremos cuenta de que es imposible caer en pecado, de este modo, el pecado se convierte en el “señor” de nuestras vidas, terminamos por obedecerle aun cuando intentamos no hacerlo, y recibimos su paga, que es la muerte. Pero si aceptamos a Cristo como el sacrificio provisto por Dios para nuestros pecados, la gracia de Dios nos cubre y el pecado ya no ejerce gobierno sobre nosotros. Sin embargo, aunque fuimos rescatados de la consecuencia final del pecado, que es la muerte y destrucción final, de todos modos no hemos sido librados por completo de éste, dentro nuestro tenemos constantes impulsos a pecar y se nos instruye a no seguir esos impulsos. Si seguimos andando en pecado, aunque espiritualmente somos salvos, en la práctica estaremos trayendo muerte a nuestras vidas, o sea, no tendremos fruto espiritual (Gá. 5:22-23), y recibiremos las consecuencias negativas del pecado.

Romanos 6:22-23 (Mi traducción)
(22) Mas ahora, habiendo-sido-librados de la autoridad del Pecado y habiendo-sido-hechos-esclavos para ·DIOS, el fruto que ustedes tienen es para andar en santidad y en el fin tendrán vida de-la-era futura.
(23) Porque la paga del Pecado es muerte, pero el regalo de ·DIOS es vida de-la-era futura en Cristo Jesús, nuestro ·Señor.

Fuimos libertados de la autoridad del pecado y fuimos hechos esclavos de Dios. No se puede vivir esta vida sin un Señor, hay dos opciones: (1) obedecer a Dios; (2) obedecer al Pecado. Si somos esclavos de uno, estamos libres para con el otro y viceversa. Cuando éramos esclavos del pecado, estábamos libres de Dios, pero lo que producíamos a través del pecado era muerte. Pero, al haber aceptado a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, pasamos a ser esclavos de Dios y tenemos como fin la vida de la era futura.

Romanos 8:5-11 (Mi traducción)
(5) Porque los que según carne están andando, disponen-sus-mentes hacia los requerimientos de la carne, pero los que están andando según espíritu, disponen sus mentes hacia los requerimientos del Espíritu.
(6) Porque la disposición-de-la-mente conforme a la carne produce muerte, pero la disposición-de-la-mente conforme al Espíritu produce vida y paz.
(7) Por-eso, la disposición-de-la-mente conforme a la carne produce enemistad para-con DIOS, porque la carne NO está-siendo-sometida-a la ley de DIOS, porque tampoco puede,
(8) por-eso los que están en carne a DIOS NO pueden complacer.
(9) Pero ustedes NO están en carne sino en espíritu, ya-que el espíritu de DIOS habita en ustedes, y si alguno NO tiene espíritu ungido, éste NO es de ÉL,
(10) pero si Cristo está en ustedes, ciertamente el cuerpo está muerto a-causa-del pecado pero el espíritu tiene vida a-causa-de la justicia;
(11) y si el espíritu del que levantó a ·Jesús de-entre los muertos habita en ustedes, EL que levantó a Cristo de-entre los muertos vivificará también los mortales cuerpos de ustedes mediante SU ·espíritu, que habita en ustedes.

Aquí Pablo sigue señalando el hecho de que la carne (nuestra parte humana con la que nacemos) NO PUEDE complacer a Dios. Nuestra naturaleza humana JAMÁS nos conducirá a hacer la voluntad de Dios, por eso Dios tuvo que hacer algo, por medio de Cristo, para que podamos tener una naturaleza diferente (el espíritu) que nos conduzca y capacite para hacer la voluntad de Dios. Todo aquél que recibió el espíritu santo de Dios, es de Dios y, consecuentemente, es considerado “muerto” en su parte humana pecaminosa y “vivo” en su nueva parte espiritual. En otras palabras, lo que Dios toma en cuenta en nosotros es aquello que hacemos conforme a nuestra nueva naturaleza espiritual, la parte humana está muerta para Dios, ya no es de valor. En el versículo 11 leemos que si tenemos el espíritu santo de Dios en nosotros, Dios nos vivificará mediante Su espíritu habitando en nosotros. En otras palabras, en la medida que andamos conforme al espíritu, Dios nos va dando vida mediante ese espíritu, por eso, aunque si pecamos no dejaremos de ser hijos de Dios y salvos de la ira venidera, lo que nos conviene es obedecer a Dios, para tener mayor plenitud de vida hasta nuestra futura reunión con Cristo.

Es necesario entender bien esto: la consecuencia FINAL del pecado es la muerte perpetua, o sea, la destrucción total de lo que somos como personas; por otro lado, el resultado FINAL de la perfecta obediencia a Dios es la vida perpetua en la era futura. Como nadie podía obedecer perfectamente a Dios (excepto Jesús), entonces Dios nos REGALÓ la vida en la era futura, sin que cumpliéramos las obras de la ley.

Ahora bien, el pecado no sólo tiene una consecuencia final, sino que tiene consecuencias actuales, las efectos ACTUALES del pecado también son muerte, aunque no muramos definitivamente, cuando pecamos algo muere en nosotros, muere ya sea en el plano físico, anímico o emocional; puede morir la  alegría, la paz, el ánimo, la fuerza física, el talento, las amistades, las parejas, las relaciones de familia, las ganas de vivir, la capacidad para trabajar, comienzan a aparecer en nuestras vidas el enojo, la ira, griterío, malhumor, peleas, egoísmo, soberbia, irritabilidad, cansancio, etc. Todo pecado nos trae algo de muerte.
Por otro lado, la obediencia a Dios también tiene efectos ACTUALES, esos efectos son, ni más ni menos que: la vida de la era futura. ¿Qué significa esto? Significa que parte de la vida perfecta que viviremos en el futuro junto a Dios puede ser experimentada hoy en la medida que le obedecemos a Dios. Cuando obedecemos a Dios vamos ganando vida, y siempre que algo está vivo produce fruto. La Biblia nos describe nueve características del fruto que se produce cuando obedecemos a Dios: amor, gozo, paz, temple, benevolencia, benignidad, fe, mansedumbre y dominio propio. Estas y otras cualidades van poniéndose de manifiesto en aquellos que andan conforme a la voluntad de Dios. Además, en la medida en que obedecemos a Dios, Dios va activando más y más Su poder en nosotros, para que seamos un testimonio de Su gracia, gloria y amor hacia la humanidad.

Aún si nuestra obediencia a Dios fuera perfecta, no podemos detener los efectos del pecado que ya están en nuestro cuerpo. Por esta causa, no es posible tener una vida perfectamente plena en este día y tiempo, ni tampoco es posible vivir perpetuamente y sin enfermedades en este cuerpo que ahora tenemos. El cuerpo que ahora tenemos está contaminado y se irá desgastando, enfermando y muriendo aún si tenemos una perfecta obediencia a Dios. Por eso Pablo dijo a los corintios:

1 Corintios 15:50-58 (RVA)
(50) Y esto digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredar la incorrupción.
(51) He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados
(52) en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados sin corrupción; y nosotros seremos transformados.
(53) Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad.
(54) Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria!
(55) ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
(56) Pues el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.
(57) Pero gracias a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
(58) Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano.

En el versículo 56 Pablo dice que el poder del pecado es la ley. En otras palabras, la ley es la que muestra el pecado y cuando quebrantamos alguna ley de Dios, el Diablo tiene la oportunidad de acusar y reclamar legalmente que haya “muerte” sobre la persona que pecó. Sin embargo, Dios nos libró de esto a través del sacrificio que hizo Jesucristo y así nos dio la victoria sobre el pecado. Este cuerpo que hoy tenemos ya está corrompido por el pecado y no puede heredar el reino de Dios, es por eso que tarde o temprano moriremos a este cuerpo para luego recibir un cuerpo inmortal e incorruptible. Cuando esto suceda (en el futuro), podremos exclamar: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”. Mientras tanto, en el tiempo que vivimos, podemos acelerar nuestro proceso de muerte y decaimiento al vivir una vida de pecado, o podemos aprovechar al máximo este tiempo de vida haciendo la voluntad de Dios. Si entendemos estas cosas, intentaremos siempre hacer la voluntad de Dios, no para ganarnos la vida perpetua o “mantener” la salvación, sino como muestra de gratitud a nuestro Padre celestial y también, para nuestra propia conveniencia actual. Pero, por si esto fuera poco, Dios nos da un incentivo extra para que hagamos Su voluntad:

1 Corintios 9:24-25 (RVA)
(24) ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero sólo uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
(25) Y todo aquel que lucha se disciplina en todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; nosotros, en cambio, para una incorruptible.

2 Timoteo 4:7-8 (RVA)
(7) He peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he guardado la fe.
(8) Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día. Y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado su venida.
Santiago 1:12 (RVA)
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.

1 Pedro 5:2-4 (RVA)
(2) Apacentad el rebaño de Dios que está a vuestro cargo, cuidándolo no por la fuerza, sino de buena voluntad según Dios; no por ganancias deshonestas, sino de corazón;
(3) no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cargo, sino como ejemplos para el rebaño.
(4) Y al aparecer el Príncipe de los pastores, recibiréis la inmarchitable corona de gloria.

En todos estos versículos, se promete una “corona” para aquellos cristianos que hacen la voluntad de Dios. En 1 Corintios 9:25 leemos acerca de una corona “incorruptible”; en 2 Timoteo 4:8 Pablo dice que Dios dará una “corona de justicia” a todos los que han amado la venida del Señor; Santiago 1:12 nos dice que Dios dará la “corona de vida” a los que le aman y perseveran bajo la prueba; en 1 Pedro 5:4 se nos dice que los ministros fieles a quienes habla Pedro recibirán “la inmarchitable corona de gloria” en el día en que aparezca el Príncipe de los pastores (Jesús). Si bien no se nos dice con exactitud en qué consisten las “coronas” que Dios dará en el futuro, es evidente que hay una recompensa que será entregada a algunos creyentes.

Esto puede comprenderse como parte de la justicia de Dios, siendo totalmente Justo, Dios no va a dar exactamente lo mismo a un creyente que sólo aceptó a Cristo y luego siguió su vida pecaminosamente que a aquél que luego de recibir a Cristo como Señor se dedicó a santificar su vida, esforzándose por obedecer a Dios día a día.

Por todo lo visto, queda claro que, aunque Dios nos ha regalado la vida de la era futura y no hay pecado que podamos cometer que nos separe de Su amor, de todos modos es muy conveniente para nosotros el conducirnos conforme a Su voluntad y esforzarnos por santificar nuestras vidas.

La parábola del mayordomo infiel


Después de todo lo que he expuesto, algún lector estará pensando: “Ya entendí que la salvación de Dios es dada gratuitamente y que no puedo perderla, pero, ¿qué tiene esto que ver con la parábola del mayordomo infiel?” Bien, hemos dados toda esta “vuelta doctrinal” para poder estar adecuadamente preparados para abordar el mensaje de la parábola que Jesús declaró a sus discípulos, acerca del mayordomo infiel. Ahora nos dedicaremos a analizar el mensaje de esta parábola:

Lucas 16:1-12 (RVA)
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
(3) Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’
(8) “Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.
(9) “Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas.
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

Lo primero a tener en cuenta al estudiar esta parábola son las palabras “mayordomo” y “mayordomía”. La palabra “mayordomo” es la traducción de la palabra griega oikonomos y la palabra “mayordomía” es traducción de la palabra griega oikonomía.

La palabra oikonomía es la unión de dos palabras griegas: oikos: “casa” y nomos: “ley”. Literalmente es “la ley de la casa”, y se refiere a la forma en que se administra una casa. De esta palabra griega procede nuestra palabra castellana “economía”, que es la “Ciencia que estudia la producción y la administración de bienes y servicios” y refiere también a la “buena distribución del tiempo y de otras cosas inmateriales”[7], una definición que es bastante cercana al sentido de la palabra griega oikonomia.

En el tiempo en que fue escrita la primera traducción de la versión de la Reina-Valera, era común que las familias de dinero tuvieran mayordomos en sus casas, por eso la elección de la palabra “mayordomo” como traducción de la palabra griega oikonomos sería la más natural para ese tiempo. Sin embargo, hoy en día pocas casas tienen mayordomos y el concepto de mayordomía no está muy presente en la mente de las personas de las culturas actuales, por eso varias versiones modernas, como la Nueva Versión Internaciona, o la versión Dios Habla Hoy, traducen la palabra oikonomos como “administrador” y oikonomia como “administración”, lo cual da un sentido más claro al texto:

Lucas 16:1-2 (NVI)[8]
(1) Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes.
(2) Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.”

En esta parábola Jesús habla acerca de un administrador que estaba derrochando los bienes de su señor y, por lo tanto, se le iba a quitar la función de administrador. Ahora bien, la pregunta aquí es ¿a quién se estaba refiriendo Jesús en esta parábola? ¿Quién es el administrador? ¿Cuáles son los bienes que disipaba? Para poder contestar estas preguntas, necesitaremos prestar atención a todo el contexto de la parábola y también entender mejor a qué se refiere la Biblia cuando se habla de “administración”.

1 Pedro 4:10-11 (RVA)
(10) Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
(11) Si alguien habla, hable conforme a las palabras de Dios. Si alguien presta servicio, sirva conforme al poder que Dios le da, para que en todas las cosas Dios sea glorificado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén.

Aquí Pedro les dice a los cristianos que cada uno debe servir a los demás conforme al don que ha recibido, como buenos administradores (en griego oikonomos) de la multiforme gracia de Dios. Los creyentes cristianos somos parte de la “casa” de Dios, la cual debe ser administrada por personas designadas por Dios para tal tarea. La gracia de Dios se presenta en múltiples formas y es administrada a los creyentes a través de los dones y funciones que Dios da a cada cristiano. En el versículo 11 Pedro menciona dos formas en que se administra la gracia de Dios: hablando las palabras de Dios, sirviendo con el poder de Dios. Para que el administrador sea considerado fiel en su servicio, debe hacer las cosas conforme a la voluntad de Dios, buscando la gloria de Dios y no la propia.
El apóstol Pablo dijo lo siguiente:

1 Corintios 4:1-2 (RVA)
(1) Que todo hombre nos considere como servidores de Cristo y mayordomos [oikonomos] de los misterios de Dios.
(2) Ahora bien, lo que se requiere de los mayordomos es que cada uno sea hallado fiel.

La palabra traducida aquí como “misterios” es en griego mustërion, que significa “secreto espiritual”. Pablo fue designado por Dios como administrador de los secretos espirituales de Dios, él fue el encargado de dar a conocer nueva doctrina espiritual que Dios tenía guardada en secreto.

Efesios 3:2-10 (RVA)
(2) Sin duda habéis oído de la administración [oikonomia] de la gracia de Dios que me ha sido conferida en vuestro beneficio.
(3) Por revelación me fue dado a conocer este misterio [secreto espiritual], como antes lo he escrito brevemente.
(4) Por tanto, leyéndolo, podréis entender cuál es mi comprensión en el misterio [secreto espiritual] de Cristo.
(5) En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio [secreto espiritual] a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu,
(6) a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio.
(7) De éste llegué a ser ministro, conforme a la dádiva de la gracia de Dios que me ha sido conferida, según la acción de su poder.
(8) A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo
(9) y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio [secreto espiritual] que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas.
(10) Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales,

Aquí Pablo explica que él fue encomendado por Dios para dar a conocer un secreto espiritual que Dios tenía guardado desde tiempos antiguos. Luego de la ascensión de Jesús, Dios reveló (dio a conocer, hizo visible) a los apóstoles y profetas el secreto espiritual que había estado guardando. Para esta tarea Dios buscó administradores fieles, hombres fieles que cumplieran la tarea encomendada, entre ellos, el apóstol Pablo a quien se le encomendó de anunciar “el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”, para que la multiforme sabiduría de Dios sea dado a conocer, por medio de la iglesia, a los principados y las autoridades en los lugares celestiales. ¡Ni siquiera los ángeles sabían lo que Dios tenía preparado para la iglesia de Dios luego de la ascensión de Cristo!

1 Corintios 9:16-17 (NT-Rec.)[9]
(16) Pues si predico el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no predico el evangelio!
(17) Por lo cual, si lo hago por mi propia voluntad, recompensa tengo; pero si por fuerza, una mayordomía [oikonomia: “administración”] me ha sido encomendada.

Pablo amaba y honraba tanto a Dios que sentía la necesidad de predicar el evangelio. A él se le había encomendado la tarea de administrar los secretos espirituales de Dios y se sentía responsable de hacerlo con lo mejor de sí. ¡Él no podía vivir sin predicar el evangelio!

Colosenses 1:24-27 (RV-1960)[10]
(24) Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;
(25) de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios,
(26) el misterio [secreto espiritual] que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,
(27) a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

Nuevamente, vemos que Pablo explica que a él se le encomendó la tarea de administrar el secreto espiritual de Dios, de anunciar la palabra de Dios y dar a entender la nueva doctrina para la iglesia de Dios. Parte de esa nueva doctrina es que por fe en Cristo tanto judíos como gentiles (naciones no-judías) pasan a ser parte de un Cuerpo en Cristo y que, por la fe en Cristo una persona es hecha hija de Dios y heredera del reino venidero, sin necesidad de cumplir las obras de la ley (Ef. 3:5-6).

Al ver estos textos bíblicos, ya podemos tener una idea general de lo que es un administrador según Dios. Dios tiene una “casa” de creyentes que requiere de leyes e instrucciones con las cuales mantenerla en orden y en buen funcionamiento. Estas leyes e instrucciones que Dios establece para Su casa, Su familia, deben ser traídas a los miembros de la familia mediante hombres espiritualmente maduros y fieles en su comisión. Como hemos visto, durante el tiempo en que se formó la nueva iglesia de Dios, Dios puso como administradores de la doctrina a Pablo y a otros apóstoles y profetas, ellos serían encargados de dar a conocer las nuevas reglas de Dios para Su casa de creyentes. Pero antes de los tiempos de Jesús, la administración estaba en manos de otras personas:

Hebreos 3:1-5 (RVA)
(1) Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión.
(2) El era fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.
(3) Pero él ha sido estimado digno de una gloria superior a la de Moisés, por cuanto aquel que ha construido una casa tiene mayor dignidad que la casa.
(4) Porque toda casa es construida por alguien, pero el constructor de todas las cosas es Dios.
(5) Moisés fue fiel como siervo en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que se había de decir después.

En los tiempos de Moisés, Dios dio a Moisés la ley para Su casa, que era el pueblo de Israel. Moisés fue el administrador de las leyes de Dios en aquél tiempo. En los tiempos de Moisés Dios mandó a construir un tabernáculo de reunión con Dios, en el cual estarían sirviendo los sacerdotes designados, descendientes de Leví. Más adelante en el tiempo, Salomón construyó un templo para Dios, conforme a las instrucciones específicas dadas por Dios. Durante todo el tiempo que pasó desde Moisés hasta Jesús, las leyes de Dios eran administradas por los sacerdotes y los profetas que Dios iba designando. Los sacerdotes trabajaban en el templo, recibiendo los sacrificios por los pecados y leyendo las Escrituras de Dios en determinadas ocasiones. Por otro lado, los profetas traían la palabra de Dios actual para el pueblo.

Para el tiempo de Jesús, el pueblo de Israel había estado mucho tiempo sin profeta. Juan el bautista fue levantado por Dios como profeta, para anunciar la inminente llegada de Jesús, el Salvador prometido. Sin embargo, los líderes religiosos de la época no reconocieron a Jesús como el Salvador y constantemente buscaban alguna excusa para apresarlo o matarlo. En los tiempos de Jesús, los líderes religiosos de Israel, quienes debían “administrar” las leyes e instrucciones de Dios, habían hecho todo un sistema religioso basado en obras externas, que había perdido de vista lo más importante de la ley, que era el mostrar la necesidad de un Salvador, llevando a las personas a esperar en la gracia de Dios.
En varias ocasiones Jesús reprochó la conducta infiel e incrédula de los escribas y fariseos (los líderes religiosos de la época):

Lucas 11:43-44 (RVA)
(43) ¡Ay de vosotros, fariseos! Porque amáis los primeros asientos en las sinagogas y las salutaciones en las plazas.
(44) ¡Ay de vosotros! Porque sois como sepulcros ocultos, y los hombres que andan por encima no lo saben.

Entre otras cosas, Jesús reprochaba a los fariseos porque amaban los primeros asientos en las sinagogas, en otras palabras, amaban la gloria de los hombres, no estaban verdaderamente interesados en transmitir la palabra de Dios, sino en ser reconocidos por las personas. Con su actitud, eran como sepulcros ocultos, al acercarse a ellos, las personas, sin saberlo, se acercaban a la muerte.

Lucas 11:46 (RVA)
Y él le dijo: -¡Ay de vosotros también, maestros de la ley! Porque imponéis a los hombres cargas que no pueden llevar, pero vosotros mismos no las tocáis ni aun con uno de vuestros dedos.

Aquí Jesús también reprocha a los maestros de la ley, porque les imponían a las personas cargas que no podían llevar y ellos mismos ni siquiera pensarían en hacer las cosas que imponían en otros. ¡Qué suerte que esto hoy no sucede! ¿No?

Mateo 23:13 (RVA)
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues vosotros no entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.

Como administradores de la ley de Dios, ellos debían guiar a las personas hacia la salvación, sin embargo, ellos mismos estaban lejos del reino de Dios y no dejaban entrar a los que estaban por entrar. En otras palabras, con su doctrina alejaban de la salvación a las personas de buen corazón que estaban cerca de alcanzarla.

Mateo 23:23
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque entregáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino; pero habéis omitido lo más importante de la ley, a saber, el juicio, la misericordia y la fe. Era necesario hacer estas cosas sin omitir aquéllas.

Los escribas y fariseos habían dejado de lado lo más importante de la ley: el juicio, la misericordia y la fe. Estos líderes religiosos habían impuesto a las personas pesadas “cargas” para la salvación, habían ideado todo un sistema de actos religiosos externos que ellos mismos no cumplían, pero habían dejado de lado lo más importante de la ley de Dios, no enseñaban a las personas que todos eran merecedoras del juicio de Dios y que, por lo tanto, necesitaban de la misericordia de Dios, por medio de la cual obtendrían la salvación por medio de la fe y no de las obras.

Mateo 23:25-26
(25) “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.
(26) ¡Fariseo ciego! ¡Limpia primero el interior del vaso para que también el exterior se haga limpio!
(27) “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.
(28) Así también vosotros, a la verdad, por fuera os mostráis justos a los hombres; pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

Ellos se preocupaban mucho por la rigurosidad con que se cumplían los actos externos de la ley (y los que ellos mismos habían inventado), pero no se preocupaban por lo verdaderamente importante: el interior, la actitud de corazón hacia Dios (Sal. 7:9-10). Por fuera se mostraban limpios, pero por dentro estaban llenos de maldad, hipocresía e iniquidad.

A estas personas se dirigió Jesús en muchas de sus parábolas. Jesús tuvo que enfrentar a la degeneración de las Escrituras que los líderes religiosos de su época habían hecho. Pero no lo hizo siempre en forma directa, sino que muchas veces habló por medio de parábolas, de modo de mantener el sentido del mensaje oculto para los incrédulos (Mt. 13:10-16).

En el contexto de Lucas 16, podemos ver que había fariseos escuchándolo. En el capítulo 15 leemos:

Lucas 15:1-2 (RVA)
(1) Se acercaban a él todos los publicanos y pecadores para oírle,
(2) y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: —Este recibe a los pecadores y come con ellos.

Y en el 16:14 y 15 leemos:

Lucas 16:14-15 (RVA)
(14) Los fariseos, que eran avaros, oían todas estas cosas y se burlaban de él.
(15) Y él les dijo: “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres. Pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que entre los hombres es sublime, delante de Dios es abominación.

Los fariseos y escribas se acercaban a Jesús, pero no para aprender, sino para estorbarlo. Ellos murmuraban y se burlaban de él, pero no comprendieron, entonces, la parábola de Jesús hablaba sobre ellos:

Lucas 16:1-2 (RVA)
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo [administrador], y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía [administración], porque ya no podrás ser mayordomo [el texto lee: “no podrás administrar”].’

En este contexto, el “administrador” se refiere a aquellos que debían administrar la ley de Dios, pero lo estaban haciendo incorrectamente. La ley de Dios fue dada por Dios para que las personas conocieran a Dios y esperaran al Salvador que él iba a enviar, pero ellos habían “derrochado los bienes”, en otras palabras, usaron mal lo que Dios les había encomendado y no estaban logrando el objetivo deseado por el dueño de la casa: la salvación del pueblo de Israel. Por esta causa, Dios les iba a quitar la administración. Como vimos, luego de la ascensión de Cristo la administración de la nueva doctrina fue revelada a los apóstoles y profetas.

Lucas 16:3 (RVA)
Entonces el mayordomo [administrador] se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía [administración]. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.

Aquí vemos que el administrador está pensando sobre su futuro. Él dice: “cavar no puedo”. La palabra “no” es en griego ou, que es un “no” enfático, por otro lado, la palabra “puedo” es ischuö, que significa “tener fuerzas o capacidad”. El mayordomo no tenía fuerza o capacidad para cavar. Los líderes religiosos de la época de Jesús habían dedicado toda su vida a esta tarea, por lo tanto, no tenían capacidad para dedicarse a otro trabajo si eran destituidos de su función. Por otro lado, el administrador de la parábola también dice: “mendigar me da vergüenza”. Lo destacable aquí es que a este mayordomo o administrador le daba vergüenza mendigar, pero no le daba vergüenza disipar los bienes de su amo y obtener dinero en forma deshonesta, lo cual nos señala la condición moral de este mayordomo.
Lucas 16:4-7 (RVA)
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’

En lugar de retractarse de su mala conducta y tratar de restituir la relación con su amo, este mayordomo optó por seguir actuando deshonestamente para obtener dinero a través de ganarse el favor de los deudores de su señor. Aquí, creo yo, tenemos un mensaje muy importante por parte de Jesús, que raramente es advertido al leer esta parábola. Como venimos viendo, la parábola nos está refiriendo a la pérdida de la administración de la gracia de Dios que sufrirían los líderes religiosos judíos.

En este punto, Jesús está señalando lo que ellos harían para poder seguir obteniendo ganancias luego de que Dios les quitara el derecho para administrar Su gracia: ellos tratarían de ganar el favor de los “deudores” achicando la deuda. ¿Cómo se transfiere esta imagen a la situación real de los escribas y fariseos? Primero pensemos: ¿quiénes son los  “deudores”? El Señor, sabemos que es Dios, por lo tanto, los deudores son todos aquellos que le “deben” a Dios. ¿Quiénes le deben a Dios y cuánto le deben? Los deudores son todas las personas, la deuda a pagar es el cumplimiento de la ley de Dios. Si queremos tener vida en la era futura, la “deuda” a pagar es el perfecto cumplimiento de la ley de Dios. Por supuesto, esta deuda no puede pagarla nadie, por eso Dios esperaba que reconociéramos que la deuda era impagable y esperáramos en Su gracia y envíe a Aquél (Jesucristo) que por su sacrificio pagaría la deuda de todos. Lo que iban a hacer los fariseos era “achicar” esa deuda con Dios, en otras palabras, ellos dirían a las personas que la deuda con Dios era menos de la estipulada y así establecerían un “plan de pago”, que consiste en actos religiosos que ellos imponen para que la gente sea “salva” al cumplirlos.

Esto que Jesús anunció que harían estos líderes religiosos, se sigue haciendo hasta el día de hoy. Hay líderes religiosos y líderes espirituales infieles que usan la ley de Dios para obtener ganancias para ellos. En lugar de enseñar a las personas que la deuda con Dios es impagable y sólo se puede obtener salvación por gracia de Dios, por medio de la fe, muchos líderes religiosos establecen un sistema de obras externas que deben ser hechas para alcanzar la salvación (en algunos casos) o para “mantenerla” (en otros casos). Es así que menosprecian el sacrificio de Cristo, porque le enseñan a las personas que el sacrificio de Cristo no es suficiente para pagar su salvación, además de aceptar a Cristo como Señor las personas deben ayunar, rezar ciertas oraciones, diezmar, ir una, dos o tres veces por semana a la iglesia, perdonar a todos, sonreír en todo momento, ser bautizados en agua, tomar la comunión, caminar de rodillas en determinado lugar, predicar la palabra de casa en casa, testificar públicamente, asistir a convenciones de cristianos o “retiros espirituales”, dar dinero a los pobres, entre otras cosas.

Distintas religiones imponen diferentes actos externos que deben ser hechos para alcanzar o mantener la salvación, sin embargo, como hemos visto, nada de esto es requerido para tener vida en la era futura. El sacrificio de Cristo fue suficiente para pagar  por nuestros pecados. Enseñar que hay que hacer obras para poder vivir perpetuamente en la era futura equivale a decir que el sacrificio de Cristo no alcanza a cubrir todos nuestros pecados, de ser así, Cristo se sacrificó en vano, porque no alcanzó a pagar nuestra deuda.

En Hebreos leemos:

Hebreos 10:10-25 (RVA)
(10) Es en esa voluntad que somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
(11) Todo sacerdote se ha presentado, día tras día, para servir en el culto y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados.
(12) Pero éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,
(13) esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
(14) Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados.
(15) También el Espíritu Santo nos da testimonio, porque después de haber dicho:
(16) “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días,” dice el Señor; “pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las inscribiré,”
(17) él añade: “Nunca más me acordaré de los pecados e iniquidades de ellos.”
(18) Pues donde hay perdón de pecados, no hay más ofrenda por el pecado.

El sacrificio que hizo Jesús fue hecho una vez y para siempre y cubre todos nuestros pecados. Si para ser salvos debemos hacer “obras” religiosas, entonces el sacrificio de Cristo no cubre todos los pecados. De este modo, las obras externas que exigen las religiones pasan a ser similares a los sacrificios por el pecado que hacía Israel. Antiguamente se requería que el pueblo de Israel hiciera sacrificios de animales para cubrir sus pecados, hoy en día muchos líderes religiosos exigen a las personas hacer distintas clases de actos externos para “cubrir” sus pecados y no perder la salvación ¿se dan cuenta que ambas cosas son similares? Reitero lo dicho previamente: enseñar que hay que mantenerse santos para alcanzar la salvación o para no perderla es equivalente a enseñar que el sacrificio de Cristo no fue suficiente, pero el texto de hebreos que he citado dice, en el versículo 14, que “con una sola ofrenda HA PERFECCIONADO PARA SIEMPRE a los santificados”.

Las palabras “para siempre” son en griego diënekes, que significa “continuamente, perpetuamente”, esta misma palabra es traducida “continuamente” en el versículo 1:

Hebreos 10:1 (RVA)
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma misma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente [diënekes] de año en año, hacer perfectos a los que se acercan.

Los creyentes israelitas de los tiempos anteriores a Jesús debían CONTINUAMENTE (una y otra vez) ofrecer sacrificios de animales por sus pecados, esto es debido a que la muerte de los animales no podía realmente perfeccionar a las personas, solamente eran simbólicos de lo que Cristo iba a lograr con su propio sacrificio. Cristo fue el verdadero cordero de Dios, que quitó el pecado del mundo (Jn. 1:29), al ofrecerse como sacrificio, él nos ha perfeccionado “perpetuamente” o “continuamente”. Ahora no somos nosotros quienes CONTINUAMENTE debemos ofrecer sacrificios para ser limpios de nuestros pecados, sino que CONTINUAMENTE somos limpiados de los pecados a causa de un solo sacrificio: el de Cristo.

Perdonen que sea reiterativo al querer dejar en claro que la salvación, una vez recibida, no se puede perder, pero es un asunto muy importante de entender, porque gran parte del cristianismo enseña que hay que ganarse la salvación con obras o que si bien la salvación se obtiene por gracia, hay que mantenerla con las buenas obras. Cuando esta doctrina ingresa en la mente del cristiano, este vive con un continuo miedo a perder la salvación y con la continua incertidumbre acerca de si vivirá en el reino futuro de Dios o no. De este modo, los creyentes buscan la santidad por miedo a perder la salvación en lugar de hacerlo con una actitud de agradecimiento a Dios.

El mensaje en muchos púlpitos es: “Cristo nos salvó, pero debemos MANTENER esa salvación”. Esto enfoca el andar en NOSOTROS y no en Cristo. En vez de pensar: “Cristo me salvó”, lo que pienso es “YO debo mantenerme salvo”, estoy centrando mi vida en lo que yo debo hacer, en lugar de centrarme en lo que Cristo hizo por mí. A este problema se le suma el hecho de que entre las denominaciones y religiones que enseñan que la salvación puede perderse, en realidad no están de acuerdo en qué hay que hacer para mantener la salvación y qué clase de acciones son las que harían que un creyente pierda la salvación, esto no hace más que generar mayor incertidumbre y miedo ¿qué religión es la que realmente me guiará a la salvación? Aquí es donde muchos líderes deshonestos comienzan a poner cargas difíciles de llevar a sus fieles, mientras que ellos mismos ni las tocan, tal como decía Jesús a los maestros de la ley de su época. Pero si realmente uno pudiera perder la salvación ¿no debería Dios haber dejado bien claro qué cosas hay que hacer o no hacer para que esto suceda? El hecho de que las Escrituras no nos den una lista clara de pecados que nos dejan fuera del reino de Dios debería hacernos reflexionar al respecto.

Fíjense lo que Pablo le dijo a los creyentes de Galacia, a los que les estaba pasando algo así:

Gálatas 3:1-5 (Mi traducción)
(1) ¡Oh, insensatos gálatas! ¿Quién los fascinó, a ustedes, ante cuyos ojos Jesucristo fue-previamente presentado-con-claridad como habiendo-sido crucificado para justificación?
(2) Sólo esto deseo aprender de ustedes: ¿recibieron el espíritu desde obras requeridas por la ley de DIOS o desde un anuncio de fe?
(3) ¿Tan insensatos son? ¿Habiendo-comenzado en espíritu, ahora en carne son perfeccionados?
(4) ¿Tantas cosas soportaron en-vano? si es que, ciertamente, fue en-vano.
(5) Entonces, QUIEN les está otorgando el espíritu y está-activando poderes sobrenaturales entre ustedes, ¿lo hace desde obras requeridas por la ley o desde un anuncio de fe?

Los creyentes de la iglesia de Galacia estaban, al igual que muchas congregaciones hoy en día, buscando ser perfeccionados por las obras de la ley. Ellos aceptaron la salvación por fe, sin embargo, creían que debían hacer “obras” para alcanzar la perfección, o sea, para llegar al punto necesario para vivir perpetuamente en la era futura. Pero Pablo les recuerda que el poder de Dios no es activado cuando obran conforme a una ley, sino cuando actúan por fe.

Gálatas 3:10-12 (Mi traducción)
(10) Pero todos-aquellos que están buscando ser justificados desde obras de ley están bajo maldición, porque ha-sido-escrito que: “maldito-en-exceso es todo aquél que NO permanece en todas las cosas que están-escritas en el libro de la ley con el propósito de hacerlas”;
(11) y que con una ley nadie es tratado-como-justo delante-de ·DIOS queda claro, porque: “el justo desde fe vivirá”.
(12) Pero la vida que promueve la ley de DIOS NO es otorgada desde fe sino que: “el que esté haciendo estas cosas vivirá en éstas”.

Acá Pablo les dice que si buscan ser justificados en base a las obras de la ley estarán bajo maldición ¿por qué?, porque la ley decía que era maldito todo aquél que no permanece en TODAS las cosas escritas en el libro de la ley. En otras palabras, un solo desvío de aquello escrito en la ley ya nos hace merecedores de la muerte, nos deja fuera de la vida en la era futura. Por eso es que aún en la ley Dios había dado el verdadero camino hacia la salvación: “el justo DESDE FE vivirá”, o sea que es la fe en la Salvación y en el  Salvador provisto por Dios lo que nos permite obtener la vida perpetua.

Gálatas 5:1-6 (Mi traducción)
(1) ¡Para la libertad ·Cristo nos libertó! Por-lo-tanto, manténganse-firmes y no sigan-siendo-atrapados, nuevamente, al yugo de esclavitud.
(2) ¡Miren! Yo, Pablo, les digo que si son-circuncidados Cristo en nada los beneficiará;
(3) y nuevamente testifico a todo hombre que está-siendo-circuncidado que es deudor, y su deuda se paga al llevar-a-cabo toda la ley.
(4) Ustedes, quienes creen que están-siendo-tratados-como-justos en el cumplimiento de la ley, fueron-separados de los efectos de la obra de Cristo, cayeron de la gracia,
(5) porque nosotros mediante el espíritu, desde fe, estamos-esperando-expectantes la esperanza de justicia.
(6) Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión tiene-fuerza para algo, ni la incircuncisión, sino la fe que se-expresa mediante el amor.

En el tiempo de Pablo, algunos creyentes de la iglesia estaban “judaizando” a los cristianos, les decían que el aceptar por fe a Cristo no era suficiente para la salvación, sino que debían realizar algunos de los actos externos que Dios había mandado a los judíos para así ser justificados por Dios. Estas personas enseñaban a los cristianos que debían circuncidarse y festejar los días de fiesta judíos, entre otras cosas. Este tipo de actos lo que hacen es “esclavizar” a las personas, las mantienen atadas a esas obras externas. Hoy en día quizá los líderes religiosos no inciten a las personas a circuncidarse y guardar las fiestas judías, pero hay muchos actos externos que son exigidos para alcanzar la salvación y justificación que esclavizan a las personas. Contrario a estas enseñanzas, Pablo les dice que en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión eran de valor, lo importante para Dios es la FE, la cual se expresa mediante el AMOR. En otras palabras, cuando uno tiene verdadera fe en Dios va a conducirse en amor.

Gálatas 5:7-9 (Mi traducción)
(7) ¡Ustedes corrían bien! ¿Quién los obstaculizó para no ser-persuadidos por [la] verdad?
(8) ¡Esta ·persuasión NO procede de QUIEN los llama!
(9) ¡Una pequeña levadura está-leudando toda la masa!

Pablo aquí les afirma que la persuasión que ellos tenían (que debían cumplir con ciertos actos externos para ser justificados) no procedía de Quien los llama (de Dios). Luego exclama: ¡Una pequeña levadura está-leudando toda la masa! ¿A qué se refiere con esto? Se refiere a que una pequeña duda sembrada en la mente de las personas puede hacerlas desviar por completo de su convicción doctrinal y alterar por completo su andar. Por ejemplo, un ministro de hoy que enseña a la congregación que puede perder la salvación si no andan conforme a la voluntad de Dios no necesita insistir mucho con este tema. Él puede decirle a la congregación: “No se preocupen, Dios es un Dios muy misericordioso y es muy difícil perder la salvación, hay que ser muy malo”. A pesar del esfuerzo por alivianar el peso en las mentes de las personas, la pequeña levadura ya ha sido puesta en la masa, el cristiano va a vivir con la incertidumbre acerca de si estará con Cristo en el paraíso o no, y sus acciones estarán completamente influenciadas por este pensamiento.

Jesús dijo:

Mateo 11:28-30 (RVA)
(28) “Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar.
(29) Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
(30) Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”

¿Cómo es que va a “descansar” un cristiano si cree que debe cumplir toda la ley de Dios para poder ser salvo? ¿Es esa una carga “fácil” y “ligera”? Vivir pensando que la salvación se puede perder al cometer ciertos pecados no aligera la carga de nadie, todo lo contrario, algunos quizá comentan pecados que consideran tan graves que los lleve a perder toda esperanza de vivir en la era futura, siendo así, se tornarán a una vida de pecado, pensando que ya no tienen perdón de Dios y ya no hay vuelta atrás.

Lejos de enseñar que hay que hacer “obras” para ser salvos, las Escrituras nos dicen que es al revés, nosotros fuimos salvados para así poder hacer buenas obras.

Efesios 2:8-10 (RVA)
(8) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
(9) No es por obras, para que nadie se gloríe.
(10) Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Fuimos salvados por gracia y “creados” (en el aspecto espiritual) PARA hacer la buenas obras. No fuimos creados en Cristo Jesús POR nuestras buenas obras, sino PARA buenas obras. Dios ha preparado buenas obras para que hagamos, pero no podemos hacerlas sino hasta que somos creados en Cristo Jesús, lo cual sucede en el momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Señor. Lo que este versículo nos señala es muy importante, porque no sólo NO está diciendo que son necesarias buenas obras para salvación, sino que nos está enseñando que antes de ser salvos NO PODEMOS HACER BUENAS OBRAS.
2 Timoteo 3:16-17 (RVA)
(16) Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia,
(17) a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.

Aquí nuevamente la Biblia nos dice que son las Escrituras las que nos capacitan para toda buena obra. Dios quiere que hagamos buenas obras, pero no las podemos hacer si no tenemos Su espíritu santo en nosotros[11], el cual recibimos de Dios cuando aceptamos a Cristo como Señor (Hch. 2:38).

Teniendo todo esto en cuenta, vamos a releer los versículos de Lucas 16 y seguir estudiando la parábola del mayordomo infiel.

Lucas 16:1-7 (RVA)
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
(3) Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’

Hasta aquí podemos entender que la parábola se trata acerca de la infidelidad de los fariseos al administrar ley de Dios y la gracia de Dios. Además, predice su posterior conducta, en la que iban a “negociar” con los creyentes para no perderlos, aminorando la deuda que tenían con Dios. Como ya expliqué, esto tiene su aplicación hoy en día en aquellos líderes espirituales o religiosos que enseñan que la salvación y justificación de Dios pueden “pagarse” de algún modo por medio de actos externos o actos religiosos. Continuemos analizando el resto del relato:

Lucas 16:8-12 (RVA)
(8) “Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.
(9) “Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas.
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

En estos versículos se nos presenta una dificultad, porque en el versículo 9 pareciera que Jesús está incitando a sus discípulos a ganar fieles a través de riquezas injustas. Pero esto se contradice con los versículos siguientes, en los que Jesús les dice que si no son fieles con lo ajeno, no tendrán lo propio. Iremos desmenuzando este texto para comprenderlo mejor.


Lucas 16:8 (RVA)
“Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.

Las palabras “pues los hijos de este mundo…” y siguientes son una explicación que Jesús introduce a la parábola, la parábola termina con la palabra “sagazmente”.

Al leer este versículo, debemos tener en cuenta que lo que el señor de esta parábola alabó en el mayordomo injusto no fue su injusticia, sino su sagacidad para actuar. La palabra griega que aquí se traduce “sagacidad” es phronimös y la palabra traducida como “sagaces” es de la misma raíz: phronimos. La palabra phronimos denota una “cualidad de una persona que observa y considera las situaciones”, de ahí que puede traducirse: “pensante, prudente, sabio, sensato, entendido, pensativo”. Es así que la palabra “sagazmente” puede traducirse como “pensantemente, sabiamente, sensatamente, prudentemente, inteligentemente” y la palabra “sagaces” puede traducirse como “pensantes, sabios, sensatos, prudentes, inteligentes”.

La palabra “mundo” es en griego aiön, que significa “era”. La expresión “hijos de esta era” se refiere a las personas que no han recibido el espíritu santo de Dios y que, por lo tanto, no vivirán en la era futura (a menos que acepten a Cristo como Señor). La expresión “los hijos de luz” se refiere a los creyentes renacidos que son hijos de Dios, Quien es “luz”. Lo que Dios elogia en los administradores infieles, por supuesto, no es su infidelidad para administrar, sino el hecho de que son inteligentes, astutos, pensantes o prudentes a la hora de cometer sus actos de injusticia. Lo bueno sería que los hijos de Dios fuéramos igualmente inteligentes para actuar con justicia.

Lucas 16:9 (RVA)
“Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas.

En este versículo se presenta un problema, porque, como ya hice notar, pareciera que Jesús está incitando a los discípulos a ganar amigos con ganancias deshonestas.

Cualquier persona que conozca un poco acerca de Dios y haya leído un poco la Biblia debería saber que Dios no va a incitar a los creyentes a hacer cosas injustas, porque a Él no le gusta la injusticia. Por si alguno tiene dudas al respecto, citaré unos versículos de ejemplo:

Salmos 11:5-7 (RVA)
(5) Jehovah prueba al justo, pero su alma aborrece al impío y al que ama la violencia.
(6) Sobre los impíos hará llover brasas; fuego, azufre y vientos huracanados serán la porción de la copa de ellos.
(7) Porque Jehovah es justo y ama la justicia; los rectos contemplarán su rostro.

Salmos 37:16-17 (RVA)
(16) Mejor es lo poco del justo que las riquezas de muchos impíos.
(17) Porque los brazos de los impíos serán quebrados; pero es Jehovah quien sostiene al justo.

1 Corintios 13:4-6 (RVA)
(4) El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante.
(5) No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal.
(6) No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

Estos pocos pasajes creo que sirven para dejar en claro que Dios no se goza de la injusticia y no va a incitar a los cristianos a actuar injustamente. Lejos de incentivar a los creyentes a ganar riquezas injustas, la Biblia nos dice (en el Salmo 37:17) que es mejor lo poco del justo que las riquezas de muchos impíos.

Lucas 16:9 (RVA)
“Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas.

Muchos teólogos y maestros de la Biblia explican este versículo diciendo que las “riquezas injustas” se refieren a las riquezas adquiridas en el mundo que, aunque son injustas, deben ser utilizadas con justicia por los creyentes cristianos. Por ejemplo, en su comentario de la Revised English Version, John Schoenheit explica lo siguiente:

“La respuesta a este difícil versículo yace en comprender que sólo Dios y Cristo pueden recibirlo a uno en las ‘tiendas de la era’, esto es, en las moradas del Reino Milenial y más allá. ¿Cómo es que un creyente ‘hace amigos’ con la riqueza? Usándola para ayudar y bendecir a otros. Mateo 25:40 hace notar que lo que hacemos por el menor de los creyentes lo hacemos por Cristo mismo. Cuando usamos la riqueza adecuadamente, los hacemos amigos de Dios y de Cristo y así los ayudamos, así como el mayordomo injusto hizo amigos que luego lo ayudaron cuando él estaba en necesidad…”

Esta explicación y otras similares es propuesta por varios maestros de la Biblia, y podría encajar con lo que enseñan las Escrituras en otros pasajes, sin embargo no resuelve adecuadamente las dificultades planteadas por el versículo. En primer lugar, no se condice con el contexto de la parábola, cuyo mensaje está centrado en la mala administración que los fariseos hicieron de los bienes de Dios, los cuales no eran precisamente el dinero, sino la Palabra de Dios.

Pero existe otra complicación aún mayor, que es que la palabra traducida aquí como “riquezas” no es la palabra griega que normalmente se utiliza para “riquezas”, la cual es ploutos, sino que es la palabra griega mamönas. Esta palabra griega es la traducción de un término arameo que designaba al dios sirio de las riquezas y lo material. La palabra mamönas se usa sólo cuatro veces en la Biblia, tres de las cuales están en el capítulo 16 de Lucas (versículos 9, 11 y 13), el otro uso se halla en Mt. 6:24. Al utilizar esta palabra, Jesús no estaba simplemente hablando de “riqueza”, sino de “el dios de lo material”, es la representación de la adoración por lo material.

Una mejor traducción del texto griego de este versículo podría ser así:

“Y yo les digo: háganse para-ustedes-mismos amigos basados-en el Mamón [el dios materialista] de la injusticia, para-que cuando-sea-que se-acabe los reciban en las tiendas de-la-era futura.”

Si tomamos este texto tal como lo leemos aquí, pareciera que Jesús está diciendo que al utilizar los bienes materiales obtenidos de un modo contrario a la voluntad de Dios para ganar amigos, una persona será recibida en las tiendas de la era futura ¡cuando esos bienes se acaben! O sea, si quiere vivir en la era futura no necesito recibir a Cristo como Señor, sólo tengo que ganar amigos con riquezas que fueron obtenidas por medios contrarios a la voluntad de Dios. ¡Esto no puede ser!

La única explicación coherente que hallé para la resolución de este pasaje es la propuesta por el doctor E.W. Bullinger. En su libro How To Enjoy The Bible (Cómo disfrutar la Biblia), él explica que la puntuación era casi nula en los antiguos textos griegos, por lo que es difícil reconocer dónde termina una oración y comienza otra y es difícil también determinar qué cláusulas son afirmativas y cuáles son interrogativas, ya que ellos no tenían signos de interrogación como tenemos nosotros ahora. Si bien hay ciertas palabras que son indicativas de frases interrogativas, existen casos en que no hay un claro indicativo sobre si una oración es afirmativa, interrogativa o exclamativa, en tales casos, explica Bullinger, el contexto debe determinar cómo ha de leerse la oración. En este caso, Bullinger dice que todo el contexto señala que la lección que Jesús quiere transmitir es contraria a lo declarado en este versículo, por lo tanto, lo declarado en este versículo debe tomarse como una pregunta retórica o una pregunta irónica. Siendo así, el versículo lo podríamos traducir así:

“¿Y yo les digo: háganse para-ustedes-mismos amigos basados-en el Mamón [el dios materialista] de la injusticia, para-que cuando-sea-que se-acabe los reciban en las tiendas de-la-era futura?

De todas las versiones de la Biblia que he revisado sólo la versión Concordant Literal Version (Versión literal concordante) ha hecho una traducción de este versículo en forma de pregunta. Quizá la falta de comprensión del mensaje de la parábola ha hecho que la mayoría de los traductores pasen por alto este versículo. Particularmente no creo que haya una mejor forma de explicar este pasaje si no es entendiéndolo como una pregunta retórica. En otras palabras, lo que Jesús dijo es lo siguiente: “¿Les estoy diciendo que hagan amigos con riquezas injustas para así vivir en la era futura?” “¿Es esto lo que estoy queriendo enseñar?” La respuesta implícita es: ¡No! Jesús hace esta pregunta retórica cuya respuesta implícita es “no”. No era eso lo que Jesús quería enseñar en la parábola, el mensaje de la parábola es otro, el cual explica en los versículos siguientes.

Lucas 16:10-12 (RVA)
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

El versículo 9 nos dice qué es lo que Jesús NO quería enseñar con esta parábola: hacer amigos por medio de riquezas, abundancia o materialismo injusto. En estos versículos Jesús nos dice lo que SÍ quiere transmitir con su parábola.

En el versículo 10 Jesús afirma: “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto, también es injusto en lo mucho”. La pregunta aquí es ¿qué es “lo muy poco”? y ¿qué es “lo mucho”? Como vimos previamente, los escribas, fariseos y maestros de la ley eran los administradores de la ley de Dios, como no fueron fieles en su administración, perdieron esta responsabilidad y fueron los apóstoles los que luego administraron la gracia de Dios para la era cristiana, que consiste en la revelación del secreto espiritual escondido por Dios. Siguiendo este razonamiento, “lo muy poco” se refiere a la ley que Dios dio a Moisés y “lo mucho” se refiere a la revelación del secreto espiritual y los logros de Cristo para esta era cristiana. Podemos confirmar esto por medio de las palabras de Pablo en 2 Corintios:

2 Corintios 3:4-11 (RVA)
(4) Esta confianza tenemos delante de Dios, por medio de Cristo:
(5) no que seamos suficientes en nosotros mismos, como para pensar que algo proviene de nosotros, sino que nuestra suficiencia proviene de Dios.
(6) El mismo nos capacitó como ministros del nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica.
(7) Y si el ministerio de muerte, grabado con letras sobre piedras, vino con gloria—tanto que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual se había de desvanecer—,
(8) ¡cómo no será con mayor gloria el ministerio del Espíritu!
(9) Porque si el ministerio de condenación era con gloria, ¡cuánto más abunda en gloria el ministerio de justificación!
(10) Pues lo que había sido glorioso no es glorioso en comparación con esta excelente gloria.
(11) Porque si lo que se desvanecía era por medio de gloria, ¡cuánto más excede en gloria lo que permanece!

Aquí se ve claro, el ministerio de Moisés es aquí llamado “ministerio de muerte” (vers. 7) y “ministerio de condenación” (vers. 9) ¿por qué? Porque, como ya vimos, la ley dada a Moisés sólo sirve para mostrar que el ser humano está muerto, no tiene posibilidad de alcanzar la salvación por sus propios medios, porque no puede cumplir perfectamente los requisitos de Dios, establecidos en Su ley dada a Moisés. Sin embargo, el ministerio de Moisés fue un ministerio glorioso, la gloria de Dios fue reflejada en el rostro de Moisés. Pero ahora hay otro ministerio en vigencia, que es el ministerio del Espíritu (refiriéndose a Cristo), este ministerio es llamado “el ministerio de justificación” (vers. 9), porque a través de la obra de Cristo las personas ahora son tratadas como justas por medio de la fe. Pablo dice que si bien el ministerio de Moisés fue glorioso, no es glorioso en comparación con la excelente gloria del ministerio de Jesucristo. En otras palabras, el ministerio de Jesucristo es tan glorioso que la gloria que tuvo Moisés pareciera ser nula.

Comparando con lo que venimos estudiando en Lucas 16, se puede comprender que lo “muy poco” se refiere a la ley dada bajo el ministerio de Moisés y “lo mucho” se refiere a la nueva ley y nuevo pacto que promueve la justificación por fe, la cual llega a nosotros por medio del Cristo resucitado. Los líderes religiosos de la época de Jesús habían sido infieles en la administración de la ley de Dios dada a Moisés, por lo tanto, no eran confiables y no se les iba a dar la nueva ley de Dios (la ley de fe que Pablo menciona en Ro. 3:27).

Sigamos leyendo las palabras de Jesús en Lucas:

Lucas 16:11 (RVA)
Así que, si con las riquezas [Mamón, el dios materialista] injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?

Siguiendo en nuestro análisis, la siguiente pregunta es: ¿qué es “lo verdadero”? Unos versículos en Hebreos nos servirán para contestar esta pregunta:

Hebreos 8:1-2 (RVA)
(1) En resumen, lo que venimos diciendo es esto: Tenemos tal sumo sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,
(2) ministro del lugar santísimo y del verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre.

Hebreos 9:23-24 (RVA)
(23) Era, pues, necesario purificar las figuras de las cosas celestiales con estos ritos; pero las mismas cosas celestiales, con sacrificios mejores que éstos.
(24) Porque Cristo no entró en un lugar santísimo hecho de manos, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor.

Hebreos 10:1-2 (RVA)
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma misma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente de año en año, hacer perfectos a los que se acercan.

Cuando Dios habló a Moisés, le instruyó a construir un tabernáculo en el cual servirían los sacerdotes levitas. En este tabernáculo se realizaban los sacrificios por los pecados del pueblo y era también el lugar de encuentro con Dios. Pero aquí Pablo dice que todo esto era sólo “figura” de lo verdadero. El verdadero tabernáculo es el cielo mismo, en donde entró Jesús para ofrecer el verdadero sacrificio por el pecado, que fue su propia vida.

Lucas 16:11 (RVA)
Así que, si con las riquezas [Mamón, el dios materialista] injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?

Ahora podemos entender que cuando Jesús habló de lo “verdadero” se refería al entendimiento correcto acerca de todo lo que simbolizaba el tabernáculo, los sacrificios y los rituales y fiestas instituidas antiguamente. Sin embargo, vemos que Jesús contrasta lo “verdadero” con “las riquezas injustas”. Lo lógico aquí sería que Jesús diga: “si fueron infieles con lo figurado ¿quién les confiará lo verdadero?” Sin embargo, él no dice “lo figurado”, sino: “el Mamón injusto”. Aquí hay que tener en cuenta que Jesús estaba hablando en parábola precisamente para que el contenido profundo de su mensaje no sea descubierto por los incrédulos (Lc. 8:10; Mt. 4:33, 34; 13:34). Jesús debía mantener oculto el sentido de la parábola, por lo cual debió utilizar las palabras correctas al dar su explicación. Allí habían líderes religiosos incrédulos escuchando, quienes no debían comprender el mensaje profundo de la parábola de Jesús (Lc. 8:10), por lo tanto, el uso de las palabras “Mamón de la injusticia” es una perfecta elección de palabras. Por un lado, los escribas y fariseos avaros pensarían que se iban a perder de una ganancia mayor por haber administrado mal el dinero que ganaron injustamente, pero, por otro lado, los que buscan el entendimiento sobre el verdadero mensaje de la parábola pueden darse cuenta de que en lo que ellos no fueron fieles fue en la administración de los bienes ESPIRITUALES que Dios les dejó a cargo y que, por lo tanto, no iban a recibir la mejor parte, que consistía en la revelación de lo VERDADERO, o sea, la realidad de lo cual la ley y sus rituales eran sólo una figura.

Para sintetizar, digamos que la ley tenía una “sombra” o “figura” de lo verdadero, pero no era lo verdadero. La ley servía para representar en modo material aquello que estaba sucediendo en el plano espiritual, que es “lo verdadero”. Entonces, cuando Jesús dijo: “Pues si en el injusto Mamón no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?” Podemos entender que Jesús les estaba diciendo que si no habían administrado correctamente la ley de Dios (que tenía la “sombra” o “figura” de lo verdadero), sino que la habían usado para obtener bienes materiales de un modo injusto, mucho menos les sería confiado lo “verdadero”, lo cual requería de mayor responsabilidad y fidelidad.

Lucas 16:12 (RVA)
Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

En este versículo, lo “ajeno” puede entenderse como la ley de Dios que les había sido confiada para administrar (la cual es de Dios) y “lo que es vuestro” se refiere a la paga que recibirían por una buena administración de esa ley (las recompensas en el reino futuro). Si ellos no habían hecho bien la tarea encomendada no debían esperar recibir una recompensa por su labor.

Muchos creen que la explicación de la parábola dada por Jesús termina aquí, sin embargo yo creo que no es así, el mensaje de Jesús continúa en es siguiente versículo:

Lucas 16:13 (RVA)
Ningún siervo puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

Aquí la palabra “riquezas” es, nuevamente, la palabra griega mamönas, refiriéndose al dios de lo material, o a la adoración por el materialismo. Este versículo es la conclusión del mensaje de la parábola del mayordomo (o administrador) infiel. El versículo 14 nos dice que con Jesús había fariseos avaros que estaban escuchando y se burlaban de él. Al ser avaros, ellos estaban poniendo su mira en la ganancia de bienes materiales en lugar de concentrarse en hacer la voluntad de Dios. Ellos no adoraban directamente al dios sirio Mamón, pero se conducían como tales. En lugar de priorizar el hacer cumplir la Palabra de Dios y transmitirla a otros, ellos priorizaban su ganancia material y manipulaban la Palabra de Dios para hacer dinero. Por esto Jesús les dice: “ustedes no pueden servir a dos señores… o sirven al Dios verdadero, o sirven al materialismo”. Si hubiesen servido al Dios verdadero, habrían transmitido fielmente la ley de Dios, pero lo que estaban haciendo era servir a su deseo materialista ¡con los bienes espirituales que Dios les había dado! Y por esta causa Dios ya no les daría más bienes espirituales para administrar.

Un fiel administrador


1 Corintios 4:1-4 (BTX) [12]
(1) Así, considérenos todo hombre como servidores de Cristo y administradores de los misterios [secretos espirituales] de Dios.
(2) Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel.
(3) Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano, y ni siquiera yo mismo me juzgo,
(4) porque aunque de nada me acusa mi conciencia, no por eso soy justificado, pues el que me juzga es el Señor.
El apóstol Pablo fue elegido por Dios como administrador de los secretos espirituales de Dios. A diferencia de los escribas y fariseos a los que se refirió Jesús, él fue un fiel administrador de Dios. Pablo amaba y respetaba a Dios al punto de que hacer Su voluntad era su prioridad. El juicio de Dios era para él más importante que el juicio humano y prefirió ser juzgado y condenado por tribunales humanos a tener que dejar de anunciar la buena noticia que Dios le encomendó que predique. Sin embargo, antes de que Dios le encomendara el predicar los secretos espirituales, él era un fariseo, maestro de la ley, estaba dentro del mismo grupo de gente a la cual reprochó Jesús, esto decía Pablo:

Hechos 26:9-24 (RVA)
(9) Pues yo, a la verdad, había pensado que debía hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret;
(10) y esto hice en Jerusalén. Habiendo recibido autorización de los principales sacerdotes, yo encerré en cárceles a muchos de los santos; y cuando les mataban, yo di mi voto contra ellos.
(11) Muchas veces, castigándoles en todas las sinagogas, procuraba obligarles a blasfemar; y enfurecido en extremo contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
(12) En esto estaba ocupado cuando iba a Damasco con autorización y comisión de los principales sacerdotes.
(13) En el camino a mediodía, oh rey, vi que desde el cielo una luz, más resplandeciente que el sol, alumbró alrededor de mí y de los que viajaban conmigo.
(14) Habiendo caído todos nosotros a tierra, oí una voz que me decía en lengua hebrea: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Dura cosa te es dar coces contra el aguijón!”
(15) Entonces yo dije: “¿Quién eres, Señor?” Y el Señor dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
(16) Pero levántate y ponte sobre tus pies, porque te he aparecido para esto: para constituirte en ministro y testigo de las cosas que has visto de mí y de aquellas en que apareceré a ti.

Pablo era un líder religioso que combatía al cristianismo, él perseguía a los cristianos, los aprisionaba, los castigaba y consentía en su muerte. ¡A este hombre, Jesús escogió para predicar las buenas noticias de salvación y para revelar los secretos espirituales escondidos por Dios!

1 Timoteo 1:12-16 (RV-1960)
(12) Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,
(13) habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.
(14) Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
(15) Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
(16) Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna [vida de la era futura].

Pablo comenta aquí que lo que él había hecho, lo había hecho por ignorancia. De todos modos las cosas que él hacía eran muy graves, aprisionaba a los cristianos, los azotaba, intentaba hacerlos blasfemar el nombre de Dios y luego daba su consentimiento para que fueran ejecutados. Pablo dañó severamente a varios miembros del Cuerpo de Cristo, pero aun así, el Señor Jesucristo lo perdonó y lo recibió con misericordia para mostrar en él toda Su clemencia y que fuese ejemplo de los que iban a creer en Cristo para obtener vida en la era futura. Si de “obras” se trata, Pablo estaba totalmente condenado a la destrucción, pero él recibió a Cristo por fe, y cambió su mentalidad y su conducta y, de este modo, recibió la redención de Dios y es puesto como ejemplo. Pero él no es ejemplo de los que OBRAN para alcanzar la vida de la era futura, él es ejemplo de los que CREEN para alcanzar la vida de la era futura.

Gálatas 1:13-14 (RVA)
(13) Ya oísteis acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo: que yo perseguía ferozmente a la iglesia de Dios y la estaba asolando.
(14) Me destacaba en el judaísmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.
Pablo no era un judío común, él se destacaba en el judaísmo por sobre muchos de los de su generación, siendo muy celoso de las tradiciones de sus padres. A causa de sus convicciones, él perseguía y asolaba a la iglesia de Dios, porque creía firmemente que Jesús no era el Mesías y que la doctrina cristiana era contraria a Dios. Sin embargo, cuando Jesús se le presentó y él entendió la verdad sobre quién era Jesús y cuál fue su obra de redención, él cambió su actitud. A tal punto cambió su actitud, que todo lo que él consideraba como ganancia pasó a considerarlo como basura.

Filipenses 3:4-10 (RVA)
(4) Aunque yo tengo de qué confiar también en la carne. Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más:
(5) circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
(6) en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible.
(7) Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo.
(8) Y aun más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo
(9) y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe.

Pablo era un importante personaje dentro del judaísmo, él era un fariseo, maestro de la ley. En Hechos 22:3 se nos dice que él fue estrictamente instruido por un maestro de la ley llamado Gamaliel; en Hechos 5:34 se nos dice que este Gamaliel era venerado por todo el pueblo. Con esta información, podemos comprender que la posición de Pablo era privilegiada, había sido instruido por un maestro de la ley muy respetado. Además, Pablo nos dice aquí que él era “hebreo de hebreos”, o sea, era de un linaje Israelita puro. Todas estas cosas eran “ganancia” para él en un tiempo, en esta posición, él era respetado por la gente, tenía autoridad y tenía un buen pasar económico. Todo esto él lo consideró como pérdida a causa de Cristo.

La palabra “pérdida” es la traducción de la palabra griega zemia, que significa “daño, pérdida, el paso de un estado o condición hacia otro peor”. Esto quiere decir que lo que para él era antes una ganancia, ahora lo consideraba como un daño o pérdida, él ahora sabía que si seguía en la condición anterior, estaría deteriorándose, estaría yendo hacia una condición cada vez peor. Él entendió que para poder avanzar en su vida y pasar a un mejor estado o condición debía hacer la voluntad de Dios. Su principal objetivo ahora era “ganar a Cristo” ¿Cómo pretendía él ganar a Cristo? ¿Con obras de la ley? ¡No! Él dice que su objetivo ahora era “conocer a Cristo Jesús”. La forma en que él obtendría verdadera “ganancia” en su vida sería conociendo a Cristo Jesús.

Pablo había estudiado la ley de Dios durante años y no había podido comprender su verdadero sentido, por lo cual, al igual que la mayoría de los judíos, no reconoció a Jesús como el Mesías enviado por Dios. Pero cuando Jesús se le presentó en una visión, él cambió rotundamente su forma de actuar. No fue la ley lo que hizo que Pablo cambiara su actitud, sino el conocer a Cristo. Cristo se presentó ante Pablo y allí Pablo comenzó a conocerlo, a partir de allí, Pablo dedicó su vida a conocerlo cada vez más y más ¿cómo? Intentando hacer Su voluntad en todo momento. Lo que Pablo dice en Filipenses 3 no son sólo palabras, él no dijo: “consideré todo como pérdida” mientras estaba viviendo en una mansión de lujo escribiendo sus cartas. Él en verdad consideró todo lo otro como pérdida, fue aprisionado, pasó por muchos peligros, castigos físicos y presiones mentales con el fin de dar a conocer a Cristo (2 Co. 11:23-33).

1 Corintios 15:9-10 (RVA)
(9) Pues yo soy el más insignificante de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
(10) Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano. Más bien, he trabajado con afán más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que ha sido conmigo.

Pablo aquí reconoce la gracia (favor inmerecido) de Dios en su vida. Él dice que la gracia de Dios no fue en vano con él, sino que trabajó más que todos los demás apóstoles. Sin embargo, lejos de gloriarse de su propio trabajo, él dice que su trabajo fue también el de Dios trabajando con él. Notemos que Pablo jamás dijo que él trabajaba para “alcanzar la salvación”, ni tampoco para “mantenerla”, todo lo contrario, estaba tan agradecido por la gracia y misericordia de Dios en él que se esforzó muchísimo para hacer todo lo que Dios le había encomendado. Sus obras no partieron de un corazón lleno de miedo a perder la salvación, sino de un corazón lleno de agradecimiento por la gracia de Dios. Estando lleno de gratitud para con Dios, Pablo se esforzó por obedecer a Dios, y en ese esfuerzo, Dios proveyó de más gracia y bendición, con la cual Pablo tuvo más capacidad para llevar a cabo su servicio a Dios.

Luego de recibir la salvación de Dios, podríamos utilizar la gracia de Dios como excusa para el pecado, esto sería equivalente a no aprovechar la gracia de Dios, lo cual sólo redundaría en pérdida para nosotros, no perderemos la vida en la era futura, pero podemos de vivir una vida con mayor plenitud y podemos perder la oportunidad de recibir una mejor recompensa en el futuro. En realidad, en un creyente maduro, con un corazón lleno de gratitud por lo que Dios ha hecho, quizá no sea necesario pensar en recompensas futuras para esforzarse por vivir una vida en santidad, sin embargo, las recompensas son mencionadas en la Biblia y son un incentivo extra para los cristianos.

1 Juan 3:1-3 (RVA)
(1) Mirad cuán grande amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
(2) Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Pero sabemos que cuando él sea manifestado, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
(3) Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, como él también es puro.

1 Juan 4:10-12 (RVA)
(10) En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en expiación por nuestros pecados.
(11) Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
(12) Nadie ha visto a Dios jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

El amor (el verdadero amor) se basa en el hecho de que Dios nos amó. La mayor expresión del amor de Dios es que él envió a Su Hijo en expiación por nuestros pecados. Él entregó a su más amado ser para que sea cruelmente torturado con el fin de que nosotros podamos ser parte de Su familia. Esto es una muestra de amor que va más allá de toda comprensión, porque ¿qué padre desea ver sufrir a su hijo amado con el fin de rescatar a un desconocido, o incluso a un enemigo de la familia? Los versículos 2 y 3 de 1 Juan 3 nos dice que como hijos de Dios seremos (en el futuro), semejantes a Él, porque le veremos tal como él es (veremos la manifestación plena de Su amor), y que quien tiene esta esperanza se purifica a sí mismo. Uniendo las piezas del rompecabezas, lo que estos versículos nos están diciendo es que el conocimiento de Dios y de Su amor es lo que hace que nosotros tengamos mayor capacidad de amar, por esta causa, mientras más conocemos a Dios y más conocemos a Cristo, más puros nos volvemos en nuestros corazones, y así nuestras acciones se vuelven más santas, limpias y justas. Por eso, nuestro objetivo central en nuestras vidas debe ser conocer a Dios y conocer al Señor Jesucristo, quien puso de manifiesto el amor de Dios de una forma jamás vista.

1 Pedro 4:10-11 (BTX)
(10) Cada uno según el don que recibió, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
(11) Si alguno habla, hágalo conforme a oráculos de Dios; si alguno ministra, ministre conforme a la virtud del poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por medio de Jesús el Mesías, a quien pertenecen la gloria y el poder por los siglos de los siglos, amén.

Cada creyente cristiano ha recibido algún don de parte de Dios con el fin de que sirva a otros creyentes a través de ese don. Por medio de los dones de Dios nosotros somos “administradores de la multiforme gracia de Dios”. Para poder ser fieles administradores de la gracia de Dios, debemos utilizar correctamente los dones que Dios nos dio, no buscando nuestra propia gloria y ganancia, sino la de Dios.

¿Completar la salvación?


Para cerrar este estudio, quiero que analicemos un versículo de las Escrituras que suele ser usado para enseñar que la salvación debe “mantenerse” a través de las obras. Este versículo es un obstáculo para muchos cristianos, pero si se lo interpreta correctamente nos dará una perspectiva muy alentadora para nuestras vidas.

Filipenses 2:12 (RVA)
De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre—no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia—, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;

Este versículo dice: “ocupaos de vuestra salvación”. Utilizando este versículo, algunos maestros cristianos enseñan que si bien la salvación se obtiene por gracia, uno debe “ocuparse” de ella para no perderla. Ahora bien, si estudiamos la palabra “ocupaos”, la cosa se pone aún peor, porque esta palabra debería traducirse como: “completen” o “produzcan”.

La palabra traducida “ocupaos” es en griego katergazomai, que es la unión de kata: “hacia abajo” y ergazomai: “trabajar, labrar, obrar, actuar”. Significa “obrar o trabajar hasta completar el objetivo”, de ahí que puede tomar el sentido de “realizar, completar, producir, llevar a cabo, terminar”, por lo que la frase debería traducirse: “completen su salvación” o “produzca su salvación”. Si nosotros tenemos que completar o producir nuestra salvación ¡entonces no somos salvos! Más aún, si nosotros tenemos que completar o producir la salvación, entonces no es por gracia ni por medio de la fe, y no es don de Dios sino obra nuestra, lo cual contradice a lo dicho en Efesios 2:8.

El problema aquí consiste en no comprender que la palabra “salvación” puede referirse a distintas cosas según el contexto. Cuando di la definición de “salvación”, en capítulos anteriores, mencioné que significa “salvación, liberación, restauración, posición en la que se está preservado del daño o pérdida”. En la era futura, nosotros tendremos una perfecta salvación, porque nuestros cuerpos y mentes estarán completamente restaurados, seremos completamente libres del pecado y estaremos completamente a salvo de todo daño, viviendo en el paraíso. Esto es lo que podemos llamar “salvación final” o “salvación futura”, la cual será completa. Ésta salvación final es la que Dios regala por gracia cuando creemos en Cristo como nuestro Señor. Sin embargo, hay otro aspecto de la salvación que es ACTUAL. Hoy en día nuestros cuerpos y mentes no están completamente restaurados, no estamos libres del pecado y no estamos a salvo de toda clase de daños. Por lo tanto, hay un aspecto ACTUAL de la salvación que depende de nuestro ANDAR.

En este sentido, nuestra salvación para el día de hoy debe ser producida por nosotros día a día. Dios nos dará la salvación final a causa de que una vez hemos decidido hacer a Cristo nuestro Señor, pero esto no garantiza nuestra entereza actual. Si queremos tener mayor entereza física, mental y anímica en el día de hoy y ser protegidos de los daños y disminuir los efectos nocivos del pecado, debemos PRODUCIR nuestra salvación. ¿Cómo se hace esto? Del mismo modo en que recibimos la salvación final: por fe. Un acto de fe en Cristo nos ha librado de la consecuencia final del pecado, que es la muerte perpetua, del mismo modo, los actos diarios de fe nos van librando de las consecuencias diarias del pecado. No podemos deshacernos por completo de los efectos del pecado, pero podemos disminuirlos en la medida en que actuamos conforme a la voluntad de Dios.

Debemos notar que si bien el producir la salvación actual es nuestra responsabilidad, ésta no se produce por buenas obras enumeradas en una ley escrita, sino por las buenas obras que Dios nos dicta. La salvación no se basa en actos religiosos externos, sino en la diaria obediencia a Dios. El contexto de Filipenses 2 nos da más claridad:


Filipenses 2:1-13 (BTX)
(1) Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si alguna exhortación de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable de misericordia,
(2) completad mi gozo, para que seáis de un mismo sentir, teniendo un mismo amor, unánimes, teniendo los mismos sentimientos.

Estos versículos nos señalan cuál debe ser el eje del andar cristiano: tener un mismo sentir entre cristianos, con un mismo amor y los mismos sentimientos. La palabra aquí traducida como “sentir” es en griego phroneö, que se refiere a la forma en que se dirigen los pensamientos; por otro lado, la palabra traducida “sentimientos” también es phroneö. En realidad, las palabras “teniendo los mismos sentimientos” deben traducirse “teniendo una dirección-de-pensamientos”, en forma ampliada podemos traducirlas como: “teniendo los pensamientos dirigidos hacia un mismo objetivo”, como leemos en Efesios:

Efesios 4:11-13 (RVA)
(11) Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros,
(12) a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
(13) hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Dios ha dotado a distintos creyentes con diferentes dones y funciones de servicio. Éstas funciones de servicio están diseñadas para capacitar a los santos (los creyentes) para la obra del ministerio (obras de servicio) y para la edificación del Cuerpo de Cristo (refiriéndose a la Iglesia como un conjunto). La finalidad es que todos alcancemos la UNIDAD de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios. Si la voluntad de Dios es que todos alcancemos UNIDAD en cuanto a la fe y el conocimiento de Jesucristo, entonces las diferencias doctrinales y las divisiones entre denominaciones y religiones no pueden ser obra de Dios. Cristo tiene sólo un Cuerpo de cristianos, las divisiones no las causó él, ni tampoco Dios. Muy por el contrario, Dios y Jesucristo están trabajando para lograr la unidad de la Iglesia cristiana, quien está obrando para generar divisiones es el Satanás y los demonios y personas que lo siguen, quienes dividen a la iglesia con engaños (1 Co. 11:12-15; Ap. 12:9).

Sigamos leyendo Filipenses 2:

Filipenses 2:3-4 (BTX)
(3) Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria, sino con humildad, considerándoos los unos a los otros como superiores a vosotros mismos.
(4) No mirando cada cual por su propio interés, sino también por el de los demás.

Estos versículos apuntan hacia la actitud de humildad que debe tener todo cristiano. Santiago y Pedro nos dicen que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (Stg. 4:6; 1 P. 5:5), por lo tanto, uno de los principales obstáculos para nuestro crecimiento en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios es la soberbia. Por esta causa Pablo hace especial énfasis en el desarrollo de la humildad, no haciendo nada por vanagloria y considerando a los otros (los otros cristianos) como superiores a nosotros mismos.

Además, Pablo dice que no busquemos el propio interés, sino también el de los demás. Esto no quiere decir que debemos desatender nuestras propias necesidades, ni que debamos empobrecer para ayudar a otros, la instrucción es que miremos TAMBIÉN el interés de los demás. Muchas veces estamos tan preocupados por satisfacer nuestros propios deseos e intereses que no nos damos cuenta que hay otros cristianos que tienen problemas más urgentes y que requieren de nuestra ayuda. Todas estas instrucciones apuntan a que dejemos de vernos como creyentes individuales y nos consideremos como un Cuerpo de creyentes que necesitan unos de otros y que crece conjuntamente, como una UNIDAD.


Filipenses 2:5-8 (BTX)
(5) Considerad entre vosotros lo que hubo también en Jesús Cristo,
(6) el cual, existiendo en forma de Dios, no quiso por usurpación ser igual a Dios,
(7) sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
(8) y hallándose en la condición de hombre, se humilló a Sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Ahora Pablo menciona el ejemplo de Jesucristo. Él tuvo la “forma” de Dios, esto no quiere decir que él era Dios hecho carne, como algunos enseñan, sino que él tenía atributos similares a los de Dios. La palabra “forma” es en griego morphë, que refiere a la “apariencia externa”. Por supuesto, esto no significa que su cuerpo fuera similar al de Dios, porque Dios es Espíritu (Jn. 4:24) y, por lo tanto, no tiene carne. Cuando las Escrituras nos dicen que su “apariencia” era como la de Dios se refieren a que los actos visibles de Jesús eran como los actos visibles de Dios. Jesús siempre obedeció a Dios (Jn. 5:30), por lo tanto, tuvo todo el poder de Dios disponible para actuar en el mundo. Él enseñó la Palabra con autoridad (Mt. 7:28-29) e hizo muchos milagros y sanidades (Mt. 13:54; Mr. 6:2; Mt. 4:24), sin embargo, él jamás aprovechó las circunstancias para obtener riquezas o gloria de hombres, todo lo contrario, la gloria por sus actos siempre se la llevaba Dios (Mt. 15:31; Lc. 5:26; 7:16).

Jesús tuvo disponible todo el poder y autoridad de Dios para actuar en el mundo, pero no usurpó en lugar de Dios, o sea, no quiso ser adorado y glorificado por las personas, sino que dirigió la gloria siempre a Dios. Él tampoco usó su posición para ejercer control sobre las personas, sino que tomó forma de siervo. Jesús era el Mesías, era Hijo de Dios y era el Rey prometido por Dios, sin embargo, él, mientras estuvo en la Tierra, no utilizó su calidad de Rey y de Hijo de Dios para someter a las personas, sino que utilizó todos los dones y funciones dadas por Dios para servir a las personas y traernos salvación.

El versículo 8 nos dice que él “se humilló a Sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. La salvación de la humanidad requería que él muriera, pero no con cualquier tipo de muerte, sino con la tortura y la crucifixión. Él no murió como un soldado honorable que lucha en batalla, sino que murió como el peor de los malhechores. Si él quería, podría haber sido librado de esa tortura, él podría haber orado a Dios y Dios lo libraría de tener que ser torturado y ejecutado (Mt. 26:53). Pero si él elegía ser librado de ese sufrimiento, la humanidad no obtendría la salvación prometida por Dios, el castigo por nuestro pecado no se habría pagado y ninguno de nosotros podría ser salvo por fe. De seguro, Jesús no quería pasar por tal tortura, pero antepuso el bien de los demás (nuestra salvación) por encima del propio.

Jesús es el máximo ejemplo de alguien que dio prioridad al interés de los demás que al propio. Pero su ejemplo no está puesto aquí tan sólo para que lo admiremos, sino para que lo sigamos, porque Pablo dice: “Considerad entre vosotros lo que hubo también en Jesús Cristo”. Hoy no se requiere de nosotros que entreguemos nuestras vidas a una muerte tortuosa para salvar a otros, pero la actitud en la mente debe ser la misma. La “perfección” en el cristianismo no consiste en la cantidad o calidad de obras que hagamos, sino de la dirección o disposición de pensamientos que logramos, nuestro objetivo como cristianos no es igualar a Jesús en milagros, sanidades y manifestaciones de poder, sino igualarlo (si fuera posible) en su obediencia a Dios y su entrega en pro de la salvación de otros. Por supuesto, su ejemplo es un estándar muy alto de alcanzar y lo más probable es que no lo alcancemos a lo largo de nuestras vidas, no obstante, ese debe ser nuestro objetivo y debemos esforzarnos por alcanzarlo cada día de nuestras vidas.

Filipenses 2:9-11 (BTX)
(9) Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio el Nombre que es sobre todo nombre;
(10) para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra,
(11) y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.

La entrega de Jesús no quedó sin recompensa. Él ahora está en una posición privilegiada. Es el primer ser humano en resucitar de entre los muertos con un cuerpo espiritual inmortal y, además, fue puesto por Dios como el segundo al mando sobre toda la creación, cumpliendo la función de mediador entre Dios y los seres humanos. De todos modos, él no está descansando a la diestra de Dios, sino que está trabajando para edificar a la iglesia de Dios, la cual es Su Cuerpo. Él es ejemplo de servicio aun hoy, porque estando en la posición en la que está, podría desligarse de la humanidad y disfrutar su nueva vida, sin embargo, está día y noche trabajando por medio de cada creyente cristiano, para llevar salvación a todas las personas.

Filipenses 2:12 (BTX)
Por tanto, amados míos, como siempre obedecisteis, no sólo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia, alistad vuestra propia salvación con temor y temblor.

La palabra traducida “alistad”, en el versículo 12, significa, como hemos visto “producir” o “completar”. Las palabras “temor y temblor” se refieren a tener una actitud de respeto y reverencia para con Dios, se usaban para referirse al temor o reverencia que se tiene por una autoridad superior.

En este versículo, el apóstol Pablo está alentando a los creyentes a “producir su salvación”. ¿Cómo? A través de la obediencia a Dios, la cual debe partir de una actitud de respeto y reverencia a Dios. Pablo dice: “Por tanto”, lo cual nos indica que este versículo es la conclusión lógica que surge en base a lo previamente dicho. Uno primero tiene que considerar el gran ejemplo de entrega de Cristo para luego poder “producir” la salvación. En otras palabras, no es posible desarrollar una vida de santidad y amor si no se comprender el ejemplo de amor de Cristo, el cual también nos señala el profundo amor de Dios.

No podemos amar como Dios ama si no conocemos cuánto Él nos amó. No podemos desarrollar un andar conforme a la voluntad de Dios si nuestro interior no está correctamente nutrido con el conocimiento del amor de Dios y el amor de Su Hijo Jesucristo.

Por Su inmenso amor con que nos amó, Dios ha dado a Su Hijo para que obtengamos la vida perpetua en una era futura, con un cuerpo inmortal e incorruptible. Nuestra salvación futura es un regalo de Dios, la recibimos por fe en Su obra de redención en Cristo. A su vez, la salvación presente (nuestra entereza física, mental y anímica), también es un regalo de Dios y también la recibimos por fe, por un diario andar de fe, lo cual implica obediencia a Dios.

Filipenses 2:13 (BTX)
Porque Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Aquí la palabra “querer” es la palabra griega the, que significa “deseo impulsivo”, es un impulso interno, esas ganas repentinas de hacer algo que parten desde el interior. Además, la palabra “hacer” es en griego energ, que es un verbo que significa “energía en acción”.[13] Lo que este versículo nos está diciendo es que Dios produce en nosotros el impulso o las ganas de hacer Su voluntad y también nos da la energía para hacerla, en nosotros queda la DESICIÓN de actuar.

Dios produce en nuestro interior el deseo de hacer Su voluntad, luego nosotros decidimos si seguir ese deseo o no, si decidimos hacer la voluntad de Dios, Dios también nos dará la energía y recursos para hacer la tarea. El que podamos hacer la voluntad de Dios depende de la acción de Dios en nosotros, por eso es que podemos decir que nuestra actual salvación también es un regalo de Dios, que obtenemos cuando tomamos las decisiones correctas.

Conclusión


En conclusión, hemos visto que en la parábola del mayordomo infiel, o del administrador infiel, Jesús señaló proféticamente lo que sucedería con los líderes religiosos que no se condujeron conforme a la voluntad de Dios y que utilizaron los bienes espirituales que Dios les encomendó (Su ley y Su doctrina) para servir a sus propias ambiciones, en búsqueda de riquezas materiales. Luego de la muerte y ascensión de Cristo, Dios se proveyó de fieles administradores de la gracia de Dios, como lo fue el apóstol Pablo y los otros apóstoles que predicaron la buena noticia (o evangelio) de Dios. Como Jesús anticipó, muchos líderes religiosos infieles, en lugar de predicar una salvación por fe y por gracia de Dios, han estado enseñando a las personas que la “deuda” con Dios puede ser pagada por medio de determinadas acciones y han enseñado que cada persona puede ganarse la vida en la era futura por medio de sus acciones y que puede también perderla si sus acciones no son rectas. Al hacer esto, estos líderes espirituales han sido (y están siendo) infieles administradores de la gracia de Dios, imponiendo sobre las personas cargas que ni ellos mismos pueden llevar.

Dios, a través de Sus Escrituras, nos muestra el gran amor con que nos amó (y nos ama) por el cual dio a Su Hijo Jesucristo como sacrificio por nuestros pecados, de modo que no tengamos que cumplir toda Su ley para obtener vida en la era futura. Con esto Dios nos ha dado paz y descanso, porque una vez que creímos en Cristo como Señor podemos descansar en la seguridad de que nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús. Saber esto nos da la paz y el ánimo necesario para comenzar a vivir una vida de santidad, haciendo las buenas obras que Dios preparó para nosotros.

Si bien los pecados que podamos cometer no nos van a quitar la posibilidad de vivir perpetuamente en la presencia de Dios, lo más conveniente para nuestras vidas es que andemos conforme a la voluntad de Dios, siguiendo los deseos que Él coloca en nuestro interior. Al hacerlo, vamos produciendo “salvación” para el día en que vivimos, lo cual significa que obtendremos integridad física, mental y anímica, liberación de ataques espirituales y protección contra los daños del mundo, a la vez que vamos produciendo el fruto espiritual con el cual tendremos vidas más plenas.

Sin embargo, no debemos jamás perder de vista que vivimos en un mundo corrompido y que nuestros cuerpos están corrompidos, por lo que no podremos escapar de los efectos dañinos de éstos. Aun si andamos en santidad sufriremos de los efectos de la corrupción que hay en el mundo, lo cual no debe desalentarnos, sino hacernos recordar constantemente que la maldad y sufrimiento fueron introducidos al mundo por el Diablo (el ser espiritual que se opone a Dios), en el momento en que Adán y Eva decidieron desobedecer a Dios; y también deben hacernos recordar que la solución a toda esta corrupción también es obra de la gracia de Dios. Dios, en el futuro, restituirá la Tierra y viviremos para siempre con Él en un reino de gloria.

Romanos 8:15-25 (Mi traducción)
(15) Porque NO recibieron espíritu de esclavitud para nuevamente vivir con temor, sino que recibieron espíritu de adopción, en el-que exclamamos: "Abba, el PADRE"
(16) El Espíritu mismo está-testificando-juntamente-con nuestro ·espíritu de que somos descendientes de DIOS,
(17) y si somos descendientes de DIOS, también somos herederos. Por-un-lado somos herederos de DIOS, por-otro-lado somos coherederos de Cristo, y-como estamos-padeciendo-junto-con Él, entonces también seremos-glorificados-junto-con Él.
(18) Porque considero que los padecimientos de la temporada presente NO son merecedores de la gloria que-está-por ser-revelada en nosotros,
(19) porque la atenta-expectativa de la creación está-esperando-expectante la revelación de los hijos de ·DIOS
(20) (porque la creación fue-sometida a la futilidad, NO voluntariamente sino a-causa-de aquél que la sometió) en la esperanza de
(21) que también la creación misma será-hecha-libre, saliendo de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad de la gloria de los descendientes de ·DIOS.
(22) Porque hemos-comprendido que toda la creación gime-junto-con DIOS y sufre-dolor-expectante-junto-con DIOS hasta el presente.
(23) Pero NO solo gime la creación, sino que también nosotros-mismos, los que tenemos la primera-porción del Espíritu, nosotros también, en nuestro-interior, estamos-gimiendo a causa de la adopción, esperando-expectantes la redención de nuestro ·cuerpo
(24) (Porque en la esperanza fuimos-salvados, pero una esperanza que está-siendo-observada NO es esperanza, porque lo-que se está-observando ¿quién lo espera?,
(25) pero cuando esperamos lo que NO estamos-observando, con paciencia lo esperamos-expectantes).
Apocalipsis 22:1-7 (RVA)
(1) Después me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluye del trono de Dios y del Cordero.
(2) En medio de la avenida de la ciudad, y a uno y otro lado del río, está el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto. Las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones.
(3) Ya no habrá más maldición. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le rendirán culto.
(4) Verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
(5) No habrá más noche, ni tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol; porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
(6) Me dijo además: “Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que tienen que suceder pronto.
(7) ¡He aquí vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”



[1] Las citas de las Escrituras marcadas como “RVA” fueron tomadas de la versión “Reina Valera Actualizada”, revisión de 1989, publicada por la Casa Bautista de Publicaciones.
[2] Al hacer las citas de Romanos estaré usando mi propia traducción del texto griego, que he intentado ajustar lo mejor posible al mensaje original. En mi traducción las palabras unidas con guiones (-) corresponden a una sola palabra griega; las palabras escritas con letras itálicas son palabras que no se corresponden a alguna palabra griega pero que deben ser agregadas en el español para la correcta lectura del texto; las palabras que están precedidas por un punto de multiplicación (·) corresponden a palabra que en griego están precedidas por un artículo cuando en español no corresponde colocar ese artículo; he colocado con MAYÚSCULAS toda referencia a Dios (DIOS, SEÑOR, PADRE, ÉL, etc.) y con inicial mayúscula toda referencia a Jesucristo (Señor, Cristo, Él, etc.). Para más detalles, ver "Nuevo Testamento".
[3] Muchas versiones de la Biblia traducen “vida eterna”, lo cual es un término inexacto, porque la palabra que traducen como “eterna” es aiönios, que es una palabra derivada de aiön, que significa “era”. Aionios, significa “relativo o perteneciente a la era”. La “era”, a su vez, se refiere a la era futura prometida por Dios, en la que restaurará todas las cosas e instaurará nuevamente el paraíso sobre la Tierra. De allí sale mi traducción “vida de la era futura”.
[4] La idea de “infierno” como un lugar de tortura eterno no es un concepto bíblico correcto. La Biblia no enseña que una persona desobediente será torturada eternamente, sino que será completamente destruida, simplemente dejará de existir. Si desean información al respecto pueden leer mi estudio “La esperanza del cristiano” y también: "¿Qué dice la Biblia acerca del infierno?"
[5] Por ejemplo, en Gn. 17:15 se dice que el dinero “se acabó”, usando la palabra tamam, el dinero había sido gastado por completo. En Gn. 47:18 se usa tamam diciendo que el año se había acabado, había llegado a su fin. Otro ejemplo está en Jer. 24:10, donde tamam se traduce “exterminados”, lo cual da la idea, nuevamente, de algo que ha sido completamente consumido y ha llegado a su fin.
[6] Al decir “bautizados”, se refiere al bautismo en espíritu santo y no al bautismo de agua. El bautismo en espíritu santo consiste en aceptar a Cristo como el Señor de nuestras vidas y creer con el corazón que él fue resucitado por Dios, no consiste en un acto externo sino en un cambio interno que nos lleva a desear cambiar nuestro modo de vida y seguir a Cristo. Para más información sobre la doctrina bíblica del bautismo, lea: “¿Qué dice la Biblia acerca del bautismo en agua?".
[7] Definiciones tomadas del diccionario electrónico Espasa Calpe S.A.
[8] Las citas de las Escrituras marcadas como “NVI” fueron tomadas de la “Nueva Versión Internacional”, revisión de 1999, por la Sociedad Bíblica Internacional.
[9] Las citas de las Escrituras marcadas como “NT-Rec.” Fueron tomadas del Nuevo Testamente, versión Recobro, revisión de 1994, por Living Stream Ministry y Witness Lee.
[10] Las citas de las Escrituras marcadas como “RV-1960” fueron tomadas de la versión “Reina-Valera”, revisión de 1960, por las Sociedades Bíblicas Unidas.
[11] Para más detalles sobre qué es el espíritu santo, cómo se recibe y cómo se opera, recomiendo leer mi estudio “El don de espíritu santo”.
[12] Las citas de las Escrituras marcadas como “BTX” fueron tomadas de la “Biblia Textual”, segunda edición, por la Sociedad Bíblica Iberoamericana, revisión del 1999. En este caso he utilizado esta versión porque traduce oikonomos como “administrador”.
[13] Este versículo lo he tratado en mucho más detalle en mi estudio “Filipenses 2:13: La acción de Dios en el creyente”.




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