Una advertencia contra aquellos que negocian con la gracia de Dios
Introducción
Lucas 16:1-12 (RVA)[1]
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre
rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador
de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo
de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
(3) Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué
haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da
vergüenza.
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido
de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su
señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo:
‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le
dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’
(8) “Y el señor elogió al mayordomo injusto porque
actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces
que los hijos de luz.
(9) “Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos
amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas
eternas.
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en
lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis
fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará
lo que es vuestro?
He leído muchas veces este pasaje de
las Escrituras, pero con el tiempo, en la medida que he estudiado y pensado
este texto, orando a Dios por entendimiento, he descubierto (con la ayuda de Dios)
que estos versículos contienen una verdad bastante profunda, que quizá no ha
sido correctamente comprendida por la mayoría de los cristianos. Si bien ya
expliqué algo sobre este texto en mi estudio “Eras y administraciones en la
Biblia”, quisiera ahora volver a enseñar sobre éste con otro enfoque.
Como veremos, esta parábola de Jesús
nos fueron una predicción acerca de cómo los líderes religiosos de Israel iban
a perder la capacidad para administrar los mandamientos de Dios al pueblo y, a
su vez, es una advertencia contra aquellos que utilizan la gracia de Dios y la
Palabra de Dios para negociar y obtener dinero, honra, respeto y autoridad.
Como hijos de Dios, debemos estar atentos y no aceptar como doctrina nada que
no sea la gracia y verdad que Dios nos ha dado.
Juan 1:17-18 (RVA)
(17) La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia
y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
(18) A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que
está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Moisés recibió de parte de Dios la
ley, recibió mandamientos y normativas que servían de guía para conocer la
voluntad de Dios. Lo que Moisés recibió lo recibió por gracia, y la Palabra que
recibió era verdad, sin embargo, este texto nos dice que “la gracia y la verdad
nos han llegado por medio de Jesucristo”. Esto no quiere decir que Dios le
mintió a Moisés, lo que se quiere enfatizar es el hecho de que Jesús trajo un
entendimiento mucho más profundo sobre la gracia y la verdad de Dios, algo que
jamás pudo conocerse a través de la ley que fue dada a Moisés. Jesús, con sus
obras, dio a conocer de un modo nunca antes visto el gran amor de Dios para la
humanidad y Su deseo de salvación para todos. Jesús dio a conocer a Dios al
hacer siempre Su voluntad, de este modo, el trajo un entendimiento mucho más
profundo de la gracia y la verdad de Dios.
A mucha gente le encanta oír
enseñanzas sobre la gracia de Dios y les encanta hablar sobre la gracia de
Dios, sin embargo, no prestan mucha atención a la verdad de Dios, pero para
poder realmente vivir en la gracia de Dios, el cristiano debe conocer la verdad
de Dios:
2 Juan 1:3 (RVA)
La gracia, la
misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del
Padre, estarán con nosotros en verdad y amor.
Aquí Juan dice que la gracia, la
misericordia y la paz de parte de Dios y de Jesucristo estarán con nosotros “en
verdad y amor”. Si no conocemos la verdad de Dios y no nos conducimos con
verdadero amor, no podremos aprovechar completamente la gracia, misericordia y
paz que Dios tiene para nosotros. Dios es un Dios que siempre extiende Su
gracia y misericordia en las personas, sin embargo, Él limita o despliega Su
poder y acción en nuestras vidas conforme a cómo nos conducimos. Si nuestra
conducta es conforme a Su verdad, Él extenderá más de Su gracia, misericordia y
paz a nuestras vidas, pero ¿cómo conducirse correctamente sin conocer Su
verdad? ¿Cómo podremos andar en amor si ni siquiera sabemos qué es el verdadero
amor? ¿Cómo podemos amar como Dios ama si no sabemos cómo es Su amor?
Sin el conocimiento de la gracia de
Dios no es posible desarrollar la clase de andar que Dios desea que tengamos,
pero también, sin la práctica del amor de Dios, no podremos avanzar en nuestro
entendimiento de Su gracia y Su verdad. Por esta causa, debe haber un
equilibrio en nuestras vidas entre la verdad de Dios que conocemos y la gracia
y amor que practicamos, de este modo, podemos ser dignos hijos de nuestro Padre
celestial y fieles sirvientes de nuestro Señor Jesucristo.
¿En qué consiste la “salvación”?
Antes de adentrarnos en el tema del
mayordomo infiel, creo necesario hacer un recorrido por algunos temas clave de
las Escrituras. Uno de los puntos de mayor controversia entre los cristianos es
el de la “permanencia” de la salvación. Un grupo de cristianos enseñan que la
salvación de Dios es permanente, mientras que otro grupo cree que si se cometen
pecados se puede dejar de ser salvo.
Los fieles creyentes de Berea no
aceptaban todo lo que se les enseñaba por el solo hecho de tener un “gran
maestro” frente a ellos, sin importar quién les estaba presentando las
Escrituras, ellos la leían e investigaban para constatar que lo que se les
enseñaba realmente estaba escrito y no era invención humana (Hch. 17:10-12).
Del mismo modo, nosotros no debemos aceptar las palabras de los hombres, por
más “títulos” que éstos nos presenten, sino que debemos orar a Dios por
sabiduría y luego leer atentamente en las Escrituras, estudiarlas, pensarlas y
usar nuestra lógica y razonamiento para comprender su mensaje. Esto
intentaremos hacer con el tema de la salvación, veremos qué nos dicen las
Escrituras y en base a eso trataremos de establecer la doctrina.
Antes de hablar acerca de si se
puede perder o no la salvación, deberíamos comprender qué es la salvación.
La palabra griega que en la Biblia
se traduce como “salvar” en sözö, y
la palabra derivada que se traduce “salvación” es sötëria. Sözö significa
“salvar, liberar, sanar, preservar de un daño, restaurar, hacer completo”,
mientras que sötëria significa
“salvación, liberación, restauración, posición en la que se está preservado del
daño o pérdida”. La palabra “salvación”, entonces, nos transmite el sentido de
ser liberado de un mal y ser puesto en un lugar seguro y a salvo de ese mal.
En las Escrituras, la palabra
“salvación” puede referirse a una salvación física, mental o espiritual. En el
campo físico se refiere a ser liberado de una enfermedad física y recibir una
restauración física, o puede referirse a ser puesto a salvo de un mal físico que
atenta contra nuestra vida; en el plano mental sería recibir liberación de
pensamientos que nos aprisionan y nos dañan; en el campo espiritual puede
referirse a liberar a una persona de demonios o algún otros males espirituales
que afectan a su vida y ponerla a salvo de estos. Por ejemplo:
Mateo 9:20-22 (RVA)
(20) Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde
hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
(21) porque ella pensaba dentro de sí: “Si solamente
toco su vestido, seré sanada.”
(22) Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: —Ten
ánimo, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fue sanada desde aquella hora.
Las palabras traducidas como
“sanada”, en el versículo 21 y “salvado” y “sanada”, en el versículo 22, todas
tienen su raíz en la palabra griega sözö.
Aquí esta mujer fue liberada de un mal físico, aunque la Biblia no lo dice,
quizá este mal físico era producido por algún ente espiritual maligno (un
demonio), de ser así, esta mujer fue liberada físicamente y espiritualmente.
Pero, además, sabemos que las enfermedades producen presión mental, por lo cual
esta mujer también recibió una liberación mental.
Mateo 8:23-26 (RVA)
(23) El entró en la barca, y sus discípulos le
siguieron.
(24) Y de repente se levantó una tempestad tan grande en
el mar que las olas cubrían la barca, pero él dormía.
(25) Y acercándose, le despertaron diciendo: —¡Señor,
sálvanos, que perecemos!
(26) Y él les dijo: —¿Por qué estáis miedosos, hombres
de poca fe? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo
grande bonanza.
Aquí vemos que cuando los discípulos
pidieron a Jesús que los salve (en griego sözö)
de una fuerte tormenta. Jesús reprendió a los vientos y al mar y la tormenta
cesó. Los discípulos fueron “salvados” de la tormenta, o sea, fueron puestos a
salvo por Jesús y no sufrieron daño.
Lucas 8:26-36 (RVA)
(26) Navegaron a la tierra de los gadarenos, que está
frente a Galilea.
(27) Al bajarse él a tierra, le salió al encuentro un
hombre de la ciudad, el cual tenía demonios. Desde hacía mucho tiempo no había
llevado ropa, ni vivía en una casa, sino entre los sepulcros.
(28) Pero cuando vio a Jesús, exclamó, se postró delante
de él y dijo a gran voz: —¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?
¡Te ruego que no me atormentes!
(29) Porque Jesús había mandado al espíritu inmundo que
saliera del hombre, pues se había apoderado de él desde hacía mucho tiempo.
Para guardarlo, lo ataban con cadenas y con grillos, pero rompiendo las
ataduras era impelido por el demonio a los desiertos.
(30) Jesús le preguntó, diciendo: —¿Cómo te llamas? Y él
dijo: —Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él;
(31) y le rogaban que no los mandase al abismo.
(32) Había allí un hato de muchos cerdos que pacía en la
montaña; y le rogaron que les dejase entrar en aquéllos, y él les dio permiso.
(33) Cuando los demonios salieron del hombre, entraron
en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.
(34) Los que apacentaban los cerdos, al ver lo que había
acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos.
(35) Y salieron a ver lo que había acontecido. Fueron a
Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los
pies de Jesús, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
(36) Los que lo habían visto les contaron cómo había
sido salvado aquel endemoniado.
En el versículo 36, nuevamente
tenemos al verbo griego sözö
traducido como “salvado”. En este caso, Jesús liberó a este hombre de un grupo
de demonios que se habían apoderado de él. Jesús liberó a este hombre y lo puso
a salvo de los demonios, esto es lo que nos transmite la palabra griega sözö.
Los ejemplos son muchísimos, pero lo
que quiero que se entienda es que la palabra sözö transmite la idea conjunta de liberación, sanidad, rescate,
restauración y ser puesto en un lugar seguro, resguardado del peligro o de
aquello que puede hacer daño. Hemos visto que la “salvación” puede referirse a
una liberación, restauración y resguardo en el plano físico, mental y
espiritual, pero veremos el aspecto más importante de la salvación, que se
refiere a ser salvo de los efectos del pecado y de la corrupción que hay en la
creación.
Mateo 1:18-21 (RVA)
(18) El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María
estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había
concebido del Espíritu Santo.
(19) José, su marido, como era justo y no quería
difamarla, se propuso dejarla secretamente.
(20) Mientras él pensaba en esto, he aquí un ángel del
Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas
recibir a María tu mujer, porque lo que ha sido engendrado en ella es del
Espíritu Santo.
(21) Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
Aquí un ángel de Dios le dijo a José
que su esposa María tendría un hijo, de nombre Jesús, el cual “salvará a su
pueblo de sus pecados”. Jesús es el hombre que Dios designó para salvar a Su
pueblo de los pecados. Pero ¿qué significa ser salvo del pecado?
Romanos 1:16-18 (Mi
traducción)[2]
(16) Porque
NO estoy-avergonzado de la
buena-noticia, porque es poder de
DIOS para salvación de todo el que está-creyendo, del judío primero y también del
griego;
(17) porque
en ésta está-siendo-revelada una
justicia de DIOS desde fe hacia fe,
como ha-sido-escrito: “Mas el justo
desde fe vivirá”.
(18) Porque
está-siendo-revelada una ira de DIOS desde el cielo sobre toda irreverencia e injusticia de hombres que están-deteniendo la verdad con injusticia,
En estos versículos el apóstol Pablo
nos dice que la buena noticia (o “evangelio”) de Dios es poder de Dios para
salvación a todo el que está creyendo. La buena noticia de Dios revela (da a
conocer) una justicia de Dios que se recibe por fe, pero también da a conocer
la ira que Dios aplicará en el futuro sobre todo aquél que es irreverente (que
no respeta a Dios) o injusto (conoce a Dios pero no le obedece). En estos dos
versículos Pablo resume casi todo su mensaje, diciendo que todos los que creen
serán salvados y todos los que son irreverentes o injustos sufrirán la “ira” de
Dios.
Romanos 2:6-11 (Mi traducción)
(6) “QUIEN
retribuirá a-cada-uno conforme a sus ·obras”.
(7)
Por-un-lado, a los que con paciencia de obra benéfica
están buscando gloria y honor e incorruptibilidad, dará la vida de-la
era futura,
(8) pero, a los que buscan su
propio bien basados-en una corrupta-ambición-egoísta y
están-rehusándose-a-ser persuadidos por la verdad, a-la-vez-que
están-siendo persuadidos por la injusticia, les hará sentir SU ira
y furia;
(9) opresión
y estrechez habrá sobre toda alma de hombre, sobre todo aquél
que está-realizando lo malo, sobre el judío primero y luego
sobre el griego,
(10) pero
gloria y honor y paz tendrá todo el que se-ocupa-en-hacer lo que
es benéfico, el judío primero y luego el griego,
(11) porque
NO hay acepción-de personas delante-de ·DIOS.
La justicia de Dios requiere que
Dios juzgue a cada uno conforme a sus obras y premie las buenas obras y
castigue las malas obras. El premio de Dios para los justos es “vida de la era
futura”[3],
lo cual significa vivir para siempre en el reino futuro que Dios instaurará en
la Tierra (Ap. 22:1-3). Pero los que actúan egoístamente y no reconocen a Dios
como Dios, respetándole y obedeciéndole, recibirán la “ira y furia” de Dios.
Ellos tendrán “opresión y estrechez” y serán totalmente destruidos, y no podrán
vivir en el futuro paraíso (Ap. 6:12-17; 22:8).
Ahora bien ¿quiénes son los que
recibirán la ira de Dios? Y ¿qué hay que hacer para mantenerse “a salvo” de
esta ira y vivir en el reino futuro?
Levítico 18:4-5 (RVA)
(4) Pondréis por obra mis decretos y guardaréis mis
estatutos para andar en ellos. Yo soy Jehovah vuestro Dios.
(5) Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis decretos,
los cuales el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Yo, Jehovah.
Dios dio a Moisés una serie de
leyes, decretos y estatutos que debían cumplir para por ellos vivir. Sin
embargo es imposible cumplir perfectamente todas las leyes de Dios, por esta
causa, Pablo dice:
Romanos 3:10-20 (Mi traducción)
(10) como ha-sido-escrito,
que: “NO hay justo, ni uno,
(11) NO hay quien
esté-entendiendo, NO hay quien esté-buscando a ·DIOS
(12) todos se apartaron, juntos
fueron-inutilizados; NO hay quien esté-haciendo benevolencia ¡NO hay siquiera
uno!
(13) Sepulcro que-ha-sido-abierto es
su ·garganta, sus ·lenguas engañan, veneno de áspides hay bajo sus ·labios.
(14) cuya boca está-llena de
maldición y amargura
(15) filosos están sus ·pies para derramar sangre.
(16) Destrucción y miseria hay en
sus ·caminos,
(17) y camino de paz NO
conocieron.
(18) NO hay temor de DIOS frente-a
sus ·ojos.”
(19) Pero
estamos-comprendiendo que todo-aquello que la ley de DIOS está-diciendo, se lo está-diciendo
a los que están en la ley de DIOS para-que toda boca sea-impedida de defenderse y llegue-a-ser condenable
todo el mundo delante de ·DIOS,
(20) ya-que desde obras requeridas por la ley de DIOS NO será-tratada-como-justa toda
carne ante ÉL, porque mediante la ley
de DIOS sólo tenemos un conocimiento-correcto
del pecado.
En mi traducción he escogido
traducir la palabra griega dikaioö,
como “tratado como justo”, otras versiones traducen “justificado”, “declarado
justo” o “considerado justo”. El sentido de esta palabra es el de recibir el
pago de una persona justa aún sin serlo. Para ejemplificarlo, digamos que
alguien me contrata para hacer un arreglo en su casa, luego comienzo a hacer el
trabajo, pero no lo termino. Sin embargo, otra persona va a esa casa, termina
el trabajo y le dice al dueño: “el pago dáselo a Pablo”. Siendo así, yo
recibiría el pago completo por un trabajo que yo no terminé, o sea, cobré por
algo que no merezco a causa de que quien merecía el pago decidió transferírmelo
a mí. Esto es “ser tratado como justo”, que es el sentido de la palabra griega dikaioö. En cuanto al arreglo de la
casa, yo sería “justo” para recibir el pago si hubiese terminado el trabajo,
como no lo terminé, no puedo ser llamado “justo”, no es “justo” que se me pague
por todo el trabajo, sin embargo, al recibir un pago completo, puedo decir que
esto siendo “tratado como justo”, al darme todo el dinero me están tratando
como si yo hubiese terminado el trabajo, y esto se debe al hecho de que alguien
fue y terminó el trabajo por mí y decidió que yo recibiera el pago.
En las Escrituras, ser “justo”
significa hacer todo lo requerido por Dios para poder recibir lo que podríamos
llamar “el gran premio”, que es vivir para siempre en el paraíso futuro. Para
poder recibir este “pago” de parte de Dios, una persona debería vivir la vida
sin jamás cometer un solo pecado. Esto es imposible para cualquier ser humano,
a causa de esto, nadie puede ser considerado “justo”, y nadie podría recibir
vida perpetua en la era futura. Dios sabía que nadie podría cumplir Sus
requerimientos, por esta causa, estableció un modo de que el ser humano
obtuviera el “pago” sin merecerlo: alguien debía “terminar el trabajo” y
decidir repartir su botín con el resto. Esto es lo que hizo Jesús. Jesús fue
creado con una mente moral limpia, sin deseos de pecado, él podía ser tentado
por sus cinco sentidos, pero no tenía impulsos internos para pecar como tenemos
el resto de los humanos. Por esta causa, él sí pudo cumplir los requerimientos
de Dios para ser justos. Habiendo cumplido todos los requerimientos de Dios,
Jesús merecía vivir perpetuamente y jamás sufrir ningún daño, sin embargo, él
decidió entregar su vida y ser horrendamente torturado para así “pagar” por
nuestros pecados y darnos la posibilidad de recibir la vida de la era futura
aún sin merecerlo.
A causa del sacrificio que Jesús
hizo, Dios ahora puede, con justicia, otorgar vida de la era futura a todos
aquellos que creen en Jesús como Señor. Esto es lo que significa “ser tratados
como justos por fe”, quiere decir que por creer en Cristo como Señor y creer en
la obra de redención que Dios hizo en Cristo, nosotros recibimos algo por lo
cual no podríamos pagar jamás con nuestras obras: vida perpetua en el reino
paradisíaco que Dios va a establecer en la Tierra en el futuro.
Romanos 3:21-26 (Mi traducción)
(21) Pero
ahora ha-sido-manifestada una
justicia de DIOS separada de la
ley de DIOS, (aunque ésta está-siendo-testificada por la ley de DIOS y los escritos de los
profetas),
(22) o-sea, una justicia de DIOS mediante la fe de Jesucristo para
todos los que están-creyendo, porque
NO hay diferencia entre los judíos y el
resto,
(23) porque
todos pecaron y están-siendo-excluidos de
la gloria de ·DIOS.
(24) Sin embargo, están-siendo-tratados-como-justos
gratuitamente esto es, por SU
·gracia, mediante la redención, la recibida
en Cristo Jesús;
(25) a Quien
planeó, ·DIOS, como el sacrificio del propiciatorio,
mediante la fe en Su ·sangre, para que sea una evidencia de SU ·justicia en aquel tiempo (a-causa-de la
suspensión del juicio sobre los actos-pecaminosos
previamente-cometidos, en la clemencia de
·DIOS),
(26) y para que luego sea la evidencia de SU
justicia en la temporada presente, para ÉL ser visto como justo y QUIEN
está-tratando-como-justo a aquél que vive desde la fe de Jesús.
Por medio de
Jesús, Dios hizo disponible una forma de alcanzar la vida en la era futura que
no depende de cumplir perfectamente Su ley, sino que consiste en tener fe en
Jesucristo y en lo que él hizo por nosotros. De este modo, Dios demuestra Su
gran amor por la humanidad y Su deseo de que todos tengan vida en la era
futura.
El versículo 23 nos dice que “todos
pecaron y están siendo excluidos de la gloria de Dios”. Previamente habíamos
visto, en Mt. 1:21, que Jesús vino para “salvar” al pueblo de sus pecados. Aquí
podemos comenzar a comprender qué significa ser “salvados” de los pecados.
Nuestros pecados nos dejan excluidos de la gloria de Dios, nos imposibilita el
acceso a Dios y nos impiden alcanzar la vida perpetua en la era futura. Ser
“salvos” del pecado significa ser rescatados de sus efectos, implica ser restaurados
en nuestra relación con Dios y tener acceso a Su gloria.
Romanos 5:6-10 (Mi traducción)
(6) Porque
Cristo, aún siendo nosotros débiles, aún así, en temporada pereció por los irreverentes.
(7) Ya-que
difícilmente a-favor-de un justo
perecerá alguno, porque por el bueno quizá alguno también se-atreva a perecer.
(8) Pero ·DIOS está-exponiendo la grandeza de SU ·amor hacia nosotros; ya-que aunque nosotros somos pecadores, Cristo pereció
por nosotros.
(9)
Por-lo-tanto, mucho más ahora, después de
que ya fuimos-tratados-como-justos en Su ·sangre, mediante Él
seremos-salvados de la ira;
(10) porque
si siendo enemigos hemos-sido-reconciliados por
·DIOS mediante la muerte de SU
·Hijo, mucho más, si ya hemos-sido-reconciliados,
seremos-salvados de la ira en Su
·vida.
Cristo murió por los irreverentes
(los que no creen en Dios o no le respetan como tal). Además, él también dio su
vida por los pecadores (aquellos que aunque creen y respetan a Dios no le
obedecen en todo). Por la obra de Cristo, dice Pablo en los versículos 9 y 10,
seremos “salvados” de la ira. Jesús logró que por medio de la fe en él nosotros
seamos rescatados de la ira de Dios, en otras palabras, al creer en Jesús somos
puestos en un lugar seguro, a salvo de la ira de Dios y los daños que eso
traerá.
Romanos 5:18-19 (Mi traducción)
(18) Por-lo-tanto,
consecuentemente, así-como mediante una infracción vino el juicio hacia todos los
hombres, resultando en condena,
así también, mediante un cumplimiento del
justo-requerimiento de DIOS, vino el regalo hacia todos los hombres, resultando en justificación de
vida.
(19) Porque así-como mediante
la desobediencia de ·un hombre los
muchos fueron-puestos-en-posición-de pecadores, así también, mediante la
obediencia de ·uno, los muchos
serán-puestos-en-posición-de justos.
Aquí vemos que fue una sola
infracción, un solo acto de desobediencia (de Adán) el que trajo juicio para
condena a toda la humanidad, por eso, es justo que Dios pueda otorgar
justificación de vida a las personas luego de un acto de perfecta obediencia
(la vida de Cristo). La ruina de la humanidad no se produjo por el pecado
acumulado de todos los seres humanos que han vivido, todo lo contrario, los
pecados de las personas se produjeron por el hecho de que la humanidad quedó
arruinada a causa de un solo acto de desobediencia: el que cometió Adán. Por un
solo acto de desobediencia la humanidad entera quedó en una condición de
incapacidad para cumplir perfectamente la ley de Dios, y así quedó condenada a
la muerte, por esta causa, es justo que por medio de un solo acto de obediencia
perfecta (el de Cristo), la humanidad completa tenga la posibilidad de acceder
a la restauración y liberación de los efectos del pecado.
Romanos 10:9-11 (Mi traducción)
(9) Porque
si en tu ·boca dijeres-con-franqueza: “Señor Jesús” y en tu ·corazón creyeras
que ·DIOS lo resucitó de-entre muertos serás-salvado,
(10) porque la declaración de la fe con el corazón
es-creída para obtener justicia pero con la boca es-dicha-con-franqueza para obtener salvación.
(11) Porque
la Escritura dice que todo el que está-creyendo en Él NO
será-avergonzado.
Aquí Pablo
nos da en forma resumida el requisito para obtener la salvación y justificación
de Dios: decir con franqueza “Señor Jesús” y creer en el corazón que Dios le
resucitó de entre muertos”. No se trata tan sólo de repetir una frase tal como
“Jesús, a partir de hoy quiero que seas mi Señor”, sino de llamar a Jesús
“Señor” con franqueza y creer con el corazón, estar plenamente convencidos, de
que Dios lo resucitó. Si yo digo que Jesús es mi Señor pero no lo digo con
franqueza, o no creo realmente que esté vivo, entonces no soy salvo. La
salvación es un acto de genuina fe, de genuina convicción. Si estoy convencido
de corazón que Jesús es mi Señor, comenzaré a actuar de forma correspondiente a
este convencimiento, cambiando mi mentalidad, mi modo de ver el mundo, la vida
y todo lo que hay a mi alrededor y, consecuentemente, cambiando mi conducta.
Este acto de fe en Cristo como Señor
se hace una vez para siempre. Hay verbos que en el griego implican una acción
continua y otros verbos que indican acciones hechas sólo una vez y cuyos
efectos perduran en el tiempo. En el versículo 9, los verbos griegos que he
traducido “dijeres-con-franqueza” y “creyeras” están en modo aoristo, los
cuales indican que la acción se hace una vea y los efectos perduran en el
tiempo. Esto quiere decir que sólo se puede hacer Señor a Jesús una sola vez y
eso perdura en el tiempo.
¿Puede un cristiano “perder” su salvación?
Como dije previamente, hay un grupo
de cristianos que dicen que una vez que uno es salvo será siempre salvo,
mientras que otro grupo de cristianos enseñan que la salvación se puede perder.
Ellos enseñan que si bien Dios es muy misericordioso, si un cristiano comete
muchos pecados puede dejar de ser salvo y luego morir o, peor aún, irse al
“infierno”.[4]
La idea de que alguien puede perder
la salvación que Dios dio parte de malinterpretar las Escrituras y no
comprender su mensaje central. Quienes enseñan que es necesario regular estrictamente
para mantener la salvación no han entendido nada sobre la gracia de Dios y aún
viven como si se pudiera ser salvo por medio de la ley. Como vimos al leer
Romanos 3, la ley de Dios no fue dada para que las personas obtuvieran
salvación, sino para que se dieran cuenta de que estaban llenas de pecado y que
no podían ser salvas. La ley era para conocer el pecado y así esperar al
Salvador. Nadie podía, con sus obras, obtener vida perpetua en la era futura y
ser salvo de la ira de Dios, por esta causa, Dios debía enviar al Salvador. Si
las personas pudieran ser salvas por sus propios medios, no tendrían necesidad
del Salvador y Jesús habría muerto en vano.
Debido a que nadie puede ganarse la
salvación a través de sus obras, es que Dios envió al Jesús como Salvador, para
rescatarnos de los efectos del pecado, que es la muerte. Por medio de Jesús
Dios nos libró de la muerte y nos regaló la vida de la era futura.
Romanos 6:23 (Mi traducción)
Porque la paga del Pecado es muerte,
pero el regalo de ·DIOS es vida de-la-era futura en Cristo Jesús, nuestro ·Señor.
La paga por el pecado es la muerte,
pero el regalo de Dios es la vida (perpetua) para la era futura. Dios da esta
vida como regalo. La palabra griega que aquí se usa para “regalo” es charisma, que significa “regalo, don de
gracia” se refiere a algo que se regala sin que haya mérito de parte de quien
recibe. En Romanos 11 leemos lo siguiente:
Romanos 11:29
porque sin-arrepentimiento son otorgados los
regalos y el llamamiento de ·DIOS.
Aquí la palabra “regalos” es,
nuevamente, la palabra charisma. Este
versículo nos indica que Dios no se arrepiente de los regalos que da. Entonces,
si Él nos regalara vida perpetua para la era futura y luego la quitara por
nuestro mal comportamiento, Él se estaría “arrepintiendo” de su regalo, pero
este versículo nos dice que esto no es posible.
Aparte del hecho de que Dios no se
arrepiente de Sus regalos, el razonamiento lógico acerca de la obra de Dios en
Cristo nos hará entender cuán absurdo es pensar que se puede perder la
salvación o que Dios puede quitarnos la posibilidad de vivir perpetuamente en
la era futura. Si la paga del pecado es la muerte, un solo pecado ya nos deja
fuera de la posibilidad de vivir perpetuamente en la era futura. Si sólo un
pecado nos dejara fuera del reino de Dios, entonces ¡todos perderíamos la
salvación poco después de haberla recibido! Para entender mejor esto
definiremos al pecado. Muchas personas confunden “pecado” con “transgresión” o
“infracción”, pero son dos cosas diferentes. Una transgresión o infracción
consiste en desobedecer una ley o mandamiento de Dios, pero el pecado es mucho
más profundo, consiste en cualquier acto que no se ajusta perfectamente a la
voluntad de Dios. Por esta causa, es posible para algunas personas pasar bastante
tiempo sin cometer ninguna infracción (cumpliendo las leyes escritas de Dios),
pero es mucho más difícil pasar mucho tiempo sin pecar, ya que cualquier
desviación de la perfecta voluntad de Dios es un pecado. Jesús lo ejemplificó
así:
Mateo 5:27-28 (RVA)
(27) “Habéis oído que fue dicho: No cometerás adulterio.
(28) Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer
para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón.
Jesús aquí dio un claro
ejemplo de la diferencia entre cumplir una ley y tener un corazón recto ante
Dios. La ley decía: “no cometerás adulterio”, pero Jesús dijo que aún codiciar
a una mujer ya es algo fuera de la voluntad de Dios. Muchas personas pueden
vivir sin jamás cometer adulterio, pero no porque amen y respeten a Dios, sino
porque temen a las consecuencias. Sin embargo, en sus corazones, en el fondo de
su ser, les encantaría poder ser infieles a sus mujeres. Aunque su conducta
externa parezca recta, el corazón está lejos de serlo. Si comprendemos esto,
comprenderemos que es muy difícil pasar tiempo sin pecar y es imposible vivir
toda la vida sin pecar. Ahora bien, si un solo pecado me deja fuera de la
gloria de Dios, sería casi imposible que las personas conserven su salvación y
la obra de Cristo no habría ayudado demasiado. Pero, como vimos, las Escrituras
son claras al respecto: la salvación es gratuita, es un don de Dios y es
irrevocable.
Miren de qué modo Pablo
enfatiza el hecho de que los que hemos creído en Cristo como Señor seremos
salvos de la ira de Dios y viviremos para siempre con Él en el reino futuro:
Romanos 8:14-15 (Mi traducción)
(14) porque cuantos son-guiados por el espíritu de Dios, éstos son hijos de DIOS.
(15) Porque NO recibieron espíritu de
esclavitud para nuevamente vivir con
temor, sino que recibieron espíritu de adopción, en el-que exclamamos: “Abba, el PADRE”
Pablo dice que hemos
recibido el espíritu de Dios, por medio del cual fuimos “adoptados” por Dios y
podemos exclamar “ABBA, el Padre”. En primer lugar debemos preguntarnos ¿por
qué habla Pablo de “adopción”? Para esto debemos comprender el contexto
histórico. Pablo aquí le habla a una iglesia que estaba en Roma. En aquella
época, la ley romana permitía a un padre desechar a su hijo si no lo quería, un
padre que encontrara que algún defecto en su hijo recién nacido podía darlo en
adopción con todo el aval de la ley, pero si alguien adoptaba a un niño, la ley
romana lo obligaba a hacerse responsable de ese hijo de por vida y no había
vuelta atrás. Esto significa que para la cultura romana una adopción tenía
mayor valor que la directa filiación, porque un hijo nacido podía ser
desechado, pero un hijo adoptado no. Entonces, cuando Pablo les dice a los
romanos que ellos fueron “adoptados” por Dios, lo que les está diciendo es que
la decisión de Dios de aceptarnos como Sus hijos es irrevocable.
Además de esto, Pablo dice
que ahora podemos exclamar “ABBA, el Padre”. La palabra “ABBA” es una palabra aramea,
es la forma en que un niño chiquito llamaba a su padre, transmite un sentido de
mucha intimidad entre padre e hijo. Por otro lado, la palabra “padre” es la
traducción de la palabra griega patër,
que era la palabra común para llamar a un padre. Son dos formas de llamar a
Dios como “Padre”, indicando la intimidad de comunión que un cristiano tiene
con Dios. Los creyentes de antes de los tiempos de Jesús jamás llamaron a Dios
“ABBA”, ellos eran considerados “pueblo de Dios” y “siervos de Dios”, pero no
“hijos de Dios” (Éx. 3:7,10; Lv. 25:55).
1 Juan 3:1-2 (RVA)
(1) Mirad cuán grande amor nos ha dado el Padre para que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoció a él.
(2) Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que seremos. Pero sabemos que cuando él sea manifestado, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Nosotros fuimos hechos
hijos de Dios, somos llamados “hijos de Dios” a causa del gran amor de Dios. Un
hijo no puede dejar de ser hijo de su padre, del mismo modo, Dios nos llama
“hijos” suyos y así nos da a entender que no podemos dejar de ser Sus hijos.
Sumado a esto, la Biblia
dice que los que hemos creído en Cristo como Señor formamos parte de un Cuerpo
cuya cabeza es Cristo:
Romanos 12:4-5 (Mi traducción)
(4) Porque así-como en un cuerpo tenemos muchos
miembros, pero NO todos los miembros tienen la misma práctica,
(5) del-mismo-modo, los muchos somos un Cuerpo en
Cristo y, en lo que a cada uno respecta, somos miembros unos-de-otros.
1 Corintios 12:12-14, 20, 27 (RVA)
(12) Porque de la manera que el cuerpo es uno solo y
tiene muchos miembros, y que todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos,
son un solo cuerpo, así también es Cristo.
(13) Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos
en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a
todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.
(14) Pues el cuerpo no consiste de un solo miembro, sino
de muchos.
(20) Pero ahora son muchos los miembros y a la vez un
solo cuerpo.
(27) Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y
miembros suyos individualmente.
En los textos citados vemos
que Dios nos ha formado espiritualmente como un Cuerpo cuya cabeza es Cristo.
Cada uno de nosotros somos miembros de ese Cuerpo. Esto nos señala una fuerte
unión funcional de cada persona con Cristo y una unión espiritual también entre
cada miembro del Cuerpo.
La Biblia no dice, en
ninguna parte, que alguien puede perder la salvación, no dice que una persona
puede dejar de ser hijo de Dios, ser desheredado y dejar de ser parte del
Cuerpo de Cristo. Todo lo contrario, todas estas figuras son usadas para
mostrar cuán fuerte es el vínculo que cada cristiano tiene con Dios y con el
Señor Jesucristo.
Efesios 5:25-32 (RVA)
(25) Esposos, amad a vuestras esposas, así como también
Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
(26) a fin de santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua con la palabra,
(27) para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa
que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin
falta.
(28) De igual manera, los esposos deben amar a sus
esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama.
(29) Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo;
más bien, lo sustenta y lo cuida, tal como Cristo a la iglesia,
(30) porque somos miembros de su cuerpo.
(31) Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y
se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.
(32) Grande es este misterio, pero lo digo respecto de
Cristo y de la iglesia.
Aquí tenemos otro texto más
que fortalece la idea de una unión permanente con Dios y con Cristo. Aquí se
dice que la relación entre marido y mujer es similar a la relación entre Cristo
y la Iglesia. Los cristianos, en conjunto, formamos la Iglesia de Dios, la cual
(figurativamente) está “casada” con Cristo. La forma en que Cristo nos trata a
nosotros es la forma en que un buen marido debe tratar a su mujer. Por un lado,
este texto sirve para que una persona piense en el ejemplo de Cristo y trate de
imitarlo en su propio matrimonio, pero también se puede utilizar a la inversa,
mostrando cuán fuerte es la unión de Cristo con su iglesia. La intención de
Dios, desde Su creación, ha sido que un matrimonio sea una unión permanente en
la que un hombre y una mujer se unen para siempre y pasan a ser una sola carne.
Por eso, este ejemplo sirve para que nos demos cuenta de que nuestra unión con
Cristo es permanente. Primero él se sacrificó por nosotros, luego nosotros lo
elegimos como Señor y ahora estamos unidos a él permanentemente, ya no hay
vuelta atrás.
Todos estos textos, y
muchos más, sirven para comprender que no podemos perder la salvación, porque
estamos unidos a Dios de forma permanente y nada nos podrá separar del amor de
Dios, como dice Pablo en Romanos 8:
Romanos 8:31-39 (Mi traducción)
(31)
Entonces, ¿qué diremos ante estas cosas?
Si ·DIOS está a-favor de nosotros ¿Quién podrá contra nosotros?
(32)
Ciertamente, QUIEN NO reservó a SU-propio ·Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó ¿Cómo NO nos regalará también,
con Él, todas las cosas?
(33) ¿Quién
presentará-cargos contra elegidos de
DIOS? ¿DIOS, EL que nos está-tratando-como-justos?
(34) ¿Quién es el que condenará? ¿Cristo [Jesús], el que murió, y-aún más, el que
fue-resucitado, Quien también está a la derecha
de ·DIOS, Quien también está-apelando
a DIOS por nosotros?
En estos versículos Pablo enfatiza
el hecho de que, en un sentido “legal”, nadie puede contra nosotros. Dios
entregó a Su hijo Jesucristo en pago por nuestras vidas, por eso nadie puede
alegar que tenemos una deuda con Dios y que no podemos entrar en el reino
futuro con una vida perpetua. Dios entregó a Su hijo en pago de la deuda que
teníamos con Dios a causa de nuestro pecado. Habiendo entregado a Su hijo en
pago por el pecado, Dios puede ahora “entregarnos” todas las cosas, esto es: la
vida espiritual perpetua, la salvación de la ira venidera, la entrada al reino
futuro con un cuerpo perfecto y completamente sano y la actual “vivificación”
de nuestro ser.
Dios no va a presentar cargos contra
nosotros, y Cristo no va a condenarnos, todo lo contrario, Dios nos trata como
justos y Cristo apela a Dios a nuestro favor, por lo tanto nadie
(específicamente el Diablo – ver Apocalipsis 12:10) puede legalmente acusarnos
y reclamar nuestra vida espiritual, aún si pecamos. La parte con la que pecamos
es nuestra carne, nuestra naturaleza humana caída, que ya está considerada como
muerta, ésta es la vida que el Diablo puede tomar. La nueva vida espiritual que
Dios nos ha dado no puede pecar y, por lo tanto, no puede ser reclamada por el
Diablo y no podemos perderla. Es por eso que no se puede “perder” la salvación,
ni la vida espiritual, como algunos cristianos creen y enseñan, de lo contrario
todo el trabajo de Dios y el sacrificio de Cristo habrían sido en vano.
Romanos 8:35 (Mi traducción)
¿Qué nos separará desde el amor el
Cristo? ¿Opresión, o estrechez, o persecución, o escasez-de-alimentos, o
falta-de-vestimenta, o peligro, o espada?
En tiempos anteriores a la venida de
Cristo, todas estas cosas podían separar a una persona de Dios. Una persona
podía renunciar a su fe a causa de opresión, persecución, hambruna, enfermedad,
falta de recursos, peligros, guerras, etc. Pero ahora, aún si uno desiste en su
andar, no puede ser espiritualmente separado del amor de Cristo ¡Somos para siempre
miembros de la familia de Dios!
Romanos 8:36-39 (Mi traducción)
(36) (como
ha-sido-escrito: “Por tu causa estamos-siendo-matados todo el día, fuimos
considerados como ovejas de
matanza”).
(37) Mas, en
todas estas cosas,
estamos-siendo-en-exceso-vencedores mediante el que nos amó.
(38) Porque
he-sido-persuadido de que ni muerte,
ni vida, ni mensajeros, ni principales, ni los
que ya-han-llegado, ni los que
están-por-ser, ni poderes,
(39) ni
altura, ni profundidad, ni ninguna creación diferente nos podrá separar del
amor de ·DIOS, el que manifiesta en Cristo Jesús nuestro
·Señor.
¿Se ve más claro? Nada ni nadie, ni
en el mundo físico, ni en el mundo espiritual, puede separar al cristiano
renacido del amor de Dios. Aceptar a Cristo como Señor es un viaje de una sola
dirección, no hay vuelta atrás, una vez que lo hacemos nuestro Señor pasamos a
ser de Dios para siempre y nada de lo que hagamos puede revertir esta realidad.
De todos modos, como hemos visto, esto no debe ser excusa para seguir pecando,
sino un motivo para servir a Dios de todo corazón y llenarnos de Su vida y de
Su amor para producir mucho fruto.
“Sé Perfecto”
Si en la Biblia claramente
declara que nuestra unión con Dios es permanente y no podemos perder la
salvación y el don de Dios de vida en la era futura ¿Por qué hay tanta
controversia entre los cristianos?
Las controversias entre
cristianos normalmente surgen por dos grandes motivos: (1) La incapacidad de
comprender perfectamente las Escrituras; (2) La soberbia. Como seres humanos estamos
limitados en nuestro entendimiento y comprensión. Nuestras capacidades son
limitadas y no podemos tener una plena comprensión de todos los asuntos
espirituales. De hecho, Dios difícilmente sería digno de admiración si Su
sabiduría fuese fácilmente comprensible para el ser humano. Dios ha hecho muy
accesible a nosotros la información básica para que lo conozcamos y
establezcamos una relación con Él, sin embargo, Su sabiduría es muy profunda y
Él la va dando a entender a quienes le buscan y le aman (lean Proverbios 2).
Sin embargo, el solo hecho
de tener un conocimiento limitado de las Escrituras no es motivo suficiente
para generar disputas y divisiones entre los cristianos, el problema consiste
en que tenemos dentro nuestro una naturaleza caída, que ha sido corrompida por
el Diablo (el adversario espiritual de Dios) cuando Adán desobedeció a Dios.
Esta naturaleza caída es la que nos hace soberbios, queriendo nosotros tener la
“razón” sobre nuestra forma de pensar y actuar. La soberbia es el mayor impedimento
para hallar la verdad de Dios y es la principal causa de todos los males de la
humanidad. Santiago 4:6 nos dice que Dios resiste al soberbio y da gracia a los
humildes, por lo tanto, para hallar la verdad y la gracia de Dios debemos
despojarnos de la soberbia y vivir con una actitud de humildad.
Todos tenemos soberbia en
mayor o menor grado, esta no se irá completamente hasta que nuestros cuerpos
sean transformados en cuerpos espirituales perfectos (1 Co. 15:47-54). Pero, si
bien no podemos despojarnos de toda soberbia, debemos procurar que vaya
disminuyendo en nuestras vidas, para así permitir que la gracia de Dios que
ilumine nuestras vidas. Cada uno de nosotros ha sido dotado con diferentes
medidas de “gracia” de parte de Dios, por eso algunos son más hábiles en
ciertas áreas y otros en otras. Estas diferencias fueron diseñadas por Dios
para que nos conectemos y nos complementemos como un Cuerpo, sin embargo, el
Diablo intenta activar nuestra soberbia para que creamos que somos superiores a
otros a causa de nuestras áreas especiales de habilidad. Es así que comienzan
todas las disputas entre cristianos y es así que se han ido generando toda
clase de doctrinas, religiones y opiniones sobre mundo espiritual.
Cuando tratamos acerca de
asuntos espirituales, nuestra responsabilidad es estudiar las Escrituras con
humildad para hallar la verdad de Dios que nos libere y fortalezca. En el tema
de la salvación, hemos visto que hay textos que claramente y con gran énfasis
nos enseñan que nuestra unión con Dios es permanente, pero también existen
algunos pasajes de las Escrituras que parecen contradecir esta idea. Cuando
algún texto de la Escritura parece contradecir a otros, lo primero que debemos
pensar es: ¿qué idea se presenta con más frecuencia y claridad en las
Escrituras? Si yo tuviera 100 versículos que claramente dicen que tengo
asegurada la vida en la era futura y hay 2 que parecen decir que no, mi fe y mi
práctica deberían basarse en los 100 versículos y no en los otros dos. Luego
debería investigar y pensar por qué los otros dos parecen contradecir a los 100
primeros. Con el tema de la salvación, tenemos argumentos de peso para creer
que la salvación es permanente, ahora deberíamos preguntarnos qué pasa con
aquellos pasajes que parecen indicar lo contrario.
Uno de los puntos de traba
principales en el tema de la salvación se produce cuando los creyentes no
comprenden que nadie podía ser salvo por medio de obras, la ley no fue puesta
para que las personas sean salvas, sino para que comprendieran que no podían
salvarse a sí mismas y que necesitaban de la gracia de Dios. Quienes no
comprenden este hecho, caen en la trampa de querer justificarse con sus propias
obras.
Romanos 9:31-33 (Mi traducción)
(31) Pero
Israel, persiguiendo una ley de justicia NO llegó hasta esa ley
(32) ¿Por qué? Porque NO vivían desde
fe, sino como si pudiesen alcanzar la
justicia desde obras. Golpearon-contra la piedra del golpe,
(33) tal-como ha-sido-escrito: “¡Mira-aquí!,
estoy-poniendo en Sión piedra de
golpe y roca de trampa, y el que está-creyendo en ésta NO
será-avergonzado”.
Dios puso una piedra en el
camino, que fue la ley. En realidad, no es que Dios quiso que a propósito las
personas pensaran que se podía obtener la vida de la era futura a través de las
obras de la ley, sino que las personas incrédulas no comprendieron el sentido
de la ley y establecieron un “sistema” por el cual uno podría “ganarse” la
salvación. Por eso es que la mayoría del pueblo de Israel no alcanzaron la vida
otorgada por Dios, porque ellos querían “ganarse” esa vida a través de sus
obras y lo que Dios mostró es que no podían jamás hacer lo suficiente para
merecer la vida de la era futura, sólo podían confiar en la gracia de Dios y
esperar al Salvador prometido.
Veamos lo que sucedió con
Abraham:
Génesis 17:1-2 (RVA)
(1) Abram tenía 99 años cuando Jehovah se le apareció y
le dijo: —Yo soy el Dios Todopoderoso; camina delante de mí y sé perfecto.
(2) Yo cumpliré mi pacto entre yo y tú, y te
multiplicaré en gran manera.
Dios le dijo a Abraham: “sé
perfecto”, y así Él cumpliría Su pacto y lo multiplicaría en gran manera. Pero
¿podía Abraham realmente llegar a ser “perfecto”? Tengamos en cuenta que un
“pacto” es un acuerdo entre partes, si una parte no hace lo acordado, entonces
el pacto queda anulado. Ahora bien, según lo que aquí leemos, el pacto
consistía en que si Abraham era “perfecto”, entonces Dios lo multiplicaría en
gran manera y lo haría padre de muchas naciones. De ser así, podríamos afirmar
que el pacto de Dios con Abraham se ha roto, porque Abraham no fue perfecto
¿cómo lo sabemos? Porque la Biblia nos dice en numerosos pasajes que nadie es
perfecto, que, a excepción de Jesucristo, no existió ninguna persona
completamente justa y sin mancha (Ro. 3:23; 5:12; Da. 9:11; Sal. 53:1-3; Ec. 7:20).
Si nadie es perfectamente justo, entonces Abraham no lo fue tampoco, esto
anularía el pacto, si es que el requisito para él fue “se perfecto”.
Entonces ¿cómo se entiende
todo esto? Creo que la clave del problema se halla en la palabra “perfecto”.
Esta palabra es la traducción de la palabra hebrea tamyim. La mayoría de los léxicos y diccionarios de hebreo definen
a esta palabra hebrea como: “perfecto, puro, inocente, sin mancha, sin defecto,
entero, completo, santo, íntegro, sin culpa”. Pero en el libro Ancient Hebrew Lexicon of the Bible
(Léxico de hebreo antiguo de la Biblia) de J.A. Benner, encontramos que esta
palabra, en su raíz, no sólo da el sentido de algo que está completo, sino
también de algo que está “consumido, llegado a su fin, terminado, gastado,
finalizado, cumplido”. Tamyim
proviene del verbo hebreo tamam, que
significa “completar, finalizar, acabar, gastar, concluir, llegar al fin,
consumir”[5].
Entonces, si bien es cierto que uno de los sentidos más usados de la palabra
hebrea tamyim es “perfecto” o “sin
defecto”, también es cierto que en determinados contextos puede significar
“consumido, llegado a su fin”.
La pregunta a hacerse es
¿estaba Dios diciendo a Abraham que para cumplir el pacto Abraham debía ser
“perfecto” o le estaba diciendo que debía estar “consumido”, “llegado a su
fin”. Si estudiamos lo que sucedió con Abraham, veremos que lo segundo es,
precisamente, lo que le sucedió a Abraham.
Génesis 17:16-19 (RVA)
(16) Yo la bendeciré y también te daré de ella un hijo.
Sí, yo la bendeciré; ella será madre de naciones, y de ella procederán reyes de
pueblos.
(17) Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rió
diciendo en su corazón: “¿A un hombre de 100 años le ha de nacer un hijo? ¿Y
Sara, ya de 90 años, ha de dar a luz?”
(18) Luego Abraham dijo a Dios: —¡Ojalá Ismael viva
delante de ti!
(19) Y Dios respondió: —Ciertamente Sara tu mujer te
dará un hijo, y llamarás su nombre Isaac. Yo confirmaré mi pacto con él como
pacto perpetuo para su descendencia después de él.
Romanos 4:1-4 (Mi traducción)
(1)
Entonces, ¿qué diremos que
ha-hallado Abraham, nuestro ·antepasado según carne?
(2) Porque
si Abraham desde obras fue-tratado-como-justo, tiene motivo-de-orgullo, pero NO
delante-de DIOS;
(3) porque,
¿qué dice la Escritura? Dice: “Pero creyó Abraham a ·DIOS, y le
fue-considerado para justicia”.
(4) Pero al que obra, el pago que recibirá, NO se-considera dado
por gracia sino por deuda,
(5) mas al que no obra, sino que está-creyendo
a QUIEN está-tratando-como-justo al irreverente, su ·fe
está-siéndole-considerada como suficiente
para obtener justicia.
Si Abraham hubiese obtenido
la bendición de Dios a causa de sus obras, entonces podríamos decir que
verdaderamente Abraham fue “perfecto”, siendo así, Abraham podría gloriarse de
haber obtenido el galardón de Dios. Sin embargo, estos versículos nos dicen que
Abraham NO fue tratado como justo por sus obras, sino por su fe. Él creyó a
Dios, creyó que Dios cumpliría Su promesa, y por eso obtuvo la justicia.
Romanos 4:13-16 (Mi traducción)
(13) Porque
NO mediante una ley se dio la promesa a ·Abraham, o a su
·simiente, de que iba a ser el heredero del mundo, sino mediante una justicia otorgada mediante fe;
(14) porque
si los que actúan basados-en una ley de DIOS son herederos, se-ha-dejado-sin-efecto a la fe y se-ha-anulado-la-promesa;
(15) Porque
la ley de DIOS produce la ira de DIOS, pero donde NO hay ley de
DIOS tampoco puede haber trasgresión
de esa ley.
(16) Por eso
DIOS otorga justicia desde fe,
para-que se reciba conforme a SU
gracia; de-este-modo la promesa está firme para toda la simiente: NO sólo para
la simiente que parte desde la
ley, sino también para la simiente que parte desde la fe de Abraham, quien es padre de
todos nosotros
Abraham no obtuvo la
herencia por ser “perfecto”, no fue su andar lo que lo hizo merecedor de la
herencia de Dios. Él recibió la herencia como un regalo de parte de Dios a
causa de su fe.
Romanos 4:17-21 (Mi traducción)
(17) (como
ha-sido-escrito, que: “por padre de muchas etnias te he-puesto”), que estamos frente-a QUIEN él
creyó, o sea, frente a DIOS,
QUIEN vivifica a los muertos y
suele-llamar lo que aún no existe
como si fuera algo que ya existe.
(18) Abraham es quien separado-de esperanza, pero fundado sobre esperanza, creyó que
él iba a llegar-a-ser padre de muchas etnias, conforme lo que ha-sido-dicho: “así será tu ·simiente”.
(19) Y no
debilitó la fe cuando reflexionó acerca de su ·cuerpo, que [ya] había-sido-matado (teniendo alrededor-de cien-años-de-edad) y la
muerte de la matriz de Sara,
(20) pero mirando hacia la promesa de ·DIOS NO
fue-dividido en su mente por la
incredulidad, sino que
fue-internamente-fortalecido con la
fe, mientras daba gloria a ·DIOS.
(21) Y
fue-llevado-a-plenitud en su fe de que QUIEN ha-prometido
es también poderoso para hacer lo que prometió.
(22) Por-eso
su fe le fue-considerada como suficiente para obtener justicia.
Según lo que nos enseñan estos
versículos, Abraham no fue “perfecto”, sino que fue “fiel”. Abraham creyó en la
promesa de Dios y mantuvo la esperanza ¿hasta qué punto? Hasta que su carne
estaba llegando a su fin, su capacidad para procrear se había consumido, tanto
él como Sara habían llegado al fin de su tiempo para procrear y fue en ese
punto que Dios les trajo al hijo prometido. Entonces, cuando Dios le dijo a
Abraham que debía ser tamyin ¿qué fue
lo que le dijo, que sea “perfecto” o que “llegue a su fin”? La segunda opción
parece ser la que mejor encaja en todo el relato. Antes de perder su capacidad
para procrear Abraham tuvo un hijo con una sirvienta (Agar), pensando que ese
hijo (Ismael) sería el heredero (Gn. 17:18), pero el hijo prometido, que
recibiría la herencia, debía proceder de Sara. Hasta ese entonces, Abraham
todavía buscó a un hijo según la carne, pero no fue así que obtuvo la herencia,
cuando Abraham llegó al fin de la carne, Dios actuó en él y en Sara para darles
al hijo prometido. De este modo Abraham se convierte en nuestro modelo de
acción:
Romanos 4:23-25 (Mi traducción)
(23) Pero
que “le fue-considerada” NO fue-escrito sólo por él,
(24) sino
también por nosotros, a quienes la fe nos está-por ser-considerada como suficiente para obtener justicia, esto es, a los que estamos-creyendo en el que
resucitó de-entre los muertos:
Jesús, nuestro ·Señor;
(25) Quien
fue-entregado por nuestras ·infracciones y fue-resucitado por nuestra
·justificación.
Abraham es nuestro ejemplo
de fe. Él obtuvo la promesa de la herencia por medio de la fe y, del mismo
modo, nosotros obtenemos la vida de la era futura por nuestra fe en Jesucristo.
Abraham no obtuvo la herencia de Dios cuando actuó según la carne, sino cuando
llegó al fin de su carne y llegó al punto de tener plenitud de fe, una plena
confianza en Dios y en Su poder para dar vida a los muertos y para llamar las
cosas que no existen como si ya existieran.
Del mismo modo, cuando
aceptamos que nada de lo que hagamos con nuestra carne puede hacernos
merecedores de la vida perpetua en la era futura y aceptamos por fe la
salvación provista por Dios a través del Señor Jesucristo, creyendo que Dios
dará vida a nuestros cuerpos muertos en delitos y pecados, en ese momento, es
que Dios crea en nosotros una nueva naturaleza y nos hace hijos suyos, con la
promesa irrevocable de que no recibiremos el castigo de Su ira y que viviremos
para siempre en el paraíso futuro.
Otro ejemplo que nos ayuda
a comprender el sentido de la palabra hebrea tamyin lo tenemos en las palabras de David:
Salmos 18:20-23 (RVA)
(20) Jehovah me ha pagado conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
(21) Porque he guardado los caminos de Jehovah, y no me
he apartado impíamente de mi Dios.
(22) Porque delante de mí han estado todos sus juicios,
y no he apartado de mí sus estatutos.
(23) Fui íntegro para con él, y me guardé de mi maldad.
En el versículo 23, la
palabra “íntegro” es la palabra hebrea tamyim.
Pero ¿realmente fue “íntegro” David? ¿Fue David “perfecto” y “sin culpa”? David
cometió adulterio con Betsabé (2 Sa. 11:1-4), luego envió a la muerte al esposo
de Betsabé para cubrir su pecado (2 Sa. 11:4-17). David también hizo un censo
del pueblo contra la voluntad de Dios (1 Cr. 21:1-2). Al leer los salmos
escritos por David, con frecuencia vemos que él reconoce que es pecador y pide
a Dios por misericordia, por ejemplo, en el Salmo 53 leemos:
Salmos 51:1-19
(RV-1960)
(1) Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu
misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
(2) Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de
mi pecado.
(3) Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi
pecado está siempre delante de mí.
(4) Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he
hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu
palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
(5) He aquí, en maldad he sido formado, Y en
pecado me concibió mi madre.
(6) He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en
lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
(7) Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame,
y seré más blanco que la nieve.
(8) Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los
huesos que has abatido.
(9) Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra
todas mis maldades.
(10) Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y
renueva un espíritu recto dentro de mí.
(11) No me eches de delante de ti, Y no quites de
mí tu santo Espíritu.
David era consciente de sus
pecados y por eso oraba a Dios por misericordia. En el tiempo en que David
vivió, Jesús aún no había venido para hacer su obra redentora, por lo tanto, él
no podía ser hecho “hijo” de Dios, sino que era considerado “siervo” de Dios.
Como siervo, él podía perder su relación con Dios, y Dios podía quitar el don
de espíritu santo que había en él, por eso David ora, en el versículo 11 “no
quites de mí tu santo Espíritu”. Hoy, siendo nosotros hijos de Dios, hemos sido
“sellados” con el espíritu santo (Ef. 1:13; 4:30), por lo tanto, no podemos
perder el espíritu santo.
Lo que claramente vemos
aquí, es que David no fue “perfecto” delante de Dios. Pero él sí estuvo
“consumido” delante de Dios, se presentó vacío ante Dios. Él no le dijo a Dios:
“voy a lavarme de mi maldad y a limpiar mis pecados”, sino que le pidió:
“Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado” (v.2); él no dijo a
Dios “voy a limpiar mi corazón”, sino que le pidió: “crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio”. David reconocía cuán vacío de poder estaba, reconocía que en
su carne no tenía la capacidad de andar conforme a la voluntad de Dios, por lo
tanto, se presentó ante Dios como alguien consumido en pecado que necesita la
misericordia de Dios.
Romanos
4:4-8 (Mi traducción)
(4) Pero al que
obra, el pago que recibirá, NO
se-considera dado por gracia sino por
deuda,
(5) mas al que
no obra, sino que está-creyendo a QUIEN está-tratando-como-justo al irreverente,
su ·fe está-siéndole-considerada como
suficiente para obtener justicia.
(6) Asimismo también David está-diciendo (hablando acerca de la felicidad del
hombre a quien ·DIOS
está-considerando digno de obtener
justicia, separado de las obras requeridas por la ley de DIOS):
(7) "Felices
son aquellos a quienes
fueron-perdonadas las ilegalidades y de
quienes fueron-cubiertos los pecados";
(8) "Feliz el varón a quien el SEÑOR NO, no le considerare el
pecado".
En este último versículo,
en el griego aparecen dos palabras que se traducen “no”: una es ou, que es un “no” absoluto (la cual
traduje con letras mayúsculas: “NO”) y la segunda es me, que es un “no” condicional o más leve (la cual traduje como
“no”, con minúsculas). Cuando ambas palabras están juntas, la declaración es
enfática: “absolutamente no”, “de ningún modo”, “bajo ninguna circunstancia”.
Aquí el apóstol Pablo
utiliza el ejemplo de David en el contexto de la justicia de Dios que es
obtenida por fe. David no “obró” para ser considerado justo, sino que creyó en
Dios y creyó en que Dios era poderoso para proveer de un Salvador, por medio de
quien le serían perdonados los pecados. Si David hubiese sido perfecto delante
de Dios, él podría haber dicho: “feliz el varón que jamás cometió pecado”, sin
embargo, su declaración fue: “Feliz el
varón a quien el SEÑOR NO, no le
considerare el pecado”.
Lo que podemos ver con
claridad es que ni David, ni Abraham, ni ninguno de los grandes creyentes
mencionados en la Biblia fueron “perfectos”, o “sin culpa”. Cuando se dice que
fueron tamyim, lo que se está
transmitiendo es que ellos se presentaron como hombres consumidos, acabados o
gastados delante de Dios. Ellos dejaron de confiar en su carne, en su fuerza
humana, y aceptaron, por fe, la promesa de salvación. Nuestra situación no es
muy diferente, Dios no espera que seamos “perfectos” para darnos salvación, Él
desea que reconozcamos nuestra incapacidad humana y descansemos en Su gracia y
misericordia, aceptando la salvación que Él nos hizo disponible de forma
gratuita a través del sacrificio de Su amado Hijo. El único requisito de Dios
para darnos vida perpetua en la era futura es que aceptemos el sacrificio de
Cristo y lo hagamos a Él nuestro Señor.
¿Seguimos pecando para que la gracia se incremente?
Romanos
4:8 (Mi traducción)
"Feliz el
varón a quien el SEÑOR NO, no le
considerare el pecado".
Como ya hemos visto, David
dice que un hombre sería feliz cuando el Señor (Dios) de ningún modo le
considerara el pecado. ¿Qué significa que Dios “de ningún modo” considera el
pecado? ¿Significa que una persona que acepta a Cristo como Señor puede pecar
libremente y no recibir ninguna consecuencia por ello? ¡No! Todo lo contrario,
debido a que todo pecado produce consecuencias, las Escrituras nos dicen que no
debemos seguir pecando. Dios, por medio del Señor Jesucristo, nos libró de la
consecuencia máxima del pecado, que es la imposibilidad de vivir perpetuamente
en Su presencia, sin embargo, cada pecado que cometemos hoy tiene consecuencias
para nuestras vidas y, además, son una ofensa a Dios. ¿Es correcto que sigamos
ofendiendo a Quien más amor nos ha demostrado, habiendo hecho tanto por
nosotros?
Romanos 5:19-21 (Mi traducción)
(19) Porque así-como mediante la desobediencia de ·un hombre los muchos
fueron-puestos-en-posición-de pecadores, así también, mediante la obediencia de ·uno, los muchos
serán-puestos-en-posición-de justos.
(20) Pero la
ley entró-junto-con el pecado,
de-modo-que incrementó la infracción, pero cuando la ley incrementó el pecado, sobreabundó la gracia,
(21) para-que así-como reinó el pecado en la muerte así
también la gracia reine mediante la justicia
para alcanzar la vida de-la-era futura
mediante Jesucristo, nuestro ·Señor.
En estos versículos Pablo
dice que cuando abundó el pecado (en la humanidad), sobreabundó la gracia de
Dios (salvándonos a pesar de nuestros pecados). Al darnos vida en la era futura
por medio de Jesucristo Dios hizo que su gracia “reine” en nuestras vidas. La
pregunta que surge luego de aprender esto es ¿si peco más, recibo más gracia de
Dios sobre mí? ¿No conviene seguir pecando para que Dios muestre aún más Su
gracia en nosotros? Pablo (por inspiración de Dios), anticipándose a este
razonamiento dice lo siguiente:
Romanos
6:1-6 (Mi traducción)
(1) Entonces, ¿qué diremos al respecto? ¿Permaneceremos en
el pecado para-que la gracia se incremente?
(2) ¡Ni pensarlo! Quienes perecimos al pecado
¿cómo viviremos todavía en éste?
(3) ¿O ignoran que todos-aquellos que fuimos-bautizados siguiendo a Cristo Jesús, siguiendo a Su muerte fuimos-bautizados?
(4) Por-lo-tanto, fuimos-sepultados-junto-con Él
mediante el bautismo, para la muerte, para-que así-como Cristo fue-resucitado
de-entre los muertos por la gloria del PADRE, así también nosotros en
novedad de vida andemos.
(5) Porque si plantados-junto-con Él hemos-llegado-a-ser la similitud de Su ·muerte, ciertamente también en cuanto a la resurrección seremos similares.
(6) Esto conocemos: que nuestro ·viejo hombre
fue-crucificado-junto-con él,
para-que sea-anulado el cuerpo del Pecado; el objetivo es que nosotros ya-no
tengamos que ser-esclavos del Pecado.
Espiritualmente fuimos
“sepultados” junto con Cristo cuando fuimos bautizados.[6] Dios nos
considera “muertos” en nuestra parte carnal y pecaminosa, ha hecho una nueva
creación en nosotros con el fin de que andemos en novedad de vida, que tengamos
una nueva calidad de vida que glorifique a Dios.
Romanos
6:7-11 (Mi traducción)
(7) Porque el que
pereció ha-sido-tratado-como-justo de
modo que queda fuera-del gobierno del
Pecado;
(8) y, ya-que perecimos junto-con Cristo, creemos
que también viviremos-junto-con Él.
(9) Hemos-comprendido que Cristo
ha-sido-resucitado de-entre los
muertos, ya-no está-pereciendo, la
muerte ya-no está-ejerciendo-señorío sobre Él.
(10) Porque lo-que pereció para con el Pecado lo pereció
de-una-vez-por-todas, pero lo-que está-viviendo, lo está-viviendo para
·DIOS.
(11) Así también ustedes, por-un-lado considérense
ustedes-mismos como que están muertos para con el Pecado, pero por
otro lado, viviendo para ·DIOS en Cristo Jesús.
Cristo murió y
fue resucitado con una nueva vida, que es incorruptible e inmortal. Él ahora no
está muriendo más, sino que está viviendo para Dios. Del mismo modo,
espiritualmente nosotros somos considerados “muertos” al pecado y vivos para
Dios, sin embargo, nuestra naturaleza carnal aún está viva, ejerciendo
influencia dentro nuestro, y es nuestra responsabilidad elegir andar conforme a
la vieja naturaleza o conforme a la nueva naturaleza que Dios ha creado en
nosotros. La vieja naturaleza no puede producir frutos para Dios, porque Dios
la considera muerta, fue sepultada con Cristo; sólo podemos producir fruto para
Dios a través de la nueva naturaleza que Dios creó en nosotros, por eso, si
queremos producir abundante fruto, no debemos seguir andando en pecado.
Romanos 6:12-21 (Mi traducción)
(12) Por-lo-tanto no permitan que siga-reinando el Pecado en el cuerpo mortal de ustedes, de-modo-de estar-obedeciendo
a sus ·deseos-intensos,
(13) ni tampoco
sigan-presentando sus ·miembros como implementos
de injusticia en servicio del Pecado, por-el-contrario, preséntense a ustedes-mismos ante ·DIOS como personas que están-viviendo
de-entre los muertos y presenten sus ·miembros como implementos de justicia en servicio a ·DIOS.
(14) Porque el pecado en ustedes NO
ejercerá-señorío, porque NO estamos bajo ley sino bajo gracia.
(15) ¿Entonces qué haremos? ¿Pecaremos debido a que NO estamos bajo ley sino bajo gracia? ¡Ni pensarlo!
(16) ¿NO saben que cuando se
presentan como esclavos para rendir obediencia, están-siendo esclavos
de aquél a quien obedecen, ya-sea de pecado, que-resulta-en muerte, o de obediencia, que-resulta-en justicia?
(17) Pero ¡gracias a ·DIOS! porque ustedes eran esclavos del
Pecado, pero obedecieron de todo
corazón a ese modelo de
doctrina al cual
fueron-entregados,
(18) y fueron-hechos-libres de la autoridad del Pecado,
siendo-hechos-esclavos para la
Justicia
(19) (como humano les
estoy-hablando a-causa-de la debilidad de
la carne de ustedes); porque
así-como presentaron sus ·miembros como
esclavos de la impureza y la
ilegalidad para andar en la
ilegalidad, así-también ahora, presenten sus ·miembros como esclavos de la
Justicia para andar en santidad.
(20) Porque cuando eran esclavos
del Pecado, eran libres de obedecer
a la Justicia.
(21) Pero en aquel-tiempo, ¿qué fruto tenían, por aquellas cosas de las cuales
ahora se-avergüenzan? (porque el fin de
aquellas cosas es muerte).
¡El pecado ya no ejerce señorío sobre nosotros, porque no estamos bajo
ley, sino bajo gracia! Si intentamos alcanzar la salvación de Dios por medio de
cumplir la ley de Dios, nos daremos cuenta de que es imposible caer en pecado,
de este modo, el pecado se convierte en el “señor” de nuestras vidas,
terminamos por obedecerle aun cuando intentamos no hacerlo, y recibimos su
paga, que es la muerte. Pero si aceptamos a Cristo como el sacrificio provisto
por Dios para nuestros pecados, la gracia de Dios nos cubre y el pecado ya no
ejerce gobierno sobre nosotros. Sin embargo, aunque fuimos rescatados de la
consecuencia final del pecado, que es la muerte y destrucción final, de todos
modos no hemos sido librados por completo de éste, dentro nuestro tenemos
constantes impulsos a pecar y se nos instruye a no seguir esos impulsos. Si
seguimos andando en pecado, aunque espiritualmente somos salvos, en la práctica
estaremos trayendo muerte a nuestras vidas, o sea, no tendremos fruto
espiritual (Gá. 5:22-23), y recibiremos las consecuencias negativas del pecado.
Romanos 6:22-23 (Mi traducción)
(22) Mas ahora, habiendo-sido-librados de la autoridad del Pecado y
habiendo-sido-hechos-esclavos para ·DIOS,
el fruto que ustedes tienen es para andar en santidad y en
el fin tendrán vida de-la-era futura.
(23) Porque la paga del Pecado es muerte,
pero el regalo de ·DIOS es vida de-la-era futura en Cristo Jesús, nuestro ·Señor.
Fuimos libertados de la
autoridad del pecado y fuimos hechos esclavos de Dios. No se puede vivir esta
vida sin un Señor, hay dos opciones: (1) obedecer a Dios; (2) obedecer al
Pecado. Si somos esclavos de uno, estamos libres para con el otro y viceversa.
Cuando éramos esclavos del pecado, estábamos libres de Dios, pero lo que
producíamos a través del pecado era muerte. Pero, al haber aceptado a
Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, pasamos a ser esclavos de Dios y
tenemos como fin la vida de la era futura.
Romanos 8:5-11 (Mi traducción)
(5) Porque
los que según carne están andando, disponen-sus-mentes hacia los requerimientos de la carne, pero los que están andando según espíritu, disponen sus mentes hacia los requerimientos
del Espíritu.
(6) Porque la disposición-de-la-mente conforme a la carne produce muerte, pero la disposición-de-la-mente conforme al Espíritu produce vida y paz.
(7) Por-eso, la disposición-de-la-mente conforme a la carne produce enemistad para-con DIOS, porque la carne NO está-siendo-sometida-a la ley de DIOS, porque
tampoco puede,
(8) por-eso los que
están en carne a DIOS NO pueden
complacer.
(9) Pero ustedes NO están en carne sino en espíritu,
ya-que el espíritu de DIOS habita en ustedes, y si alguno
NO tiene espíritu ungido, éste NO es de ÉL,
(10) pero si Cristo está
en ustedes, ciertamente el cuerpo está muerto
a-causa-del pecado pero el espíritu tiene vida a-causa-de la justicia;
(11) y si el espíritu del que levantó a ·Jesús
de-entre los muertos habita en
ustedes, EL que levantó a Cristo de-entre los muertos vivificará también los mortales cuerpos de ustedes mediante SU ·espíritu, que habita en ustedes.
Aquí Pablo sigue
señalando el hecho de que la carne (nuestra parte humana con la que nacemos) NO
PUEDE complacer a Dios. Nuestra naturaleza humana JAMÁS nos conducirá a hacer
la voluntad de Dios, por eso Dios tuvo que hacer algo, por medio de Cristo,
para que podamos tener una naturaleza diferente (el espíritu) que nos conduzca
y capacite para hacer la voluntad de Dios. Todo aquél que recibió el espíritu
santo de Dios, es de Dios y, consecuentemente, es considerado “muerto” en su
parte humana pecaminosa y “vivo” en su nueva parte espiritual. En otras
palabras, lo que Dios toma en cuenta en nosotros es aquello que hacemos
conforme a nuestra nueva naturaleza espiritual, la parte humana está muerta
para Dios, ya no es de valor. En el versículo 11 leemos que si tenemos el
espíritu santo de Dios en nosotros, Dios nos vivificará mediante Su espíritu
habitando en nosotros. En otras palabras, en la medida que andamos conforme al
espíritu, Dios nos va dando vida mediante ese espíritu, por eso, aunque si
pecamos no dejaremos de ser hijos de Dios y salvos de la ira venidera, lo que
nos conviene es obedecer a Dios, para tener mayor plenitud de vida hasta
nuestra futura reunión con Cristo.
Es necesario entender bien
esto: la consecuencia FINAL del pecado es la muerte perpetua, o sea, la
destrucción total de lo que somos como personas; por otro lado, el resultado
FINAL de la perfecta obediencia a Dios es la vida perpetua en la era futura.
Como nadie podía obedecer perfectamente a Dios (excepto Jesús), entonces Dios
nos REGALÓ la vida en la era futura, sin que cumpliéramos las obras de la ley.
Ahora bien, el pecado no
sólo tiene una consecuencia final, sino que tiene consecuencias actuales, las
efectos ACTUALES del pecado también son muerte, aunque no muramos
definitivamente, cuando pecamos algo muere en nosotros, muere ya sea en el
plano físico, anímico o emocional; puede morir la alegría, la paz, el ánimo, la fuerza física,
el talento, las amistades, las parejas, las relaciones de familia, las ganas de
vivir, la capacidad para trabajar, comienzan a aparecer en nuestras vidas el
enojo, la ira, griterío, malhumor, peleas, egoísmo, soberbia, irritabilidad,
cansancio, etc. Todo pecado nos trae algo de muerte.
Por
otro lado, la obediencia a Dios también tiene efectos ACTUALES, esos efectos
son, ni más ni menos que: la vida de la era futura. ¿Qué significa esto?
Significa que parte de la vida perfecta que viviremos en el futuro junto a Dios
puede ser experimentada hoy en la medida que le obedecemos a Dios. Cuando
obedecemos a Dios vamos ganando vida, y siempre que algo está vivo produce
fruto. La Biblia nos describe nueve características del fruto que se produce
cuando obedecemos a Dios: amor, gozo, paz, temple, benevolencia, benignidad,
fe, mansedumbre y dominio propio. Estas y otras cualidades van poniéndose de
manifiesto en aquellos que andan conforme a la voluntad de Dios. Además, en la
medida en que obedecemos a Dios, Dios va activando más y más Su poder en nosotros,
para que seamos un testimonio de Su gracia, gloria y amor hacia la humanidad.
Aún si nuestra obediencia a
Dios fuera perfecta, no podemos detener los efectos del pecado que ya están en
nuestro cuerpo. Por esta causa, no es posible tener una vida perfectamente
plena en este día y tiempo, ni tampoco es posible vivir perpetuamente y sin
enfermedades en este cuerpo que ahora tenemos. El cuerpo que ahora tenemos está
contaminado y se irá desgastando, enfermando y muriendo aún si tenemos una
perfecta obediencia a Dios. Por eso Pablo dijo a los corintios:
1
Corintios 15:50-58 (RVA)
(50) Y esto digo, hermanos, que la carne y la
sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredar la
incorrupción.
(51) He aquí, os digo un misterio: No todos
dormiremos, pero todos seremos transformados
(52) en un instante, en un abrir y cerrar de ojos,
a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados
sin corrupción; y nosotros seremos transformados.
(53) Porque es necesario que esto corruptible sea
vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad.
(54) Y cuando esto corruptible se vista de
incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria!
(55) ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón?
(56) Pues el aguijón de la muerte es el pecado, y
el poder del pecado es la ley.
(57) Pero gracias a Dios, quien nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo.
(58) Así que, hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro arduo
trabajo en el Señor no es en vano.
En el versículo 56 Pablo
dice que el poder del pecado es la ley. En otras palabras, la ley es la que
muestra el pecado y cuando quebrantamos alguna ley de Dios, el Diablo tiene la
oportunidad de acusar y reclamar legalmente que haya “muerte” sobre la persona
que pecó. Sin embargo, Dios nos libró de esto a través del sacrificio que hizo
Jesucristo y así nos dio la victoria sobre el pecado. Este cuerpo que hoy
tenemos ya está corrompido por el pecado y no puede heredar el reino de Dios,
es por eso que tarde o temprano moriremos a este cuerpo para luego recibir un
cuerpo inmortal e incorruptible. Cuando esto suceda (en el futuro), podremos
exclamar: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón?”. Mientras tanto, en el tiempo que vivimos, podemos acelerar nuestro
proceso de muerte y decaimiento al vivir una vida de pecado, o podemos
aprovechar al máximo este tiempo de vida haciendo la voluntad de Dios. Si
entendemos estas cosas, intentaremos siempre hacer la voluntad de Dios, no para
ganarnos la vida perpetua o “mantener” la salvación, sino como muestra de gratitud
a nuestro Padre celestial y también, para nuestra propia conveniencia actual.
Pero, por si esto fuera poco, Dios nos da un incentivo extra para que hagamos
Su voluntad:
1
Corintios 9:24-25 (RVA)
(24) ¿No sabéis que los que corren en el estadio,
todos a la verdad corren, pero sólo uno lleva el premio? Corred de tal manera
que lo obtengáis.
(25) Y todo aquel que lucha se disciplina en todo.
Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; nosotros, en cambio, para
una incorruptible.
2
Timoteo 4:7-8 (RVA)
(7) He peleado la buena batalla; he acabado la
carrera; he guardado la fe.
(8) Por lo demás, me está reservada la corona de
justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día. Y no sólo a
mí, sino también a todos los que han amado su venida.
Santiago
1:12 (RVA)
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la
prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios
ha prometido a los que le aman.
1 Pedro 5:2-4 (RVA)
(2) Apacentad el rebaño de Dios que está a vuestro cargo, cuidándolo no por
la fuerza, sino de buena voluntad según Dios; no por ganancias deshonestas,
sino de corazón;
(3) no como teniendo señorío
sobre los que están a vuestro cargo, sino como ejemplos para el rebaño.
(4) Y al aparecer el Príncipe de los pastores,
recibiréis la inmarchitable corona de gloria.
En todos estos versículos,
se promete una “corona” para aquellos cristianos que hacen la voluntad de Dios.
En 1 Corintios 9:25 leemos acerca de una corona “incorruptible”; en 2 Timoteo
4:8 Pablo dice que Dios dará una “corona de justicia” a todos los que han amado
la venida del Señor; Santiago 1:12 nos dice que Dios dará la “corona de vida” a
los que le aman y perseveran bajo la prueba; en 1 Pedro 5:4 se nos dice que los
ministros fieles a quienes habla Pedro recibirán “la inmarchitable corona de
gloria” en el día en que aparezca el Príncipe de los pastores (Jesús). Si bien
no se nos dice con exactitud en qué consisten las “coronas” que Dios dará en el
futuro, es evidente que hay una recompensa que será entregada a algunos
creyentes.
Esto puede comprenderse
como parte de la justicia de Dios, siendo totalmente Justo, Dios no va a dar
exactamente lo mismo a un creyente que sólo aceptó a Cristo y luego siguió su
vida pecaminosamente que a aquél que luego de recibir a Cristo como Señor se
dedicó a santificar su vida, esforzándose por obedecer a Dios día a día.
Por todo lo visto, queda
claro que, aunque Dios nos ha regalado la vida de la era futura y no hay pecado
que podamos cometer que nos separe de Su amor, de todos modos es muy
conveniente para nosotros el conducirnos conforme a Su voluntad y esforzarnos
por santificar nuestras vidas.
La parábola del mayordomo infiel
Después de todo lo que he
expuesto, algún lector estará pensando: “Ya entendí que la salvación de Dios es
dada gratuitamente y que no puedo perderla, pero, ¿qué tiene esto que ver con
la parábola del mayordomo infiel?” Bien, hemos dados toda esta “vuelta
doctrinal” para poder estar adecuadamente preparados para abordar el mensaje de
la parábola que Jesús declaró a sus discípulos, acerca del mayordomo infiel.
Ahora nos dedicaremos a analizar el mensaje de esta parábola:
Lucas 16:1-12 (RVA)
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre
rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como
derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo
de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
(3) Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ‘¿Qué
haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da
vergüenza.
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido
de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su
señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo:
‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le
dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’
(8) “Y el señor elogió al mayordomo injusto porque
actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces
que los hijos de luz.
(9) “Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos
amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas
eternas.
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en
lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis
fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará
lo que es vuestro?
Lo primero a tener en cuenta al estudiar esta
parábola son las palabras “mayordomo” y “mayordomía”. La palabra “mayordomo” es
la traducción de la palabra griega oikonomos
y la palabra “mayordomía” es traducción de la palabra griega oikonomía.
La palabra oikonomía es la unión de dos palabras griegas: oikos: “casa” y nomos:
“ley”. Literalmente es “la ley de la casa”, y se refiere a la forma en que se
administra una casa. De esta palabra griega procede nuestra palabra castellana
“economía”, que es la “Ciencia que estudia la producción y la administración de
bienes y servicios” y refiere también a la “buena distribución del tiempo y de
otras cosas inmateriales”[7], una
definición que es bastante cercana al sentido de la palabra griega oikonomia.
En el tiempo en que fue escrita la primera
traducción de la versión de la Reina-Valera, era común que las familias de
dinero tuvieran mayordomos en sus casas, por eso la elección de la palabra
“mayordomo” como traducción de la palabra griega oikonomos sería la más natural para ese tiempo. Sin embargo, hoy en
día pocas casas tienen mayordomos y el concepto de mayordomía no está muy
presente en la mente de las personas de las culturas actuales, por eso varias
versiones modernas, como la Nueva Versión
Internaciona, o la versión Dios Habla
Hoy, traducen la palabra oikonomos
como “administrador” y oikonomia como
“administración”, lo cual da un sentido más claro al texto:
Lucas
16:1-2 (NVI)[8]
(1) Jesús contó otra parábola a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus
bienes.
(2) Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es
esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes
seguir en tu puesto.”
En esta parábola Jesús
habla acerca de un administrador que estaba derrochando los bienes de su señor
y, por lo tanto, se le iba a quitar la función de administrador. Ahora bien, la
pregunta aquí es ¿a quién se estaba refiriendo Jesús en esta parábola? ¿Quién
es el administrador? ¿Cuáles son los bienes que disipaba? Para poder contestar
estas preguntas, necesitaremos prestar atención a todo el contexto de la
parábola y también entender mejor a qué se refiere la Biblia cuando se habla de
“administración”.
1 Pedro
4:10-11 (RVA)
(10) Cada uno ponga al servicio de los demás el
don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de
Dios.
(11) Si alguien habla, hable conforme a las
palabras de Dios. Si alguien presta servicio, sirva conforme al poder que Dios
le da, para que en todas las cosas Dios sea glorificado por medio de
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los
siglos. Amén.
Aquí Pedro les dice a los cristianos que cada
uno debe servir a los demás conforme al don que ha recibido, como buenos
administradores (en griego oikonomos)
de la multiforme gracia de Dios. Los creyentes cristianos somos parte de la
“casa” de Dios, la cual debe ser administrada por personas designadas por Dios
para tal tarea. La gracia de Dios se presenta en múltiples formas y es
administrada a los creyentes a través de los dones y funciones que Dios da a
cada cristiano. En el versículo 11 Pedro menciona dos formas en que se
administra la gracia de Dios: hablando las palabras de Dios, sirviendo con el
poder de Dios. Para que el administrador sea considerado fiel en su servicio,
debe hacer las cosas conforme a la voluntad de Dios, buscando la gloria de Dios
y no la propia.
El apóstol Pablo dijo lo siguiente:
1
Corintios 4:1-2 (RVA)
(1) Que todo hombre nos considere como servidores
de Cristo y mayordomos [oikonomos] de
los misterios de Dios.
(2) Ahora bien, lo que se requiere de los
mayordomos es que cada uno sea hallado fiel.
La palabra traducida aquí como “misterios” es
en griego mustërion, que significa
“secreto espiritual”. Pablo fue designado por Dios como administrador de los
secretos espirituales de Dios, él fue el encargado de dar a conocer nueva
doctrina espiritual que Dios tenía guardada en secreto.
Efesios
3:2-10 (RVA)
(2) Sin duda habéis oído de la administración [oikonomia] de la gracia de Dios que me
ha sido conferida en vuestro beneficio.
(3) Por revelación me fue dado a conocer este
misterio [secreto espiritual], como antes lo he escrito brevemente.
(4) Por tanto, leyéndolo, podréis entender cuál
es mi comprensión en el misterio [secreto espiritual] de Cristo.
(5) En otras generaciones, no se dio a conocer
este misterio [secreto espiritual] a los hijos de los hombres, como ha sido
revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu,
(6) a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son
coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por
medio del evangelio.
(7) De éste llegué a ser ministro, conforme a la
dádiva de la gracia de Dios que me ha sido conferida, según la acción de su
poder.
(8) A mí, que soy menos que el menor de todos los
santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo
(9) y para aclarar a todos cuál es la
administración del misterio [secreto espiritual] que desde la eternidad había
estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas.
(10) Todo esto es para que ahora sea dada a
conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los
principados y las autoridades en los lugares celestiales,
Aquí Pablo explica que él fue encomendado por
Dios para dar a conocer un secreto espiritual que Dios tenía guardado desde
tiempos antiguos. Luego de la ascensión de Jesús, Dios reveló (dio a conocer,
hizo visible) a los apóstoles y profetas el secreto espiritual que había estado
guardando. Para esta tarea Dios buscó administradores fieles, hombres fieles
que cumplieran la tarea encomendada, entre ellos, el apóstol Pablo a quien se
le encomendó de anunciar “el evangelio de las inescrutables riquezas de
Cristo”, para que la multiforme sabiduría de Dios sea dado a conocer, por medio
de la iglesia, a los principados y las autoridades en los lugares celestiales.
¡Ni siquiera los ángeles sabían lo que Dios tenía preparado para la iglesia de
Dios luego de la ascensión de Cristo!
1
Corintios 9:16-17 (NT-Rec.)[9]
(16) Pues si predico el evangelio, no tengo por
qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no predico el
evangelio!
(17) Por lo cual, si lo hago por mi propia
voluntad, recompensa tengo; pero si por fuerza, una mayordomía [oikonomia: “administración”] me ha sido
encomendada.
Pablo amaba y honraba tanto
a Dios que sentía la necesidad de predicar el evangelio. A él se le había
encomendado la tarea de administrar los secretos espirituales de Dios y se
sentía responsable de hacerlo con lo mejor de sí. ¡Él no podía vivir sin
predicar el evangelio!
Colosenses
1:24-27 (RV-1960)[10]
(24) Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros,
y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo,
que es la iglesia;
(25) de la cual fui hecho ministro, según la
administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie
cumplidamente la palabra de Dios,
(26) el misterio [secreto espiritual] que había
estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a
sus santos,
(27) a quienes Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria,
Nuevamente, vemos que Pablo
explica que a él se le encomendó la tarea de administrar el secreto espiritual
de Dios, de anunciar la palabra de Dios y dar a entender la nueva doctrina para
la iglesia de Dios. Parte de esa nueva doctrina es que por fe en Cristo tanto
judíos como gentiles (naciones no-judías) pasan a ser parte de un Cuerpo en
Cristo y que, por la fe en Cristo una persona es hecha hija de Dios y heredera
del reino venidero, sin necesidad de cumplir las obras de la ley (Ef. 3:5-6).
Al ver estos textos
bíblicos, ya podemos tener una idea general de lo que es un administrador según
Dios. Dios tiene una “casa” de creyentes que requiere de leyes e instrucciones
con las cuales mantenerla en orden y en buen funcionamiento. Estas leyes e
instrucciones que Dios establece para Su casa, Su familia, deben ser traídas a
los miembros de la familia mediante hombres espiritualmente maduros y fieles en
su comisión. Como hemos visto, durante el tiempo en que se formó la nueva
iglesia de Dios, Dios puso como administradores de la doctrina a Pablo y a
otros apóstoles y profetas, ellos serían encargados de dar a conocer las nuevas
reglas de Dios para Su casa de creyentes. Pero antes de los tiempos de Jesús,
la administración estaba en manos de otras personas:
Hebreos
3:1-5 (RVA)
(1) Por tanto, hermanos santos, participantes del
llamamiento celestial, considerad a Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de
nuestra confesión.
(2) El era fiel al que le constituyó, como también
lo fue Moisés en toda la casa de Dios.
(3) Pero él ha sido estimado digno de una gloria
superior a la de Moisés, por cuanto aquel que ha construido una casa tiene
mayor dignidad que la casa.
(4) Porque toda casa es construida por alguien,
pero el constructor de todas las cosas es Dios.
(5) Moisés fue fiel como siervo en toda la casa
de Dios, para dar testimonio de lo que se había de decir después.
En los tiempos de Moisés,
Dios dio a Moisés la ley para Su casa, que era el pueblo de Israel. Moisés fue
el administrador de las leyes de Dios en aquél tiempo. En los tiempos de Moisés
Dios mandó a construir un tabernáculo de reunión con Dios, en el cual estarían
sirviendo los sacerdotes designados, descendientes de Leví. Más adelante en el
tiempo, Salomón construyó un templo para Dios, conforme a las instrucciones
específicas dadas por Dios. Durante todo el tiempo que pasó desde Moisés hasta
Jesús, las leyes de Dios eran administradas por los sacerdotes y los profetas
que Dios iba designando. Los sacerdotes trabajaban en el templo, recibiendo los
sacrificios por los pecados y leyendo las Escrituras de Dios en determinadas
ocasiones. Por otro lado, los profetas traían la palabra de Dios actual para el
pueblo.
Para el tiempo de Jesús, el
pueblo de Israel había estado mucho tiempo sin profeta. Juan el bautista fue
levantado por Dios como profeta, para anunciar la inminente llegada de Jesús,
el Salvador prometido. Sin embargo, los líderes religiosos de la época no
reconocieron a Jesús como el Salvador y constantemente buscaban alguna excusa
para apresarlo o matarlo. En los tiempos de Jesús, los líderes religiosos de
Israel, quienes debían “administrar” las leyes e instrucciones de Dios, habían
hecho todo un sistema religioso basado en obras externas, que había perdido de
vista lo más importante de la ley, que era el mostrar la necesidad de un
Salvador, llevando a las personas a esperar en la gracia de Dios.
En varias ocasiones Jesús
reprochó la conducta infiel e incrédula de los escribas y fariseos (los líderes
religiosos de la época):
Lucas
11:43-44 (RVA)
(43) ¡Ay de vosotros, fariseos! Porque amáis los
primeros asientos en las sinagogas y las salutaciones en las plazas.
(44) ¡Ay de vosotros! Porque sois como sepulcros
ocultos, y los hombres que andan por encima no lo saben.
Entre otras
cosas, Jesús reprochaba a los fariseos porque amaban los primeros asientos en
las sinagogas, en otras palabras, amaban la gloria de los hombres, no estaban
verdaderamente interesados en transmitir la palabra de Dios, sino en ser reconocidos
por las personas. Con su actitud, eran como sepulcros ocultos, al acercarse a
ellos, las personas, sin saberlo, se acercaban a la muerte.
Lucas
11:46 (RVA)
Y él le dijo: -¡Ay de vosotros también, maestros de
la ley! Porque imponéis a los hombres cargas que no pueden llevar, pero
vosotros mismos no las tocáis ni aun con uno de vuestros dedos.
Aquí Jesús también reprocha
a los maestros de la ley, porque les imponían a las personas cargas que no
podían llevar y ellos mismos ni siquiera pensarían en hacer las cosas que
imponían en otros. ¡Qué suerte que esto hoy no sucede! ¿No?
Mateo
23:13 (RVA)
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues vosotros no
entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.
Como
administradores de la ley de Dios, ellos debían guiar a las personas hacia la
salvación, sin embargo, ellos mismos estaban lejos del reino de Dios y no
dejaban entrar a los que estaban por entrar. En otras palabras, con su doctrina
alejaban de la salvación a las personas de buen corazón que estaban cerca de
alcanzarla.
Mateo 23:23
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
Porque entregáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino; pero habéis
omitido lo más importante de la ley, a saber, el juicio, la misericordia y la
fe. Era necesario hacer estas cosas sin omitir aquéllas.
Los escribas y
fariseos habían dejado de lado lo más importante de la ley: el juicio, la
misericordia y la fe. Estos líderes religiosos habían impuesto a las personas
pesadas “cargas” para la salvación, habían ideado todo un sistema de actos
religiosos externos que ellos mismos no cumplían, pero habían dejado de lado lo
más importante de la ley de Dios, no enseñaban a las personas que todos eran
merecedoras del juicio de Dios y
que, por lo tanto, necesitaban de la misericordia de Dios, por medio de la cual
obtendrían la salvación por medio de la fe
y no de las obras.
Mateo 23:25-26
(25) “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro
están llenos de robo y de desenfreno.
(26) ¡Fariseo ciego! ¡Limpia primero el interior
del vaso para que también el exterior se haga limpio!
(27) “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados que, a la verdad, se
muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos de muertos
y de toda impureza.
(28) Así también vosotros, a la verdad, por fuera
os mostráis justos a los hombres; pero por dentro estáis llenos de hipocresía e
iniquidad.
Ellos se
preocupaban mucho por la rigurosidad con que se cumplían los actos externos de
la ley (y los que ellos mismos habían inventado), pero no se preocupaban por lo
verdaderamente importante: el interior, la actitud de corazón hacia Dios (Sal.
7:9-10). Por fuera se mostraban limpios, pero por dentro estaban llenos de
maldad, hipocresía e iniquidad.
A estas
personas se dirigió Jesús en muchas de sus parábolas. Jesús tuvo que enfrentar
a la degeneración de las Escrituras que los líderes religiosos de su época
habían hecho. Pero no lo hizo siempre en forma directa, sino que muchas veces
habló por medio de parábolas, de modo de mantener el sentido del mensaje oculto
para los incrédulos (Mt. 13:10-16).
En el contexto de Lucas 16, podemos ver que
había fariseos escuchándolo. En el capítulo 15 leemos:
Lucas
15:1-2 (RVA)
(1) Se acercaban a él todos los publicanos y
pecadores para oírle,
(2) y los fariseos y los escribas murmuraban
diciendo: —Este recibe a los pecadores y come con ellos.
Y en el 16:14 y 15 leemos:
Lucas
16:14-15 (RVA)
(14) Los fariseos, que eran avaros, oían todas
estas cosas y se burlaban de él.
(15) Y él les dijo: “Vosotros sois los que os
justificáis a vosotros mismos delante de los hombres. Pero Dios conoce vuestros
corazones; porque lo que entre los hombres es sublime, delante de Dios es
abominación.
Los fariseos y escribas se
acercaban a Jesús, pero no para aprender, sino para estorbarlo. Ellos
murmuraban y se burlaban de él, pero no comprendieron, entonces, la parábola de
Jesús hablaba sobre ellos:
Lucas 16:1-2 (RVA)
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto hombre
rico, el cual tenía un mayordomo [administrador], y éste
fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo
de ti? Da cuenta de tu mayordomía [administración], porque ya no podrás ser
mayordomo [el texto lee: “no podrás administrar”].’
En este
contexto, el “administrador” se refiere a aquellos que debían administrar la
ley de Dios, pero lo estaban haciendo incorrectamente. La ley de Dios fue dada
por Dios para que las personas conocieran a Dios y esperaran al Salvador que él
iba a enviar, pero ellos habían “derrochado los bienes”, en otras palabras, usaron
mal lo que Dios les había encomendado y no estaban logrando el objetivo deseado
por el dueño de la casa: la salvación del pueblo de Israel. Por esta causa,
Dios les iba a quitar la administración. Como vimos, luego de la ascensión de
Cristo la administración de la nueva doctrina fue revelada a los apóstoles y
profetas.
Lucas 16:3 (RVA)
Entonces el
mayordomo [administrador] se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque mi señor me
quita la mayordomía [administración]. Cavar, no puedo; mendigar, me da
vergüenza.
Aquí vemos que
el administrador está pensando sobre su futuro. Él dice: “cavar no puedo”. La
palabra “no” es en griego ou, que es
un “no” enfático, por otro lado, la palabra “puedo” es ischuö, que significa “tener fuerzas o capacidad”. El mayordomo no
tenía fuerza o capacidad para cavar. Los líderes religiosos de la época de
Jesús habían dedicado toda su vida a esta tarea, por lo tanto, no tenían
capacidad para dedicarse a otro trabajo si eran destituidos de su función. Por
otro lado, el administrador de la parábola también dice: “mendigar me da
vergüenza”. Lo destacable aquí es que a este mayordomo o administrador le daba
vergüenza mendigar, pero no le daba vergüenza disipar los bienes de su amo y
obtener dinero en forma deshonesta, lo cual nos señala la condición moral de
este mayordomo.
Lucas 16:4-7 (RVA)
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido
de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de su
señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le dijo:
‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le
dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe: ochenta.’
En lugar de
retractarse de su mala conducta y tratar de restituir la relación con su amo,
este mayordomo optó por seguir actuando deshonestamente para obtener dinero a
través de ganarse el favor de los deudores de su señor. Aquí, creo yo, tenemos
un mensaje muy importante por parte de Jesús, que raramente es advertido al
leer esta parábola. Como venimos viendo, la parábola nos está refiriendo a la
pérdida de la administración de la gracia de Dios que sufrirían los líderes
religiosos judíos.
En este punto,
Jesús está señalando lo que ellos harían para poder seguir obteniendo ganancias
luego de que Dios les quitara el derecho para administrar Su gracia: ellos
tratarían de ganar el favor de los “deudores” achicando la deuda. ¿Cómo se
transfiere esta imagen a la situación real de los escribas y fariseos? Primero
pensemos: ¿quiénes son los “deudores”?
El Señor, sabemos que es Dios, por lo tanto, los deudores son todos aquellos
que le “deben” a Dios. ¿Quiénes le deben a Dios y cuánto le deben? Los deudores
son todas las personas, la deuda a pagar es el cumplimiento de la ley de Dios.
Si queremos tener vida en la era futura, la “deuda” a pagar es el perfecto
cumplimiento de la ley de Dios. Por supuesto, esta deuda no puede pagarla
nadie, por eso Dios esperaba que reconociéramos que la deuda era impagable y
esperáramos en Su gracia y envíe a Aquél (Jesucristo) que por su sacrificio
pagaría la deuda de todos. Lo que iban a hacer los fariseos era “achicar” esa
deuda con Dios, en otras palabras, ellos dirían a las personas que la deuda con
Dios era menos de la estipulada y así establecerían un “plan de pago”, que
consiste en actos religiosos que ellos imponen para que la gente sea “salva” al
cumplirlos.
Esto que Jesús
anunció que harían estos líderes religiosos, se sigue haciendo hasta el día de
hoy. Hay líderes religiosos y líderes espirituales infieles que usan la ley de
Dios para obtener ganancias para ellos. En lugar de enseñar a las personas que
la deuda con Dios es impagable y sólo se puede obtener salvación por gracia de
Dios, por medio de la fe, muchos líderes religiosos establecen un sistema de
obras externas que deben ser hechas para alcanzar la salvación (en algunos
casos) o para “mantenerla” (en otros casos). Es así que menosprecian el
sacrificio de Cristo, porque le enseñan a las personas que el sacrificio de
Cristo no es suficiente para pagar su salvación, además de aceptar a Cristo
como Señor las personas deben ayunar, rezar ciertas oraciones, diezmar, ir una,
dos o tres veces por semana a la iglesia, perdonar a todos, sonreír en todo
momento, ser bautizados en agua, tomar la comunión, caminar de rodillas en
determinado lugar, predicar la palabra de casa en casa, testificar
públicamente, asistir a convenciones de cristianos o “retiros espirituales”,
dar dinero a los pobres, entre otras cosas.
Distintas
religiones imponen diferentes actos externos que deben ser hechos para alcanzar
o mantener la salvación, sin embargo, como hemos visto, nada de esto es
requerido para tener vida en la era futura. El sacrificio de Cristo fue
suficiente para pagar por nuestros
pecados. Enseñar que hay que hacer obras para poder vivir perpetuamente en la
era futura equivale a decir que el sacrificio de Cristo no alcanza a cubrir
todos nuestros pecados, de ser así, Cristo se sacrificó en vano, porque no
alcanzó a pagar nuestra deuda.
En Hebreos
leemos:
Hebreos
10:10-25 (RVA)
(10) Es en esa voluntad que somos santificados,
mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
(11) Todo sacerdote se ha presentado, día tras
día, para servir en el culto y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios que
nunca pueden quitar los pecados.
(12) Pero éste, habiendo ofrecido un solo
sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,
(13) esperando de allí en adelante hasta que sus
enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
(14) Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado
para siempre a los santificados.
(15) También el Espíritu Santo nos da testimonio,
porque después de haber dicho:
(16) “Este es el pacto que haré con ellos después
de aquellos días,” dice el Señor; “pondré mis leyes en sus corazones, y en sus
mentes las inscribiré,”
(17) él añade: “Nunca más me acordaré de los
pecados e iniquidades de ellos.”
(18) Pues donde hay perdón de pecados, no hay más
ofrenda por el pecado.
El sacrificio
que hizo Jesús fue hecho una vez y para siempre y cubre todos nuestros pecados.
Si para ser salvos debemos hacer “obras” religiosas, entonces el sacrificio de
Cristo no cubre todos los pecados. De este modo, las obras externas que exigen
las religiones pasan a ser similares a los sacrificios por el pecado que hacía
Israel. Antiguamente se requería que el pueblo de Israel hiciera sacrificios de
animales para cubrir sus pecados, hoy en día muchos líderes religiosos exigen a
las personas hacer distintas clases de actos externos para “cubrir” sus pecados
y no perder la salvación ¿se dan cuenta que ambas cosas son similares? Reitero
lo dicho previamente: enseñar que hay que mantenerse santos para alcanzar la
salvación o para no perderla es equivalente a enseñar que el sacrificio de
Cristo no fue suficiente, pero el texto de hebreos que he citado dice, en el
versículo 14, que “con una sola ofrenda HA PERFECCIONADO PARA SIEMPRE a los
santificados”.
Las palabras
“para siempre” son en griego diënekes,
que significa “continuamente, perpetuamente”, esta misma palabra es traducida
“continuamente” en el versículo 1:
Hebreos
10:1 (RVA)
Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes
venideros y no la forma misma de estas realidades, nunca puede, por medio de
los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente [diënekes]
de año en año, hacer
perfectos a los que se acercan.
Los creyentes israelitas
de los tiempos anteriores a Jesús debían CONTINUAMENTE (una y otra vez) ofrecer
sacrificios de animales por sus pecados, esto es debido a que la muerte de los
animales no podía realmente perfeccionar a las personas, solamente eran
simbólicos de lo que Cristo iba a lograr con su propio sacrificio. Cristo fue
el verdadero cordero de Dios, que quitó el pecado del mundo (Jn. 1:29), al
ofrecerse como sacrificio, él nos ha perfeccionado “perpetuamente” o
“continuamente”. Ahora no somos nosotros quienes CONTINUAMENTE debemos ofrecer
sacrificios para ser limpios de nuestros pecados, sino que CONTINUAMENTE somos
limpiados de los pecados a causa de un solo sacrificio: el de Cristo.
Perdonen que sea
reiterativo al querer dejar en claro que la salvación, una vez recibida, no se
puede perder, pero es un asunto muy importante de entender, porque gran parte
del cristianismo enseña que hay que ganarse la salvación con obras o que si
bien la salvación se obtiene por gracia, hay que mantenerla con las buenas
obras. Cuando esta doctrina ingresa en la mente del cristiano, este vive con un
continuo miedo a perder la salvación y con la continua incertidumbre acerca de
si vivirá en el reino futuro de Dios o no. De este modo, los creyentes buscan
la santidad por miedo a perder la salvación en lugar de hacerlo con una actitud
de agradecimiento a Dios.
El mensaje en muchos
púlpitos es: “Cristo nos salvó, pero debemos MANTENER esa salvación”. Esto
enfoca el andar en NOSOTROS y no en Cristo. En vez de pensar: “Cristo me
salvó”, lo que pienso es “YO debo mantenerme salvo”, estoy centrando mi vida en
lo que yo debo hacer, en lugar de centrarme en lo que Cristo hizo por mí. A
este problema se le suma el hecho de que entre las denominaciones y religiones
que enseñan que la salvación puede perderse, en realidad no están de acuerdo en
qué hay que hacer para mantener la salvación y qué clase de acciones son las
que harían que un creyente pierda la salvación, esto no hace más que generar
mayor incertidumbre y miedo ¿qué religión es la que realmente me guiará a la
salvación? Aquí es donde muchos líderes deshonestos comienzan a poner cargas
difíciles de llevar a sus fieles, mientras que ellos mismos ni las tocan, tal
como decía Jesús a los maestros de la ley de su época. Pero si realmente uno
pudiera perder la salvación ¿no debería Dios haber dejado bien claro qué cosas
hay que hacer o no hacer para que esto suceda? El hecho de que las Escrituras
no nos den una lista clara de pecados que nos dejan fuera del reino de Dios
debería hacernos reflexionar al respecto.
Fíjense lo que Pablo le
dijo a los creyentes de Galacia, a los que les estaba pasando algo así:
Gálatas 3:1-5 (Mi
traducción)
(1) ¡Oh, insensatos gálatas! ¿Quién los fascinó,
a ustedes, ante cuyos ojos Jesucristo fue-previamente presentado-con-claridad
como habiendo-sido crucificado para justificación?
(2) Sólo esto deseo aprender de ustedes:
¿recibieron el espíritu desde obras requeridas por la ley de DIOS o
desde un anuncio de fe?
(3) ¿Tan insensatos son? ¿Habiendo-comenzado en
espíritu, ahora en carne son perfeccionados?
(4) ¿Tantas cosas soportaron en-vano? si es
que, ciertamente, fue en-vano.
(5) Entonces, QUIEN les está otorgando el
espíritu y está-activando poderes sobrenaturales entre ustedes, ¿lo
hace desde obras requeridas por la ley o desde un anuncio de
fe?
Los creyentes de la
iglesia de Galacia estaban, al igual que muchas congregaciones hoy en día,
buscando ser perfeccionados por las obras de la ley. Ellos aceptaron la
salvación por fe, sin embargo, creían que debían hacer “obras” para alcanzar la
perfección, o sea, para llegar al punto necesario para vivir perpetuamente en
la era futura. Pero Pablo les recuerda que el poder de Dios no es activado
cuando obran conforme a una ley, sino cuando actúan por fe.
Gálatas 3:10-12 (Mi
traducción)
(10) Pero todos-aquellos que están buscando
ser justificados desde obras de ley están bajo maldición, porque
ha-sido-escrito que: “maldito-en-exceso es todo aquél que NO
permanece en todas las cosas que están-escritas en el libro de
la ley con el propósito de hacerlas”;
(11) y que con una ley nadie es tratado-como-justo
delante-de ·DIOS queda claro, porque: “el justo desde fe vivirá”.
(12) Pero la vida que promueve la ley de
DIOS NO es otorgada desde fe sino que: “el que esté
haciendo estas cosas vivirá en éstas”.
Acá Pablo les dice que si buscan ser
justificados en base a las obras de la ley estarán bajo maldición ¿por qué?,
porque la ley decía que era maldito todo aquél que no permanece en TODAS las
cosas escritas en el libro de la ley. En otras palabras, un solo desvío de
aquello escrito en la ley ya nos hace merecedores de la muerte, nos deja fuera
de la vida en la era futura. Por eso es que aún en la ley Dios había dado el
verdadero camino hacia la salvación: “el justo DESDE FE vivirá”, o sea que es
la fe en la Salvación y en el Salvador
provisto por Dios lo que nos permite obtener la vida perpetua.
Gálatas 5:1-6 (Mi traducción)
(1) ¡Para la libertad ·Cristo nos libertó!
Por-lo-tanto, manténganse-firmes y no sigan-siendo-atrapados, nuevamente, al
yugo de esclavitud.
(2) ¡Miren! Yo, Pablo, les digo que si son-circuncidados
Cristo en nada los beneficiará;
(3) y nuevamente testifico a todo hombre que
está-siendo-circuncidado que es deudor, y su deuda se paga al llevar-a-cabo
toda la ley.
(4) Ustedes, quienes creen que están-siendo-tratados-como-justos
en el cumplimiento de la ley, fueron-separados de los efectos de la
obra de Cristo, cayeron de la gracia,
(5) porque nosotros mediante el espíritu, desde
fe, estamos-esperando-expectantes la esperanza de justicia.
(6) Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión
tiene-fuerza para algo, ni la incircuncisión, sino la fe que
se-expresa mediante el amor.
En el tiempo de
Pablo, algunos creyentes de la iglesia estaban “judaizando” a los cristianos,
les decían que el aceptar por fe a Cristo no era suficiente para la salvación,
sino que debían realizar algunos de los actos externos que Dios había mandado a
los judíos para así ser justificados por Dios. Estas personas enseñaban a los
cristianos que debían circuncidarse y festejar los días de fiesta judíos, entre
otras cosas. Este tipo de actos lo que hacen es “esclavizar” a las personas,
las mantienen atadas a esas obras externas. Hoy en día quizá los líderes
religiosos no inciten a las personas a circuncidarse y guardar las fiestas
judías, pero hay muchos actos externos que son exigidos para alcanzar la
salvación y justificación que esclavizan a las personas. Contrario a estas
enseñanzas, Pablo les dice que en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la
incircuncisión eran de valor, lo importante para Dios es la FE, la cual se
expresa mediante el AMOR. En otras palabras, cuando uno tiene verdadera fe en
Dios va a conducirse en amor.
Gálatas 5:7-9 (Mi
traducción)
(7) ¡Ustedes corrían bien! ¿Quién los
obstaculizó para no ser-persuadidos por [la] verdad?
(8) ¡Esta ·persuasión NO procede de
QUIEN los llama!
(9) ¡Una pequeña levadura está-leudando toda
la masa!
Pablo aquí les
afirma que la persuasión que ellos tenían (que debían cumplir con ciertos actos
externos para ser justificados) no procedía de Quien los llama (de Dios). Luego
exclama: ¡Una pequeña levadura está-leudando toda la masa! ¿A qué se
refiere con esto? Se refiere a que una pequeña duda sembrada en la mente de las
personas puede hacerlas desviar por completo de su convicción doctrinal y
alterar por completo su andar. Por ejemplo, un ministro de hoy que enseña a la
congregación que puede perder la salvación si no andan conforme a la voluntad
de Dios no necesita insistir mucho con este tema. Él puede decirle a la
congregación: “No se preocupen, Dios es un Dios muy misericordioso y es muy
difícil perder la salvación, hay que ser muy malo”. A pesar del esfuerzo por
alivianar el peso en las mentes de las personas, la pequeña levadura ya ha sido
puesta en la masa, el cristiano va a vivir con la incertidumbre acerca de si
estará con Cristo en el paraíso o no, y sus acciones estarán completamente
influenciadas por este pensamiento.
Jesús dijo:
Mateo
11:28-30 (RVA)
(28) “Venid a mí, todos los que estáis fatigados
y cargados, y yo os haré descansar.
(29) Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas.
(30) Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
¿Cómo es que
va a “descansar” un cristiano si cree que debe cumplir toda la ley de Dios para
poder ser salvo? ¿Es esa una carga “fácil” y “ligera”? Vivir pensando que la
salvación se puede perder al cometer ciertos pecados no aligera la carga de
nadie, todo lo contrario, algunos quizá comentan pecados que consideran tan
graves que los lleve a perder toda esperanza de vivir en la era futura, siendo
así, se tornarán a una vida de pecado, pensando que ya no tienen perdón de Dios
y ya no hay vuelta atrás.
Lejos de
enseñar que hay que hacer “obras” para ser salvos, las Escrituras nos dicen que
es al revés, nosotros fuimos salvados para así poder hacer buenas obras.
Efesios
2:8-10 (RVA)
(8) Porque por gracia sois salvos por medio de
la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.
(9) No es por obras, para que nadie se gloríe.
(10) Porque somos hechura de Dios, creados en
Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.
Fuimos
salvados por gracia y “creados” (en el aspecto espiritual) PARA hacer la buenas
obras. No fuimos creados en Cristo Jesús POR nuestras buenas obras, sino PARA
buenas obras. Dios ha preparado buenas obras para que hagamos, pero no podemos
hacerlas sino hasta que somos creados en Cristo Jesús, lo cual sucede en el
momento en que aceptamos a Cristo como nuestro Señor. Lo que este versículo nos
señala es muy importante, porque no sólo NO está diciendo que son necesarias
buenas obras para salvación, sino que nos está enseñando que antes de ser
salvos NO PODEMOS HACER BUENAS OBRAS.
2
Timoteo 3:16-17 (RVA)
(16) Toda la Escritura es inspirada por Dios y es
útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la
instrucción en justicia,
(17) a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente capacitado para toda buena obra.
Aquí nuevamente la Biblia nos dice que son
las Escrituras las que nos capacitan para toda buena obra. Dios quiere que
hagamos buenas obras, pero no las podemos hacer si no tenemos Su espíritu santo
en nosotros[11], el cual recibimos de
Dios cuando aceptamos a Cristo como Señor (Hch. 2:38).
Teniendo todo esto en cuenta, vamos a
releer los versículos de Lucas 16 y seguir estudiando la parábola del mayordomo
infiel.
Lucas
16:1-7 (RVA)
(1) Dijo también a sus discípulos: “Había cierto
hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como
derrochador de sus bienes.
(2) Su señor le llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto
que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
(3) Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo:
‘¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar,
me da vergüenza.
(4) ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea
destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
(5) “Entonces llamó a cada uno de los deudores de
su señor, y dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’
(6) El dijo: ‘Cien barriles de aceite.’ Y le
dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
(7) Después dijo a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Y
él le dijo: ‘Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ‘Toma tu recibo y escribe:
ochenta.’
Hasta aquí
podemos entender que la parábola se trata acerca de la infidelidad de los
fariseos al administrar ley de Dios y la gracia de Dios. Además, predice su
posterior conducta, en la que iban a “negociar” con los creyentes para no
perderlos, aminorando la deuda que tenían con Dios. Como ya expliqué, esto
tiene su aplicación hoy en día en aquellos líderes espirituales o religiosos
que enseñan que la salvación y justificación de Dios pueden “pagarse” de algún
modo por medio de actos externos o actos religiosos. Continuemos analizando el
resto del relato:
Lucas 16:8-12 (RVA)
(8) “Y el señor elogió al mayordomo injusto porque
actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces
que los hijos de luz.
(9) “Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos
amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas
eternas.
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en
lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis
fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará
lo que es vuestro?
En estos
versículos se nos presenta una dificultad, porque en el versículo 9 pareciera
que Jesús está incitando a sus discípulos a ganar fieles a través de riquezas
injustas. Pero esto se contradice con los versículos siguientes, en los que
Jesús les dice que si no son fieles con lo ajeno, no tendrán lo propio. Iremos
desmenuzando este texto para comprenderlo mejor.
Lucas 16:8 (RVA)
“Y el señor
elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este
mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.
Las palabras
“pues los hijos de este mundo…” y siguientes son una explicación que Jesús
introduce a la parábola, la parábola termina con la palabra “sagazmente”.
Al leer este
versículo, debemos tener en cuenta que lo que el señor de esta parábola alabó
en el mayordomo injusto no fue su injusticia, sino su sagacidad para actuar. La
palabra griega que aquí se traduce “sagacidad” es phronimös y la palabra traducida como “sagaces” es de la misma
raíz: phronimos. La palabra phronimos denota una “cualidad de una persona que observa y considera las
situaciones”, de ahí que puede traducirse: “pensante, prudente, sabio, sensato,
entendido, pensativo”. Es así que la palabra
“sagazmente” puede traducirse como “pensantemente, sabiamente, sensatamente,
prudentemente, inteligentemente” y la palabra “sagaces” puede traducirse como
“pensantes, sabios, sensatos, prudentes, inteligentes”.
La palabra “mundo” es en
griego aiön, que significa “era”. La
expresión “hijos de esta era” se refiere a las personas que no han recibido el
espíritu santo de Dios y que, por lo tanto, no vivirán en la era futura (a
menos que acepten a Cristo como Señor). La expresión “los hijos de luz” se
refiere a los creyentes renacidos que son hijos de Dios, Quien es “luz”. Lo que
Dios elogia en los administradores infieles, por supuesto, no es su infidelidad
para administrar, sino el hecho de que son inteligentes, astutos, pensantes o
prudentes a la hora de cometer sus actos de injusticia. Lo bueno sería que los
hijos de Dios fuéramos igualmente inteligentes para actuar con justicia.
Lucas 16:9 (RVA)
“Y yo os digo:
Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar,
ellos os reciban en las moradas eternas.
En este
versículo se presenta un problema, porque, como ya hice notar, pareciera que
Jesús está incitando a los discípulos a ganar amigos con ganancias deshonestas.
Cualquier
persona que conozca un poco acerca de Dios y haya leído un poco la Biblia
debería saber que Dios no va a incitar a los creyentes a hacer cosas injustas,
porque a Él no le gusta la injusticia. Por si alguno tiene dudas al respecto,
citaré unos versículos de ejemplo:
Salmos
11:5-7 (RVA)
(5) Jehovah prueba al justo, pero su alma
aborrece al impío y al que ama la violencia.
(6) Sobre los impíos hará llover brasas; fuego,
azufre y vientos huracanados serán la porción de la copa de ellos.
(7) Porque Jehovah es justo y ama la justicia;
los rectos contemplarán su rostro.
Salmos
37:16-17 (RVA)
(16) Mejor es lo poco del justo que las riquezas
de muchos impíos.
(17) Porque los brazos de los impíos serán
quebrados; pero es Jehovah quien sostiene al justo.
1 Corintios
13:4-6 (RVA)
(4) El amor tiene paciencia y es bondadoso. El
amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante.
(5) No es indecoroso, ni busca lo suyo propio.
No se irrita, ni lleva cuentas del mal.
(6) No se goza de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad.
Estos pocos pasajes creo
que sirven para dejar en claro que Dios no se goza de la injusticia y no va a
incitar a los cristianos a actuar injustamente. Lejos de incentivar a los
creyentes a ganar riquezas injustas, la Biblia nos dice (en el Salmo 37:17) que
es mejor lo poco del justo que las riquezas de muchos impíos.
Lucas 16:9 (RVA)
“Y yo os digo:
Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar,
ellos os reciban en las moradas eternas.
Muchos
teólogos y maestros de la Biblia explican este versículo diciendo que las
“riquezas injustas” se refieren a las riquezas adquiridas en el mundo que,
aunque son injustas, deben ser utilizadas con justicia por los creyentes
cristianos. Por ejemplo, en su comentario de la Revised English Version, John Schoenheit explica lo siguiente:
“La respuesta a este difícil versículo yace en
comprender que sólo Dios y Cristo pueden recibirlo a uno en las ‘tiendas de la
era’, esto es, en las moradas del Reino Milenial y más allá. ¿Cómo es que un
creyente ‘hace amigos’ con la riqueza? Usándola para ayudar y bendecir a otros.
Mateo 25:40 hace notar que lo que hacemos por el menor de los creyentes lo
hacemos por Cristo mismo. Cuando usamos la riqueza adecuadamente, los hacemos
amigos de Dios y de Cristo y así los ayudamos, así como el mayordomo injusto
hizo amigos que luego lo ayudaron cuando él estaba en necesidad…”
Esta
explicación y otras similares es propuesta por varios maestros de la Biblia, y
podría encajar con lo que enseñan las Escrituras en otros pasajes, sin embargo
no resuelve adecuadamente las dificultades planteadas por el versículo. En
primer lugar, no se condice con el contexto de la parábola, cuyo mensaje está
centrado en la mala administración que los fariseos hicieron de los bienes de
Dios, los cuales no eran precisamente el dinero, sino la Palabra de Dios.
Pero existe
otra complicación aún mayor, que es que la palabra traducida aquí como
“riquezas” no es la palabra griega que normalmente se utiliza para “riquezas”,
la cual es ploutos, sino que es la palabra griega mamönas. Esta palabra griega es la
traducción de un término arameo que designaba al dios sirio de las riquezas y
lo material. La palabra mamönas se
usa sólo cuatro veces en la Biblia, tres de las cuales están en el capítulo 16
de Lucas (versículos 9, 11 y 13), el otro uso se halla en Mt. 6:24. Al utilizar
esta palabra, Jesús no estaba simplemente hablando de “riqueza”, sino de “el
dios de lo material”, es la representación de la adoración por lo material.
Una mejor
traducción del texto griego de este versículo podría ser así:
“Y yo les digo: háganse para-ustedes-mismos amigos basados-en el Mamón [el dios materialista] de la injusticia, para-que cuando-sea-que
se-acabe los reciban en las tiendas
de-la-era futura.”
Si tomamos
este texto tal como lo leemos aquí, pareciera que Jesús está diciendo que al
utilizar los bienes materiales obtenidos de un modo contrario a la voluntad de
Dios para ganar amigos, una persona será recibida en las tiendas de la era
futura ¡cuando esos bienes se acaben! O sea, si quiere vivir en la era futura
no necesito recibir a Cristo como Señor, sólo tengo que ganar amigos con
riquezas que fueron obtenidas por medios contrarios a la voluntad de Dios.
¡Esto no puede ser!
La única
explicación coherente que hallé para la resolución de este pasaje es la
propuesta por el doctor E.W. Bullinger. En su libro How To Enjoy The Bible (Cómo disfrutar la Biblia), él explica que
la puntuación era casi nula en los antiguos textos griegos, por lo que es
difícil reconocer dónde termina una oración y comienza otra y es difícil
también determinar qué cláusulas son afirmativas y cuáles son interrogativas,
ya que ellos no tenían signos de interrogación como tenemos nosotros ahora. Si
bien hay ciertas palabras que son indicativas de frases interrogativas, existen
casos en que no hay un claro indicativo sobre si una oración es afirmativa,
interrogativa o exclamativa, en tales casos, explica Bullinger, el contexto
debe determinar cómo ha de leerse la oración. En este caso, Bullinger dice que
todo el contexto señala que la lección que Jesús quiere transmitir es contraria
a lo declarado en este versículo, por lo tanto, lo declarado en este versículo
debe tomarse como una pregunta retórica o una pregunta irónica. Siendo así, el
versículo lo podríamos traducir así:
“¿Y yo les digo: háganse para-ustedes-mismos amigos basados-en el
Mamón [el dios materialista] de la injusticia, para-que cuando-sea-que
se-acabe los reciban en las tiendas
de-la-era futura?
De todas las
versiones de la Biblia que he revisado sólo la versión Concordant Literal Version (Versión literal concordante) ha hecho
una traducción de este versículo en forma de pregunta. Quizá la falta de
comprensión del mensaje de la parábola ha hecho que la mayoría de los
traductores pasen por alto este versículo. Particularmente no creo que haya una
mejor forma de explicar este pasaje si no es entendiéndolo como una pregunta
retórica. En otras palabras, lo que Jesús dijo es lo siguiente: “¿Les estoy diciendo que hagan amigos con
riquezas injustas para así vivir en la era futura?” “¿Es esto lo que estoy
queriendo enseñar?” La respuesta implícita es: ¡No! Jesús hace esta pregunta
retórica cuya respuesta implícita es “no”. No era eso lo que Jesús quería
enseñar en la parábola, el mensaje de la parábola es otro, el cual explica en
los versículos siguientes.
Lucas 16:10-12 (RVA)
(10) “El que es fiel en lo muy poco también es fiel en
lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
(11) Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis
fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
(12) Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará
lo que es vuestro?
El versículo 9 nos dice qué es lo
que Jesús NO quería enseñar con esta parábola: hacer amigos por medio de
riquezas, abundancia o materialismo injusto. En estos versículos Jesús nos dice
lo que SÍ quiere transmitir con su parábola.
En el versículo 10 Jesús afirma: “El
que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco
es injusto, también es injusto en lo mucho”. La pregunta aquí es ¿qué es “lo
muy poco”? y ¿qué es “lo mucho”? Como vimos previamente, los escribas, fariseos
y maestros de la ley eran los administradores de la ley de Dios, como no fueron
fieles en su administración, perdieron esta responsabilidad y fueron los
apóstoles los que luego administraron la gracia de Dios para la era cristiana,
que consiste en la revelación del secreto espiritual escondido por Dios.
Siguiendo este razonamiento, “lo muy poco” se refiere a la ley que Dios dio a
Moisés y “lo mucho” se refiere a la revelación del secreto espiritual y los
logros de Cristo para esta era cristiana. Podemos confirmar esto por medio de
las palabras de Pablo en 2 Corintios:
2
Corintios 3:4-11 (RVA)
(4) Esta confianza tenemos delante de Dios, por
medio de Cristo:
(5) no que seamos suficientes en nosotros
mismos, como para pensar que algo proviene de nosotros, sino que nuestra
suficiencia proviene de Dios.
(6) El mismo nos capacitó como ministros del
nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el
Espíritu vivifica.
(7) Y si el ministerio de muerte, grabado con
letras sobre piedras, vino con gloria—tanto que los hijos de Israel no podían
fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la
cual se había de desvanecer—,
(8) ¡cómo no será con mayor gloria el ministerio
del Espíritu!
(9) Porque si el ministerio de condenación era
con gloria, ¡cuánto más abunda en gloria el ministerio de justificación!
(10) Pues lo que había sido glorioso no es
glorioso en comparación con esta excelente gloria.
(11) Porque si lo que se desvanecía era por medio
de gloria, ¡cuánto más excede en gloria lo que permanece!
Aquí se ve claro, el ministerio de
Moisés es aquí llamado “ministerio de muerte” (vers. 7) y “ministerio de
condenación” (vers. 9) ¿por qué? Porque, como ya vimos, la ley dada a Moisés
sólo sirve para mostrar que el ser humano está muerto, no tiene posibilidad de
alcanzar la salvación por sus propios medios, porque no puede cumplir
perfectamente los requisitos de Dios, establecidos en Su ley dada a Moisés. Sin
embargo, el ministerio de Moisés fue un ministerio glorioso, la gloria de Dios
fue reflejada en el rostro de Moisés. Pero ahora hay otro ministerio en
vigencia, que es el ministerio del Espíritu (refiriéndose a Cristo), este
ministerio es llamado “el ministerio de justificación” (vers. 9), porque a
través de la obra de Cristo las personas ahora son tratadas como justas por
medio de la fe. Pablo dice que si bien el ministerio de Moisés fue glorioso, no
es glorioso en comparación con la excelente gloria del ministerio de
Jesucristo. En otras palabras, el ministerio de Jesucristo es tan glorioso que
la gloria que tuvo Moisés pareciera ser nula.
Comparando con lo que venimos
estudiando en Lucas 16, se puede comprender que lo “muy poco” se refiere a la
ley dada bajo el ministerio de Moisés y “lo mucho” se refiere a la nueva ley y
nuevo pacto que promueve la justificación por fe, la cual llega a nosotros por
medio del Cristo resucitado. Los líderes religiosos de la época de Jesús habían
sido infieles en la administración de la ley de Dios dada a Moisés, por lo
tanto, no eran confiables y no se les iba a dar la nueva ley de Dios (la ley de
fe que Pablo menciona en Ro. 3:27).
Sigamos leyendo las palabras de
Jesús en Lucas:
Lucas 16:11 (RVA)
Así que, si con
las riquezas [Mamón, el dios materialista] injustas no fuisteis fieles, ¿quién
os confiará lo verdadero?
Siguiendo en nuestro análisis, la
siguiente pregunta es: ¿qué es “lo verdadero”? Unos versículos en Hebreos nos
servirán para contestar esta pregunta:
Hebreos
8:1-2 (RVA)
(1) En resumen, lo que venimos diciendo es esto:
Tenemos tal sumo sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad
en los cielos,
(2) ministro del lugar santísimo y del verdadero tabernáculo que levantó el
Señor y no el hombre.
Hebreos
9:23-24 (RVA)
(23) Era, pues, necesario purificar las figuras
de las cosas celestiales con estos ritos; pero las mismas cosas celestiales,
con sacrificios mejores que éstos.
(24) Porque Cristo no entró en un lugar santísimo
hecho de manos, figura del verdadero,
sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor.
Hebreos 10:1-2 (RVA)
Porque la ley,
teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma misma de estas
realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen
continuamente de año en año, hacer perfectos a los que se acercan.
Cuando Dios habló a Moisés, le
instruyó a construir un tabernáculo en el cual servirían los sacerdotes
levitas. En este tabernáculo se realizaban los sacrificios por los pecados del
pueblo y era también el lugar de encuentro con Dios. Pero aquí Pablo dice que
todo esto era sólo “figura” de lo verdadero. El verdadero tabernáculo es el
cielo mismo, en donde entró Jesús para ofrecer el verdadero sacrificio por el
pecado, que fue su propia vida.
Lucas 16:11 (RVA)
Así que, si con
las riquezas [Mamón, el dios materialista] injustas no fuisteis fieles, ¿quién
os confiará lo verdadero?
Ahora podemos entender que cuando
Jesús habló de lo “verdadero” se refería al entendimiento correcto acerca de
todo lo que simbolizaba el tabernáculo, los sacrificios y los rituales y
fiestas instituidas antiguamente. Sin embargo, vemos que Jesús contrasta lo
“verdadero” con “las riquezas injustas”. Lo lógico aquí sería que Jesús diga:
“si fueron infieles con lo figurado ¿quién les confiará lo verdadero?” Sin
embargo, él no dice “lo figurado”, sino: “el Mamón injusto”. Aquí hay que tener
en cuenta que Jesús estaba hablando en parábola precisamente para que el
contenido profundo de su mensaje no sea descubierto por los incrédulos (Lc.
8:10; Mt. 4:33, 34; 13:34). Jesús debía mantener oculto el sentido de la
parábola, por lo cual debió utilizar las palabras correctas al dar su
explicación. Allí habían líderes religiosos incrédulos escuchando, quienes no
debían comprender el mensaje profundo de la parábola de Jesús (Lc. 8:10), por
lo tanto, el uso de las palabras “Mamón de la injusticia” es una perfecta
elección de palabras. Por un lado, los escribas y fariseos avaros pensarían que
se iban a perder de una ganancia mayor por haber administrado mal el dinero que
ganaron injustamente, pero, por otro lado, los que buscan el entendimiento
sobre el verdadero mensaje de la parábola pueden darse cuenta de que en lo que
ellos no fueron fieles fue en la administración de los bienes ESPIRITUALES que
Dios les dejó a cargo y que, por lo tanto, no iban a recibir la mejor parte,
que consistía en la revelación de lo VERDADERO, o sea, la realidad de lo cual
la ley y sus rituales eran sólo una figura.
Para sintetizar, digamos que la ley
tenía una “sombra” o “figura” de lo verdadero, pero no era lo verdadero. La ley
servía para representar en modo material aquello que estaba sucediendo en el
plano espiritual, que es “lo verdadero”. Entonces, cuando Jesús dijo: “Pues si
en el injusto Mamón no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?”
Podemos entender que Jesús les estaba diciendo que si no habían administrado
correctamente la ley de Dios (que tenía la “sombra” o “figura” de lo
verdadero), sino que la habían usado para obtener bienes materiales de un modo
injusto, mucho menos les sería confiado lo “verdadero”, lo cual requería de
mayor responsabilidad y fidelidad.
Lucas
16:12 (RVA)
Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará
lo que es vuestro?
En este
versículo, lo “ajeno” puede entenderse como la ley de Dios que les había sido
confiada para administrar (la cual es de Dios) y “lo que es vuestro” se refiere
a la paga que recibirían por una buena administración de esa ley (las
recompensas en el reino futuro). Si ellos no habían hecho bien la tarea
encomendada no debían esperar recibir una recompensa por su labor.
Muchos creen
que la explicación de la parábola dada por Jesús termina aquí, sin embargo yo
creo que no es así, el mensaje de Jesús continúa en es siguiente versículo:
Lucas 16:13 (RVA)
Ningún siervo puede servir a dos señores; porque
aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al
otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Aquí la palabra
“riquezas” es, nuevamente, la palabra griega mamönas, refiriéndose al dios de lo material, o a la adoración por
el materialismo. Este versículo es la conclusión del mensaje de la parábola del
mayordomo (o administrador) infiel. El versículo 14 nos dice que con Jesús
había fariseos avaros que estaban escuchando y se burlaban de él. Al ser
avaros, ellos estaban poniendo su mira en la ganancia de bienes materiales en
lugar de concentrarse en hacer la voluntad de Dios. Ellos no adoraban
directamente al dios sirio Mamón, pero se conducían como tales. En lugar de
priorizar el hacer cumplir la Palabra de Dios y transmitirla a otros, ellos
priorizaban su ganancia material y manipulaban la Palabra de Dios para hacer
dinero. Por esto Jesús les dice: “ustedes no pueden servir a dos señores… o
sirven al Dios verdadero, o sirven al materialismo”. Si hubiesen servido al
Dios verdadero, habrían transmitido fielmente la ley de Dios, pero lo que
estaban haciendo era servir a su deseo materialista ¡con los bienes
espirituales que Dios les había dado! Y por esta causa Dios ya no les daría más
bienes espirituales para administrar.
Un fiel administrador
(1) Así, considérenos todo hombre como
servidores de Cristo y administradores de los misterios [secretos espirituales]
de Dios.
(2) Ahora bien, se requiere de los
administradores que cada uno sea hallado fiel.
(3) Yo en muy poco tengo el ser juzgado por
vosotros o por tribunal humano, y ni siquiera yo mismo me juzgo,
(4) porque aunque de nada me acusa mi
conciencia, no por eso soy justificado, pues el que me juzga es el Señor.
El apóstol Pablo fue elegido por Dios como
administrador de los secretos espirituales de Dios. A diferencia de los
escribas y fariseos a los que se refirió Jesús, él fue un fiel administrador de
Dios. Pablo amaba y respetaba a Dios al punto de que hacer Su voluntad era su
prioridad. El juicio de Dios era para él más importante que el juicio humano y
prefirió ser juzgado y condenado por tribunales humanos a tener que dejar de
anunciar la buena noticia que Dios le encomendó que predique. Sin embargo,
antes de que Dios le encomendara el predicar los secretos espirituales, él era
un fariseo, maestro de la ley, estaba dentro del mismo grupo de gente a la cual
reprochó Jesús, esto decía Pablo:
Hechos
26:9-24 (RVA)
(9) Pues yo, a la verdad, había pensado que
debía hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret;
(10) y esto hice en Jerusalén. Habiendo recibido
autorización de los principales sacerdotes, yo encerré en cárceles a muchos de
los santos; y cuando les mataban, yo di mi voto contra ellos.
(11) Muchas veces, castigándoles en todas las
sinagogas, procuraba obligarles a blasfemar; y enfurecido en extremo contra
ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
(12) En esto estaba ocupado cuando iba a Damasco
con autorización y comisión de los principales sacerdotes.
(13) En el camino a mediodía, oh rey, vi que
desde el cielo una luz, más resplandeciente que el sol, alumbró alrededor de mí
y de los que viajaban conmigo.
(14) Habiendo caído todos nosotros a tierra, oí
una voz que me decía en lengua hebrea: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
¡Dura cosa te es dar coces contra el aguijón!”
(15) Entonces yo dije: “¿Quién eres, Señor?” Y el
Señor dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
(16) Pero levántate y ponte sobre tus pies,
porque te he aparecido para esto: para constituirte en ministro y testigo de
las cosas que has visto de mí y de aquellas en que apareceré a ti.
Pablo era un líder religioso que combatía al
cristianismo, él perseguía a los cristianos, los aprisionaba, los castigaba y
consentía en su muerte. ¡A este hombre, Jesús escogió para predicar las buenas
noticias de salvación y para revelar los secretos espirituales escondidos por
Dios!
1
Timoteo 1:12-16 (RV-1960)
(12) Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo
Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,
(13) habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor
e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en
incredulidad.
(14) Pero la gracia de nuestro Señor fue más
abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
(15) Palabra fiel y digna de ser recibida por
todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los
cuales yo soy el primero.
(16) Pero por esto fui recibido a misericordia,
para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo
de los que habrían de creer en él para vida eterna [vida de la era futura].
Pablo comenta aquí que lo que él había hecho,
lo había hecho por ignorancia. De todos modos las cosas que él hacía eran muy
graves, aprisionaba a los cristianos, los azotaba, intentaba hacerlos blasfemar
el nombre de Dios y luego daba su consentimiento para que fueran ejecutados.
Pablo dañó severamente a varios miembros del Cuerpo de Cristo, pero aun así, el
Señor Jesucristo lo perdonó y lo recibió con misericordia para mostrar en él
toda Su clemencia y que fuese ejemplo de los que iban a creer en Cristo para
obtener vida en la era futura. Si de “obras” se trata, Pablo estaba totalmente
condenado a la destrucción, pero él recibió a Cristo por fe, y cambió su
mentalidad y su conducta y, de este modo, recibió la redención de Dios y es
puesto como ejemplo. Pero él no es ejemplo de los que OBRAN para alcanzar la
vida de la era futura, él es ejemplo de los que CREEN para alcanzar la vida de
la era futura.
Gálatas
1:13-14 (RVA)
(13) Ya oísteis acerca de mi conducta en otro
tiempo en el judaísmo: que yo perseguía ferozmente a la iglesia de Dios y la
estaba asolando.
(14) Me destacaba en el judaísmo sobre muchos de
mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de
mis padres.
Pablo no era un judío
común, él se destacaba en el judaísmo por sobre muchos de los de su generación,
siendo muy celoso de las tradiciones de sus padres. A causa de sus
convicciones, él perseguía y asolaba a la iglesia de Dios, porque creía
firmemente que Jesús no era el Mesías y que la doctrina cristiana era contraria
a Dios. Sin embargo, cuando Jesús se le presentó y él entendió la verdad sobre
quién era Jesús y cuál fue su obra de redención, él cambió su actitud. A tal
punto cambió su actitud, que todo lo que él consideraba como ganancia pasó a
considerarlo como basura.
Filipenses
3:4-10 (RVA)
(4) Aunque yo tengo de qué confiar también en la
carne. Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más:
(5) circuncidado al octavo día, del linaje de
Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley,
fariseo;
(6) en cuanto al celo, perseguidor de la
iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible.
(7) Pero las cosas que para mí eran ganancia,
las he considerado pérdida a causa de Cristo.
(8) Y aun más: Considero como pérdida todas las
cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi
Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a
Cristo
(9) y ser hallado en él; sin pretender una
justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la
justicia que proviene de Dios por la fe.
Pablo era un importante personaje dentro del
judaísmo, él era un fariseo, maestro de la ley. En Hechos 22:3 se nos dice que
él fue estrictamente instruido por un maestro de la ley llamado Gamaliel; en
Hechos 5:34 se nos dice que este Gamaliel era venerado por todo el pueblo. Con
esta información, podemos comprender que la posición de Pablo era privilegiada,
había sido instruido por un maestro de la ley muy respetado. Además, Pablo nos
dice aquí que él era “hebreo de hebreos”, o sea, era de un linaje Israelita
puro. Todas estas cosas eran “ganancia” para él en un tiempo, en esta posición,
él era respetado por la gente, tenía autoridad y tenía un buen pasar económico.
Todo esto él lo consideró como pérdida a causa de Cristo.
La palabra “pérdida” es la traducción de la palabra griega zemia, que significa “daño, pérdida, el
paso de un estado o condición hacia otro peor”. Esto quiere decir que lo que
para él era antes una ganancia, ahora lo consideraba como un daño o pérdida, él
ahora sabía que si seguía en la condición anterior, estaría deteriorándose,
estaría yendo hacia una condición cada vez peor. Él entendió que para poder
avanzar en su vida y pasar a un mejor estado o condición debía hacer la
voluntad de Dios. Su principal objetivo ahora era “ganar a Cristo” ¿Cómo
pretendía él ganar a Cristo? ¿Con obras de la ley? ¡No! Él dice que su objetivo
ahora era “conocer a Cristo Jesús”. La forma en que él obtendría verdadera
“ganancia” en su vida sería conociendo a Cristo Jesús.
Pablo había estudiado la ley de Dios
durante años y no había podido comprender su verdadero sentido, por lo cual, al
igual que la mayoría de los judíos, no reconoció a Jesús como el Mesías enviado
por Dios. Pero cuando Jesús se le presentó en una visión, él cambió
rotundamente su forma de actuar. No fue la ley lo que hizo que Pablo cambiara
su actitud, sino el conocer a Cristo. Cristo se presentó ante Pablo y allí
Pablo comenzó a conocerlo, a partir de allí, Pablo dedicó su vida a conocerlo
cada vez más y más ¿cómo? Intentando hacer Su voluntad en todo momento. Lo que
Pablo dice en Filipenses 3 no son sólo palabras, él no dijo: “consideré todo
como pérdida” mientras estaba viviendo en una mansión de lujo escribiendo sus
cartas. Él en verdad consideró todo lo otro como pérdida, fue aprisionado, pasó
por muchos peligros, castigos físicos y presiones mentales con el fin de dar a
conocer a Cristo (2 Co. 11:23-33).
1
Corintios 15:9-10 (RVA)
(9) Pues yo soy el más insignificante de los
apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia
de Dios.
(10) Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y
su gracia para conmigo no ha sido en vano. Más bien, he trabajado con afán más
que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que ha sido conmigo.
Pablo aquí
reconoce la gracia (favor inmerecido) de Dios en su vida. Él dice que la gracia
de Dios no fue en vano con él, sino que trabajó más que todos los demás
apóstoles. Sin embargo, lejos de gloriarse de su propio trabajo, él dice que su
trabajo fue también el de Dios trabajando con él. Notemos que Pablo jamás dijo
que él trabajaba para “alcanzar la salvación”, ni tampoco para “mantenerla”,
todo lo contrario, estaba tan agradecido por la gracia y misericordia de Dios
en él que se esforzó muchísimo para hacer todo lo que Dios le había
encomendado. Sus obras no partieron de un corazón lleno de miedo a perder la
salvación, sino de un corazón lleno de agradecimiento por la gracia de Dios.
Estando lleno de gratitud para con Dios, Pablo se esforzó por obedecer a Dios,
y en ese esfuerzo, Dios proveyó de más gracia y bendición, con la cual Pablo
tuvo más capacidad para llevar a cabo su servicio a Dios.
Luego de
recibir la salvación de Dios, podríamos utilizar la gracia de Dios como excusa
para el pecado, esto sería equivalente a no aprovechar la gracia de Dios, lo
cual sólo redundaría en pérdida para nosotros, no perderemos la vida en la era
futura, pero podemos de vivir una vida con mayor plenitud y podemos perder la
oportunidad de recibir una mejor recompensa en el futuro. En realidad, en un
creyente maduro, con un corazón lleno de gratitud por lo que Dios ha hecho,
quizá no sea necesario pensar en recompensas futuras para esforzarse por vivir
una vida en santidad, sin embargo, las recompensas son mencionadas en la Biblia
y son un incentivo extra para los cristianos.
1 Juan
3:1-3 (RVA)
(1) Mirad cuán grande amor nos ha dado el Padre
para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él.
(2) Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no
se ha manifestado lo que seremos. Pero sabemos que cuando él sea manifestado,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
(3) Y todo aquel que tiene esta esperanza en él,
se purifica a sí mismo, como él también es puro.
1 Juan
4:10-12 (RVA)
(10) En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en
expiación por nuestros pecados.
(11) Amados, ya que Dios nos amó así, también
nosotros debemos amarnos unos a otros.
(12) Nadie ha visto a Dios jamás. Si nos amamos
unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en
nosotros.
El amor (el
verdadero amor) se basa en el hecho de que Dios nos amó. La mayor expresión del
amor de Dios es que él envió a Su Hijo en expiación por nuestros pecados. Él
entregó a su más amado ser para que sea cruelmente torturado con el fin de que
nosotros podamos ser parte de Su familia. Esto es una muestra de amor que va
más allá de toda comprensión, porque ¿qué padre desea ver sufrir a su hijo
amado con el fin de rescatar a un desconocido, o incluso a un enemigo de la
familia? Los versículos 2 y 3 de 1 Juan 3 nos dice que como hijos de Dios
seremos (en el futuro), semejantes a Él, porque le veremos tal como él es
(veremos la manifestación plena de Su amor), y que quien tiene esta esperanza
se purifica a sí mismo. Uniendo las piezas del rompecabezas, lo que estos
versículos nos están diciendo es que el conocimiento de Dios y de Su amor es lo
que hace que nosotros tengamos mayor capacidad de amar, por esta causa,
mientras más conocemos a Dios y más conocemos a Cristo, más puros nos volvemos
en nuestros corazones, y así nuestras acciones se vuelven más santas, limpias y
justas. Por eso, nuestro objetivo central en nuestras vidas debe ser conocer a
Dios y conocer al Señor Jesucristo, quien puso de manifiesto el amor de Dios de
una forma jamás vista.
1 Pedro 4:10-11 (BTX)
(10) Cada uno según el don que recibió,
minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de
Dios.
(11) Si alguno habla, hágalo conforme a oráculos
de Dios; si alguno ministra, ministre conforme a la virtud del poder que Dios
da, para que en todo sea Dios glorificado por medio de Jesús el Mesías, a quien
pertenecen la gloria y el poder por los siglos de los siglos, amén.
Cada creyente
cristiano ha recibido algún don de parte de Dios con el fin de que sirva a
otros creyentes a través de ese don. Por medio de los dones de Dios nosotros
somos “administradores de la multiforme gracia de Dios”. Para poder ser fieles
administradores de la gracia de Dios, debemos utilizar correctamente los dones
que Dios nos dio, no buscando nuestra propia gloria y ganancia, sino la de
Dios.
¿Completar la salvación?
Para cerrar
este estudio, quiero que analicemos un versículo de las Escrituras que suele
ser usado para enseñar que la salvación debe “mantenerse” a través de las
obras. Este versículo es un obstáculo para muchos cristianos, pero si se lo
interpreta correctamente nos dará una perspectiva muy alentadora para nuestras
vidas.
Filipenses
2:12 (RVA)
De modo que, amados míos, así como habéis obedecido
siempre—no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia—,
ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;
Este versículo dice:
“ocupaos de vuestra salvación”. Utilizando este versículo, algunos maestros
cristianos enseñan que si bien la salvación se obtiene por gracia, uno debe
“ocuparse” de ella para no perderla. Ahora bien, si estudiamos la palabra
“ocupaos”, la cosa se pone aún peor, porque esta palabra debería traducirse
como: “completen” o “produzcan”.
La palabra traducida
“ocupaos” es en griego katergazomai, que es la unión de kata: “hacia abajo” y ergazomai:
“trabajar, labrar, obrar, actuar”. Significa “obrar o trabajar hasta completar
el objetivo”, de ahí que puede tomar el sentido de “realizar, completar,
producir, llevar a cabo, terminar”, por lo que la frase debería traducirse:
“completen su salvación” o “produzca su salvación”. Si nosotros tenemos que
completar o producir nuestra salvación ¡entonces no somos salvos! Más aún, si
nosotros tenemos que completar o producir la salvación, entonces no es por
gracia ni por medio de la fe, y no es don de Dios sino obra nuestra, lo cual
contradice a lo dicho en Efesios 2:8.
El problema
aquí consiste en no comprender que la palabra “salvación” puede referirse a
distintas cosas según el contexto. Cuando di la definición de “salvación”, en
capítulos anteriores, mencioné que significa “salvación, liberación,
restauración, posición en la que se está preservado del daño o pérdida”. En la
era futura, nosotros tendremos una perfecta salvación, porque nuestros cuerpos
y mentes estarán completamente restaurados, seremos completamente libres del
pecado y estaremos completamente a salvo de todo daño, viviendo en el paraíso.
Esto es lo que podemos llamar “salvación final” o “salvación futura”, la cual
será completa. Ésta salvación final es la que Dios regala por gracia cuando
creemos en Cristo como nuestro Señor. Sin embargo, hay otro aspecto de la
salvación que es ACTUAL. Hoy en día nuestros cuerpos y mentes no están
completamente restaurados, no estamos libres del pecado y no estamos a salvo de
toda clase de daños. Por lo tanto, hay un aspecto ACTUAL de la salvación que
depende de nuestro ANDAR.
En este
sentido, nuestra salvación para el día de hoy debe ser producida por nosotros
día a día. Dios nos dará la salvación final a causa de que una vez hemos
decidido hacer a Cristo nuestro Señor, pero esto no garantiza nuestra entereza
actual. Si queremos tener mayor entereza física, mental y anímica en el día de
hoy y ser protegidos de los daños y disminuir los efectos nocivos del pecado,
debemos PRODUCIR nuestra salvación. ¿Cómo se hace esto? Del mismo modo en que
recibimos la salvación final: por fe. Un acto de fe en Cristo nos ha librado de
la consecuencia final del pecado, que es la muerte perpetua, del mismo modo,
los actos diarios de fe nos van librando de las consecuencias diarias del
pecado. No podemos deshacernos por completo de los efectos del pecado, pero
podemos disminuirlos en la medida en que actuamos conforme a la voluntad de
Dios.
Debemos notar
que si bien el producir la salvación actual es nuestra responsabilidad, ésta no
se produce por buenas obras enumeradas en una ley escrita, sino por las buenas
obras que Dios nos dicta. La salvación no se basa en actos religiosos externos,
sino en la diaria obediencia a Dios. El contexto de Filipenses 2 nos da más
claridad:
Filipenses 2:1-13 (BTX)
(1) Por tanto, si hay alguna consolación en
Cristo, si alguna exhortación de amor, si alguna comunión del Espíritu, si
algún afecto entrañable de misericordia,
(2) completad mi gozo, para que seáis de un
mismo sentir, teniendo un mismo amor, unánimes, teniendo los mismos
sentimientos.
Estos
versículos nos señalan cuál debe ser el eje del andar cristiano: tener un mismo
sentir entre cristianos, con un mismo amor y los mismos sentimientos. La palabra aquí traducida como “sentir” es
en griego phroneö, que se refiere a
la forma en que se dirigen los pensamientos; por otro lado, la palabra
traducida “sentimientos” también es phroneö.
En realidad, las palabras “teniendo los mismos sentimientos” deben traducirse
“teniendo una dirección-de-pensamientos”, en forma ampliada podemos traducirlas
como: “teniendo los pensamientos dirigidos hacia un mismo objetivo”, como
leemos en Efesios:
Efesios
4:11-13 (RVA)
(11) Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a
otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros,
(12) a fin de capacitar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
(13) hasta que todos alcancemos la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez,
hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Dios ha dotado a distintos creyentes con
diferentes dones y funciones de servicio. Éstas funciones de servicio están
diseñadas para capacitar a los santos (los creyentes) para la obra del
ministerio (obras de servicio) y para la edificación del Cuerpo de Cristo
(refiriéndose a la Iglesia como un conjunto). La finalidad es que todos
alcancemos la UNIDAD de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios. Si la
voluntad de Dios es que todos alcancemos UNIDAD en cuanto a la fe y el
conocimiento de Jesucristo, entonces las diferencias doctrinales y las
divisiones entre denominaciones y religiones no pueden ser obra de Dios. Cristo
tiene sólo un Cuerpo de cristianos, las divisiones no las causó él, ni tampoco
Dios. Muy por el contrario, Dios y Jesucristo están trabajando para lograr la
unidad de la Iglesia cristiana, quien está obrando para generar divisiones es
el Satanás y los demonios y personas que lo siguen, quienes dividen a la
iglesia con engaños (1 Co. 11:12-15; Ap. 12:9).
Sigamos leyendo Filipenses 2:
Filipenses 2:3-4 (BTX)
(3) Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria,
sino con humildad, considerándoos los unos a los otros como superiores a
vosotros mismos.
(4) No mirando cada cual por su propio interés,
sino también por el de los demás.
Estos versículos apuntan hacia la actitud de
humildad que debe tener todo cristiano. Santiago y Pedro nos dicen que Dios
resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (Stg. 4:6; 1 P. 5:5), por lo
tanto, uno de los principales obstáculos para nuestro crecimiento en la fe y el
conocimiento del Hijo de Dios es la soberbia. Por esta causa Pablo hace
especial énfasis en el desarrollo de la humildad, no haciendo nada por
vanagloria y considerando a los otros (los otros cristianos) como superiores a
nosotros mismos.
Además, Pablo dice que no busquemos el propio
interés, sino también el de los demás. Esto no quiere decir que debemos
desatender nuestras propias necesidades, ni que debamos empobrecer para ayudar
a otros, la instrucción es que miremos TAMBIÉN el interés de los demás. Muchas
veces estamos tan preocupados por satisfacer nuestros propios deseos e
intereses que no nos damos cuenta que hay otros cristianos que tienen problemas
más urgentes y que requieren de nuestra ayuda. Todas estas instrucciones
apuntan a que dejemos de vernos como creyentes individuales y nos consideremos
como un Cuerpo de creyentes que necesitan unos de otros y que crece
conjuntamente, como una UNIDAD.
Filipenses 2:5-8 (BTX)
(5) Considerad entre vosotros lo que hubo
también en Jesús Cristo,
(6) el cual, existiendo en forma de Dios, no
quiso por usurpación ser igual a Dios,
(7) sino que se despojó a Sí mismo tomando forma
de siervo, hecho semejante a los hombres;
(8) y hallándose en la condición de hombre, se
humilló a Sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Ahora Pablo menciona el
ejemplo de Jesucristo. Él tuvo la “forma” de Dios, esto no quiere decir que él
era Dios hecho carne, como algunos enseñan, sino que él tenía atributos
similares a los de Dios. La palabra “forma” es en griego morphë,
que refiere a la “apariencia externa”. Por supuesto, esto no significa que su
cuerpo fuera similar al de Dios, porque Dios es Espíritu (Jn. 4:24) y, por lo
tanto, no tiene carne. Cuando las Escrituras nos dicen que su “apariencia” era
como la de Dios se refieren a que los actos visibles de Jesús eran como los
actos visibles de Dios. Jesús siempre obedeció a Dios (Jn. 5:30), por lo tanto,
tuvo todo el poder de Dios disponible para actuar en el mundo. Él enseñó la
Palabra con autoridad (Mt. 7:28-29) e hizo muchos milagros y sanidades (Mt.
13:54; Mr. 6:2; Mt. 4:24), sin embargo, él jamás aprovechó las circunstancias
para obtener riquezas o gloria de hombres, todo lo contrario, la gloria por sus
actos siempre se la llevaba Dios (Mt. 15:31; Lc. 5:26; 7:16).
Jesús tuvo disponible todo el poder y
autoridad de Dios para actuar en el mundo, pero no usurpó en lugar de Dios, o
sea, no quiso ser adorado y glorificado por las personas, sino que dirigió la
gloria siempre a Dios. Él tampoco usó su posición para ejercer control sobre
las personas, sino que tomó forma de siervo. Jesús era el Mesías, era Hijo de
Dios y era el Rey prometido por Dios, sin embargo, él, mientras estuvo en la
Tierra, no utilizó su calidad de Rey y de Hijo de Dios para someter a las
personas, sino que utilizó todos los dones y funciones dadas por Dios para
servir a las personas y traernos salvación.
El versículo 8 nos dice que él “se humilló
a Sí mismo al hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. La
salvación de la humanidad requería que él muriera, pero no con cualquier tipo
de muerte, sino con la tortura y la crucifixión. Él no murió como un soldado
honorable que lucha en batalla, sino que murió como el peor de los malhechores.
Si él quería, podría haber sido librado de esa tortura, él podría haber orado a
Dios y Dios lo libraría de tener que ser torturado y ejecutado (Mt. 26:53).
Pero si él elegía ser librado de ese sufrimiento, la humanidad no obtendría la
salvación prometida por Dios, el castigo por nuestro pecado no se habría pagado
y ninguno de nosotros podría ser salvo por fe. De seguro, Jesús no quería pasar
por tal tortura, pero antepuso el bien de los demás (nuestra salvación) por
encima del propio.
Jesús es el máximo ejemplo de alguien que
dio prioridad al interés de los demás que al propio. Pero su ejemplo no está
puesto aquí tan sólo para que lo admiremos, sino para que lo sigamos, porque
Pablo dice: “Considerad entre vosotros lo que hubo también en
Jesús Cristo”. Hoy no se requiere de nosotros que entreguemos nuestras vidas a
una muerte tortuosa para salvar a otros, pero la actitud en la mente debe ser
la misma. La “perfección” en el cristianismo no consiste en la cantidad o calidad
de obras que hagamos, sino de la dirección o disposición de pensamientos que
logramos, nuestro objetivo como cristianos no es igualar a Jesús en milagros,
sanidades y manifestaciones de poder, sino igualarlo (si fuera posible) en su
obediencia a Dios y su entrega en pro de la salvación de otros. Por supuesto,
su ejemplo es un estándar muy alto de alcanzar y lo más probable es que no lo
alcancemos a lo largo de nuestras vidas, no obstante, ese debe ser nuestro
objetivo y debemos esforzarnos por alcanzarlo cada día de nuestras vidas.
Filipenses 2:9-11 (BTX)
(9) Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo
sumo, y le dio el Nombre que es sobre todo nombre;
(10) para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra,
(11) y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor para gloria de Dios Padre.
La entrega de Jesús no quedó sin recompensa.
Él ahora está en una posición privilegiada. Es el primer ser humano en
resucitar de entre los muertos con un cuerpo espiritual inmortal y, además, fue
puesto por Dios como el segundo al mando sobre toda la creación, cumpliendo la
función de mediador entre Dios y los seres humanos. De todos modos, él no está
descansando a la diestra de Dios, sino que está trabajando para edificar a la
iglesia de Dios, la cual es Su Cuerpo. Él es ejemplo de servicio aun hoy,
porque estando en la posición en la que está, podría desligarse de la humanidad
y disfrutar su nueva vida, sin embargo, está día y noche trabajando por medio
de cada creyente cristiano, para llevar salvación a todas las personas.
Filipenses 2:12 (BTX)
Por
tanto, amados míos, como siempre obedecisteis, no sólo en mi presencia, sino
mucho más ahora en mi ausencia, alistad vuestra propia salvación con temor y
temblor.
La palabra traducida
“alistad”, en el versículo 12, significa, como hemos visto “producir” o
“completar”. Las palabras “temor y temblor” se refieren a tener una actitud de
respeto y reverencia para con Dios, se usaban para referirse al temor o
reverencia que se tiene por una autoridad superior.
En este versículo, el
apóstol Pablo está alentando a los creyentes a “producir su salvación”. ¿Cómo?
A través de la obediencia a Dios, la cual debe partir de una actitud de respeto
y reverencia a Dios. Pablo dice: “Por tanto”, lo cual nos indica que este
versículo es la conclusión lógica que surge en base a lo previamente dicho. Uno
primero tiene que considerar el gran ejemplo de entrega de Cristo para luego
poder “producir” la salvación. En otras palabras, no es posible desarrollar una
vida de santidad y amor si no se comprender el ejemplo de amor de Cristo, el
cual también nos señala el profundo amor de Dios.
No podemos amar como Dios
ama si no conocemos cuánto Él nos amó. No podemos desarrollar un andar conforme
a la voluntad de Dios si nuestro interior no está correctamente nutrido con el
conocimiento del amor de Dios y el amor de Su Hijo Jesucristo.
Por Su inmenso amor con que
nos amó, Dios ha dado a Su Hijo para que obtengamos la vida perpetua en una era
futura, con un cuerpo inmortal e incorruptible. Nuestra salvación futura es un
regalo de Dios, la recibimos por fe en Su obra de redención en Cristo. A su
vez, la salvación presente (nuestra entereza física, mental y anímica), también
es un regalo de Dios y también la recibimos por fe, por un diario andar de fe,
lo cual implica obediencia a Dios.
Filipenses 2:13 (BTX)
Porque
Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, por su buena
voluntad.
Aquí la palabra “querer” es
la palabra griega thelö, que significa “deseo impulsivo”, es un
impulso interno, esas ganas repentinas de hacer algo que parten desde el
interior. Además, la palabra “hacer” es en griego energeö, que es un verbo que significa “energía en
acción”.[13] Lo que este versículo nos
está diciendo es que Dios produce en nosotros el impulso o las ganas de hacer
Su voluntad y también nos da la energía para hacerla, en nosotros queda la
DESICIÓN de actuar.
Dios produce en nuestro
interior el deseo de hacer Su voluntad, luego nosotros decidimos si seguir ese
deseo o no, si decidimos hacer la voluntad de Dios, Dios también nos dará la
energía y recursos para hacer la tarea. El que podamos hacer la voluntad de
Dios depende de la acción de Dios en nosotros, por eso es que podemos decir que
nuestra actual salvación también es un regalo de Dios, que obtenemos cuando
tomamos las decisiones correctas.
Conclusión
En conclusión, hemos visto que en la parábola
del mayordomo infiel, o del administrador infiel, Jesús señaló proféticamente
lo que sucedería con los líderes religiosos que no se condujeron conforme a la
voluntad de Dios y que utilizaron los bienes espirituales que Dios les
encomendó (Su ley y Su doctrina) para servir a sus propias ambiciones, en
búsqueda de riquezas materiales. Luego de la muerte y ascensión de Cristo, Dios
se proveyó de fieles administradores de la gracia de Dios, como lo fue el
apóstol Pablo y los otros apóstoles que predicaron la buena noticia (o
evangelio) de Dios. Como Jesús anticipó, muchos líderes religiosos infieles, en
lugar de predicar una salvación por fe y por gracia de Dios, han estado
enseñando a las personas que la “deuda” con Dios puede ser pagada por medio de
determinadas acciones y han enseñado que cada persona puede ganarse la vida en
la era futura por medio de sus acciones y que puede también perderla si sus
acciones no son rectas. Al hacer esto, estos líderes espirituales han sido (y
están siendo) infieles administradores de la gracia de Dios, imponiendo sobre
las personas cargas que ni ellos mismos pueden llevar.
Dios, a través de Sus Escrituras, nos muestra
el gran amor con que nos amó (y nos ama) por el cual dio a Su Hijo Jesucristo
como sacrificio por nuestros pecados, de modo que no tengamos que cumplir toda
Su ley para obtener vida en la era futura. Con esto Dios nos ha dado paz y
descanso, porque una vez que creímos en Cristo como Señor podemos descansar en
la seguridad de que nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo
Jesús. Saber esto nos da la paz y el ánimo necesario para comenzar a vivir una
vida de santidad, haciendo las buenas obras que Dios preparó para nosotros.
Si bien los pecados que podamos cometer no
nos van a quitar la posibilidad de vivir perpetuamente en la presencia de Dios,
lo más conveniente para nuestras vidas es que andemos conforme a la voluntad de
Dios, siguiendo los deseos que Él coloca en nuestro interior. Al hacerlo, vamos
produciendo “salvación” para el día en que vivimos, lo cual significa que
obtendremos integridad física, mental y anímica, liberación de ataques
espirituales y protección contra los daños del mundo, a la vez que vamos
produciendo el fruto espiritual con el cual tendremos vidas más plenas.
Sin embargo, no debemos jamás perder de vista
que vivimos en un mundo corrompido y que nuestros cuerpos están corrompidos,
por lo que no podremos escapar de los efectos dañinos de éstos. Aun si andamos
en santidad sufriremos de los efectos de la corrupción que hay en el mundo, lo
cual no debe desalentarnos, sino hacernos recordar constantemente que la maldad
y sufrimiento fueron introducidos al mundo por el Diablo (el ser espiritual que
se opone a Dios), en el momento en que Adán y Eva decidieron desobedecer a
Dios; y también deben hacernos recordar que la solución a toda esta corrupción
también es obra de la gracia de Dios. Dios, en el futuro, restituirá la Tierra
y viviremos para siempre con Él en un reino de gloria.
Romanos
8:15-25 (Mi traducción)
(15) Porque NO recibieron espíritu de esclavitud para nuevamente vivir con temor, sino que recibieron espíritu de adopción, en el-que exclamamos:
"Abba, el PADRE"
(16) El Espíritu mismo
está-testificando-juntamente-con nuestro ·espíritu de que somos descendientes de
DIOS,
(17) y si somos
descendientes de DIOS, también somos herederos. Por-un-lado somos herederos de DIOS, por-otro-lado somos
coherederos de Cristo, y-como
estamos-padeciendo-junto-con Él,
entonces también seremos-glorificados-junto-con Él.
(18) Porque considero que los padecimientos de la temporada presente NO son merecedores de la gloria
que-está-por ser-revelada en nosotros,
(19) porque la atenta-expectativa de la creación está-esperando-expectante
la revelación de los hijos de ·DIOS
(20) (porque la creación fue-sometida a la futilidad, NO voluntariamente sino
a-causa-de aquél que la sometió) en la esperanza de
(21) que también la creación misma
será-hecha-libre, saliendo de la
esclavitud de la corrupción para entrar
en la libertad de la gloria de los descendientes de ·DIOS.
(22) Porque hemos-comprendido que toda la
creación gime-junto-con DIOS y
sufre-dolor-expectante-junto-con DIOS
hasta el presente.
(23) Pero NO solo gime la creación, sino que también
nosotros-mismos, los que tenemos la
primera-porción del Espíritu,
nosotros también, en nuestro-interior, estamos-gimiendo a causa de la adopción, esperando-expectantes la redención de nuestro ·cuerpo
(24) (Porque en
la esperanza fuimos-salvados, pero una
esperanza que está-siendo-observada NO es esperanza, porque lo-que se está-observando ¿quién lo espera?,
(25) pero cuando esperamos lo que NO estamos-observando, con paciencia
lo esperamos-expectantes).
Apocalipsis 22:1-7 (RVA)
(1) Después me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal,
que fluye del trono de Dios y del Cordero.
(2) En medio de la avenida de
la ciudad, y a uno y otro lado del río, está el árbol de la vida, que produce
doce frutos, dando cada mes su fruto. Las hojas del árbol son para la sanidad
de las naciones.
(3) Ya no habrá más maldición.
Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le rendirán
culto.
(4) Verán su rostro, y su
nombre estará en sus frentes.
(5) No habrá más noche, ni
tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol; porque el Señor Dios
alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
(6) Me dijo además: “Estas
palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los
profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que tienen
que suceder pronto.
(7) ¡He aquí vengo pronto!
Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”
[1] Las citas de las Escrituras
marcadas como “RVA” fueron tomadas de la versión “Reina Valera Actualizada”, revisión de 1989, publicada por la Casa Bautista de Publicaciones.
[2] Al
hacer las citas de Romanos estaré usando mi propia traducción del texto griego,
que he intentado ajustar lo mejor posible al mensaje original. En mi traducción
las palabras unidas con guiones (-) corresponden a una sola palabra griega; las
palabras escritas con letras itálicas
son palabras que no se corresponden a alguna palabra griega pero que deben ser
agregadas en el español para la correcta lectura del texto; las palabras que
están precedidas por un punto de multiplicación (·) corresponden a palabra que
en griego están precedidas por un artículo cuando en español no corresponde
colocar ese artículo; he colocado con MAYÚSCULAS toda referencia a Dios (DIOS,
SEÑOR, PADRE, ÉL, etc.) y con inicial mayúscula toda referencia a Jesucristo
(Señor, Cristo, Él, etc.). Para más detalles, ver "Nuevo Testamento".
[3] Muchas versiones de la Biblia
traducen “vida eterna”, lo cual es un término inexacto, porque la palabra que
traducen como “eterna” es aiönios,
que es una palabra derivada de aiön,
que significa “era”. Aionios,
significa “relativo o perteneciente a la era”. La “era”, a su vez, se refiere a
la era futura prometida por Dios, en la que restaurará todas las cosas e
instaurará nuevamente el paraíso sobre la Tierra. De allí sale mi traducción
“vida de la era futura”.
[4] La
idea de “infierno” como un lugar de tortura eterno no es un concepto bíblico
correcto. La Biblia no enseña que una persona desobediente será torturada
eternamente, sino que será completamente destruida, simplemente dejará de
existir. Si desean información al respecto pueden leer mi
estudio “La esperanza del cristiano” y también: "¿Qué dice la Biblia acerca del infierno?"
[5] Por ejemplo, en Gn. 17:15 se dice que el dinero
“se acabó”, usando la palabra tamam,
el dinero había sido gastado por completo. En Gn. 47:18 se usa tamam diciendo que el año se había
acabado, había llegado a su fin. Otro ejemplo está en Jer. 24:10, donde tamam se traduce “exterminados”, lo cual
da la idea, nuevamente, de algo que ha sido completamente consumido y ha
llegado a su fin.
[6] Al decir “bautizados”, se refiere al
bautismo en espíritu santo y no al bautismo de agua. El bautismo en espíritu
santo consiste en aceptar a Cristo como el Señor de nuestras vidas y creer con
el corazón que él fue resucitado por Dios, no consiste en un acto externo sino
en un cambio interno que nos lleva a desear cambiar nuestro modo de vida y
seguir a Cristo. Para más información sobre la doctrina bíblica del bautismo,
lea: “¿Qué dice la Biblia acerca del bautismo en agua?".
[7] Definiciones
tomadas del diccionario electrónico Espasa
Calpe S.A.
[8] Las citas de las Escrituras
marcadas como “NVI” fueron tomadas de la “Nueva
Versión Internacional”, revisión de 1999, por la Sociedad Bíblica
Internacional.
[9] Las citas de las
Escrituras marcadas como “NT-Rec.” Fueron tomadas del Nuevo Testamente, versión Recobro, revisión de 1994, por Living
Stream Ministry y Witness Lee.
[10] Las citas de las Escrituras
marcadas como “RV-1960”
fueron tomadas de la versión “Reina-Valera”,
revisión de 1960, por las Sociedades Bíblicas Unidas.
[11] Para más detalles sobre qué es
el espíritu santo, cómo se recibe y cómo se opera, recomiendo leer mi estudio
“El don de espíritu santo”.
[12] Las citas de
las Escrituras marcadas como “BTX” fueron tomadas de la “Biblia Textual”, segunda edición, por la Sociedad Bíblica
Iberoamericana, revisión del 1999. En este caso he utilizado esta versión
porque traduce oikonomos como
“administrador”.
[13] Este versículo lo he tratado en mucho más
detalle en mi estudio “Filipenses 2:13: La acción de Dios en el creyente”.
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